jueves, 31 de marzo de 2022

Alt J: The Dream (2022)

 "Se liberan del debut..."

Ocurre en ocasiones, que el debutar tan bien acaba por ser contra producente para una banda. Conocemos muchos casos de artistas que jamás pudieron superar el impacto de su primer álbum y los británicos Alt-J con los años pasaron a ser un nombre más en dicha lista. Diez años han pasado desde el notable An awesome wave (2012), sin embargo, no es secreto el que tanto This is all yours (2014) como Relaxer (2017) fueron álbumes que, más allá de algún destello individual, supieron a poco entre quienes disfrutaron del debut de la banda (del resto ni hablar). Quizás por esto mismo (además de la pandemia, que también hizo lo suyo) es que para su cuarto álbum los Alt J han decidido soltar las amarras y la búsqueda del "hit" para simplemente dejar que el asunto fluyese por donde tuviese que ir. Y han hecho bien, The dream ha acabado resultando un álbum de tintes oscuros, plagado de momentos íntimos, muy loco en cuanto a letras + temáticas, pero rico y diverso en materia de arreglos. Un conjunto de doce canciones que lejos de funcionar como continuación más bien parece abrir nuevos caminos para la banda. 

De entrada seguramente el álbum espantará a varios. Suena una extraña 'Bane', donde sutiles guitarras impactarán con coros de multitudes, una interpretación vocal (muy) filtrada y una (des)estructura que no responde a patrones, fuera de una lírica en donde se declara amor eterno a la Coca cola ("En medio de la noche me levanto por ti...") y se realiza referencia a un sueño en donde un joven nada en una piscina mientras se la bebe (¿dije que la canción era extraña, no?). Sin embargo, la invitación es continuar el viaje pues desde acá se desplegará un diverso abanico de sonidos e influencias por el que vale la pena pasar.  

A la vuelta de la esquina llegará a nosotros el momento más ágil del trabajo con 'U&Me' (lo más parecido a un single que contiene el disco) seguida de la dinámica 'Hard drive gold', pero rápidamente este se internará en terrenos más desnudos, algunos en tono eléctrico como 'I'm happier when you're gone' (donde la banda le da en el texto una vuelta a la historia del 'Hey Joe' de Jimi Hendrix) o la oscura 'The actor' (contando la historia de un artista que viaja a Los Angeles a probar suerte pero que acabará sumergiéndose en un pozo de consumo y tráfico de cocaína) mientras que en 'Get better' la banda se despoja de grandes arreglos para darle total protagonismo a la historia que se narra: una hermosa declaración de amor y compañerismo en la enfermedad.  

La tendencia a la desestructura haciendo uso de delicadas armonías se retomará con fuerza en el nudo del álbum, particularmente en la brillante pasada por 'Chicago' + 'Philadelphia', la primera siendo pura elegancia con su ascendente incursión electrónica mientras que en la segunda harán presencia instrumentos de vientos, aunque estas acabarán por ser las últimas realmente atractivas del disco pues este lamentablemente se meterá en una línea cada vez más oscura para el cierre, destacando ahí los aires góspel de 'Walk a mile' o la tenebrosa 'Losing my mind', pero insisto, todo en unos quince últimos minutos que se vuelven en exceso pesados.

De todas formas, con su cuarto álbum Alt J han acabado definitivamente con el mito de su debut, simplemente olvidándose de este. Han construido un álbum atrevido, arisco a ratos pero en general interesante y por sobre todo libre. The dream se percibe como un perfecto punto aparte en la carrera de los ingleses y desde acá tendrán libertad para moverse a donde quieran.  

¿Canciones? 'The actor', 'Get better', 'Chicago'.

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de Alt-J:

domingo, 27 de marzo de 2022

Beach House : One Twice Melody (2022)

 "Contundentes y sofisticados como pocos..."

A diez años de la publicación de un álbum tan fantástico como Bloom (2012) no queda sino constatar el que desde entonces Beach house no ha hecho más que administrar la fórmula. Seguramente fruto de las expectativas fue que la publicación de dos discos como Depresion cherry y Thank you for you lucky stars acabaron por significar en 2015 un bajón para algunos de los que esperábamos con ansias un nuevo trabajo del dúo, y si bien con 7 (2018) la banda intentó salir un tanto del redil, la sensación de estancamiento (para bien y para mal) se mantuvo siempre presente. Básicamente la idea de que ya no volverían a encontrar el nivel que alcanzaron en 2012. 

El caso es que en este 2022 les tenemos de regreso mediante un álbum que se lanzó de a poco, con una serie de EPs que fueron viendo la luz desde fines de 2021 y que finalmente tenemos reunidos en un solo álbum. Once twice melody se presenta entonces como un extenso trabajo compuesto por dieciocho canciones y casi noventa minutos de música dispuestos a extasiar a cualquier seguidor. Lo increíble es que confirmando todo lo señalado en el primer párrafo, es decir, que este álbum no re inventa en absoluto el sonido de Beach house, si cabe mencionar el que vuelven a oírse inspiradísimos mediante un conjunto que suena a lo mismo, pero mejor...

Me explico. Musicalmente no hay sorpresas salvo el confirmar lo sofisticada que suena la fórmula que Beach house comenzaron a desarrollar quince años atrás. Las melodías están ahí, nadando entre ese mar de teclados y sintetizadores que la dupla tan bien sabe desarrollar, fuera del siempre singular relato de Victoria Legrand. Esto lo apreciamos de inmediato mediante las notables 'Once twice melody' + 'Superstar', aunque claro, como bien sabemos, el asunto se cocerá a fuego lento por lo que aquí hay que saber a lo que se va, teniendo claro que si entras buscando acción este no es el lugar donde la encontrarás, si no más bien un álbum de (preciosas) texturas donde la invitación es a entregarse y conectar. 

En un álbum tan largo evidentemente la banda ha metido de todo, ahí quisiésemos que ese solo de guitarra que incluyen en 'Pink funeral' durase incluso un poco más, sobre todo considerando el que se el álbum no encuentra momentos de alta intensidad sino que centra su poder en la emoción que provoca cada viaje en si mismo. Encontraremos momentos hipnóticos en 'Runaway', melancolía en 'ESP' (muy bonita esta) o en la acústicas 'Sunset' + 'The bells', joyas ocultas como siete minutos de 'Over and over' o la preciosa 'Illusion of forever', momentos maravillosamente luminosos en 'Hurts to love' (que tiene algo del clásico ochentero 'Neverending story' de Limahl) y otros bastante más oscuros donde meten electrónica dura como 'Masquerade' (¡vaya joya!) o regalando explosiones eléctricas en 'Only you know'. También se les irá la mano en cosas muy marca de la casa y más típicas como 'Through me', 'New romance' o 'Another go round' (en general hay una en cada EP que baja un tantito el nivel), aunque claro, teniendo en consideración el que cualquier cosa regular de Beach house suena más sofisticada que gran parte de lo que hoy oímos. Y no exagero...

Si alguien jamás ha oído a Beach house yo no le recomendaría comenzar por este Once twice melody, sino ir por el mencionado Bloom, quizás Team dream (2010), y luego venir acá por este álbum para constatar así aquello positivo que se ha mantenido y todo lo que se ha potenciado. Sabemos que por lo que hacen y el como lo hacen, Beach house es una banda destinada a vivir prácticamente en el anonimato, aquello, sin embargo, no les resta en absoluto méritos. Hoy suenan bastante consolidados y contundentes con un álbum que les trae de regreso a la primera línea. Candidato desde ya a ser uno de los discos del año. 

¿Canciones? 'Once twice melody', 'Superstar', ?ESP', 'Only you know', 'Hurts to love'.

9,2 /10
¡Brillante!

jueves, 24 de marzo de 2022

Tears For Fears : The Tipping Point (2022)

"Mirada honesta hacia el presente..."

Anticipé semanas atrás mediante el Tears for fears en 7 canciones la importancia de este acontecimiento, el regreso de la dupla Orzabal + Smith tras dieciocho años de silencio. Demasiado claramente, aunque algo propio de una relación llena de ripios desde prácticamente siempre. Han logrado finalmente limar asperezas y tras un par años de discusión interna, donde Curt Smith incluso en un momento abandonó el buque, ha salido humo blanco mediante diez canciones que resumen de buena forma el presente de la banda, sobre todo de Roland Orzabal, quien hace unos años perdió a su esposa, asunto que cruza transversalmente el espíritu del disco.

Ahí, el primer diagnóstico es claro: el álbum no suena a nada que hayan hecho antes, lo cual es todo un mérito. No significa esto que The tipping point venga en pleno 2022 a re inventar la rueda o algo similar, pero a estos genios hay que darles el que una vez más han sabido interpretar su momento sin necesidad de apelar al auto plagio ni a la descarada nostalgia para emocionarnos.

En dicho sentido algo ya anticipaba la fantástica 'The tipping point' (la canción), primer adelanto que conocimos del álbum meses atrás, un tema con toques electrónicos pero que de todas formas suena orgánico gracias a esa batería tan presente que meten, el juego de voces cercano que bien saben utilizar y un coro melódico/adictivo que ha convertido a la canción rápidamente en un verdadero neo clásico de la banda, digamos, algo que querríamos oír de todas maneras en uno de sus conciertos.

Antes y después de la mencionada aparecerá un tono reposado y reflexivo con el que la dupla ha querido declarar intenciones: este es un álbum de unos abuelos de sesenta años, pero unos muy pero muy cool (basta ver la pinta que Roland Orzabal estrenó para este álbum para comprobar lo que digo... ¡qué tipazo!). El caso es que 'No small thing' abrirá el disco en un a línea completamente acústica, siendo esta una hermosa declaración de amor (y madurez) que sabe encontrar en su estructura unas alzas de intensidad conmovedoras (ese "cause freedom is no small thing..." del 2:16 es un subidón de aquellos), mientras que 'Long, long, long time' recurrirá a voces más agudas, a la electrónica que marcará los tiempos y unos coros atmosféricos perfectamente logrados. Ambas son piezas delicadas que encontrarán excelente continuación en el pop de 'Break the man', la única canción en todo el disco que es claramente Curt Smith, y la única también que conecta en su tono acústico/melódico con los inicios de la banda.


De aquí en adelante, hay que decirlo, Roland Orzabal y su inmenso talento tenderá a consumir el álbum. Aparecerán en la Cara B del disco canciones de su autoría, algunas revelan ese espíritu (siempre) inquieto que ha caracterizado su carrera, como es el caso de 'My demons' o 'End of night' (similares en materia de arreglos a 'The tipping point', combinando rock y baterías electrónicas), mientras que la recta final traerá de regreso las baladas y tonos oscuros, aunque el trauma de The seeds of love (1989), el de las canciones largas y sobre cargadas, seguro Smith aún se lo cobra a Orzabal por lo que este solo se alarga en los seis minutos de 'Rivers of mercy', la más espiritual del trabajo claramente, mientras que en 'Please be happy' escribe a su fallecida mujer, en un mensaje que persigue la redención, hablando de su depresión y todo aquello que la llevó a la muerte.

El álbum cerrará con una re interpretación de 'Stay', canción que había aparecido en el compilado Rule the world: the greatest hits en 2017, y quizás por eso mismo fue injustamente ignorada por todos nosotros. Seguramente por eso acá han querido recuperarla en una versión algo más acústica, que no está mal pero francamente no aporta demasiado frente a la original.

Cerramos así un álbum sólido como roca. En su (esperado) regreso, Tears for fears dan palos por acá y por allá. The tipping point no es un álbum de electrónica ochentera, tampoco un disco de guitarras (es más, estas apenas aparecen). Es más bien un trabajo que mira al presente de manera honesta. Melancólicos a momentos, inquietos en otros aunque jamás olvidando su espíritu de banda pop. Ya tan solo la Cara A del disco, esas primeras cinco, resulta un golpe de madurez brutal e incontestable. La dupla pone la experiencia sobre la mesa y ahí, pese al paso del tiempo lucen inagotables. Que decir, sencillamente eternos.

¿Canciones? 'No small thing', 'The tipping point', 'Long, long, long time'.

8/10
Excelente.


Otras reseñas de Tears for fears:

lunes, 21 de marzo de 2022

30 Años De... Pantera: Vulgar Display Of Power (1992)

 "Golpe histórico..."

Los noventa dieron para todo y mirado a distancia es increíble constatar el como se abrieron puertas tanto en el mundo del pop como en el rock para acercar la música a nuevas audiencias. Dentro del metal, Metallica hizo lo suyo con su álbum negro, haciendo historia con mayúsculas, camino que también intentó abrazar Megadeth en su momento y tantos más, entre ellos: Pantera. Los de Texas venían de unos años ochenta marcados por el glam metal y donde su sonido era una especie de mixtura entre Kiss + Judas priest, con álbumes como Metal magic (1980), este con una de las portadas más sonrojantes en la historia de la música, Projects on the jungle (1983) y I am the night (1985) como exponentes. Terminando la década se incorporaría Phil Anselmo en las voces y las cosas comenzarían a cambiar, primero llegó un Power metal (1988) que avanzó hacia el hard rock para luego realizar el giro definitivo mediante el histórico Cowboys from hell (1990), el álbum con el que Pantera abandona el glam y se lanza hacia sonidos más duros que llegan para cambiar definitivamente la carrera de la banda, con nuevo sello discográfico además y producción a cargo del gran Terry Date.

Y bueno, dada la recepción obtenida por Cowboys from hell, donde la banda incluso tanteó terreno en áreas más comerciales mediante la gloriosa balada 'Cemetery gates', para un siguiente trabajo caía de cajón el profundizar la fórmula, que es lo que hacen en Vulgar display of power, abrazando definitivamente el groove metal y entregando uno de los trabajos más influyentes en la historia del metal. 

El álbum abre con un golpe que le hace honor a la portada,  'Mouth for war' de inmediato da muestras del poderío de los hermanos Abott, con Vinnie Paul en batería + Dimebag Darrell en guitarra siendo uno, y un Phil Anselmo agresivo en su punto en las vocales. El buen tino del álbum y el aporte de Terry Date aparece en las vueltas que la banda sabe entregarle a la estructura de una canción como esta, como lo que hacen hacia el cierre acelerando (3:07 en adelante), dando muestras del hambre que tenía Pantera por encontrarle el punto a la fórmula. A esta genialidad le seguirá una bajada de revoluciones, más no de intensidad, con 'A new level' y ese himno incontestable e inolvidable que es 'Walk', un clásico de proporciones que no necesita mayor presentación. 


En la idea de armar un disco diverso (mano de Terry Date... again) sonarán las violentas 'Fucking hostile', con Phil Anselmo dejándose la garganta en ese impresionante cierre, y 'Rise', entre las cuales aparecerá una oscura balada como 'This love', que persigue lo que 'Cemetery gates' fue en Cowboys from hell, aunque sin lograr el mismo impacto al redundar demasiado con el coro + riff. 

Ahora, siendo fieles a la verdad, la grandeza de un álbum como Vulgar display of power radica en el que Pantera logra dar con la llave que por aquellos años permitía acercar el metal a nuevos oídos, lo cual ya habían anticipado un par de años atrás y refuerzan acá con toda la primera mitad del disco, sin embargo, la Cara B de este resulta bastante olvidable. No es mala, pero deja la sensación de que lo mejor (o lo que se tenía por mostrar) fue entregado en la primera media hora de álbum. 

Finalmente, más que por ser un disco redondo (como si serían Painkiller de Judas priest o mismo disco negro de Metallica), la relevancia de este trabajo se encuentra en el impacto que generó, siendo pieza clave el metal que se desarrollo a fines de los noventa y posteriores dos mil. Hay mucha música que jamás habría sonado como sonó si no fuese por Vulgar display of power (y también Sepultura, digámoslo) y eso quedará siempre ahí, escrito con letras doradas en la historia.

¿Canciones? 'Mouth of war', 'Walk', 'Fucking hostile'.

8/10
Excelente.


Otras reseñas de Pantera:

Otras reseñas de Phil Anselmo:

jueves, 17 de marzo de 2022

Immolation: Acts Of God (2022)

"El peso de la experiencia..."

No vamos a venir acá a cuestionar el nivel de una banda como Immolation, amos y señores en esto del death desde hace décadas. Sobre todo considerando la racha que vienen sosteniendo durante estos últimos años, con una pasada por Majesty of decay (2010), Kingdom of conspiracy (2013) y Atonement (2017) que impacta por su nivel, el cual se ve corroborado en un trabajo como Acts of god. En este encontramos todos los elementos que los norteamericanos vienen ostentando disco a disco desde hace años: una técnica depuradísima, agresividad extrema, blasfemia y pesimismo en las líricas. Sin embargo, se me ha hecho largo...

Desde su primer riff el álbum desencadena una secuencia que conjuga ejecución y brutalidad como pocos saben. 'An act of god' es una bestialidad de canción con ese "Acts of cruelty, acts of shame / Acts of torture, ¡an act of god!" que retumba en los coros, y desde acá se sucederán una seguidilla de canciones que fluctuarán en sus tiempos, algunas como 'The age of no light' o 'Blooded' abrirán desatando de inmediato el caos para luego establecer algún tipo de desaceleración, esto a diferencia de 'Noose of thorns' (vaya maravilla de setenta segundos iniciales, ¡qué manjar!) o 'Shed the light' que entrarán en "calma" para más adelante iniciar la descarga de ira y violencia en el sonido. 

Esas idas y vueltas Immolation las maneja a placer y en ese sentido la banda hace sentir su experiencia, con un Steve Shalaty extraordinario en batería (cumple veinte años ya en la banda y no es exagerado mencionarlo como uno de los mejores dentro de la escena actual) y un Ross Dolan sensacional en las vocales, con una oscuridad en sus guturales que no saben de desgaste. 

El problema lamentablemente es que con las armas ya desatadas el álbum comienza a redundar en exceso entre canciones que insisten sobre la misma fórmula, con canciones todas de tres o cuatro minutos que vuelven al disco innecesariamente largo. 52 minutos... ¿para qué? Uno no es quien para decirles a estas leyendas que hacer y que no, pero algún tema instrumental interesante (no el minuto y medio que presentan en 'And the flames wept', que en realidad es una intro más que una canción propiamente tal) o alguna pieza más extensa que lo habitual pero rica en matices quizás habría colaborado en generar un álbum más redondo. Finalmente, toda esa pasada por 'Broken prey', 'Derelict of spirit', 'When halos burn' y 'Let the darkness in' me parece que aporta poco y nada a un global que con todo lo previo ya había logrado sonar a un nivel realmente enorme.

Tampoco es que Immolation necesiten a estas alturas darle una vuelta de tuerca a su sonido, son lo que son y ahí tampoco es que decepcionen. Acts of god es un nuevo álbum de alto nivel que se agrega a su intachable colección e insisto, tras treinta años de carrera algo así no es poca cosa...

¿Canciones? 'An act of god', 'The age of no light', 'Noose of thorns'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Immolation:

martes, 15 de marzo de 2022

Blood Incantation: Timewave Zero (2022)

 "Salen a tomar aire..."

Yo no me canso de repetirlo acá en el blog: si hay un género que ha logrado vivir un renacer espectacular, que se ha mantenido creativamente activo, diverso y vigente durante los últimos quince años, es el metal. Es un hecho. En la música extrema están quienes mejor tocan pero no solo eso, también quienes aún tienen ganas de transmitir algo con lo que hacen, quienes están dispuestos a romper barreras y generar mixturas. Blood incantation es prueba de aquello, un exponente más de esta (bendita) generación que no teme a la hora de mostrar sus influencias, las cuales provienen tanto desde dentro como fuera del mundo del metal, en un fenómeno que se viene reiterando durante los últimos años. Y si semanas atrás mencionaba como Wilderun acababan su más reciente disco covereando al Radiohead de Kid A, durante estos años también hemos visto al mismísimo Ihsahn versionando a Lenny Kravitz o a los mismísimos A-Ha. Así de colorido está el asunto. 

Ahora, pese a lo antes dicho, y por más increíble que parezca, aún hay seguidores del metal que siguen anclados en esa mentalidad añeja de dos o tres décadas atrás. Esto a propósito de la sorpresa que ha generado el tercer álbum de Blood incantation, compuesto únicamente por dos piezas (Io + Ea), separadas cada una en distintos movimientos. El disco escapa por completo al metal y se centra directamente en la generación de atmósferas, digamos, eso que los amantes de las etiquetas gustan llamar "ambient". Los norteamericanos han querido salir a tomar aire claramente, y por momentos nos recuerdan a Mogwai (sobre todo en la segunda pieza), aunque yendo más atrás encontramos ese sonido espacial de los Tangerine dream (escuchen Phaedra, 1974). 

Blood incantation ya habían anticipado su carácter de banda diversa, tanto en su debut Starspawn (2016) como en Hidden history of the human race (2018), álbumes marcados por contener pocas piezas (cuatro o cinco), donde cada una de estas desataban una estructura cuyo hilo conductor era efectivamente la generación de atmósferas, con el metal como hilo conductor claramente pero incorporando a la vez elementos progresivos o psicodélicos en el trayecto. Y bueno, con Timewave zero han decidido ir aún más lejos. Respecto a este, ambas canciones que se presentan son bastante monótonas, con una secuencia de teclados + sintetizadores que se reitera pero va subiendo y bajando en cuanto a intensidad. El sonido es bastante tétrico, a momentos perturbador, pero se deja oír sin problemas. 

Queda instalada la incógnita, sin embargo, respecto al futuro. ¿La aventura terminará acá? ¿Para el siguiente álbum Blood incantation retomará la senda extrema o más bien intentarán conectar esos dos mundos en una obra aún más compleja y ambiciosa? El tiempo lo dirá...

6/10
Bueno, se deja oír...


Otras reseñas de Blood incantation:

domingo, 13 de marzo de 2022

Amorphis: Halo (2022)

 "Contundencia que no sabe de tiempo..."

Siempre es complicado tener claro que esperar de una banda veterana como Amorphis, quienes tras treinta años de carrera han sabido construir una fórmula que no sabe del paso del tiempo y que, sin ir demasiado lejos, generó consenso cuatro años atrás mediante el sólido Queen of time (2018). En esa misma línea les tenemos de regreso en este 2022, explotando una fórmula conocida pero que sigue funcionando sin problemas, un death melódico marca de la casa que incorpora suficiente instrumentación como poseer un toque de diversidad distintivo y que continúa, pese a los años, siendo marca de calidad.

Lo dicho, que si vienes siguiente la carrera de Amorphis, nada de lo que acá suena huele a novedad, sin embargo, el gancho con el auditor continúa ahí presente. Las claves están puestas en una nítida producción que permite disfrutar del retumbe de una batería que luce en todas las canciones, así como los múltiples arreglos que la banda incorpora (sobre todo en las secciones medias de las canciones), los cuales van desde el uso de sintetizadores ('The moon'), cítaras o incluso el característico teclado Hammond en ciertos pasajes ('Northwards'). En cuanto a lo vocal el disco se paseará constantemente por vaivén de siempre, con guturales en las estrofas y voces limpias en los coros ('Windmade', 'A new land'), encontrando un álbum de melodías atractivas donde realmente podrías destacar cualquiera de estas, pues todas funcionan. 

Quizás el disco se vuelve algo repetitivo en sus 55 minutos de duración pero de todas formas el nivel está, dando cuenta de una banda que luce asentada en sus dinámicas pero aún lejos de la sorpresa continúan sonando contundentes.

¿Canciones? 'Northwards', 'On the dark waters', 'The moon'.

7/10
Muy bueno

jueves, 10 de marzo de 2022

White Lies : As I Try Not To Fall Apart (2022)

"Entregados a su arista más dura..."

Durante la pasada década, poco a poco, disco a disco, los británicos White lies fueron escapando del sonido explosivo de sus dos primeros dos álbumes, los notables To lose my life (2009) y Ritual (2011), para dar paso a texturas elegantes y cuidadas en términos de armonías y arreglos, entregándole mayor relevancia a los teclados o a guitarras por lo general limpias. En dicho sentido, Big TV (2013) fue un álbum que encontró un equilibrio, sin embargo, posteriormente algunos elementos fueron quedando a un lado del camino, principalmente el gancho y la fuerza de las canciones, algo que se evidenció con claridad en Friends (2016) y en menor medida en Five (2019). El caso es que tal parece que la banda ha sabido tomar nota y para este, su sexto álbum, se han lanzado en la búsqueda de un conjunto más potente, a ratos crudo, donde la batería y guitarras han sido tratadas como nunca antes en la carrera de los ingleses. 

En este sentido, este nuevo álbum desata sus armas lentamente. Sin ir muy lejos, abren con 'Am I really going to die', donde en el riff se acercan bastante a lo que harían unos Franz Ferdinand hoy en día, por ejemplo, aunque White lies saben equilibrar en estrofas y coro con teclados por lo que el resultado suena propio y contundente. De igual forma encuentran perfecta conexión mediante la sólida 'As I try not to fall apart' (la canción), que es de lo más contagioso que han compuesto en una década con un sólido trabajo de baterías que aporta un exquisito elemento dinámico, seguida de la balada 'Breathe', donde (¡al fin!) dan con una balada que impacta en los coros, fuera de sonar interesantes todo el rato en términos de arreglos, para finalmente ir cerrando la Cara A con 'I don't want to go to mars' entre guitarras que van a ir al frente en estrofas + coros, conectando de manera clara con los explosivos tiempos de Ritual (2011), en una clara demostración de que si en todos estos años no han ido por acá es porque simplemente no han querido...  

Ahora, si lo anterior estaba bien, donde si el disco comienza a romper en serio, a marcar diferencias y desbordarse, es en los casi siete minutos de 'Roll december', con una batería que se siente con fuerza todo el tiempo y sucias guitarras que nuevamente van en la clara búsqueda de recuperar la arista más rock de White lies, aquella que parecía haberse extraviado entre la sutileza de sus antecesores, de hecho, el parón que realizan a los 5 minutos de canción, dando paso a un riff seco y punk, es algo que jamás habían hecho. 

Con las cartas sobre la mesa y la idea de que lo más potente del álbum ya fue expuesto, sonarán en el nudo de este un par de medios tiempos que (sin ser malos temas) se conforman con cumplir, como 'Step outside' o 'Ragworm', sin embargo, As I try not to fall apart aun irá por más al entregar momentos realmente desafiantes y enormes en su segunda mitad, principalmente en la recta final. Esta abrirá con 'Blue drift', una donde la banda pareciese no agotarse en el intento de explotar al máximo el potencial del tema entre estallidos que se suceden (es hermoso lo que hacen a los 3 minutos de canción), seguida de 'The end', que es melancolía evidentemente muy The Cure (en modo 'Plainsong' con ese mar de sintetizadores que meten al comienzo), para cerrar con 'There is no cure for it', que impacta con una primera mitad contenida que acaba por desatarse entre (nuevamente) sucias guitarras y una energía a momentos descontrolada que deciden además acabar de golpe, en un cierre sorpresivo para el disco.

Salvo una que otra excepción, Harry McVeigh suena bastante contenido en las vocales, cediendo protagonismo a las atmósferas que la banda ha pretendido entregar esta vez. Ahí, se han lanzado hacia la arista más rock y dura de White lies, una que hasta ahora les desconocíamos. Hay muchos momentos memorables en estos cuarenta y siete minutos de música, momentos que ciertamente les reinventan aunque sin que esto signifique sacrificar su identidad. Continúan siendo ellos, la elegancia y los teclados aún están, pero rompen de golpe con el camino que venían transitando al alejarse del pop y la sutileza de los arreglos. En este crudo camino han encontrado el mejor disco de su carrera, el primero que huele a otra categoría...

¿Canciones? 'As I try not to fall apart', 'Roll december', 'Blue drift'.

8,5 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de White lies:

martes, 8 de marzo de 2022

Corpsegrinder : Corpsegrinder (2022)

 "Juega a la segura..."

Ante todo, llama la atención la publicación de un álbum en solitario de George Fisher. Primero porque el mítico Corpsegrinder cuenta con proyectos paralelos donde ha podido desenvolverse a lo largo de estos años (Paths of possesion o Serpentine dominion), y segundo porque junto a Cannibal corpse acaba de publicar álbum en pleno 2021, un Violence unimagined que contó además con excelente recepción por parte seguidores y crítica. El disco de todas formas vive ya entre nosotros, son diez canciones en media hora de duración y, digámoslo, tampoco viene mal el disfrutar de un buen trabajo de death metal puro y duro, que muestra a Fisher en plena forma vocal y con una producción de lujo (me encantó como suena el álbum) que permite su lucimiento. 

La duración habla ya de un disco directo, que apuesta a la segura, y así también lo hace la partida con 'Acid vat' (con participación de Erik Rutan) + 'Bottom dweller', demoledoras y eficaces ambas, a las cuales se les sumarán más adelante cosas como 'All souls get torned' o 'Crimson proof' (aunque esta da un giro en sus últimos treinta segundos), sin embargo, donde más he disfrutado el disco es cuando este baja un tanto las revoluciones y ralentiza los tiempos, me refiero a 'On wings of carnage' (muy disfrutable), 'Death is the only key' o 'Master of the longest night', aquellas encargadas de aportar diversidad en un trabajo de mucha fuerza, bien ejecutado aunque claro, no cuenta en absoluto con el poderío técnico que Cannibal corpse viene ostentando en sus más recientes trabajos, algo que se evidencia con mucha claridad en cosas como 'Devoured of souls' o 'Defined by your demise', muy simples ambas.  

George Fisher nos deja así un disco que no se entiende del todo que pretende, pues en lo musical suena bastante tradicional e incluso lleva a pensar/lamentar el porque estas canciones no se pulieron junto a su banda para ser explotadas de mejor forma. Puede que el objetivo sea meramente comercial y ahí, el disco seguro triunfará pues dejará satisfechos a los fans del vocalista y del género. 

¿Canciones? 'Acid vait' y 'On wings of carnage'.

6,5/10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de George Corpsegrinder Fisher:

Otras reseñas de Cannibal Corpse:

sábado, 5 de marzo de 2022

20 Años De... Muse: Origin Of Symmetry (2001)

 "Fascinante rock barroco..."

Veintiún años en realidad, pero qué más da. Aunque me haya pasado por algunos meses, nunca estará demás hablar del segundo álbum de Muse, sobre todo considerando que los ingleses han publicado música semanas atrás y prometen un álbum para 2022. 

Pero antes, comencemos haciendo historia:  En aquel entonces no era fácil verlo pero los de Matt Bellamy disfrazaban sus intenciones. Esto pues mediante un par de álbumes cargados a las guitarras, psicodelia y con vocación grandilocuente nos llevaban a creer que apostaban por ser la nueva esperanza del rock, a ser la alternativa ante un numetal que por entonces continuaba devorándose todo. El tiempo, sin embargo, acabaría demostrando que la ambición de Muse estaba puesta nada más ni nada menos que llegar a los grandes estadios y espectáculos extravagantes, donde la música más que un fin funciona como un "medio para", digamos, hacer el relevo de lo que alguna vez fue Queen o Kiss, U2 o los Rolling Stones. Y bueno, lo lograron, que eso es lo que hoy son Coldplay, Rammstein y efectivamente Muse

El giro definitivo llegaría en 2003/06 con la publicación de Absolution + Black holes and revelations, pero antes tuvimos a Showbiz (1999) y este Origin of the symmetry que hoy nos ocupa, dos discos que dan muestra de la búsqueda que la banda estaba desarrollando previo a que calibrasen sus recursos, dos álbumes desatados, de grandes ambiciones y exagerados como solo Matt Bellamy podía ser por aquel entonces. Basta oír la partida a cargo de 'New born' para entender lo que escribo. Una intro de piano + voz que tras minuto y medio se estrellará entre guitarras para continuar con una notable descarga de intensidad, velocidad y energía que se extiende por seis minutos, en una tendencia a la exageración que volverá a vivirse en piezas como 'Space dementia' (que abre cual pieza de música clásica y cierra entre fanfarrias, o bien avanzado el disco en la pasada por 'Micro cuts' + 'Screenager', en la primera llevando los agudos de Matt Bellamy al extremo y en la segunda bajando los tiempos entre guitarras acústicas. 



Por lo mismo, ante esta tendencia al barroquismo viene bien un complemento más breve y efectivo en canciones como 'Bliss', que entra trotando con toda su atmósfera espacial y fantástico coro, 'Hyper music' o 'Plug in baby', todos momentos en donde el formato banda de rock (guitarra + bajo + batería) luce y se toma el escenario entre estructuras directas, temas de tres minutos y coros de buen gancho. Son todas canciones perfectas para saltar y cantar en un concierto, mientras que donde se alargarán será con algo como 'Citizen erased', intentando dar con su ópera rock en siete gloriosos minutos que suben y bajan a placer. 

Como detalle estará la extensión del disco, casi una hora (55 minutos para ser exacto) que en su recta final se hace sentir. Ahí, la jugarreta de 'Feeling good' (versionada por decenas de artistas, pero original de Nina Simone allá por 1965) queda bastante bien (y ha hecho historia en esta sensual versión rock) pero cosas como 'Darkshines' o 'Megalomania' sobrecargan un álbum que de por si ya era sobre cargado. Como siempre cuando la propuesta es contundente, ocho a diez canciones habrían sido suficientes.

De todas maneras, en 2001 Muse se anotaban en Origin of symmetry como una realidad a disfrutar y vivenciar. Con el tiempo nos romperían la ilusión y dramáticamente el corazón pero de todas formas siempre quedará este álbum como muestra de lo osados que algunas vez llegaron a ser. En tiempos donde todo se volvía muy blanco o negro, Muse se planteaba como un delicioso y atractivo punto medio, aspecto que en sus siguientes dos discos intentarían explotar para luego perderse en el abismo de la intrascendencia. Pero todo aquello será motivo de futuras reseñas...

¿Canciones? 'Bliss', 'Citizen erased', 'Plug in baby'.

8,5/10
¡Excelente!

martes, 1 de marzo de 2022

Eddie Vedder: Earthling (2022)

"Desata sus intereses como nunca antes..."

Con Pearl Jam en evidente crisis creativa, centrándose básicamente en sus espectáculos en vivo pero con muy poco que decir en estudio desde hace más de una década, tocaba el que Eddie Vedder intentase en solitario revivir a su fiera interior, o al menos revelar sus inquietudes, que es lo que ha acabado por hacer en Earthling, en colaboración con Andrew Watt (productor de Ordinary man de Ozzy Osbourne), Chad Smith en batería (de Red hot chili peppers) y el mismísimo Josh Klinghoffer en guitarra. En ese camino, al histórico vocalista hay que darle el que ha entregado un conjunto que efectivamente pareciese conectarlo de manera franca con su momento, trece canciones en casi cincuenta minutos de música donde Vedder encuentra luces y sombras pero por sobre todo desata sus intereses como me atrevería a decir que nunca había hecho en su carrera. 

Pero vayamos a la música. Ahí, se agradece el que Eddie abandone del pozo melancólico que venía desarrollando junto a Pearl Jam ('Yellow moon' o 'Future days' de Lightning bolt , 'Retrograde' o 'River cross' de Gigaton) y se lance sobre melodías algo más optimistas, acertando en 'Invincible' como partida, un canto esperanzador que de cierta forma lo reinventa. De ahí en adelante el disco oscilará entre medios tiempos bastante bonitos y amenos como 'Long way' (donde su admiración por Tom Petty se vuelve evidente) o 'Fallout today', además de piezas donde apunta al rock, a veces pero en versión inofensiva, estilo 'Power of right', 'Brother the cloud' o 'The dark' (cositas de Bruce Springsteen acá) y en ocasiones acercándose al filo que alguna vez ostentó junto a Pearl jam (porque no todo va a ser renegar de su banda madre), lo cual ocurre en la pasada por 'Good and evil' + 'Rose of Jericho' (algo del alma de viejas glorias como 'Whipping', 'Brain of J' o 'Lukin' se huele en estas). 

Párrafo aparte merece el mejor momento que Eddie Vedder encuentra en el álbum: la absolutamente hermosa 'The haves' (directo al playlist de mejores canciones 2022). En esta el vocalista reflexiona (en modo 'Just breathe') respecto al paso del tiempo y la insatisfacción constante, declarando completa entrega a su pareja mediante preciosos arreglos llenos de melancolía. Un verdadero momentazo

En la recta final el disco Vedder acabará por desatarse, primero en la curiosa colaboración con Stevie Wonder en la harmónica de una inquieta 'Try', luego en la melódica 'Picture', con presencia de Elton John, para finalmente ponerse muy McCartney en la beatlesta 'Mrs. Mills' (con Ringo Starr en batería y homenaje a la pianista Gladys Mills) y acabar sampleando a su padre en una fantasmal 'On my way'

Es altamente probable que en una primera pasada un disco como Earthling acabe decepcionando a muchos. No es Pearl Jam y salvo un par de momentos, no huele ni parecido. Sin embargo, la invitación es a no juzgar tan rápido y seguir ahí. Por sobre todo estamos frente a un álbum honesto que lentamente despliega su belleza. El mejor disco de Vedder en solitario y, digámoslo, inmensamente más interesante que cualquier cosa realizada durante la última década junto a sus habituales compañeros de ruta.

¿Canciones? 'Invincible', 'Good and evil', 'The haves'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!