jueves, 30 de abril de 2015

Faith No More // Sol Invictus // 2015

Casi veinte años después: lo inevitable. 

Ya lo comentaba en mi reseña anterior: durante este último tiempo han sido muy pocos los que se han resistido a la tentación de volver. El mecanismo suele ser el mismo, tanteo de terreno durante un par de años mediante giras de grandes éxitos cargadas de nostalgia y si el asunto tiene buena acogida, un nuevo disco que sirva como excusa para seguir girando por el mundo. Y es que así como en el fútbol, el dinero que hoy deja la música (las giras básicamente) es muchísimo mayor que el que dejaba veinte años atrás. ¿Quién podría entonces decir que no a semejante tentación

Sin embargo, con igual convicción cabe mencionar que lo de Faith no more era arriesgado. Los liderados por Mike Patton fueron una de aquellas bandas que supieron cuando retirarse. Así como Soundgarden o Soda Stereo, los californianos dijeron adios en la cresta de la ola, en medio de un momento creativo impresionante y digámoslo con todas sus letras: antes de comenzar a cagarla. Y en aquella linea habíamos tenido recientemente la experiencia de Soundgarden, quienes en 2012 fracasaron rotundamente con el olvidable King animal, por lo que la noticia de un nuevo disco de Faith no more fue recibida por muchos de nosotros con un inevitable apretón en el estómago. 

Ahora, los adelantos hablaban de un álbum efectivo y que no pintaba para desastre. 'Motherfucker' era un tema sencillo pero ganchero, aquel 'Get the motherfucker on the phone...' en lo personal no he logrado sacármelo de la cabeza desde hace un tiempo a la fecha. Algo similar ocurre con 'Superhero', que es rock desenfadado, ese que precisamente muchos queríamos oír en una nueva entrega de la banda. Luego, una vez teniendo al disco entre nosotros las sensaciones se han confirmado, estamos frente a un disco que por sobre todas las cosas entrega al público lo que quería tener, un puñado de buenas canciones (una que otra es excelente), que apuestan a la segura pero también funcionan todo el tiempo. 

'Sol invictus' (la canción) entra sobre la calma y de manera muy teatral introduce perfectamente el ya mencionado rock cargado de dinámica de 'Superhero', más adelante sonará aquella joya marcada por un soberbio bajo que es 'Separation anxiety' o la excelente 'Rise of the fall', que muestra a un Patton en plenas condiciones. Entre ellas aparecen medios tiempos que explotan en medida que corren los segundos, en un plano melódico suena 'Sunny side up' y mucho más oscura es 'Cone of the shame', las dos están muy bien. 

Entrando en la recta final (el disco es bastante corto y preciso) el álbum pierde algo de fuerza. El rock en acústico de 'Black friday' no nos dice demasiado, tampoco el ameno cierre que entrega 'From the dead'. En contraste, la efectiva 'Motherfucker' seguida del dramatismo de 'Matador' si funcionan y, sobre todo esta última, dejan la sensación de estar frente a un regreso digno, que cumple y se da maña incluso para regalarnos tres a cuatro grandes canciones. 

Es altamente probable que esto sea lo mejor que Faith no more pueda entregar en la actualidad, un puñado de buenas canciones sin demasiadas vueltas ni complejidades. También puede que sea cierto lo que algunos han dicho, que Sol invictus retoma el asunto donde Album of the year (1997) lo había dejado, es decir, que este es el siguiente paso que la banda habría dado, uno con muchas menos ideas y talento pero que apela claramente a la energía y al efectismo. Quizás por eso abandonaron en 1998, y es que una vez en la cima ya solo se puede comenzar a descender. 

3.0 // Bueno, cumple.

domingo, 26 de abril de 2015

Morgoth: Ungod (2015)

Auto homenaje.

El revival noventero ha alcanzado para todos, no hay género que se salve, y si dentro del death metal melódico el año recién pasado vivimos el regreso de una leyenda como At the gates, este 2015 han sido los legendarios de Morgoth quienes se han decidido a volver. Ahora, la mención del regreso de los suecos no es al azar, ambas agrupaciones poseen similitudes dignas de mencionar: las dos fueron pioneras en lo suyo y tras un par de discos importantes decidieron separarse (por allá por 1996), dejando de paso instalado el mito. Casi veinte años más tarde At the gates volvió con un álbum correcto, bien grabado e interpretado, de igual forma Morgoth regresa con Ungod, un trabajo que en estricto rigor no muestra absolutamente nada nuevo pero que rinde culto de buena forma a un estilo que ellos mismos desarrollaron en gloria y majestad a comienzos de los años noventa.

El problema con Ungod de Morgoth es el paso del tiempo, y es que en estos veinte años el mundo del metal ha ido y regresado unas cuantas veces desde el death metal, por lo que un álbum como este difícilmente sorprenda a alguien. Ahora, de todas maneras es innegable el gusto de escuchar a estos alemanes con una producción que les hace sonar con mucha identidad y con un sello característico.  

Si te gusta el death metal clásico, es altamente probable que disfrutes muchísimo con este disco. Acá encontrarás un sonido bastante dinámico y que canción a canción se deja oír sin demasiados problemas. Hay puntos altos en la afilada partida a cargo de 'House of blood', el constante doble pedal de 'Voice of slumber', en la brutalidad de 'Descent into hell' (o 'God is evil') y en el brillante instrumental 'Ungod' (la canción), que a gusto de quien escribe, representa el mejor momento de todo álbum. Como defecto podría comentar la mencionada falta de sorpresa o el exceso de canciones, pero me parece que con estos regresos no hay que moverse a engaño: son saludos a la bandera que buscan conseguir una excusa para salir de gira. ¿Es esto negativo? No, para nada, los tipos están en su derecho, pero las cosas como son, Ungod no es más que un puñado de canciones que suenan bastante bien pero juegan siempre en un terreno seguro, uno que veinte años atrás era novedad, sin embargo hoy solo genera nostalgia.

6/10
Bueno, cumple...

jueves, 23 de abril de 2015

Wire // Wire // 2015

Motivante.
La vida aveces es una puta ingrata, que duda cabe. Cuando googleas 'Wire 2015' te aparece de todo, desde zapatillas hasta una serie, cualquier cosa menos información acerca del nuevo disco de estas leyendas del post punk. Desconocidos para gran parte del planeta, estos británicos han ido en silencio forjando una carrera por tramos (han sido banda en tres períodos: 1976/1980, 1985/1992, 2003/actualidad) y seguramente han pagado dicha irregularidad, sin embargo, hay algo que nadie puede quitarles: su identidad. La cual se ve expuesta con claridad en su más reciente y homónimo trabajo.

A diferencia del notable Change becomes us (2013), que fue un álbum cargado de diversidad y que canción tras canción viajaba en distintas direcciones (si no lo has oído, te lo recomiendo desde ya), este nuevo disco es de acceso un tanto más difícil. Digamos que en esta ocasión la magia tarda pero aparece. Aquel sello característico de Wire, ese sonido mecánico, maquinal, seco a momentos y que genera profundos ambientes enlazando guitarras con teclados se expresa con claridad en las tres grandes joyas que nos regalan esta vez, primero en versión sencilla con 'Bloggin', luego siendo mucho más oscuros en los siete minutos de 'Sleep-walking' y finalmente encontrando un sucio sonido en el enorme cierre que es 'Harponed', probablemente el mejor tema del disco y uno de los mejores que Wire nos ha entregado en esta última década. Tan solo esos veinte minutos de música justifican por completo el regreso y la existencia de esta banda tan singular, sin embargo, hay más. 

No todo el álbum es tan denso, el rock llega de manera más contagiosa en 'High' (que recuerda mucho a esos momentos en que a los Cure les da por ponerse alegres), 'In Manchester' o el single 'Joust & jostle', mientras que en 'Split your ends' o 'Octopus' se acuerdan del punk, aunque nunca de manera tan evidente como en el mencionado Change becomes us. Finalmente el disco acaba de cuajar con los característicos medios tiempos de la banda, representados esta vez por 'Shifting', 'Burning bridges' y 'Swallow'

En definitiva, Wire hace sentir la experiencia y el manejo mediante un disco homónimo que pretende tras casi cuarenta años de existencia definir la crudeza y elegancia de su sonido. Lo interesante es que pese al paso de los años su propuesta sigue sonando fresca y atractiva. 

3.5 // Muy bueno!


Otras reseñas de Wire:

lunes, 20 de abril de 2015

Silvio Rodríguez en Panamá // 2015

Más vivo que nunca. Hace menos de quince días el gran Silvio Rodríguez Domínguez se despachó este recital en Panamá. La grabación no tendrá un audio de primera pero de todas maneras quisiese destacar el presente que vive el cantautor cubano, muy lejos de la nostalgia, realizando versiones actuales de sus viejas glorias y también dando espacio a sus más recientes entregas. Que decir, simplemente bello.  

Suenan acá: Mujeres/ En el claro de la luna/ Días y flores / Carta a Violeta Parra / Canción del albedrío / Cita con ángeles / Sinuhé / De la ausencia y de ti / Mariposas / Quien fuera / La maza / Escaramujo / El necio / Canción del elegido / La era está pariendo un corazón / Ojalá / Pequeña serenata diurna

¡Gracias maestro!

viernes, 17 de abril de 2015

Villagers : Darling Arithmetic (2015)

Bajón.

Si el debut de los irlandeses Villagers a cargo de Becoming a jackal (2010) estuvo bien, {Awayland} (2013) resultó ser una experiencia aún más fascinante, y de paso uno de los grandes discos de aquel año. Los liderados por Conor O'Brien habían logrado de pronto ampliar su abanico musical y sorprender con un disco diverso, interesante en cuanto a arreglos y repleto exquisitas armonías. Era inevitable entonces que las expectativas creciesen como la espuma frente al tercer trabajo de la banda, sin embargo, lejos de estar a la altura, este ha llegado a nosotros para golpear duro a todo quien esperaba un nuevo gran paso en la carrera de Villagers

En ese sentido, Darling arithmetic parece ser el disco que Conor O'Brien necesitaba entregar, uno en donde la música ha pasado a segundo plano para ceder protagonismo a íntimas interpretaciones que exponen su sentir e incluso abordan el tema de su sexualidad. El autor entonces ha grabado todo en la soledad de su hogar y nos ha entregado 35 minutos extremadamente honestos pero carentes por completo de intensidad. Olvídense así de los teclados, los coqueteos electrónicos, el rock, la frescura, el hambre y el camino trazado por {Awayland}, esta vez los tiros van en plan balada acústica, como en el debut de 2010 aunque con resultados bastante menos atractivos.  

Ahora, no es que el disco sea un desastre ni nada parecido, con todo O 'Brien encuentra acá uno que otro buen momento demostrando que las buenas melodías siguen ahí, a su alcance. 'Courage', por ejemplo, abraza un sonido muy desnudo y logra conectar gracias a una sentida interpretación más una estructura que hacia el final tiende a explotar. También funcionará la tranquilidad de 'Everything is yours', ' The soul serene' o 'No one to blame', y se agradecerá el folk un tanto más dinámico de 'Little bigot', el problema es que el disco más allá de la balada tras balada jamás despega como corresponde y la ausencia de algún tipo de quiebre o vuelta de tuerca estaciona al trabajo en medio de la monotonía.  

No queda claro si lo de Darling arithmetic es una manera de eludir la presión o el abrazo desesperado de un boxeador que necesita algo más de tiempo para recomponerse tras un par de rounds demoledores, sea como sea, el paso es regresivo y si bien se valora el recibir una entrega así de honesta, el asunto no va mucho más allá de las nobles intenciones. 

2.5 // Insuficiente


Otras reseñas de Villagers:

martes, 14 de abril de 2015

The Art Of McCartney // 2014


Billy Joel, Bob Dylan, Heart, Yusuf Islam (Cat Stevens), Kiss, Brian Wilson (Beach boys), Jeff Lynne (Electric light orchestra), Barry Gibb (Bee Gees), Jamie Cullum, The Cure, Paul Rodgers, Roger Daltrey (The Who), Deff Leppard, Chrissie Hynde (The pretenders), Willie Nelson, Perry Farrel, Alice Cooper, B.B King y Sammy Hagar, son algunos de los grandes nombres que se han congregado con el fin de realizar un tributo al gran y eterno Paul McCartney. Como fanático del inglés debo reconocer que me tomé un tiempo antes de ir por este álbum doble, y es que dados los tiempos que corren, estas iniciativas usualmente enfocadas en aspectos comerciales más que artísticos, se enfrentan con cierto temor, sin embargo, me he llevado una grata sorpresa con The art of McCartney, un disco de versiones más que dignas y que reflejan por sobretodo el cariño y admiración que cada uno de estos artistas siente por McCartney.

Nos encontramos así con un álbum de versiones, como decimos en Chile: "a la pata", es decir, que no se alejan demasiado de las originales. Acá nadie perdió los papeles ni decidió correr con colores propios, se respetaron arreglos y estructuras, lo cual desde un inicio se agradece. La selección de temas es amena, centrada básicamente en el período setentero de McCartney más uno que otro clásico beatlesco, y ahí aparece mi primer reparo: el tributo no representa la totalidad de la carrera del brillante compositor. Paul es mucho más que las dos décadas de música que acá se abarcan y es una lástima que nadie se haya animado a interpretar alguna canción del período post 1990 del artista (incluso de los ochentas hay poco y nada), pero bueno, los tipos jugaron a la segura y ahí al menos hay que reconocer que el asunto anda sobre ruedas todo el tiempo.

Dentro de las 34 canciones hay varias dignas de mencionar, ya sea por la intensidad de las interpretaciones o por el sello musical que han logrado impregnarle a la versión. Por ejemplo, Billy Joel conmueve en 'Maybe I'm amazed' (no tanto en 'Live and let die', que le ha quedado excesivamente lenta), Bob Dylan pese a ya no tener garganta de igual manera convence con 'Things we said today' , Jeff Lynne encanta serpientes en 'Junk' y el 'Yesterday' de Willie Nelson está inmenso. En una arista más rock lo que Kiss han hecho con 'Venus and mars + rock show'  ha estado notable, también Paul Rogers entrega un sólido 'Let me roll it' y Roger Daltrey se desata en 'Helter skelter'. Ahora, lo mejor de todo ha estado para mi en el juguetón 'Hello goodbye' de The Cure, la tremenda 'Listen to what the man said' en manos de Owl city y 'No more lonely nights' en versión de los jóvenes The airborne toxic event.

Ahora, lo mencionado, gran parte de las canciones han sido interpretadas con mucho respeto por lo que el álbum prácticamente no tiene desperdicio tanto para el que es fanático como para quien recién se está internando en la inmensidad del extraordinario abanico musical que es Paul McCartney. En lo personal me han sobrado canciones como 'Hey Jude' o 'Let it be' y me han faltado muchas, pero aquello ya sería buscarle la quinta pata al gato, el disco está bien, el tributo es de altura y cumple con la intención de valorizar al genio de Liverpool.

Para finalizar, un comentario: que agradable el que Dave Grohl haya pasado esta vez.

4.0 // Excelente !!!

domingo, 12 de abril de 2015

Adelantos: Tame Impala

De vez en cuando nace una promesa. Algunas de ellas se desvanecen tan pronto como llegaron, otras logran por un tiempo alimentar la esperanza y las menos efectivamente se consolidan. Y bueno, Tame Impala es una promesa. Los australianos liderados por Kevin Parker han dado bastante que hablar en muy poco tiempo gracias a sus dos primeros álbumes y para junio de 2015 se espera la llegada de su siempre complicado tercer disco: Currents

El caso es que desde hace algún tiempo viven entre nosotros dos adelantos, el primero que conocimos fue 'Let it happen', una canción extensa, que muestra huevos (son casi ocho minutos!) y que sorprendió gracias a la invitación al baile que se trae entre manos. El tema no está nada de mal pero en lo personal me quedé esperando la entrada de las guitarras en algún momento, y además, los últimos dos minutos se me hicieron algo repetitivos e innecesarios. Mucho más tradicional (y hasta decepcionante) resultó ser 'Cause I'm a man' , una balada cargada de psicodelia pero que pasa sin explotar ni disgustar, simplemente pasa. 

La tiene complicada Tame Impala, tanto 'Innerspeaker' como 'Lonerism' fueron álbumes que dejaron la vara muy alta por lo que el paladar está fino con ellos, cualquier cosa que entreguen será examinada con lupa por amantes y detractores. 


viernes, 10 de abril de 2015

Adelantos: Leprous // Six Feet Under

Se acerca a nosotros otro de los discos más esperados para este 2015. Y es que si de metal + progresivo hablamos, lo de los noruegos de Leprous debe estar dentro de las apuestas más atractivas que se han dado dentro de la última década. ¿Serán capaces de sostener con The congregation el nivel alcanzado por Coal (2013)? Dentro de poco podremos verificarlo, mientras tanto calmamos las ansias con 'The price' , el adelanto oficial con que cuenta el álbum. 


Falta poco. El 5 de mayo próximo debería llegar a nosotros el nuevo álbum de Six feet under, titulado Crypt of the devil, el cual a juzgar por los adelantos parece que no se alejará demasiado de donde quedó el asunto tras la saga Undead/Unborn, es decir, un death metal directo y de manual. Imposible no mencionar eso si lo gastado que se le oye a Chris Barnes, el hombre claramente paga el costo de una vida dedicada al género. A la primera impacta, luego uno se acostumbra...

martes, 7 de abril de 2015

Goodspeed You! Black Emperor: Asunder, Sweet And Other Distress (2015)

Leyendas en pleno movimiento.

Tras diez años de silencio y a quince de su más grande obra , el colectivo canadiense de Godspeed you! Black emperor se despachó un álbum fantástico (y uno de los mejores discos de 2012 según esta humilde opinión). Allelujah! Don't bend! Ascend!  fue una descarga de fabuloso post rock que llegó para colocar las cosas en su lugar, aunque también digámoslo: la vara para una siguiente entrega quedó altísima, no solo por la calidad del mencionado sino también por que el factor sorpresa (a causa del regreso) ya no estaba presente. Ahora, cuando en distintos recitales de 2012 la banda decidió interpretar una pieza de 45 minutos titulada 'Behemoth' ciertas señales ya estaban dando a los fans con respecto a lo que se vendría. Hoy podemos comprobar que parte importante de dicha pieza ha sido retocada y dividida en cuatro segmentos que componen el más reciente álbum de la banda: Asunder, sweet and other distress. Fascinante, no? 

Nos encontramos entonces con un trabajo que puede considerarse como una perfecta continuación de lo que fue Allelujah! Don't bend! Ascend! , un disco que funciona en una linea similar, que por ende es probable que no sorprenda ni impacte de entrada a nadie pero si seguramente en el largo plazo acabe convenciendo hasta al más escéptico. Y es que estamos hablando de una banda extraordinaria, una que incluso no lanzando un álbum redondo es capaz de impregnar un sello en su sonido y marcar distancia del resto. Como prueba bastan dos de las cuatro piezas que componen este disco, la que abre y la que cierra. El pantano en el que nos sumerge el lúgubre sonido de 'Peasantry or light! Inside of light' sumado a la brutalidad instrumental (en un buen sentido) que nos presentan los trece minutos de 'Piss crowd are trebled' son un apaga y vamonos, y es que el resto casi está demás, tan solo esos 25 minutos de intenso caos,  orquestas, violines, teclados y guitarras lo valen absolutamente todo. Y bueno, el resto del disco ('Lamb's breath' y 'Asunder, sweet') son ruiditos, drone music o ambientes homogéneos que más que nada acompañan a las dos mencionadas. ¿Qué le quitan continuidad al trabajo? Si, claro que si, pero insisto, las dos no son más que mero acompañamiento experimental, caras b de las verdaderas joyas del álbum. 

Claramente el pasado de la banda le juega en contra al disco, Asunder, sweet and other distress empequeñece al lado de obras más redondas entregadas por los canadienses. También es cierto que lo que quince años atrás sorprendía hoy ya no lo hace de igual forma, sin embargo, el trabajo y la propuesta siguen estando a un alto nivel, uno que aún merece de toda nuestra atención y admiración. 

8/10
Excelente.

sábado, 4 de abril de 2015

The Prodigy // The Day Is My Enemy // 2015

Pinceladas de aquel exquisito caos.

Los ingleses de The prodigy están entre quienes han privilegiado la calidad por sobre la cantidad, entre quienes han vuelto cuando han sentido que tienen algo que decir. De ahí que en más de veinte años de carrera solo nos hubiesen entregado cinco discos, despreciando así incluso el éxito obtenido en 1997 con The fat of the land. Tras aquel álbum, recién en 2004 los tuvimos de regreso y lo último que habíamos oído de ellos fue el correcto Invaders must die (2009), un disco tras el cual perfectamente podrían haber cerrado una carrera redonda y casi sin puntos bajos. Se han arriesgado, sin embargo, y tras seis años de silencio (era que no!) han decidido volver, tan crudos como siempre aunque con un factor sorpresa que a estas alturas del partido tiende a cero, eso además de caer en innecesarias repeticiones que en el global restan bastante al resultado.

Hay un mal rollo (por llamarlo de alguna manera) en la música de The prodigy que ya es sello inconfundible para la banda, y si bien es cierto que durante estos últimos quince años mucha agua ha corrido bajo el puente de la electrónica, de todas maneras es imposible no agradecer ciertos momentos frenéticos que estos ingleses acá nos han vuelto a entregar. Con The day is my enemy se han lanzado de lleno sobre un sonido muy sucio y que prácticamente no da tregua ni respiro, ahí han acabado cayendo en la monotonía en medio de un álbum innecesariamente largo, pero el viaje contiene momentos disfrutables, sobretodo durante su primera mitad.

Todo el inicio del disco está bastante bien, digamos que entretiene. Dentro de lo más destacable aparece la golpeada partida a cargo de 'The day is my enemy' (la canción), la hiperquinética 'Ibiza' (donde comparten créditos con Sleaford mods) o el instrumental 'Destroy'. Hay otros momentos en donde la banda cumple imitándose a si misma de manera descarada, como es el caso del single 'Nasty' , 'Rebel radio' o en 'Rok-weiler', mientras que en temas como 'Wild frontier' la banda abusará de la repetición al punto en que acaban agotando. De hecho, si hay algo en donde The Prodigy suele pecar es en el exceso de machaque con que cuenta su sonido, y en esta ocasión claramente se les ha ido la mano. Toda la recta final es un monólogo incesante que acaba opacando las buenas sensaciones que en un inicio había entregado el disco, una lástima. 

Dado el tiempo que se toma la banda entre álbumes, cada nueva entrega podría ser efectivamente la última. Es imposible saber entonces que es lo que deparará el futuro de The prodigy a partir de acá, sin embargo, The day is my enemy sin estar del todo mal deja claras sensaciones respecto a una fórmula que ya parece agotada.

3.0 // Bueno, cumple.

miércoles, 1 de abril de 2015

Death Cab For Cutie: Kintsugi (2015)

Popurrí mal logrado. 

Más de diez años han pasado desde el mejor momento de Death cab for cutie, un excelente disco en 2003 (uno de los mejores de la pasada década) más algún exitoso single posterior se encargaron de dejar la promesa instalada, sin embargo a partir de ahí la banda no pudo (o no supo) ir mucho más allá. Ahora, con todo, discos como Narrow stairs (2008) o Codes & keys (2011) pese a caer en una serie de lugares comunes si lograron sostener un nivel más que digno, nivel que en esta ocasión me parece ha decaído dramáticamente, encontrando así un álbum que comienza con una idea relativamente clara para acabar desgranándose canción a canción en medio de la intrascendencia. 

Dos hechos importantes precedieron a las grabaciones de Kintsugi, el más relevante de ellos guarda relación con el alejamiento de Chris Walla (guitarrista y productor de la banda), pero también fue tema el divorcio entre Ben Gibbard y Zooey Deschanel, ambas situaciones se ven reflejadas en cierto perfume nostálgico y enrarecido que abarca el sonido de parte importante del disco, sin embargo el asunto no va tan lejos como hubiésemos querido. Dicho en simple: al disco le falta sangre. 

Kintsugi abre con dos medios tiempos, suena primero 'No room in frame', que no escapa demasiado del sonido habitual de Death cab for cutie mientras que 'Black sun' si se muestra más interesante gracias al aire pesimista que arrastra el tema, el cual cerca del final revienta entre sucias guitarras. Un poco más adelante 'Little wanderer' funcionará en la misma linea no sin antes acelerar un poco el asunto con el rock (?) de 'The ghost of Beberly Drive'. Todo muy correcto, demasiado quizás. Luego, en el nudo del disco, este bajará los tiempos drásticamente con dos baladas acústicas que exponen a un Gibbard en pleno desangre, 'You've haunted me all my life' engancha pero 'Hold no guns' agota. 

Y si hasta acá el disco convencía a medias, es en la recta final donde el asunto se vuelve todo confusión. 'Everything's a ceiling' , 'Good help (is so hard to find)' , 'El dorado' e 'Ingenue', con sus aceleraciones, voces filtradas y baterías electrónicas parecen ser sobras de lo que fue Codes & keys, no son malos temas pero huelen a relleno todo el tiempo, eso además de no poseer ninguna conexión con lo que antes había sonado. Y del cierre con 'Binary sea' ni hablar, una balada más sobre un piano, una más. 

Casi cuatro años se tomó la banda para editar Kintsugi, demasiado para un disco que salvo en dos o tres canciones no funciona ni en lo individual ni en lo colectivo, acá no hay sorpresas y la sensación de estar más que nada frente a un popurrí de ideas que no van hacia ningún lado es potente. Un disco apto solo para ultra fanáticos de la banda. 

5/10
Nada muy especial...


Otras reseñas de Death cab for cutie:
2011 // Death cab for cutie // Codes & keys