"Boys just want to have fun..."
Por más que huelan a refritos, cada dos o tres años nos viene bien un nuevo álbum de The darkness. Discos que suenan bien y emulan con nobleza, alegría y buen humor ese hard rock que treinta y tantos años atrás fue furor. Dream on toast no llega para ser excepción, diez canciones breves que entregan una media hora fácil de digerir entre guitarras aceleradas, coros agudos y momentos acústicos, aunque nobleza obliga el admitir que el disco no les encuentra en su momento más inspirado y se limita meramente a cumplir con lo obvio complementando con uno que otro momento de alto vuelo.
Me explico. Como es costumbre, el disco abrirá muy arriba con el rock de motocicletas y caricaturesco de 'Rock and roll party cowboy' (la única en todo el álbum que supera los cuatro minutos de duración), donde realizan una divertida parodia del rockero machote ("Soy un vaquero fiestero del rock and roll / Que no va a leer a Tolstoi..." - afirman en un brillante remate), seguida de la aún más ridícula 'I hate myself'. Y si bien estas no andan mal, un problema con que carga el conjunto es que en adelante se lo come la simpleza, abordando el country en 'Hot on my tail', emulando con descaro las armonías de Queen en el medio tiempo 'Don't need sunshine' o la dinámica 'The longest kiss', así como yendo al rock and roll más básico y elemental en 'Mortal dread', todas estas canciones que suenan en la primera mitad del álbum y, siendo francos, te bajan demasiado pronto.
Algo mejorará el asunto en la recta final gracias a 'The battle for gadget land' y 'Walking through fire' que recuperaran las guitarras y el buen humor sacando a flote su vibra más alegre y jovial, en la segunda riéndose incluso de ellos mismos ("Solo hacemos esto porque es divertido / Pero creo que ni mi mamá comprará este último disco..."), para cerrar con una melosa y ultra azucarada 'Weekend in Rome', con la que Justin Hawkins se ha propuesto mostrarse como el gran vocalista que es.
Dreams on toast cuenta con tres o cuatro momentos marca de la casa que traen de regreso las jugarretas siempre necesarias de una banda cuyo principal mérito es no tomarse demasiado en serio a si misma y simplemente pasársela bien. Ahora, dicho lo anterior, el álbum complemente con pasajes simplones y predecibles que no están a la misma altura generando un global que se deja oír pero mucho más allá no llega. Tampoco pareciese que lo pretendan...
¿Canciones? 'Rock and roll party cowboy', 'Don't need sunshine' y 'Walking through fire'.
6/10
Bueno, cumple...
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