jueves, 31 de diciembre de 2020

Nueve Menciones Honrosas Para 2020

Última entrada del año, la 118, la del record. 
Para cerrar 2020, destacaré algunas menciones honrosas, digamos, álbumes con momentos muy altos pero que por una u otra razón, como antiguamente decíamos en Chile, les faltó el gramo para el kilo y no alcanzaron a entrar entre lo más destacado del año. Vamos con la lista:

- Jarv Is...: Beyond the pale (Reseña acá)

- Hayley Williams: Petals for armor (Reseña acá)

- Sorcerer: Lamenting of the innocence (Reseña acá)

- Fleet Foxes : Shore (Reseña acá)

- Morrissey: I am not a dog on a chain (Reseña acá)

- Car seat headrest: Making a door less open (Reseña acá)

- Sepultura: Quadra (Reseña acá)

- Bruce Springsteen : Letter to you (Reseña acá)

- Draconian : Under a godless veil (Reseña acá)

A fines de enero vendrá el conteo de lo mejor de 2020. 

Y bueno, no queda sino agradecer a quienes pese a los múltiples estímulos visuales que nos bombardean a diario, continúan pasando por acá a leer y compartir ideas. Vaya acto de rebeldía el seguir leyendo en pleno 2020...

¿Mi deseo de fin de año? Que 2021 venga como tenga que venir pero nos pille firmes, valientes y creativos(as).

martes, 29 de diciembre de 2020

Resumen Blog + 50 Grandes Canciones 2020


Hora los resúmenes por lo que sin más, una breve pasada por lo que publiqué durante 2020. Al finalizar este año: 

- Habré publicado 118 entradas, el número más alto desde la creación del blog (allá por un lejano 2009). El año que más había escrito había sido 2015 (117 entradas)

- De esas 118 entradas: 22 correspondieron a reseñas de aniversario mientras que comenté 74 álbumes del año. 

- De los 74 álbumes que comenté de 2020: un 17% (trece) correspondieron artistas o voces femeninas, mientras que un 83% (sesenta y uno) a artistas masculinos.

- De los 74 álbumes comentados: 35 (un 47%) provenían de los Estados Unidos, 16 (un 21%) desde Inglaterra, 4 desde Canadá, 3 desde Noruega, Australia y España, 2 desde Argentina y Suecia, y comenté un álbum proveniente Brasil, Uruguay, Alemania, Gales e Islandia.  

Estaría interesante comparar estas cifras con las de todos los años anteriores. A ver si me da la vida y el tiempo para en algún momento revisar como han ido variando mis preferencias/intereses a lo largo de la década. 

Y ahora, las diez canciones que más me tocaron la fibra durante este 2020:

10. Paradise lost: Fall from grace
¿Desesperanzador video + excelente canción? Combinación perfecta... 

9. Francisca Valenzuela : No te alcanzo
El alza de intensidad hacia la recta final, con vientos entrando y esas líneas depresivas transforman lo que venía siendo una canción corriente en un verdadero temón. Lo mejor que ha hecho Francisca en su carrera. 

8. Taylor Swift + Bon Iver : Exile
Esa entrada fenomenal de Bon Iver (2:16) entablando un diálogo de reproches mutuos con Taylor, propios de una pareja ya rota, transmite todo el dolor que el tema exigía... ¡Impecable!

7. Bunbury : Los términos de mi rendición
¿Una canción que resuma a la perfección el tono pesimista de sus más recientes trabajos? Pues este...

6. Car seat headrest : Weightlifters
Notable reflexiva introspección llena de dudas y temores. 


5. Deftones: The spell of mathematics
Las atmósferas de siempre pero cuando crees que te van a meter un alza de intensidad, cuando esperas a un desaforado Chino Moreno, te meten unos aplausos y una sección instrumental absolutamente sublime. 

4. The killers : My own soul's warning
Sean como sean los discos de The killers, cada vez que lanzan uno, alguna de sus canciones están arriba en el top. Bandota de hits incontestables.

3. The weeknd : Blinding lights
Vaya golazo. Contagiosa de principio a fin. 

2. The flaming lips : Mother I've taken LSD
"Madre, he tomado LSD, creí me liberaría pero me deprimió, ahora puedo ver toda la tristeza del mundo..." + un montón de historias tristes. 
Enorme. Como para fumarse uno e irse con Wayne a donde él quiera.

1. Taylor Swift : Cardigan

¿Alguna mujer no ha sido "la amante" alguna vez? ¿A alguna no le prometieron ser más que un buen rato y se ilusionó con eso? 

"Cuando eres joven asumen que no sabes nada..."  

La canción del año para mi. Empoderamiento pop que nace desde el dolor. 

Para finalizar, comparto mi lista de Spotify con 50 canciones que me acompañaron durante este año, en orden decreciente, es decir, desde la 50 a la número 1. Acá hay de todo...

¡Que la disfruten tanto como yo!

jueves, 24 de diciembre de 2020

Bunbury: Curso De Levitación Intensivo (2020)

 "Las ideas por sobre las melodías..."

A seis meses de la publicación de un notable Posible, un álbum oscuro, atrevido, denso y afilado en lo lírico, Enrique Bunbury ha sentido que (aunque cueste creerlo) aún le quedaban cosas por decir. De esta forma casi cerrando este nefasto y fatídico año el español nos ha entregado una segunda parte para el mencionado, un disco que funciona en una línea similar en lo musical, insistiendo sobre los tiempos pausados, sintetizadores y el saxofón, aunque esta vez deja un tanto de lado las melodías para centrarse fuertemente en las líricas. 

Bunbury nos regala por tanto nuevamente diez canciones en donde ha plasmado todo su sentir en torno a una serie de temas actuales, siempre en un tono crudo, afilado y desafiante. Ahí dispara directo en muchas direcciones, apunta a lo que él entiende por nuevo orden mundial en 'N.O.M' ("Este es el terreno de juego / Y tu aportación serán ladridos de perro...") o desatando el pesimismo frente a lo que vivimos en 'El día de mañana' ("Ahorra un poco, no gastes tanto / Resérvate para un por si acaso y prepárate para lo peor..."), mientras que en un tono mucho más personal se cantará a si mismo en 'El precio que hay que pagar' ("Se que digo tonterías y a veces me río de la moral...") o en 'El momento de aprovechar el momento' ("¡Que temeridad! No caer en la mediocridad / Que elegancia y que genialidad..."). Ahora, probablemente el momento más alto del disco llegará con su descargo a las redes sociales y el palo a todos quienes osamos hablar de sus obras en 'Malditos charlatanes'.

"Porque mientras yo escribo, 
Otro habla de lo que hago o digo, con aires de superioridad moral,
y una incapacidad total para crear algo de belleza..."

En definitiva, si algo resuena con fuerza en Curso de levitación intensivo (vaya título, eh?) son las letras, sin embargo, un problema se evidencia en lo musical, principalmente en la segunda parte del álbum. Se suceden de esta forma canciones como 'Tsunami', 'El pálido punto azul' o 'Ezequiel y todo el asunto del big bang' y el asunto se vuelve en exceso plano, con tiempos muy similares y una falta de intensidad evidente tanto en materia de arreglos como de interpretación. En este sentido, a diferencia de lo que ocurría en Posible, donde podíamos observar una influencia en el sonido de los Depeche mode más recientes (entre muchas otras), en esta ocasión el asunto va muy en la línea de un Nick Cave pero se pega totalmente en la misma tecla, cerrando así un álbum que seguramente entre los fans, aquellos que todo aceptan y aplauden será bienvenido pero para un auditor cualquiera resultará absolutamente inaccesible. 

Tampoco es que el disco sea un desastre pero al lado de su antecesor inmediato queda enano. Perdón Enrique, pero es la opinión de este humilde charlatán...

¿Canciones? 'El día de mañana', 'Malditos charlatanes'.

6 / 10
Bueno, cumple.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Paul McCartney : McCartney III (2020)

"Ideas más que canciones..."

Vamos con todos los clichés: ¿Qué es un privilegio tenerlo creando aún entre nosotros? Si. ¿Qué es impresionante evidenciar el nivel  que ha logrado sostener tras sesenta años de carrera? Absolutamente. ¿Qué en los últimos veinte años, ya sin la presión de ser un "ex beatle", ha compuesto mejores cosas que en sus primeros veinte años en solitario? Así es. Si, si y si. Todo eso y más respecto al genio en vida que es Paul McCartney, un verdadero sobreviviente. Capaz de sobrevivir a la ruptura de la que por consenso es la banda más grande de todos los tiempos, a la muerte de John, la de Linda, a sus posteriores divorcios, y a todo. Lo interesante es que siempre sobrevivió creando, y este 2020 de pandemia y encierro no ha sido la excepción...

Haciendo un breve recorrido histórico habría que comenzar mencionando que el origen de este álbum se encuentra en 1970, cincuenta años atrás el inglés, secundado por Linda Eastman, decidió utilizar la música para escapar del alcohol y la depresión producida por el fin de su banda, de sus queridos The beatles. Lanzó entonces McCartney I, un álbum de carácter rústico, grabado mitad en su rancho y mitad en Abbey Road, compuesto por una que otra joya + una serie de maquetas. Diez años después llegaría McCartney II (1980), aunque esta vez el vocalista se encontraba en otra etapa, una mucho más consolidada y esto se reflejó en la producción del álbum. Han pasado 40 años desde aquello y el contexto de este 2020 provocó la idea en Paul de retomar aquella tradición de sus álbumes numerados y personales, y dada la experiencia acumulada cabe mencionar que algo de ambos McCartney vive en esta tercera entrega de la secuencia. Me explico: McCartney III no es un álbum descuidado o desprolijo en términos de producción (ahí se distancia con la primera entrega), sin embargo, para bien y para mal, el trabajo deja la sensación de estar compuesto por ideas más que por canciones (ahí se acerca), dando reales muestras del estado vocal, interpretativo y creativo del vocalista. 

Con seguridad él también así lo ha querido, que para discos trabajados al detalle y repletos de matices está cualquiera desde Flowers in the dirt (1989) hasta el más reciente Egypt station (2018), en esta ocasión los tiros han ido por la espontaneidad y bueno, esto es lo que ha salido. Y si, que a ratos el álbum luce bastante seco de ideas, con piezas que pareciese insinuar algo pero no terminan de cuajar, ya sea en un instrumental como 'Long tailed winter bird', en plan full band en 'Find my way', acústico en 'Pretty boys' (que me ha recordado bastante a 'Early days' de New, 2013) o eléctrico en 'Lavatory lil', el factor común es el encontrar ideas que no acaban por llegar a algún puerto o encontrar melodías que simplemente dan vueltas sobre vueltas, como ocurre en 'Deep down'. De hecho, el tema más potente del álbum me ha parecido 'Deep deep feeling', ocho minutos de mucha oscuridad que de plano se van abriendo entre líneas marcadamente exploratorias que abordan el tema de la pérdida en sus líricas.

Otra que se disfrutará será el rock de 'Slidin'' aunque sin jamás alcanzar las cotas de otros álbumes recientes de Paul, cerrando así un trabajo en donde el vocalista se ha dado el gusto de componer, tocar y producir, lo cual se valora y agradece como ejercicio, pero objetivamente encuentra pocos momentos verdaderamente inspirados. Tampoco pasa nada, que insisto, el trabajo es un gustazo que Paul ha querido darse y hay que entenderlo como tal.

¿Canciones? 'Deep deep feeling' + 'Slidin'

5,5 /10
Uno que otro momento.  


Otras reseñas de Paul Mc Cartney:

sábado, 19 de diciembre de 2020

Sólstafir: Endless Twilight Of Codependent Love (2020)

 "Crudeza, melancolía y desgarro..."

Tras el golpe logrado en 2014 con la publicación del notable Ótta quedaba por ver si los islandeses de Sólstafir eran capaces de sostener el listón. En aquel álbum la banda logró equilibrar melancolía, tristeza, desolación y crudeza en proporciones precisas como para maravillar a muchísimos que hasta ese entonces les desconocían por completo, pese a que ellos venían trabajando los murallones emocionales desde casi una década atrás. En Ótta, sin embargo, dieron con la fórmula y sobre esta han insistido en estos años, primero en Berdreyminn (2017) y ahora Endless twilight of codependent love, un álbum que sostiene el camino trazado por Sólstafir durante esta última década aunque también se da el gusto de aportar ciertos matices de crudeza.

Sin ir muy lejos, el disco abre ambas caras de manera mentirosa tanto con 'Akkeri' como más adelante en 'Dionysus', ambas de sonido áspero, con guitarras como protagonistas y apuntando al desgarro desde una arista cercana a un metal más duro. El resto del álbum, sin embargo, no se moverá por ahí sino más bien abordará atmósferas mucho más espesas, entre estrofas que se sucederán como oleadas y estructuras repetitivas, esto ocurrirá en la pasada por 'Drýsill' + 'Rökkur', más adelante en 'Her fall from grace' (si, han vuelto a cantar en inglés tras quince años) o 'Til moldar', siendo los seis minutos de 'Ör' lo más destacado en todo el álbum, con tres iniciales muy tristes que acabarán reventando en otros tres más emotivos y envolventes. 

El resto del minutaje se complementará con otras dos canciones duras como 'Alda syndanna' y el cierre a cargo de 'Úlfur', nueve minutos de lo más interesantes en donde la banda vuelve a pasearse a antojo por una estructura cambiante y dinámica, cerrando así un álbum sólido en lo suyo, un disco que vuelve a entrelazar la crudeza con atmósferas melancólicas, aunque claro, la sensación de que con cada entrega el asunto va perdiendo efectividad es inevitable. 

¿Grandes canciones? 'Ör' , 'Úlfur' y 'Alda syndanna'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Sólstafir:

jueves, 17 de diciembre de 2020

Melanie C : Melanie C (2020)

"En continua búsqueda..." 

Desde el fin de las Spice girls en 2001 pocos se han enterado de que Melanie Chisholm (a.k.a Mel C) ha desarrollado una carrera bastante regular, con discos cada dos o tres años, aunque claro, todos de bajo impacto en lo mediático y comercial. En esa línea, títulos como "This time" o "Version of me", entre otros, han hablado desde siempre de una constante necesidad por posicionarse más allá de su emblemática ex banda y el encontrar una identidad artística. De ahí el que no sorprenda en este 2020 encontrarse de plano con un álbum homónimo que abre con una canción como 'Who I am' y líneas del tipo "crees que me conoces pero la verdadera yo, es mía". Su nuevo disco por tanto está relacionado con la aceptación personal y el encuentro consigo misma. Aunque lo musical contraste completamente con aquello. Ahí, esta vez Melanie C ha entendido por donde van los tiros en la actualidad y ha escapado de su clásico pop/rock para lanzarse a la electrónica + pista de baile, en un evidente intento por conectar con lo que hoy está llevando el carro en el mundo del pop. Lo paradójico, sin embargo, es que en todos esos momentos el álbum acabará perdiéndose entre sonidos forzados y carentes precisamente identidad , mientras que donde mejor suena es cuando aborda otras tesituras, unas mucho más íntimas e incluso oscuras.

'Blame it on me', por ejemplo, es una canción que la podría cantar cualquiera, desde Gaga hasta Kylie mientras que el single 'In and out of love' funciona básicamente porque es un plagio descarado a 'Don't start now' de Dua lipa (por cierto, no deja impresionar lanzamiento tras lanzamiento el cuanto ha impactado el fenómeno Lipa entre las voces femeninas del pop). El resto del conjunto encontrará otros momentos que se moverán en aquel mismo sentido, contagiando si en los coros de 'Good enough' o en las percusiones de la excelente 'Here I am' (una de las cosas qie si funcionan en el disco), aunque lo dicho, cuando mejor se le oye a la vocalista es cuando aborda atmósferas más minimalistas y oscuras, como ocurre en una canción como 'Escape' seguida de 'Overload', en 'Fearless' (en colaboración con Nadia Rose) o 'Nowhere to run'. Ojalá el disco hubiese ido más por ahí...

No está mal el de Melanie C pero nuevamente se queda a medio camino entre la definición, el encuentro consigo misma y las ganas de impactar. Cuando ha apostado por un álbum personal y potente en lo lírico ha logrado generar excelentes pasajes pero a la vez ha intentado equilibrar esto un electro pop más dinámico y contagioso pero que no funciona como debiese. De todas maneras el global es positivo, estamos con seguridad ante su mejor disco en un largo tiempo (si es que no el mejor álbum de su carrera en solitario), pese a dejar esa sensación de no haber explotado como uno hubiese querido. 

¿Grandes canciones? 'Fearless', 'Escape', 'Overload', 'Nowhere to run'.

7 /10
Muy bueno.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

The Smashing Pumpkins : Cyr (2020)

"Excesivo y auténtico en dosis similares..."

Si algo ha caracterizado la carrera de William Patrick Corgan (a.k.a Billy Corgan) a lo largo de los años ha sido su espíritu inquieto y creativo, al punto de ser uno de aquellos personajes que, para bien y para mal, durante los últimos treinta años no ha parado de componer. Realizo el alcance considerando que el calvo vocalista pese a su innegable talento ha llevado adelante una carrera particularmente irregular, además bajo una serie de nombres y proyectos, muchos de ellos inacabados. 

Repasemos: durante los años noventa lo vimos al frente de The smashing pumpkins para luego, tras la disolución de estos, intentar revitalizar su camino junto a Zwan (acompañado de Jimmy Chamberlin en batería y Paz Lenchantin en el bajo) para luego intentarlo en solitario mediante el electrónico The future embrace (2005). Los resultados en términos de repercusión fueron tibios por lo que a Corgan no le quedó otra que volver a utilizar la marca pumpkins a partir de 2007, publicando primero un poco comprendido Zeitgeist (nuevamente junto a Chamberlin más un par de músicos de apoyo) seguido de dos álbumes aceptables y de momentos como fueron Oceania (2012) y Monuments of an elegy (2014). El bache definitivo llegó, sin embargo, en 2018 tras la forzadísima reincorporación de James Iha a la banda (?) y el lanzamiento del pésimo Shiny and Oh so bright Vol.1, un trabajo carente de toda magia y que sirvió únicamente como excusa para que Corgan y cia. realizaran una nostálgica gira. 

Considerando por tanto desde donde venía el asunto, un álbum como Cyr inevitablemente se agradece. Ahí a Corgan hay que darle un punto de entrada: el hombre ha hecho bien al escapar del rock más duro, primero porque su dañada voz ya no está para aquello pero también porque al abordar atmósferas marcadas por teclados y baterías electrónicas ha logrado generar ambientes más frescos y creíbles. En esa línea el disco regalará momentos contagiosos y dinámicos en 'The colour of love', 'Cyr' o 'Ramona' (que son los claros singles del álbum), pasadas más íntimas que aportan tonalidades emocionales en 'Save your tears' o 'Purple blood' (probablemente la mejor de todas), contundentes desates electrónicos en 'Telegenix' o 'Black forest, black hills' (que dejan la sensación de haber llegado a la profundidad que el Corgan efectivamente buscaba encontrar) y alguna concesión a las guitarras en la oscura y excelente 'Wyttch'.

Los buenos momentos que vive el álbum no lo eximen, sin embargo, de resultar a (largos) ratos excesivo y redundante durante sus setenta y dos minutos de música. Veinte canciones es demasiado (salvo que te encuentres inmensamente inspirado como para componer un Mellon collie and the infinite sadness, que no es el caso) por lo que cosas como 'Wrath', 'Starrcraft', 'Adrennalyne' o 'Haunted' acaban perdiéndose entre direcciones similares al punto de volver el disco bastante pesado durante toda su recta final, con un montón de canciones que perfectamente se pudieron haber ahorrado en función de un mejor resultado. Pero bueno, es lo que ocurre también cuando compones solo en tu estudio, produces tu música y no escuchas otras voces... 

Con todo, Cyr está bien. Un álbum creado en cuarentena y que responde a dicha lógica. No es un disco que logre volar demasiado alto pero que si al menos trae de regreso a un Billy Corgan más atractivo de seguir. 

¿Grandes canciones? 'Save your tears', 'Purple blood' , 'Wyttch' y 'Cyr'.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Eels : Earth To Dora (2020)

 "En su zona de confort..."

A quince años de aquel brillante Blinking lights and other revelations (2005) todo parece indicar que el estadounidense Mark Oliver Everett ha acabado por situarse en una cómoda zona de confort, desde entonces, disco a disco el compositor ha sabido regalarnos momentos de alto nivel aunque siempre ubicado en un lugar que a estas alturas suena a marca personal. En lo personal disfruté muchísimo lo realizado tanto en Wonderful, glorious (2013) como en el reciente The deconstruction (2018), sin embargo, verdad sea dicha, también ha pisado charcos durante esta década y Earth to Dora parece ser uno de aquellos, no necesariamente por ser un desastre de álbum sino más bien por lucir acomodado en exceso, al punto de acabar no mostrando nada que no hayamos oído en otros de sus álbumes, y de mejor forma.

La voz rasposa está, las melodías amigables y el tono melancólico también, en esa línea estas doce canciones se dejan oír, en ocasiones apostando por aires dinámicos como sucede en la partida a cargo de 'Anything for boo' o 'Are we alright again' para prontamente irse hacia el pozo que expresan 'Who you say you are' o 'Dark and dramatic', no sin antes haber pasado por el dulce medio tiempo 'Earth to Dora' o apuntando al humor y descaro en 'Are you fucking your ex', aunque sin resultados demasiado convincentes. Y así, todo parece estar en su lugar pero se extraña algo de riesgo en las composiciones, algo que conmueva más allá de lo que venimos oyendo por parte del vocalista desde hace bastante. 

La sensación por tanto que deja Earth to Dora es la de entregar un disco algo descafeinado y que queda relegado a un segundo plano respecto a otros álbumes del compositor. No pasa nada tampoco, si no siempre las musas iluminan. 

5 / 10
Nada muy especial


Otras reseñas de Eels:

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Miley Cyrus : Plastic hearts (2020)

 "Pop del bueno, versátil y atractivo..."

Reflexión inicial: tuvimos un buen año para el pop en femenino. Han sido varias las artistas que coincidieron en este 2020 entregando álbumes más que interesantes, algunas destacando (ya vendrá la hora de los recuentos) y otras intentando sumarse a la tendencia del revival ochentero que ha acabado por tomarse las pistas durante los últimos años. En esa línea, Miley Cyrus parecía ser una que no sería excepción pues en el último tiempo la vimos haciendo una versión espectacular de 'Heart of glass' de Blondie o adelantando este disco mediante 'Midnight sky', una canción realmente fantástica, contagiosa y adictiva pero que bebía evidentemente de Stevie Nicks, algo que la vocalista no ha temido reconocer regalando incluso una versión alternativa titulada 'Edge of midnight' (en evidente referencia al clásico 'Edge of seventeen'), sin embargo, para sorpresa de muchos, lejos de entregar un álbum monotemático Miley Cyrus ha sabido marcar distancia con sus pares apuntando hacia distintas direcciones y, digámoslo, en general acertando y convenciendo. 

De esta forma Plastic hearts se construye como un álbum diverso, en ocasiones coqueteando con la crudeza, como ocurre en la partida entre guitarras de 'WTF Do I know' , que ojalá hubiese tenido una batería de verdad para transmitir de manera efectiva la rabia y el despecho que la canción expresa en sus líneas ("Dime, ¿estoy mal al haberte superado y ni siquiera extrañarte?") o más adelante en la excelente colaboración con Billy Idol en 'Night crawling', y en otras yendo directo a las melodías, como sucede en la ligera 'Plastic hearts' , 'Hate me', 'Never be me' (lástima que no le supiese encontrar un subidón de intensidad a esta porque es una gran canción) o la absolutamente folk 'High'. Aunque claro, los mejores momentos llegarán cuando se desate el pop y la electrónica, como ocurre en la ya mencionada 'Midnight sky', en 'Prisoner' (muy Dua Lipa junto a Dua Lipa) o en la notable y mecánica 'Gimme what I want', pequeña gran joya del álbum. 

Hay puntos débiles eso si, la colaboración con Joan Jett en 'Bad Karma' se queda más que nada en la cosa freak mientras que tanto 'Angels like you' como 'Golden G string' se me han hecho demasiado azucaradas, demasiado, sin embargo, pese a los detalles Plastic hearts se encumbra por paliza como el mejor álbum de Miley Cyrus a la fecha y la esperanza de que a partir de acá su carrera encauce regularidad. 

¿Grandes canciones? 'Midnight sky' y 'Gimme what I want' 

7 / 10
Muy bueno.

domingo, 29 de noviembre de 2020

Pallbearer : Forgotten Days (2020)

 "Diverso pero no consolidado..."

Tras un par de álbumes compactos y de difícil acceso, tremendamente densos y oscuros en su sonido como fueron Sorrow and extinction (2012) y Foundations of burden (2014), los estadounidenses de Pallbearer decidieron dar un giro con Heartless (2017), volviéndolo un poco más cercano hacia nuevos públicos (aclarar que no por eso más sencillo) abriéndose hacia una producción algo más luminosa y con canciones que fluyesen más arriba en sus atmósferas, coqueteando a momentos con el progresivo aunque siempre trabajando sonidos cercanos al stoner y al doom, con claras influencias de viejos próceres del heavy metal como Black sabbath. Era de esperar que dados los buenos resultados obtenidos y el que la banda efectivamente logró salir del anonimato para muchos, en una siguiente entrega Pallbearer insistiese sobre la misma tecla, que es lo que han hecho con Forgotten days, un álbum que sostiene el sello de la banda pero coloca hincapié en mostrar mayor diversidad respecto a sus primeros años, dando muestras también de la experiencia adquirida durante todo este tiempo. 

En la apertura del disco, por ejemplo, abordan el peso en la notable 'Forgotten days', que durante cuatro minutos replicará una estructura para en su cierre regalar explosiones varias, y en una canción como 'Stasis', que se acerca a sonidos más psicodélicos pero siempre con las guitarras como protagonistas. Esto a diferencia de lo que sucede en 'Riverbed', una pieza más limpia y cargada al sentimentalismo, mientras que en los doce minutos de  'Silver wings' traen al presente el sonido de sus inicios, desatándose en atmósferas y llevando la canción hacia múltiples lugares. La apuesta es diversa por tanto, es evidente que Pallbearer no desean amarrarse a ninguna arista y más bien ir expandiendo su sonido. Aunque desde ya percibimos que si bien las canciones cumplen, no terminan de encontrar fluidez que termine de convencer.

La segunda parte insistirá sobre esta tendencia, apostando por la dinámica en los constantes machaques y redobles de 'The quicksand of existing',  por el peso de las guitarras en 'Vengeance & ruination', una que dice bastante poco pero se salva por esa notable sección media que se marcan a los 4 minutos y medio, y en 'Rite of passage', con Brett Campbell aportando el matiz fluctuando bastante sus vocalizaciones, para finalmente volver a bajar la intensidad mediante la absolutamente emocional 'Caledonia'. 

Pallbearer siguen sonando atractivos entre canciones marcadas por guitarrazos pesados y un sonido siempre áspero pero que logra encontrar matices delicados, sin embargo, por momentos se pierden al jugar de manual y varias canciones se extienden pero no generan gancho a causa de la falta de sorpresa. Si bien la banda logra disparar hacia diferentes puntos en esta ocasión no parece acabar de consolidar ninguno, cumpliendo en general pero quedando un poco al debe frente a lo que fue su antecesor.

¿Grandes canciones? 'Forgotten days' , 'The quicksand of existing'.

6,5 /10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Pallbearer:

jueves, 26 de noviembre de 2020

Travis: 10 Songs (2020)

 "Notables en su sencillez..."

Hay que tener los huevos bien puestos para en pleno 2020 publicar música teniendo que convivir con la sensación de que prácticamente nadie te escucha. Trabajar un par de años componiendo y encontrando los arreglos precisos a canciones que efectivamente poca gente escuchará. Es como cantarle al silencio. Porque así son las cosas hoy, sobre todo para una banda como Travis que ni siquiera en su momento de mayor popularidad (entre 1997 y 2001) reventaron estadios. El reconocimiento siempre les fue arisco, pese a haber lanzado discos tan contundentes como The boy with no name (2007), por lo que finalmente la banda acabó quedando bajo el tren entrando en la pasada década, sin embargo, es de agradecer que un compositor como Fran Healy lo siga intentando y que incluso en el silencio sepa encontrar inspiración suficiente como para regalarnos un álbum como 10 songs. .

Sin embargo, hay que ser claros: no hay sorpresas con este, es Travis haciendo lo que mejor saben hacer, quizás si entre atmosferas incluso más sutiles que lo habitual, sin arranques grandilocuentes ni arreglos demasiado sofisticados sino más bien centrándose en la suavidad de las melodías y sabiendo sacarles partido. El punto es que lo hacen bien, encontrando altos momentos yéndose a las cuerdas en 'Butterflies' o en 'All fall down' (un tilín Thom Yorke en los agudos suena esta), al piano en la preciosa 'A million hearts' o en 'The only thing', incorporando momentos eléctricos y golpeados en la notable 'Valentine', aumentando la intensidad en 'Nina's song' e incluso emulando a viejas glorias como ocurre en 'A ghost', que suena muy similar a 'Side', el viejo clásico de 2001, y por ende a muchas otras canciones noventeras de Travis

Seguramente a Travis le pesará el no haber re inventado su carrera como si hizo Coldplay tras un par de álbumes, sin embargo, lejos de decepcionar y casi en el anonimato tiene mérito el que continúen regalando álbumes sólidos en su sencillez como el que acaban de entregar. 

¿Grandes canciones? 'Butterflies', 'Valentine' y 'A million hearts'.

7 / 10
Muy bueno.

lunes, 23 de noviembre de 2020

20 Años De... U2: All That You Can’t Leave Behind (2000)

 "Lo necesario para sobrevivir ..."

A la hora de analizar la carrera de U2 jamás hay que dejar de lado la obsesión de la banda por el éxito y la masividad. Y es que si bien durante los años noventa los irlandeses se dieron el gusto de romper sus fronteras pasando desde mesianismo de álbumes como The Joshua tree (1987) + Rattle and hum (1989) a la arrogancia y el descaro de Achtung baby (1991) + Zooropa (1993), dicha etapa no habría sido posible de no haber existido hitazos como 'One', 'Mysterious ways', 'Lemon' o 'Stay', canciones que le entregaron a U2 piso suficiente como para atreverse a más, primero mediante el absolutamente alternativo proyecto Passengers y luego a través de la confusa aventura que significó Pop (1997). Pero ahí toparon. Básicamente porque la humorada de 'Discotheque' no se entendió, 'Staring at the sun' como single algo sonó pero no se transformó en ese clásico inmediato que la banda esperaba y de canciones como 'Last night on earth', 'Please' o 'If god will send his angels' pocos se enteraron. Lo cierto es que con Pop los irlandeses (y su sello) cometieron el error de invitar al público a una fiesta teniendo en las manos un disco bastante oscuro, áspero, poco amable y, digámoslo, incluso triste. 

Aquel álbum de 1997, complementado con una gira como Popmart en donde la banda no reparó en gastos para acabar recorriendo Estados Unidos con estadios semi vacíos, acabó dejando a U2 en tierra de nadie, por lo que la única salida que la banda vio posible fue el recular, abandonar las luces, artificios, experimentaciones y personajes para volver a la simpleza del sonido, centrarse en melodías accesibles al gran público y tantear terreno desde ahí. Y eso fue All that you can't leave behind, el regreso a lo básico de una banda temerosa por acabar de perder lo ganado y que sintió el golpe de haber ido demasiado lejos. Sin embargo, algo hay que dejar claro: U2 lanza en 2000 un álbum por sobre todo comercial, y que si bien está compuesto en su mayoría por canciones agradables (una que otra notable), el énfasis estuvo puesto en publicar un disco en donde cualquiera de sus canciones fuese un single potencial, en la evidente idea de hacer todo lo contrario a la era Pop, cuando en el afán de comerse al mundo acabaron complicándose demasiado. 

De ahí que el álbum abra en plan optimista con 'Beautiful day', un golazo de entrada con el que la banda efectivamente logró su objetivo: sonar hasta en las cocinas. En ella percibimos de inmediato el que U2 no mira hacia atrás para conservar su identidad, pues no se emulan los punzantes riffs de Boy (1980) ni el espíritu combativo de War (1983), si más bien se concentran en ser efectivos con guitarras que aparecen solo en los coros y un mensaje contagioso que invita a mirar el vaso medio lleno de la vida ("Lo que no tienes no lo necesitas ahora..."). 


Esta idea de lograr bastante con poco se replicará de inmediato encontrando al mismo tiempo los primeros tropiezos del disco, primero en la hiper melosa 'Stuck in a moment you can't get out of' (dedicada a la memoria de Michael Hutchence, con Bono emulando aquellas palabras que no alcanzó a decirle a su amigo) y luego en una tremendamente mediocre 'Elevation', canción definitivamente indigna de la leyenda que tras un par de estrofas + coros + "Uuuuh uuuh" acaba por ir hacia ningún lugar. Esta irregularidad evidente acabará por inundar por completo al álbum, el cual de manera increíble y a la vuelta de la esquina recuperará el nivel en la apuesta por el himno y la épica que es 'Walk on' ("Y si la oscuridad nos mantuviese separados / Se fuerte") o la emocionante pasada por 'Kite' ("Quiero que sepas que ya no me necesitas más, ni a mi ni a nadie...") seguida de la delicada pero singular 'In a little while', con un Bono que se rompe vocalmente en la interpretación llevando al límite su dañada garganta (no hay que olvidar que tras la gira 1997/98 el hombre fue operado de sus cuerdas vocales) pero transmitiendo al mismo toda la intensidad que el tema requiere.  

Hacia el final del álbum este volverá a encontrar un momento particularmente desnudo y honesto en la excelente 'When I look at the world' y cierto grado de visceralidad en el sonido llegará con 'New York', sin embargo, gran parte de la cara b continuará dando muestras de la irregularidad mencionada, entre una totalmente olvidable 'Wild honey' (que realmente parece un demo) y dos piezas que son azúcar a cucharadas como 'Peace on earth' (¡malditas campanadas!) y 'Grace', cerrando así un álbum que regala momentos pero que en general evidencia que los momentos más inspirados para U2 habían quedado atrás.

All that you can't leave behind debe ser el álbum "más Bono" en la carrera de los irlandeses, un disco donde el fuerte está en las letras + producción melosa pero donde (valga la redundancia) el filo de la guitarra de The edge se encuentra en general ausente. El resultado, sin embargo, en términos de resonancia fue positivo para la banda. Habrán perdido audacia y sacrificado el espíritu salvaje de años anteriores pero ganaron sin duda en aceptación masiva, metiendo al menos tres singles entre las masas, llenando recintos y abriéndose espacio para una tercera década de existencia con altas expectativas. Mirado a la luz del tiempo quizás esta era la única manera que tenían para sobrevivir.

¿Grandes canciones? 'Kite', 'In a little while' y 'When I look at the world'

6,5 / 10
Cumple y algo más...


lunes, 16 de noviembre de 2020

ACDC: Power Up (2020)

"Todo en su lugar..."

Veinte años atrás ACDC publicaban un poco agraciado Stiff upper lip (2000), disco que abordaba una tonalidad más blusera que lo habitual por parte de la banda y que por lo mismo quedó inevitablemente sabiendo a poco tras la larga sombra dejada por álbumes como The razor's edge (1990) o el fantástico Ballbreaker (1995). Por esto mismo, fuimos muchos quienes gozamos con la vida la llegada de un disco como Black ice (2008), que traía de vuelta al ACDC más afilado y que en temas como 'Big Jack', 'War machine' o 'Wheels' daban muestras de aún poder sacudir nuestros corazones como solo ellos saben hacer. En la gira de promoción del álbum, sin embargo, pudimos apreciar que el paso del tiempo llega para todos y si bien ese concierto grabado en Buenos Aires en 2012 volvió a mostrar a una banda dejándose la vida sobre el escenario, algo en esas interpretaciones ya no era igual y, digámoslo, Brian Johnson en las vocales se oía ya algo tocado entre canciones bajadas de tono y tiempos levemente más lentos. Un par de años más tarde dicho (inevitable) declive se apreció en la publicación de un disco de manual como Rock or bust (2014), el cual derivó en la confusa salida de Brian de la banda por asuntos de salud y una gira con Axl Rose al frente sacando adelante la tarea. Si a esto agregamos la dolorosa partida en 2017 del insigne Malcolm Young y los problemas judiciales del batería Phil Rudd, que decir, todo parecía indicar que el fin para la leyenda había llegado. Pero para sorpresa de todos, aún habría algo más...

Cuando realmente nadie podría haberlo esperado, y bajo la consigna de que "así lo habría querido Malcolm", en este especial 2020 llegó a nosotros la noticia de golpe: volvía ACDC, con Brian en las voces, Phil Rudd en batería y material que venían preparando desde hace un año aproximadamente. Y de eso se trata Power up, el más reciente zarpazo de una banda que se niega a dejar lo que son: la definición misma del rock and roll. ¿Y alguien podría culparlos acaso? Sobre todo cuando nos regalan un disco que en sus cuarenta minutos de duración entrega la mejor versión posible de ACDC en la actualidad. No se han querido complicar y mucho menos re inventar la rueda sino simplemente sacarle partido a unos cuantos riffs que tenían, pasarse un buen rato y de paso compartirlo con nosotros. Y eso es lo que han logrado. Dicho en simple: Power up mejora lo entregado en Rock or bust pero no se acerca al filo ni a la creatividad mostrada en Black ice. Las cosas como son.

La comparación con los dos antecesores inmediatos tiene sentido pues han vuelto a trabajar con Brendan O'brien en la producción, el mítico colaborador de Pearl Jam o Stone temple pilots en los 90's, quien ha sabido sacarle partido al potencial de banda, en un conjunto de canciones que en contados momentos vuela alto para en general cumplir. A destacar la fantástica partida a cargo de 'Realize', que de entrada en su buen rollo se come con papas fritas al Rock or bust completo, 'Witch's spell' o 'Demon fire' (si, es 'Whota lotta rosie´ todo el rato), que entregan esas dosis necesaria de velocidad en cualquier disco de ACDC, mientras que 'Rejection', 'el single 'Shot in the dark' (muy en la línea de 'Hard as a rock' del Ballbreaker) o 'Code red' son pura fuerza y 'Through the mists of time' es exquisitamente melódica aportando diversidad y sorpresa al conjunto. 

A destacar el cometido de Brian Johnson, absoluto protagonista del álbum sonando enorme en sus registros en un regreso que sabe gloria, mientras que Angus Young suena en general bastante contenido al punto de dejar en varios solos con gusto a poco. Por supuesto que el álbum cae por momentos en el relleno, ahí 'Wild reputation' o 'No man's land' es poco lo que suman armando una recta final que únicamente deja los minutos correr.  

El tiempo dirá si esta efectivamente será la última entrega de ACDC, de ser así, estamos pagados y no podemos sino sentirnos agradecidos por haber vuelto a sentir la magia de la banda una vez más en un trabajo más que digno que sin alcanzar sus cotas más brillantes si coloca las cosas en su lugar. 

¿Grandes canciones? 'Realize', 'Through the mists of time' y 'Demon fire'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de ACDC:

sábado, 14 de noviembre de 2020

Fleet Foxes : Shore (2020)

 "Abriendo nuevos y luminosos caminos..."

En pleno período de crisis y confinamiento llama la atención positivamente un álbum como el que Fleet foxes han entregado. Llama la atención porque sabemos que a un tipo como Robin Pecknold le brota por los poros la melancolía, nostalgia y profundidad, sin embargo, contrario a lo que cualquiera podría haber esperado para este año, el compositor se ha encerrado a escribir y producir un álbum que marca un claro giro respecto a lo que significó Crack-up (2017) para la banda, ese disco que los trajo de regreso tras seis años de silencio y que intentó estar a la altura de las expectativas indagando sobre atmósferas folk profundas, densas y estructuralmente complejas. En esta ocasión, sin embargo, Pecknold ha querido ir contra su naturaleza, arriesgando terreno mediante un álbum en general luminoso, con momentos alegres e incluso dulces, un conjunto que recupera de cierta forma la vibra optimista de aquel ya lejano debut de 2008, aunque sosteniendo siempre el sello identitario y característico de Fleet foxes, digamos, las clásicas armonías vocales y los arreglos folk en el sonido. 

De esta forma, la primera mitad de Shore es la que mayores luces muestra, ahí quienes creíamos que nunca esta banda podría componer una canción de pop contagiosa hemos tenido que mordernos (con gusto) la lengua ante un singlazo como 'Can I believe you', una adictiva canción que ha llegado para abrir puertas que quizás la banda debería intentar revisitar a futuro. También han abordado sonoridades similares en 'A long way past the past', aunque sin la misma efectividad, y sonado tremendamente contundentes en la enorme 'Maestranza' (donde la producción se luce al hacer brillar la instrumentación al detalle). Ahora, el resto de toda esa primera mitad del álbum sabe a gloria, con ese tierno susurro de dos minutos que abre los fuegos en 'Wading in waist-high water', el cual acabará rompiendo aguas mediante el pop agradable y acústico de 'Sunblind' (dedicada a esos músicos que han inspirado a Pecknold), todo un acierto que más adelante encontrará par en el tono de 'Young man's game', aunque el momento más alto del disco se alcanzará en la pasada por 'Jara' + 'Featherweight', la primera es un precioso medio tiempo que realiza mención a la memoria del cantautor chileno Victor Jara, mientras que la segunda es una perla que en cuatro minutos es capaz de exponer todo lo que vuelve tan especial a esta banda: suaves guitarras, un piano que se insinúa todo el tiempo para en la recta final tener su momento y vocalizaciones que erizan la piel.  

Habrá de todas formas espacio para la melancolía y profundidad en Shore, esta aparecerá durante la segunda mitad en canciones como 'I'm not my season', 'Going-to-the-sun road' o en 'Thymia', una pasada que inevitablemente se acabará volviendo algo espesa entre tanta balada y marcando el principal (y único) defecto con que carga el disco: hay un exceso de canciones (son quince en total, con once o doce estábamos más que bien). Esto provoca que temas más exploratorios e interesantes como 'Quiet air / Gioa' o 'Shore' luzcan desencajados en medio de una recta final que se vuelve algo espesa.

En definitiva, pese a ese cierre en donde el exceso de canciones acaba restando algo de fuerza, Shore es un disco que da muestras de un Robin Pecknold diferente, más luminoso e incluso liviano (en un buen sentido), lo cual lo continúa mostrando como un compositor y letrista realmente iluminado dentro de su generación.

¿Grandes canciones? 'Can I believe you', 'Jara' y 'Featherweight'

8 / 10
Excelente.


Otras reseñas de Fleet Foxes:

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Kylie Minogue: DISCO (2020)

"Vuelta al pop efectivo, aunque genérico..."

Tras no haber cosechado los resultados esperados en su aventura country/pop (Golden, 2018) y considerando la resonancia obtenida por artistas como The weeknd o Dua Lipa de la mano del revival pop/funk/disco setentero, todo parece indicar que a la australiana Kylie Minogue no le ha quedado otra que subirse a un carro que otros/as vienen empujando desde hace un buen tiempo. Lo hace mediante un álbum en general sencillo, de sonido dinámico, contagioso y también algo artificial (incluida la voz de Kylie, que a ratos utiliza un filtro que suena como si hubiese tragado helio), digamos, ese disco que te gustaría tener a mano mientras realizas ejercicio físico. ¡Aunque cuidado! Tampoco da para mirar en menos lo que Kylie Minogue ha conseguido en DISCO (si, con mayúsculas, por si alguna duda quedaba), un trabajo coherente y que encuentra varias canciones que son verdaderos golazos. Hitazos que no le oíamos desde hace bastante.

El álbum funciona por tanto como una constante invitación a la pista de baile, y si bien hay momentos en donde sentimos que la canción la hemos oído antes (me pasa con 'Magic', aunque al momento de escribir esta reseña aún no descifro de donde han tomado prestada esa línea de bajo del coro, o en 'Last chance', que es puro Abba), el asunto en general irradia gratos momentos, sobre todo entrando en su nudo, donde 'Supernova' acelera bruscamente los tiempos regalando un momentazo digno del mejor Jamiroquai, 'Say something' suena tremendamente elegante en su cadencia, la ya mencionada 'Last chance' convence mientras que 'I love it' rinde culto a la onda disco setentera con gran talento. En dicha pasada DISCO encuentra quince minutos que saben a gloria pura y si bien tanto previamente como en el cierre el álbum no desentona si huele en reiterados pasajes a descarado refrito, como en 'Miss a thing', que me ha recordado al Random access memories de Daft punk (¡que ya sabía a refrito!) o en 'Real groove' donde la Dua Lipa de Future nostalgia brota por todos lados. Entonces, a momentos Kylie Minogue suena a la copia de la copia, lo cual nunca es bueno, marcando uno de los principales lastres con que carga el álbum. 

Con todo, DISCO no está mal, es un trabajo que en lo suyo cumple regalando un buen conjunto de canciones, incluidos dos o tres singles de alto nivel, sin embargo, mucho más allá tampoco llega, con pasajes en donde la vocalista no parece estar buscando un sello propio sino más bien intentando retornar al pop efectivo utilizando fórmulas que otros/as vienen trabajando desde hace bastante.

¿Grandes canciones? 'Magic', 'Say something' o 'Last chance'.

6,5 / 10
Cumple y un poco más...

lunes, 9 de noviembre de 2020

Sufjan Stevens: The Ascension (2020)

"Igual de íntimo aunque en otro traje..." 

Gran parte de quienes conocen a Sufjan Stevens llegaron a él por el precioso Carrie & Lowell (2015), además de su aporte a la banda sonora de Call me by your name, sin embargo, la carrera del norteamericano ronda los veinte años de existencia, período donde el compositor ha desarrollado una discografía marcada por la exploración. Ahí, el referente inmediato para The ascension está lejos de ser el mencionado Carrie & Lowell sino más bien un trabajo como The age of Adz (2010). Diez años por tanto ha tardado Stevens en retomar dicha senda mediante un disco extenso y denso (quince canciones en ochenta minutos de música) pero rico en matices, un disco que continúa mostrándolo como uno de los referentes creativos interesantes de la actualidad. 

De esta forma, el álbum abre de manera impresionante con los cinco minutos de 'Make me an offer I cannot refuse', con un sonido repleto de artificios electrónicos y adictivos cambios estructurales. De ahí en adelante, The ascension funcionará como un viaje diverso, un cóctel electrónico en donde los teclados serán absolutos protagonistas, en ocasiones jugando con atmósferas bajas y relajantes como ocurre en 'Run away with me' o 'Tell me you love me ' y en otras apostando sutilmente hacia la pista de baile en 'Video game' (notable esta) o desatando la hiperquinesis en 'Lamentations' o en 'Landslide'. La sensación que transmite por tanto The ascension es la de estar frente a un Sufjan Stevens que ha querido marcar bruscas distancias respecto a lo trabajado cinco años atrás y para esto ha querido ir lo más lejos posible, incluso provocando al auditor en una pieza como 'Die happy' que durante tres minutos repite insistentemente "quiero morir feliz" para luego lanzarse a dos minutos de dinámica, aunque siempre con cierto tono caótico. Para colmo, en las siguientes el artista no muestra en absoluto intenciones de ser amable, con diez minutos casi inaccesibles protagonizados por la pasada 'Ativan' + 'Ursa major' (el Radiohead de Kid A muy presente este todo este nudo del álbum) o más adelante en las casi industriales 'Death star' + 'Goodbye to all that'.

Sin embargo, no hay que perderse, que la capa electrónica que cubre a todo el disco no implica en absoluto el que este haya renunciado a su identidad pues su música continúa sonando íntima y espiritual pese a que el traje esta vez sea diferente. Para prueba, toda la recta final del disco, con 'Sugar' como singular declaración amorosa ("No me hagas esperar / No me hagas cantar canciones tristes..."), el confesional relato de 'The ascension', en donde Stevens suelta estrofas tras estrofas que hablan de su gradual pérdida de fe en la sociedad, o los doce minutos (aunque la canción propiamente tal dura siete) finales de 'America', otro momento personal, desafiante y político, marcado por ese potente "No me hagas a mi lo que le has hecho a América".

"De alguna forma siempre seré un cantante folk, pero necesitaba liberarme de todo aquello y dejar de cantar acerca de mi madre muerta..." - Ha declarado Stevens en la promoción de The ascension, y bueno, eso es lo que ha hecho. Nos ha entregado un disco que escapa y se sacude de ese sonido acústico que tan buenos resultados le entregó en 2015, y más bien se ha volcado hacia una música maquinal y sintética, marcada por una electrónica caótica pero que en lo temático continúa mostrándolo abierto, particularmente rabioso y también político. ¿Excesivo a ratos? Absolutamente. Pero también valiente y creativo. Con giro incluido, continuamos observando el proceso de crecimiento de un artista que no para de sorprender.

7 / 10
Muy bueno.

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