miércoles, 27 de diciembre de 2023

King Gizzard & The Lizard Wizard: PetroDragonic Apocalypse... (2023)

"Únicos y excesivos..."

Es tanta la música que publican los australianos King Gizzard & the lizard wizard (hasta ahora, veinticuatro álbumes en once años) que resulta imposible abarcarlos todos, aunque de igual forma si era un fan de la música y la experimentación, seguro más de alguno habrá llegado a ti durante esta década. Es la apuesta de los australianos, el que su propuesta llegue a la gente ya sea de manera directa, por rebote o cansancio. El caso es que este PetroDragonic Apocalypse; or dawn of eternal night: an annihilation of planet earth and the beginning of merciless damnation (si, el sentido del humor no lo abandonan) ha causado particular ruido a causa de parecer la continuación de aquel Infest the rats' nest (2019), esto pues de alguna manera parecen retomar la veta más "metal" de la banda, aunque en este caso con varios matices no menores. El principal de ellos guarda relación con que el de 2019, salvo alguna canción particular, fue un disco de rock duro y sombrío (con mucho de Black sabbath y setentas varios) que iba bastante al hueso entre temas que rondaban los tres minutos de duración. Esto a diferencia de lo que acá trabajan pues han decidido ir por más aumentando la velocidad y el peso de los temas pero también sumergiéndose en estructuras más complejas, llevando varias canciones incluso a los ocho a nueve minutos de duración. Todo un riesgo que había que ver como les quedaba. 

Habrán cosas inmediatas en el álbum, sin embargo, como es el caso de 'Gila monster', single evidente del disco. Esta con seguridad es la más digerible del conjunto (es la más breve además, 4:35), efectiva en sus coros y divertida también en su tono, acaba funcionando a la perfección gracias a su dinámica contagiosa. En esa línea también convencerá la pasada por 'Converge' + 'Witchcraft', algo más densa en sus formas pero que de igual manera entregan una buena muestra de aquello que funciona en el disco: un trabajo de riffs + batería interesante y dinámico, sumado al simpático relato simpático del siempre carismático Stu Mackenzie (quien acá también ha hecho de productor). Hay peso en las canciones que suenan pero estas desprenden esa sensación de jugarreta constante por parte de la banda y el que los tipos continúan divirtiéndose con nosotros. Dicho en simple: nunca se lo toman tan en serio, y aquello es todo un acierto. 

De hecho, cuando alargan el asunto es cuando dejan cierto aroma a complicación. Ocurre en la apertura con 'Motor spirit' y en el cierre del álbum en 'Dragon' + 'Flamethrower'. Todas ellas están bien, trabajan siempre a alta velocidad y sobre esta van armando interesantes vueltas de tuerca, el tema es que estas vueltas son demasiadas, al punto de agotar por momentos e inevitablemente caer en la monotonía, dejando el experimento con la sensación de que con un poco más de tijera habrían vuelto la experiencia algo más agradable. 

Estamos hablando de King Gizzard, por supuesto. La banda es sinónimo de completa libertad y dar rienda suelta a lo que salga. Acá se las arreglado para entregar un conjunto que suene con identidad y cohesión, el disco es un viaje de casi cincuenta minutos donde todo parece conectado. Habrán pasajes que les han quedado algo excesivos pero al fin y al cabo esto viene con la banda, la verborrea es lo suyo y benditos sean por aquello.

¿Canciones? 'Converge', 'Gila monster' y 'Dragon'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!


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lunes, 25 de diciembre de 2023

Horrendous: Ontological Mysterium (2023)

"Diversifica sus objetivos..."

Mediante sus antecesores los estadounidenses de Horrendous ya habían demostrado su valía y poderío técnico, fuera de las ansias por llevar el death progresivo un peldaño arriba. Y es que el mejor homenaje que puedes realizar a tus influencias (que en este caso van desde los míticos Cynic hasta Death) es hacer crecer su sonido y expandirlo, que es lo que vuelven a intentar con su quinto álbum, un verdadero manjar para quien guste de la música extrema, un disco que va y viene constantemente, que efectivamente entrega esas dosis de velocidad y filo que cualquier álbum de death requiere pero que lejos de estancarse ahí va por más, muchísimo más, incorporando elementos melódicos, momentos instrumentales, arreglos singulares, cambios estructurales y, por cierto, un nivel técnico que suena prolijo en cuanto a ejecución pese a jugársela por una producción no tan limpia como suele ser la del progresivo. 

Hay muchas cosas que Horrendous parecen haber aprendido de sus maestros Cynic pero una que salta de inmediato a la vista acá es la idea de que en ocasiones "menos es más", el que no es necesario componer un álbum de sesenta o setenta minutos para mostrar complejidad, por lo que tal como en aquel clásico Focus (1993), los norteamericanos nos entregan un álbum que podría considerarse breve para el estilo, con tan solo nueve canciones (que perfectamente podrían haber sido seis pues hay tres instrumentales que son meros "puentes para") en menos de cuarenta minutos, es decir, un álbum conciso y preciso. Sin embargo, el principal mérito de Horrendous está en saber conjugar una cantidad importante de elementos en poco tiempo, en dosis cuidadas y exactas. 

Esta diversidad se ve venir de entrada cuando das play al álbum y suena 'The blaze', que funciona a modo de introducción pero más bien parece ser una simpática jugarreta de los músicos, casi una fanfarria a varias guitarras a la cual le seguirá la verdadera carta de presentación del disco: los siete minutos de 'Chrysopoeia (The archaeology of dawn)', que en su inicio funciona como un (gran) tema de death a la vieja usanza pero que en su nudo deciden detener y transformar, juegan con las pausas, las guitarras y llevan el tema hacia otro lado, uno mucho más atmosférico. Más directa, bruta y violenta será 'Neon leviathan', donde la banda da muestras de que en velocidad pueden mostrar poderío técnico pero luego, nuevamente, harán el parón intencionado con 'Aurora neoterica' + 'Preterition hymn', la primera una especie de jam session puesta ahí para hacer puente con la segunda, que navega sobre tiempos lentos, destacando por los juegos de guitarras que presenta. 

Y lo dicho, que no te das cuenta y estás entrando en la recta final del disco. Ahí, 'Cult of Shaad'oah' traerá de regreso el peso y los bruscos cambios estructurales, mientras que volverán a hacer la jugada del instrumental que huele a improvisación (el momento más débil del disco, hay que decirlo, y el único donde se huele algo de falta de dirección) que antecede a un tema mucho más profundo, esto en la pasada 'Exeg (en) esis' + 'Ontological mysterium'. Finalmente el viaje cerrará con 'The death knell ringeth', una donde la banda parece realmente dejárselo todo centrando sus energías en el poderío técnico, los parones y aceleraciones. 

Cuesta encontrarle defectos a un álbum que diversifica tan bien sus objetivos, pero ciertamente siendo un álbum brillante Ontological mysterium no es perfecto. Efectivamente Horrendous realizan una especie de giro respecto a lo que fue el antecesor Idol (2018), un gran disco de death progresivo donde la banda pareció tocar techo en cuanto a los aspectos técnicos de su sonido. Esta vez han intentado darle una vuelta de tuerca al asunto incorporando pasajes más cercanos, incluso permitiéndose cierta desprolijidad (intencionada claro está) en el cierre de algunos pasajes instrumentales. Quizás el camino a profundizar a futuro sean los aspectos melódicos pues en la línea técnica está difícil mejorar algo que parece inmejorable. El disco es realmente notable, no es un 10/10 para mi únicamente porque los experimentos instrumentales no pasan de ser meros puentes, a veces sin un norte totalmente claro. De todas maneras, si no es el disco del año, pega en el palo. 

¿Canciones? 'The blaze' + 'Chrysopoeia (The archaeology of dawn)', 'Neon leviathan' y 'Ontological mysterium'. 

9,2 / 10
¡Brillante!

viernes, 22 de diciembre de 2023

Mon Laferte: Autopoiética (2023)

 "Ecléctica, heterogénea y valiente..."

"Vengo de los 00's, años donde todo era muy diferente, donde tenías que elegir entre ser popero o rockero. Todo era encasillamiento y a mi me gusta la música. Me gustan los boleros, la música romántica, la electrónica y el rock más alternativo. Yo no entendía por qué no podía ser todo eso a la vez..." - afirma Mon Laferte en una reciente entrevista para MondoSonoro. Sus dichos explican bastante los caminos que ha surcado para este Autopoiética, su octavo álbum, uno que efectivamente la muestra más ecléctica que nunca, rozando incluso la incomprensión. Conviven acá por tanto muchos sonidos, donde un requisito para estar en el álbum pareciese haber sido que la canción sonase totalmente distinta a la que le antecediese. ¿El resultado? Como la portada: una cara en el culo, así de valiente y rara. 

Los temas que componen Autopoiética son tan disímiles entre si que queda la sensación de que el orden podría haber sido cualquiera, pues no existe un sentido estético de la obra si no más bien todo lo contrario, pareciese ser que el objetivo era el de una pintura distorsionada, caótica incluso. Sin embargo, hay algo que no podía ser distinto: el disco debía comenzar con 'Tenochtitlán', que por derecho propio es la gran joya del álbum. En ella Mon Laferte se atreve a sonar oscura, pausada y profunda, en el sonido coquetea con el trip hop, en la interpretación busca sonar cercana y coloquial mientras se marca una letra empapada de feminismo reivindicativo con algo de auto referencia ("¿Cuánto le costó? / ¿Quién se la cogió? / Si es una puta sudaca tercermundista / Nadie le parió / ¿De dónde apareció? / La mina se cree artista...") . ¿Escribí que era la gran canción del disco? Si no, acá queda, pero también el que al mismo tiempo es el gran lastre de Autopoiética, porque el tema no representa el sonido general del álbum, el cual desde acá disparará hacia todos lados. 

En adelante, el giro será brusco, al punto que inmediatamente terminada 'Tenochtitlán' la chilena se lanzará a la cumbia en 'Te juro que volveré' (con plagio descarado al fraseo de 'Amigo' del brasileño Roberto Carlos) y en la villera 'Metamorfosis', no sin antes haber bajado las revoluciones (que no la intensidad) en la oscura 'Préndele fuego' con líneas tan explícitas ("Me gusta que estés como roca / Extraño tanto con la cola taparte la boca...") como eróticas ("Te quiero como en Buenos Aires, metiéndome los dedos en el salón de baile..."), o pasado por el reggaetón sucio de 'No+Sad' (muy en plan Rosalía de 'Saoko', verdad sea dicha), nuevamente yendo al choque con las letras ("Que es comunista, es masoquista / Yo no le creo, es capitalista / Que es una zorra, que es demoniaca / Terrible flaite la pinche naca / Que es feminazi esa maraca / Está más vieja, ya no está flaca...") en otro de los grandes momentos del álbum 

Este ir y venir constante explotará en locura en el nudo del álbum en 'Autopoiética', que es un desate electrónico que sitúa esta vez a la música + atmósfera por sobre el mensaje (que se limita a la repetición de cuatro palabras), y no cesará en la Cara B del disco, pasando por la guitarra acústica de 'Levítico 20:9', nuevamente los coqueteos trip hoperos de '40 y MM' (con explosión salsera en el cierre eso si), nuevamente definiéndose en las líneas ("Soy una mina pop / Y cualquier carretera me sirve de colchón..."), ese extraño intento de bolero que es 'Pornocracia' o la salsera 'Amantes suicidas', si me apuran, estas dos últimas suenan a temas menores al lado de las grandes cosas que regala el disco. Finalmente este retomará la senda electrónica, primero en la curiosa 'Mew shiny', que entrelaza líneas en español e inglés, metiendo incluso un exquisito solo de guitarra por ahí, y cerrando definitivamente con 'Casta diva', una cosa realmente inclasificable con la que Mon Laferte se viste de la Björk más incomprensible y lleva su sonido tan lejos como puede, tanto en materia de estructura como arreglos. 

Autopoiética acaba imponente con una orquestación seguida de cuatro segundos de ovación. Pareciese ser que la artista se aplaude a si misma, anticipando quizás la incomprensión de un público al que seguro le resultará complejo lidiar con una lista de canciones tan heterogénea. El álbum parece estar dividido entre dos almas, una con arraigo popular (cumbia, salsa, boleros) y otra completamente experimental (trip hop, electrónica, reggaetón). Es complejo que cosas tan diferentes entre si convivan en un mismo disco, el riesgo de descolocar al auditor es alto. De hecho, Mon Laferte podría haber creado dos álbumes a partir de este, sin embargo ha decidido mezclarlo todo y mostrarse así, tal cual es. Es una artista en mayúsculas, una que no para de crecer. Bendita sea por eso...

¿Canciones? 'Tenochtitlán', 'Préndele fuego', 'No+Sad' y '40 y MM'. 

8 /10
Excelente.


Otras reseñas de Mon Laferte:

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Carly Rae Jepsen: The Loveliest Time (2023)

 "No encuentra identidad..."

El problema que tiene cualquier artista encasillada en un nicho es que si arriesga pierde a su público base, y si se queda en una zona de confort no crece. ¿Qué hacer entonces? En ese dilema lleva largo tiempo Carly Rae Jepsen, cuyo desafío para  parece estar en la generación de identidad, el que su pop amigable no suene tan jodidamente genérico. No es la única que está en esa por cierto, sin ir muy lejos este año escribí respecto a los discos de Kesha o Caroline Polachek (y a ver si me da la vida para comentar el de Olivia Rodrigo), todas artistas jóvenes que se encuentran en esa búsqueda por no parecer "una más" dentro del mundo del pop. En esa tarea, sin embargo, no le ha ido bien a la canadiense, su The loneliest time (2022), sin ser un mal disco, sonó tan complaciente que ni siquiera me di el tiempo de comentarlo acá, por lo que tenía dudas respecto a si ir por este, su hermano menor. Finalmente me he decidido y encontrado con efectivamente un "más de lo mismo" pero que en lo suyo mal no suena. Pero eso: mal no suena. Ni más ni menos.

Encontramos acá entonces un conjunto dinámico, bien armado, que efectivamente mejoran la experiencia respecto al antecesor pero que no deja de mostrar a una versión rosa de cualquier artista con más estilo. Una especie de Taylor Swift (que ya es bastante rosa) pero con aún menos carácter. Sus temas no están mal, la producción incluso suena contundente y efectivamente el asunto no parece ser tan extremadamente light como en sus inicios ('Call me maybe' y similares), pero sigue siendo light y ese es el problema. No encuentra identidad, no suena suficientemente sexy, ni potente, ni oscuro. Y si bien hay insinuaciones de crecimiento en cosas como 'Kollage' (la única con algo de drama suficiente como para arquear ceja), en la electrónica de 'Put it to the rest' o en ese cierre entre percusiones que entrega 'Weekend love', es muy poco como para sostener más de cuarenta minutos en donde gran parte de los temas suenan similares, correctos, dinámicos pero faltos de garra, de fuerza, de desgarro, y se nota lo está buscando (es cosa de mirar la portada del disco) pero no lo encuentra, sus canciones siguen siendo tan amigables como olvidables. 

Hay algo peor a que lo que haces sea malo, y es que sea intrascendente. Y ahí sigue Carly...

¿Canciones? 'Kollage' y 'Put it to the rest'.

5/10
Nada muy especial...

lunes, 18 de diciembre de 2023

Slowdive: Everything Is Alive (2023)

"¿Quién necesita cambiar...?" 

Para bien y para mal, Slowdive parecen ser una banda atrapada en su propia burbuja temporal. La banda liderada creativamente por Neil Halstead continúa funcionando bajo parámetros propios y tal parece no tienen intención alguna por salir de ahí. Esas atmósferas lánguidas cargadas al dream pop , shoegaze y a las capas de guitarras, ese trabajo desarrollado completamente a espaldas de la comercialización estuvieron presentes en su regreso de 2017 (con el que volvían tras veintidós años de silencio) y continúan estando en este Everything is alive, ocho canciones que en cuarenta y un minutos vuelven a dar muestras de que el tino y la elegancia siguen tan presentes en Slowdive como lo estuvieron en plenos años noventa.

No se andan con medias tintas y desde un comienzo te dejan claro por donde irán los tiros. 'shanty' es una que abre en medio de la distorsión, de un trabajo de guitarras sólido que conjuga capas inmersivas con cuerdas acústicas que aportan un elemento de exquisita delicadeza , a lo cual se sumará el reflexivo relato de Rachel Gozwell en torno a la muerte y los cambios que esta conlleva ("El tiempo avanza una vez más / Otro fantasma nace / Siento que los cambios vendrán / Cuando venga la noche..."). A esta le seguirá el melancólico instrumental 'prayer remembered', tras la cual intentarán subir un tanto las vibras mediante 'alife', que conectará perfecto con el single adolescente 'kisses' no sin antes volver a bajar en 'andalucia plays', con unos oscuros aires que rememoran al The cure de Disintegration.

Ya con las cartas completamente sobre la mesa la banda encarará la recta final mediante un tridentecompletamente hipnótico donde se jactarán de lo bien que se manejan en este ámbito. 'skin in the game' seguida de los seis minutos de 'chained to a cloud' funcionarán en una línea similar bastante triste y en piloto automático, mientras que 'the slab' cerrará de manera magistral en un alza de la distorsión y también la velocidad. En contra del álbum estará la poca/nula evolución que muestran, el que si no has conectado antes con Slowdive difícilmente lo harás con este álbum, sin embargo, ¿quién necesita crecer cuando se muestra tamaño nivel de maestría a la hora de construir atmósferas? Everything is alive es la captura precisa de una emoción, llevada a un sonido a momentos incluso angustiante. En pleno 2023 lograr algo así es mérito enorme. 

¿Canciones? 'shanty', 'kisses' y 'the slab'.

8,2 / 10
Excelente.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Wilco: Cousin (2023)

"Falto de un mayor desangre..."

Tras una década deambulando en la intrascendencia llegó en 2022 el acústico Cruel country, una grata sorpresa y ciertamente el mejor disco de Wilco desde aquel notable The whole love (2011). El buen recibimiento obtenido sumado a que las musas seguro estaban disponibles por lo que material sobraba (de hecho, algo de tijera faltó en Cruel country) seguramente provocó el que Jeff Tweedy se decidiese rápidamente a trabajar un siguiente álbum, el clásico disco que viene empujado por el envión del anterior. Con un detalle no menor eso si: para esta ocasión y por primera vez en quince años Tweedy se ha dejado asesorar por alguien externo, aceptando los consejos y aportes de Cate Le Bon en producción, aspecto que marca positivamente este Cousin, que efectivamente suena a "las sobras de Cruel country" pero pasadas por un filtro eléctrico y atmosférico que le entrega cierto perfume particular. 

Ahora, siendo claros, tampoco es que el disco llegue demasiado lejos, se extrañan acá momentos emocionalmente grandiosos con que el antecesor si contaba, siendo este conjunto uno que se enfoca más bien en sus arreglos y ambientes a generar. Esto se aprecia con claridad en la partida a cargo de la ambiciosa 'Infinite surprise', que abre el álbum entre sonidos sucios, una estructura que va emergiendo lentamente mientras se pasea por lúgubres escenarios y una exquisita oscuridad que llama positivamente la atención. Es el tema más largo del disco (se acerca a los seis minutos) y alcanza cotas que hubiésemos querido el álbum abordase con mayor fuerza, sin embargo el global este tema será excepción más que una regla. Y si bien algo interesante hay en la depresiva 'Ten dead', con esa suciedad en el sonido que inunda su minuto final, así como en la dulce calma del delay en 'Sunlight ends', la golpeada 'Cousin' (la canción) o en las guitarras de 'Pittsburgh', parte importante del disco abordará baladas electro acústicas bastante menores que sumergen al disco en un pozo donde resulta complejo conectar. Los temas son ásperos pero bonitos a la vez ('Soldier child'), delicados y agrios ('A bowl and a pudding'), sin embargo, falta algo de mayor desangre, ese punch necesario en un disco para querer seguir ahí sumergido sin posibilidad de respirar. Porque si, hay discos capaces de mantenernos a gusto en la angustia, pero este no es uno de aquellos. 

Sin duda la pasada por Cruel country + Cousin está muy por encima respecto a lo que fue Star wars (2015) + Schmilco (2016), lo cual marca un avance para Wilco. A algunos con aquello les bastará mientras que otros les mantendrán a la banda en el olvido y la indiferencia. En lo personal me parece que acá hay cositas más que disfrutables pero no suficiente como para sentir que los nuevos buenos aires están definitivamente de regreso.

¿Canciones? 'Infinite surprise' y 'Pittsburgh'.

6,8 / 10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Wilco:

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Kvelertak : Endling (2023)

 "Pierden contra si mismos..."

Este año tuvimos álbumes de Haken, Baroness, Code orange y Kvelertak, todas ellas bandas que cuentan con un nexo transversal: en sus respectivos campos de acción han representado una luz de esperanza para el mundo del rock y/o metal durante los últimos quince años. Todas también se han mantenido en constante búsqueda y esa toma de riesgo conlleva en ocasiones el no encontrar el camino, no dar con la tecla, que es lo que en cierto modo le ha ocurrido a Kvelertak en este Endling, sin que esto lo convierta en absoluto en un mal álbum pero si en uno que a momentos deja cierto gusto a poco. 

En su quinto trabajo, el segundo con Ivar Nicolaisen en voces, los noruegos no intentan emular a sus inicios (como si intentaron en Splid en 2020) pero tampoco encuentran inspiración suficiente como para impactarnos con el tándem black & roll como hicieron en el brillante Nattesferd (2016), si no más bien nos dejan una mezcolanza que a momentos apunta a la efectividad, en ocasiones roza el pop, también propondrá atmósferas algo más complejas pero jamás al nivel que en el pasado la misma banda logró.

Uno de los principales problemas con que cuenta Endling es que abre y cierra sin convencer. La partida la da 'Krøterveg te helvete', con una introducción de tres minutos que va calentando el plato lentamente sin jamás dejarte claro por donde acabará yendo, lo cual es positivo pues aporta un elemento exquisito de incertidumbre al sonido, luego entrarán los guitarrazos a la ACDC, la batería redoblando e Ivar en pleno. Todo parece ir bien, sin embargo la canción a ratos se pierde en medio de una melodía inofensiva que termina entregando menos de lo que prometía. Es casi como si la banda no supiese a donde quiere ir, sucediendo estrofas sin ton ni son, algo similar a lo que ocurre en el cierre con los casi ocho minutos de 'Morild', donde la banda se propone directamente entregar el tema más complejo del álbum pero se enreda en el camino y acaban agotando sin jamás alcanzar cotas de gran intensidad. 

Dicho lo anterior, el núcleo del álbum andará bastante mejor, yendo más al grano con los temas, siempre de la mano del tradicional black & roll que desarrolla la banda. El tridente 'Fedrekult' + 'Likvoke' + 'Motsols' intenta imponerse con su velocidad, yendo más al hueso con los guitarrazos, con variaciones de intensidad que funcionan, incorporando coros contagiosos y a un Ivar que se desgarra en las vocalizaciones. Todo esto será factor común a lo largo del álbum, el single 'Endling' (con el bajo como absoluto protagonista) es rock que roza el pop (están muy Baroness en esta, sobre todo con esos exquisitos momentos a dos guitarras), uno que seguro espantará a muchos pero no por eso se convierte en una mala canción (y ojo que por acá puede vengan los tiros a futuro para la banda, sobre todo cuando Ivar se vaya quedando sin garganta), 'Svart september' abrirá con una intro acústica/folk para luego desenfundar rock and roll en estado puro, mientras que ´Paranoia 297' es solo efectividad y 'Døgenniktens kvad' les acercará a las atmósferas más oscuras de todo el trabajo. 

A destacar también algo como 'Skoggangr', una de las más interesantes del trabajo con la épica que intenta transmitir en su tono de himno y una estructura marcada por el bajo + un golpeteo de batería que pareciese invitarnos al campo de batalla. Todo un curioso acierto. 

El peor problema con que carga un disco como Endling es que lo ha compuesto Kvelertak. Las comparaciones son odiosas y el disco sucumbe ante el paralelo con cualquier antecesor de la banda, no porque sea un malo de plano si no porque las direcciones acá no parecen estar del todo claras, y cuando lo están tampoco es que te vuelen la cabeza. Me explico, cuando la banda saca el pie del acelerador no lo hace con la genialidad lograda en Nattesferd (no hay acá un '1985' ni una pieza extensa magnífica como 'Heksebrann') y cuando se desatan no se acercan a sus dos primeros álbumes, ni siquiera a Splid (2020). El tiempo dirá si los noruegos han firmado el comienzo del fin o el inicio de un nuevo ciclo glorioso, lo cierto es que aún con sus fallos, nos han entregado una experiencia sólida y que solo luce pálida en la comparación con ellos mismos. 

¿Canciones? 'Fedrekult', 'Likvoke' y 'Skogganrgr'.

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de Kvelertak:

lunes, 11 de diciembre de 2023

Carnifex: Necromanteum (2023)

 "Insinuaciones..."

Uno de los bastiones del deathcore está de regreso. Mucho tiempo no ha pasado, sin embargo, desde el sólido Graviside confessions (2021) por lo que como era de esperar, este nuevo Necromanteum llega dispuesto a sostener el camino que la banda viene trazando desde World war X (2019), desarrollando un metal veloz y agresivo entre canciones que transmiten buenas dosis de oscuridad y desesperación, siempre de la mano del tándem compuesto por Shawn Cameron en batería + Scott Lewis en voces, quienes han colaborado en la producción con Jason Suecof (que ya les ha acompañado en varios discos). Y bueno, a juzgar por el resultado, juntos han querido mantener el sello característico de Carnifex marcando cierto matiz en el elemento sinfónico, el cual había estado presente en álbumes anteriores de la banda pero acá evidentemente se encuentra más intencionado.

Lo dicho se aprecia de inmediato tras dar play al álbum, emerge 'Torn in two' y la bestialidad característica de Carnifex con esos violentos cambios estructurales se hace presente, pero lo dicho, que el retoque viene marcado por las atmósferas siniestras entre estrofas que busca generar el uso de teclados, algo similar a lo que intentarán desarrollar en 'Necromanteum' (la canción), donde los aires e influencia de Cradle of filth se vuelven bastante presentes. Entre estas sonarán cosas como 'Death's forgotten children' o 'Crowned in everblack' que no están mal pero si tiran del piloto automático por lo que inevitablemente se vuelven algo monótonas, cosa que no ocurre con 'The pathless forest', donde la banda retoma la diversidad, variando intensidades y armando pasajes sinfónicos, elemento que vuelven a explotar de manera gloriosa en algunos momentos de 'How the knife gets twisted', seguramente el tema más interesante (más no el mejor) en todo el álbum al conjugar momentos brutales con otros marcadamente melódicos. Por cierto, la pregunta es inevitable: ¿por qué no se permiten extender el solo más allá de quince míseros segundos? Incomprensible. 

Ese ida y vuelta entre lo sinfónico y un deathcore de manual acaba por ser el mayor pro y contra con que carga un disco como Necromanteum ya que la banda cuando se atreve a salir de la caja insinúan la capacidad de expandir su sonido de buena forma, como ocurre en la recta final en 'Infinite night terror' o en ese épico cierre a cargo de 'Heaven and hell all at once', sin embargo, salvo contados momentos Carnifex todo el tiempo parecen sonar encorsetados, como si no se atreviesen realmente a ir por más y temiesen romper con el deathcore, una etiqueta que da la sensación comienza a quedarles pequeña. ¿Otro ejemplo de lo mismo? 'Bleed more'

Por ahora la banda continúa regalando buen nivel e insinuando un crecimiento que es de esperar se decidan definitivamente a consolidar a futuro en lugar de insistir en estas medias tintas. 

¿Canciones? 'Infinite night terror', 'How the knife gets twisted' y 'Heaven and hell all at once'

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Carnifex:

sábado, 9 de diciembre de 2023

Dying Fetus: Make Them Beg For Death (2023)

 "Sin sorpresas..."

Bien sabemos a la hora de darle play a un álbum de Dying fetus por donde irá la cosa: un brutal death metal bien afilado dispuesto a aplastar nuestras cabezas. Y esto es precisamente lo que los norteamericanos pretenden entregarnos con su noveno álbum, por lo que la valoración de un disco como este dependerá básicamente de las expectativas del auditor pues acá no hay novedades respecto a sus antecesores inmediatos, al punto de que parece dar lo mismo ponerse el Reign supreme (2012), el Wrong one to fuck with (2017) o este nuevo disco, todos los álbumes parecen disparar con intensidad similar al mismo lugar. 

Nuevamente nos encontramos por tanto con diez canciones que rondan en total los cuarenta minutos de duración, una lista que digámoslo con claridad y desde ya: no falla. Porque puede que de mis palabras se deduzca el que estamos ante un mal disco siendo que no es así. Make them beg for death (by the way, de gloriosa portada) contiene todos los elementos que se le piden a una leyenda como Dying fetus, el problema es que todo se encuentra exactamente en su lugar, sin aderezos particulares, por lo que la sensación es la de estar sentado ante un plato exquisito pero que ya has comido antes tantas veces que no logras disfrutarlo como corresponde. 

De esta manera, el disco abrirá con efectividad mediante 'Enlighten through agony', donde encuentras velocidad, doble bombo, guitarras afiladas y un John Gallagher a tope, es decir, todo lo que quieres oír en un álbum de Dying fetus, el problema es que si te saltas gran parte del álbum y te vas a la recta final, pones algo como 'Raised in victory / Razed in defeat' seguida de 'Hero's grave', y no encuentras mayores diferencias. La fórmula "momento lento/pesado + aceleración" es recurrente acá, también aparece en 'Compulsion for cruelty' o 'Feast of ashes', entregando una sensación de constante deja vu. ¿Qué es el sello de la banda? Seguro. Pero lo cierto es que este trabajo lo puedes oír en orden aleatorio, alternarlo con canciones de otros discos (insisto, los de la última década) y no notas el salto, el paso del tiempo, el crecimiento que entrega la madurez, lo cual no es buena señal. 

He disfrutado de todas maneras el minuto cuarenta de brutalidad que entrega 'Throw then in the van' o algo como 'When the trend ends', que se acerca al groove metal aportando un pequeño momento de diversidad que se agradece. ¿Y el resto? Técnico, despiadado, bien ejecutado pero demasiado cuadrado y estructurado. Una máquina bien pulida pero que carece de sorpresa. 

¿Canciones? 'Enlighten through agony' y 'When the trend ends'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...

martes, 5 de diciembre de 2023

KK's Priest: The Sinner Rides Again (2023)

 "Plato recocido..."

No hay demasiadas sorpresas respecto a lo que K.K Downing y cía plantean en su segundo álbum. Tampoco habría porque esperarlas considerando el poco tiempo entre el debut y este trabajo, pero sobre todo porque la propuesta que el guitarrista trae bajo el brazo es conocida: desarrollar un heavy metal afilado que todo el tiempo tiene en mente el competir con su ex banda. Y no hay mucho más. 

Desde los títulos, conceptos hasta el sonido, prácticamente todo lo que oímos en estos cuarenta minutos de música posee reminiscencias a Judas priest. En dicho camino, hay ocasiones en que el asunto recurre al auto plagio con descaro, ¿y es que alguien podría negar la evidente similitud entre una canción como 'Rip of the whirlwind' y 'Freewheel burning'? ¿U omitir el evidente guiño en el título de 'One more shot of glory' (mecanismo al que ya habían metido mano bastante en el debut de 2021) así como lo hermanada que está en su sonido con 'Pledge your souls' al punto de que podrías intercambiar secciones entre ambas sin marcar diferencia alguna?. Y si bien estos asuntos los disculpamos en el debut, porque (digámoslo con todas sus letras) había ganas de ver hasta donde era capaz K.K Downing de llevar la sangre, para este segundo álbum el conjunto huele a plato re cocido. 

De todas maneras habrán momentos en que la banda, en su afán de transmitir la dureza de un sonido que, supuestamente, Judas priest ya no pueden entregar, regalan pasajes notables. Ahí tienes esa (soberbia) partida a cargo de 'Sons of the sentinel', con un Tim Owens imitando a Rob Halford en sus mejores tiempos vocales (era Painkiller) y un solo de guitarras que saca aplausos o la lograda épica de 'Keeper of the graves'Ahora, de igual forma, habrán también momentos en que se plagian a si mismos o nos cuelan derechamente relleno en piloto automático, me refiero a 'Hymn 66', 'The sinner rides again' o 'Wash away your sins', tres canciones que parecen ser demasiado cuando un disco tiene solo nueve. 

Como sea, KK's priest entregan acá un conjunto bien ejecutado, potente, de producción pulcra y que nuevamente convencerá a quienes están buscando este tipo sonido, sin embargo, ya con el factor sorpresa fuera de la mesa el trámite evidentemente pierde (bastantes) puntos. 

¿Está en su derecho K.K Downing de utilizar la marca Judas priest para mantenerse en gira? ¡Por supuesto! No será el primero ni el último en meter mano a un legado del que fue parte importante en el pasado, sin embargo, también estamos en derecho los auditores de buscar cosas más interesantes de oír. O al menos, más honestas. 

¿Canciones? ''Sons of the sentinel', One more shot at glory', 'Keeper of the graves'.

6,8 / 10
Cumple y algo más...


Otros discos de KK's Priest:
2021: Sermons of the sinner

lunes, 4 de diciembre de 2023

He Visto A... The Cure (30/11/23)

 "Autenticidad a prueba de todo..."

Con las noches junto a Beck y Pet shop boys aún en el cuerpo me dispuse a presenciar a The cure, el que en teoría sería el plato de fondo para esta gloriosa semana (pues si, fueron tres conciertos al hilo). Los ingleses habían debutado en Chile diez años atrás, en 2013, y aquella vez me lo perdí por lo que ahora no podía faltar. La cita era estadio de fútbol esta vez, es decir, cuarenta mil personas de capacidad, donde con diez a quince minutos de atraso de manera tranquila y sobria la banda apareció para abrir interpretando la inédita 'Alone' con un Robert Smith que decide pasearse por el escenario observando y saludando a la gente durante la extensa introducción, a la cual le sucederán tres hitazos dispuestos a encender motores: ´Pictures of you' + 'High' + 'Lovesong'. Desde ya la claridad del sonido llama positivamente la atención así como el estado vocal de Robert. Asuntos que con el correr del show solo incrementarían de nivel. 

Con el asunto en marcha, otra inédita y tremendamente melancólica: 'Nothing is forever', preciosa canción marcada por sus teclados (by the way, ¿el nuevo disco cuando?). Y desde acá, el show se armará por bloques, 'Burn' + 'Fascination street' inundaron de rock al estadio (¡impactante el sonido de ambas! afiladísimas las guitarras y un Jason Cooper enorme redoblando en batería), The head on the door (1985) fue conmemorado pues sonaron seguidas seguidas 'Kyoto song', 'A night like this', ´Push', 'In between days' y 'Just like heaven' (estas dos últimas muy agradecidas por el público con fervor) para luego hacer una pasada (la más espesa de toda la noche sin lugar a dudas) por sus primeros cinco años con canciones como 'At night', 'Play for today', 'A forest' + 'Shake dog shake', imposible no mencionar en estas el cuanto crecen en vivo respecto a sus versiones de estudio. Finalmente, la banda se retiró del escenario no sin antes haber traído de regreso las guitarras mediante una gloriosa versión de 'From the edge of the deep green sea' y nuevamente ir muy muy abajo con la inédita 'Endsong'.

A estas alturas del partido en lo personal me encontraba en shock, principalmente gracias al nivel del sonido. Me sentí absolutamente privilegiado de poder oír a una banda sonando a este nivel, tocando además lo que les da la gana tocar, desafiando constantemente al público y mostrándose siempre auténticos, algo que no cambiaría en el primer regreso de la banda al escenario, nuevamente con un tema inédito, 'It can never be the same', para luego regalar una maravillosa versión de 'Want' (el único tema que suelen interpretar del ijustamente denostado Wild mood swings de 1996), la atmosférica 'Plainsong' y otra eléctrica, 'Disintegration'

Tras una nueva salida del escenario llegarían las concesiones con el público y una seguidilla de hits dispuestos casi a modo de disculpas con una audiencia que se mostró paciente con cuanto gusto Robert Smith quiso darse durante las dos horas previas. Sonaron 'Lullaby', una juguetona 'The walk', 'Friday I'm in love', 'Close to me', 'Why can't I be you', y 'Boys don't cry', donde la gente cantó, sacaron los celulares, grabaron y bailaron, cerrando un show bien arriba en cuanto a ambiente. ¿Qué faltaron canciones? ¡Seguro! 'Hot hot hot' se habría agradecido en esa recta final, y cosas como 'A letter to Elise' eran un sueño que sabía era difícil de cumplirse, sin embargo, cuando una banda se entrega de esta manera, con tamaña autenticidad y nivel no puede haber queja posible. Otro sueño cumplido. Puedo morir en paz, vi a The Cure en plenas facultades.

Sonido: 10 (los momentos eléctricos fueron impresionantes)
Interpretación: 10 (Robert cantando a un nivelazo, no eludió ninguna nota. El resto de la banda ni hablar...)
Puesta en escena: 9 (Sobrio, pero el uso de la iluminación sumaba)
Complementos: 9 (las dos pantallas eran amplias y seguro facilitaron la visión de mucha gente que desde cancha veía cero. La pantalla tras la banda, sin embargo se encontraba tapada por elementos de la iluminación, lo cual entorpecía algo la visual).
Lista de temas: 10 (hubo repaso por todas las eras de The Cure, desde lo más antiguo hasta cuatro temas inéditos. Repertorio diverso y valiente).

9,6 / 10
Inolvidable.


sábado, 2 de diciembre de 2023

He Visto A... Pet Shop Boys (29/11/23)

 "Absoluta elegancia..."

Con el cuerpo aún conmovido por lo vivido veinticuatro horas atrás junto a Beck (yeah, la noche siguiente también tenía concierto) partí al Movistar Arena dispuesto a disfrutar con el synth pop de Pet shop boys. Esta vez era en un recinto completamente diferente (tres veces más grande, quince mil personas de capacidad) y también una ubicación distinta para mi, no iba a cancha sino que a una platea baja. Desde ahí, el primer bajón (intentaré explicar esto de la manera más didáctica posible, a ver si se entiende): lamentablemente mi ubicación mermó un tanto mi experiencia pues quedé ubicado en las butacas de atrás y el "techo" de la platea alta tapaba un tanto tanto mi visual como (y lo más importante) el audio, por ende, durante toda la presentación de la banda sentí que sonaba muy bajo, o digamos, no lo suficientemente alto. Y aquello lo sufrí con el comienzo del show. 21 horas en punto, Neil Tennant + Chris Lowe hacen presencia y ambos sin ningún apoyo dan la partida con el tridente 'Suburbia' + 'Can you forgive her' + 'Opportunities (Let's make lots of money)'. ¿El apoyo? Tras el dúo solamente una pantalla con ondas hipnóticas fluctuando y sobre el escenario hay poco movimiento, ambos integrantes de pie pero inmóviles, lo cual evidentemente es intencionado pero considerando el asunto del audio que me afectaba, que decir, la partida en lo personal me pareció algo débil. 

Fue recién con el cuarto tema, la versión de 'Where the streets have no names' (original de U2) y ese bis que hacen de 'I can't take my eyes off of you' (con el público en masa coreando el "I love you baby!"), cuando realmente sentí que la fiesta comenzó, me decidí a disfrutar a tope, bailarlo todo y olvidarme del tema del audio. Y bueno, desde ahí efectivamente el asunto no paró. Neil Tennant abandonó su rol robótico (Chris no, sabemos que con suerte gesticula) y ejerció de animador de la fiesta, por cierto, impresionante el que tras cuarenta años de carrera conserve intacto su textura vocal. Se sucedió luego un repertorio que hizo recorrido por toda la carrera de Pet shop boys, hitazos ochenteros como 'So hard', 'Left to my own devices', 'Domino dancing', 'What have I done to deserve it' o 'Always on my mind' intercalados con pasadas noventeras en 'Paninaro' (¡gracias!), 'Single/Bilingual' + 'Se a vida e' (se agradece el que recordasen un disco que quiero tanto como ese Bilingual de 1996) o 'New york city boy' (que fue una completa locura) + 'You only tell me that you love me when you're drunk' (en acústico) + 'I don't know what you want but I can't give it any more' del genial Nightlife (1999), y también algunos guiños a sus eras más recientes mediante 'Vocal' (exquisito desate electrónico), 'Monkey business' (de su más reciente álbum, por ende muy pocos la conocían) o 'Dreamland'. Entre tanto, la escenografía cambió varias veces y tres músicos de apoyo hicieron presencia (cooperando con percusiones) por lo que hubo mayor movilidad en el espectáculo.

Finalmente, una fría 'Go west' (no le dieron la fuerza me parece el tema ameritaba) y una ardiente 'It's a sin' (a esta si) comenzaron a anticipar el final, el cual llegó con una coreada 'West and girls' seguida de una emocionante 'Being boring', con un Neil absolutamente entregado al relato nostálgico respecto al paso del tiempo. 

¿Qué me faltó? Algo más de baile sobre el escenario. Hay temas que me parece lo ameritaban y en viejas giras el dúo ha metido bailarines al show. También una partida algo más eufórica y no tan fría. El resto, impecable. Un sonido exquisito, una sucesión de temas muy bien pensados que pusieron al público en total complicidad. Gran concierto por parte de una banda que no sabe del paso del tiempo.

Sonido: 7 (lo dicho, claro pero algo bajo)
Interpretación: 9 (Neil y la banda sonaron impecables. )
Puesta en escena: 8 (algo más de baile no habría venido mal)
Complementos: 9 (la pantalla cambió de lugar en varias ocasiones, se valora).
Lista de temas: 9 (el comienzo algo frio, solo eso)

8,4 / 10
Conciertazo.



viernes, 1 de diciembre de 2023

He Visto A... Beck (28/11/2023)

Un sueño hecho realidad. No podría calificar de otra manera lo vivido anoche junto a Beck y su banda. Veinticinco años llevaba esperando esto. El vocalista había venido pero siempre teloneando a otros (alguna vez a U2, a Blur o incluso a The police) y honestamente había perdido la esperanza de que viniese solo, por lo que en cuanto vi el anuncio meses atrás, pues no lo pensé un segundo. Nos merecíamos un show en solitario de Beck, donde repasase en extenso su diversa carrera y si a eso agregamos que este se realizaría en mi querido Teatro Caupolicán (el mejor recinto para vivir un recital en Santiago de Chile, digan lo que digan), que decir, las expectativas no podían estar más arriba. Finalmente llegó la fecha y aún con la ansiedad disparada a tope, el show estuvo por encima de lo esperado. Muy por encima.

El Teatro Caupolicán es un recinto pequeño, siete mil personas como mucho, por lo que donde te ubiques estás relativamente cerca del artista. En mi caso fui a cancha y tuve a Beck a dos-tres metros, lo cual me permitió evidenciar el primer punto a favor del concierto: ¡como lo vive el hombre! Efectivamente transmite ese bicho raro que es, con influencias de la música negra setentera sumado faceta folk/country. El caso es que a las 21.00 hrs en punto el artista apareció en escena: pantalón de cuero, chaqueta de tela + zapatos con plataforma. Un crack. 

La partida, sin embargo, se situó en otra dimensión. Beck entra caminando tranquilo al escenario, en completa paz y guitarra en mano sorprende a medio mundo con su versión de 'Everybody got to learn sometimes', coreada en masa por la multitud que sintió efectivamente que ese comienzo era un regalo del artista. Y desde ahí: la fiesta en pleno en un inicio cargado a clásicos noventeros como 'Devil's haircut', 'The new pollution' o 'Mixed bizness' + esas pasadas divertidas que fueron parte de Guero (2005) como 'Girl' o la contagiosa 'Que onda guero?'.

Vendrían luego momentos en donde el norteamericano suelta su faceta romántica/sexy en cosas como 'Nicotine & grave' o la soberbia 'Debra', instantes cargados a las guitarras que dieron espacio al exquisito pero subvalorado Modern guilt (2008) tocando 'Gamma ray', la seca 'Soul of a man' o la psicodélica 'Chemtrails' (con un juego de luces completamente ad hok), así como una pasada acústica que trajo al presente la melancolía del inolvidable Sean change (2002), del que sonaron 'The golden age' y 'Lost cause'

Finalmente y como era de esperar, la recta final trajo de regreso la dinámica, el baile y los saltos, yendo a lo que fue su simpático Colors (2018) mediante 'Dreams' + 'Up all night' para cerrar con clásicos de la talla de 'E pro', 'Loser' y 'Where it's at'La respuesta del público fue de tanta complicidad con el vocalista que este, visiblemente agradecido, decidió volver al escenario e interpretar en acústico una versión de 'True love will find you in the end' de Daniel Johnson (una canción de 1984 por cierto), cerrando así un show de aquellos que no paran, un concierto intenso tanto desde lo físico como lo emocional. Experiencia inolvidable para mi...

Sonido: 9 (algo bajo, un detalle)
Interpretación: 10 (Beck se lo bailó todo)
Puesta en escena: 10 (La banda completamente entregada, con integrantes que en lo suyo interactuaban con el público de todas formas)
Complementos: 10 (pantalla e iluminación aportaron en cada tema con una determinada atmósfera).
Lista de temas: 10 (el comienzo fue un regalo, y desde ahí una fiesta que no paró excepto para algún respiro de baladas).

9,8 / 10
Inolvidable.

Un dato. El concierto está grabado completo desde primera fila. Lo dejo acá por si alguien desea verlo:

martes, 28 de noviembre de 2023

Róisín Murphy: Hit Parade (2023)

 "Nada convencional..."

La vanguardia generalmente no paga, y bien lo sabe la irlandesa Róisín Murphy, quien desde el término de la mítica banda noventera Moloko ha dedicado sus energías a desarrollar una carrera que funciona bajo parámetros propios, completamente a espaldas de la industria. En ese camino lo más comercialmente accesible que ha publicado podría ser Overpowered (2007), sin embargo, desde entonces no ha abandonado sus ansias por indagar en distintos lugares aunque siempre "en la suya", entregando pocas concesiones incluso a sus seguidores. Su acercamiento a la música disco en el homónimo de 2020 fue nada convencional y este siguiente Hit parade tampoco lo es, en esta ocasión se ha reunido con el alemán DJ Koze para trabajar un álbum que desarrolla una electrónica bastante orgánica que conecta con el funk, el R&B y el house pero que en ningún momento se esfuerza por agradar respondiendo unicamente a las inquietudes de ambos artistas. 

De entrada el álbum declarará intenciones en la íntima 'What not to do', que regala un dúo vocal que se desarrollará en total calma sobre electrónica al punto de extender su tono introductorio bastante más allá de lo prudente (llega a los cinco minutos). En adelante se sucederán canciones que van a su ritmo, ya sea sosteniéndose sobre un beat reiterado en 'Coocool' + 'Hurtz so bad', o dándole mayor protagonismo a las guitarras, con mucha sutileza en la tranquila 'The universe' o yendo al funk en 'The house'. Se identifican coros en las canciones y más de alguna podría acercarse a lo que se entendería por un single, sin embargo, el factor común será la reiteración de una estructura y será más bien la riqueza de los arreglos el elemento que aportará diversidad.  Precisamente por lo anterior es que hace sentido que la carta de presentación para Hit parade haya sido una canción como 'Fader', aparentemente un "anti single" pero que resulta fascinante por donde se mire gracias a ese sabor in crescendo que muestra, sampleo incluido de 'Window shopping' de Sharon Jones & The dap kings

En su segunda mitad el disco comenzará a jugar sus cartas finales en una pasada infranqueable si lo que buscas serán sonidos inmediatos. Sonarán acá las más extensas del álbum (cada una ronda los siete minutos), abriendo de manera ascendente entre percusiones latinas en 'Free will', luego pasándose directamente el house en 'You knew' (con seguridad el momento más expuesto del trabajo y donde destaca ese tremendo "Tu sabías que tenía sentimientos por ti / Pero no quisiste ir conmigo / Sabías exactamente lo que me motivaba / Y creo que el disco lo mostrará...") y a la electrónica en plan Björk (la noventera) en 'Can't replicate', armando así un tridente en donde Róisín muestra todas las cartas y no escatima en gastos, volviendo el viaje imposible de atravesar si no es sumergiéndote de lleno en la experiencia propuesta. 

Finalmente, si algo se le puede achacar a Hit parade es su débil cierre, ahí tanto el trap de 'Two ways' como las atmósferas de 'Eureka' no pasan de la curiosidad, dejándonos un final algo frío para un álbum al que parecen sobrarle claramente esos minutos finales. De todas maneras, la experiencia que presenta Róisín Murphy en su sexto álbum no desentona en absoluto con su discografía, la mujer sigue mostrando unos ovarios inmensos a la hora de trabajar bajo sus propios términos. ¿Destinada a vivir en el anonimato? Seguramente. Pero su coherencia le honra. 

¿Canciones? 'Fader', 'Hurtz so bad' y 'You knew'

8,2 / 10
¡Excelente!

domingo, 26 de noviembre de 2023

Kylie Minogue: Tension (2023)

"De más a menos..."

Tras la aventura onda disco (algo oportunista, digámoslo) de Kylie en 2020 caía de cajón el que retornase de lleno al pop en un siguiente trabajo, ahora, lo que definitivamente nadie esperaba era que regresase con un golazo de single como 'Padam, padam' (que osa tomar prestado además el título de Edith Piaf), un hitazo contagioso, elegante y moderno, digno de sus mejores tiempos y al que lo único que se le puede "criticar" es que no le hayan sabido dar mayor intensidad en su recta final, acabándolo abruptamente tras el segundo coro cuando el tema evidentemente daba para mucho más. Lo interesante, sin embargo, es que la canción como adelanto supo dejar con gusto a poco, consiguiendo su objetivo: que nos interesáramos en lo nuevo de Kylie Minogue y verificásemos si tras décadas de carrera la vocalista podría ser capaz de impactarnos al nivel que veinte años atrás lo hizo. En dicha línea, Tension a momentos nos acerca a la premisa, grandes momentos encontramos acá aunque verdad sea dicha, inevitablemente el álbum acaba por conformarse con encontrar uno que otro hit y se dedica a cumplir con el resto dejando una sensación positiva en el global pero que inevitablemente va de más a menos.

Fuera de 'Padam', lo de 'Tension' (la canción) también es notable, otra donde la estructura sabe jugar con las pausas y el diálogo mecánico que Kylie propone (exquisito y sexy ese "Oh my god, Touch me right there / Almost there, touch me right there / Don't be shy, boy, I don't bite / You know where, touch me right there...") mientras que en 'Hold on to now' se centra en las atmósferas hipnóticas y funciona. Ahora, el resto seguirá sonando sólido aunque se limitará a tirar del manual, yendo directo a la disco en 'One more time', acelerando y acercándose al rock en la energética 'Things we do for love' o yendo a la balada en 'You still get me high', en una seguidilla que mal no está pero verdad sea dicha, queda corta al lado de lo que los temas principales que el álbum propone, por lo que este va volviéndose algo monótono mientras avanza recuperando algo de fuerza en '10 out of 10' seguida de 'Story', aunque no lo suficiente como para traer de vuelta el encanto de la primera mitad.

No da para afirmar el que Tension sea el gran regreso que Kylie Minogue prometía tras conocer sus adelantos, claro que no, pero si un álbum sólido que se las arregla para regalarnos tres a cuatro momentos que quedarán a fuego en la historia de la artista. Que no es poco.

¿Canciones? 'Padam, padam', 'Hold on to now' y 'Tension'. 

6,9 /10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Kylie Minogue: