viernes, 31 de marzo de 2023

Haken: Fauna (2023)

"No pierden contundencia..."

Siempre complejos, diversos y desafiantes, lo de Haken a esta altura es de no creer. Siete discos sosteniendo el nivel, con ninguno decaen y cuando pareciesen encontrar límites en alguna dirección vuelven a arreglárselas para entregar algún matiz y seguir sonando atractivos. Con estos ingleses, el amor por el progresivo siempre ha sido columna vertebral en sus trabajos, extremadamente técnicos todos, sin embargo, se reconoce en ellos (y he ahí el mérito) la intención de entregar un sonido vivo, que no caiga en estructuras intrincadas pero frías, algo que en Fauna vuelve a reflejarse.

Y si, que en su séptimo álbum, Haken siguen sosteniendo la bandera del metal progresivo a tope, siendo muy pocas las concesiones que acá entregan. ¿La fantástica 'The alphabet in me' podría considerarse una de ellas? Una que desde un comienzo repite un patrón vocal (con ese notable "Is time to wake up and die or regenerate" que marcará el inicio de cada coro) para luego desenvolverse entre trabalenguas del siempre contundente Ross Jennings y arreglos que son toda una locura. Otra que sorprende positivamente desde lo melódico es la balada 'Lovebite' (call me crazy, pero por instantes me recordó el hard rock de una banda como Baroness), puesta curiosamente en la recta final del álbum, con unos Haken que suenan más melosos y románticos que nunca en un experimento que de primeras impacta, por lo "pop" del sonido pero que acaba por agradecerse considerando la densidad del resto del disco.

Y bueno, sacando las dos mencionadas, lo demás se moverá por donde esperamos Haken se mueva, aunque siempre con un talento que maravilla, abriendo con 'Taurus' + 'Nightingale', las cuales reciben el relevo de los antecesores Virus (2020) + Vector (2018) apuntando a un metal más duro. La primera es directa (de solo cuatro minutos) mientras que la segunda beberá del progresivo clásico de Dream Theater aunque también me ha recordado a Leprous (era Bilateral + Foal) en la recta final, sonido que también se replicará más adelante en la imponente 'Beneath the white rainbow' (genial lo que hace Jennings en el 4:35 con sus agudos filtrados, levantando un tema que hasta ese momento comenzaba a volverse algo tedioso) o en 'Island in the clouds' (seguramente la única descartable del disco), armando así un entramado oscuro donde la banda se desatará en pleno, marcando además el regreso de Peter Jones en los teclados, quien estuvo con Haken en su pre historia pero lo dejó en 2008 para probar suerte en otros lares. 

'Sempiternal beings' será otra cosa increíble (¡es que todas están muy bien!), abre en voz + batería de manera desnuda para pasando los dos minutos desenfundar el metal y la fuerza. Un tema sesudo e imponente con una estructura difícil de atrapar. Lo mismo con los once minutos de 'Elephants never forget', una locura de canción con juguetonas aceleraciones en la clásica ida de olla progresiva que Haken suele entregar en cada álbum, el cual cerrará en tono melancólico con 'Eyes of ebony', otra que puede resulte algo excesiva desde lo musical pero se justifica debido al concepto del disco (no olvidar que cada canción está dedicada a un animal diferente. Hay toros, aves, medusas, arañas, elefantes o rinocerontes en cada relato).

Siempre se podrá encontrar la quinta pata al gato con un álbum de progresivo. En este caso seguro que alguna canción podrían habérsela ahorrado dejando un resultado (aún) más compacto, así como algo más de protagonismo de teclados mal no habría venido mal, sin embargo, estos son detalles mínimos al lado de un conjunto contundente como pocos hoy en día (y ya van...), un trabajo extraordinario desde lo instrumental y estructural. Diverso y atrevido. De lo mejor que han entregado en su carrera y seguro otro de los grandes álbumes que habremos oído en el año.

¿Canciones? 'The alphabet in me', 'Lovebite' y 'Sempiternal beings'

8,8 /10
Brillante.


Otras reseñas de Haken:

martes, 28 de marzo de 2023

U2 : Songs Of Surrender (2023)

 "Rendidos..."

¿En qué momento fue que U2 perdieron el rumbo? ¿Tras el patinazo de Pop (1997)? ¿Durante la concesión comercial que representó la pasada por All that you can't leave behind (2000) + How to dismantle an atomic bomb (2004)? ¿En el fallido intento por volver a sonar interesantes en No line on the horizon (2009)? ¿Tras la intrascendencia del álbum conceptual doble Songs of innocence (2014) + Experience (2017), lanzado con tres años de diferencia entre si? Como sea, claramente los irlandeses no han sabido envejecer haciéndole honor a su carrera (inmensa y prácticamente impoluta hasta 1993) y algo como Songs of surrender no hace si no confirmar el punto, un álbum que nadie pidió pero que Bono + The Edge decidieron era necesario grabar a toda costa, incluso en ausencia del 50% de la banda.  Y bueno, el resultado no podía ser otro: cuarenta canciones (si, cuarenta canciones) que dan muestras de una completa confusión, casi tres horas de música (si, casi tres horas) sin dirección alguna, una supuesta revisión del catálogo de U2 que enlaza algunas canciones en donde efectivamente han intentado re pensar el concepto original (las menos) y otras (la inmensa mayoría) que son meras versiones acústicas o reciclaje de arreglos. 

En la primera categoría cabría destacar aquellas que, gusten más o menos, han propuesto algo "diferente", como ocurre en 'One' (ese góspel que meten al 2:48 en el "Love is a temple..." les ha quedado precioso), 'Where the streets have no names' (lástima el no aprovechar la ocasión para revitalizar la estructura original), 'The fly', 'Miracle drug' (atractivo lo de las percusiones) o en las acústicas 'Stories for boys', '11 o'clock tick tock' o 'Two hearts beat as one', mientras que en cosas como 'Dirty day' o 'With or without you' lo han intentado, con resultados no tan memorables... pero lo han intentado. 

¿Y el resto? Pues lo dicho, reciclaje de arreglos (en 'Red hill mining town' utilizan los vientos que presentaron para la gira de los 30 años de Joshua Tree en 2018, por ejemplo, mientras que 'Every breaking wave' no es otra cosa que la versión desnuda que Edge + Bono siempre interpretaron en conciertos) + versiones acústicas (o al piano) que respetan las estructuras originales, algunas funcionan (más que nada porque hablamos de temazos que se cantan solos) como 'Until the end of the world'  o 'Who's gonna ride your wild horses', otras te dejan indiferente al aportar nada nuevo ('Song for someone', 'All I want is you', 'Sunday bloody sunday', 'Out of control', 'Stuck in a moment you can't get out of' o Stay') mientras que 'Bad', 'Walk on  (¿qué carajos es esto de "versión Ucrania"), 'Desire' (¿alguien me podría explicar que aporta esta jugarreta ridícula a la carrera de U2? ) o 'Peace on earth' (con un flojísimo The Edge en las voces) son verdaderos asesinatos sin tino alguno. 

Tema aparte es Paul Hewson (a.k.a Bono), quien está acá inmerso en una producción que le entrega bastante protagonismo a su voz (aviso: no escuchen 'Electrical storm' con audífonos, que el hombre te deja sordo), lo cual evidencia el daño inevitable causado por el paso del tiempo pero también la falta de auto crítica del vocalista. Lo que hace en 'Beautiful day', 'I still haven´t found what I'm looking for', 'Dirty day' o 'Every breaking wave' (ese agudo final, por favor...) roza lo indigno, cantando con total desgano y pereza. 

Songs of surrender podría en algún momento haber sido una buena idea, de haberse trabajado con la seriedad que ameritaban estas canciones. Si hubiesen entregado un recorrido cronológico por su carrera mediante trece o quince canciones, todas trabajadas al detalle, podría haber funcionado. Sin embargo, la realidad es que presentan un cajón de desastres en donde entró de todo. El disco no es una re imaginación de sus canciones (aquello solo ocurre en contadas ocasiones) si no más bien una especie de álbum Unplugged poco prolijo. Si lo que buscaban era reflejar el real estado de U2 en 2023 mediante versiones casi improvisadas en el patio de la casa en plan fogata, pues bueno, han cumplido el objetivo. Los fans menos exigentes e incondicionales seguro considerarán esto como un regalo pero el resto solo lamentará ver el triste estado de una banda que alguna vez, más de veinte años atrás, fue absoluta y total vanguardia. 

jueves, 23 de marzo de 2023

Gaz Coombes: Turn The Car Around (2023)

 "Sobrio y cómodo..."

Llegada cierta edad supongo te asumes. Ya no tienes veinte, ni siquiera treinta, y decides dejar de aparentarlos. Algo así es lo que ha ocurrido con Gaz Coombes, el inglés lleva un tiempo largo alejado de los focos y más bien se ha enfocado en ir construyendo una carrera en solitario que poco a poco ha ido encontrando ritmo y forma. El hombre está en la suya, y si con World's strongest man (2018) se colgó el cartel de maduro, con Turn the car around no hace si no confirmar intenciones. Su música se ha vuelto más bien reflexiva y las guitarras han dejado de sonar inquietas y protagonistas para ser meros generadores de atmósferas entre canciones que ya no apuestan al impacto inmediato si no más bien a conmover desde la emoción del sonido.

Para muestra lo que hace en 'Overnight trains', un tema in crescendo en donde Gaz se propone ir desde lo más abajo, abriendo en plan crooner, para luego alzar la intensidad y probar con su más alto registro. Este es con seguridad el tema más arriesgado del álbum y, digámoslo, también el único en donde el vocalista pareciese intentar correr los límites, lo cual acaba resultando una lástima pues el resto del álbum sin estar mal desprende una sensación de exceso de conformidad (sobre todo en su recta final). De esta forma, medios tiempos como 'Don't say it's over', 'Feel loop (Lizard dream)' o 'Turn the car around' cumplen aunque sin impactar, 'Long live the strange' aportará dinámica (es lo más contagioso del disco además) y la balada acústica 'Not the only things' tampoco está mal, aunque claro, lejos siempre de los momentos más emotivos que el vocalista alguna vez alcanzó. 

Turn the car around luce como un álbum de continuidad respecto a lo que fue World's strongest man, sostiene la línea reposada de este aunque en el canción a canción se muestra algo más débil. Cumpliendo de sobra y mostrándose plenamente honesto, algo más de riesgo le vendría bien al buen Gaz...

¿Canciones? 'Overnight trains' y 'Long live the strange'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...


sábado, 18 de marzo de 2023

Enslaved: Heimdal (2023)

 "Vienen de regreso, y aún impactan..."

De cierta forma, el paso de los noventa a los dos miles obligó al mundo del metal a abrirse a realizar ciertos cambios de directrices. De pronto el purismo dejó de ser atractivo y muchas bandas debieron abrir puertas a escapar del dogmatismo y explorar "fuera de la caja". Enslaved fue una de ellas, y junto con el cambio de logo (detalle no menor que el nombre de la banda se volviese legible en una portada) llegaron discos como Below the lights (2003), Isa (2004) o Ruun (2006) para dar muestras de este giro en donde los noruegos comenzaron a bajar los tiempos, a coquetear con varios mundos fuera del black, incorporando paisajes introspectivos en su sonido que combinaban con momentos melódicos (aparecieron las voces limpias), además de una clara tendencia hacia el progresivo, principalmente desde Vertebrae (2008) en adelante aunque luego tocando techo de cierta forma en álbumes como Riitir (2012) y principalmente In times (2015). En todo ese camino la banda de Grute Kjellson y Ivar Bjørnson ha explorado bastante, yendo y viniendo todo el tiempo, acertando a veces más, a veces menos pero siempre apostando hacia la apertura intentando no olvidar su esencia. Y bueno, este nuevo Heimdal habla también de esto mismo, ahora en una línea que va en busca de recuperar la oscuridad del sonido, algo ya desarrollado en el anterior Utgard (2020) y que parece encontrar su punto a lo largo de estos cuarenta y ocho brillantes minutos de música. 

Abren de esta forma con 'Behind the mirror', en la cual la exploración se hace carne. La banda desarrolla un black melódico que incorpora pasajes de teclados con el fin de generar determinadas atmósferas, las cuales impactarán con agresivas estrofas. Tremenda e intensa apertura que complementará con los punzantes riffs de 'Congelia', una maravilla marcada por una batería que no cesa de machacar y un Grute Kjellson gigante en las voces con ese "¡I am leaving this body behind! ¡I am leaving this body to die!" y que por si fuese poco se estrella con unos solos en la recta final totalmente logrados. Y si creías que lo oído era lo mejor que Enslaved podía entregarte en pleno 2023, pues craso error, 'Forest dweller' llega para llevar el sonido hacia cotas aún más altas, abriendo con un relato limpio y calmo para lentamente ir calentando el ambiente, llevándolo a su punto hasta estallar en ese enorme "¡I held out my hand, befriended the slave...!" (2:10) tras el cual incluso meterán un Hammond en la estructura. Que decir, emocionante es poco.

¿Y de ahí en adelante? Por un tubo. En los siete minutos de 'The eternal sea' volverán a entregar largos minutos de tranquilidad para luego ceder al desenfado black, 'Kingdom' será otra donde jugarán a placer con la estructura encima de un soberbio trabajo de batería mientras un relato lúgubre se encargará de construir la atmósfera, 'Caravans of the outer worlds' va y viene, desenfreno y calma, oscura como ella sola, mientras que el viaje cerrará con 'Heimdal', la más progresiva en todo el disco con ocho minutos que por si solos son un verdadero viaje.

Claramente Enslaved entendieron durante estos años que se estaban volviendo algo fríos y cerebrales, que necesitaban traer de regreso la emoción y oscuridad a su sonido, que es lo que han hecho finalmente, al punto de que un disco como Heimdal nos deja una compleja interrogante planteada: ¿Y ahora qué? Porque realmente los noruegos parecen haber tocado todas las aristas en estos treinta años de carrera, y con su álbum número quince se han mostrado inspirados de comienzo a fin, explotando cada uno de los elementos que fueron construyendo durante todos estos años. Un álbum impactante y desde ya, candidato a disco del año.

9,5 / 10
¡Brillante!


Otras reseñas de Enslaved:
2015: In times

martes, 14 de marzo de 2023

Miley Cyrus: Endless Summer Vacation (2023)

 "Un paso atrás..."

Tras el sólido revival ochentero que encaró Plastic hearts (2020) quedaba ver hacia donde avanzaba Miley Cyrus en un siguiente paso. No ha transcurrido demasiado tiempo, tan solo dos años, y a juzgar por los resultados cabe el pensar que quizás debió tomarse algo más pues, sin ser declaradamente un desastre, un disco como Endless summer vacation acaba por saber a poco, un álbum que apuesta a ser "el disco maduro" de la artista pero acaba tirando por lo obvio y sorprendiendo realmente en muy pocos momentos.

Me explico, inevitablemente al haber anticipado el álbum con algo un tema tan desafiante (desde lo lírico más que lo musical, verdad sea dicha) como 'Flowers', con aquellas líneas tan jodidamente empoderadas (el ya mítico "I can buy myself flowers"), las expectativas subieron como la espuma. Pero, ¿con qué nos hemos encontrado finalmente? Con un disco bastante corriente, inofensivo, armado por medios tiempos que, digámoslo también, suenan absolutamente incoherentes respecto a lo que se planteó en 'Flowers', hablando de amores y desamores tooooodo el tiempo, algo que de todas formas funcionará en 'Jaded' ("Siento que te hallas hartado..." - afirma en esta, sacándole partido a su desgarrado registro) pero agota por completo en toda la pasada por 'Rose colored lenses' + 'Thousand miles' ("Dirás que estoy loca, pero cuando él sonríe olvido el pasado...") + 'You' ("No necesito a Jesús, porque te tengo a ti..."). Que decir, lo de siempre, hombres, hombres y más hombres. Pero como Miley, ¿no que hablabas contigo por horas?, ¿en serio de esto se trataba?.  

De todas maneras el álbum vuelve a levantar en su nudo, cuando los sintetizadores de 'Handstand' construyan el único momento exploratorio de todo el álbum, mientras que el pop (muy Kylie Minogue) de 'River' nos levanta y complementa bien con 'Violet chemistry', marcando lo más destacado del álbum, además de la partida 'Flowers' + 'Jaded'. ¿Y el resto? Soporífero. 'Muddy feet' junto a Sia te dice absolutamente nada, y con 'Wildcard' + 'Island' + 'Wonder woman' solo confirmas la idea que en un comienzo esbocé: quizás debió tomarse algo más de tiempo si quería armar un álbum realmente sólido pues Endless summer vacation son tres o cuatro canciones acompañadas por un montón de relleno insustancial, corriente y totalmente olvidable. 

Pero bueno, esto es un negocio, no lo podemos olvidar. Los singles estaban y había que venderlos para salir de gira. No hay mucho más. Sin embargo, un disco como este no hace si no llevarnos a extrañar todo aquello que en Plastic hearts sobraba: riesgo, rabia y actitud. 

¿Canciones? 'Flowers', 'Jaded', 'Handstand' y 'River'.

6/10
Bueno, cumple.


Otras reseñas de Miley Cyrus:
2020: Plastic hearts

jueves, 9 de marzo de 2023

20 Años De... Foo Fighters: One By One (2002)

 "La búsqueda del salto cualitativo..."

Si bien los álbumes noventeros de Foo fighters resultaron exitosos y dieron muestras de una particular versatilidad por parte de Dave Grohl, quien era capaz de sonar comercial y liviano en cosas como 'Big me', 'Monkey wrench' o 'Breakout' aunque también duro y arisco en 'I'll stick around' o 'Stacked actors', tanto el debut de 1995 como The colour and the shape (1997) y There's nothing left to lose (1999) fueron trabajos que en el global nunca parecieron tomarse demasiado en serio. Me explico: en todos ellos el ex Nirvana desprendió esa sensación de querer escapar a toda costa del fantasma de su mítica ex banda (y también del grunge como movimiento), pasándose un buen rato en el proyecto y abandonando la ira + amargura como motor de composición. Sin embargo, si hubo un disco en donde se promovió claramente un giro y se buscó "ir por más" fue en One by one, el cuarto disco de Foo fighters. 

Lo cierto es que no necesitamos ir demasiado lejos para encontrar el trazado de ruta en este álbum, de inmediato en las primeras líneas que abren en 'All my life' encontramos al Dave Grohl más amargo de toda su carrera, y al que precisamente necesitábamos oír. "Toda mi vida he estado buscando algo / Algo que nunca llega ni conduce a algo / Nada satisface pero me estoy acercando..." - susurra el vocalista en decepcionado tono, para luego impactar con la entrada de la banda en pleno. La canción es explosiva e intensa (ese "Done, done, on the next one..." de la recta final, maravilloso es decir poco), es rock duro que desprende las ganas por componer una obra maestra, no un hit (que de esos ya tenían muchos) si no que una GRAN canción, con mayúsculas. El mal rollo de la partida encuentra perfecto complemento en el tridente que le seguirá, primero con la oscura 'Low', con un duelo soberbio entre la batería de Taylor Hawkins (que luce por primera vez en la historia de la banda con alas propias) y la guitarra de Grohl, y luego en una pasada más melódica en 'Have it all' seguida de la inmortal 'Times like these', otro tema enorme, intenso y reflexivo ("En tiempos como estos aprendes a vivir y amar otra vez...").

Pero acá me quiero detener. Pues si bien las primeras cuatro del álbum son una pasada absolutamente incontestable (la mejor en la carrera de Foo fighters por cierto), hay un elemento negativo que no puede pasarse por alto: la maldita producción. Entiendo que Nick Raskulinecz y Grohl estaban en la búsqueda de un sonido más crudo, que marcase diferencias respecto a lo anterior, pero lo que acá hacen es horroroso, saturando las guitarras y provocando un efecto derechamente desagradable al oído (el cual corregirían en el siguiente In your honor de 2005), que solo se perdona debido al nivelazo de las canciones. Una lástima por cierto que no exista una remasterización de este álbum, que la necesitaba. 


En fin, hecho el descargo continuamos con la música. Ahí, entrando en el nudo el asunto se volverá aún más oscuro con 'Disenchanted lullaby' o 'Halo', que centran su fuerza en las guitarras, mientras que 'Tired of you' es un pantano donde Grohl regala un lamento prácticamente al desnudo. En este momento, previo a la recta final, el disco desprende esa sensación de ya haber entregado lo que debía y que incluso podría haber cerrado con una más, algo como los siete exploratorios minutos de 'Come back' y no había queja al respecto. No fue así, anotando otro defecto con que cuenta el álbum: ¿Cuál era la necesidad de meter cosas tan random como 'Lonely as you' + 'Overdrive', que remiten a ese sonido más liviano de los álbumes anteriores, o derechamente olvidables como 'Burn away'? El caso es que el disco entrega un cierre algo flojo, indigno del nivel que venía trayendo pasada la media hora. 

Con todo, One by one encuentra varios puntos a favor a destacar: registra dos de las más grandes canciones que haya compuesto Dave Grohl en su carrera, las cuales complementan con un conjunto sólido que busca dar un salto cualitativo respecto a como venía la carrera de la banda. En contra queda la producción y esa recta final poco afortunada, sin embargo, el recuerdo de un álbum "especial" y ciertamente sub valorado en la carrera de Foo fighters queda. 

¿Canciones? 'All my life', 'Times like these', ''Disenchanted lullaby' y 'Tired of you'.

martes, 7 de marzo de 2023

In Flames: Foregone (2023)

 "Su momento más inspirado en largos años..."

Con un ritmo productivo incesante que no ha parado desde hace prácticamente treinta años, los suecos de In flames han jugado la carta de privilegiar cantidad por sobre calidad con su música, de ahí el que se hayan entrampado durante la última década en álbumes repetitivos y poco atractivos, sin embargo, nobleza obliga a admitir que esta vez han acertado, y si bien un álbum como Foregone no da para lanzar cohetes, si cabe mencionar el que acá han sabido recuperar pasajes de su arista más agresiva, conjugándolo con un grato "más de lo mismo" armando un compendio de death melódico no solo llevable si no que se encumbra como lo más inspirado que han compuesto en largo tiempo. 

In flames han intentado regalar momentos de peso + violencia en esta ocasión, como no hacían desde hace demasiado (¿Come clarity de 2006 habrá sido lo último en esta línea? Bastante), para muestra lo que hacen en la excelente 'State of slow decay', que reventará ante nosotros tras esos dos atinados minutos de intro acústica que es 'The beginning of all things that will end', desarrollando un sonido afilado y que no entrega segundo de tregua al oyente, lo cual se replicará más adelante en cosas como 'Meet your maker', 'Foregone Pt.1' o 'The great deceiver'. Ahora claro, estas canciones serán amenizadas por pasajes más tradicionales que apelan al clásico "estrofa a gritos + coro limpio', como ocurre en 'Bleeding out' (la mejor lograda de todas sin duda), o cosas derechamente melosas como 'Foregone Pt.2' o 'Pure light of mind', que pese a su dulzura suenan bastante bien y se dejan oír sin problemas, no así 'A dialogue in B flat minor' + Cynosure', un pasaje que huele a relleno en el cierre (para superar los cuarenta minutos de disco, se sabe) y de lo más prescindible del álbum.

Desde hace bastante que In flames no entregaban algo que nos moviese el piso, y con Foregone han sabido diversificar de manera astuta, no descubren la pólvora pero si regalan un álbum de momentos violentos que matiza con otros melódicos bien desarrollados. Lo dicho, su mejor disco en años...

¿Canciones? 'State of slow decay', 'Foregone Pt.1' y 'Bleeding out'.

8/10
Excelente.

viernes, 3 de marzo de 2023

Memoriam: Rise To power (2023)

 "Historia y frescura presentes..."

Seguro los seguidores de una leyenda como Bolt thrower habrán agradecido el que Memoriam publicasen tres discos en tres años (2017/18/19), sin embargo, aquel exceso de material evidentemente conspiró en limitar la propuesta a un mero factor nostálgico. Algo de eso, sin embargo, dio un giro tras To the end (2021) y se ha confirmado en este Rise to power, el mejor álbum del proyecto a día de hoy. Y es que si bien elementos clásicos acá continúan presentes, las temáticas bélicas (portadón aparte además), el característico registro del incombustible Karl Willets o ese machaque old school tan marca de la casa, se percibe de todas formas en este quinto trabajo la intención de dar algunos pasos que aporten frescura al proyecto, lo cual se reconoce y agradece.

Hay varios aspectos a destacar en Rise to power, un álbum que no necesita más de ocho canciones para desprender una idea clara y con identidad, comenzando por la producción, oscura pero no TAN opaca como sonó en The silent vigil (2018), por ejemplo, y luego están las canciones, abriendo de manera notable con 'Never forget, never again (6 million dead)', donde la batería de Spike T. Smith (absoluto protagonista a lo largo de todo el álbum) machaca sin cesar durante poco más de seis minutos y el groove se toma el tema. Desde entonces el álbum se caracterizará por su peso pero también por los constantes cambios de dinámica que propone, acelerando en 'Total war', 'Annihilations dawn' o llegando al cierre en 'Rise to power' (la canción), pero bajando los tiempos drásticamente en 'I am the enemy', 'The conflict is within' o la excelente 'The pain', pasajes acústicos incluidos. 

Seguro que el ritmo de producción auto impuesto por Memoriam (con este son cinco álbumes en siete años) les jugó en contra a la hora de diversificar su sonido, sin embargo, en Rise to power han sabido mejorar lo entregado dos años atrás y equilibrar historia con frescura. Lo dicho, de lo mejor del proyecto hasta ahora.

¿Canciones? 'Never forget, never again (6 million dead)', 'Total war' y 'The pain'.