domingo, 24 de marzo de 2019

Dido : Still On My Mind (2019)

"Regreso en calma y absoluta plenitud..."

A dos décadas de su exitoso debut de 1999 (si, corresponde reseña de aniversario para No angel este año) la cantautora inglesa Dido está de regreso con el quinto álbum de su carrera. Y si, que la rubia vocalista se toma su tiempo para editar cada nuevo trabajo, en este caso fueron seis años de silencio entre Girl who got away (2013) y esta nueva entrega, lo cual nos lleva a pensar que lejos de aquella tentativa tendencia a mantenerse vigente a como de lugar, Dido se encuentra entre aquellas artistas que vuelven a nosotros cuando efectivamente creen tener algo relevante que decir.

Aquella idea, la de presentar algo con forma y contenido se percibe a lo largo de los 45 minutos de duración que exhibe Still on my mind, un disco que huele a Dido todo el tiempo, con aquellos característicos ambientes de dulzura y calma que suele crear la vocalista, pero que al mismo tiempo se da el gusto de ir un tanto más allá con la ayuda de elementos electrónicos dignos de destacar. Nos encontramos así en la partida con un tema como ‘Hurricanes’, que danza sobre la tranquilidad de un par de acordes para acabar despegando entre maquinitas. Un verdadero temazo que desde ya se agrega al playlist de lo mejor que habremos oído durante 2019. De igual forma los aciertos continuarán apareciendo en el camino, primero en la sutil ‘Give you up’ (con ese coro en donde Dido nos recuerda su capacidad de lograr tanto con muy poco) y luego con ‘Hell after this’, que incluirá trompetas entre sus arreglos y abrirá la puerta a ese lado más perverso (y humano) de la vocalista con ese exquisito “si me voy al infierno y no recordaré tu cara tras esto, lo disfrutaré mientras pueda...”

Este ir y venir, entre la balada sensible/desnuda y el pop bien construido volverá a mostrar presencia en la pasada por ‘You don’t need a god’ + ‘Take you home’ mientras que ‘Some kind of love’ retomará a la Dido clásica sobre una guitarra acústica. Más adelante el álbum continuará mostrándose disfrutable aunque claro, la sensación de repetición resultará inevitable pese a que la pasada por ‘Friends’ + ‘Chances’ funciona en total perfección.

No sabemos cuanto se tomará Dido para una siguiente entrega, sin embargo, mientras sus regresos continúen poseyendo este grado de honestidad y calidad, bienvenido será la cantidad de tiempo que la artista desee tomarse. Por lo pronto, nos quedamos con este regalo para disfrutar un largo rato... aunque el mundo no se entere.     

3.5 : Muy bueno!

viernes, 22 de marzo de 2019

Weezer (The Black Album, 2019)

"Cancioncitas..."

Hay que decirlo: tras una mirada inicial, esta nueva entrega de los norteamericanos de Weezer pintaba realmente mal. Los antecedentes no respaldaban además a la oferta, el superficial Pacific dream (2017) y un mediocre álbum de refritos lanzado en enero del presente año antecedían la edición de este "álbum negro" y anticipaban la búsqueda de un sonido extremadamente ligero, asunto que se ha corroborado con el álbum entre nosotros. Nos encontramos así frente a un disco que se muestra desde sus primeros acordes y arreglos como el álbum más meloso en la carrera de la banda (lo cual es bastante decir), plagado de coros repetitivos, adornado constantemente por baterías electrónicas y una producción que pretende sonar moderna. Ahora, pasado el chaparrón de las primeras escuchas resulta justo mencionar que el álbum posee tantos altos como bajos regalando instantes que en su simpleza resultan atractivos aunque claro, otros dan una pereza terrible.

Desde el título esto huele a timo, ellos lo saben y nosotros también. Asociar al color negro su álbum más luminoso a día de hoy no deja de tener gracia, así como los fraseos en español de 'Can´t knock the hustle' acompañados de mariachis que abren el disco. De igual forma la dinámica de ‘Living in L.a’ (donde se disfrazan de Maroon 5) , la simpática ‘I’m just being honest’ o los guitarrazos de ‘Too many thoughts in my head’ (la mejor del todo el disco para quien escribe) regalan una pasada que por si sola hacen que el experimento valga la pena de ser revisado. Y si, que en ‘High as a kite’ o ‘Piece o cake’ se les ha ido la mano con la sencillez , que el cierre a cargo de ‘California snow’ es realmente insípido y ‘Zombie bastards’ suena como un intento fallido de hacer algo diferente pero con todo, momentos agradables encontramos en el álbum, suficientes como para (aún) no perder todas la fe en los de Rivers Cuomo.

Sabido es que a Weezer muy en serio no hay que tomárselos, que ni ellos mismos lo hacen. También el que la agrupación no se caracteriza por trabajar demasiado su sonido, que lo de ellos siempre ha sido el rock simplón y (ridiculamente) melódico. De aquello abusa este “black álbum”, para bien y para mal. Esta vez han querido adornar el álbum de un pop descarado, han querido hacer un Colors de Beck ... sin poseer la genialidad de Beck, y bueno, por ende hemos de conformarnos (una vez más) con dos o tres canciones a incluir en el playlist de la banda. 

6 / 10
Bueno, cumple.




Otras reseñas de Weezer:
2019: The teal album 
2016: The white album
2014: Everything will be alright in the end

domingo, 10 de marzo de 2019

Dream Theater : Distance Over Time (2019)

"Recuperan terreno recurriendo al manual..."

A tres años de la agotadora experiencia que resultó ser The astonishing, ese intento de Dream theater por abarcarlo absolutamente todo mediante un ambicioso pero evidentemente excesivo álbum conceptual, los estadounidenses regresan con un disco que recula y evidentemente intenta navegar lugares comunes de la banda en la búsqueda de seguramente satisfacer a una masa de fans ansiosa por oír al Dream de antaño. El resultado no podríamos criticarlo con dureza, en Distance over time encuentras aquello que efectivamente muchos buscan en un álbum de Dream theater, es decir, rock progresivo técnicamente prolijo, a veces melódico y en ocasiones más cercano al metal pero de todas formas un disco cuidadosamente pensado y ejecutado, dispuesto (una vez más) a devorarse a cuanto individuo se atreva a insinuar el que la banda está agotada. Aunque claro, una cosa es lo que se desea proyectar y otra la realidad...

En ese sentido, si bien el disco abre con dos temas muy melosos y reconocibles como 'Untethered angel' y 'Paralyzed', rápidamente desenfundará el cóctel de estructuras cambiantes tras la aparición de 'Fall into the light' (probablemente el tema mejor logrado del álbum)una que abrirá a toda velocidad para tras tres minutos sacar el pie del acelerador y regalar una exquisita melodía a varias guitarras. El asunto funciona, no cabe duda, pero digámoslo: nada nuevo bajo el sol. De igual forma 'Barstool warrior' con sus siete minutos vuelve a reiterar la fórmula: parada a medio tema, un piano y vamos retomando lentamente la velocidad hasta finalizar muy arriba. Dream theater prepara cada tema receta en mano y claro, lo hacen bien, aunque tras cada minuto transcurrido se les vea más y más el plumero. Tampoco habrán quejas con 'Room 137', ahí encontraremos un puente/coro efectivo, un solo limpio y cargado de rock & roll además de un James LaBrie pasado por varios filtros pero que convence, como de igual forma la oscuridad que ronda en 'S2N' resulta atractiva, pese a que esta lamentablemente sea interrumpida por un coro absolutamente típico que resta puntos al resultado.  

Entrando en la recta final el disco irá quedándose sin fuerzas. Aparecen los casi diez minutos de 'At wit's end', que pretende ser la pieza más ambiciosa del disco pero que francamente (pese a su duración) sorprende muy pero muy poco, la balada 'Out of reach' que tampoco emociona demasiado y para cerrar otro tema compuesto con manual en mano, 'Pale blue dot', cerrando así un disco que tiene sus momentos aunque en otros carece de chispa y frescura. 

Distance over time funciona como esa persona que forzadamente intenta demostrar a todo el mundo lo plena que se encuentra, no entendiendo que aveces menos es más y basta un poco de frescura para irradiar alegría verdadera...

6/10
Bueno, cumple...


Otras reseñas de Dream Theater:
2016 : The astonishing
2013 : Dream Theater

sábado, 9 de marzo de 2019

20 Años De... Eric Clapton : Pilgrim (1999)

"Poderosa exploración..."

Hora de hablar de una leyenda, de una viviente además. Me refiero al gran Eric Clapton, quien tras una relevante carrera como guitarrista, siempre cercano al rock y al blues, decidió entregarse a la exploración mediante un álbum tremendamente personal, íntimo y fascinante. 

Quien diría que tras la edición del notable Journeyman (1989) pasarían diez años sin que Clapton editase un álbum con material inédito. Y es que claro, entre medio mucha agua pasó bajo el puente. En lo artístico la muerte de Steve Ray Vaughan y en lo personal la trágica pérdida de su hijo de cuatro años lo sumergieron en un pozo del que solamente la música podía rescatarlo... y así fue. Un álbum Unplugged (1992) grabado para la cadena MTV y un disco de refritos bluseros en 1994 dieron cuenta de una inevitable realidad: el rock era cosa del pasado para el inglés. De ahí que los aires que se respiran en este fantástico Pilgrim ("Peregrino") no sean sorpresa en absoluto, temas donde priman los ambientes íntimos, las guitarras sutiles e interpretaciones muy cercanas, con una producción que colocó la sentida voz de Clapton en un primer plano pero donde además encontramos un factor sorpresa no menor: el coqueteo con las maquinitas y las baterías electrónicas. Todo este cóctel transforma la experiencia en un viaje realmente especial y que a veinte años de distancia resulta emocionante volver a visitar. 

El disco abre con todo un hit noventero: 'My father's eyes', hermosa pieza pop marcada por un exquisito slide sobre el cual Clapton reflexiona respecto a la paternidad y se conecta con aquel progenitor que nunca conoció (no olvidemos que su padre lo abandonó antes siquiera de haber nacido). El alejamiento volverá a ser tema durante distintos pasajes del álbum, en los siete melancólicos minutos de 'River of tears' o en la íntima pasada por 'Pilgrim' (la canción) + 'Broken hearted', ambas marcadísimas por las baterías electrónicas y guitarras que con acompañan con elegancia. El experimento continuará tomando forma con el lento pasar de la eléctrica 'One chance' seguida de la acústica 'Circus' (dato curioso, tanto esta como 'My father's eyes' fueron compuestas por Clapton para el Unplugged de 1992 pero finalmente excluidas de aquel registro para ser trabajadas con posterioridad) para cerrar la primera mitad con la excelente 'Going down slow', adaptación de una joya de 1941 original de St. Louis Jimmy Oden


Lejos de comenzar a meter relleno, la cara b de Pilgrim abrirá con esa pequeña joya que es 'Fall like rain', pieza con ribetes country donde se enlazan de gran forma sonidos acústicos y eléctricos, para luego dar paso al segundo refrito que contiene el álbum, 'Born in time', original de Bob Dylan. Nuevamente Clapton abordará su amor por el blues en 'Sick and tired' mientras que 'Needs his woman' volverá a colocar a las interpretaciones vocales en un primer plano sobre acordes acústicos y coros gospel muy bien ejecutados. Entrando en la recta final aparecerá el rock de 'She's gone', que quizás se percibe algo débil en la repetición una y otra vez de su coro, la nostalgia de 'You were there' e intimidad de 'Inside of me', donde los coros femeninos volverán a acompañar de gran forma una sensible interpretación (tanto vocal como instrumental) de Clapton, cerrando de gran forma un álbum marcado por la emoción y honestidad de un interprete que sin lugar a dudas tenía algo que decir en aquel lejano 1999. 

Pilgrim fue en su momento un disco injustamente despreciado por la crítica y olvidado tras el paso del tiempo pero que en su revisión continúa trayendo al presente las honestas intenciones por parte de un Eric Clapton que en estas catorce canciones volcó su alma y creatividad, regalando un producto contundente y que pese al barniz de modernidad que intentó ostentar derrochó identidad.

Búsquenlo, escúchenlo, disfrútenlo... no se van a arrepentir.
4.0 : Excelente!

domingo, 3 de marzo de 2019

Overkill: The Wings Of War (2019)

"Acelerador a tope..."

Una verdadera leyenda del metal está de regreso, hablamos de Overkill, quienes con Bobby Ellsworth y D.D Verni a la cabeza continúan tras más de treinta años de carrera mostrándose en pleno estado creativo. Sin ir más lejos, con  The wings of war (su álbum número diecinueve) han decidido acelerar a fondo y marcar diferencias respecto a su antecesor, el buen The grinding wheel (2017). Y es que si dos años atrás entregaron un conjunto de temas de amplia duración y mucho peso, en 2019 han optado por la velocidad y un thrash realmente directo que seguro dejará contento a quienes gustan de un metal dispuesto a machacar cerebros. 

Y es que acá no hay medias tintas, desde la incesante cabalgata que proponen los casi seis minutos de 'Last man standing' el álbum declara intenciones: este pretende sonar demoledor echando mano a una fórmula conocida por la banda pero que continúan manejando a placer. Es así como 'Believe in the fight', con esa exquisita parada + cambio de velocidad a los dos minutos, seguida de la tremenda 'Head of a pin' regalarán guitarras afiladas y a un Ellsworth que vocalmente no parece entender del paso del tiempo (los gritos que lanza al final de esta última son realmente demenciales, de otro planeta). Los trabalenguas vocales y los redobles incesantes continuarán apareciendo en 'Batshitcrazy', otro tema que da muestras de una banda que domina el estrofa/puente/coro a la perfección y será recién con la llegada de 'Distorsion' cuando el disco se abrirá a entregar una bien lograda baja en las pulsaciones.   

Hasta el cierre de su primera mitad no existen problemas con The wings of war, sin embargo, no todo será perfecto ya que entrando en su segunda mitad este comenzará a dar muestras de su principal (y único) defecto: la redundancia y extensión innecesaria (algo que ya les había ocurrido en 2017). Y es que si bien el arranque lleno de energía que propone 'A mother's prayer' se agradece y disfruta, el álbum poco a poco comenzará a dar señales de agotamiento en su fórmula. Sin ir más lejos, 'Welcome to the garden state' y su sonido punkoide me parece podrían habérsela ahorrado o quizás haberla dejado como un cierre ya que temas como 'Where few dare to walk' o 'Out on the road-kill' huelen a relleno en cada uno de sus segundos, lo mismo con el cierre a cargo de 'Hole in my soul'...

Cerramos así un álbum cuyo punto positivo es la descarga de energía que regala (en ese sentido, The wings of war es el disco que Metallica sueña pero ya no puede componer) pero que falla al mismo tiempo en la monotonía en que tiende a caer en medida que avanza. Sobran acá al menos dos a tres temas, lo cual es bastante decir para un álbum que en su primera mitad al menos no tiene desperdicio. Con todo, Overkill continúa mostrándose vivo y con hambre suficiente como para seguir adelante defendiendo su legado con dignidad.

6/10
Bueno, cumple. 


Otras reseñas de Overkill:
2017 : The grinding wheel