martes, 28 de noviembre de 2023

Róisín Murphy: Hit Parade (2023)

 "Nada convencional..."

La vanguardia generalmente no paga, y bien lo sabe la irlandesa Róisín Murphy, quien desde el término de la mítica banda noventera Moloko ha dedicado sus energías a desarrollar una carrera que funciona bajo parámetros propios, completamente a espaldas de la industria. En ese camino lo más comercialmente accesible que ha publicado podría ser Overpowered (2007), sin embargo, desde entonces no ha abandonado sus ansias por indagar en distintos lugares aunque siempre "en la suya", entregando pocas concesiones incluso a sus seguidores. Su acercamiento a la música disco en el homónimo de 2020 fue nada convencional y este siguiente Hit parade tampoco lo es, en esta ocasión se ha reunido con el alemán DJ Koze para trabajar un álbum que desarrolla una electrónica bastante orgánica que conecta con el funk, el R&B y el house pero que en ningún momento se esfuerza por agradar respondiendo unicamente a las inquietudes de ambos artistas. 

De entrada el álbum declarará intenciones en la íntima 'What not to do', que regala un dúo vocal que se desarrollará en total calma sobre electrónica al punto de extender su tono introductorio bastante más allá de lo prudente (llega a los cinco minutos). En adelante se sucederán canciones que van a su ritmo, ya sea sosteniéndose sobre un beat reiterado en 'Coocool' + 'Hurtz so bad', o dándole mayor protagonismo a las guitarras, con mucha sutileza en la tranquila 'The universe' o yendo al funk en 'The house'. Se identifican coros en las canciones y más de alguna podría acercarse a lo que se entendería por un single, sin embargo, el factor común será la reiteración de una estructura y será más bien la riqueza de los arreglos el elemento que aportará diversidad.  Precisamente por lo anterior es que hace sentido que la carta de presentación para Hit parade haya sido una canción como 'Fader', aparentemente un "anti single" pero que resulta fascinante por donde se mire gracias a ese sabor in crescendo que muestra, sampleo incluido de 'Window shopping' de Sharon Jones & The dap kings

En su segunda mitad el disco comenzará a jugar sus cartas finales en una pasada infranqueable si lo que buscas serán sonidos inmediatos. Sonarán acá las más extensas del álbum (cada una ronda los siete minutos), abriendo de manera ascendente entre percusiones latinas en 'Free will', luego pasándose directamente el house en 'You knew' (con seguridad el momento más expuesto del trabajo y donde destaca ese tremendo "Tu sabías que tenía sentimientos por ti / Pero no quisiste ir conmigo / Sabías exactamente lo que me motivaba / Y creo que el disco lo mostrará...") y a la electrónica en plan Björk (la noventera) en 'Can't replicate', armando así un tridente en donde Róisín muestra todas las cartas y no escatima en gastos, volviendo el viaje imposible de atravesar si no es sumergiéndote de lleno en la experiencia propuesta. 

Finalmente, si algo se le puede achacar a Hit parade es su débil cierre, ahí tanto el trap de 'Two ways' como las atmósferas de 'Eureka' no pasan de la curiosidad, dejándonos un final algo frío para un álbum al que parecen sobrarle claramente esos minutos finales. De todas maneras, la experiencia que presenta Róisín Murphy en su sexto álbum no desentona en absoluto con su discografía, la mujer sigue mostrando unos ovarios inmensos a la hora de trabajar bajo sus propios términos. ¿Destinada a vivir en el anonimato? Seguramente. Pero su coherencia le honra. 

¿Canciones? 'Fader', 'Hurtz so bad' y 'You knew'

8,2 / 10
¡Excelente!

domingo, 26 de noviembre de 2023

Kylie Minogue: Tension (2023)

"De más a menos..."

Tras la aventura onda disco (algo oportunista, digámoslo) de Kylie en 2020 caía de cajón el que retornase de lleno al pop en un siguiente trabajo, ahora, lo que definitivamente nadie esperaba era que regresase con un golazo de single como 'Padam, padam' (que osa tomar prestado además el título de Edith Piaf), un hitazo contagioso, elegante y moderno, digno de sus mejores tiempos y al que lo único que se le puede "criticar" es que no le hayan sabido dar mayor intensidad en su recta final, acabándolo abruptamente tras el segundo coro cuando el tema evidentemente daba para mucho más. Lo interesante, sin embargo, es que la canción como adelanto supo dejar con gusto a poco, consiguiendo su objetivo: que nos interesáramos en lo nuevo de Kylie Minogue y verificásemos si tras décadas de carrera la vocalista podría ser capaz de impactarnos al nivel que veinte años atrás lo hizo. En dicha línea, Tension a momentos nos acerca a la premisa, grandes momentos encontramos acá aunque verdad sea dicha, inevitablemente el álbum acaba por conformarse con encontrar uno que otro hit y se dedica a cumplir con el resto dejando una sensación positiva en el global pero que inevitablemente va de más a menos.

Fuera de 'Padam', lo de 'Tension' (la canción) también es notable, otra donde la estructura sabe jugar con las pausas y el diálogo mecánico que Kylie propone (exquisito y sexy ese "Oh my god, Touch me right there / Almost there, touch me right there / Don't be shy, boy, I don't bite / You know where, touch me right there...") mientras que en 'Hold on to now' se centra en las atmósferas hipnóticas y funciona. Ahora, el resto seguirá sonando sólido aunque se limitará a tirar del manual, yendo directo a la disco en 'One more time', acelerando y acercándose al rock en la energética 'Things we do for love' o yendo a la balada en 'You still get me high', en una seguidilla que mal no está pero verdad sea dicha, queda corta al lado de lo que los temas principales que el álbum propone, por lo que este va volviéndose algo monótono mientras avanza recuperando algo de fuerza en '10 out of 10' seguida de 'Story', aunque no lo suficiente como para traer de vuelta el encanto de la primera mitad.

No da para afirmar el que Tension sea el gran regreso que Kylie Minogue prometía tras conocer sus adelantos, claro que no, pero si un álbum sólido que se las arregla para regalarnos tres a cuatro momentos que quedarán a fuego en la historia de la artista. Que no es poco.

¿Canciones? 'Padam, padam', 'Hold on to now' y 'Tension'. 

6,9 /10
Cumple y algo más...


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martes, 21 de noviembre de 2023

Sufjan Stevens: Javelin (2023)

 "Melodías brillantes..."

Un personaje como Sufjan Stevens resulta imposible de no querer. ¿Cómo no conectar con su particular sensibilidad, su tacto a la hora de exponer ideas o inquietudes musicales? El caso es que lo tenemos acá con su décimo álbum y una nueva invitación a seguirle a donde quiera ir. Y si bien a simple vista un álbum como Javelin pareciese ser una especie de vuelta al redil, digamos, a las delicadas melodías acústicas tras esa experiencia electrónica, desestructurada y desafiante que tanteó en The ascension (2020), no es tan tan así la cosa pues efectivamente a lo largo de estos cuarenta y dos minutos de música encontramos su veta folk más íntima, sin embargo, el álbum regala momentos que continúan dando muestras de una búsqueda constante por parte del artista. 

Prueba de aquello es la partida a cargo de la notable 'Goodbye evergreen', que abre al piano exponiendo la siempre delicada voz de Sufjan en un relato personal y doloroso ("Me ahogo en defensa propia / Ahora castígame, piensa lo que quieras / Crezco como un cáncer...") pero rápidamente el tema explotará en otra dirección, incluso volviéndose a transformar en su minuto final, armando así un cóctel exquisito que da cuentas de las distintas direcciones por donde el vocalista puede tirar hoy en día. Algo de esto también se percibe en las percusiones electrónicas que integra 'Everything that rises' o 'Genuflecting ghost' en su recta final. Ahora claro, de todas maneras aquello que le brota por los poros es ese folk sensible y descarnado, el cual hará presencia en la columna vertebral del álbum encontrando altísimos momentos en 'A running start', 'Will anybody ever love me?' o en los ocho atmosféricos minutos de 'Shit talk', sensación que también se percibirá cuando vaya al piano en la absolutamente hermosa 'So you are tired'

El décimo álbum de Sufjan Stevens vuelve a regalarnos un viaje sin desperdicio alguno. Un disco sensible al extremo, precioso en materia de arreglos, atinado también y a momentos exploratorio. Un nuevo trabajo en donde vocalista parece encontrar melodías brillantes como quien respira, regalándonos un álbum que se colará seguro entre lo más notable que nos habrá dejado este año confirmándolo como uno de los compositores más talentosos de las últimas dos décadas... aunque el mundo no se entere.

¿Canciones? 'Goodbye evergreen', 'So you are tired' y 'Shit talk'.

8,5 / 10
¡Excelente!


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Sufjan Stevens:

viernes, 17 de noviembre de 2023

Steven Wilson: The Harmony Codex (2023)

 "La luz al final del camino..."

Si algo no se le puede negar a Steven Wilson es su espíritu libre e inquieto. Sin ir muy lejos, viene de una década realmente brillante, ya sea homenajeando a los próceres del progresivo en The raven that refused to sing (2013) o girando hacia sonidos más amigables (claramente en busca de ese hit memorable que él mismo ha comentado en sus conciertos no tener) en la pasada por Hand.Cannot.Erase (2015) +  To the bone (2017). Sin embargo, cosa curiosa: pese al éxito cosechado, el vocalista decidió salir de ahí y enfrentarse a un precipicio auto impuesto. Fue entonces cuando optó por ese salto sin red titulado The future bites (2021) y este The harmony codex no se queda atrás, insistiendo en el trabajo electrónico, llevándolo aún más lejos y encerrándose en estructuras exploratorias tan desconcertantes como fascinantes.

Steven Wilson vuelve acá a soltar la cuerda de la creatividad y decide jugar a placer. Aunque a diferencia de lo realizado dos años atrás, regala algunas perlitas que "matizan" el asunto. Habrán pasajes en el álbum que coqueteen con un progresivo tradicional, ahí tienes los diez pomposos (aunque geniales, vaya joya de tema) minutos de 'Impossible tighrope', baladas acústicas bonitas esperables de su autoría como 'What life brings' (donde se disfraza de David Gilmour en los cuidados solos) o piezas emocionalmente intensas como 'Rock botton' junto a su fiel Ninet Tayeb. Sin embargo, estos no son más que pequeños guiños puestos ahí para evidenciar el que no le costaría volver a todo eso, el punto es que no quiere, no le apetece ni interesa. ¡Y lo entiendo! Si finalmente Wilson ya tocó las teclas que debía tocar durante veinte años, ¿buscas ese tipo de música? Ahí tienes la discografía completa de Porcupine tree para indagar (incluso el más reciente Closure/Continuation, en total piloto automático), su catálogo en solitario previo a 2020 + proyectos extras (Blackfield, por ejemplo). Esto es otra cosa, y no hay más. Lo tomas o lo dejas. 

Aunque no todo funcionará acá, con momentos donde al buen Steven pareciese le cuesta hacer pie con este sonido. 'Inclination' es la prueba más clara. Abre el álbum e ilusiona con esa intro oriental y explosiones muy a la Peter Gabriel (¡esa batería en plan 'Red rain'!), sin embargo, el tema se dilata y pasando el minuto tres acaba perdiéndose en el relato, volviendo a nosotros unicamente en su minuto final gracias a una guitarra que regala delicados paisajes. Pero eso, el tema funciona a chispazos unicamente. Algo similar le ocurrirá en 'Economies of scale', con esa electrónica minimalista que recuerda al Radiohead era The king of limbs pero que unicamente da vueltas sin llegar a norte claro perdiéndose entre la falta de intensidad y la monotonía. 

Será en la Cara B del álbum donde el asunto si definitivamente abandonará las concesiones y se lanzará en picada a las atmósferas inmersivas, encontrando momentos en donde el viaje crece muchísimo gracias a la exquisita producción que presenta. Y es que el disco a partir de 'Beautiful scarecrow' se sumerge en un pozo lúgubre e inquietante marcado por un notable trabajo de percusiones, las cuales darán paso a las atmósferas tétricas de 'The harmony codex' (otra que se extiende por casi diez minutos) seguidas de la tensión generada en 'Time is running out', primero sobre el piano y luego metiendo electrónica + guitarras (precioso lo del 2:50 en adelante). Lo dicho entonces, que durante toda su segunda parte el álbum parece encontrar aquello que Steven Wilson venía buscando y que confirma en esa recta final armada por la cruda oscuridad de 'Actual brutal facts' seguida de una maquinal y rabiosa 'Staircase', dejándonos un álbum que definitivamente termina mucho mejor respecto a como comienza. 

Ser valiente tiene mérito, más en estos tiempos donde ir a contracorriente no paga. Sin embargo, seamos claros: ningún álbum funciona unicamente por ser osado. The future bites fue la prueba, un álbum que más allá de las buenas intenciones acabó por sonar confuso y poco atractivo. Y es que la exploración continua viene con un riesgo bajo el brazo: acabar perdiendo el rumbo al punto de olvidar que fue lo que comenzaste buscando. En esa lógica, lo de Steven Wilson en The harmony codex parece ser la luz al final del camino. El trabajo no es perfecto, dos o tres temas se le vuelven a quedar a media cocción, habrá además quienes extrañen las guitarras (aunque en el álbum las hay), otros la intensidad (que también hay) y quienes le detesten por retomar esta senda electrónica en lugar de seguir junto a Porcupine tree. Lo cierto es que en su línea, nos ha entregado otro álbum atrevido y uno que en gran parte de su trámite (sobre todo la segunda mitad) trae de regreso al compositor brillante que es y que lo muestra más claro respecto a hacia donde quiere ir. 

¿Canciones? 'Impossible tighrope', 'Beautiful scarecrow' , 'Time is running out' y 'Actual brutal facts'

martes, 14 de noviembre de 2023

The Rolling Stones: Hackney Diamonds (2023)

"Lejos de la decepción..."

En cierto modo los stones nos debían y se debían un álbum como este. Mirando hacia atrás, A bigger band los traía de regreso en 2005 tras ocho años de silencio y fuera de dejarnos algo fríos, acabó instalándose con el paso de los años como la despedida de una banda que no mostraba mayor interés por publicar nuevo material. Aquel período, sin embargo, se interrumpió finalmente mediante el álbum de versiones Blue & lonesome (2016), que no estuvo nada mal pero claro, seguía en el aire la sensación de que algo más fresco por parte de la leyenda debía caer y hacer justicia a la historia. El caso es que en 2019 recibimos aquel single 'Living in a ghost town' (descartada para este álbum) y si bien la ilusión volvió a iluminar, el tiempo pasó, vino la partida del eterno Charlie Watts (fallecido en 2021) y todo quedó en nada. Finalmente en pleno 2023 la respuesta a nuestros deseos ha llegado y a juzgar por los resultados nadie debería sentirse decepcionado pues Hackney diamonds no solo transmite esa sensación de haber sido compuesto, interpretado y producido con enorme cuidado sino que se encuentra por sobre el nivel que cualquiera se hubiese esperado a estas alturas del partido. Pese a lo genérico.

El álbum ha sido producido por el joven Andrew Watt (quien antes ha trabajado en éxitos de Justin Bieber o Post Malone) y aquello se nota. Desde el rock simplón y juguetón de 'Angry' (muy 'Start me up' en el guitarreo del comienzo) que el álbum desprende esa vibra que invita a pasarte un buen rato, lo cual se reiterará en la punkoide 'Bite of my head off' (con participación de Paul McCartney al bajo) o en temas melódicos bastante coreables como 'While wide world' (exquisito el solo de guitarra en esta), 'Mess it up' o 'Live by the sword' (con Elton John al piano). Ahora, esto se combinará con pasadas musicales trabajadas al detalle e interesantes en materia de arreglos como el medio tiempo 'Get close' (que hasta un saxo mete a medio tema, entregando unos aires ochenteros exquisitos al tema) o distintas baladas, algunas en tono pop como 'Depending on you' y otras que sacan a la luz la sección más blusera de la banda, como la folk 'Dreamy skies', 'Sweet sounds of heaven' junto a Lady Gaga + Stevie Wonder (y que apunta a ser la gran joya del álbum con sus siete minutos de duración, aunque si me apuran diría que los últimos dos se los podrían haber ahorrado y no pasaba nada) o 'Tell me straight', con Keith Richards como absoluto protagonista.

Hackney diamonds llega tras casi veinte años sin música original de la banda y no decepciona. Compuesto en total por la dupla Jagger + Richards (aunque Andrew Watt ha colaborado en tres canciones), el conjunto no se extiende más allá de lo necesario (excelente decisión el haberlo dejado en doce canciones) y si bien no dejamos de oír a los Stones haciendo de Stones, la lista se pasea a gusto por el abanico de sonidos que estos históricos han sabido abarcar durante su carrera e incluso se da el gusto de regalar dos a tres pequeñas joyitas. Si este será su último, pues no queda si no aplaudir y agradecer. 

¿Canciones? 'Get close' y 'Bite of my head off'.

7,5 /10
¡Muy bueno!


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viernes, 10 de noviembre de 2023

25 Años De... Alanis Morissette: Supposed Former Infatuation Junkie (1998)

 "Ambición desmedida..."

Tras el incontestable éxito de Jagged little pill, álbum que le dio forma y colorido a un 1995 especial por donde se mire, había que ver que pasos decidía seguir una jóven Alanis Morissette. La canadiense vivió (y sufrió) de golpe una vorágine completamente inesperada y el riesgo de quedarse en algo cercano al "one hit wonder" era importante pues las expectativas ante un siguiente paso eran enormes. De ahí la relevancia de un álbum como Supposed former infatuation junkie, porque digámoslo, lo más lógico (y válido) habría sido replicar la fórmula del debut en búsqueda del éxito fácil y estirar así el elástico un rato (como hicieron Oasis por aquellos años, por ejemplo), sin embargo, en su segundo álbum Alanis decidió ir al choque en varios sentidos, declarando principios mediante un trabajo complejo, extenso y profundo, una propuesta desafiante tanto en forma como fondo. Lo cual le honra.

De entrada, en Supposed former... la vocalista (nuevamente junto a Glen Ballard en producción) nos propone un largo viaje, son diecisiete las canciones que componen al trabajo en setenta y un minutos música, es decir, la mujer se guardó poco y nada, dando muestras de una ambición desmedida (propia de quien siente tiene poco que perder) y una confianza ciega en el material que tenía. Ahora yendo al detalle, el álbum se muestra más oscuro y arisco respecto a lo que fue Jagged little pill, con canciones que se centran fuertemente en las atmósferas en desmedro de los "coros pop", generando un tándem interesante entre percusiones, bases electrónicas y la voz siempre especial de Alanis (un instrumento más en varias ocasiones). Esto se aprecia de entrada cuando el disco abre mediante la fantástica 'Front row' ,fórmula en la que se insistirá más adelante mediante los relatos inmersivos que regalan 'The couch', 'Can't not' o 'Would not come' (muy oriental en sus arreglos), todos momentos en donde lo que se privilegia es el ambiente y el mensaje en desmedro de los "coros pop" que inundaron el debut de tres años atrás.

De todas maneras, más de algún momento cargado a las guitarras encontraremos en 'Baba', la excelente 'I was hoping' o la enorme 'Joining you' (inexplicable el que no haya sido single del álbum siendo una de las mejores canciones en la carrera de la canadiense), así como sentidas baladas en la preciosa 'That I would be good', una electrónica 'One' o 'Are you still mad', que no es otra cosa que un refrito al piano del hitazo 'Uninvited', lanzado tan solo unos meses antes como parte de la banda sonora de la película City of angels

Mención aparte merecen cosas como 'Thank you', curiosa (y valiente) carta de presentación para el álbum y cuyo fuerte radica en los altos de una Alanis Morissette única en términos interpretativos (¡que manjar ese minuto final!), la dinámica adictiva de 'So pure', el tema más comercial del álbum, y vaya que se distancia de cualquier cosa que antes hubiese hecho la artista, además de 'Sympathetic character', por paliza el tema más explícito del disco abordando con crudeza, claridad y horror el lastre que puede llegar a significar una paternidad mal llevada en la vida de una persona 

"Temía que me golpeases si hablaba muy alto. Temía de tu fortaleza física.
De tu aliento a alcohol. De tu testosterona...

Tu fuiste mi ancla. Fuiste mi guardián, mi familia. 
Fuiste mi salvador. Y ese fue el problema..." 

Como suele suceder en aquellos álbumes excesivos (que este lo es), un punto negativo a criticar es la falta de síntesis, redundando de manera evidente en baladas electroacústicas como 'UR' y 'Unsent' (enorme declaración de intenciones el que esta haya sido single del álbum no teniendo un coro), muy similares ambas por lo que la primera derechamente se la podría haber ahorrado, lo mismo con el cierre a cargo de 'Heart of the house' + 'Your congratulations', baladas a piano que se entorpecen juntas y no logran cuajar un final algo ingrato para un álbum que merecía algo más solemne como epílogo.

Quien diría el que Supposed former infatuation junkie acabaría por ser la jugada más valiente en la carrera de Alanis Morissette, quien tres años más tarde recularía hacia un correcto y meloso Under rug swept (2001). Precisamente por aquella decisión es que un álbum como este ha quedado algo opacado en la historia, quizás si la vocalista insistía en esta línea se valoraría de mejor forma este trabajo. Como sea, en su camino quedará este osado paso, un segundo álbum que roza el brillante, que de haber contado con tres o cuatro temas menos sería una obra maestra incontestable.

¿Canciones? 'Front row', 'Joining you' y 'Sympathetic character'.

8,5 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Alanis Morissette:
2020: Such pretty forks in the road 

domingo, 5 de noviembre de 2023

Squid: O Monolith (2023)

 "Caótico, rupturista y desesperante..."

Suele ocurrir que en un segundo álbum las bandas agrupan "lo no quedó en el primero", armando básicamente un álbum de continuidad. En aquella línea, había que ver de todas maneras si los Squid lograban estar a la altura del desafío, esto pues Bright green field debe ser uno de los disco debut más fascinantes en lo que va de década. 

Como era de esperar, por tanto, en O monolith vuelven a echar mano a varios de los elementos que les instalaron en 2021 como otro bicho raro londinense con raíces en el post punk a tener en cuenta, digamos, canciones caóticas, desestructuradas, diversas en cuanto a arreglos y tiempos, toda una mixtura que acá vuelve a aparecer con fuerza y claridad, quizás ya sin un factor sorpresa presente pero si con un nivel de efectividad que continúa convenciendo. 

Con este fin es que abren de manera inquieta jugando muy bien la tríada teclados + guitarra + batería (muy Radiohead a momentos, sobre todo en los coros) en 'Swing (in a dream)', pero rápidamente el álbum bajará revoluciones, primero con 'Devil's Den', que básicamente será un relato con momentos altamente explosivos + final caótico, y luego con los seis minutos de 'Sliphon song' en donde se disfrazan de Mogwai mediante una dinámica de pozo inmersivo que poco a poco va incorporando intensidad en su trámite. By the way, un temazo. 

Donde el trabajo definitivamente acabará con toda concesión será en su nudo + recta final, eso cuando en una espesa 'Undergrowth' la voz de Ollie Judge nos invite al viaje inmersivo ("Pon tu pulgar y dedos alrededor de mi cuello / La perilla de madera en el gabinete / Abre y ve lo que hay dentro...") con arreglos de viento dispuestos unicamente a generar la exasperante atmósfera, seguida de cosas como 'The blades','After the flash' o 'Green light', donde la banda jugará con sus ya clásicas instrumentaciones caóticas, las primeras dos estructura in crescendo y la última apostando por un sonido más cargado a las guitarras. 

Finalmente, el cierre llegará en calma con 'If you had seen...' (el título es eteeeerno) en la que Squid incorporarán pasajes que coquetean con el jazz (ojo al minuto final, que es una verdadera locura, completamente desesperante), cerrando así un álbum que efectivamente funciona en la línea del debut (que era lo esperado) pero dándose el gusto de correr bastante los límites en términos de rupturismo y experimentación. Como sea, los ingleses siguen enmarcados como parte de los proyectos a los que hay que seguirles la pista...

¿Canciones? 'Swing (in a dream)' y 'Sliphon song'

8,2 /10
Excelente.


Otras reseñas de Squid:
2021: Bright green field

viernes, 3 de noviembre de 2023

Code Orange : The Above (2023)

 "Bicho raro valiente aunque irregular..."

Tras dos discos que dieron que hablar dentro de la escena metalera de la última década como I am king (2014) + Forever (2017), llegó para Code orange el siempre complicado momento del tercer disco, en este caso un Underneath (2020) mediante el cual la banda buscó equilibrar la agresividad de su sonido con una producción un tanto más modernilla y plagada de efectismos (de la mano de Nick Rasculinecz en producción), esto en un evidente afán por volver más masivo su sonido y acceder a nuevos públicos. Lamentablemente el lanzamiento coincidió con la pandemia por lo que todo quedó en nada, no hubo posibilidad de promoción y los estadounidenses debieron replantearse todo, incluso el si seguir o no. Desde ahí, no deja de llamar la atención el camino que finalmente han decidido tomar en The above, uno que lejos de acercarlos a ese sonido crudo y oscuro de sus inicios (que habría sido el paso lógico), intenta nuevamente romper esquemas y expandir aún más el abanico de posibilidades. Para esto han decidido mirar hacia atrás con total convicción y como si estuviésemos en pleno 1998 meten mano con descaro al nu metal de fines de siglo aunque también incorporando elementos industriales en el sonido (algo con lo que también habían coqueteado en discos anteriores) e incluso realizando guiños al grunge. 

Ya de entrada el disco anticipa cositas. 'Never far apart' es un bicho realmente raro que abre en calma con una Reba Meyers absolutamente protagonista en el relato, sin embargo, en el camino el tema irá metiendo sonidos industriales para finalmente reventar durante el minuto final, algo que conectará directo con la vibra nu metalera de 'Theatre of cruelty', donde la banda oscila entre las atmósferas etéreas de Deftones y las aceleraciones de Korn (muy en la línea del clásico 'Blind', sobre todo en el comienzo del tema). Este ir y venir se volverá constante, en 'Take shape' tomarán elementos de Tool en la energía de las estrofas (por cierto, ¿algo más noventero que incorporar a Billy Corgan a media canción?), aparecerán cositas grunge en 'The mask of sanity lips' (aunque en esta combinando con elementos caóticos a lo largo de todo el tema), 'I fly' o 'Splinter the soul', luego 'A drone opting out of the hive' será nu metal oscuro y violento (con un notable juego a dos voces entre Jami Morgan y Eric Balderose) mientras que entre todas estas sonará una melosa pero sólida 'Mirror' (nuevamente con Reba al frente), donde incluso elementos trip hop se hacen presentes. 

Que decir, el cóctel de influencias llegando al nudo del disco es bastante completo aunque por lo mismo, desde acá el álbum se vuelve algo pesado y redundante, evidenciando (tal como les pasó en Underneath, donde también se extendieron por cincuenta innecesarios minutos) el que cuando Code orange apuestan por un conjunto más contundente tienden a fallar. 

Y es que ya metidos en la Cara B, cosas como 'The game' o 'Grooming my replacement' retomarán la carta agresiva pero terminan estorbándose al insistir en la misma tecla, lo mismo con 'Snapshot' que intenta experimentar en velocidad pero no ofrece nada recordable. No se entiende tampoco que pinta acá el rock pop de 'Circle through' y es recién mediante la quejumbrosa 'But a dream...' en que parecen diversificar nuevamente, tal como en ese cierre a la Nine inch nails de 'The above' (la canción), cargado a atmósferas reflexivas y oscuras. 

Nos quedamos entonces ante un álbum de dulce y agraz, con una primera mitad sólida y contundente pero una segunda en donde la banda termina quedándose sin argumentos. Code Orange claramente se han propuesto dividir aguas con The above, y vaya que lo han logrado. Habrá quienes les menosprecien dada la cantidad de referencias obvias que muestra su sonido y también quienes valoren la apuesta, lo cierto es que han jugado una carta valiente, no han tirado por lo obvio y aquello desde acá se agradece. Lamentable lo débil/confusa/redundante de la segunda mitad del disco, con la primera ya basta para valorar la propuesta. Aunque claro, siguen muy lejos del nivel de sus notables dos primeros álbumes...

¿Canciones? 'Take shape', 'The mask of sanity lips' , 'Mirror' y 'I fly'.

7/10
Muy bueno.


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2020: Underneath