"No escapa de las expectativas..."
Estamos entonces frente al clásico álbum que te gustará si eres amante del género pues sorpresas acá no hay y la sensación de que las líneas se trazan en las tres primeras canciones es evidente. Sin ir muy lejos, el asunto ahí abrirá de manera activa mediante 'Conspire to deceive' y ese teclado que va marcando la melodía desde un comienzo a lo cual suma una dinámica cabalgata, 'Detonate' será una que acelerará más a fondo mientras que 'Our channel to the darkness' entrará en la lógica del medio tiempo que en los coros impondrá rapidez, dejándonos así un tridente inicial que marca claro camino para lo que sonará en adelante, un disco que en lo suyo funciona con ejecuciones precisas, un Mikael Stanne sólido en voces y donde nada parece haber sido dejado al azar. De esta forma, el álbum entregará momentos veloces en 'March of the unheard' (que emula en su riff inicial el 'Message in a bottle' de The police) o 'Forever astray' mientras que apostará por un relato algo más oscuro en cosas como 'Between directions', quizás la más singular del conjunto gracias a los fraseos limpios y la incorporación de vientos. Verdad sea dicha eso si, tras esta el disco entrará en una recta final bastante olvidable (incluso aburrida) que solo se salva por el pasaje instrumental acústico con que cierra el disco.
Nadie podría alegar que el segundo disco de The halo effect está ni remotamente mal: el disco responde totalmente a las expectativas. Sin embargo, tampoco escapa de aquello pues este es uno de esos casos en donde el género y la fórmula parece encorsetar el resultado, lo cual inevitablemente deja una espinita clavada en aquel público que espera un álbumes que no jueguen TAN a la segura.
¿Canciones? 'Conspire to deceive', 'Detonate' y 'Our channel to the darkness'.
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