"Exquisitamente pesados..."
Yendo a la música propiamente tal, algo que para esta ocasión han dejado de lado (y han hecho bien) es la búsqueda de la canción azucarada, esa que supieron encontrar en The head on the door (1986) y desde entonces, salvo contadas excepciones como Disintegration (1989) o Bloodflowers (2000), utilizaron con descaro para matizar la tristeza de sus discos. Por lo mismo, estos dos discos mencionados son precisamente a los que este Songs of a lost world parece acercarse en distintos momentos (también algo de Kiss me, kiss me, kiss me hay a ratos), entregándonos ocho canciones que en cincuenta minutos retoman esa tendencia a la introducción extensa (y exquisitamente pesada), algo que se torna evidente en la partida del disco mediante 'Alone', tres minutos de cortinas armadas por teclados que anticiparán la cruda entrada de Robert Smith ("Este es el final de todas las canciones que cantamos..."), en una clara declaración de principios para un álbum que a lo largo de su trayecto sostendrá la pérdida, el distanciamiento y la resignación como ejes temáticos centrales.
Dado lo denso de los dos temas iniciales, es atinado que a continuación suene algo más ameno. En 'A fragile thing' no está ni cerca de ser un tema meloso pero si uno donde reconoceremos por primera vez y con claridad la presencia de un coro, así como la aparición con mayor protagonismo de las guitarras, las cuales terminarán de explotar en la fantástica 'Warsong' generando atmósferas fascinantes dignas de los mejores momentos de un Kiss me, kiss me, kiss me (1986), mientras que 'Drone:Nodrone' se mostrará como lo más juguetón en todo el álbum, en la línea de lo que alguna vez fue el single 'Never enough' (de 1990) aunque más oscuro, con el tándem bajo + batería luciendo a tope.
Finalmente el disco comenzará a cerrar yendo nuevamente al piano en la melancólica 'I can never say goodbye' (con mención y dedicatoria al fallecido hermano de Robert), una amena 'All I ever am' (quizás la más débil en todo el disco) que sirve de puente y preparación para el palazo de diez minutos que es 'Endsong', otra canción de intro extensa donde la banda se toma todo el tiempo que necesita para preparar la atmósfera y entrada de un Robert totalmente resignado ante el paso del tiempo y la pérdida ("Estoy afuera en la oscuridad preguntándome como me volví tan viejo / Todo se ha ido, todo se ha ido / Nada queda de lo que he amado..."), en uno de los cierres más brillantes en toda la carrera de The Cure (si es que el más).
Recientemente Robert Smith ha declarado que 2029 (cincuenta años de la banda) quizás sería un buen momento para dejarlo, también ha deslizado la idea de que hay material para un siguiente disco. El tiempo dirá, por ahora Songs of a lost world se enmarca como el álbum de The Cure que todos necesitábamos. En contra le jugará el que han tenido quince años para prepararlo, a favor el que no solo no decepciona, es que se pone a la lista entre los trabajos mejor logrados en la carrera de la banda, un disco profundo, exquisitamente pesado y digno de la leyenda. Benditos sean...
¿Canciones? 'And nothing is forever', 'Warsong', 'Drone: Nodrone' y 'Endsong'.