viernes, 30 de diciembre de 2022

Arch Enemy: Deceivers (2022)

 "Limitado por sus afanes comerciales..."

Con veinticinco años de carrera no vamos a pedirle a una banda como Arch enemy que venga a reinventar la rueda o su sonido. Los suecos funcionan desde hace un buen rato como una máquina perfectamente engrasada, de la mano de un death melódico bastante comercial que persigue más que nada mantener contenta a su fiel fanaticada. Deceivers por tanto juega ahí, un disco que explota de buena manera una fórmula que aún no parece agotarse (alo? Amon amarth?), saca partido al registro de una Alissa White-Gluz que luce cómoda al frente de la banda y a las sólidas composiciones del guitarrista Michael Amott, a veces secundado por la vocalista y en ocasiones por el batería Daniel Erlandsson.

El disco en general es veloz, potente y bien producido, abriendo en plan heavy metal con 'Handshake with hell', aunque haciendo un quiebre brusco previo al minuto final donde se desatan con dos solos melódicos, superando así los cinco minutos de duración. Cosas como estas se repetirán a lo largo del álbum, con partidas tremendamente obvias pero donde la estructura sabrá encontrar un giro interesante, ocurre cuando 'Deceiver, deceiver' inicie su galope (a partir del 1:40), en 'The watcher' en toda la sección intermedia (2:20 - 3:40) o en las breves pasadas sinfónicas de 'Sunset over the empire'

El disco por tanto desprende esa sensación de "gusto a poco", de encontrarse limitado por los afanes comerciales de la banda, probando entre fórmulas probadas (bien compuestas y ejecutadas, 'House of mirrors' es otro claro ejemplo de lo bien que manejan el concepto) que incorporan suficiente diversidad como para seguir ahí, pero sinceramente... no mucho más.

¿Canciones? 'Deceiver, deceiver' y 'House of mirrors'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...

lunes, 26 de diciembre de 2022

Javiera Mena: Nocturna (2022)

 "Sensualidad, altos momentos y crecimiento..."

Tras aquel bajón que significó Espejo (2018) en la carrera de Javiera Mena, quedaba instalada la duda respecto a su momento. ¿Es qué todo aquello gratamente insinuado en Otra era (2014) quedaría solo en eso? ¿En un mero espejismo? De ahí que este nuevo Nocturna nos venga bien, un álbum que suma tanto temática como musicalmente y con el que nos subimos nuevamente a su carro. 

Percibimos acá una versión más adulta y sexual de la vocalista enmarcándose entre arreglos que son novedad en su repertorio. Y si, que Javiera por momentos sigue tropezando donde siempre, sin embargo, hay que darle el que acá entrega un álbum coherente, que encuentra altos momentos, y lo más importante, que evidencia crecimiento.

A destacar acá la cadente sensualidad que propone en 'La isla de lesbos' (más lésbica que nunca, valga la redundancia, insinuando esa relación a escondidas entre dos mujeres), algo que reiterará más adelante en 'Dunas' (irreconocible Myriam Hernández en esta), así como la acertada invitación a la pista de baile que regala en 'Diva', donde Javiera acelera y encuentra su punto (al punto de volver completamente innecesaria y casi un estorbo la participación del español Chico Blanco) y las notables 'Corazón astral' (erótica total con ese "Acabar en la playa y volverte a besar...") o 'Culpa', con la que acierta cerrando muy arriba, repitiendo un tanto el esquema de Otra era, donde acababa con 'La espada'

En materia de arreglos aporta totalmente el que meta vientos en cosas como 'Debilidad' (¡ese bajo además!, más funk que nunca) mientras que el romanticismo de 'Sincronización' también funciona ("Y cuando puse una canción el algoritmo me falló / No me conoce como tú...", notable), sin embargo, también habrán momentos en el disco que no volarán tan alto. 'Peligrosa' es una canción que se queda a medio camino y claramente pedía más, algo más atrevido, lo que también ocurre en 'Sombra' (muy amateur en su electrónica) mientras que las letras (que nunca han sido su fuerte) sonrojan a ratos ("Tu y yo somos como pegamento, tu te pegas a mi y yo me pego a ti..." canta en la acústica 'Me gustas tú', ¡come on!).

Con todo, Javiera Mena ha publicado su mejor disco a la fecha. Uno que se sostiene y disfruta de comienzo a fin, que incorpora elementos musicales interesantes y que en cuanto a mensajes transmite efectivamente la sensualidad que pretende. La seguimos nuevamente por tanto y recuperamos la fe...

¿Canciones? 'Debilidad', 'Diva', 'Corazón astral' y 'Culpa'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Javiera Mena:

viernes, 23 de diciembre de 2022

Five Finger Death Punch : Afterlife (2022)

 "Uno más..."

Suelo repetirlo acá en el blog: en la lógica del álbum cada dos años es poco el margen que cualquier banda tiene para crecer. Y en el caso de Five finger death punch dicha teoría se confirma. Con quince años de carrera los liderados por Ivan Moody no parecen complicarse a la hora de lanzar álbumes y más álbumes que funcionan en líneas similares y que, más allá de uno que otro (insignificante) matiz, van en busca de conformar a su nicho de fans. En ese sentido, Afterlife se mueve por donde siempre, en ese rock facilón, popero, que juega al mal rollo adolescente pero al que se le ve el plumero desde lejos. 

Me perdonarán las comparaciones, pero en la línea de lo que alguna vez fueron Nickelback y por estos años Volbeat, los Five finger death punch lucen impostados de comienzo a fin en este, su noveno álbum. Un disco armado con manual en mano, que intercala tres o cuatro temas de guitarras, como 'Welcome to the circus', 'Afterlife' o 'Roll dem bones', donde las estrofas serán roncas y los coros hiper melosos, para luego meterte una baladita, a veces en tonos cursis como en 'Times like these' y a veces jugando a que experimentan (haciendo el mix acústico / electrínico) en  'Thanks for asking'. El punto es que fallan allá y acá, entre estructuras predecibles que nunca pareciese que tienen algo real que mostrar. Si me apuran, destacaría la jugada cargada a la electrónica de 'Judgement day' como el único momento donde pareciese hay algo diferente escapa de lo evidente, sin embargo, es muy poco para un disco que nace y muere en su sencillez, lo cual no necesariamente debería ser negativo, siempre y cuando supieses encontrar belleza en dicha simpleza, lo cual acá no ocurre. 

Afterlife es "otro disco más" por parte de una banda que comienza a morir en la intrascendencia, siendo generoso, pues seguro hay muchos que perdieron el interés hace bastante. No hay magia acá, solo efectismo (para muestra: los videos promocionales) y fórmulas que se conforman con el cumplir. 

¿Canciones? 'Afterlife', 'Judgement day'.

5/10
Nada muy especial.

miércoles, 21 de diciembre de 2022

The Mars Volta: The Mars Volta (2022)

 "Igual de extravagantes, más reflexivos..." 

Si alguien hubiese anticipado un regreso para The mars volta tras una década de silencio, seguro jamás habría imaginado algo como esto. Una verdadera marcianada que se ubica lejísimos de aquel espectacular Deloused in the comaturium (de 2003, el próximo año toca reseña de veinte años) pero para ser justos, lejos también de cualquier cosa que antes hayan grabado. No hay progresivo acá, olvídense de los coqueteos con el rock más duro o incluso con los teclados de Noctourniquet (2012). No. Este homónimo de 2022 desde sus primeros segundos anticipa un sonido tan extravagante como puede ser The mars volta pero esta vez situado en otro lugar, uno mucho menos eufórico, contenido (las canciones son cortas, no más de dos o tres minutos), con momentos de clara conexión latina entre tambores que son protagonistas y otros que bajan hacia atmósferas más reflexivas, un Cedric Bixler-Zavala transmitiendo desde sus clásicos agudos y Omar Rodríguez-López cediendo el protagonismo de las guitarras ante diversos arreglos. 

Abren de hecho armando la fiesta entre múltiples arreglos centroamericanos con 'Blacklight shine', y si bien esta conectará más adelante con la vibra de 'Que Dios te maldiga corazón', en general el álbum abordará sonoridades más bajas, primero mediante la electrónica de 'Graveyard love' (notables melodías encuentra) y luego en una pasada más minimalista que funciona como continuo, abriendo con 'Shore Story' y continuando con las notables 'Blank condolences' + 'Vigil' en el nudo del álbum, el mejor momento de este. 

La segunda parte del álbum insistirá sobre sonidos más relajados en 'Cerulea', 'Flash burns from flashback' o 'Palm full of crux', yendo a la balada acústica incluso en 'Tourmaline' y subiendo unicamente en un medio tiempo como 'No case gain', armando un conjunto que en lo individual suena delicado y sofisticado pero cabe el achacarle que por momentos (en esta segunda parte principalmente) se hace pesado de seguir a causa de la monotonía de su sonido. No son malas canciones, eso hay que dejarlo claro, pero sonando en continuo se vuelve difícil. El disco centra su fuerte en la sutileza de sus atmósferas, en las melodías que sabe encontrar pero no cuenta con singles realmente potentes, dicho en simple: no hay una o dos canciones dispuestas a volarte la cabeza (tampoco es que esto sea necesariamente un defecto).

Tomarse diez años de parón para volver con un "más de lo mismo" habría sido válido (lo tradicional habría sido ir por ahí, jugar a la segura) pero ciertamente habría sabido a poco para una banda como The mars volta, quienes fieles a su espíritu inquieto han vuelto con un disco desafiante a todas luces, con una primera mitad brillante y una segunda que sostiene el nivel. 

¿Canciones? 'Blacklight shine', 'Graveyard love' y 'Blank condolences' 

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de The Mars Volta:

sábado, 17 de diciembre de 2022

Revocation: Netherheaven (2022)

"Técnica y brutalidad al servicio de un sentir..."

Pese a ya contar con ocho álbumes bajo el brazo y una fórmula probada, los estadounidenses de Revocation saben como álbum a álbum arreglárselas para entregarte algo más, lo cual es digno de elogio. Cabe mencionar también como el proyecto de David Davidson (uno de los creativos más iluminados de la escena metalera actual, hay que decirlo) se han ido volviendo en una banda cada vez más técnica y bastante de eso hay en Netherheaven, un álbum ejecutado a pulso, con un nivel apabullante pero también con suficientes elementos extras como para maravillar a cualquier amante del metal.

Portada de Paolo Girardi, nueve canciones en cuarenta y cuatro minutos de música. Lo preciso, pero tienen muy claro por donde desean ir y no dan puntada sin hilo. Sin ir muy lejos, el disco abre con 'Diabolical majesty' + 'Lessons in occult theft', dos canciones que se insinúan bastante típicas en sus veloces partidas pero no tardan en encontrar brillantes secciones instrumentales (el solo rocanrolero de la segunda es genial) y notables juegos con los tiempos. De igual forma, 'Nihilistic violence' tiene esa cosa tan Slayer en el machaque que resulta imposible de no disfrutar (lo de Ash Pearson es descomunal en batería) mientras que 'Strange eternal' es otra donde la banda muestra un talento enorme a la hora de entregar mucho más que lo esperado, con esas secciones exquisitas que meten tras los coros y la técnica en velocidad que regalan pasando el minuto tres (con vocalizaciones "espaciales" incluidas). Que decir, el álbum en su primera mitad es una descarga despiadada pero pensada al detalle.

El nudo del disco entregará una pasada que bajará en algo los tiempos pero sostendrá a tope la brutalidad, primero con 'Galleries of morbid artistry', a la cual le han armado un puente jazzístico a medio tema a (esto no puede jamás sonar corriente, está claro), luego el exquisito instrumental 'The 9th chasm' 'Godforsaken', otra que pasando los tres minutos no se conformará con lo obvio y mutara hacia un solo melódico realmente precioso (+ recta final espectacular). Ya cerrando, la velocidad la retomarán con la progresiva 'The intervening abyss of untold aeons' para acabar mediante 'Re-Crucified', un regalo con participación en voces de George "Corpsegrinder" Fisher y el fallecido Trevor Strnad, aunque nobleza obliga el admitir que más allá de los invitados, si esta la incluían como un bonus tampoco es que nos molestábamos...

Cuatro años se tomaron Revocation para lanzar su octavo álbum, una cifra inaudita en la carrera de la banda pero que seguramente ayudó a plasmar de manera brillante las ideas que acá aparecen, todas muy diversas (¡el disco toma cosas de muchos lugares!) pero puestas en el lugar preciso. Netherheaven es técnica y brutalidad al servicio de un sentir, cada canción transmite algo, suena pesada, afilada, furiosa pero no se conforma y va por más. Su mejor disco en años y uno de los grandes que nos habrá dejado 2022.

¿Canciones?  'Lessons in occult theft', 'The 9th chasm' y 'Godforsaken'.

8,8 / 10
Brillante.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Architects: The Classic Symptoms Of A Broken Spirit (2022)

"Paso atrás por donde se mire..."

Alguna vez mencioné en una reseña de Architects que uno de los problemas que veía en esta banda era el exceso de publicaciones, eso del disco por año (o máximo dos), salvo que seas Lennon + McCartney, no ayuda a la creatividad. El caso es que aquello vuelve a aplicar para lo nuevo de los ingleses pues ni un año ha pasado desde aquel For those that wish to exist y los tenemos de regreso, y como caía de cajón: con una continuación del antecesor... pero peor. Porque cabe recordar que el de 2021 estuvo más que bien, un disco donde la banda pareció abrazar el metal pop (si, digámoslo como lo que es) pero con un tino bastante acertado, cosa que esta vez no ocurre, The classic symptoms of a broken spirit no teme ocultar sus intenciones, la de entregarte un rock hiper producido, repleto de capas que edulcoran el sonido a más no poder, las cuales no logran por cierto ocultar la dramática falta de ideas. El disco por tanto sostiene el camino del anterior, ese metal melódico, procesado, sintético pero que suena bastante más vacío esta vez. ¿Las razones? Las obvias. En un año no se te va a ocurrir demasiado por lo que no queda otra que tomar las sobras que tenías y hermosearlas en base a producción. 

Sam Carter ha perdido su registro metal, eso está claro, de ahí los susurros e intentonas limpias (agudas) que abundan en el disco, lo cual no resulta negativo per se, que es habitual en esto del metalcore el encontrarnos con vocalistas que se rompieron tras sus primeros álbumes, el problema acá se da porque las canciones no están a la altura, estas suenan repetitivas y obvias, con un exceso de azúcar evidente. Da lo mismo cual escojas acá, 'Deep fake', 'Tear gas', 'Spit the bone' o cualquiera de las que sigue, las canciones se suceden en una repetición de fórmulas constante, baterías sencillas, estrofas susurradas, coros explosivos y no mucho más. 

En lo personal nunca enganché con la movida de discos como Lost forever / Lost together (2014), al punto que a causa de aquel ni siquiera le di la oportunidad a cosas como All our gods have abandoned us (2018) o Holy hell (2018), sin embargo, más allá de los gustos de cada cual, uno oye hoy esos álbumes e identifica elementos interesantes, una batería que propone, estructuras cambiantes, etc. Todo aquello la banda lo ha perdido y si bien en 2021 insinuaron un giro interesante, un año más tarde parecen haber vuelto solo por cumplir, sin ningún compromiso real con su música. Un paso atrás por donde se mire...

¿Canciones? Ninguna.

4/10
Malo.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Death Cab For Cutie : Asphalt Meadows (2022)

 "De regreso a las grandes canciones..."

Diez años han pasado desde el último buen disco de Death cab for cutie, quince a veinte desde su más alto momento. Bastante tiempo, por lo que las expectativas ante un nuevo lanzamiento muy arriba no estaban, más considerando el bajonazo que representaron los discretos (y espesos) Kintsugi (2015) y Thank you for today (2018). Sin embargo, y contra todo pronóstico, el décimo álbum de la banda da muestras de un Ben Gibbard de cierta forma renovado, (nuevamente) luminoso y creativo, un disco que retoma las guitarras, la electrónica y energía, que se centra en la potencia melódica de las canciones sin perder en ningún momento lo personal del mensaje. 

Gibbard sigue hablando de sus momentos y esto se expresa de inmediato en 'I don't know how I survive', que sabe encontrar esas características explosiones en los coros y en ese cierre repitiendo una y otra vez un notable "No se como sobreviví a esas noches...". Partida notable que complementa perfecto con una ágil 'Roman candles', que va al hueso en apenas dos minutos, intercalando sintetizadores con redobles y otro mensaje que apunta a la reconversión personal ("Pero estoy tratando de soltar todo aquello a lo que me trataba de aferrar..."). 

El resto del álbum oscilará por donde el compositor sabe transitar, esos medios tiempos pop sencillos en sus estrofas pero que transmiten fuerza y optimismo en los coros, como ocurre en 'Asphalt meadows' , 'Here to forever' o 'Pepper', aunque también habrá tiempo para momentos más melancólicos en 'Rand McNally' y oscuros en 'Fragments of a decade', exquisitas aceleraciones en 'I miss strangers', nuevamente reflexionando con la almohada en momentos de soledad ("En tiempos como estos extraño más a gente extraña que a mis amigos / Y olas de conversaciones chocan con los límites de mi mente..."), 'Wheat like waves' que es pura dulzura y freakeríos dignos de destacar, como la curiosa 'Foxglove through the clearcut', cinco minutos de Ben Gibbard recitando líneas y amenizando con un coro atmosférico de vez en cuando, jugando con la tensión entre guitarras que lentamente van aumentando en intensidad.

Sabemos que estamos ante un gran disco cuando la segunda línea algo te dice, cosa que ocurre en Asphalt meadows, un álbum de grandes canciones que trae de regreso tras mucho a un Ben Gibbard iluminado y creativo, como hace demasiado no lo oíamos. Por donde se mire, tener nuevamente un gran álbum de Death cab for cutie es una gran noticia. 

¿Canciones? 'I don't know how I survive', 'Roman candles' y 'I miss strangers'.

8,2 /10
¡Excelente!


Otras reseñas de Death cab for cutie:

jueves, 8 de diciembre de 2022

Arctic Monkeys: The Car (2022)

"Tienen la fórmula, falta la temperatura..."

Acá están los monos de regreso, dispuestos a exasperar a sus fans. Y es que quienes creyeron que la jugada de Tranquility hotel base & casino (2018) quedaría ahí, apartada en el estante de los freakeríos, pues tendrán que tomarse otro paracetamol dado que  Alex Turner no parece dispuesto a dejar de explotar su rol de crooner y no solo eso, si no que junto a la banda ha decidido llevar un tanto más allá el sonido del antecesor mediante un álbum que luce obsesionado con el sonido sesenta/setenta, aunque nuevamente sin lograr dar en la tecla precisa. 

Es un disco agradable el que ofrecen, uno en donde el relato evidentemente es protagonista, como ocurre en la notable partida con 'There'd better be a mirrorball', con unos teclados que aportan dramatismo a la fantástica escena de post ruptura que el tema propone ("Se que te prometí no hacer esto / Ser de alguna forma el tonto romántico de antes..."). Respecto a esta, pese a que funciona, hay una evidente falta de climax, la canción pide algo más que no llega, asunto que tiende a repetirse a lo largo del disco, siendo el mejor pasaje aquel donde suenan 'Body paint' + 'The car', con unas guitarras punzantes que rompen el trámite (muy breves eso si, si nos daban un minuto más de intensidad nadie se quejaba) y logran elevarlo hacia el cierre de ambas (algo que no alcanzan a lograr en 'Big ideas', que se mueve por donde mismo pero con menores resultados). El resto, sin embargo, no escapa de medios tiempos orquestales que no están mal pero tampoco impactan, ejemplo claro es 'Mr. Schwartz'. Bonita, acústica, delicada pero no mucho más. 

Se rescatan de todas formas las juguetonas 'I ain't quite where I think I am' o 'Hello you', así como el marcado soul de 'Jet skies on the moat' pero en cosas como 'Sculptures of anything goes' o ' Perfect sense' evidentemente intentan ir por atmósferas lúgubres pero se quedan ahí, en el intento, como quien tiene la fórmula pero aún no da con la temperatura adecuada.

Segunda intentona de Turner y compañía por ampliar el sonido de la banda, esta vez demostrando que el asunto va en serio, aunque aun no dejan la sensación de haber entregado algo realmente impresionante. ¿Será para la próxima? Veremos...

¿Canciones? 'There'd better be a mirrorball', 'Body paint', 'The car.

7 /10
Muy bueno. 


Otras reseñas de Arctic monkeys:

Otras reseñas de Alex Turner (The last shadow puppets):

martes, 6 de diciembre de 2022

Björk: Fossora (2022)

 "Inquieta, arisca e insaciable..."

Comencemos haciendo historia: tras aquella catarsis post separación expresada por Björk en el enorme Vulnicura (2015), llegó un desafiante Utopia (2017), disco que intentó dar pasos hacia otro lugar, restándole dramatismo al sonido, buscando sonar más luminosa e intentando equilibrar su presente entre sintetizadores, pajaritos, arpas y flautas. La jugada eso si, le quedó bastante espesa, excesivamente dulce, monótona y difícil de seguir (es también el disco más débil de su carrera, digámoslo), por lo que restaba ver hacia donde decantaba esta vez. En esa línea, Fossora ("excavadora" en latín) realiza un cambio de ruta y en lugar de insistir en una sola línea sonora opta por la diversidad sonora, es decir, en su décimo disco Björk vuelve a desarrollar el camino de la reflexión personal pero con constantes idas y vueltas tanto emocionales como musicales, con momentos que gozan de alto optimismo así como otros en donde la vocalista se sumergirá entre tinieblas, aspectos que se reflejarán en los arreglos.

Desde lo temático, eje en el álbum será la pérdida como concepto (o más bien el "dejar ir"), encarado desde aquello que cercó la vida de Björk durante estos cinco años: la pandemia, la muerte de su madre (ocurrida en 2018) y claro, su momento familiar/personal. Fossora es Björk y sus reflexiones, sus hongos (bueno, la portada algo anticipa), su madre, su propia maternidad, su hija y sus procesos, siendo sin lugar a dudas un disco absolutamente femenino (refiriéndome con esto al lugar desde donde se encaran las temáticas). De ahí que comience cuestionando nuestras distancias en 'Atopos' ("¿No son solo excusas para no conectar? / Nuestras diferencias son irrelevantes..."), en una canción que coloca a las percusiones al centro (con una vibra que muchos no tardaron a asociar con el reggaetón), algo que también ocurrirá en la soberbia 'Ovule'. Tras estas, sin embargo, rápidamente el disco comenzará a recorrer su columna vertebral.

De esta forma, tras una coral 'Mycelia' sonará 'Sorrowful noise' (ambas enfocadas en las vocalizaciones, con fuertes aires a lo que alguna vez hizo en Medúlla de 2004), entregando referencias a la muerte ("En el triste suelo nuestras raíces son excavadas..."), la fertilidad ("En la vida de una mujer, cuatrocientos huevos tiene / Pero solo dos o tres anidan con la fuerza de una madre...") y la paz consigo misma (o en un diálogo madre-hija), repitiendo en el cierre ese "lo hiciste bien, hiciste lo mejor que pudiste" una y otra vez. 'Ancestress' será una extensa secuencia de estrofas (muy en plan Vulnicura) dedicadas a su activista y fallecida madre ("Mi cráneo es mi catedral / Cuando era niña ella me cantaba / En falsete de cuna, con sinceridad / Agradezco su integridad...") mientras que 'Victimhood' entregará el momento más oscuro y siniestro del álbum, uno en donde Björk nos introduce en sus peores pantanos depresivos, aunque con una lucidez enorme a la hora de entender sus dificultades y procesos ("El rechazo dejó un vacío / Que nunca se satisface / Hundida en el victimismo / Sentía que el mundo me debía amor..."). De lo mejor del álbum sin lugar a dudas.

El disco cerrará hablando del síndrome del nido vacío (a coro junto a su hija) en 'Her mother's house' ("Cuanto más te amo / Cuanto más fuerte te vuelves / Menos me necesitas"), no sin antes haber pasado por dos guiños a Utopia como son 'Allow' + 'Fungal city', interesante experimentos vocales/electrónicos en 'Trölla-Gabba' + 'Freefall', seguidas del retome de las percusiones en la excelente 'Fossora', con cierre electrónico caótico incluido (algo que no practicaba desde hace al menos quince años), completando así un cóctel que Björk ha sabido construir tomando algo de diferentes rincones de su historia, aunque siempre con una identidad y franqueza que conmueve.

Fossora da muestras de aquellas reflexiones que caben en una mujer de cincuenta y siete años de edad, también de su increíble tino a la hora de expresar inquietudes musicales, esta vez (me atrevería a decir que por primera vez en toda su carrera) mirando hacia su pasado para lograr avanzar. Su espíritu inquieto y arisco luce intacto e insaciable. Benditos somos de vivirla y gozarla. 

¿Canciones? 'Atopos', 'Ovule', 'Victimhood', 'Fossora'.

viernes, 2 de diciembre de 2022

20 Años De... Björk: Vespertine (2001)

 "El desmarque definitivo..."

Dicen que el primer paso es el más difícil de todos, aquel que marca una nueva dirección a seguir y rompe con el pasado. En dicho sentido, Homogenic fue claramente el primer paso hacia la emancipación de Björk, una obra maestra en donde la islandesa abrió aguas cortando con el pop de sus inicios, tanteando nuevos terrenos entre atmósferas densas, oscuras e íntimas para lograr así expandir su universo. Ahora, si el de 1997 fue el eslabón inicial, cuatro años más tarde Vespertine acabó por desatar el definitivo desmarque, aquel punto de no retorno para una artista dispuesta a hacer algo que muy pocos (en la vida) están dispuestos a hacer: volver a comenzar. Porque digámoslo como lo que es: la Björk post Verpertine tiene poco y nada que ver con la pre, es prácticamente otra artista la que acá inicia una carrera (la prueba está en las pocas canciones de sus primeros dos álbumes que la vocalista interpreta a día de hoy en sus shows en vivo), una con aspiraciones artísticas completamente diferentes y ciertamente alejada de la atención mediática.

Para comprender esto último cabe mencionar el contexto que rodea la producción de Vespertine. ¿Desde donde venía Björk? Del reconocimiento transversal de la crítica ante Homogenic, su comentado (y polémico) trabajo junto a Lars Von Trier en Dancer in the dark (que incluyó además una banda sonora fantástica interpretada por la islandesa) y el posterior bullying masivo tras la gala de los Oscar (donde se vistió de cisne). Toda una vorágine, demasiado para una personalidad introvertida. Sin embargo, en medio de todo aquello es que inicia su relación con el afamado artista Matthew Barney (compañero de vida durante los casi quince años posteriores) por lo que se comprende el que la islandesa decidiese internarse (aún más) en si misma y en dicha relación, expresando su momento mediante un álbum que expande el sonido de Homogenic, llevándolo a otro lugar, uno que se aleja ya por completo de las estructuras pop, trabajando una electrónica minimalista que funciona como un verdadero viaje, un trance continuo. 

En cuanto a temáticas el álbum también tiene su línea. Y es que si cuatro años atrás Björk abordaba el amor desde la pérdida e incluso la rabia, en Vespertine abraza el sentimiento en estado puro e íntimo, cómo alguna vez expresó Peter Gabriel (en 'Red rain' de 1986): "Defensas abajo, con la confianza de un niño...". Tal cual. Björk se entrega por completo, y en paralelo, tanto a su relación de pareja como a si misma, asunto que se expresa con total claridad en la inicial 'Hidden place', una delicada invitación a sumergirse en la esperanza que se encuentra con la llegada del enamoramiento ("Desde el más cálido cordón / Tu amor me fue enviado /  No estoy segura en qué hacer con el / Ni donde ponerlo..."), esto enmarcado en un sonido tremendamente sutil, que se mueve entre micro beats + arreglos orquestales, ideas que volverán a tratarse más adelante en cosas como 'It's not up to you', 'An echo a stain' o 'Sun in my mouth'. Todas inmensas.

Verdad sea dicha, el álbum es una bestialidad en materia de arreglos. Hay canciones que serán pura delicadeza, donde instrumentos como el arpa adoptan protagonismo y la vocalista sabe encontrar varias de las mejores interpretaciones de su carrera, jugando con las intensidades en 'Pagan poetry' (con prácticamente el único momento explosivo que encontramos en el álbum), en la hermosa 'Aurora'o yendo muy abajo en las atmósferas, como ocurre en 'Cocoon', 'Undo' (con ese llamado a rendirse ante el sentimiento, afirmando que este "no debe ser una lucha ni cuesta arriba") o en esa recta final que se vive con 'Harm of will' + 'Unison' (apabullante cierre para el álbum), temas en donde Björk es capaz de alcanzar niveles únicos de expresividad recurriendo incluso a susurros con su voz. De igual forma, cuando el disco se lanza a la exploración más dura, encuentra cosas como 'Heirloom', que funcionará a la perfección en el tándem bajo + electrónica.

El momento que encuentra Björk en Vespertine es de apertura total. Nunca sonó tan adulta, (las referencias a su sexualidad en el disco son tan poéticas como transversales) y entregada a si misma, a su crecimiento artístico y emocional. Sin embargo, lejos de proyectar un monólogo impenetrable, el álbum es tan emocional que solo puede sobrecoger. ¿Cuántos artistas han sido capaces de parir dos obras maestras incontestables al hilo? Pues he acá una. Genia absoluta. 

¿Canciones? 'Hidden place', 'Undo', 'Aurora'.

10/10
Obra maestra.