viernes, 29 de octubre de 2021

Trivium: In The Court Of The Dragon (2021)

"Llevando la fórmula un paso adelante..."

Durante la última década resultó inevitable el sentir que 
Trivium, de proponérselo, podrían aspirar a más. Sus discos desprendían ese constante "puedo pero no quiero", asunto que se confirmó un año atrás en What the dead men say (2020), otro disco más que osciló en el péndulo agresivo/melódico, el cual seguro a muchos gustará pero en lo personal me parece durante estos años se ha utilizado hasta el hartazgo por una serie de bandas de metal estadounidense, por lo que tanto en dicho disco como en cualquiera de sus antecesores, Trivium acabaron sonándome predecibles y monótonos. El caso es que a tan solo un año de dicho lanzamiento los tenemos de regreso y para sorpresa de quien escribe, la agrupación (¡al fin!) se ha decidido por un paso adelante con su sonido, al menos en el aspecto técnico. Por cierto: que portada, eh? Posiblemente la mejor del año.

Seamos claros, sin embargo, no es que se reinventen, que acá Trivium te siguen vendiendo la fórmula moderna comercial de siempre en canciones como 'Feast of fire' o 'No way back just through', e incluso en cosas como 'In the court of the dragon (la canción), 'A crisis of revelation' , 'Fall into your hands' o 'From dawn to decadence' insisten en las estrofas agresivas que desembocan en coros limpios/ultra melódicos, el punto es que en estas cuatro, por ejemplo, incorporan ciertos quiebres instrumentales violentos que logran llevar los temas un peldaño por encima de lo habitual (aunque siempre en la recta final retoman el coro melódico, trayéndote a tierra de golpe). Ahora, donde definitivamente aciertan en pleno y efectivamente transmiten fuera de la caja, es cuando desarrollan una técnica en velocidad aplastante en las espectaculares 'Like a sword over damocles" o 'The phalanx', así como cuando apuntan a la épica en 'The shadow of the abattoir' (con cositas de Iron Maiden esta, si me lo permiten), canciones que perfectamente se enmarcan dentro de lo mejor que han compuesto en su carrera.

El disco suena bien (la producción es impecable) y conserva las intenciones de componer un metal comercial de buen nivel. Ahí no hay que perderse, porque Trivium son lo que son, sin embargo, en su contexto acá han sabido explotar las alternativas que su sonido entregaba combinando la fórmula característica con momentos de técnica notable, estructuras bien pensadas que muchas veces escapan de lo obvio y mucha, mucha agresividad. Y si, que es lo mejor que han publicado en casi quince años...

¿Canciones? 'Like a sword over damocles', 'The phalanx' y 'The shadow of the abattoir'.

8/10
Excelente. 


Otras reseñas de Trivium:

martes, 26 de octubre de 2021

Coldplay: Music Of The Spheres (2021)

"Vacío de principio a fin..."

Creo haberlo escrito antes, y si no, ahora va: el problema con Coldplay nunca fueron ellos, fuimos nosotros, quienes ilusionados por la pasada Parachutes (2000) + A rush of blood to the head (2002) colocamos en la banda expectativas totalmente desmedidas. De ahí que, una década más tarde, muchos sintiésemos algo similar a una decepción al verlos tomar la vía fácil de Mylo Xyloto (2011) en lugar de profundizar en cosas más interesantes. Pero insisto, que el problema siempre fue nuestro, y los mismos Coldplay se encargaron de confirmarlo años más tarde mediante un álbum tanto o más liviano como A head full of dreams (2015). La banda se conformaba con encajar un par de singles de estadios en su repertorio, el "Ouuuoooh UUuooooh" de turno, y no mucho más, aunque cosa curiosa: entre fiesta y fiesta, publicaron dos cosas singulares: el romántico back to the basics Ghost stories (2014) y un exploratorio (pero fallido) Everyday life (2019). Y de este venían, de un intento por salir de la caja (como nunca antes en su carrera incluso), tras el cual era esperable que vendría otro álbum liviano, porque así son ellos y ya nos tienen acostumbrados. El problema es que el tiempo pasa, y cuando dejas de componer en serio por tanto tiempo, seguro algo se pierde en el camino...

Les ocurrió por tanto un par de años atrás, que al querer sonar profundos únicamente sonaron tediosos, y les ha vuelto a ocurrir en 2021, que en la búsqueda de algo light acaban de entregar un espanto de álbum, el peor en su carrera por paliza (y mira que había donde escoger). Ya de mirar el listado el asunto huele mal, doce canciones donde cuatro se titulan con un emoticón (un saturno, estrellitas, un corazón y un planeta tierra) y no son otra cosa que unos instrumentales de cincuenta segundos que aportan cero al conjunto ¿Y entre estos? Un puñado de canciones forradas en artificios pero muertas por dentro, sin alma ni nada ('My universe', con BTS), algunas derechamente aburridas ('Let somebody go', con Selena Gomez), otras que lucen un corito contagioso por ahí ('Higher power'), algunas que emulan las guitarras descafeinadas del U2 más reciente ('People of the pride') y otras que definitivamente no hay por donde agarrar ni soportar ('Biutyful', joder, pero que cosa más mala...). ¿Algo bueno que mencionar? Si, 'Coloratura', que al menos mete un solo bonito.

Y bueno, no hay mucho más ni tampoco merece nuestro tiempo algo como esto. La vida es una y hay que gastarla en asuntos que transmitan algo. Esta es otra intentona más por parte de Coldplay por sonar livianos solo que esta vez ni con los singles dieron en la tecla. Y ya no pasa por las expectativas, pues entendemos lo que son, lo que se puede o no esperar de esta banda, sin embargo, ni en su contexto esto tiene defensa. Desde ya, el peor disco del año.

¿Canciones? ... 

2/10
Espantoso.


Otras reseñas de Coldplay:

domingo, 24 de octubre de 2021

Villagers: Fever Dreams (2021)

 "Belleza digna de ser descubierta..."

Los discos de Conor O'Brien siempre tienen algo, aunque el mundo no se entere. Y es que el tino melódico del irlandés es algo no fácil de encontrar por estos tiempos, donde todo tiende a la efectividad y pocos se dan el trabajo de componer canciones tan cuidadas como las que abundan en este Fever dreams (vaya portadón además). O' Brien es un amante de la música en un amplio sentido y compone en cada trabajo con la "tranquilidad" de quien sabe juega a contra mano de lo que hoy tiende a sonar, por tanto su trabajo llegará a quienes sepan (y tengan la paciencia) de buscar en el baúl de la música contemporánea. Esa libertad vuelve a expresarse en su sexto álbum, un viaje no tan sesudo como el que alguna vez regaló en el notable {Awayland} (2013), pero si uno donde continúa centrándose en la belleza del sonido, esta vez en una dimensión mucho más onírica que cerebral. 

Nos encontraremos así con un disco ante todo desafiante, que abrirá apostando por la contundencia en 'The first day', donde los vientos serán protagonistas, para luego dar paso a las mencionadas atmósferas oníricas en 'Song in seven' o 'Momentarily', entre las cuales sonarán los dos momentos más atrevidos del álbum, primero con una dulzura de canción como 'So simpático', que a medio tema (3:40) se quebrará con un saxofón para extenderse por tres minutos, y luego con la multifacética 'Circles in the firing line', que también abre como una bonita canción para luego dispararse hacia cualquier lado, incluida una extraña aceleración entre guitarras en el cierre. 

Ya en la cara b del disco, 'Restless endeavour' entregará una faceta más exploratoria desatando el caos mediante el ensamble batería + saxofón + teclados, asunto que llevará más lejos aún en la psicodélica 'Fever dreams', no sin antes bajar bruscamente las revoluciones yendo al piano y la melancolía primero en 'Full faith in Providence' y finalmente en 'Deep in my heart', una bonita jugada también marca de la casa. 

Fever dreams oscila por distintos lugares musicales a placer. Acá hay mucha atmósfera íntima y volátil, osados cambios estructurales, pasadas donde el compositor se interna en pantanos exploratorios, dulzura y contundencia en materia de arreglos. Es bastante para un álbum donde se aplica el cliché de que "requiere tiempo", un disco que poco a poco desenfunda su belleza, como suele ocurrir con cada álbum de Villagers. No es un trabajo fácil pero si uno digno de ser descubierto.

¿Canciones? 'So simpatico', 'Circles in the firing line', 'Restless endeavour'.

8,2 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Villagers:

jueves, 21 de octubre de 2021

20 Años De... Garbage : Beautiful Garbage (2001)

 "Giro desafiante, elegante y fallido..."

Mirado a distancia, no hubo banda noventera que no sufriese el cambio de siglo, pero si alguna mereció mejor suerte, esta fue Garbage. Contextualicemos: debutaron bien en 1995 pero el prejuicio de la crítica estuvo ahí encima catalogándolos de producto artificial, una especie de jugarreta de sus integrantes (todos productores de la época). Aún así, supieron darle una vuelta a su sonido tres años más tarde mediante el fascinante Version 2.0, el cual ayudó efectivamente a que se les tomase algo más en serio. Quedaba por ver, sin embargo, si lograban en un tercer álbum dar el salto definitivo, y lo dieron... aunque el mundo apenas se enteró. Y es que los de Shirley Manson lo hicieron todo, absolutamente todo bien frente a este lanzamiento: le dieron un (nuevo) giro a su sonido, también a la estética, estuvo la actitud y las canciones. ¿Qué ocurrió entonces? Pues que un par de semanas antes del lanzamiento se produjo el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York y todo se fue literalmente al carajo. La banda quedó estancada por un rato en Estados Unidos, sin capacidad de promocionar adecuadamente un álbum que además nadie quería oír en ese momento, un trabajo desafiante en lo estético y en cuanto arreglos pero que quedaría en tierra de nadie ante dicho contexto.

Los problemas, además, habían comenzado mucho antes. Shirley Manson se encontraba en pleno proceso de divorcio cuando decidió encerrarse junto a la banda a grabar el álbum, por lo que utilizó estas composiciones como un verdadero catalizador de emociones aunque afrontando la situación con una fiereza envidiable y entregando varias de las interpretaciones más afiladas en la carrera de Garbage. Prueba de esto es la potente partida del álbum a cargo de 'Shut your mouth' + 'Androgyny', donde la vocalista reflexiona respecto al juicio constante que deben vivir las mujeres en el mundo del rock y también en torno a los estereotipos de género. Musicalmente ambas además declaran intenciones respecto al giro que la banda busca realizar, escapando de la estridencia electrónica/rock de Version 2.0 para dar paso a un sonido cargado al glam donde las guitarras aparecen con sutileza, sonando siempre elegantes aunque jamás desatándose. 

La tendencia a buscar canciones donde el rock es contundente pese a sonar siempre contenido, con una producción limpia y cristalina, vuelve a manifestarse en las sólidas 'Til the day I die', 'Silence is golden', 'Breaking up the girl' o 'Cherry lips (Go baby go)', otro hitazo, no sin antes pasar por la grandilocuencia de un baladón como 'Can't cry these tears', la acústica 'Drive you home', o la dolorosa 'Cup of coffee' ("No, por supuesto que no podemos ser amigos / No mientras esté así de obsesionada..."), tres en donde Shirley se desangra en el relato, creciendo enormemente además como vocalista y front girl de la banda. 

No todo funcionará eso si. Ya con las cartas sobre la mesa el álbum cerrará con debilidad, perdiendo puntos en toda la recta final, marcada por canciones corrientes que se hacen pesadas, cerrando así un trabajo que inevitablemente representa un mal recuerdo para la banda, un disco al que le pusieron mucho pero del que obtuvieron bastante poco. Más allá de la rotación de uno que otro single, Beautiful garbage no logró la repercusión esperada, dejando a Garbage en un limbo complicado del que, digámoslo, nunca supieron sobrevivir. Nobleza obliga, a veinte años de distancia, el reconocer que la intentona de 2001 poseía méritos para haber llegado más lejos. 

¿Canciones? 'Shut your mouth', 'Androgyny', 'Silence is golden'. 

martes, 19 de octubre de 2021

Ministry: Moral Hygiene (2021)

 "(Al menos) hay propuesta..."

Como aquellas sagas en el cine que tienden a estirarse mucho más allá de lo necesario, lo de Al Jourgensen a cargo de Ministry parece ser un culebrón de nunca acabar. Casi quince años atrás, en 2008 fue cuando este mítico personaje anunció (por primera vez) que no habría más Ministry, sin embargo, cuatro años más tarde lo vimos reuniendo a la banda para publicar Relapse (2012). Posteriormente ocurrió la lamentable muerte de Mike Scaccia y con ella la noticia: habría un último álbum que reuniría lo últimos riffs del guitarrista. Llegó así From beer to eternity (2013) a nosotros, de nivel irregular pero frente al cual todos quisimos ver el vaso medio lleno considerando las circunstancias. Pero esto no terminó ahí, y para sorpresa de muchos, cinco años más tarde tuvimos a Ministry (o lo que quedaba de ellos) de regreso, inspirados (?) en la figura de Donald Trump mediante Amerikkkant (2008), un disco redundante y, digámoslo, carente de toda magia. 

El caso es que cada nuevo lanzamiento venía siendo peor que el anterior por lo que frente a este Moral Hygiene las expectativas altas no estaban pero quedaba por verificar si la tendencia a la baja se confirmaba o más bien corregía en algunos aspectos. Con el álbum entre nosotros cabe mencionar que el buen Al ha querido realizar un giro de timón centrándose esta vez en las canciones por sobre los excesivos efectismos que sobraron tanto en From beer to eternity como Amerikkant, sin embargo, tampoco el álbum apunta hacia el metal despiadado de álbumes como Houses of the molé (2004), Rio grande blood (2005) o The last sucker (2007), sino más bien busca encontrar un equilibrio, con medios tiempos cargados de peso + groove, como ocurre en 'Alert level' + 'Good trouble', que no están mal aunque ambas son muy similares por lo que parecen ser diez minutos de lo mismo (por cierto, los seis minutos de la primera no se justifican en absoluto), siendo recién en 'Sabotage is sex' donde percibimos un matiz gracias a la participación en voces de Jello Biafra (un histórico de Dead Kennedys), así como en 'Desinformation' encontramos la que debe ser la mejor pegada en todo el álbum. En el nudo del álbum 'Search en destroy' también funcionará, pese a bajar velocidad respecto a su versión original de The Stooges (de 1973), mientras que 'Believe me' con su incursión en teclados y guitarras acústicas resultará atractiva, novedosa e interesante.

La primera mitad del disco por tanto, pese a nunca encontrar un punto marcadamente alto y reiterar ideas en su comienzo, mejora ostensiblemente el nivel que Al Jourgensen venía entregando en anteriores álbumes de Ministry, y eso hay que dárselo. Ahora, lamentablemente estas sensaciones no logran confirmarse en la segunda mitad, donde el disco se empantana poco a poco entre experimentaciones y canciones en exceso difíciles de seguir, como toda la pasada por 'Broken system' + 'We shall resist' + 'Death roll', quince minutos en total que son puro tedio y rompen por completo el ritmo que el disco venía trayendo, así como el cierre hiperquinético que propone 'Tv song #6' tampoco se entiende más allá del freakerío de su sonido. Una lástima. 

Mirando el vaso medio lleno, hay una propuesta musical acá y cositas que permiten afirmar el que estamos ante el mejor álbum de Ministry en diez años, al menos en la etapa post Mike Scaccia. Ahora, claro, tampoco da para destapar nada, que objetivamente esto se encuentra muy pero muy lejos de los momentos más logrados de esta leyenda. 

¿Canciones? 'Desinformation' , 'Search and destroy' y 'Believe me'.

6,5/ 10
Cumple y algo más...


Otros álbumes de Ministry:

sábado, 16 de octubre de 2021

Carcass : Torn Arteries (2021)

 "La magia se conserva..."

De que Surgical steel (2013) fue un regreso que cumplió de sobra, no cabe duda. Sin embargo, aquel demoledor trabajo llegó tras diecisiete años de silencio por lo que de cierta forma era esperable el buen nivel para un conjunto de canciones que estuvieron en la sala de espera por casi dos décadas. Quedaba por ver, sin embargo, si para una nueva entrega los históricos Carcass tenían algo más que entregar que un guiño a la nostalgia. Ocho años han transcurrido desde entonces, bastante para un álbum que se supone debió ver la luz por ahí por 2019 pero donde varios sucesos se instalaron en el camino, pandemia incluida. El caso es que finalmente Torn arteries está acá (bonita portada y arte del disco, hay que decirlo), dispuesto a disipar dudas y frente a este el veredicto es claro: la fórmula se confirma, así como el filo. Es decir, el álbum cumple, es continuista y todo parece indicar que la banda de acá ya no se moverá. 

Manejan las claves del death metal melódico como nadie, entregando un sonido duro pero jamás despiadado y que más bien centra su fuerza en las descargas emocionales que desprenden sus notas y arreglos. De hecho, abren con agilidad en 'Torn arteries' (la canción) para rápidamente dar un giro hacia tiempos más lentos, donde el peso se instala entre memorables cambios estructurales. Esto luce con clase en cosas como 'Dance of ixtab', donde Jeff Walker escupe líneas sobre un tiempo ralentizado que expele mal rollo (esos momentos donde la guitarra cede espacio al bajo + batería son manjar), o en la pasada por 'Eleanor rigor mortis' + 'Under the scalpel blade', canciones realmente perfectas en lo suyo y donde solo resta entregarse a disfrutar. Ahora, claro... no hay nada nuevo aquí, que la banda en un álbum como Heartwork (1993) ya había encontrado las claves de este camino, y el que a casi 30 años de dicho álbum continúen haciendo prácticamente lo mismo solo demuestra que Carcass ya hizo lo suyo, instalando con letras doradas su nombre en la historia del metal, y el resto se ha remitido a administrar el legado. 

El nivel, sin embargo, se mantiene siempre arriba en Torn arteries y eso que quede claro. La banda incluso instala en el nudo del álbum una pieza ambiciosa de casi diez minutos como 'Flesh ripping sonic torment limited', donde se pasean a placer entre aceleraciones, frenazos y solos que resumen de buena forma el momento actual de Carcass. Tras esta claramente el disco entrará en lugares comunes, todos bien ejecutados eso si, donde destaca la velocidad y efectividad en 'Kelly's meat emporium' o la cabalgata 'In god we trust'.

No hace falta el que Carcass venga a re inventar la rueda tras tantos años, sin embargo, si el nivel continuará siendo este seguro quejas no habrán. La magia se conserva, hay buenas canciones acá (algunas excelentes), propuesta y un metal marca de la casa que se niega a mostrar señales de agotamiento. Benditos sean por eso.

¿Canciones? 'Dance of ixtab', 'Eleanor rigor mortis'  y 'Flesh ripping sonic torment limited'.

7,9/10
¡Muy bueno!

lunes, 11 de octubre de 2021

KK's Priest: Sermons Of The Sinner (2021)

"Credenciales sobre la mesa..."

Suele ocurrir en bandas longevas el que algún integrante de la banda decide partir en la idea de que el proyecto se encuentra agotado. Aquello le ocurrió al gran Kenneth K.K Downing en 2011, cuando tras el opaco recibimiento de un álbum como Nostradamus (2008) sintió que no quedaba otra que dar un paso al costado de Judas priest, ante lo cual, la banda decidió seguir adelante con Richie Faulkner, editando primero un discreto Redeemer of souls (2014) para luego revitalizar su sonido por completo en el notable Firepower (2018). El caso es que no sabemos si habrá sido que la fuerza de este último, la lamentable enfermedad degenerativa de Glenn Tipton o la mera necesidad económica, pero el caso es que pocos años atrás K.K anunció su interés por regresar a Judas, sin embargo, la banda le cerró las puertas. De ahí que en un acto de furia el guitarrista no encontró nada mejor que reclutar a Tim 'Ripper' Owens (un profesional que va donde se le pague y cumple a cabalidad, se sabe) y armar su propia banda, la cual en estos cincuenta minutos de música tributa (a veces con descaro) el sonido de Judas priest, pero no conforme con aquello durante amplios pasajes decide ir por más.

Nos encontramos así con el clásico álbum de metal que pretende entregarle a los fans lo que supuestamente quieren escuchar, es decir, un sonido afilado, veloz y rebosante en dinámica. En ese sentido, nadie que ame el sonido de los británicos podrá sentirse defraudado con lo que Dawning acá propone, un conjunto en donde además él es absoluto protagonista (ha escrito todo el álbum) por lo que se propicia en todo momento su lucimiento como guitarrista, aunque cuidado: también como compositor, porque si algo llama potentemente la atención en este Sermons of the sinner es el nivel de sus canciones, con unas vueltas de tuerca que impresionan y un lucimiento técnico de alto nivel (la producción ahí ayuda muchísimo).

Todo esto se vuelve carne de inmediato en la demoledora apertura a cargo de 'Hellfire thunderbolt', y a partir de ahí, el álbum se empeñará en no entregar respiro, aunque claro, siempre con miradas al sonido de Judas priest o pares, como ocurre en 'Sermons of the sinner', con partida que hace el guiño a 'The hellion' (la previa del clásico 'Electric eye') para luego regalar un redoble absolutamente Motorhead. Más allá de esto, sin embargo, el tema es una delicia, eso hay que decirlo. De igual forma, cosas como 'Sacerdote y diablo' o 'Raise your fists' (con evidente referencia a 'The green manalishi' en esos "Oooooh ooooh" del comienzo) son heavy metal del más clásico mientras que 'Brothers of the road' es medio tiempo plagado del más puro hard rock setentero. 

Con la primera mitad del álbum no hay reparo aunque tampoco tregua por lo que vienen bien los ocho minutos de 'Metal through and through', donde la épica adopta relevancia entre solos que se reiteran, unos eléctricos, otros acústicos, en una canción que genera una atmósfera que ya se la hubiesen querido Iron maiden en su reciente Senjutsu. Entrando en la recta final la velocidad y el auto plagio volverá a hacerse presente en 'Wild and free' (que es 'Freewheel burning' todo el rato) y en 'Hail for the priest' (que podría ser cualquiera por lo genérico de su riff), para cerrar todo de manera fabulosa con la espectacular 'Return of the sentinel', nueve minutos que se pasean por distintas atmósferas, subiendo y bajando la intensidad a placer (es emocionante el pequeño guiño a 'The sentinel' en el 4:56), en un manjar de canción que seguramente estará entre las más fabulosas que nos habrá dejado el metal en este 2021. 

Si Kenneth K.K Downing quería dar muestras de fuerza y absoluta vigencia creativa, pues lo ha logrado. Y si, que hay mucho de auto homenaje acá en su Sermons of the sinner, pero también de un talento inconmensurable, un manejo de la épica y un filo frente al cual solo resta rendirse. Nunca sabremos si de haberse reintegrado el guitarrista a Judas priest algo de esto habría visto efectivamente la luz (¡y a este nivel!), quizás fue necesario el ninguneo para que K.K se decidiese a mostrar credenciales. Como sea, el disco está tremendo. 

¿Canciones? 'Sermons of the sinner', 'Metal through and through' y  'Return of the sentinel'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!

sábado, 9 de octubre de 2021

Rivers Of Nihil: The Work (2021)

 "Fuera de todo dogmatismo..."

Las bandas jóvenes hoy no saben de dogmatismo. No está en su ADN, por lo que muchas de ellas han entendido que pueden tantear terreno fuera de su género habitual sin culpa alguna y ver como les va en la aventura. En el mundo del metal son varios ya los casos que han experimentado este fenómeno, algunos con idas y vueltas (Alcest), otros realizando giros sin retorno (Leprous) y varios que se mantienen en "veremos" (Deafheaven). Todo esto a propósito del nuevo álbum de Rivers of Nihil, con quienes la exploración fuera de la caja se veía venir aunque quizás tan pronto no se esperaba, digamos, recién en un cuarto álbum y sobre todo tras la tremenda recepción obtenida por Where Owls know my name (2019). Quizás lo lógico era lanzar otro álbum de death técnico que incorporase uno que otro elemento externo que potenciase el sonido, sin embargo, con The work la banda ha apostado por el giro inverso, es decir, ha utilizado el metal como una herramienta en función del conjunto, desmarcándose (por momentos con descaro) de cualquiera de sus tres álbumes anteriores.

Este cambio de línea se expresa con claridad en la partida a cargo de 'The tower', muy tranquila y donde Jake Dieffenbach vocaliza limpio y claro sobre un piano para de pronto encontrar la explosión (2:38) e inundar el tema entre guitarras, peso y guturales. Tras esta, llegará la exquisita 'Dreaming black clockwork', donde la banda jugará a placer con la estructura, intercalando momentos de contundencia metal entre furiosos riffs y redobles con instantes de tranquilidad, para en el cierre llenar el ambiente de un creciente ruido (en su minuto y medio final) que acabará resultando ensordecedor. Tras estos iniciales once minutos de música llegará el momento definitivo de quiebre del álbum y donde Rivers of Nihil declaran intenciones. Esto porque ante la incertidumbre de continuar la senda ligada al metal planteada por 'Dreaming black clockwork' o realizar el giro, la banda opta por esto último, primero con 'Wait', una balada centrada totalmente en las atmósferas (muy cercana a lo que Deafheaven entregó en su más reciente álbum), y luego por 'Focus', que definitivamente escapa del death y centra su poderío en estrofas susurradas que conectan con melódicas explosiones en los coros, en una (buena) canción que algo bebe del nu metal de comienzos de siglo. En definitiva, con estas dos Rivers of Nihil nos han llevado a otro lugar y desde acá el disco ya no regresará jamás. 

Como mencionaba en un inicio, hay una idea muy interesante en The work, y es que el metal que este contiene no aparece sin razón, sino más bien se justifica en función del ambiente que se pretende generar, algo que se expresa (nuevamente) con mucha claridad en una canción como 'Clean', que durante seis minutos alterna momentos de tranquilidad con otros más duros incluso incorporando un pasaje instrumental muy floydiano (2:15 en adelante) donde los sintetizadores se vuelven protagonistas. Más adelante, aunque cada una con su respectivo matiz, esta idea se volverá a reiterar en 'The void from which no sound escapes' y 'Episode', en una notable pasada que concentra el mensaje y los elementos que Rivers of nihil han pretendido entregar en The work.  

Entre las mencionadas, sin embargo, sonará una canción afilada y efectiva como 'MORE?' (la más breve del disco además, solo tres minutos) que parece ser una concesión que la banda ha incluido más que otra cosa y luego llegará el cierre, con seguridad lo menos coherente del disco. Primero porque han incluido una balada acústica obvia y predecible como 'Maybe one day', que pese a lo bonito de su solo (lo único rescatable de la canción) aporta realmente poco al conjunto, y segundo porque cierran con los once minutos de 'Terrestria IV: work', un arranque de metal progresivo que está bastante bien pero nada tiene que ver con el resto del álbum, entonces...¿qué hace acá? Es un acto de ostentación totalmente innecesario. Dicho en simple: los últimos veinte minutos de álbum sobran, si este cerraba con 'Episode', teníamos prácticamente el disco del año. 

Rivers of nihil es una de las bandas más interesantes de la última década y con The work han sabido hacer la pausa para dar un paso hacia adelante en su carrera. El disco es, por sobre todo, diverso. Alternan acá momentos de mucha fuerza con paisajes de tranquilidad, algunos exploratorios pero siempre inquietos. La banda no ha temido el mantenerse en movimiento y salen bien parados de la jugada. No tan sólidos y coherentes como en su antecesor pero si notables en la idea de armar una propuesta particular y que conserva (aún) identidad. Pese a sus errores no forzados, estamos ante uno de los grandes discos que nos dejará 2021. 

Por cierto, mención aparte merece la portada a cargo de Dan Seagrave, vaya artistazo...

¿Canciones?  'Dreaming black clockwork', ' Focus' y 'Clean'.

8,5 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Rivers of nihil:

miércoles, 6 de octubre de 2021

Carnifex: Graveside Confessions (2021)

"Se vuelven necesarios..."

Algo que me gusta mucho escribir acá en el blog es eso de que "al que no le gusta, pues se lo pierde". Y es que precisamente vengo de publicar la reseña del IOWA de Slipknot, una maravillosa brutalidad que nos dejó el nu metal de comienzos de siglo pero que seguro los puristas detractores del género aún son incapaces de valorar (como también se siguen resistiendo a la belleza de Deftones, seguro). Todo esto a propósito de Carnifex y el deathcore, otro lugar plagado (aún, aunque parezca increíble) de metal haters. Pasa el tiempo, sin embargo, y los discos de estos norteamericanos se vuelven cada vez más necesarios. Y es que siempre viene bien disfrutar de una descarga como esta, bien escrita y dispuesta a deambular a placer por distintas aristas del metal. 

Hablando de la música, esta vez no hay intro y van directo al hueso. Basta darle play al álbum para captar la capacidad de este. 'Graveside confessions' (la canción) son cuatro minutos y medio de ira + depresión que se conjugan sin entregar respiro, un grito de angustia, de auxilio, que se resume muy bien en la estrofa final del tema ("Déjame recordarte quien realmente soy / Un olvidado/ Un caído / Ahogado en la sangre de pecados imperdonables...") en donde Scott Lewis cambia su forma de cantar cada dos líneas en un ejercicio impresionante que más adelante se replicará en cosas como 'Carry us away' o 'Talk to the dead', todas canciones dispuestas a volar cabezas donde no hay tregua con el auditor. El matiz aparecerá, sin embargo, en cosas como 'Pray for peace' + 'Seven souls', la primera más death, la segunda más black metiendo teclados en estrofas y puentes, o en 'Cursed', uno de los temas más curiosos del disco a causa de lo diversa que suena por si sola, demoledora y melódica a la vez en el estrofa + coro pero sabiendo romper la estructura a media canción (desde el 2:05, con pedos incluidos en el 2:20) incorporando breaks más típicos del deathcore. Que decir, todo un bicho raro.

Agarrando la recta final escucharemos un grato instrumental que desembocará nuevamente en la oscuridad de 'Cemetery wander' + 'Countness of perpetual torment', seguramente lo más directo del disco y que dará paso a la versión que han creado de 'Dead bodies everywhere' (original de Korn), en una muestra más de amplitud creativa por parte de Carnifex, quienes no temen ocultar sus referentes de juventud incluso realizando un guiño al álbum más comercial (y resistido) de los de Jonathan Davis (Follow the leader, 1998), aunque por supuesto, llevando el tema a su terreno. 

Finalmente, la descarga cerrará con otra pasada directa como 'Cold dead summer' (que sobra y se vuelve algo redundante) + 'Alive for the last time', que es puro death, aunque esta si se justifica con sus cambios estructurales y teclados nuevamente presentes. Como regalo, la banda ha re grabado tres canciones de su álbum debut Dead in my arms (2007), que cumplirá ya quince años, también en una jugada que cierra el círculo de manera evidente, dando muestras del crecimiento de una agrupación que ha sido capaz de superarse a si misma. Y si, que tras el notable Slow death (2017) habían vivido un pequeño tropiezo con el predecible World wart X (2019), sin embargo, con Graveside confessions vuelven a situarse en la primera línea mediante uno de esos álbumes que se sitúa por sobre cualquier etiqueta y prejuicio. De lo mejor que han grabado. 

¿Canciones? 'Graveside confessions', 'Pray for peace', 'Seven souls'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!

lunes, 4 de octubre de 2021

20 Años De... Slipknot : IOWA (2001)

 "Descarga de furia incontestable..."

Si existió una banda capaz de interpretar a la perfección la vibra nu metal a fines de los noventa, esa fue Slipknot con su debut de 1999, un disco que golpeó la mesa dentro del génerorabioso en sus formas y fondo, un disco de sonido violento y que supo alejarse de cosas más comerciales y melosas que estaban sonando por ese entonces (ejem... Linkin park, Papa Roach, Limp bizkit). Dicho en simple: el álbum debut de Slipknot efectivamente sonaba y olía a metal. Y en esta misma línea, para su segundo álbum la banda se propone distanciarse más aún de los referente comerciales, y a esa tarea se entregan con Ross Robinson nuevamente en la producción, quien entendía bien por donde iba esta movida pues venía de producir a Sepultura (Roots de 1996), el debut de Soulfly, los dos primeros discos de Korn y a los mismos Limp bizkit. Toman entonces una primera sabia decisión respecto al sonido de la banda: prácticamente suprimen la tornamesa (salvo uno que otro pasaje) y se centran en su arista más agresiva, canalizando además con esto un aspecto no menor a considerar: el que la banda internamente vivía su peor momento. Y es que tras el éxito del debut, los integrantes de Slipknot pasaban por su momento más auto destructivo y caótico, con un abuso severo de alcohol y drogas, lo cual confabuló en la génesis de un álbum intenso, violento pero que definitivamente catapultó a la agrupación directo a otra categoría.

En dicha línea, la descarga de energía que el álbum propone es inmediata, marcada por un machaque incesante por parte de un Joey Jordison extraordinario en batería (ya en el debut había sonado impresionante) y un Corey Taylor furioso en las vocales, manejando el cambio de registro de manera magistral, abriendo en completo descontrol en cosas como 'People = shit', 'Disasterpiece' (una donde se acercan al groove de Soulfly) o 'Everything ends', todas dispuestas a no dejar títere con cabeza, pero entregándose también a las melodías en las notables 'My plague' o 'The heretic anthem'. Lo cierto es que el álbum en su primera mitad es un continuo que funciona perfecto, una descarga dispuesta a volarte el cerebro canción tras canción y donde todo fluye. 

Tal como hicieron en el debut, en IOWA abren el álbum con una introducción que anticipa el desate y a medio álbum instalan otra pausa en 'Gently' (tema donde aparece la tornamesa), pero a partir de aquí se disparará una cara b que nuevamente se centrará en la agresividad del sonido, partiendo por 'Left behind', donde juegan de manera maravillosa con la dualidad limpio/gutural en la vocales, creando un neo clásico incontestable, a la cual le seguirá una directa y efectiva 'The shape'  y luego una pasada que conecta con los inicios de la banda, 'I am hated' (que suena bastante al debut de 1999) + 'Skin ticket', seis minutos en donde la banda ralentiza su sonido y suenan más Korn que nunca, incluso con Corey Taylor disfrazándose de Jonathan Davis en los lamentos. Aparece acá quizás el único defecto que se le puede achacar a IOWA, y que lo priva ciertamente de ser una obra maestra, y es que el disco debió terminar ahí, en 'Skin ticket', sobre todo considerando el que era el tema más extenso del álbum y que exploraba atmósferas diferentes a todo lo anterior. No se entiende que tras esta retomen con dos canciones directas como 'New abortion' y 'Metabolic', y menos ese cierre de quince minutos a cargo del tema homónimo, un freakerío totalmente innecesario. 

Con todo, a veinte años de su publicación IOWA de Slipknot aparece, junto a White pony de Deftones (que si es un 10/10), como el álbum mejor logrado que nos dejó la (breve) historia del nu metal. Una descarga de ira como pocas y que sentó precedente para una banda que a partir de 2001 se transformó en un referente del metal contemporáneo. Habrá quienes afirmarán el que jamás Slipknot logró volver a sonar de esta forma ni superar este nivel (cambiaron a Ross Robinson por el sobre valorado Rick Rubin, craso error), y probablemente tengan razón, sin embargo, da igual, el infierno ya estaba ganado...

¿Canciones? 'People = shit', 'My plague', 'Left behind', 'Everything ends'.

9/10
Brillante.


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sábado, 2 de octubre de 2021

Bomba Estéreo: Deja (2021)

"(Ya) no impactan..."

Si algo resultó llamativo en los inicios de la carrera de Bomba estéreo fue ese equilibrio entre elementos folclóricos latinoamericanos con electrónica y sabor, mucho sabor. Dicha mixtura voló alto en álbumes como Estalla (2008), Elegancia tropical (2012) y Amanecer (2015), tras los cuales llegó Ayo (2017), que regaló momentos de frescura pero también un conjunto que por primera vez mostró señales de estancamiento. Dicho en simple, buenas canciones que aportaron al catálogo de la banda en aquel disco hubo ('Siembra', 'Duele', 'Internacionales') pero el global pareció ya no avanzar. C
omo si hubiesen tocado techo. 

Cuatro años han pasado desde entonces y llega a nosotros Deja, la confirmación del punto aparte que vive la banda, uno que para bien y para mal insiste sobre atmósferas íntimas e invitaciones al baile que se quedan a medio camino. Y el problema es de arreglos, porque las temáticas siguen ahí, con Li Saumet transmitiendo identidad también, sin embargo, la electrónica parece haberse comido al folclore en Bomba estéreo y su música por tanto suena cada vez más plana y con menos sabor.

Como mencionaba, las temáticas están ahí. Potentes en la defensa medio ambiental en 'Agua' (notable el "Déjame sola, déjame sola, déjame sola. No me toques, no me toques. Cuídame. Lo siento, lo siento..." del 2:15) o 'Tierra' ("Se llevaron el agua, secaron los ríos y estamos parados en medios del bosque viendo su extinción..."), o yendo hacia el auto conocimiento en 'Ahora' ("Las heridas comenzaron a salir. Llevándose lo que se deben llevar...") o 'Deja' ("Deja de decir que no puedes más. Porque si puedes..."), sin embargo, estas dos últimas mencionadas son claros ejemplos del problema de la banda, que arman una buena canción pero tras dos minutos no saben que hacer con ella, por lo que deciden acabarla dando monótonas vueltas sin mucho sentido. Intentan en algún momento también meterle dinámica al asunto, en 'Como lo pedí', 'Soledad' o 'Se acabó', donde se aprecia (se valora también) la intención de escapar de cosas cercanas al reggaetón y funcionar en atmósferas más íntimas, pero algo falta, se extrañan guitarras más presentes y algo que sea menos predecible. La banda sigue pareciendo cumplir pero jamás impacta.

No está mal Deja pero llama la atención el que un álbum que habla de la conexión con lo natural ("No mires mi foto y céntrate en mi..." afirman en 'Conexión total') suena tan poco orgánico y artificialmente repetitivo (¿Otro ejemplo? 'Tamborero', un loop de cuatro minutos). La sensación es que la banda sigue estancada, que cuando baja las revoluciones repite fórmulas y cuando intenta meter dinámica ya no lo logran. Comienzan a recordarme con fuerza a Calle 13, otros latinos que en su momento mostraron lo que tenían que mostrar (¡y estuvo muy bien!) para pronto quedarse sin ideas...

¿Canciones? 'Agua', 'Lento' y 'Ahora'.

6/10
Bueno, cumple.


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