jueves, 30 de septiembre de 2021

The Vaccines: Back In Love City (2021)

 "Ilusionan con fuerza..."

En Inglaterra tienen por costumbre cada cierto tiempo sembrar esperanzas en alguna "nueva maravilla joven" proveniente de sus tierras, y bueno, entrando en la pasada década, a The vaccines le colgaron el cartel a propósito de su correcto debut. El tiempo, sin embargo, pareció demostrar que no era para tanto, sobre todo considerando que el sonido juvenil retro que inundó sus dos primeros álbumes de novedoso tenía cero y la banda llegaba tarde a todo aquello. De todas formas, en el camino quedó el sub valorado English graffiti (2015), y la sensación de que de proponérselo, la banda podía dar un salto cualitativo en su sonido ('Dream lover' a día de hoy me sigue pareciendo la mejor y más adictiva canción que han compuesto en su carrera).  El caso es que en este 2021, a diez años de su debut, lo han vuelto a intentar. En su quinto álbum, The vaccines han inundado su sonido de teclados, sintetizadores y dinámicas bailables, aunque no por esto escapando del todo de su pasado. Dicho en simple: no pierden su esencia, siguen sonando frescos, pero también interesantes. Todo un mérito.

Continúan por cierto siendo una banda de canciones, de golpes y ganchos inmediatos por sobre conceptos o atmósferas. En la partida con 'Back in love city' (la canción) me han recordado a Duran duran, tanto en arreglos como en la vocalización de Justin Young emulando a la perfección el fraseo de un Simon Le Bon, mientras que con 'Alone star', cuando apuestan por un sonido algo más desnudo en las estrofas y que revienta en los coros entre guitarras, he pensado en la canción que The black keys lleva años tratando de encontrar. Así de diversos abren en este álbum, y suenan muy muy bien. De igual forma, cuando quieren sonar a pop descarado lo harán maravillosamente bien en la jovial 'Headphones baby' aunque a la vuelta de la esquina buscarán ir hacia algo más sucio en 'Wanderlust' (muy Kasabian esta) o en 'Savages', equilibrando a la perfección las intenciones. 

Encontrarán la combinación perfecta entre teclados y guitarras en '...XCT' (¡cuanta fuerza en esta!), apelarán a su lado más salvaje en 'Peoples' republic of desire' y sabrán sacar el pie del acelerador con clase en las impecables 'El paso' o 'Bandit', donde suenan muy elegantes. ¿Algún defecto? Si. Y en realidad dos. El primero es que en un disco que constantemente mira hacia adelante, recordarnos de donde vienen en canciones como 'Paranormal romance' y sobre todo en 'Jump off the top' (totalmente desubicada en el álbum) suena totalmente innecesario. Lo segundo es que el disco se queda sin combustible al cerrar y la pasada por 'Heart land' + 'Pink water pistols' huelen a relleno por donde se mire. 

De todas formas, The vaccines han parido un disco que abre una puerta que inevitablemente ilusiona. Las canciones y coros están, el sonido y la fuerza también. Encuentran acá varios de los mejores temas que han compuesto en su carrera y también, digámoslo, su mejor disco a la fecha. Si esto lo saben canalizar, sacando el relleno y llevando más lejos aún lo que han hecho bien, quizás podrían efectivamente jugar en ligas mayores. 

¿Canciones? 'Back in love city', 'Alone star', 'Headphones baby', 'Wanderlust'. 

7,9 / 10
Excelente.


Otras reseñas de The vaccines:

sábado, 25 de septiembre de 2021

Aborted : ManiaCult (2021)

"Sin sorpresas pero tampoco ripios..."

A estas alturas del partido, lo de Aborted es apuesta segura. De la mano de un brutal death metal directo y afilado, estos belgas se han encargado de construir una discografía impecable que no falla y con ManiaCult lo han vuelto a hacer, sin sorpresas pero tampoco ripios. Es que si bien hoy por hoy, únicamente Sven De Caluwe continúa en la banda como único miembro fundador, el (impresionante) vocalista se las ha arreglado durante esta década para sostener el proyecto a tope, entregando en esta ocasión once canciones que en cuarenta minutos dan rienda suelta a ese sonido característico que oscila entre la violencia y la técnica, con uno que otro matiz melódico. 

Sin medias tintas, Aborted se encarga de entregarnos todo lo que queremos oír en un álbum de este estilo. Abren cada cara del disco con una cuidada pieza introductoria ('Verderf' y 'Verbolgen') para luego proceder al frenesí y desate death en canciones donde se intercalan guturales y chillidos ('Impetus odi', 'Dementophobia', 'Ceremonial ineptitude'), donde el blast beat es una locura ('A vulgar quagmire') pero igualmente con una atinada capacidad para saber detenerse y encontrar pasajes melódicos entre guitarras realmente notables (lo que hacen a los dos minutos en 'Portal to vacuity', por ejemplo, o bajando los tiempos en el inicio de 'Drag me to hell').  

En algún momento de la historia Aborted hizo lo que debía hacer: mantenerse como un estandarte del death mediante álbumes como Goremaggedon (2003). Desde entonces se han dedicado a pasársela bien, cumpliendo y utilizando una fórmula que hasta ahora continúa mostrando una maquinaria de brutalidad extrema, fresca y engrasada.

¿Canciones? 'Dementophobia', 'Ceremonial ineptitude', 'Portal vacuity'.

7/10
Muy bueno.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Billie Eilish: Happier Than Ever (2021)

"Temprana madurez..."

Tras haber vivenciado un éxito masivo y repentino con su debut de 2019, llama la atención el que tan rápido Billie Eilish (de tan solo diecinueve años) haya optado por un segundo paso tan jodidamente maduro. O al menos eso es lo que ha intentado proyectar con Happier than ever, en una jugada inteligente que se distancia del debut, entendiendo que competir con aquello habría sido un error. Por ende, en lugar de acudir a la energía y los ritmos inquietos de entonces, esta vez se ha centrado (junto a su hermano Finneas O'Connell en producción) en atmósferas reflexivas, con constantes referencias a lo que significa fama y el éxito para una mujer en la actualidad.

La sola portada del álbum habla de la vuelta de tuerca que Eilish ha querido dar, escapando del personaje oscuro y arisco del debut para dar paso a la mujer sensible y vulnerable, mientras que en lo musical, 'Getting older' entrega claras señales respecto a por donde irá el asunto. En esta, mediante un relato que va al límite del susurro, Eilish se refiere a lo que ha significado para ella el volverse mayor (?), de sentirse agradecida aunque reflexionando al mismo tiempo en torno a aquellos extraños (usualmente trastornados) que pareciesen quererla. Este tono personal se sostendrá a lo largo del álbum, intentando transitar por varios caminos aunque no decidiéndose nunca por uno. 

La tendremos algo más dinámica en 'I didn't change my number' ("No he cambiado mi número / Solo cambié el a quien contestarle..."), cantando al borde del susurro (en plan Lana del Rey mayormente) en cosas como 'My future' 'Lost cause' o en la romántica 'Halley's comet', explorarando sonoridades en la curiosa 'Billie bossa nova', metiendo cuerdas en las acústicas 'Your power' (bastante bien lograda por cierto) o 'Male fantasy' (esta no tanto), construyendo una canción explosiva en 'Happier than ever' (buen giro el que regala a los tres minutos), aportando dinámica en la sexy 'Oxytocin' o en 'Overheated' (ambas son lo más movidito del álbum), y realizando un guiño a su álbum debut en las sucia pasada por 'NDA' + 'Therefore I am', que no es otra cosas que un coro facilón que se repite y repite. 

Por cierto, párrafo aparte merece el lúgubre monólogo 'Not my responsability' que abre la cara B del disco, tres minutos en donde la vocalista lo saca absolutamente todo refiriéndose con total claridad a la presión que deben enfrentar artistas mujeres (aún) en la actualidad. 

"¿Me conoces? ¿Realmente me conoces? / Tienes opiniones respecto a mis opiniones / Respecto a mi música, a mi ropa. Respecto a mi cuerpo / Hay gente que odia como visto. Otros lo celebran / Algunos lo usan para avergonzar a otros. Otros para avergonzarme a mi / Pero te siento mirando. Siempre / Y nada que haga parece invisible / Así que mientras siento tu fija mirada. Tu desaprobación. Tus señales de alivio / Si vivo por ellos nunca podré moverme / ¿Te gustaría si fuese más pequeña? ¿Más débil? ¿Más suave? ¿Más alta? / ¿Te gustaría que me quedara más quieta? / ¿Mis hombros te provocan? ¿Mi pecho? / ¿Soy mi estómago? ¿Mis caderas? ¿El cuerpo con el que nací? / ¿No es lo que querías? / Si visto cómoda no soy una mujer. Si me deshago de las telas... soy una puta / Aunque nunca hayas visto mi cuerpo sigues juzgándolo / ¿Por qué?

Hacemos suposiciones acerca de la gente basados en su talla / Decidimos lo que son. Lo que valen / ¿Quién decide qué me hace eso? / ¿Qué significa? / ¿Está mi valor basado en tu percepción o es tu opinión respecto a mi? / No es mi responsabilidad."


Toda esta diversidad por la que apuesta el álbum a ratos funciona pero en otros queda a medio camino. Parte del tiene sentido pero hay momentos que no pasan del tanteo o la mera exploración mientras que algunos definitivamente empantanan un disco (la coral 'Goldwing' o 'Everybody dies', claros ejemplos). 

Happier than ever es un álbum que dura quince minutos más que el debut, algo que evidencia el que la dupla Billie + Finneas no ha temido el poner toda la carne en la parrilla. Incluso corriendo el riesgo de que el álbum a ratos pierda peso o cohesión. Estamos frente a un disco en donde las letras y mensajes son prácticamente todo, donde la música está pero (casi siempre) es un mero acompañamiento para una narrativa reflexiva e incisiva. No es un trabajo perfecto pero si definitivamente uno que le permite a la vocalista superar con creces el fenómeno del one hit wonder

¿Canciones? 'Not my responsability', 'Your power', 'Happier than ever', 'Overheated'.

7,5/10
¡Muy bueno!

miércoles, 15 de septiembre de 2021

25 Años De... Metallica : Load (1996)

(Reseña originalmente publicada en 2016, con motivo del aniversario 20. Pero bueno, ahora son 25, por lo que tocaba...) 

"Hambre y talento..."


En 1993 terminaba la extenuante gira del álbum comercialmente más exitoso en la carrera de Metallica: el disco negro. Tan agotador resulta el proceso, que la banda se regala un par de años de respiro, cada integrante a su vida familiar y vuelven recién en 1995 al estudio. Han pasado cuatro años desde la edición de su antecesor, el sello apura, sin embargo, Hetfield + Ulrich (amos y señores en Metallica, se sabe) tienen material de sobra para trabajar. Surge la idea incluso de editar un álbum doble aunque finalmente decantan por la edición de dos álbumes hermanados que serían lanzados con un año de diferencia: los polémicos Load / Reload

Frente al primero, editado en Junio de 1996, el choque con la fanaticada sería inmediato, recordemos que estos eran tiempos en que el poder del single + video clip era enorme, no existía internet ni filtraciones por lo que todos estábamos un mes completo (o más) escuchando la canción que el sello discográfico decidía que promocionaría el álbum, en este caso: 'Until it sleeps', un tema lento, una evidente declaración de intenciones particularmente oscura (con líneas que realizan referencia a la depresión) aunque trabajada al detalle, con un sonido muy cuidado (el trabajo de Bob Rock en producción es extraordinario, hay que decirlo) pero que solamente en los coros + recta final (3:30) mete guitarras, aunque nunca de manera realmente agresiva, confirmando la tendencia que el álbum negro había iniciado y que los desmarcaba (ya por completo esta vez) del metal. Visualmente se aprecian también diferencias importantes, los cuatro integrantes adoptan una imagen de rockstar, con pelo corto e incluso maquillados, Load de hecho vendrá cargado en su arte interior con sesiones que intensifican esta vuelta de tuerca estética. 

Una vez publicado el álbum se pudo comprobar que efectivamente 'Until it sleeps' era únicamente la punta del iceberg para un álbum definitivamente más complejo, diverso, alternativo e incluso experimental. Una experiencia que mirada a 25 años de distancia resulta fascinante. Y es que si en el álbum negro oímos a una banda coqueteando con sonidos acústicos y más lentos a lo habitual, acá el asunto pasará a una dimensión realmente densa, con una banda desatada en términos creativos y con dos protagonistas evidentes: James Hetfield que encuentra interpretaciones vocales extraordinarias (nunca cantó y nunca volvió a cantar mejor que en Load), además de un conjunto de letras profundas e impecables, y un Kirk Hammett que realiza un tratamiento muy especial en el trabajo de las guitarras a lo largo de todo el disco. En general, sin embargo, la banda se muestra sin miedo y dispuesta a ir por todo, al punto de explotar la capacidad del formato (este dura 78 minutos, el máximo que aguantaba un CD). 

Como mencionaba líneas atrás, frente a la idea de un disco doble, finalmente la dupla Metallica + Bob Rock decanta por catorce canciones, en su mayoría cargada al hard rock. De metal nada, salvo el nombre. Entre las canciones de corte más clásico y directo destaca la partida con 'Ain’t my bitch' (que perfectamente pudo ser el sencillo promocional pero no quisieron seguramente por que habría entregado señales equivocadas respecto al disco), la excelente '2 x 4' , 'King Nothing' (hermanada musicalmente con la clásica 'Enter sandman', con referencias a esta en su cierre incluso, pero con ese comienzo magistral e inolvidable en donde Kirk Hammett logró darle vida propia al tema), 'Cure' 'Wasting my hate' (dos que beben de lo que la banda venía haciendo en el álbum negro). En una sección más comercial/amigable aparecerían canciones como 'Hero of the day' o la completamente acústica 'Mama said' (donde Hetfield expone su veta más personal, tanto en lo lírico como en lo musical) y la parte más experimental del álbum toma vida en cortes como 'The house of Jack built' (vaya huevos que tuvieron como para instalar de tercera en el disco una atrevida aventura musical de casi ocho minutos), 'Bleeding me' (donde James literalmente se desangra ante nosotros, quedando nuevamente expuesto en uno de los momentos más emocionales en la carrera de la banda ), la extrañísima y blusera 'Poor twisted me' o el fascinante cierre con la trilogía 'Thorn within', 'Ronnie' y 'The outlaw torn', esta última una pieza maestra de casi 10 minutos que por si sola hace que todo el experimento valga la pena. 

En definitiva, Load fue una jugada osadísima por parte de Metallica, una que de paso acabó por colmar la paciencia de sus fans más puristas, quienes despreciaron el trabajo y desde acá marcaron distancia con la banda. Sin embargo, dejando de lado todo lo externo, a dos décadas y media de su creación, el tiempo ha hecho lo suyo con el álbum situándolo en el lugar que merece, como una experiencia notable en el amplio sentido de la palabra. No es el mejor álbum de la banda, claro que no, pero lo que en 1996 hicieron fue tremendo, un disco evidentemente incomprendido en su momento pero que sigue sonando con una identidad exquisita, un equilibrio entre hambre y talento. ¿Qué se les fue la mano con la duración y le sobran un par de temas? Seguro, pero ojo a algo: nunca, en los veinticinco años que vinieron, Metallica volvió a sonar así de contundente, y eso dice bastante...

¿Canciones? '2x4', 'King nothing', 'Bleeding me' y 'The outlaw torn'.

8 / 10
Excelente.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Liars: The Apple Drop (2021)

 "Singular y contundente..."

Siete años han transcurrido entre Mess (2014), el único disco de Liars que había comentado acá en mi querido blog, y este reciente The apple drop, sin embargo, bastante agua ha corrido durante este período para la banda, la cual hoy en día funciona básicamente como un proyecto en solitario de Angus Andrew, el cual fue disco a disco encerrándose en un sonido cada vez más introspectivo e inaccesible. En ese sentido, la portada de este álbum dice bastante, habla de un compositor en las cavernas buscando luz y salida, de ahí seguramente el que haya decidido en esta ocasión trabajar junto a una banda de músicos y no solo como venía haciendo, lo cual efectivamente le ha ayudado a entregar un conjunto de once canciones oscuras pero que saben moverse entre estructuras y sonidos bastante más accesibles respecto a los antecesores inmediatos del proyecto, aunque sin perder una pizca de identidad.

Sin ir muy lejos, si bien el álbum abre con 'The start' y un sonido que oscila entre lo hipnótico y sexy, para luego entregarse a sutiles guitarras en 'Slow and turnaway', rápidamente será la batería (muy al natural en la producción) la cual adoptará protagonismo a lo largo del disco, marcando clara presencia en piezas delicadas como 'From what the never was' (muy Radiohead acá), en otras más rockeras como 'My pulse to ponder', redoblando a contra tiempo en 'Leisure war' o provocando explosiones en 'Acid crop', no sin antes lucir en la tensa pasada por 'Sekwar' + 'Big appetite' (la más contundente en todo el disco), dos joyitas que saben sacarle provecho al sello perturbador que tan bien Andrew sabe desarrollar, o entregándose a los teclados en cosas como 'Star search' o 'King of the crooks'.

Ese cliché del disco que "necesita tiempo" se aplica con The apple drop, un trabajo accesible considerando el que hablamos de Liars (que por definición es una banda arisca con el auditor) pero que de todas formas requiere estar con todos los sentidos puestos en él para ir encontrando su magia. Angus Andrew ha optado en esta ocasión por salir de su zona de confort para encontrar un álbum que en su singular línea funciona y lo trae de regreso como uno de los artistas a tener en cuenta en la actualidad. 

¿Canciones? 'Big appetite', 'From what the never was', 'My pulse to ponder'.

7,8 /10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Liars:

domingo, 12 de septiembre de 2021

The Black Keys: Delta Kream (2021)

"Siguen en búsqueda..." 

Tras haberse hecho un nombre y alcanzado la popularidad mediante álbumes como Brothers (2010) o El camino (2011), a The black keys les llegó a mediados de la década pasada el momento del .. ¿y ahora qué? De ahí que intentasen replicar el éxito mediante un correcto Turn blue (2014) para luego recurrir al clásico back to the basics en Let's rock (2019), dicho en simple: lejos de ir por más, el dúo se la ha pasado durante esta década estirando el elástico encontrando uno que otro momento atractivo pero en general globales que han rondado la decepción. Y en este 2021 todo parece indicar el que siguen secos de ideas pues para este nuevo álbum han tenido que mirar atrás y buscar entre sus influencias para publicar un disco de refritos country/bluseros cuyo objetivo evidente es el pasarse un buen rato en el estudio y de paso ganar tiempo mientras siguen buscando inspiración. 

Con la particularidad de haber sido grabado en tan solo diez horas de trabajo, divididas en dos sesiones de cinco diarias, y sin ensayos previos, Delta kream es un conjunto que desprende espontaneidad, que suena efectivamente vivo y desde ahí se deja oír sin problemas, alternando momentos donde se les oye disfrutando ('Crawling kingsnake'con otros de buena dinámica ('Coal black mattie'), y pasadas en donde improvisan a gusto y de buena forma ('Walk with me' + 'Mellow peaches'), ahora claro, tampoco se han complicado demasiado, es un disco en donde el dúo se ha dado el gusto de reivindicar a un montón de clásicos bluseros de Mississippi, por lo que desde ahí hay que tener bien claro a lo que se va tras darle play y la valoración dependerá efectivamente de lo que busque el auditor. 

En su contexto, sin embargo, el trabajo cumple, se han pasado un buen rato y nos lo han compartido, es un disco de bajas pretensiones pero que suena bien. El tiempo dirá si efectivamente con este habrán encontrado nuevos aires o el álbum no es más que un nuevo cliché en su carrera y la confirmación de que el mejor momento del dúo ha quedado en el pasado.

¿Canciones? 'Creawling knigsnake', 'Walk with me'.

6/10
Bueno, cumple. 


Otras reseñas de The black keys:

jueves, 9 de septiembre de 2021

Iron Maiden: Senjutsu (2021)

 "Tedioso ejercicio de soberbia..."

Hay que distinguir. Una cosa es el respeto (fanatismo, cariño incluso) que alguien pueda profesarle a una banda y otra muy distinta es el no ser capaz de admitir lo evidente. Esto a propósito de lo nuevo de Iron Maiden, quienes ya habían patinado groseramente en The book of souls (2015) y seis años más tarde, aunque parezca mentira, vuelven a cometer el mismo error. Porque uno podrá tener reparos respecto a los álbumes que la banda editó junto a Blaze Bayley entre 1995 y 1998, los posteriores Dance of death (2003) y The final frontier (2010), o reconocer que A matter of life and death (2006) fue excesivamente barroco, sin embargo, todos esos discos algo tenían que permitía defenderlos, y de Brave new world (2000) ni hablar, que sin estar cerca de ser una obra maestra ha acabado por representar el último gran disco de los ingleses. 

El caso es que en 2015 llegaron a un punto muerto con un trabajo ambicioso pero tedioso y agotador, un disco innecesariamente largo en lo individual y que, digámoslo, no dejó buen recuerdo. Uno habría esperado por tanto el que habiendo transcurrido casi siete años desde aquel disco, Steve Harris hubiese sido capaz de escuchar al ambiente, pero no, lejos de aquello Senjutsu tropieza con la misma piedra una y otra vez, un conjunto que se alarga hasta más no poder, ochenta y un minutos de piezas que pretenden conjugar peso, épica y complejidad pero no hacen sino saber a plato re cocido. Para muestra un botón: 'Senjutsu' (la canción) y sus ocho minutos con que el disco abre. Nicko McBrian entra redoblando, Bruce Dickinson relata, el bajo de Steve Harris se oye (era que no) siempre (muy) presente y las guitarras acompañan correctamente, todo marcha relativamente bien hasta el segundo coro (3:30) donde la canción decide detenerse y alargar el asunto mediante una secuencia melódica que se repite y se repite para tras casi tres minutos (!!!) retomar el coro y dar dos vueltas más, meter otro solo (7:25) y así, artificialmente hacer lucir progresivo algo que es únicamente tedio

El problema, y hay que decirlo con todas sus letras, es Steve Harris. Un grande en la historia del heavy metal, que duda cabe, pero que al mando de Iron Maiden ha insistido no soltar el timón lastrando evidentemente el nivel la banda. Por esto, cuando su nombre está a cargo de la composición (siete de las diez canciones son suyas) el disco en general se cae, ocurre en la obvia cabalgata de 'Stratego' (el típico tema ganchero de la banda) o en 'Lost in a lost world', una pieza que a los cinco minutos ya te tiene mirando el reloj constatando que aún le faltan cuatro. De hecho, en la primera mitad del disco, la única que resulta atractiva es 'The writing on the wall', a cargo de Bruce Dickinson + Adrian Smith, quienes no se complican y durante seis minutos hacen lo que saben hacer: construir épica en una canción sencilla en su estructura (estrofa/coro + estrofa/coro + solos/coro) pero con suficientes matices melódicos como para generar gancho en el auditor. En palabras simples: funciona.

Tras otra que pretende ser corta pero efectiva 'Days of future past' (que convence más que 'Stratego', además de acelerar de buena forma hacia su cierre), la Cara B del álbum abre con 'The time machine', que no está nada mal pero a mi no me la cuelan, que la pausa que Harris compone en el 4:30 es la misma que quince años atrás realizaron en 'The longest day' (4:48 por favor) así como la marcha del 5:32 es la de 'Sign of the cross' (9:20) o de tantas otras en realidad, en un acto de auto plagio que volverá a ser (¡demasiado!) evidente en los diez minutos de 'Death of the celts', que no es otra cosa que una versión remozada de 'The clansman' (lo del 1:14 acelerando la guitarra acústica + bajo llega a causar gracia, faltó el "¡freeeeedom!" más adelante y el cóctel era completo). Antes de esta, sonará 'Darkest hour', donde la dupla Dickinson/Smith insiste en la tecla de 'The writing on the wall' aunque con menores resultados y el cierre del álbum llegará con 'The parchment' (que hacia el final es 'Afraid to shoot strangers', en otro auto plagio) + 'Hell on earth'. 

Y acá me quiero detener, que esta última debe ser lo más contundente y mejor logrado en todo el trabajo, el tema es un "himno de aquellos", dueño de una estructura fantástica, llena de momentos intensos en donde todo funciona de maravillas. El problema es que esta suena cuando el disco nos tiene absolutamente agotados en su ir y venir, por lo que la reflexión cae de cajón ¿No habría sido mejor el publicar un álbum de cinco a seis canciones y cuarenta minutos de duración en lugar de este dinosaurio marcado por el exceso? Me parece se habría entendido y disfrutado de mejor forma.

Tan solo las tres últimas de Senjutsu se comen treinta y tantos minutos (compuestas y escritas todas por Steve Harris en solitario), en un ejercicio de soberbia dispuesto a agotar la paciencia de cualquiera y donde el bajista insiste en hacer pasar a Iron Maiden por una banda de metal progresivo (algo que viene intentando desde The X factor a la fecha). Alguien debería explicarle que el extender canciones más allá de lo necesario no vuelve necesariamente más interesante ni compleja la música, solo la vuelve aburrida, mecánica y predecible. En Senjutsu, sin embargo, hay material de alto nivel, el problema es que hay que tener demasiada paciencia para encontrarlo.

¿Canciones? 'The writing on the wall' y 'The time machine'.

6,5 /10
Cumple y algo más...


martes, 7 de septiembre de 2021

Deafheaven: Infinite Granite (2021)

 "Solo intenciones y momentos..."

Se veía venir. Cualquiera que venga siguiendo la carrera de Deafheaven y haya oído aquel confuso Ordinary corrupt human love (2018), habrá imaginado el que para un siguiente álbum la banda acabaría por decidir un camino: recular hacia el blackgaze de sus primeros dos álbumes o desmarcarse definitivamente de todo aquello, que es lo que (insisto, de manera bastante esperable) han hecho en Infinite granite. Nos entregan de esta forma un álbum donde han decidido profundizar en el dream pop y las atmósferas limpias (una vez más con Jack Shirley en producción, quien les ha acompañado en todos sus álbumes), muy en la línea de lo que Alcest intentó casi diez años atrás en un álbum como Shelter (2014). Desde ahí por tanto, el experimento no sorprende pues no es novedad ya el que bandas black melódicas se inclinen hacia la segunda arista (sorpresa realmente habría sido el que recrudeciesen su sonido) y tampoco era inesperado tras haber oído el antecesor el que Deafheaven acentuasen hacia acá, por lo que dejado de lado el factor sorpresa, la valoración del resultado únicamente dependerá de que tan atractivo sea el conjunto de canciones que presentan, y ahí... meeeh.

Hay cositas en Infinite granite. De partida y a diferencia de lo que ocurría en Ordinary corrupt human love, este ejercicio suena coherente moviéndose sobre riffs livianos y una constante emocional siempre presente que en contados momentos apunta a la explosión. Sin embargo, en la individual el asunto no acaba por convencer 'Shellstar', por ejemplo, es una partida amena aunque más allá de sus coros plagados de guitarras no genera mayor impacto, fuera de evidenciar las limitadas dotes de George Clarke como vocalista, quien pese a que el tema lo pide (desde el 4:30 en adelante) no logra salir del murmullo/susurro. De hecho, no es él sino que la banda la que logra elevar una pieza preciosa y delicada como 'In blur' (el efectivo adelanto que meses atrás anticipó la jugada) gracias a los dos minutos finales en donde inundan la canción de guitarras, sin embargo, más allá de este acierto, si hay una constante que se repite a lo largo del álbum es esa sensación de que Deafheaven no saben que hacer con los momentos de calma, como ocurre en 'Great mass of color', que en general funciona con sus alardes pero en un momento dado (2:45 - 4:50) ralentizan el tema para llevarlo a la nada misma siendo nuevamente la explosión del cierre (donde Clarke lanza alaridos por primera vez) la que nos rescata del letargo. 

Lamentablemente, si el minuto final de 'Great mass of color' nos había levantado, rápidamente volveremos a suelo con 'Neptune raining diamonds', un instrumental (de tres minutos además) que llega demasiado pronto, al cual le sucederán cosas como 'Lament for wasps', que alterna de buena forma momentos explosivos con otros que descienden bruscamente, o 'Villain', derechamente aburrida y donde intentan repetir la fórmula del subidón al cierre con Clarke gritando pero esta vez fracasan en la idea. Y así, 'The gnashing' entra con todo entre guitarras y suena poderosa en su trámite (es la mejor del disco sin duda) pero 'Other language' nuevamente nos llevará a cero, para finalmente cerrar con una sosa 'Mombasa' cuya única particularidad es la de entregar (otra vez en el cierre) el único momento del disco donde la banda se desata y recupera la fuerza del metal en el sonido. 

Un disco de momentos por tanto es lo que Deafheaven ha entregado con Infinite granite, un salto que de cierto modo lo veíamos venir y ha llegado seguramente para marcar el inicio de un nuevo camino, pero que esperemos a futuro sepa cuajar de mejor forma.

¿Canciones? 'In blur', 'Lament for wasps' y 'The gnashing'.

6/10
Bueno, cumple.

viernes, 3 de septiembre de 2021

Leprous: Aphelion (2021)

"En exceso almidonados..."

Mirado a distancia, 2017 fue el año donde claramente los noruegos de Leprous decidieron girar el timón mediante la publicación de un álbum como Malina, disco que confirmó aquel alejamiento del metal que la banda comenzó a insinuar dos años atrás en The congregation (2015). Y bueno, con el paso dado no quedaba sino internarse más y más en dichos terrenos, que es lo que la banda realizó en 2019 mediante Pitfalls, olvidándose en ese entonces por completo del peso de las guitarras y centrando los esfuerzos en un conjunto que nadó entre sonoridades calmas aunque en muchas ocasiones con un exceso de azúcar que volvió en exceso empalagoso el asunto. Y bueno, parte de esto vuelve a ocurrirles en Aphelion confirmando así lo que muchos nos temíamos con respecto a Leprous: que son grandes pero esto del disco cada dos años comienza a mostrar claras señales de agotamiento.

Y si, que hay más guitarras en Aphelion respecto a Pitfalls, pero estas suenan generalmente contenidas entre canciones que cuentan con buenas dinámicas pero pareciesen nunca despegar, como ocurre en 'Out of here' o 'Silhouette' (que acelera con fuerza recién en sus últimos treinta segundos), o con una tendencia dramática (más allá de lo habitual) a detener las canciones para privilegiar la solemnidad del relato, siendo ejemplos claros de esto lo que ocurre en 'The silent revelation', la partida a cargo de 'Running low', que se sostiene básicamente gracias al notable coro que encuentra (el más contagioso de todo el disco claramente), o en 'All the moments', otras de las buenas del álbum pese a ese parón injustificado (3:24 - 5:10) que rompe totalmente con la fuerza que traía. ¿Y el resto? Divagaciones oscuras con un exceso de protagonismo por parte de Einar Solberg en 'Have you ever?' (que transcurre sin llegar a puerto),  'On hold' (donde llega a desesperar el que tarden más de tres minutos en meter fuerza) o 'Castaway angels', la más bonita de todas eso si. 

Se agradece el que la banda aparezca en momentos de 'The shadow side', incorporando ese buen solo hacia el cierre, o en los siete minutos finales de 'Nighttime disguise' donde al menos juegan con las estructuras e incluso Einar se atreve (desde el 6:02) a insinuar unos gritos como los de antaño (digo insinuar porque evidentemente quiere pero ya no puede), sin embargo, en el global, este es solo un minuto de fuerza y descontrol en medio de un disco de cuidada producción, bien ejecutado e interpretado pero que vuelve a entregarnos una versión en exceso almidonada de Leprous. Se confirma además el que cada disco viene siendo peor que el anterior, lo cual nunca es bueno...

¿Canciones? 'Running low', 'All the moments', 'Nighttime disguise'. 

6,5 / 10
Cumple y algo más...


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