martes, 31 de marzo de 2020

Pearl Jam : Gigaton (2020)

"Una falta de sabor que ya se vuelve tendencia ..."

De 2013 data el anterior álbum de Pearl jam, un Lightning bolt que en lo personal me dejó una sensación de insatisfacción que acabé disculpando por que "¡vamos! que es Pearl Jam, una leyenda viviente del rock a la que le podemos perdonar un álbum discreto e irregular". Y no solo un álbum. A Pearl jam efectivamente les podremos perdonar cuanto fallo quieran cometer porque la historia ya se encuentra escrita y aquello nada podrá borrarlo. Y así fue como muchos miramos el vaso medio lleno con Lightning bolt, un álbum inferior a Backspacer (2009) pero que al menos nos regaló canciones enormes como 'My father's son', 'Sirens' o 'Pendulum'. Además, no existe discografía extensa que no patine en algún momento, que la inspiración sabemos pasando a una segunda década de existencia llega a goteos y esto es perfectamente normal. Sin embargo, uno habría esperado que tras siete años de silencio la banda fuese capaz de volver en forma en este 2020, asunto que no ha ocurrido y digámoslo, resulta algo frustrante, más aún considerando los adelantos que habíamos conocido de Gigaton: una juguetona y curiosa 'Dance of the clairvoyants' sumado a una sólida 'Quick escape', donde la banda se percibía fresca a la hora de abordar su sonido. Y si, que entre estas conocimos también el rock simplón de 'Superblood wolfmoon' pero ante ella (again) miramos al horizonte aferrándonos a la esperanza que nos entregaron las dos anteriormente mencionadas. 

Sin embargo, con el disco entre nosotros el bajón resulta imposible de disimular. Nos encontramos frente a un nuevo álbum de Pearl jam de manual y la sensación de que llevamos escuchando practicamente el mismo disco desde hace quince años golpea de frente. Y ojo que no tengo problema en que una banda entrando en su tercera década de existencia comience a repetirse (todos amamos a ACDC o a Motorhead, y no cualquiera puede ser Radiohead), el punto es que esa repetición contenga magia, ahí radica todo...

Pero vayamos al disco. Ahí el asunto abre como Pearl jam viene haciendo desde hace rato, es decir, con dos temas directos. El problema es que disco a disco este tipo de canciones vienen siendo cada vez peores. Lo que en 2006 fue 'Life wasted / World wide suicide' , en 2009 'Gonna see my friend / Got some' y en 2013 'Get away / Mind your manners' en esta ocasión es 'Who ever said' + 'Superblood wolfmoon', dos canciones que caen de cajón y que salvo por el exquisito subidón que insinúa la primera en su minuto final es muy poco lo que acaban entregando. Más adelante tendremos otras canciones en esta linea terriblemente predecible, 'Never destination' y 'Take the long way', ambas muy débiles, siendo solo 'Quick escape' la única que aporta frescura al rock que contiene Gigaton

Y si las guitarras ya no se les dan uno esperaría que en una versión más reposada la banda lograse conectar algún gancho, pero no es así. 'Alright' pretende entregar una atmósfera similar a lo que fue 'Pendulum' en Lightning bolt pero acaba yendo hacia ningún lado, mientras que 'Seven o'clock', 'Buckle up' o 'Comes then goes' hacen que viejas canciones secundarias en la carrera de Pearl jam como 'Long road' o 'Thumbing my way' (por mencionar dos similares en la propuesta) parezcan obras maestras. En la recta final el asunto no mejorará demasiado, poco o nada que rescatar en las planas 'River cross' o 'Retrograde', más allá de las atmósferas que genera Eddie Vedder en sus vocalizaciones, que aún siguen funcionando...

Y no hay más, siete años de espera para el que debe ser el disco más discreto de Pearl jam a la fecha, y peor aún, uno que confirma un declive sostenido durante los últimos quince años, donde cada álbum viene siendo peor que el anterior. Duele en el alma escribir algo así, pero es lo que hay...

5 / 10
Nada muy especial.


Otras reseñas de Pearl Jam:
2013 : Lightning bolt

1993: Vs

sábado, 28 de marzo de 2020

Nine Inch Nails : Ghost V-VI (2020)

"Banda sonora para el momento actual.."

De que los tiempos más populares de Trent Reznor a la cabeza de Nine inch nails han quedado atrás que duda cabe. El mismo pareciese tenerlo más claro que cualquiera, de ahí que tras el decepcionante Hesitation marks (2013) lo hayamos tenido durante estos años recientes tanteando terreno mediante el lanzamiento de una serie de EPs que fueron de menos a más y lograron en pequeñas dosis satisfacer nuestra hambre por nuevo material por parte del proyecto. Para sorpresa de todos en este 2020, Reznor ha decidido junto a su ya inseparable compañero de ruta Atticus Ross dar continuidad a esa curiosa obra ambiental de 2008 titulada Ghost I-IV, es así como en una línea similar llega esta obra doble, la cual contiene en total dos horas y media de música plagada de atmósferas tétricas e inquietantes, una verdadera banda sonora para el momento que como planeta nos encontramos viviendo a raíz del Covid19.

Analizar por tanto piezas en particular no tiene sentido en una obra de este estilo, tampoco el evaluarla o cualificarla como un álbum tradicional. Esta más bien debe ser entendida y percibida como un continuo. Si cabe el mencionar que la primera parte, Ghost V: Together (la menos oscura de ambas), abordará extensos ambientes, con "canciones" que rondarán cada una los diez minutos de duración entregándose a arreglos que suenan aletargados y, en general, bastante bellos. Esto a diferencia de Ghost VI: Locusts, una obra veinte minutos más extensa que la anterior y cuyo protagonista será el piano, el cual entregará tonos bastante tenebrosos a la obra, cual película de horror. Las portadas respectivas, blanca y negra, en ese sentido son bastante coherentes con la obra.

La invitación por tanto es a entregarse a la experiencia que Reznor + Ross acá han regalado, la cual lejos de conectar con lo más reciente de Nine inch nails funciona en una dirección paralela que seguramente hará más sentido a quienes vienen siguiendo el trabajo de ambos compositores en bandas sonoras que a quienes esperaban oír un nuevo disco de la banda.


Otros discos de Nine nich nails:

miércoles, 25 de marzo de 2020

My Dying Bride: The Ghost Of Orion (2020)

“Un paso (demasiado) lógico...”

No son menores los acontecimientos que rodearon la grabación del álbum número quince en la carrera de estos históricos del doom. En 2017 su vocalista Aaron Stainthorpe hizo pública la tortura que él, su familia y banda vivieron con el tratamiento contra el cáncer que tuvo que soportar su hija de tan solo cinco años de edad. Además la agrupación vivió la partida de dos de sus integrantes, debiendo sumarse a la alineación Jeff Singer en batería (quien trabajó casi una década diez junto a otra leyenda del género, nada menos que Paradise lost)  + Neil Blanchett en guitarra. En este contexto pedirle a una banda con casi treinta años de carrera que reinvente la rueda resulta un absurdo, es por esto que era de esperar el encontrarnos con un álbum que entregase gratas dosis de lo que My dying bride mejor saben hacer, y bueno, eso es lo que han hecho en The ghost of Orion, un correcto disco de metal oscuro, marcado por tétricos ambientes y riffs que intentan constantemente transmitir sensaciones de angustia y dolor, aunque esta vez solo en contadas ocasiones lo logran.

Para muestra un botón: ‘The solace’. Ahí, tras dos minutos introductorios donde colabora con ellos Lindy Fai Hella (vocalista de Wardruna), podemos apreciar el como la banda no teme en detener completamente una canción para entregarle protagonismo a una guitarra que es absoluta y envolvente tristeza. Bien ahí. Antes de esta habremos disfrutado del peso de ‘Your broken shore’ (con las clásicas oleadas doom marca de la casa), seguida por ‘To outlive the gods’ + ‘Tired of tears’ (evidente referencia a la hija de Stainthorpe), las cuales sin estar mal dejan la sensación de estar compuestas en piloto automático por lo que carecen de un climax emocional que impacte verdaderamente. Los temas dan agradables vueltas entre delicados arreglos (sobretodo ‘To outlive the gods’ con ese exquisito violín que aparece a medio tema), pero eso, solo dan vueltas. 

La cara B del álbum continuará entregando lo que los fans esperan de un disco de My dying bride, ahí tenemos los contundentes diez minutos de ‘The long black land’, donde vuelven a aparecer los guturales (que tras el primer tema habían sido dejados de lado) y una estructura algo más dinámica, con la batería ejerciendo un rol preponderante y el violín nuevamente aportando lo suyo. Luego un instrumental de tres minutos que poco y nada aporta, un cierre coral que tampoco se entiende mucho en ‘Your woven shore’ (¿el manual del doom dirá que los álbumes deben durar más de 50 minutos?) y entre estas los nueve minutos de ‘The old earth’, a estas alturas, más de lo mismo.

Tras cinco años de silencio My dying bride entregan lo que se espera, es en ese sentido un paso lógico aunque inferior a lo realizado cinco años atrás en Feel the misery (2015). Más allá de uno que otro momento no hay demasiado en este disco que emocione, incluso considerando el contexto me habría esperado algo más osado y doloroso. 

6 / 10
Bueno, cumple. 


domingo, 22 de marzo de 2020

20 Años De... Pantera : Reinventing The Steel (2000)

"El convulsionado cierre de un legado..." 

¡Al fin! Todo tiene su momento y ha llegado el de Pantera para mi querido blog. Una leyenda, que duda cabe, y un legado que pase lo que pase permanecerá escrito con letras doradas en la historia del metal. El caso es que toca hoy comenzar con ellos acá y lo haré curiosamente revisando el que fue su último disco, que este pasado 20 de marzo cumplió veinte años de existencia. En ese 2000 cabe recordar que el metal old school no vivía sus mejores años, los noventa fueron una década que se prestó para la exploración y muchas leyendas buscaron literalmente escapar del estancamiento lanzándose a experimentar con su música (Bruce Dickinson, Rob Halford, Metallica, Megadeth e incluso Slayer coquetearon con otros géneros), por lo que para fines de siglo era el joven nu metal quien dominaba por completo la escena. Si a este contexto sumamos el convulsionado clima interno que vivía Pantera (los conflictos entre Phil Anselmo y los hermanos Abbott eran más que conocidos), la llegada de Reinventing the steel representaba todo un enigma para el mundo. ¿Estaríamos frente al inicio de una recuperación o más bien el canto de cisne para la banda?

El caso es que todo este clima enrarecido colaboró en la llegada de un álbum directo, de claras intenciones y que intenta en tan solo diez canciones golpear duro al auditor, emulando de cierta forma discos históricos de la banda tales como Cowboys from hell (1990) o Vulgar display of power (1992), sin embargo, hay elementos en este Reinventing the steel que lo colocan varios peldaños bajo los mencionados. Y no es que estemos frente a un mal álbum pero si una imitación que acaba por quedar a la sombra de cualquiera de sus antecesores. 

Lo primero que cabe mencionar es la producción del álbum. Y es que si algo caracterizó a la etapa 1990-1994 de Pantera fue el que su música impactaba por el filo del sonido, con una producción dura pero limpia donde cada instrumento se podía percibir y disfrutar. Incluso The great southern trendkill de 1996 (un disco que en lo personal amo) pese a ser un trabajo que marcó diferencias en lo creativo respecto al tridente Cowboys/Vulgar/Far Beyond, aún así mantiene el sonido exquisito y característico de Pantera. ¿La razón? Terry Date. El productor fue quien acompañó a la banda durante cuatro discos y es quien no participó en Reinventing the steel, dejando la producción en manos de Dimebag Darrell y Vinnie Paul. ¿El resultado? Un sonido que en el afán de lograr potencia acaba sonando sucio y tosco, sin detalles que impresionen. 

Un segundo elemento que llama la atención en este disco es el rol que adopta la guitarra del gran Dimebag, quien deja de lado esta vez sus clásicos y punzantes solos para lanzarse en la búsqueda de exploraciones con su instrumento. Esto se aprecia con claridad en temas como 'Hellbound', 'You've got to belong to it' o 'Revolution is my name', donde el guitarrista mete mucho groove pero en determinados instantes intenta hacer chillar a su guitarra (no se me ocurre otro adjetivo más acorde), generando atmósferas bastante singulares. En este sentido, el disco entrega mayor protagonismo a la dupla Vinnie Paul + Phil Anselmo, el primero en batería redobla todo el tiempo entregando los matices que el disco necesita mientras que el vocalista, pese a ya no tener la voz de unos años atrás, se deja la garganta en cada tema. 

Fuera de las mencionadas el resto del álbum es bastante monocorde, aportando brutalidad en la violenta 'Yesterday don't mean shit', velocidad en 'Death rattle' + 'Uplift' y mucho peso en 'Goddamn electric' o 'I'll cast a shadow', siendo los seis minutos de 'It makes them dissapear' el único momento en todo el álbum que quiebra el trámite para conectar con la emocionalidad que la banda había trabajado cuatro años atrás en The great southern trendkill, por cierto, también es la única canción del disco donde Dimebag regala un solo.

La sensación que tras veinte años deja este buen Reinventing the steel es la de haber reflejado el confuso momento que vivía Pantera. El trabajo es agresivo y durante su trámite convence pero carece de esa magia compositiva que caracterizó otros momentos de la banda. No estaban las relaciones para algo más y acabaron por entregar un disco que basa todo su poderío en la energía de sus temas más no en las composiciones. Tres años más tarde la agrupación anunciaría su disolución y el terrible asesinato de Dimebag acabaría por sepultar la historia. Se cerraba así la historia de una de las bandas más relevantes del metal noventero, influencia para muchísimos/as y parte importante en la vida de miles. Por cierto, mención aparte a la portada del disco, indigna del legado de Pantera y con seguridad una de las más horribles en la historia de la música. ¿O no?

7 / 10
Muy bueno

viernes, 20 de marzo de 2020

Francisca Valenzuela : La Fortaleza (2020)

"Entre dos tierras..."

Aun tengo presente el recuerdo de la enorme decepción que diez años atrás viví al oir el debut de Francisca Valenzuela. Hablaban de ella casi como si fuese la nueva esperanza del pop chileno y bueno, acabé por encontrar en Muértete la lengua (2008) un álbum en exceso adolescente y cuyo único tema de nivel ('Afortunada') era un plagio descarado del piano y la vibra de Fiona Apple. Tiempo ha pasado desde entonces, dos álbumes en el camino y cierto crecimiento en lo musical se apreció tanto en Buen soldado (2011) como en Tajo abierto (2014), siendo este último un disco que acabó por escapar definitivamente del piano, el pop excesivamente meloso y se lanzó de lleno al coqueteo directo con la electrónica y la pista de baile. El paso pareció acertado ya que en lo musical mostró un avance importante, sin embargo, los problemas seguían siendo las letras (dramáticamente básicas) y las temáticas, las cuales seguían siendo siempre las mismas: relaciones que acaban, relaciones que comienzan, relaciones que se desean, relaciones que se sufren, relaciones, relaciones y más relaciones, por no decir: hombres, hombres y más hombres.

Han pasado seis años entre dicha entrega y este nuevo disco, el contexto es otro, hoy tenemos feminismo y discusiones de género en el ambiente mientras que la llamada música urbana domina con fuerza el mundo del pop. Y como era de esperar Francisca Valenzuela intenta subirse a ambos carros en La fortaleza pero cometiendo el error de quien desea quedar bien con todos. 

Nos encontramos así con un álbum compuesto por catorce canciones y que ronda los cincuenta minutos de duración, ahí la mujer intenta dejar satisfecho a todo el mundo, partiendo el disco en dos caras muy marcadas, una primera melosa, pop y comercial marcada por canciones  muy típicas como 'Nunca quise herirte' ("Todo lo que hice fue por sentir miedo a que me fueses a dejar..."), 'Ven a buscarlo' ("Me miraste y me faltó el aire...") o 'Flotando' ("Y sin decirnos nada me tomas en tus brazos..."), es decir, la clásica mirada Disney, adolescente y dependiente del amor, que es complementada además por dos canciones más dinámicas donde aparece el autotune, cuyo único objetivo es mostrarse a tono con las tendencias actuales. Me refiero obviamente a las 'Heroe' y 'Tómame', que cuentan con poesía del nivel "Coge el vuelo / Voy directo pal fuego..." o "Quiero ser el agua con la que llenas la tina / Ser el frío que te eriza y pone piel de gallina".


Entonces, la primera mitad del disco es realmente terrible pero cosa curiosa: de pronto comienza otro álbum. Entrando en el nudo de este suena 'Al final del mundo', con la participación del gran Claudio Parra al piano, y el asunto sube de golpe varios escalones. 'Ya no se trata de ti' + 'No te alcanzo' + Ansiedad (peleo con las sombras)' re afirman las buenas sensaciones y entregan un subidón impresionante, con temáticas que apuntan al auto conocimiento y que (¡al fin!) son capaces de escapar de la mirada boba y básica del amor. Cuando oímos 'Normal mujer' ("Yo pensé que al tenerte al fin me iba a conocer / Pero ahora se que el camino es otro, y qué...?") + 'Amiga cruel' la portada y título del disco nos hace sentido y lamentamos el que la vocalista no haya tenido la valentía de entregar un disco cohesionado y nos hayamos tenido que tragar toda esa lamentable primera parte.

En la recta final sonará la sensual pasada por 'Boca' + 'Una noche contigo' donde Francisca abandona el tono adolescente para hablar firme y cerrar el álbum con la excelente y contundente 'La fortaleza', un verdadero himno al empoderamiento femenino que deja muy arriba el asunto.  

El veredicto es claro: sobra toda la primera parte. Si hubiésemos tenido un disco de diez canciones, con la cohesión que muestra la cara b del álbum, estaríamos hablando de uno de los discos del año a nivel latinoamericano. No ha sido así y nos hemos quedado con un disco que cuando funciona entrega varias de las mejores canciones que ha compuesto la vocalista en su carrera pero que en el global muestra un desnivel evidente. Es de esperar que para un siguiente paso Francisca Valenzuela no dude y se decida definitivamente a abandonar las ligas menores.

7 / 10
Muy bueno

martes, 17 de marzo de 2020

25 Años De... Elton John : Made In England (1995)

"El cierre definitivo de una etapa..."

Si algo habrá caracterizado la carrera de Elton John fue su carácter prolífico. Sin ir más lejos, en su primera década de carrera (sus setentas) el inglés editó la suma de trece discos mientras que en el período 1980-90 fueron nueve los álbumes lanzados. Sus fans nunca podrán quejarse por falta de material, sin embargo, como suele ocurrir con todos los artistas que producen música como quien respira, en la discografía de Elton es fácil perderse y cuesta encontrar regularidad. Es demasiada su  música, con muchísimas canciones maravillosas (compuestas en dupla como es sabido con Bernie Taupin, su fiel amigo) pero también una cantidad de relleno insustancial impresionante. Y es que al intentar sostener un ritmo de composición incesante inevitablemente Elton John acabó por terminar componiendo el mismo tipo de canciones por un largo tiempo, es decir, rock & roll de manual ('Saturday night's alright', 'The bitch is back' en los 70's, 'I'm still standing' en los 80's) + baladas marcas de la casa ('Little Jeannie', 'Blue eyes', etc) , manteniéndose a flote basicamente gracias a los singles. En este sentido 'Sleeping with the past' (1989) fue un disco que evidenció el mencionado agotamiento, álbum cargado de medios tiempos poco afortunados y donde unicamente el éxito del single 'Sacrifice' fue capaz de dar que hablar. 

Y así llegaron los 90's, década donde el vocalista debe enfrentar sus cuarenta años y junto a ello vive un importante renacer artístico, marcado claramente por su momento personal. A finales de los 80's Elton se somete a una operación de sus cuerdas vocales (lo cual acaba por engrosar su registro definitivamente) e ingresa a centros de rehabilitación por su consumo de alcohol y drogas varias. Como resultado de todo esto obtenemos a un Elton adulto y maduro en 1990-95, período donde el vocalista encuentra momentos brillantes tanto en su colaboración junto a George Michael haciendo 'Don't let the sun go down on me' (su éxito de 1974), en su participación en el Tributo a Freddie Mercury (donde interpretó de manera brillante 'Bohemian rhapsody' + 'The show must go on') o en la banda sonora para la película El rey león ('Can you feel the love tonight?' + 'Circle of life'), como en la edición en 1992 de The one, disco con el que el vocalista intentaría entrar a los 90's entre baterías electrónicas y un trabajo entre atmósferas oscuras. Toda esta gloriosa etapa catapultó nuevamente a Elton John a un primer plano y le permitió conectar además con nuevas generaciones, etapa que llegaría a su fin con la edición en 1995 de Made in England, álbum número 26 en la carrera del inglés.

Nos encontramos así frente a un disco que asienta definitivamente al Elton mayor y reflexivo, donde el vocalista oscila entre la esperanza y la incertidumbre constantemente, refiriéndose a temáticas tan personales como el sentido de pertenencia en canciones como 'Made in England' (una simpática mirada en torno a su país) , 'House', 'Latitude' (donde colabora el mítico productor George Martin en cuerdas) o la declaración de cariño/admiración que es 'Belfast' ("El rock y los tanques caminan mano a mano / Nunca vi un lugar más valiente"). También habrán palabras en torno al sufrimiento en 'Cold' ("El amor duele tanto / Corta tan profundo / Es sudor caliente y un frío temblar / Como ahogarte en tu sueño") o 'Pain' ("¿Donde naciste? / En un estado del terror / ¿Qué edad tienes? / 1994 años..."), lo que significa ser hombre en 'Men' ("Un hombre luce un maquillaje, viste su máscara/ Esconde a un niño, vive en una burbuja...") así como una directa y dulce declaración de amor en 'Please' ("Así que por favor, déjame envejecer junto a ti / Tras todo lo vivido no hay más que probar...").


Mención aparte merecen las dos grandes joyas con que cuenta el álbum, puestas en su inicio y cierre. Me refiero, por supuesto, a 'Believe' y 'Blessed'. Dos canciones donde Elton John deja todo en la interpretación. La primera es una pieza enorme y contundente que implora por la necesidad de que el amor impere entre los seres humanos mientras que la segunda es una oración dedicada al hijo que se espera con ansias, un verdadero himno respecto a la adopción homoparental además ("Hey tu / Eres un niño en mi mente / No has caminado aún, tus primeras palabras no se han dicho / Pero te juro, serás bendecido..."). Estas dos mencionadas, sumadas a 'Cold' (donde colabora Eric Clapton en la guitarra) y la dulzura de 'Latitude', se enmarcan dentro de lo más destacado del disco. Otras canciones estarán simplemente bien ('Made in England' o 'Pain') mientras que algunas no escaparán de la realidad general de la discografía de Elton John, es decir, un exceso de baladas y medios tiempos que redundan demasiado sobre la misma tecla ('House', 'Lies'). 

En el global Made in England resulta ser un álbum de momentos e irregular, un disco de tónica personal e interpretaciones contundentes. Aquí encontramos los últimos hits del vocalista, sus últimos éxitos masivos, el cierre definitivo de su etapa jovial para enfrentar así una adultez mucho más reposada y cercana a lo que hoy conocemos de él.

6,9 / 10
Cumple y algo más...



Otras reseñas de Elton John:

jueves, 12 de marzo de 2020

Sylosis: Cycle Of Suffering (2020)

"Asegurando terreno..."

Cuanto rato esta reseña en mi cabeza, más de un mes. Al fin saldrá. Se trata del quinto álbum de los ingleses de Sylosis, quienes tras cinco años de silencio y frente al desafío de vencer o morir han acabado por golpear la mesa mediante un álbum sólido que rinde culto al death metal de siempre pero utilizando herramientas que hablan del presente. En ese sentido los amantes del género deberían sentirse plenamente satisfechos con el paso que ha dado la banda, con su sonido técnico pero directo, que no se anda con medias tintas pero que a la vez cuenta con una notable producción que permite disfrutar del sonido en su amplia magnitud, anotándose desde ya como uno de los gratos álbumes de death que habremos oído en este 2020...

A favor de Cycle of suffering juega su desate de energía, agresividad en el sonido y el que realmente es capaz durante casi una hora de no entregar respiro alguno, pero claro, carga con el pero de a ratos sonar en exceso monocorde con canciones que por momentos parecen ser una, riff y tiempos muy similares. Puede que haya sido la renovación de integrantes (estrenan bajista y baterista en esta ocasión) pero el caso es que si bien la banda cumple a cabalidad con lo que hace, se percibe a ratos el que Sylosis han jugado algo a la segura en el plan de asegurar un terreno más que conquistar uno nuevo. 

Hablando de las canciones, he disfrutado muchísimo de los coros melódicos de 'Shield', los cambios estructurales que propone 'Invidia', el peso de 'Idle hands' seguido del contrataque de 'Apex of disdain' , la apuesta en materia de arreglos de 'Arms like a noose' o el impresionante cierre a cargo de 'Abandon', una canción que parece ser de otro disco, que baja absolutamente las revoluciones dando muestras de que en una siguiente entrega la banda podría ser capaz de optar por un camino más arriesgado. Si el de 'Abandon' será el camino, bienvenido sea.

En definitiva, probablemente con dos o tres temas menos (los más similares entre si) el asunto cuajaba mejor pero de todas maneras Cycle of suffering cumple de sobra y siembra terreno para un siguiente disco que quizás si llegue a volarnos por completo la cabeza. Tiempo al tiempo.

7 / 10
Muy bueno.

domingo, 8 de marzo de 2020

20 Años De... Oasis: Standing On The Shoulder Of Giants (2000)

"Irregular giro hacia la madurez..."

Hablar de la era Be here now (1997) de Oasis es hablar de excesos. En lo personal la banda experimentó una vorágine, con un Liam absolutamente superado por la fama y un Noel agotado por la sobre exposición. En lo musical el de 1997 resultó ser un álbum ostentoso y sobrecargado, lleno de composiciones que oscilan entre el correcto y el notable pero extensas y barrocas. Era necesaria la pausa. La cual llegó entre 1998 y 1999, un año donde la banda acordó descansar y tras la cual bastantes cosas cambiarían. De partida la fractura interna, al iniciar el proceso de grabación del que sería su cuarto álbum abandonan el buque Paul McGuigan (Guigsy) y Paul Arthurs (Bonehead), por lo que el propio Noel Gallagher debe hacerse cargo de las guitarras + bajo por algún tiempo, período tras el cual acabarían sumándose Gem Archer y Andy Bell, conformando así la alineación que mantendría Oasis hasta el fin de sus días. En lo musical la banda también vive un giro, el lanzamiento un año atrás del compilado The masterplan (que agrupaba enormes caras b de sus años iniciales) acabaría marcando el fin de la primera etapa de Oasis, la cual daría paso a una segunda más reposada, experimental y marcada por cambios personales vividos por Liam y Noel (separaciones y paternidad, entre otras).

Todo esto se plasma en el sonido de Standing on the shoulder of giants, un disco que desde su producción entrega señales de madurez. Para esta labor confiaron en Mike “Spike” Stent (quien había trabajado por aquellos años con U2, Bjork o Depeche Mode entre otros)  abandonando (¡al fin! ¡aleluya!) la espantosa producción de Owen Morris (quien estuvo a cargo de los primeros tres álbumes de Oasis, los discos que peor deben sonar en la historia de la música). Pero también las canciones hablan de la necesidad de dar un paso adelante...

En el cuarto disco de Oasis nos encontramos con seguridad ante los temas más exploratorios en su carrera, comenzando por ‘Fuckin’ in the bushes’, una introducción instrumental enorme que no solo centra su extensión en el notable complemento batería + guitarras sino que se da el gusto de introducir teclados a forma de coros en diversos momentos. Le seguirá ‘Go let it out’, el mejor ejemplo de cuando menos acaba siendo más. La banda entiende (mérito de Spike claramente) que la fuerza de una canción no se encuentra necesariamente en el incorporar capas y capas de ruidosas guitarras sino en la correcta construcción de una canción, y esto es lo que logran con este medio tiempo acústico que va encontrando su energía en medida que transcurre. Posteriormente sonarán los inéditos aires orientales de la fantástica ‘Who feels love’, un tema muy espiritual que conectará además más adelante con el sonido de la extraordinaria ´Gas panic´ (una de las más grandes canciones de la banda) o el cierre a cargo de 'Roll it over'. 

Sin embargo, no todo aquí será miel sobre hojuelas. El gran problema con que carga el álbum es que la inspiración alcanzó unicamente para armar medio disco de alto nivel por lo que se produce un contraste evidente entre las caras A y B del álbum. Ahí, el rock de canciones como 'Put yer money where yer mouth is' o 'I can see a liar' luce sin fuerza ni filo y de igual forma las baladas 'Where did it all go wrong?' o 'Sunday morning call' son tan evidentes que molestan (incomprensible que en lugar de estas no hubiesen incluido 'Let's all make believe', canción muy superior y que unicamente fue lanzada acompañando el single 'Go let it out'), siendo la acústica 'Little James' (compuesta por Liam) la única canción "menor" del disco que, pese a su simpleza, funciona. La sensación que finalmente queda es que la banda intentó equilibrar la experimentación que el álbum traía en su primera parte con canciones más tradicionales, pero estas fallan al sonar forzadas, al intentar traer al presente un sonido que Noel como compositor ya deseaba dejar atrás. 

En definitiva, a veinte años de distancia Standing on the shoulder of giants ha acabado por quedar en la historia de Oasis como el álbum "diferente" y el inicio de una etapa de transición que vería continuidad dos años más adelante con Heathen chemistry (2002). El disco no está mal, regala cuatro o cinco canciones fabulosas pero otra misma cantidad que anticipaba una falta de chispa que comenzaba lentamente a anticipar el comienzo del fin para la banda... 

6,9 / 10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Oasis:

jueves, 5 de marzo de 2020

Suicide Silence: Become The Hunter (2020)

"Vuelta a las raíces que se agradece..."

Tras el lamentable fallecimiento de Mitch Lucker en 2012 era toda una incógnita lo que sucedería con Suicide silence, sin embargo, la banda supo rearmarse con Eddie Hermida en las voces y en 2014 regresar con You can´t stop me, álbum que además de servir de tributo a la memoria de Lucker gozó de una buena aceptación global. De ahí que la aventura nu metal llevada adelante en el EP homónimo de 2017 resultase incomprensible, más allá de tributar (fallidamente) a aquellas bandas que seguramente inspiraron desde siempre a los miembros de la banda (Deftones y Korn principalmente). El caso es que tras la singular jugada no quedaba otra que recular y eso es lo que la banda ha realizado en Become the hunter, un disco que trae de regreso la fórmula deathcore y aquello que mejor maneja la agrupación.

Nos encontramos así frente a un disco bien ejecutado y trabajado con manual en mano, un trabajo que no se extiende demasiado (diez canciones + una intro en casi cuarenta minutos), con temas que rondan los tres minutos de duración y que se mueven en la fórmula clásica del genero alternando chillidos con guturales en todo momento. Entregan la velocidad e histeria que se busca en el estilo en canciones como 'Two steps' (a la que saben darle un giro de frescura en su recta final), ''In hiding' o 'Death's anxiety' mientras que aportan peso en 'Feel alive' o 'Love me to death', aunque claro, estas suenan bastante similares por lo que se agradece la aparición en el nudo del álbum de 'Skin tight', una balada que logra cambiar un poco el tono de lo que venía sonando, la cual que se complementa de buena forma con 'The scythe' o la oscura 'Serene obscene', otra muestra de lo bien que los norteamericanos manejan esta fórmula, generando en poco más de cuatro minutos vueltas suficientemente interesantes como para mantenerte atento a lo que suena.

No hay novedades al frente, el quinto álbum de Suicide silence los trae de regreso a lo suyo, trabajan algo que hemos oído bastante (y mejor, digámoslo) pero que de todas maneras se les da de manera correcta. Considerando el traspié vivido dos años atrás, Become the hunter casi podríamos decir que se agradece...

6,5 / 10
Cumple y algo más...