jueves, 31 de octubre de 2019

La Bien Querida : Brujería (2019)

“Oda al enamoramiento...”

Desde un buen tiempo a la fecha que esta española viene transitando un camino bastante singular y que contrasta hasta cierto punto, abordando temáticas melosas y románticas hasta el hartazgo pero adornándolas al mismo tiempo con arreglos más que interesantes, abrazando en ocasiones el electro pop bailable y en otras sonando muchísimo más oscura, aunque generalmente coqueteando con la electrónica. De esta forma, su globales han resultado atractivos y encontraron su punto en 2015 gracias a la edición de Premeditación, nocturnidad y alevosía, el cual encontró una adecuada continuación en Fuego (2017)

En este sentido, Brujería (gran portada por cierto) se presenta como un álbum que continúa hablando del amor (del enamoramiento más bien, de esa ilusión tan rica que se genera por alguien en el inicio de una relación) pero en materia de arreglos marca diferencias respecto a sus antecesores, entregando por lo general medios tiempos acústicos, jugando con la electrónica pero centrándose en ambientes íntimos y no tanto en el pop bailable. Para muestra, la gloriosa partida a cargo de ‘La verdad’, un tema tierno y precioso que nada sobre delicados arreglos, los cuales conectarán elegantemente con las campanadas y guitarras de ‘Te quiero’ (repetitiva a más no poder... pero la verdad es que convence). Posteriormente las revoluciones irán hacia arriba con el folk de ‘Déjame entrar’ (haciendo dúo con una voz masculina, lo cual suena perfecto) y ‘¿Qué?’, el primer tema declaradamente pop del álbum y con tributo incluido en su letra a Héroes del silencio (“No distingo lo complicado de lo simple...”). 

Entrando en el nudo del álbum se retomará la intimidad con la absolutamente adolescentes ‘Miedo’ y ‘Nubes negras’, la primera funciona a la perfección pero la segunda redundará ya demasiado sobre el mismo concepto, marcando desde ya el único defecto que se le puede achacar al disco: la constante reiteración en torno a la declaración de amor. Lo mismo ocurrirá de hecho con ‘Domingo escarlata’ , que con su “porque cuando me besabas el cielo se abría...” ya nos lleva a mirar el techo, y ‘Morderte’ únicamente se rescata gracias a los explosivos arreglos que entrega en su coro. Destacan en la segunda parte, sin embargo, lo contagiosas que suenan ‘Me envenenas’ (el único tema adulto del álbum) y ‘La fuerza’. 

A destacar los excelentes arreglos y producción que Brujería ostenta durante toda su duración, además de haber encontrado tres o cuatro temazos más un conjunto que se sostiene sin problema alguno. Queda, sin embargo, el desafío para La bien querida de poder salir del “te quiero, te amo, me encantas, te necesito”. Vamos, que ya son demasiados discos en lo mismo y existe vida más allá de las relaciones. 

7,5 / 10
¡Muy bueno!

martes, 29 de octubre de 2019

The Darkness: Easter Is Cancelled (2019)

“Desesperado intento por convencer...”

Ok. Vamos de vuelta, que el rock & roll me salvará una vez más...

Tras un comienzo de carrera auspicioso (recomiendo a todo quien no ubique a The Darkness se dirija de inmediato a sus dos primeros álbumes de 2003 y 2005) cargado de irreverencia y hard rock, los de Justin Hawkins vivieron un parón importante que recién en 2012 pudo quebrarse con la llegada de un correcto Hot cakes. Y desde ahí no han podido/sabido generar consensos, discos de uno que otro tema rescatable pero en general irregulares han marcado su paso durante esta década por lo que este Easter is cancelled (que ha ido al choque desde su portada) llega a nosotros con la responsabilidad de consagrar el camino de la banda. No lo logran, sin embargo, pese a que nos regalan un álbum marcado por su diversidad y que intenta meter mano a la experiencia que la banda ha adquirido durante todos estos años para abarcar así un grato abanico musical, aunque claro, constantemente huele a refrito. 

Todo comienza de manera muy teatral con ‘Rock and roll deserves to die’, donde entre guitarras acústicas emerge Justin con su agudo imposible para dar paso a una sección de más peso, todo bien armado y cocido, así como también ocurre con la melódica pero contundente ‘How can I lose your love’, con seguridad el tema mejor construido del disco, aunque por momentos parece ser canción de Foo fighters, a ratos suena a Muse, a veces a Queen, y en ocasiones a todo eso revuelto. Ahora, si bien en sus primeras dos piezas el disco logra convencer, rápidamente comenzaremos a arquear la ceja con ‘Live ‘til I die’ + ‘Heart explodes’, dos canciones muy melosas que sin estar mal no alcanzan a llegar más allá del simpático coro para luego entrar de lleno a la sección declaradamente Queen/Muse del álbum: primero en tono balada con ‘Deck chair’ y luego en versión rock con ‘Easter is cancelled’ (con riff prestado ‘Tie your mother down’). A estas alturas, llegando al nudo del álbum, cabe mencionar que este si bien goza de buen ánimo no pasa la prueba a causa de su falta de identidad y ganchos relevantes. 

No alcanzará tampoco con el buen humor de ‘Heavy metal lover’, que da demasiadas vueltas sobre el mismo estrofa/coro y mucho menos con ‘In another life’, calco del ‘Free fallin’ de Tom Petty. Será recién en la recta final del álbum cuando el rock simple pero efectivo de ‘Choke on it’ y las acústicas ‘We are the guitar man’ + ‘Laylow’ logren regalar un nuevo momento agradable y creativo, aunque este llega demasiado tarde como para recuperar a un disco que vuelve a dejar a The darkness lejos del consenso y a demasiada distancia de sus primeros álbumes, a los cuales tendremos que seguir recurriendo cuando queramos ir por un rock que, sin tomarse demasiado en serio, lograba sonar divertido y fresco. 

5 / 10
Nada muy especial. 

lunes, 21 de octubre de 2019

Comunicado


Debido a la tragedia que en estos días como sociedad estamos viviendo en Santiago de Chile, informo que este sitio estará temporalmente fuera de servicio. No se cuanto, un par de semanas quizás. 

No hay cabeza ni corazón para oír música. 

martes, 15 de octubre de 2019

Exhumed: Horror (2019)

“Más violento,  directo ... y simple”

Había que ver hacia donde se dirigían Exhumed tras el notable Death revenge (2017) y verificar de paso si eran capaces, tras tantos años, de sostener el buen nivel. Grata sorpresa nos hemos llevado a constatar que, lejos de regresar con una continuación obvia, los estadounidenses se han esforzado en esta ocasión por dar un giro y entregar un álbum mucho más cercano al gore metal, una brutalidad que esta vez acelera a fondo y apunta directo al cráneo, con canciones que no sobrepasan los dos minutos de duración y que en el global rinden culto a las temáticas de terror en VHS. Todo muy retro y bien logrado.

Está claro por tanto que la banda liderada por Matt Harvey no se ha complicado demasiado a la hora de componer este disco y, a diferencia de lo realizado un par de años atrás, se han lanzado en la búsqueda de un sonido mucho más violento y directo, aunque también más simple. En este sentido, el álbum no regala segundo de tregua, y desde la agresiva partida a cargo de ‘Unsound’ (con tremendo grito incluido) el asunto queda clarísimo por donde irá: estrofa + coro gutural + solo, un par de vueltas y fin. De igual forma ‘Ravenous cadavers’ + ‘Scream out in fright’ con sus agresivos trabalenguas no darán respiro y el asunto no se moverá de ahí. ‘The red death’ será la más extensa del disco acercándose a los tres minutos y le seguirán los cuatro segundos (si, son cuatro segundos) de ‘Utter mutilation of your corpse’, pero más allá de la extensión de las canciones estas sonarán todas muy similares, alternando chillidos y guturales constantemente, metiendo un solo por aquí, algunas frenadas bruscas por acá pero siempre dentro de una misma línea. 

Curiosamente los bonus que trae la edición limitada , principalmente ‘Crypt of terror’ o las singulares vocales de ‘Re-entry and destruction’ me han parecido más que interesantes y habría agradecido estuviesen en el disco aportando algo más de diversidad a un disco que está bien pero que en el afán de sonar siempre brutales les ha quedado algo monótono, sobretodo en su segunda mitad.

6 / 10
Correcto, cumple... 


Otras reseñas de Exhumed:
2017: Death revenge 

lunes, 14 de octubre de 2019

He Visto A ... Metallica : S&M 2 (2019)

“Oportunidad medianamente aprovechada...”

“Las segundas partes nunca son buenas” - afirma el refrán. Y en ese sentido vaya que la tenía difícil Metallica ante el desafío de rendir homenaje a los veinte años de un recital que ha crecido enormemente con el paso de los años. Y es que mirado con el lente que entrega la distancia, aquel histórico S&M de 1999 fue un registro que en primer lugar cumplió con las expectativas musicales, principalmente gracias al enorme talento de un Michael Kamen que no se limitó replicar las canciones de Metallica en plan Apocalyptica (que era lo que muchos probablemente esperaban) sino que armó una obra aparte que incluso por si sola vale la pena disfrutar, pero también fue capaz de cerrar de manera gloriosa una segunda década para la banda abarcando de buena forma el extenso catálogo con que Metallica contaba hasta ese entonces. De este modo los 135 minutos de S&M metieron mano tanto a aquellos clásicos de la banda que todos suponían estarían (‘One’, ‘Enter sandman’, ‘Master of puppets’) como también a pequeñas joyas recuperadas tanto del pasado (‘The call of Ktulu’ , ‘The thing that should not be’) como del (entonces) presente (‘Devil’s dance’, ‘The outlaw torn’, ‘Bleeding me’) e incluso regalar un par de temas nuevos (‘No leaf clover’ y ‘Human’).

Pese a todo lo mencionado, el pasado 9 de octubre acudí al cine con las expectativas a tope y las ganas de disfrutar sin reparos esta nueva edición de un Metallica sinfónico, esta vez con Edwin Outwater en la dirección. Y así hice, lo disfruté, aunque cierto gusto a poco quedó impregnado en mi subconsciente, el cual debió debatir durante las horas posteriores a la presentación entre el ver el vaso medio lleno o medio vacío.

A destacar por supuesto la puesta en escena de una orquesta realmente fenomenal, repleta de músicos de primerísimo nivel, un sonido espectacular y un fiato en general impecable entre esta y Metallica. También el buen nivel que James Hetfield sigue mostrando como frontman y líder creativo de la banda, de hecho, por lejos los momentos más emocionantes de la jornada aparecieron con este interpretando una versión en solitario de ‘Unforgiven 3’ y luego con un integrante de la sinfónica de San Francisco homenajeando a Cliff Burton al revivir una impresionante versión de ‘(Anesthesia) Pulling teeth’. Lo mejor por tanto del recital podría resumirse así: la Sinfónica + James Hetfield.

El resto, sin estar mal por supuesto, olió fuertemente a oportunidad desaprovechada. La banda defendió algunos temas de su más reciente trabajo de 2016, ahí destacó la excelente ‘Halo on fire’ pero no se entendió demasiado que pintaban junto a la orquesta ‘Confusion’ o ‘Moth into flame’, mientras que una versión acústica de ‘All within my hands’ + ‘The day that never comes’ representaron de forma escueta la pasada década de Metallica (ambas sonaron muy bien por cierto). El resto, sin embargo, no fue más que un refrito del concierto de 1999, mermando de manera importante la oportunidad que tenía la banda de realizar algo diferente en esta ocasión.

De esta forma, volvieron a sonar tal como 20 años atrás, canciones como ‘The call of Ktulu’, ‘For whom the bell tolls’, ‘Wherever I may roam’, ‘The memory remains’, más los clásicos de siempre, siendo ‘Nothing else matters’ la única que apareció con arreglos inéditos, todas las demás sonaron en las versiones de Michael Kamen. Pero en definitiva, más del 50% del concierto fueron temas ya interpretados en el concierto de veinte años atrás, desperdiciando (quizás definitivamente) la oportunidad de recuperar canciones como ‘Fade to black’, ‘To live is to die’, ‘Welcome home (sanitarium)’ o las mismísimas ‘Unforgiven 1 & 2’, las cuales se prestaban de manera ideal para ser interpretadas junto a una orquesta. Una lástima que la banda haya optado por el piloto automático en lugar del riesgo. Pero bueno, de que Metallica es una empresa no lo vamos a descubrir hoy, y que en sus cabezas siempre está el que deben satisfacer al público casual, también lo sabemos.

6,5 / 10
Cumple y algo más...

martes, 8 de octubre de 2019

Opeth : In Cauda Venenum (2019)

“Un (muy) buen compendio...”

Tras el conocido apadrinamiento de Steven Wilson, quien produjo una serie de álbumes de Opeth más de una década atrás y ayudó a encausar de cierta forma las inquietudes musicales de Michael Akerfeldt, tocaba ver si el sueco era capaz de volar con alas propias.  Es así como tras una seguidilla de álbumes continuistas como Ghost reveries (2005) y Watershed (2008) llegó el punto de quiebre con Heritage (2011), donde la banda reinventó su sonido abandonando de plano el metal, los guturales de antaño y abrazando de lleno la influencia de diversos próceres del progresivo setentero, asunto que se vio reforzado en un notable Pale communion (2014) más un correcto Sorceress (2016). Ahora, ya sin el factor sorpresa presente únicamente queda por constatar en este 2019 hacia donde quiere Akerfeldt llevar este asunto y que elementos desea seguir incorporando a su robusto sonido. Y es que, polémicas fuera, hablamos de una de las bandas más importante del rock progresivo actual.  

De esta manera, los afanes inquietos del compositor siguen estando presentes en In cauda venenum, un álbum que llega a nosotros en dos versiones, una interpretada en sueco (y que es la original) más otra que ha sido traducida (de manera seria e impecable) al inglés, en una evidente búsqueda de que el disco sea apreciado por todos. En lo musical el trabajo se muestra, comenzando por su portada,  más oscuro y pesado que su antecesor, con un giro importante hacia las guitarras y la estridencia durante importantes pasajes aunque claro, nunca dejando de lado la belleza instrumental que la banda viene trabajando y puliendo desde hace años. Casi como si Akerfeldt hubiese intentado entregar una especie de compendio de lo trabajado hasta ahora por Opeth

Nos encontraremos así con varios temas con vocación rock, el tridente inicial ‘Dignity’ + ‘Heart in hand’ + ‘Next of kin’ es un claro ejemplo, que combinarán tremendas explosiones de guitarras + arreglos orquestales con delicados acústicos, dando muestras de una contundencia que no puede sino ser motivo de aplausos. Mucho más calmada, aunque preciosa en toda su extensión, resultará ‘Lovelorn crime’ (Wilson presente aquí claramente) mientras que ‘Charlatan’ traerá de regreso ese sonido 100% progresivo clásico con sus teclados y ritmo golpeado. De pronto llegamos a la recta final del disco, y aquí el trabajo mostrará sus principales ripios, perdiendo nivel en relación a lo todo que antes habíamos oído. Ahí ‘Universal truth’ con sus constantes volteretas calma/intenso deja en el aire la sensación de “esto ya lo he oído”  mientras que ‘The garroter’ con sus aires jazz sorprende y se anota como una verdadera curiosidad del álbum con ese piano + vientos que marcan constantemente el paso, sin embargo, más allá de la excentricidad no llega. ‘Continuum’ huele a refrito durante todo su inicio y es recién pasados sus tres minutos iniciales cuando despertamos gracias a la soberbia explosión que la banda regala para finalizar el viaje con (nuevamente) el ir y venir de ‘All thing will pass’, otra canción que combina acústicos delicados con golpes estridentes durante su extensión. 

Nadie podría atreverse a calificar a In cauda venenum como un mal álbum, que su calidad interpretativa es enorme, sin embargo, la sensación de que sus momentos mejor logrados se encuentran en su primera mitad es evidente, aunque ya solo por la enormidad de sus primeras cuatro canciones el viaje vale absolutamente la pena. Se agradece el que recuperen la fuerza de las guitarras pero el que la propuesta con el pasar de los temas vaya diluyéndose entre temas más típicos, resta. 

7,5 / 10
¡Muy bueno!

domingo, 6 de octubre de 2019

Pedro Aznar & Manuel García: Abrazo De Hermanos (2019)

“Por amor a la canción...”

Cerca de quince años atrás fue que Manuel García compartió y se nutrió del entorno de Pedro Aznar. Eran los años de Pánico (disco debut de 2005) cuando el chileno tuvo la posibilidad de telonear en diversas ocasiones al prestigioso argentino. Desde ese entonces se inició una relación de respeto y mutuo aprendizaje que finalmente ha desembocado en la creación de un álbum en conjunto que vive entre nosotros desde hace unos meses.  Nos encontramos así ante un cuidado trabajo que lejos de presentar una lucha de egos logra dar muestra de ese respeto antes mencionado, entregado a un concepto común ligado a la cultura popular chilena y argentina, y por sobretodo al amor que ambos artistas sienten por la canción. 

No es coincidencia que, por ejemplo, a la hora de seleccionar canciones no propias a incluir en el álbum se haya intencionado una mirada hacia el pasado y presente de este sector del mundo, pasando por Violeta Parra (con una fantástica versión de ‘Maldito al alto cielo’) o León Gieco (‘Cinco siglos igual’) pero también por el tema más político de Los búnkers (‘Canción para mañana’) o Gustavo Cerati (‘Cactus’, una joyita que vio la luz en Fuerza natural, último disco del argentino). Ahora, fuera de estas cuatro mencionadas se nos presentan ocho compuestas por la dupla García + Aznar, y ahí el asunto jamás desluce, al punto de incluso sentir que los covers estaban demás. Ahí el rock de Aznar se evidencia inevitablemente en la notable ‘Cuando se fue’ así como también su cariño por la canción folclórica en ‘La reja’ o ‘El espinero’. De igual forma el García de Harmony Lane aparece en la excelente ‘La loba del camino’ mientras que lucirá mucho más íntimo en la preciosa ‘Gazebo’ o la dolorosa ‘Si no hablamos’. 

Pese a que conociendo a ambos artistas la presencia de cada cual se reconoce durante determinados pasajes, la mixtura se produce de manera impecable y cuaja en todo momento, entrelazando el canto limpio de Aznar con la quebrada voz de García pero fluyendo siempre con naturalidad, todo un mérito y acto de respeto considerando que gran parte del disco fue compuesto a distancia. El ejercicio de mutuo homenaje por tanto funciona y nos deja un precioso conjunto digno del nombre de ambos artistas. 

7,5 /10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Manuel García:

viernes, 4 de octubre de 2019

20 Años De... Babasónicos : Miami (1999)

“Creatividad y exploración desbocada...”

El fin del Siglo XX marcaba un momento crucial para los argentinos de Babasónicos, quienes creativamente se venían mostrando inquietos de la mano de álbumes fascinantes como fueron Dopádromo (1996) y el oscuro Babasónica (1997). Ambos discos, sin embargo, continuaban moviéndose dentro de una escena alternativa que por distintas razones mantenían a la banda relegada en un segundo plano frente a las masas. Todo cambiaría en 2001 tras la aparición de Jessico, el disco que definitivamente encumbró a Babasónicos hacia otra dimensión en materia comercial. Pero cabe mencionar que aquel éxito comenzó a forjarse dos años antes con la edición de Miami, trabajo donde la banda entendió la necesidad de expandir su sonido hacia nuevos lugares, y bueno, acabaron por soltarlo todo.

La mera producción de Miami habla de un disco aperturista, de un álbum más iluminado respecto a Babasónica (cuya ruidosa producción a día de hoy me sigue pareciendo su peor defecto), pero también luce el contenido, hablamos de 18 canciones en una hora de música donde la banda no reparó en meter todo lo que tenía. Ahí, se perciben temas marcados por sus aires exploratorios, la presencia de la electrónica, cercanía con el trip hop y elementos country a la hora de trabajar las guitarras. Para muestra, la fascinante partida a cargo de ‘4 A.M’, con un Adrián Dárgelos inspiradísimo en las letras (aspecto a destacar en todo el álbum,  donde el vocalista se muestra más acertado que nunca) que recita sobre una repetitiva base que desemboca en un adictivo coro (“Esta no es tu casa y este ya no es tu lugar / Huye conmigo, abandona a los demás”). Posteriormente escucharemos el rock tejano y divertido de ‘Desfachatados’ (único single reconocible además de todo el álbum), tono que se repetirá más adelante en temas como ‘El sumum’ o ‘El playboy’. Estas se entrelazarán con pasadas centradas en la generación de ambientes inquietantes, como las notables ‘El ringo’ ,‘La roncha’ o ‘Drag dealer’, instancias totalmente experimentales como ‘Bardo de estrellas’, miradas hacia atrás en ‘Combustible’ o ‘El shopping’ (canciones que encajarían perfectamente en Dopádromo o incluso Babasónica) y hacia adelante en ‘Grand prix’ o ‘Paraguayana’ (que anticipan de cierta forma el sonido que oiríamos dos años más adelante en Jessico), además de esos singulares temas románticos que solo una banda como Babasónicos serían capaces e componer (‘Valle de valium’ o ‘Casualidad’, dos pequeñas obras maestras que nos regaló este disco).

Si, que el disco se extiende en demasía incorporando en su recta final al menos tres o cuatro piezas que desvarían entre excesos, además de un conjunto mucho más enfocado en dar rienda suelta a la creatividad por sobre la búsqueda de coros gancheros pero a Miami hay que darle el haber sido un disco fresco y rebosante en talento. Lo pagaron caro por supuesto. Tras esto Sony les terminó el contrato y desde acá tuvieron que arreglárselas por ellos mismos, conteniendo la locura en sus populares sucesores, pero el de 1999 fue el álbum que les permitió seguir creyendo en ellos mismos.

¿Canciones? '4 A.M', 'Desfachatados', 'Valle de valium' y 'Casualidad'. 

8,5 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Babasónicos:
2018: Discutible
1997: Babasónica
1996: Dopádromo

martes, 1 de octubre de 2019

Keane: Cause And Effect (2019)

“Bonito...”

¡Qué pronto se desinfló Keane! Nunca deja de impresionarme el como esta banda que tenía todo para llegar más lejos acabó quedándose en el camino tras sus tres primeros álbumes. Y es que basta dar una pasada rápida a Night train (2010) y Strangeland (2012) para entender porque los de Tom Chaplin + Tim Rice-Oxley, carente de ideas, decidiese parar un rato tras 2012. Tampoco es que ambos discos fuesen un total desastre pero si evidenciaban el agotamiento de una fórmula que ya simplemente dejó de emocionar y únicamente se conformaba con cumplir. También se entiende el que tras casi una década de silencio lo quieran volver a intentar y verificar si la magia aún sigue ahí. En ese sentido Cause and effect aparece como un álbum marcado por el reciente pasar de Rice-Oxley (divorcio más una serie de momentos personales complejos) y que se centra (una vez más) en temáticas de pareja y desamor, colocando un fuerte énfasis en su melosa producción y situando al piano como protagonista versus unas guitarras que apenas se asoman a lo largo del disco. El resultado es atractivo aunque una vez más, salvo contadas excepciones, carece de sorpresa en lo musical. 

El asunto comienza de manera correcta, digámoslo: de manual. Primero aparecerán los cinco tranquilos minutos de ‘You’re not home’, donde la voz de Chaplin acompaña una dulce melodía de teclado que únicamente explotará en su minuto final, para luego introducir los claros singles del disco: la linda balada ‘Love too much’ y el pop de ‘The way I feel’, la cual evidentemente intenta con su dinámica romper con la inercia de la banda, que la idea no es repetir los errores de sus antecesores. De ahí supongo las guitarras que (tímidamente) suenan en ‘Put the radio on’, una pieza muy bien construida y que danza con calma sobre su melodía para explotar en coros hacia su cierre, es un gran tema que lamentablemente no encuentra continuación en ninguna de sus sucesoras inmediatas. En el nudo del disco aparecerá la sosa ‘Strange room’, una espesa balada que no hace sino cortar el buen ritmo con que había comenzado el álbum, y luego ‘Stupid things’, que toma prestado (?) de manera evidente el piano de su clásico ‘Bedshaped’, más el medio tiempo ‘Phases’, que cumple pero no emociona.

A estas alturas, con dos tercios del disco recorrido, pareciese estar todo dicho. Aún así, se agradece la llegada de ‘I’m not leaving’, una donde Tom Chaplin logra con su interpretación elevar el tema a otra categoría y efectivamente conectar un gancho emotivo importante. Se extraña algo más de peso y explosión, sin embargo, y en esta resulta más evidente que nunca la intención de Keane por edulcorar en exceso su sonido. Una lástima. Y de ‘Thread’, ‘Chase the night away’ o ‘ I need your love’, ni hablar, tres correctas baladas más que llegan para cerrar un disco totalmente centrado en historias de desamor y un sonido contenido, correcto, del que no parecen querer escapar. 

6,5 / 10
Cumple y algo más... 


Otras reseñas de Keane: