Carbón que se vuelve el más brillante diamante
Que importante es el que una banda cuente con un gran vocalista. No olvidemos que dentro de un conjunto de arreglos, la voz es un instrumento más y mientras mayor variedad de registros esta posea, más amplio será el abanico musical que una agrupación podrá abarcar. Ahora, si una gran voz se conjuga con una banda que vive un tremendo momento creativo, los resultados pueden ser descomunales, asunto que ha sucedido este 2013 con los noruegos de Leprous, quienes llegan con su tercer disco bajo el brazo y la confirmación de que estamos frente a una de esas agrupaciones que no se pueden dejar pasar.
El principal mérito de Leprous siento que está en poseer esa bendita capacidad de romper los límites de lo encasillable. Hay mucho de rock progresivo en su sonido, sin embargo, las estructuras densas, rebuscadas, técnicamente bien interpretadas, que incluso cuentan con una carga de agresividad importante acá contrastan (en un buen sentido) con un excelente trabajo melódico. Esto no es técnica sin un sentido, rapidez por rapidez ni violencia porque si, nos encontramos frente a una de esas bandas que canaliza cada vez mejor su sentir al punto de lograr en Coal un grado de madurez que roza la perfección.
Contundencia. Si tuviese que definir este álbum en una palabra sería aquella, es un disco contundente. Esto se aprecia desde un primer momento gracias al mazazo que es "Foe", un tema aparentemente sencillo, de carácter introductorio, lento pero golpeado, que entrelaza juegos vocales y potentes guitarras. Sirve como para calentar el ambiente. Ahora, más clásico dentro de lo que sería la movida progresiva suena la absolutamente fantástica "Chronic", segundo tema y la banda saca a la vista todo el armamento: velocidad, peso, magníficos coros, acá está todo, dan ganas de pararse a aplaudir. Luego "Coal" (la canción) repasa el asunto, metal de la mejor especie que recuerda por segundos ese sonido inquieto que alguna vez le hemos escuchado a Devin Townsend en sus más recientes proyectos.
Cuando crees que lo has escuchado todo, que ya comprendiste por donde van los dardos de este álbum, cuando esperas una seguidilla de buenos temas veloces y violentos, aparece "The cloak". Es un tema pop, a secas. Melódico a rabiar, lleno de falsetes en los coros, una canción que en un inicio no parece conectar con los dos temas anteriores, sin embargo el trabajo está realizado con tanto talento que acá todo funciona. Segundo momento en que sientes ganas de aplaudir.
La segunda parte del álbum está marcada por dos piezas fenomenales de 9 minutos cada una. En primer lugar aparece "The valley", con la cual el sonido progresivo vuelve a tomarse el álbum, aunque esta vez, a diferencia de lo trabajado en "Chronic" o "Coal" el sonido se aleja de la agresividad para dejar en primer plano las melodías y una extraordinaria interpretación vocal. Por otro lado, "Echo" es más grandilocuente, una de esas canciones enormes, con cambios de estructuras y coros épicos. Tercer momentazo del álbum. Ahora, si "The valley" y "Echo" hubiesen estado juntas creo que se habrían terminado estorbando, es por esto que la banda de manera muy inteligente situó a "Salt" entre ambas, un tema muy tranquilo que permite dar una pausa entre joya y joya. El final del disco llega con "Contaminate me", el tema más brutal del álbum, directo y al hueso, como para recordarnos que este es un disco de metal que abrió alas hacia distintos rincones pero sigue siendo un disco de metal.
10 / 10
Obra maestra
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