miércoles, 31 de marzo de 2021

Serj Tankian: Elasticity (EP)

 "Descartes que saben a poco..."

Mirado a distancia, Imperfect harmonies (2010) acabó siendo lo mejor que entregó un integrante de System of a down desde la separación de la banda por allá por 2006. Lo paradójico es que en aquel disco Serj Tankian escapó por primera y única vez de la sombra de su ex banda, la cual inevitablemente acabó cubriendo tanto a sus mediocres Elec the dead (2007) y Harakiri (2012) como a las intentonas varias de Daron Malakian. El caso es que, ya sea por falta de ideas o diferencias políticas severas entre sus integrantes, en los últimos años System of a down no ha pasado de ser un constante ir y venir de rumores respecto a un supuesto regreso. Y pese a que a fines de 2020 efectivamente tuvimos algo nuevo de la banda (la publicación de 'Protect the land' + 'Genocidal humanoidz'), lo más reciente que supimos del culebrón es que alguien cerró la puerta del regreso por fuera, ante lo cual a Serj Tankian no le quedó otra que publicar bajo su nombre este puñado de canciones que tenía guardadas para la ocasión. 

Elasticity es un EP que consta por tanto de cinco canciones pensadas para System of a down, y aquello se huele todo el rato. Incluso se lamenta. Porque acá hay buenas ideas que potenciadas con otras miradas podrían haber llegado lejos. 'Elasticity' (la canción) o 'How many times?' , por ejemplo, sin estar mal acaban sonando bastante típicas, 'Rumi' es una balada sobre piano que explota en guitarras pero no logra emocionar como debería, mientras que lo mejor del EP aparece en los cambios estructurales que entrega  'Your mom' + el hitazo 'Electric yerevan', un golazo que con ese adictivo coro acelerado logra que nos olvidemos de su simpleza e incluso pasemos por alto el burdo "Ey! ey! ey! ey! ey! ey! ..." que Serj regala a la galería en el 2:30.

El buen resultado obtenido a fines de 2020 en ese par de canciones publicadas me lleva a pensar que estos tipos habrían sido capaces de sacar adelante estas canciones así como las del Dictator (2018) de Daron Malakian, pero bueno, tampoco pasa nada, que siempre tendremos Toxicity (2001) para recordar lo grande que fueron...

5/10
Nada muy especial.


Otras reseñas de Serj Tankian:

martes, 30 de marzo de 2021

Adelantos: Greta Van Fleet + Gojira + Royal Blood

Suele darse el que buena parte de los mejores álbumes de cada año tienden a ver la luz en el período abril/junio, y todo parece indicar que al menos en términos de expectativas abril de este 2021 se sumará a dicha tendencia. Varios discos se publicarán en estos próximos treinta días pero si hay tres que nos mantendrán en alerta máxima serán los que paso a mencionar a continuación. ¡Vamos allá!

Siendo franco, tras el debut de 2018 no esperaba demasiado de un segundo álbum de Greta van fleet. Sin embargo, para sorpresa personal 'Heat above' resultó ser meses atrás un adelanto increíble, una de las mejores canciones que nos habrá dejado este año y que mostró además enormes ansias de crecimiento por parte de la banda. Toneladas de épica y emocionalidad nos regalaron en esa tremenda canción, con un Josh Kiszka enorme en las vocales, pero no se han solo ahí pues tanto 'Broken bells', 'Age of machine' como 'My way, soon' han continuado a goteo anticipando un disco dispuesto a mantener en buen pie a las guitarras clásicas. ¿Será que Greta van fleet se anotarán un fenómeno similar al de Ghost? Digamos, ¿una banda que nació al alero del plagio descarado para lentamente encontrar su propia belleza' El tiempo hablará. Por lo pronto, el 16 de abril The battle at garden's gate vivirá entre nosotros...


Otros que nos mantendrán todo abril contando los días serán los franceses Gojira. Meses atrás conocimos la sólida y contagiosa 'Another world' (de tremendo video animado además) pero mayores noticias no tuvimos. Sin embargo, los adelantos no se quedaron ahí, primero fue la heavy 'Born for one thing' y hace poco la tribal 'Amazonia' (la canción que Sepultura viene buscando desde hace una década), sumado a la noticia de que el 30 de abril Fortitude sucederá tras cinco años de silencio al decepcionante Magma (2016). Probablemente algunos extrañen el death progresivo de una obra como L'enfant sauvage (2012), es cierto que hoy Gojira suenan más domesticados y van al grano en canciones de cuatro minutos, pero no podemos negar que aún en latitudes más melódicas, lo de Gojira sigue siendo magnífico.


Finalmente, también el próximo 30 de abril los ingleses Royal blood publicarán Typhoons, cuyos adelantos 'Limbo', 'Typhoons' y 'Trouble's coming' han sorprendido por el acercamiento a la pista de baile que incluyen, aunque nunca olvidándose de esos exquisitos juegos de batería y las guitarras. Todo parece indicar que el dúo realizará la clásica vuelta de tuerca del tercer disco por lo que surge la pregunta: ¿Triunfarán donde otros como Queen of the stone age han fallado rotundamente? A esperar...

Y bueno, lo dicho, los adelantos anticipan lanzamientos importantes pero con los discos entre nosotros podremos tener una opinión definitiva. Por ahora, la ilusión + ansias están instaladas. 

miércoles, 24 de marzo de 2021

C. Tangana : El Madrileño (2021)

 "Quien mucho abarca poco aprieta..."

Tiene mérito el que en lugar de continuar a la siga de Maluma o Bad Bunny, el español C.Tangana haya decidido patear el tablero y dar el giro, tiene mérito. Se ha metido en un personaje (notar que no le ha puesto su nombre al álbum, pues él es "El madrileño"), mediante el cual ha intentado homenajear a su querida España colaborando con una serie de artistas habla hispanos cuya lista incluye a José Feliciano, Toquinho, Andrés Calamaro, Jorge Drexler o Gipsy kings, entre otros, construyendo así una especie de álbum conceptual bastante ambicioso y diverso, aunque de dispares resultados. 

A destacar toda la primera mitad del disco, ahí C.Tangana construye oscuros ambientes rozando el descaro en 'Demasiadas mujeres' (breve pero enorme) o en la melancólica 'Nunca estoy', se lanza a la rumba y el flamenco en 'Tu me dejaste de querer' (colaborando con Niño de Elche y La húngara en una de las canciones del año, que duda cabe), a la intimidad junto a Toquinho en 'Comerte entera' y cerrando el primer acto con 'Párteme la cara', en toda una pasada que fluye con naturalidad y encuentra los mejores momentos del álbum, sin embargo, cuando el disco se interna de lleno en las colaboraciones comenzarán los tropiezos. 

El disco intentará venirse arriba en 'Ingobernable' (junto a Gipsy kings) pero falla básicamente porque el madrileño no canta y sus susurros no hacen sino exponer su falta de voz, 'Nominao' (Jorge Drexler) abusa de la rima fácil y musicalmente dice poco, en 'Un veneno (G-mix)' (José Feliciano + nuevamente Niño de Elche) el vocalista se ríe precisamente de su ausencia dote al cantar ("Me pregunta la prensa ¿Puchito, cuál es la maña? / Sin cantar ni afinar, pa' que me escuche to'a España...") pero es eso, los coros son débiles y no alcanza con el subidón de la recta final (2:00), 'Te olvidaste' (Omar Apollo) es derechamente olvidable, lo mismo que 'Muriendo de envidia' (Eliades Ochoa en guitarra y voz). 

Gusta la reflexión que realiza en 'CAMBIA!' ("Me hicieron pensar que si cada noche no salía envuelto en Gucci, yo no era más que un don nadie / Y ahora que sobran ceros en el banco, me piden que cambie..."), y por ahí el asunto engancha, pero a la vuelta de la esquina una débil 'Cuándo olvidaré' resalta unicamente gracias a la acertada resurrección de Pepe Blanco (fallecido en 1981) y su exquisita reflexión respecto a que él podría cantar como Frank Sinatra más no al revés, mientras que 'Los tontos' (Kiko Veneno) nuevamente suena en exceso simple. Finalmente, el viaje acaba en 'Hong kong' junto a Andrés Calamaro (la primera canción rock de C.Tangana, dicho por él mismo), la cual sigue pareciendo una canción compuesta en diez minutos de ocio en el estudio. 

En definitiva, sacan aplausos las ganas de C.Tangana por reinventarse con una ayudita de sus amigos, también los momentos que encuentra (principalmente en el primer tercio de disco) y el personaje en el que se ha metido, pero verdad sea dicha, más allá de la anécdota de las singulares colaboraciones, las canciones no muestran algo particularmente recordable, algo que las haga sentir especiales y más bien suenan a una canción cualquiera de cada artista. Quien mucho abarca poco aprieta y acá el español ha querido tirar del mantel (¡bravo por eso!) pero ha acabado rompiendo los vasos...

¿Canciones? Las cuatro primeras: 'Demasiadas mujeres', 'Tu me dejaste de querer', 'Comerte entera', 'Nunca estoy'.

6/10
Bueno, cumple.

sábado, 20 de marzo de 2021

Harakiri For The Sky: Maere (2021)

"Repetitivo e irregular..."

Casi diez años atrás debutaba este dúo austriaco mediante su álbum homónimo (2012), en ese entonces dieron que hablar en base a un sonido que encontraba raíces claramente en el black metal pero que lejos de repetir las fórmulas nórdicas se caracterizaba por desarrollar piezas extensas con evidentes tintes emocionales/depresivos. Al debut le siguieron dos álbumes como Aokigahara (2014) y III:Trauma (2016) que si bien consolidaron la fórmula también la estiraron bastante, asunto que se percibió con aún más claridad en un disco como Arson (2018), que no fueron sino setenta minutos de "más de lo mismo". Este quinto álbum se enfrentaba por tanto al desafío de recuperar interés en el auditor, de mostrar algo más, o definitivamente acabar por agotar los recursos. ¿Y cómo les ha ido en la tarea? Pues analicemos...

En una primera instancia uno pensaría que la dupla también ha entendido el desafío pues en esta ocasión se tomaron un año más que lo habitual para realizar el lanzamiento, sin embargo, oyendo Maere no queda sino confirmar que más allá de las intenciones (si es que estuvieron) no han podido llegar. Dicho en simple: el quinto álbum de Harakiri for the sky repite los mismos errores que sus antecesores y continúa dejando la sensación de que para oír un gran álbum de la banda hay que simplemente volver al debut, que ahí esta todo y el resto no ha sido sino una insistencia sobre los mismos conceptos una y otra vez, y cada vez con menos creatividad. 

Nuevamente nos encontramos frente a un álbum innecesariamente largo (85 minutos son esta vez, incluso diez más que en Arson) que apunta al contraste entre la agresividad del sonido y elementos dramáticos. Ahí, las interpretaciones de Michael V. Wahntraum (JJ) continúan siendo un factor enorme pues el tipo realmente se deja la vida y garganta en cada canción, incluso llevando por momentos al límite sus actuales capacidades, mientras que en lo musical es Matthias Sollak (MS) quien continúa dando muestras de su enorme talento tras los múltiples instrumentos. ¿Y el problema entonces? La repetición y la irregularidad, la fórmula de estrofas agresivas que se suceden la encontramos en cualquier otro álbum de la banda y hay canciones que definitivamente no están a la altura.

El disco abre con mucha fuerza en 'I, pallbearer', donde JJ reflexiona sobre una buena dinámica respecto a la bipolaridad ("Así que soy ambos, llorando y riendo a la vez / Y aún intento descubrir como eso puede ser...") aunque no sin dejar de tomarse con humor el asunto ("Odio ser bipolar, es jodidamente increíble") pero rápidamente arquearemos la ceja en 'Sing for the damage we're done', con unas letras que no podrían ser más básicas (hay estrofas que llevan al ridículo la repetición de ideas), vocales que por momentos son gritos sin técnica alguna (lo del 6:35 llega a doler) y una estructura monótona donde únicamente la intervención de Neige (el hombre tras Alcest) a los cinco minutos de canción logra rescatarnos de lo predecible. No es una mala canción pero lo dicho, nada que no les encontremos en otro disco. 

Otra que ejemplifica lo que menciono es 'Us against december skies', que abre entre exquisitos murallones de guitarras puestos en servicio de la atmósfera pero llega a los seis minutos repitiendo y repitiendo estrofas, hace una pausa para lanzar otra más hasta llegar al punto en que nos preguntamos cuál es el punto (si es que hay alguno). Y así, se suceden canciones eternas ('I'm all about the dusk', diez minutos de total redundancia) que no muestran absolutamente nada que te invite a seguir y más bien parecen en su extensión pretender disimular la falta de ideas. Por que ojo, que las ejecuciones son impecables, pero el problema es de ideas. ¿A destacar alguna? Si, claro, que 'And oceans between us' con todos sus cambios es por paliza de lo más destacable del álbum.

Si te vas a spotify notarás que la canción más oída de la banda en dicha aplicación es 'Fire, walk with me', la apertura de Arson (2018), y le siguen las tres primeras de este álbum, es decir, interés por ellos hay, la gente ha ido a oír el disco ... pero lo dejan al tercer tema. Es que cansa. Por cierto, la otra que ha generado interés es 'Song to say goodbye', el cierre del disco y que corresponde a un tema original de Placebo (que por cierto, no se entiende que pinta acá ya que no responde en nada a lo que antes venía sonando), es decir, también muchos se han acercado al álbum en busca del frikerío de oír a los de Brian Molko en versión metal. Aquel fenómeno ya dice bastante del presente de Harakiri for the sky.

¿Canciones? 'I,pallbearer', y 'And oceans between us'.

5/10
Nada muy especial.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Mogwai: As The Love Continues (2020)

"No molesta..." 

Unas semanas atrás, a propósito de lo más reciente de God is an astronaut, hablaba de las dificultades que han presentado las bandas de post rock durante estos últimos quince años para re inventarse dentro del género. En dicho contexto, sin embargo, una banda como Mogwai (estandartes del movimiento a estas alturas) ha sabido mostrar lo suyo dándose el gusto de crecer a su ritmo, presentando durante esta década pinceladas de elegancia en un álbum como Hardcore will never die, but you will (2011) o entregando protagonismo a los sintetizadores en Rave tapes (2014). No se han esforzado en re inventar la rueda pero tampoco han rizado el rizo, y un disco como As the love continues confirma esto mismo, un álbum marca de la casa que simple y sencillamente se deja escuchar, ni más ni menos. 

Mogwai van a lo suyo en este conjunto de piezas, once melancólicas construcciones que en una hora de música regalan una buena dosis de lo que mejor saben hacer estos escoceses. Habrán momentos en donde buscarán generar alzas de intensidad abriendo entre un piano o un sintetizador para poco a poco ir metiendo cajas + platillos hasta de golpe explotar entre guitarras, como sucede en 'To the bin my friend, tonight we vacate earth' , 'Here we, here we, here we go forever' o 'Drive the nail', otros en donde de lleno se instalan sobre pantanos de tristeza y nos llevan a imaginar escenas de películas ('Dry fantasy', 'Fuck off money') mientras que en 'Richie sacramento' meterán voces y se internarán en terrenos cercanos al dream pop.

¿Qué cansan pasando el nudo del disco? Puede ser, a la potencia de las guitarras en 'Ceiling granny'  le sucederá la estructura ascendente de 'Midnight flit' y si, que esto lo hemos vivido antes pero a la vez es lo que es: Mogwai en su terreno. Funciona, agrada pero claro, no impacta. 

¿Canciones? 'To the bin my friend, tonight we vacate earth' ,'Here we, here we, here we go forever'. 

6,5 / 10
Cumple y algo más...


 Otras reseñas de Mogwai:

domingo, 14 de marzo de 2021

Cloud Nothings : The Shadow I Remember (2021)

 "En el nivel usual..."

No paran de producir. Si en 2017 los de Dylan Baldi intentaron limpiar un poco su sonido y apelar a atmósferas renovadas en un álbum como Life without sound, no tardaron ni un año en recular mediante el directo y sólido Las building burning (2018) para luego, en período de pandemia, explorar su arista más pop/melódica a través de la publicación auto gestionada vía bandcamp de dos discos (The black hole understand + Life is only one event). Y acá estamos nuevamente, un año más tarde junto a un nuevo conjunto de canciones, once para ser más exacto, las cuales en poco más de treinta minutos retoman la producción sucia característica de la banda y ese sonido que privilegia siempre el vértigo + emocionalidad por sobre la técnica, aspecto que a estas alturas aparece como el principal mérito y lastre de la banda. 

Y es que nadie podría afirmar que estas canciones no funcionan, desde la apertura a cargo de 'Oslo', que abre entre la calma y sentidas reflexiones respecto al paso del tiempo ("¿Es este el fin de la vida que conocí?/ ¿Estoy más viejo o es solo otra era...?") para luego dar paso a la entrada de la banda en pleno (1:30), con estallidos de batería y guitarras que conectan a la perfección con el singlazo romántico que es 'Nothing without you', melódica, veloz y contagiosa. Más adelante el disco retomará pasadas melosas en 'Nara' + 'Open rain', sin embargo, nos encajarán previo a estas las canciones de siempre, con momentos veloces, sucios y caóticos en 'The spirit of' + 'Only light'. Entonces, el asunto funciona, pero siendo sinceros no encontramos mucho acá que no hayamos oído antes por parte de la banda.

Un aspecto que queda claro en The shadow I remember es su caracter emo en términos líricos, aspecto que volverá a reflotar durante la segunda mitad en temas como 'Sound of alarm' ("Oh, necesito tiempo para mi / Para creer en lo que puedo ser...") o 'Am I something' ("¿Soy algo bueno o algo nada destacable...?") , las cuales son seguidas por la punkoide y cruda pasada 'It's love' + 'A longer moon' (de lo mejor del disco), para cerrar todo de manera muy tradicional con 'The room it was', otra cargada al rock de garage, con las guitarras y los platillos sonando a todo dar. 

Insisto, nadie que venga siguiendo la carrera de Cloud nothings podría afirmar que el álbum no funciona o negar que entrega dos o tres momentos que impiden que perdamos la fe en ellos, pero verdad sea dicha, de que la banda acaba recurriendo a los mismos trucos de siempre, eso es innegable. Cuatro años atrás algunos sentimos con Life without sound (2017) podía ser un primer paso para cosas más grandes, digamos, algo que se acercase al derroche de audacia mostrado en un álbum como Attack on memory (2012), todo parece indicar, sin embargo, que aquella insinuación no fue más que eso, un amago que no llegó a consumarse.

¿Canciones? 'Oslo', Nothing without you', 'It's love', 'A longer moon'.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Anneke Van Giersbergen : The Darkest Skies Are The Brightest (2021)

"Un refugio..." 

Luego de su aventura soft rock abordada en álbumes como Everything is changing (2012) + Drive (2013), la siempre inquieta y multifacética Anneke Van Giersbergen sintió que era momento de recuperar su arista más dura, por lo que se entregó con todas sus fuerzas (e inversión económica, digámoslo) al proyecto de metal progresivo VUUR, el cual debutó en 2017 con disco y gira. Se supone que a estas alturas deberíamos estar comentando el segundo disco de la banda, sin embargo, bien sabemos que a veces las cosas no se dan como deseamos, por más ganas que le metamos al asunto. Llegó la pandemia y el encierro, se cayeron los planes, lo cual sumado a una crisis matrimonial, sumió a la holandesa en un 2020 realmente complejo a nivel personal. He ahí las razones de un álbum como The darkest skies are the brightest, en su discurso y tono, un disco tremendamente íntimo pero con el (enorme) mérito de ambicionar algo más que lo obvio en lo musical. Dicho en simple: Anneke podría haberse sentado con una guitarra de palo en el estudio a grabar diez a doce desnudas canciones y dejarlo ahí, pero en lugar de aquello ha trabajado un álbum de matices, donde efectivamente encontramos frágiles baladas acústicas pero también inmersiones en sonoridades orientales, fuera de arreglos y una particular sensibilidad que coloca al álbum entre lo más atractivo que ha desarrollado en su carrera en solitario. 

En este sentido, el álbum abre con momentos ambiciosos, en algunos de ellos la vocalista genera reflexiones sobre guitarras acústicas y violines, indagando respecto a su momento, como ocurre en la preciosa apertura 'Agape' o en la excelente 'My promise' ("Me quedo. Tu te vas / Nos estamos rindiendo, lo se / Correré a través del fuego / Manejaré la tormenta / Juro que lo haré..."), desde ya una de las grandes canciones que nos dejará 2021, mientras que en  'Hurricane' incorporará sutiles percusiones y jugará con las estructuras al quebrar el tema (1:40) tras un par de estrofas para llevarlo entre trompetas hacia otro lugar, subiendo la intensidad de gran forma. 

'I saw a car' es una que lucirá mucho más sencilla aunque es capaz de lucir gracias a su logrado coro mientras que existirán momentos en donde la voz e interpretación de Anneke lo es todo, como ocurre en 'The soul knows' o en todas las referencias a vivir en soledad y confusión el quiebre de una relación, expresadas en 'The end' ("Esoy pidiendote regresar / Tu corazón está a salvo en mis manos / Pero por ahora este es el final..."), Losing you' ("Si me hubieses dicho esto un año atrás lo habría resistido...") o 'Love you like I love you' ("Si no te amara como te amo no sería la mujer que hoy soy...."), no sin antes realizar un dinámico llamado a sobrevivir del momento en 'Survive'

Pese a su aparente simpleza, The darkest skies are the brightest emerge como uno de los más interesantes trabajos que Anneke nos ha entregado en estos últimos quince años. Uno muy personal y motivado por su momento pero que cuenta con el mérito de equilibrar las ganas de sacarlo todo con esa hambre musical característica de la artista, una que continúa explorando caminos y por ahora no muestra ganas de quedarse quieta. Bendita sea por eso.

¿Canciones? 'Agape', 'My hurricane', 'My promise', 'Survive'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Anneke Van Giersbergen:
2013: Drive
2012: Everything is changing

domingo, 7 de marzo de 2021

Moonspell : Hermitage (2021)

 "Valiente pero irregular..."

Más allá de las críticas o reparos que muchos puedan tener respecto al presente de Moonspell, algo que no se le puede desconocer a los portugueses han sido las ansias mostradas en estos últimos diez a quince años por crecer y expandir su sonido. Algunos dirán que algo cambió (o se perdió) en la pasada por Night eternal (2008) + Alpha noir (2012), y si, que la banda abandonó lentamente el metal gótico para abordar aristas más melódicas, aspectos que se acentuaron en un disco como Extinct (2015), un álbum de dinámicas veloces y estructuras bastante accesibles. Su última jugada había sido el conceptual 1755 (2017), que apostó por la contundencia del sonido sinfónico además de haber sido interpretado completamente en portugués, y lo que llega ahora a nosotros, en medio de la más completa incertidumbre (declarada incluso por ellos mismos en sus redes mediante constantes insinuaciones de que cada álbum podría ser el último), es Hermitage, que como cabía suponer nuevamente intenta llevar el sonido de la banda hacia nuevas latitudes. Desde ahí, la jugada al menos resulta digna de atención...

¿Y con qué nos encontramos esta vez? Con una apuesta por atmósferas profundas que se buscan conseguir mediante largos momentos de calma en donde los teclados y guitarras aportan en función de la generación de paisajes reflexivos. Hermitage entrega por tanto un sonido más limpio que el habitual y donde las narraciones se desarrollan generalmente sobre la calma. En este sentido, 'The greater good' abre el álbum siendo un ejemplo perfecto de lo mencionado, con Fernando Ribeiro relatando a su tiempo para en la recta final (a partir del 3:05) darle fuerza y peso a la canción. Funciona, porque la banda encuentra su punto y el vocalista transmite exactamente lo que el tema pide. Tal como 'Common prayers', que sostiene la línea del relato tranquilo y reflexivo como eje principal. Ni hablar de 'All or nothing', donde la banda se toma todo el tiempo del mundo para entre estrofa y estrofa desarrollar oleadas acústicas en una canción que apuesta por ser el momento más melodramático del trabajo y donde definitivamente escapan de su metro cuadrado para conectar con algo similar a lo realizado por Opeth durante esta última década. Tras una pasada tan personal y profunda tiene sentido que el disco te traiga de regreso con 'Hermitage' (la canción), que se abalanza sobre guitarras y una dinámica (por primera vez en lo que va de disco) más directa, constante y activa. Ahí aciertan, aunque lamentablemente a la vuelta de la esquina tropezarán.

Sin ir muy lejos, las señales de alerta se encenderán en la cara b con los diez minutos conformados 'Entitlement' + 'Solitarian', la primera avanza (demasiado) lento sobre experimentaciones pero fuera del solo final no pareciese entregar demasiado mientras que la segunda es un instrumental bonito que tampoco logra justificarse. Algo se vuelve a enganchar gracias a la dinámica de 'The hermit saints' pero rápidamente 'Apophthegmata' + 'Without rule' volverán a insistir sobre arreglos pesados y aletargados que definitivamente acaban por sacarte del disco. 

Nos quedamos así frente a un trabajo irregular, que durante su primera mitad desarrolla pasajes atrevidos y bien logrados, los cuales lamentablemente no se confirman durante la segunda. Se valora la osadía de Moonspell por intentar re inventarse a estas alturas de su carrera pero nobleza obliga a admitir que esta vez la inspiración no ha alcanzado para concretar un disco del todo sólido. Tampoco pasa nada, que la trayectoria no se las quita nadie.

¿Canciones? Las tres primeras: 'The greater god', 'Common prayers', 'All or nothing'.

6/10
Bueno, cumple.

viernes, 5 de marzo de 2021

Architects: For Those That Wish To Exist (2021)

"Pasos fuera de la caja... " 

Inevitablemente a una banda como Architects le acabó pesando la necesidad de mantenerse publicando discos cada dos años para poder así conservar vigencia. Siete álbumes en diez años (período 2006/16) no es poca cosa, lo cual evidentemente no les entregó demasiado margen como para evolucionar a partir de su tradicional y genérico metalcore. Posteriormente, como algunos sabrán, tanto All our gods have abandoned us (2016) como Holy Hell (2018) fueron álbumes marcados por la enfermedad y muerte de Tom Searle (guitarrista fundador y hermano además del baterista de la agrupación), por lo que For those that wish to exist (revelador desde su título) puede entenderse como un trabajo de características bastante especiales en la carrera de los ingleses, uno mediante el cual Architects  muestran sus deseos de continuar adelante, digamos, ese punto aparte necesario de vivir tras cualquier duelo. Porque la vida sigue, aún con el dolor a cuestas.

El caso es que finalmente y tras tres años de silencio el álbum vive entre nosotros, quince canciones que en casi una hora de duración dan muestra del momento e intenciones actuales de Architects, y ahí, cabe mencionar el que nunca se apreciaron en la banda intenciones tan marcadas por explorar sonidos fuera de la caja. Simplificando el asunto podríamos resumir mencionando el que estamos frente a su disco más melódico a la fecha, uno que se lanza sin miedo sobre canciones gancheras y de fácil acceso, sin embargo, hay más donde indagar. Es cierto que estamos ante un álbum en donde abundan los singles y las estructuras no son tan violentas como lo fueron años atrás, pero tampoco esto significa que la música que acá suena se perciba ligera y desechable, pues las vueltas de tuerca están, además de un interesante trabajo de sintetizadores que pretende entregarle profundidad al sonido, y lo logra. Esto se aprecia de inmediato tras la introductoria 'Do you dream of armageddon?', la cual rápidamente procederá a la pasada por 'Black lungs', 'Giving blood', 'Discours is dead', 'Dead butterfly' y 'An ordinary extinction', una seguidilla de canciones fáciles de seguir, caracterizadas por dinámicas que en cuatro minutos son capaces de moverse bastante sin repetir patrones tan evidentes, una cuidada producción, elementos electrónicos, un trabajo de guitarras + batería impecable y una carga emocional importante que se muestra siempre presente. 

En términos vocales Sam Carter suena versátil aunque ahora matiza bastante con susurros y líneas limpias (y es normal, si los veinte no son eternos para nadie), aunque siempre habrán canciones como 'Impermanence' o 'Libertine' que conectarán con la línea agresiva de la banda. Mucho más atmosférica y etérea sonará 'Flight without frontiers' la cual dará paso a una cara b del disco nuevamente marcada por el trabajo melódico, destacando canciones como 'Animals' y 'Demi god', básicamente gracias a su contundencia, además de ese sensible cierre con arreglos orquestales titulado 'Dying is absolutely safe'

Es cierto que durante parte importante del trámite, Architects aborda ese contraste agresivo/melódico que otros ya han desarrollado y que con dos o tres canciones menos ('Little wonder' o 'Goliath' se las podrían haber ahorrado) el resultado se habría percibido más compacto, pero puesto en el contexto de la discografía de la banda esto suena a avance por donde se mire. Han dado un salto conservando la contundencia y el sentimiento de su sonido, lo cual es meritorio. Seguramente sus fans más ortodoxos rechazarán el paso pero también otros nos acercaremos motivados por las ganas que la agrupación ha mostrado de dejar de apostar a la segura. 

¿Canciones? 'Dead butterflies', 'Animals', 'Dying is absolutely safe'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Architects:

miércoles, 3 de marzo de 2021

Django Django: Glowing In The Dark (2021)

 "El fantasma de la regularidad..."

Inevitablemente todos los discos de Django django han acabado yendo de más a menos, incluso el debut de 2012, que sonó tremendamente fresco, y fue capaz de instalar una de las grandes canciones de la década, pasando el nudo se entrampaba en la monotonía. Con Born under saturn (2015) la banda intentó abrir nuevos flancos (quedando a medio camino) mientras que en Marble skies (2018) buscaron enmendar el rumbo (dejándonos de paso otra joyita en el camino), sin embargo, fuese por donde fuese, los resultados siempre ilusionaron y rozaron el notable sin alcanzarlo. En Chile diríamos que les faltó "la chaucha pal peso", digamos, tres o cuatro contagiosas canciones más exploraciones varias pero que como conjunto no lograron impactar. Y así han llegado en 2021 a su cuarto álbum, nuevamente ante el dilema del ir por más o consolidar lo logrado. En esa línea, han vuelto a cumplir y se muestran en plena forma pero sostienen la tendencia a no pasar de ahí dejándonos la sensación de que quizás Django django, de continuar su carrera, se instalarán como una de esas bandas de nivel medio/alto, que siempre te dejan algo pero no alcanzan a volarte la cabeza.

Como suele ser costumbre, en esta ocasión abren muy arriba con 'Spirals', una perla de bajo marcado e hipnótico ritmo, teclados muy presentes y cinco minutos en donde jamás bajan la intensidad. Luego soltarán las guitarras y percusiones en la pasada por 'Right the wrongs' + 'Got me worried', que suena más marca de la casa pero claramente cumple, mientras que en el medio tiempo acústico 'Waking up' encontraran un grato matiz gracias a la colaboración de Charlotte Gainsbourg en voces. Ahora, avanzando en el álbum volverán a aparecer los fantasmas de la regularidad, con canciones que no están mal ('Free from gravity', 'Headrush'), que gozan de enorme optimismo ('Night of the buffalo') y dinámica ('Kick the devil out' o 'Glowing in the dark' ) pero tocan teclas predecibles ya a estas alturas por lo que volvemos a dejar sonar el disco sonar sin engancharnos demasiado. 

Para quienes sostengan la fe y logren llegar al final del disco habrán dos regalos eso si, primero 'Hold fast', el único tema en todo el álbum que no se concentra exclusivamente en los teclados + percusiones sino que pone énfasis en la melodía y una estructura ascendente (ojalá la banda hubiese explotado más este camino) y luego 'Asking for more', que avanza sobre teclados para realizar un quiebre y lanzarse con un grato wah wah (2:00) en su minuto final. Bonito. 

En definitiva, pese a los reparos, Django django lo han vuelto a hacer, entregándonos cuatro o cinco excelentes canciones complementadas por un puñado de gratos momentos. Suficiente como para seguir mostrando que el talento y la identidad están ahí, intactos, insuficiente como para ilusionarse con algo mayor.

¿Canciones? 'Spirals', 'Right the wrongs', 'Waking up' y 'Hold fast'.

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de Django Django:

lunes, 1 de marzo de 2021

God Is An Astronaut: Ghost Tapes #10 (2021)

"Fórmula directa..."

A los pocos años de haber nacido, digámoslo, el post rock acabo agotándose debido a la constante repetición de fórmulas. Sin embargo, existen aún bandas que intentan aportar miradas dentro del género, siendo God is an astronaut una de ellas. Los irlandeses van ya por su décimo álbum tras dos décadas de existencia y con Ghost tapes #10 efectivamente han intentado mostrar diferencias respecto a su antecesor directo, el oscuro y melancólico Epitaph (2018), entregando esta vez treinta y siete minutos que se lanzan sobre un sonido mucho más directo, explosivo y que concentra su poder en las guitarras, conectando de manera más clara con lo que fueron álbumes como Origins (2013) o Helios/Erebus (2015) aunque intentando ser más efectivos en esta ocasión.

Lo mencionado se aprecia de inmediato al sonar 'Adrift' en la partida del disco, ahí, veinte segundos de redobles rápidamente suceden a un afilado riff que irá encontrando en su camino sucesivas explosiones para regalar finalmente una pausa (3:34) que poco a poco irá subiendo decibeles hasta el cierre de la canción. Esta idea de ir al choque rápido en la combinación de guitarras + velocidad más adelante volverá a retomarse en piezas como 'Spectres' o la excelente 'Fade' (de lo mejor del álbum con su trabajo sobre dinámicas aceleradas), mientras que 'Burial', 'In flux' o 'Barren trees' se tomarán un tiempo mayor para realizar la descarga. 

En definitiva, no da para afirmar que God is an astronaut re definen algo con su más reciente trabajo pero si para confirmar el buen pie en que se encuentra la banda. Ghost tapes #10 es un disco dinámico, directo y potente, cualquier seguidor de la banda o del género lo disfrutará sin problemas y a un auditor casual le podrá servir como puerta de entrada hacia la agrupación.

¿Canciones? 'Adrift' , 'Fade'. 

7/10
Muy bueno.