La música como liberación.
¿Qué se le puede pedir a una banda como Toto a estas alturas? Una agrupación que vivió su mejor momento hace ya demasiado tiempo (mediados de los años ochenta para ser más exactos), que ni siquiera en ese entonces obtuvo un importante reconocimiento y que durante los últimos ¿veinte años? ha estirado una carrera caracterizada por la irregularidad, llena de cambios de integrantes más un par de lamentables decesos. Sin ir más lejos, la banda acaba de perder hace tan solo unos días (15 de marzo del presente) a Mike Porcaro, su histórico bajista y quien había sido diagnosticado en 2006 de una enfermedad degenerativa.
Lo cierto es que XIV llega a nosotros entonces en medio de un convulsionado clima para Toto, la enfermedad y alejamiento definitivo de Porcaro se sumaba a la partida del baterista Simon Phillips, un nuevo cambio de vocalista (vuelve a salir Bobby Kimball, entra Joseph Williams) e incluso el guitarrista Steve Lukather dejó la banda un par de años para luego regresar. Sin embargo, cosa curiosa: toda esta telenovela de encuentros y desencuentros no se ve reflejada para nada en XIV, un disco que muestra bastante cohesión, a ratos suena tremendamente reflexivo e incluso encuentra momentos de absoluta paz. En ese sentido no cabe duda de que el álbum ha servido como un catalizador de emociones para la banda.
Estamos frente a un disco que se deja oír sin problemas, menos denso y más simple de lo que había sido su última entrega a la fecha ('Falling in between', 2007) pero contundente de todas maneras. Nos encontramos acá con algunas canciones que son rock directo y lleno de dinámica, como es el caso de 'Running out of time', 'Holy war', la fantástica 'Orphan' o el excelente cierre que se vive con 'Great expectations' (de lo mejor que trae el disco instrumentalmente hablando), mientras que otras bajan las revoluciones y aportan agradables momentos de calma, ahí baladas como '21st century blues', 'Unknown soldier' , 'Chinatown' (un gran guiño al Toto clásico) o 'The little things' se disfrutan sin problemas. Mención aparte merece la creciente potencia de 'Burn', sin duda el mejor tema del disco y que conmueve gracias a sus constantes explosiones. Ahora, si hubiese que encontrarle un 'pero' al disco habría que comentar que llegando al cierre temas como 'All the tears' o 'Fortune' aportan poco y redundan.
¿Qué nos deja entonces XIV? Tres o cuatro grandes canciones más un puñado que al menos cumple. ¿Le falta rock al disco? Si, claro que si. Un poco más de guitarras creo que le habrían sentado bien al trabajo, sin embargo el tono reflexivo se comprende, además de en general acertar con las canciones. Si esta llega a ser la despedida en estudio de la banda, han hecho bien y solo queda agradecer el sentimiento y las evidentes ganas que han puesto sobre estos cincuenta minutos de música. Y si deciden volver a intentarlo, bienvenidos serán.
3.0 // Bueno, cumple. |
hh
ResponderEliminar