"Víctimas de su propia audacia ..."
La metamorfosis vivida por Ulver debe ser una de las más singulares e interesantes en las últimas décadas. Los noruegos comenzaron su carrera por allá por mediados de los años noventa desarrollando una trilogía de álbumes que conectaban el black metal con elementos acústicos/folclóricos, en una mixtura que tan pronto dio que hablar fue interrumpida bruscamente entrando al nuevo siglo, particularmente tras la publicación de Perdition city (2000), mediante el cual Ulver dio un giro en su sonido lanzándose a explorar terrenos cercanos al trip hop, lo cual prontamente derivó en una búsqueda de atmósferas oscuras y etéreas en álbumes como Shadows of the sun (2007) para tras varios movimientos finalmente llegar a un disco como The assasination of Julius Caesar (2017), un álbum en donde los sintetizadores adoptaron total protagonismo. En este contexto el lanzamiento de Flowers of evil parece indicar que, como prácticamente nunca en su historia, la banda declara sentirse cómoda en un lugar por lo que han decidido estacionarse en dicho espacio, entregando un álbum de continuidad en donde el matiz está puesto en la dinámica de las canciones, que si bien sostienen la oscuridad esta vez apuntan a la pista de baile como enganche.
El álbum abrirá con dos elegantes medios tiempos como 'One last dance' y 'Russian doll', en la primera emulan con descaro a Depeche mode (algo que ya habían hecho en The assasination... aunque introduciendo también elementos exploratorios propios) con un Kristoffer Rygg que realiza un relato sobre teclados atmosféricos para a los dos minutos meterle ritmo al asunto, aunque el tema jamás logrará explotar más allá de la repetición, algo que también ocurrirá en la segunda pese a que en esta serán más directos, con una estructura tradicional estrofa/puente/coro que se evidencia desde un comienzo. Será recién con 'Machine guns and peacock feathers' cuando aparece por primera vez la guitarra y la banda logra generar un gancho efectivo gracias a un coro que contagia, más adelante los tiempos se acelerarán también en canciones como 'Apocalypse 1993', 'Little boy' o 'Nostalgia' generando gratos resultados aunque no sin antes nuevamente homenajear a Depeche mode (esta vez a esos más dark de Ultra, 1997) en 'Hour of the wolf' y cerrar definitivamente en la absoluta calma de 'A thousand cuts', que honestamente no dice demasiado.
Mirando en perspectiva la carrera de Ulver, un disco como Flowers of evil queda algo mal parado. Un álbum correcto, que en ciertos momentos engancha pero que musicalmente no apuesta por nada que no hubieses oído de mejor forma en su antecesor. Quizás ellos mismos son quienes nos han mal acostumbrado y por ende este disco sabe a poco. Quizás esta vez han sido víctimas de su audaz pasado. Lo cierto es que cuando una banda se la ha pasado veinte años explorando también hay pleno derecho a detenerse en algún lugar a tomar aire y recuperar ideas, que se lo han ganado...
6,5 / 10
Cumple y algo más...
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