Cuando se pierde el hambre lo mejor es saber marginarse. Y es válido eh? Que a los cincuenta ya no eres el chico rebelde que fuiste treinta años atrás, más aún cuando te has convertido en un millonario que ni siquiera necesita volver a hacer música para sobre vivir. Y aquello es lo que, palabras más, palabras menos, ocurrió durante estos casi quince años con Maynard James Keenan, quien incluso en un momento llegó a tratar de “ridículos y retrasados” a su base de fans, cansado seguramente de las preguntas y presiones en torno al regreso de Tool. Pero insisto, mirado desde cierta perspectiva, el alejamiento Maynard/Tool me ha parecido sensato, además de honesto, y pese a que muchas veces durante esta década se escuchó el “este año si que si habrá disco”, varios comenzaron a resignarse ante la idea de que las cosas estaban mejor así, como quedaron, que para arruinar un legado en ocasiones es mejor dejar el mito tal y cómo está (¿alo, Smashing pumpkins?). Sin embargo, con la misma honestidad con que la banda se marginó durante este tiempo, y cuando pocos realmente se lo esperaban, llegó a nosotros la noticia de que en este 2019 tendríamos efectivamente nuevo álbum de Tool, el quinto en casi treinta años de carrera.
El desafío no era menor. El riesgo de arruinarlo todo estaba en el aire pero también la idea de que si volvían era por buenas razones, que perfectamente podían seguir girando por el mundo varios años más con cuatro álbumes bajo el brazo. Nada ni nadie los obligaba a regresar pero acá estaban, y acá tenemos a Fear inoculum, el premio a la fe de los seguidores, a esos retrasados que pacientemente soñaron/esperaron el regreso y hoy inundan la web con elogios + alabanzas.
¿Y da para tanto? Veamos. Fear inoculum llega a nosotros en dos versiones, una física que consta de siete piezas y otra digital que suma tres interludios alargando la duración del trabajo a casi 90 minutos. ¿Querían Tool? Pues ahí tienen. Sin embargo, sea cual sea la edición del álbum que escuchemos cabe mencionar el que este no entrega precisamente lo que los fans estaban esperando y ahí me parece radica el principal mérito del disco: en su honestidad. Por sobre cualquier otro adjetivo, Fear inoculum es un trabajo franco donde la banda ha volcado su momento actual sin tapujos ni temores, con canciones que danzan sobre texturas muy bajas, que jamás explotan (incluso aunque el tema lo pida a gritos), con una batería + bajo que en cada pieza luce y un Maynard absolutamente contenido (voluntaria o forzadamente, no lo sabemos) que esta vez ha cedido el protagonismo a sus compañeros. Un ejemplo de lo mencionado es ‘Fear inoculum’ (la canción y adelanto que llegó a nosotros semanas atrás), un claro indicador de por donde irán los tiros durante el resto del álbum. Una melodía de bajo que sostiene repetitivamente el tema durante seis minutos y cuando creemos que vendrá un cambio de intensidad nos encontramos con un quiebre que con mucha calma lleva el tema hacia otro lugar. ¿Funciona? Pues si. Aunque nos quedamos con el grito en la garganta, con esa sensación de que “algo faltó”.
‘Pneuma’ es otra que llevará esta misma fórmula al límite, con doce minutos que redundan una y otra vez, un verdadero loop que mientras avanza va incorporando instrumentos, incluso leves explosiones que volverán a desembocar en la misma linea de bajo una y otra vez para tras seis minutos parar, colarnos una especie de improvisación (que algunos llamarán “genialidad” no cabe duda) y cerrar con tres minutos más dinámicos. Posteriormente (no vale la pena detenerse en los interludios ya que aportan cero al conjunto) sonará 'Invincible', mucho más cargada a las guitarras aunque igual de repetitiva, con extensas secciones de batería y la sensación constante de estar frente a temas trabajados con cuidado en lo instrumental pero que no conectan desde la emoción.
Llegamos al nudo del disco. Nos saltamos tres minutos de ruido titulados 'Legion inoculant' para llegar al primer momento de real intensidad que el álbum posee: 'Descending'. Aquí Maynard en su sección central por primera vez eleva el registro y comunica en otra frecuencia, aunque claro, pasando los ocho minutos nuevamente deciden frenar todo y entregarnos un largo pasaje (cuatro minutos) de un riff que se repite hasta la saciedad sin ningún sentido aparente. De todas maneras el tema acabará muy arriba y se consagra como el primer momentazo del álbum. Todo lo contrario a los diez sosos minutos de 'Calling voices' seguidos del instrumental 'Chocolate chip trip', otro pasaje que no se entiende que aporta al álbum más allá del jam session de percusiones que entrega. En este ir y venir, la recta final estará protagonizada por '7empest', que es lo más rock y cercano al sonido que probablemente muchos esperaban oír en este regreso de Tool. ¿Se exceden con sus quince minutos de duración? Claramente, pero que más da a estas alturas.
En definitiva, Tool ha vuelto con un álbum complejo y contundente, honesto y valiente. Claramente han justificado su regreso mediante un disco en el que han intentado escapar de sus lugares comunes, sorprendiendo hasta incluso a sus propios fanáticos. ¿Vuelve esto por si solo a Fear inoculum un gran trabajo? Claro que no. Sobran todos los interludios, hay temas que pedían una intensidad que nunca llega y aquellos que si apuestan por una mayor potencia se exceden y diluyen entre minutos instrumentales que rayan en el abuso, existiendo incluso momentos que aburren y no justifican en absoluto su duración. A veces menos es más.
6,9 / 10
Buen disco.
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