jueves, 28 de noviembre de 2013

U2 // Ordinary Love

Cinco años de espera para recibir esto. Si, sabemos que "Ordinary love" no es técnicamente lo nuevo de U2, ya que la canción solo pertenecerá a la banda sonora del film "Mandela: Long way to freedom" y el nuevo disco de los irlandeses debería estar viendo la luz en abril de 2014 (esperamos el promocional para febrero), sin embargo, preocupa el pobre nivel que la banda muestra en la actualidad. 

"Ordinary love" estaría bien como un lado b de Keane o Coldplay pero incluso para el U2 de los últimos 10 años es pobre.  ¡Qué tímido suena The Edge esta vez! ¿Donde se ha quedado aquel guitarrista que 20 años atrás marcaba pauta dentro del mundo del rock? Y ese final, cuanta carencia de fuerza en los últimos 30 segundos de canción... en fin, para que seguir, solo nos queda cruzar los dedos y esperar que esta olvidable canción no tenga nada que ver con lo que U2 nos tiene preparados para el 2014. 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Remember de hoy: La oscuridad de los 90's


Tras el auge del grunge, a comienzos de los 90's, la oscuridad se puso de moda. Fueron muchos los que quisieron conectar con aquello llegando a vivir mutaciones impresionantes. La lista es larguísima pero el remember de hoy quisiese dedicarlo a cinco que con el paso del tiempo me siguen impresionando por su antes/después. Todos estos casos además se dieron en 1995.  Boy George tratando de sonar industrial (ver para creer), Duran Duran de los visos dorados a las guitarras, Simple Minds intentando ser U2, George Michael de las calzas color rosa al negro lleno de melancolía y , por supuesto, Madonna pasando del la parada virginal a la mujer madura y erótica en tan solo 3 o 4 años. 

Una especie de "quien te viera y quien te ve..." ¡Que lo disfruten!






jueves, 21 de noviembre de 2013

Bunbury: Palosanto (2013)

Aún sumergido en la autocomplacencia 

En palabras del mismísimo Bunbury, tanto Hellville de luxe (2008), Las consecuencias (2010) como Licenciado Cantinas (2011) fueron álbumes que miraban hacia atrás e intentaban rescatar las influencias que motivaban su música. A diferencia de aquello, Palosanto vendría a ser un álbum que trataría del presente, tanto temática como musicalmente. En algunos aspectos estoy de acuerdo con el autor, existen elementos en este nuevo trabajo que marcan diferencias con lo que venía realizando recientemente. Se mantiene la (siempre) excelente producción y la lírica notable por un lado pero por otro se aprecian elementos novedosos, el tono contingente y de actualidad o interpretaciones vocales que se alejan de las exageraciones, en ese sentido (al fin!) Bunbury se dedica a cantar y no a imitarse a si mismo como venía haciendo desde hace rato. Todos estos elementos convierten a Palosanto en un disco interesante, sin embargo, no siempre los esfuerzos de un autor encuentran la inspiración precisa y aquello siento que acá ocurre. 

En el intento de no repetir el plato y de reencontrarse con su presente, Bunbury nos entrega un disco confuso que peca en la falta de cohesión. Me explico, el álbum se divide básicamente en dos segmentos, una primera parte de corte social (que llega hasta el noveno tema) en donde lo escuchamos muy comprometido (más que nunca) con la contingencia política y una segunda fase más clásica e íntima. En general el tono del álbum es reflexivo, primero hacia afuera y luego hacia adentro, el problema es que ambas secciones no tienen mucho que ver entre si y producen un contraste demasiado evidente, ahora, esto no sería tan incómodo si las canciones en su contexto funcionasen, lo cual solo ocurre a goteos. 

La partida del álbum, por ejemplo, lenta y poco atractiva. El formato es de banda rock tradicional (vuelven las guitarras, batería y banda) pero a "Despierta" le falta ira, le falta garra para ser un verdadero llamado a la subversión y la pasada por "Más alto que nosotros solo el cielo/Salvavidas/Los inmortales" es demasiado espesa, las letras resultan interesantes pero musicalmente los temas son muy planos, falta algún quiebre en las estructuras por lo que las canciones, sin ser malas, acaban agotando. "Prisioneros" marca la primera pausa del disco y curiosamente es de lo que mejor funciona en esta primera parte. Una balada muy sentida, que parece ser sacada del repertorio de Las consecuencias pero que logra conectar. A partir de acá el álbum comienza a funcionar y vive sus mejores momentos gracias a la apocalíptica "Habrá una guerra en las calles" , la rockera "Destrucción masiva" y la íntima "El cambio y la celebración". La primera parte del trabajo cierra con "Hijo de Cortés", un buen salud "con chelas y pisco" dirigido la hermandad entre los distintos países, con menciones a Fujimori y Pinochet incluidas.  

La recta final del álbum cambia el tono e incluso el sonido que este venía sosteniendo. "Mar de dudas", la melancólica "De verdad lo siento", "Nostalgias imperiales" y "Plano secuencia" suenan más clásicas dentro de lo que es el repertorio de Bunbury. Lamentablemente el tono nuevamente se vuelve muy espeso y lento, de manera que el final a cargo de "Causalidades" y "Todo" nuevamente agota. Me queda la sensación de que el hombre quiso meter al disco todo lo que tenía (nada nuevo en todo caso, a la mayoría de sus discos le sobran temas) con la intención de darle contundencia pero terminó logrando precisamente lo contrario. 

Palosanto con 4 o 5 temas menos, sin ser brillante, era un mejor disco. Además, la promesa de entregar un álbum más actual creo que se queda a medias cuando en la última parte de este volvemos a escuchar los mismos guiños de siempre. Creo que Bunbury se propuso el realizar un álbum de metas más exigentes que los anteriores, un álbum donde no le cantase todo el tiempo al personaje pero en el global no lo logró. Se extrañan sus tiempos realmente osados, una semana atrás, luego de mucho tiempo me puse Radical sonora (1997) y como lo disfruté... 

6 / 10 
Bueno, cumple.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Sepultura: The Mediator Between Head And Hands Must Be The Heart (2013)

En caída libre hacia el desencanto

Siempre defendí la valentía que mostró Sepultura tras la partida de Max Cavalera. Y si bien los primeros discos de aquella nueva etapa no me convencieron (ni Against, Nation ni Roorback me enganchan hasta el día de hoy), si me merecía respeto el que los tipos siguiesen adelante guiados por una potente convicción musical y no, como tantos otros, solamente por el valor de la marca. Ahora, luego de aquel vacilante comienzo la agrupación encontró en el notable Dante XXI  (2006) y el aceptable A-lex (2009), los mejores momentos de la banda durante esta etapa con Derrick Green en las voces. En 2011 llegó Kairos (ya sin Igor Cavalera en la batería), un disco correcto que dejó de lado la experimentación para adentrarse en sonidos más directos y este 2013 nos encontramos con un álbum que mantiene aquella linea e incluso pretende sonar más extremo aún, The mediator between head and hands must be the heart (primera y ultima vez que escribo el maldito título) debe ser el disco que posee más guiños al death metal de los inicios de Sepultura, el problema es que el álbum peca en donde mismo pecó Kairos, es decir, al intentar ser más directo, el sonido de la banda pierde diversidad y con el correr de los temas se vuelve tremendamente monótono. 

Lo mejor del trabajo está en lo brutal que suena la partida. "Trauma of war" y "The vatican" son dos temas increíbles en donde Eloy Casagrande (el reemplazante de Igor en batería) se luce realizando un trabajo extraordinario y Derrick Green logra llevar sus registros al extremo. Más adelante el álbum insistirá sobre temas veloces y densos, todos en la misma dirección por lo que cuesta encontrar matices, destacan, por ejemplo, los interesantes juegos de percusiones en "Manipulation of tragedy" o las pausas que presenta "Grief" pero en general el disco no presenta variedad, limitándose básicamente al abuso del doble pedal y al peso que entregan las guitarras de Andreas Kisser

Ni Kairos ni este nuevo álbum son malos de plano, el problema es que se visualiza un agotamiento y una falta de ideas que espanta. Algo similar a lo que le ha ocurrido a Max Cavalera con el nuevo disco de Soulfly, no alcanza a quedar completamente claro lo que persiguen con cada nueva entrega...

5 / 10
Monótono


Reseñas anteriores de SEPULTURA:

martes, 12 de noviembre de 2013

Electrodomesticos: Se caiga el cielo (2013)

¡Al fin!

El misticismo que en Chile ha generado el nombre de Electrodomesticos me parece muy propio de aquellas bandas que duraron poco. La banda liderada por el siempre singular Carlos Cabezas editó solo dos discos durante los ochentas pero estos bastaron para marcar un camino dentro de lo que fueron las corrientes alternativas de ese entonces y dejar de paso el mito instalado, muchas bandas de hecho los han citado como principal influencia (un ejemplo: Lucybell) . A partir de la separación (en 1992) Carlos Cabezas se dedicó durante años a vivir del nombre, colaboraciones varias, uno que otro disco en solitario (siendo El resplandor de 1997 su obra más destacada) y la eterna promesa del regreso de su banda madre. Finalmente en 2004 Electrodomésticos volvió de la mano de La nueva canción chilena, un álbum cargado a la experimentación, material muy "intelectual" pero que básicamente resumía ideas de distintos períodos de la banda por lo que como conjunto pareció no fluir de manera adecuada y sonar más bien a mera masturbación. El caso es que en este 2013, a nueve años de aquel fallido regreso me parece que Se caiga el cielo transmite la sensación de ser el verdadero regreso de Electrodomésticos a la escena... ¡Al fin! 

Efectivamente, en este cuarto álbum de la banda se percibe una composición coherente y que funciona como continuo. En este sentido el disco nunca se empantana, lo cual se agradece. Los ambientes son intensos y aquello se aprecia desde la partida a cargo de "Se caiga el cielo" (la canción), con muchos juegos vocales, guitarras y baterías electrónicas que motivan a seguir escuchando. En una línea similar, donde la dinámica acelera y contagia se moverán más adelante temazos como "Fe de carbón" (de lo mejor del disco) o las inquietas/robóticas "Solo nombrar" , "Malvados" (donde recurren a la electrónica como elemento clave) o "La muerte que te vio nacer" (otro momentazo del álbum). Por cierto: el trabajo en baterías de Edita Rojas es exquisito en cada uno de esto temas e incluso me atrevería a decir que parte importante del atractivo sonido que posee el álbum es debido a su labor

En otra arista del álbum se encontrarán medios tiempos y baladas donde la banda abraza atmósferas en ocasiones hipnóticas ('Corazón'), industriales ('No me digas') o íntimas, destacando cosas como "Detrás del alma", "Donde sueñas", "No me digas" o "Besar adios". En general, como mencionaba anteriormente, el disco es diverso, interesante y funciona. Los tipos se han concentrado en equilibrar la experimentación con componer grandes canciones y vaya que lo han logrado. Probablemente este sea el mejor disco chileno de este 2013, un álbum que siento que llega para reivindicar a Electrodomésticos y sobretodo la figura de Carlos Cabezas, un tipo que sin este disco me tendía a parecer tremendamente sobre valorado...

8,5 / 10 
¡Excelente!

viernes, 8 de noviembre de 2013

Arcade Fire: Reflektor (2013)

Víctimas de su propia audacia

No vamos a descubrir hoy lo inclasificable que resulta ser Arcade Fire, una banda de la que normalmente no se sabe bien que esperar. Debutaron en grande con Funeral (2004) , el cual de acuerdo a mi opinión debe ser junto con In rainbows (2007) de Radiohead el mejor disco de la década pasada, pero a partir de ahí los tipos jamás se han estancado, para bien y para mal. Algunos habrán disfrutado más o menos con sus siguientes discos (Neon bible/2007 y The suburbs/2010) pero nadie puede desconocer el que Arcade fire es una de esas agrupaciones que trabaja sin concesiones y funciona bajo sus propios moldes. De ahí que el bicho raro que nos acaban de entregar como nuevo disco no debería sorprendernos en absoluto, lo tomamos o lo dejamos, pero Arcade fire no compone pensando en el que dirán, asunto que esta vez se ha visto expuesto al máximo. 

Y bueno, con Reflektor me parece que han terminado siendo víctimas de su propia audacia. Es un disco doble que no daba para tal, un álbum que con 15 minutos menos habría resultado fantástico, con 3 o 4 canciones menos habría sido candidato claro a disco del año pero lamentablemente no ha sido así, los tipos han decidido lanzar todo a la parrilla y han terminado saturando un trabajo que durante su primera mitad se percibía como fabuloso. 

Ya conocíamos desde hace un tiempo "Reflektor" (la canción), un tema increíble. Un single de 7 minutos cargado al baile, con teclados, guitarras, vientos e incluso un David Bowie metiendo lineas por ahí, simplemente perfecto. El disco abre con ella y continua con la excelente "We exist", más cargada al rock y muy efectiva en su mensaje directo contra la exclusión de minorías sexuales ("Ellos están de rodillas rezando / Rogando por favor que no existamos / Pero existimos..."). Hasta acá, todo impecable, sin embargo, un giro brusco (y primera señal de que algo acá no anda bien) llegará cuando sonidos tropicales se tomen el álbum mediante la dupla "Flashbub eyes" + "Here comes the night time", una pasada excesiva por donde se mire y que quizás, solo quizás, como experimento puede que le alcance para funcionar. Por esto mismo, viene muy bien el que tras estas suene algo más tradicional como "Normal person" + "You already know", ambas son puro rock, la primera eléctrica y dinámica, la segunda más acústica pero las dos dejan al álbum bien parado. Finalmente, la primera parte cierra con los cambiantes ambientes de "Joan of arc", otro notable momento donde la banda sabe jugar con los tiempos, cerrando así treinta y cinco minutos de música donde, más allá de algunos reproches, Arcade fire continúan mostrándose fieles a si mismo, con hambre creativa y alcanzando más de algún momento realmente brillante. El problema vendrá de aquí en adelante... 



La segunda parte del disco abre con "Here comes the night time II", dos minutos que aportan bastante poco pero que se entienden como una especie de introducción para lo que sonará a continuación: los excesos. "Awful sound" , "It's never over" y "Porno" deben ser los 18 minutos más eternos y desesperantes que he vivido en largo tiempo. Eterno, no hay otro término que defina mejor este pasaje del álbum. Lento, espeso, monótono, los tipos se masturban frente a nosotros y pretenden que a aquello le llamemos arte. Del final del disco a cargo de "Supersymmetry" ni hablar, otro chiste de mal gusto. El letargo en el que cae esta segunda parte del álbum solo es interrumpido por esa maravilla cargada synth pop que es "Afterlife" (donde la dupla Win Butler + Regine Chassagne luce como nunca en el disco), el exclusivo momento de lucidez que acá se presenta y el único oasis en el desierto que logra conectar de manera coherente con la primera parte del disco. Lamentablemente seis minutos no alcanzan para rescatar treinta por lo que el disco finaliza dejándonos una extraña sensación, como cuando algo se arruina de un momento a otro sin que lo vieses venir. 

No se puede calificar un disco por lo que pudo haber sido. Reflektor es un disco doble, con doce piezas de las cuales tres o cuatro son fantásticas, un par cumple y cinco son un experimento imposible de llevar y disfrutar,  todos estos concentradas además hacia el final del álbum por lo que el viaje resulta incompleto. Sin embargo, con Arcade fire no hay derecho a queja, tal como dije en un comienzo, los tipos en este álbum siguen siendo lo que siempre han sido, solo que esta vez la jugada no ha cuajado.

¿Canciones? 'Reflektor', 'We exist', 'Afterlife'.

5,9 /10
Irregular.



Reseñas anteriores de ARCADE FIRE

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Monster Magnet: Last Patrol (2013)

Vuelta en gloria a las raíces

En google, cuando colocas "Monster" el sistema te auto completa con "high", "inc" o cualquier cosa menos "magnet". Si, definitivamente la historia ha sido injusta con Monster Magnet, Dave Wyndorf y sus secuaces merecieron mayor crédito, claro que si. Sobretodo considerando lo que hicieron en los 90's.

Quizás se desubicaron (¿o se adelantaron?), el mundo del rock tenía los ojos puestos en el grunge y el metal vivía años confusos, años en donde todos querían experimentar y nadie pensaba en mirar hacia las raíces. Por esto, una banda cargada al stoner y a la psicodelia (con mucho de Black Sabbath en su sonido) no llamó demasiado la atención. Supongo que esta baja acogida provocó el que la banda optase a mediados de década por virar su sonido hacia un hard rock más melódico con los álbumes Dopes to infinity (1995) y Powertrip (1998). Aparecieron las luces, las mujeres, el rock and roll, toda la frivolidad de Las Vegas y la rotación de videos como "Negasonic teenage warhead", "Powertrip" o la exitosa "Space lord". Fueron los cinco minutos de fama de Monster Magnet ya que a partir de ahí la banda transitó en la confusión, con colapso incluido de Dave Wyndorf (en 2006) a causa de su abuso con las drogas. Hoy, cuando menos nos lo esperábamos y como quien emerge desde las profundidades, los tenemos de regreso con un álbum soberbio y que retoma de cierta forma las raíces musicales de la agrupación. De vuelta a la psicodelia, al rock espacial y a todo lo que alguna vez convirtió a Monster magnet en un bicho especial dentro de la escena.

El comienzo del álbum es teatral. Una cuerda y la dramática voz de Wyndorf marcan el ritmo de "I live behind the clouds", la banda completa entrará en unos minutos y se desatará completamente la escena. Es una gran partida que se ve perfectamente complementada con los 9 minutos de "Last patrol",  un golpe de intensidad que se pasea por diferentes estados y da señales del alto nivel compositivo que Wyndorf aún muestra. Los últimos cinco minutos de canción son un caótico viaje en ácido en donde las guitarras entran y salen a gusto. Insisto, un temazo, de lo más alucinante que he oído en este 2013. Posteriormente sonará una versión de "Three king fishers", un tema original de 1966 del cantautor escocés Donovan (un claro exponente de lo que fue la psicodelia sesentera), es una buena versión ya que respeta los aires orientales de la original añadiendo elementos propios de hard rock. Luego "Paradise" retoma el tono dramático de un inicio aunque esta vez en acústico mientras que la dupla "Hallelujah" / "Mindless ones" son puro rock y desgarro, sobretodo "Mindless ones", otro momentazo del álbum pero que lamentablemente se ve algo empañado por el estado vocal de Wyndorf, de hecho la voz en "Mindless one" se le va literalmente al carajo. Hay que decirlo, el hombre luce y se escucha agotado, demostrando que los excesos se pagan (las malas lenguas afirman que los tratamientos de desintoxicación a la Alejandro Sanz lo tienen así de gordo). 

La recta final del disco es algo irregular. Suenan dos acústicas, "The duke (of supernature)" y "Stay tuned", la primera me dice bastante poco pero la segunda gracias a su tono personal logra cerrar adecuadamente el álbum, ahora, entre ellas aparece "End of time", otra joya que durante casi 8 minutos llena de rock y energía que levanta el disco sin problemas. Nos quedamos de esta manera con un gran álbum de Monster Magnet, de un nivel que hace rato no le oíamos, lleno de guiños a sus comienzos y con una carga de honestidad tremenda. Dave Wyndorf , un grande en vida, aunque el mundo no se entere.

8/10
Excelente.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Andrés Calamaro: Bohemio (2013)

Con el filo intacto

A tres años del decepcionante On the rock (2010) tal parece que Calamaro sintió el golpe, por lo que este 2013 lo tenemos de regreso con un sólido trabajo que no pretende inventar nada nuevo y juega a la segura trayendo de vuelta lo que mejor el hombre sabe hacer: cantar desde el trasnoche y la experiencia del derrotado. De esta manera el cantautor recupera el verso que desde hace muchos años no desarrollaba de manera tan convincente. Seamos claros eso si, este nuevo disco no posee la extraordinaria crudeza de Honestidad brutal (1999), la valentía de El salmón (2000) o la variedad sonora de La lengua popular (2007) pero dejando las odiosas comparaciones de lado, Bohemio logra transmitir sensaciones y con aquello nos damos por pagados. 

Desde sus primeros acordes Bohemio se plantea como un álbum honesto y desnudo. En tono de agradecimiento abre la acústica balada "Belgrano" y de inmediato presentimos por donde van los tiros. Mucha sinceridad, excelentes letras y un constante tono reflexivo serán el común denominador a lo largo del disco. Del desencanto a la esperanza, de la mirada nostálgica hacia el pasado a la resignación frente a la muerte y así, el álbum es un constante ida y vuelta con el que resulta imposible no enganchar. Insisto, es el Calamaro de siempre aunque esta vez lo percibimos mucho más contenido que en otras ocasiones, como si el tipo se hubiese propuesto el componer un buen disco de pop, sencillo y efectivo pero que al mismo tiempo mantuviese intacta la esencia del artista. 

Hablando de las canciones, nos encontramos con la vocación melódica y comercial en "Cuando no estás" (una especie de "Te quiero igual" actualizada) , en los coros de "Rehenes" o en las guitarras de "Inexplicable" mientras que la intimidad, melancolía y la mirada hacia el interior llega con las excelentes "Tantas veces", "Bohemio" (la canción) o "Nacimos para correr". El disco vive buenos momentos en gran parte de sus escasos 35 minutos de duración , sin embargo, de igual forma se siente algo débil para el final, a las dos últimas ("Dentro de una canción" y "Doce pasos" ) les falta fuerza dejándonos una sensación de salida algo amarga, como si al disco le hubiese faltado un buen remate. 

Mirando el vaso medio lleno habría que afirmar que Bohemio funciona, conecta con quien oye y seguramente será una grata experiencia para quienes siguen al buen Andrés, ahora, siendo un poco más exigente podría criticarse la excesiva simpleza que posee el álbum. De todas maneras siempre viene bien tener de regreso en buena forma a un grande... 

7/10
Muy bueno.