"Bendito descontrol..."
El genio está de regreso. Prolífico, diverso, inquieto, creativo... como siempre. Vuelve tras tres años de silencio y el anuncio de la disolución del Devin Townsend Proyect, con el que venía trabajando de manera continúa desde 2009 a la fecha. El caso es que, bajo el título que sea, siempre es todo un acontecimiento el tenerlo con nosotros, entendiendo incluso que a estas alturas del partido es altamente probable que comencemos a oírlo en piloto automático dada la cantidad de música que el hombre ha creado durante estos últimos veinticinco años. Por esta misma razón es que un álbum como Empath nos maravilla y emociona, un disco que repleto de enormes méritos y ante el cual no podemos sino rendirnos del gusto al percibir (nuevamente) a un artista completamente desatado y sin miedos de ir hacia donde le indiquen sus impulsos + talento.
Nos encontramos en este 2019 frente a un álbum que cuenta con el sello distintivo de Townsend, que se presenta como un continuo de 74 minutos (a la antigua, ocupando el máximo de espacio posible en el disco compacto) donde el cantautor intenta abordar cuanta arista sea posible dentro del catálogo que ostenta. De esta forma el disco abre (tras una introducción en absoluta calma acompañada de coros femeninos) con sus (ya) clásicos arranques progresivos que nunca se saben hacia donde van a disparar, ahí los seis minutos de 'Genesis' son una locura y una clara demostración de por donde irá el resto del disco: Townsend quiere abarcarlo todo, quiere devorarse al planeta bajo esa producción exagerada y grandilocuente. 'Spirits will collide' es, sin embargo, la primera joya con mayúsculas que me parece entrega Empath, más controlada que 'Genesis' encuentra momentos emocionales y notables a lo largo de toda su duración, nuevamente con corales en el background que definitivamente son aporte.
El tridente inicial acabará conformado por la sensacional 'Evermore', una pieza progresiva y contundente que incluso se da el gusto en su minuto final de realizar un guiño al metal desaforado de su antiguo proyecto Strapping young lad. De más está el comentar que a estas alturas, tras veinte minutos de música, Townsend nos ha atrapado completamente.
El tridente inicial acabará conformado por la sensacional 'Evermore', una pieza progresiva y contundente que incluso se da el gusto en su minuto final de realizar un guiño al metal desaforado de su antiguo proyecto Strapping young lad. De más está el comentar que a estas alturas, tras veinte minutos de música, Townsend nos ha atrapado completamente.
La primera fase de Empath comenzará a cerrarse con la inquieta 'Sprite', casi siete minutos de constante exploración grandilocuente, seguida de 'Hear me', un nuevo momento en donde Townsend se entregará al metal caótico, dejando sobre la mesa una idea a los nostálgicos: si no vuelve a la música extrema es porque simplemente no lo necesita, para luego iniciar una cara B del álbum con la pasada por 'Why?' + 'Borderlands', donde apreciamos la faceta más teatral del artista, aquella que conecta con los discos conceptuales acerca de su personaje Ziltoid para finalmente cerrar con la tranquilidad de 'Requiem' y una nueva locura: 'Singularity', veintitres minutos (si, escribí bien, veintitres minutos) que son una obra en si misma donde nuevamente Devin Townsend se pasea a placer por cuanto estilo le da la gana. ¿Exagerado? Totalmente. ¿Necesario? Siempre.
¿Qué más se puede decir respecto al genio de Townsend? Habrá seguro quienes le critiquen (y con justa razón) que su sonido es en exceso empalagoso, sin embargo, lo que nadie puede negar es su talento y ambición que a estas alturas parece inagotable. Nos ha vuelto a regalar una maravilla (y ya van...) ¿Disco del año? Probablemente.
8,5 /10
¡Excelente!
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