viernes, 24 de agosto de 2012

Baroness: Yellow & Green (2012)

"De dulce y agraz..."

El mundo de la música se ha refrescado durante la última década gracias a la presencia de una serie de agrupaciones estadounidenses que mediante un sonido cargado al slugde metal con toques progresivos han logrado sonar interesantes, potentes y novedosos.  En dicho abanico, bandas como Mastodon, Kylesa y Baroness han sido las que mayor ruido han generado, y particularmente estos últimos, liderados por rugido característico de John Baizley, se anotaron un sólido punto de partida gracias a álbumes como el  Red album (2007) y el Blue record (2009), trabajos que de cierta forma asumieron la invitación que Queens of the stone age (+ algunos más) realizaron a comienzos de siglo. Por todo esto, del tercer álbum de Baroness se esperaba bastante pues este se supone vendría a ser el de la consolidación definitiva. Para sorpresa de todos, sin embargo, la banda ha decidido romper con dichas expectativas, desmarcarse de lo esperable al entregarnos un disco doble que baja muchísimo las revoluciones con respecto a sus trabajos anteriores y de metal poco o nada tiene. 
Yellow & Green está entonces compuesto por dieciocho canciones, divididas en dos series de nueve en donde la primera de ellas destaca un sonido efectivo, duro y directo aunque con claros momentos melódicos dispuestos a enganchar con el oyente + otros fuertemente marcados por la psicodelia, mientras que la segunda desata muchísimo más la experimentación y no se conecta en absoluto con la primera. Por esto mismo, dada lo disímiles de ambos discos, es que he decidido valorarlos por separado...

Hablando de Yellow, este comienza con un sencillo instrumental que da paso a ´Take my bones away', probablemente el tema más heavy del disco y quizás el único que responde a lo que musicalmente se esperaba de este álbum ya que a continuación suenan 'March to the sea' y 'Little things', ambas de claros ganchos melódicos (exquisito lo que hacen en la primera jugando a varias guitarras), pero de tremenda calidad interpretativa.  Ahora, si lo anterior sonaba a ruptura, la intimidad y belleza del tridente 'Twinkler' + 'Cocainium' + 'Back where I belong' termina de golpear la mesa. Encontramos acá pasajes preciosos de cuerdas, juegos a varias voces que conmueven, psicodelia y rock duro en una pasada en donde el disco claramente vive sus mejores momentos, sin desperdicio alguno hasta acá. 

Ya en la recta final del primer disco, 'Sea lungs' recupera la energía de un comienzo (con un Baizley sólido en el desagarro de su interpretación) y trae de vuelta el rock al álbum para que este finalice en su primera parte con la absolutamente floydiana 'Eula', casi siete minutos que dan muestra de hasta donde han sido capaces Baroness de llegar en esta ocasión. Ciertamente cierra Yellow y la sensación es la de estar frente al mejor álbum del año. Sin embargo, para bien y para mal, hay más...

9/10
¡Brillante!

Y lo dicho, que la segunda parte del álbum da rienda suelta a la experimentación.
Con Green aparece el disco sesudo, de tiempos mucho más calmos y que por lo mismo requerirá de bastante más paciencia por parte del auditor pues la banda acá se ha dado (bastantes) gustos sin importar demasiado la opinión de quien escucha. 

El álbum pierde orientación desde un comienzo, con un 'Green theme' que dura demasiado sin llegar a puerto, conectando sin generar emoción alguna en 'Board up the house' + 'Mtns' e incluso más adelante cayendo en extrañezas como cerrar don dos instrumentales semi acústicos que rodean un tema muy rockero llamado 'The line between'.  

Lo cierto es que toda esta segundo álbum desprende la sensación de abusar de canciones que son meros descartes y que bajan bruscamente el nivel respecto a toda la primera parte, que como hemos dicho, es una verdadera joya. Dentro de la lista, que se vuelve pesadísima en su andar, destaca el rock de algo como 'Psalms alive' más la ya mencionada 'The line between', pero todo en una línea bastante inconexa que, insisto, cuesta seguir.

6/10
Bueno, cumple...

Conclusión: la sensación en definitiva es de dulce y agraz. Tal parece que la banda ha concentrado sus esfuerzos en lo que ha sido Yellow, la primera parte de este trabajo, una sencillamente fabulosa y que se enmarca desde ya como lo más grande que nos habrá dejado 2012 sin lugar a dudas, sin embargo, nos entregan además una segunda parte plagada de excesos difíciles de seguir y que no se entienden demasiado que pintan acá, más allá del gusto que se ha dado la banda. Como sea, Baroness dan muestras de valentía y aquello se aplaude, la banda da muestras de que cuando se lo proponen son capaces de llegar a un altísimo nivel, situándose muy por encima de cualquier etiqueta.  

¿Canciones? Todo el primer álbum + 'Psalms alive'  + 'The line between'.


miércoles, 8 de agosto de 2012

Moonspell : Alpha noir / Omega white (2012)

"Para todos los paladares..."

Varios dinosaurios provenientes del mundo del metal se han portado bien este 2012 y nos han demostrado que aún pueden sorprender de manera grata. Ahora, si los regresos de Cannibal corpse o Napalm death estuvieron muy bien, lo de Moonspell ha sabido no ser menos. Y es que estamos hablando de una banda que cuenta con ya casi 20 años de existencia, es decir, uno tendería a pensar que a estas alturas nada de lo que pudiesen hacer podría sorprenderte. Sin embargo, Alpha noir / Omega white nos recuerda el porque siempre debemos respetar a nuestros mayores.

Estamos frente a un disco doble, los cuales cuentan con características particulares. Alpha noir nos trae de regreso (y desarrollado en su máximo potencial) el sonido tradicional de Moonspell  mientras que Omega white es más experimental y juega con elementos más alternativos dentro de la carrera de la banda.

Alpha noir arranca con una introducción que golpetea a modo de batalla una batería que da paso a la excelente "Axis mundi", la cual varía velocidades e incluye ciertas lineas en portugués que sin duda aportan al escenario tétrico que se pretende entregar. Posteriormente suenan seguidas "Licknthrope", "Versus" y "Alpha noir", las tres muy en la misma linea, conjugando rapidez y potencia. "En nome do medo" (mi favorita del disco) baja las revoluciones, resta velocidad pero suma oscuridad de la mano de tremendos juegos de guitarras y teclados. Para el final del primer disco se retoma la agilidad con "Opera carne", "Love is blasphemy" , "Grandstand" y el disco cierra con el instrumental "Sine missione", otro momento musical de absoluta perfección. En toda esta primera parte la banda logra sonar fresca y atractiva, quizás redundando un tanto en su recta final pero siempre cumpliendode sobra.  

Omega white, por otra parte, es el bicho raro, el sitio donde al parecer la banda quiso dejar todo lo que musicalmente no encajaba en Alpha noir. Acá nos encontraremos con 38 minutos de un rock más calmo y no tan cercano a lo que tradicionalmente conocemos como "metal". El segundo disco es más difícil de digerir pero no por eso menos interesante, hay espacio para medios tiempos como "Whiteomega" o "New tears eve" e incluso para los sonidos acústicos de "Fireseason". Con Omega white Moonspell rompe ese mito absurdo de que el metal no sabe mirar hacia otros lares y nos entrega un disco alternativo que cierra un trabajo bastante atractivo, con contenido para todos los paladares.

7,5 / 10
¡Muy bueno!


viernes, 3 de agosto de 2012

Manuel García : Acuario (2012)

“Explorando fuera de la caja...”

No debería sorprendernos en absoluto que a estas alturas del partido Manuel García haya decidido marcar distancia con la trova que inundó sus dos primeros discos. De hecho, si en Tempera (2009) oímos pequeños guiños a la guitarra eléctrica fue en su tercer trabajo, S/T (2010), donde el chileno se lanzó de lleno al pop y al formato banda de rock, abandonando casi por completo el sonido limpio y desnudo de sus primeros años en solitario. 

En ese sentido Acuario comienza exactamente donde S/T quedó, es decir, en ese rock de banda tipo Los Tres. El álbum da inicio con la sutil e íntima 'Madera´ seguida de la melódica y popera 'Carcelero' para posteriormente abordar la melancolía en 'Un rey y un diez', la que nos recuerda hasta donde puede llegar García con sus composiciones (algo parecido se vivirá más adelante con 'Tan dulce, tan triste'). Tremendo tema y un momento musical altísimo. Hasta acá todo marcha dentro de lo que podríamos haber esperado de un sucesor para S/T, sin embargo, a partir de este momento (el cuarto tema) el disco abre rumbos y gira bruscamente (quizás demasiado) hacia otro lugar, uno que privilegia las atmósferas por sobre las melodías y que se interna en terrenos electrónicos donde teclados y sintetizadores serán absolutos protagonistas. Esto se aprecia con claridad en la pasada por 'Acuario' + 'Sueños', que nos internan en terrenos completamente nuevos para Manuel García y que seguro descolocarán a cualquiera auditor casual. 

En el nudo del álbum la ya mencionada 'Tan dulce, tan triste' traerá de regreso a la guitarra acústica + piano pero tras el respiro el viaje encontrará su mejor momento, primero mediante la sólida 'Hombre al precipicio' y su reflexión existencial ("Detesto la eterna costumbre de tener que siempre sonreír / Nunca debí aferrarme a nada en realidad...") y luego con 'El miedo', que aborda sonoridades más oscuras (ojalá la producción hubiese sabido sacarle mayor provecho a esto), para finalmente adentrarse en una recta final que retomará aspectos melódicos con el pop de 'Caprica', la acelerada 'Como partir' (otro momento fabuloso del álbum) y cerrar entre bases electrónicas con la irreconocible 'La hora nueve'

Estamos sin lugar a dudas frente al álbum más arriesgado en la carrera de Manuel García y uno donde evidentemente el artista ha querido explorar fuera de la caja para ver hasta donde podría llegar.  Se agradece y estimula el que un artista que ha logrado cierta masividad y encontrado una zona de confort arriesgue el pellejo como Manuel acá ha hecho, lo cual habla bien de él y su independencia creativa. El álbum toma el ejemplo entregado vente años atrás por aquella joya de Los Prisioneros titulada Corazones (1990), en aquel entonces Jorge González (con ayuda de Gustavo Santaolalla) fue capaz de romper con todo y sostener una identidad sonora durante todo el recorrido de dicho álbum, acá Manuel García ha abierto pisando terreno firme para luego lanzarse hacia la exploración encontrando en el camino más de alguna canción brillante y atmósferas reveladoras. Acuario no es Corazones pero dignamente lo ha intentado y ha triunfado. 


8 / 10 
Excelente.