viernes, 1 de marzo de 2024

Ana Tijoux: Vida (2024)

 "La pérdida como motor..."

Basta realizar el sencillo ejercicio de darle play a un álbum como 1977 y luego ponerse alguna de las canciones de este reciente Vida para verificar cuanto se ha expandido musicalmente Ana Tijoux a lo largo de estos quince años. Ni siquiera entraré en el debate respecto a si lo que hoy hace es mejor o peor, simplemente diré que es diferente. 

En aquel disco de 2009 la chilena se entregaba a la narrativa hip hop que caracterizó su carrera desde sus inicios noventeros junto a Makiza, pero claro, luego llegó un trabajo como La bala (2011) y con el la diversificación del sonido. Aquel paso fue clave de crecimiento musical de Ana, el cual continuó explotando en el confrontacional Vengo (2014). Curiosamente desde aquel han pasado diez largos años, período donde la vocalista se dedicó a publicar canciones aisladas  (algunas de ellas han sido incluidas en este álbum) y hasta un libro escribió. También le rondó la tragedia (la muerte de varias cercanas/os, hermana incluida), asunto que ha acabado por empapar su quinto trabajo. En este nos entrega quince canciones que escapan de sus habituales temáticas contestatarias (que las hay, solo que a cuentagotas) y más bien apuntan al fondo de su ser, tocando tópicos como la pérdida y el como levantarse desde ahí. En lo musical Vida confirma la búsqueda de la artista y las ganas por continuar diversificando su sonido, siempre en colaboración de su viejo amigo Andrés Celis en producción, armando un conjunto que por lo general apunta al baile y un sonido optimista en términos de atmósferas, aunque también irregular en cuanto a resultados.

Comencemos por lo complicado. La carta de presentación para el disco es lo peor de este. 'Millonaria' viene con un buen mensaje, la idea de sentirse protegida por su círculo, el cariño de su familia, "piño" y su gata, sin embargo, musicalmente el tema luce tan impostado y forzadamente comercial (ese coro "Millo-millo-millo-millonaria"... uf!) que resulta difícil rescatarlo. Algo parecido ocurrirá más adelante con 'Niñx', donde la vocalista vuelve a simplificar la fórmula con objetivos comerciales, así como 'Tu sae' seguida de los interludios 'Suave' + 'El caudal' acaban armando un nudo para el álbum que se deja oír pero no parece realmente decir algo interesante.

Esto a diferencia de la dupla 'Óyeme' + 'Cora', donde aparece la Ana Tijoux creativa, radiante y talentosa. En la primera nos recuerda que su esencia contestataria y política no ha desaparecido, invitándonos al baile pero musicalmente sonando rica entre ritmos latinos y una lírica potente ("Levantaron alambrados, nos encadenaron / Crearon cárceles en medio del océano / Barcos absurdos, esclavistas humanos / Y acá seguimos enjaulados...") mientars que en la segunda complementará yendo hacia una arista diferente, más íntima, delicada y personal (muy en la línea de lo que realizan bandas latinas estilo Bomba estéreo).

El resto del disco funcionará como un viaje cohesionado y rico en texturas. En 'Vida' (la canción) apuntará a lo trascendental ("Tu que quitas, que das vida / Dime que significas / Si abres heridas, entre llanto y risa / Yo te abrazo pero no te capto nica...") colaborando con el inglés Omar Lye-Fook, quien aportará toques de reggae y soul a su música. Una fase más emocional del álbum abrirá mediante 'Bailando aquí sola', abordando el desamor y el aprendizaje en soledad ("Me cansé de esta tristeza y llorarte un río / Buscar el amor romántico sin ningún sentido..."), continuará con 'Tania' y la sentida dedicatoria de Ana a su hermana ("Todo lo que no te dije, yo lo guardo y acá vive / Acá la estaca sigue, tu memoria siempre vive / En los recuerdos que quisiste...") y cerrará con 'Busco mi nombre', el segundo momento político del álbum que la artista anticipa con emocionantes palabras previas de Estela de Carlotto, activista argentina por los Derechos Humanos y presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. 

Finalmente, la lista volverá a subir con 'Dime que' en otro momento que acelera con fuerza y afila la prosa mediante un discurso que va directo al hueso, con la participación además de Pablo Chill-E la cual es fuego puro ("Los cuicos y los flaites se asemejan / Crecen sin amor y familias complejas / Somos dos distintos pero iguales / Nos diferencian en los tribunales...") para finalmente cerrar con 'Fin del mundo', otra amena reflexión respecto al orden social aunque con una carga hacia la esperanza. 

El quinto álbum de Ana Tijoux desprende esa sensación de haber sido compuesto con altas expectativas y si bien hay irregularidad a lo largo del trabajo, en general este suena diverso, rico en texturas y arreglos. No se encuentra a la altura de La bala (su mejor disco para quien escribe) pero si la trae de regreso en gran nivel. 

¿Canciones? 'Óyeme', 'Cora', 'Tania', 'Busco mi nombre' y 'Dime que'.

7 / 10
Muy bueno.


Otras reseñas de Ana Tijoux:
1999: Aerolineas Makiza (Makiza)

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