viernes, 26 de julio de 2024

Nathy Peluso : Grasa (2024)

 "Corriendo (sus) límites..."

Desde su debut con Calambres (2020) se percibía la diversidad de inquietudes de Nathy Peluso, quien en un mismo álbum fue capaz de hacer interactuar el soul de 'Buenos aires' con el descaro de 'Delito' y el sabor de 'Sugga', toda una mixtura de estilos que cuatro años más tarde se profundiza en este, su segundo disco. Ahora, si bien durante estos años la argentina/española había publicado una serie de canciones aisladas (con buena repercusión varias de ellas), finalmente decidió resetear el asunto y comenzar a grabar un álbum completamente desde cero, esto en la idea de encontrar un conjunto que representase efectivamente su momento, algo que se transmite incluso desde el título. "Quería una palabra que tuviese varios significados..." - ha afirmado en la promoción. Grasa es por tanto otro álbum donde la vocalista busca correr sus límites y "desde dentro" marcar diferencia con sus pares, digamos, algo similar a lo que coterráneos suyos como Rosalía o C.Tangana han intentado, entregándonos así un conjunto que en poco más de cuarenta minutos se muestra dinámico y efectivo aunque también diverso e inquieto, un disco que desarrolla en paralelo un pop actual con sonidos que la instalan explorando fuera de la caja. 

Por supuesto que la columna vertebral de Grasa estará puesta en la búsqueda del placer, con temáticas marcadas por el hedonismo en donde Nathy Peluso va siempre hacia si misma. En esa línea sonarán cosas bastante tradicionales, la oiremos sacando toda la actitud en 'Aprender a amar' o 'Roto', donde rapea violento yendo en ambas hacia a una lírica agresiva, la primera con una connotación social ("Todos queremos la revolución pero, ¿quién le dedica un momento...?") mientras que en la segunda vomita líneas desde el despecho (maravilloso ese: "Vos no me vas a decir a quien se lo reboto..."). Camino similar será el que recorran más adelante cosas como 'Menina' o 'Manhattan' mientras que 'Real' adoptará un tono algo más romántico e incluso tierno, desatando un contraste actitudinal que no deja de ser interesante.

En otra arista del disco, habrá momentos en donde la artista irá al pop apelando a coros contagiosos. Me refiero a cosas como 'Legendario' o 'Ideas radicales', en esta última empapando la atmósfera de sintetizadores. Aunque donde definitivamente correrá sus límites será en la tendencia a la balada que regala en puntos claves del disco. No por nada abre sobre una orquesta retro y disfrazándose de Mon Laferte (por mencionar una par que podría perfectamente atreverse en estas latitudes) con la notable 'Corleone', mostrando exquisitas dotes a la hora de dramatizar en una interpretación ("Yo tengo un imperio / Un palacio brillante / Y una pena muy honda..."). Resulta evidente que Nathy Peluso posee interés en que no la encasillemos en sonidos tan obvios, idea que confirmará más adelante desatándose sobre un piano en 'Envidia', salseando a lo Rubén Blades en 'La presa', yendo a las cuerdas en 'El día que perdí mi juventud', al soul en 'Remedio' o al R&B al cerrar con 'Mamá'

Grasa es un disco en donde Nathy Peluso ostenta algo que no se compra en la esquina: convicción. Ahora, no se queda solo ahí y entrega un puñado de temas soberbios. Rebeldes y contagiosos. Sencillos pero contundentes. Como un "pero" queda el que a ratos, sobre todo en la segunda mitad, el disco parece meter dos o tres canciones que no están a la altura así como una que otra canción pedía alguna vuelta más en su estructura, pero con todo, la jugada es exitosa. Apenas es su segundo álbum y ya sentimos que la vocalista podría ir hacia donde le de la gana...

¿Canciones? 'Corleone', 'Aprender a amar', 'Real' y 'Envidia'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!

sábado, 20 de julio de 2024

Charli XCX: Brat (2024)

 "La forma sobre el fondo..."

"Soy famosa pero no lo suficiente. Luzco perfecta en el fondo.." afirma Charli XCX en un breve interludio de su más reciente álbum. En este pareciese admitir que le ha ido bien pero no como quisiera, a sabiendas de que tras una década de trabajo y cinco álbumes bajo el brazo no ha logrado meterse de lleno en el mainstream. "No me siento especial..." - afirma también. "Supongo soy un desastre y juego un rol..." - agrega. Se desnuda por tanto ante nosotros en casi dos minutos que parecen definir de manera franca su momento, aunque ojo al detalle: realiza este ejercicio empapada de un exagerado auto tune, es decir, como todo un personaje que aún en sus momentos más honestos es incapaz de mostrarse completamente vulnerable. No la vamos a oír desafinar. Que no...

Algo positivo, sin embargo, tiene el no conseguir un objetivo: que debes luchar más duro. El cual parece ser el mensaje que pretende esconder Brat, el sexto álbum de Charli XCX. Y es que donde muchos podrían visualizar un fracaso (más cuando cantas pop, es decir, música que aspira por definición a la aceptación masiva) e incluso razones para dudar de tus capacidades, la inglesa ha encontrado motivos para volver a armar la fiesta reconectando con su tendencia al hyper pop y a la electrónica frenética en un conjunto que la muestra de paso absolutamente confiada en sus capacidades, pese a que el discurso transite una constante bipolaridad, moviéndose con facilidad desde el exceso de confianza hacia las dudas existenciales.

Para muestra la fantástica apertura con '360', contagiosa y adictiva con sus arrogantes estrofas ("Si lo amas o lo odias / Me importa una mierda lo que pienses...") + coro ("Cuando estás frente al espejo me miras a mi..."), sin embargo, a la vuelta de la esquina en 'Sympathy is a knife' se mostrará toda confusa hablando de cuanto le cuesta ser una hipócrita ("¿Por qué no puedo rechinar los dientes y mentir? / No podría ser ella ni aunque quisiera..."), aunque claro, siempre en un tono festivo, el cual abordará con fuerza acudiendo a la electrónica hipnótica en cosas como 'Club classics', 'Everything is romantic' o 'Von dutch', otra en donde su ego se come al tema ("Es obvio, soy tu número uno / Está bien si admites que soy tu fantasía..."), mientras que en 'Talk talk', 'Rewind' (donde añora volver a ser esa chica que no se insegurizaba pensando constantemente en su peso o en las ventas de sus álbumes) o 'Girl, so confusiong' va hacia un poco más "de coros" y que le acercan a un formato de canción single.  

Hay "peros" en el disco eso si. Las canciones se suceden y son simples, quizás demasiado. Por lo mismo la falta de ideas pasando en la recta final se hace evidente, al punto de que 'Apple' o 'I think about it all the time' resultan completamente olvidables, 'So I' tiene nula identidad (incluso parece plagiar el 'No one dies from love' de Tove lo), mientras que el álbum cierra en una especie de innecesaria remezcla de la inicial '360', titulada '365'

El caso es que todos los temas se mueven en torno a los dos a tres minutos de duración, es decir, para bien y para mal lo que Charli XCX presenta es un pop de bajísimas pretensiones musicales, temas que se conforman con generar una determinada atmósfera, entregar un mensaje o repetir un coro, sin embargo, el fuerte parece siempre estar puesto en la cáscara y lo superficial de la propuesta, más no en el fondo. Algo que también se traslada a sus presentaciones en vivo, donde prácticamente todo es playback y pre grabados con ella bailando sin pudor encima, ni siquiera con una banda de apoyo. 

En dicho sentido, la inglesa es honesta con nosotros. Titula su álbum como lo que es: una "mocosa", una especie de chica caprichosa. Y lo acompaña con toda una promoción en torno a lo visual. Ha modificado en streaming las portadas de todos sus discos, por ejemplo, dándoles un color y centrando el título tal como ha hecho con Brat. La idea evidentemente es generar ruido y transformarse en un fenómeno viral, algo que hasta cierto punto ha conseguido, complementando el concepto con un conjunto de canciones que funcionan, son atractivas y varias de ellas incluso adictivas, sin embargo, reitero el concepto: la música complementa su propuesta, y no al revés. Es decir, sacando toda la capa de superficialidad, ¿con qué nos quedamos? ¿hay efectivamente acá una propuesta de peso dispuesta a trascender o más bien una chica que quiere (y necesita) ser famosa por un rato? 

¿Canciones? '360', 'Sympathy is a knife' y 'Von dutch'.

6,8 / 10
Cumple y algo más...

miércoles, 17 de julio de 2024

20 Años de ... The Cure : The Cure (2004)

 "Señales dispares..."

Llegando a 2004, con una tercera década de vida en proceso la pregunta caía de cajón: ¿Y ahora qué? The Cure había vivenciado tiempo atrás su época de mayor gloria, una que habría tocado techo en Wish (1992), también un intento de reconversión mediante el (injustamente) denostado Wild mood swings (1996) seguido de una posterior "vuelta a las raíces" en Bloodflowers (2000), por lo que las dudas estaban instaladas en torno a las capacidades creativas de la banda, quienes venían zigzagueando desde hace bastante y entregando señales principalmente de poca estabilidad. Se requería por tanto un golpe de timón, una especie de "todo o nada" que re encaminase la carrera de The cure (de ahí el título homónimo) y es de suponer que con aquello en mente fue que Robert Smith decidió confiar a Ross Robinson la producción de este álbum, es decir, un tipo totalmente ajeno al sonido de la banda e identificado principalmente con el mundo del nu metal (trabajó con Korn, Sepultura, Soulfly, Limp Bizkit o Machine head, entre otros). El objetivo era quizás sacar a flote la arista más oscura, cruda y agresiva de The cure, algo que se condice con el como se grabó efectivamente el álbum, con la banda sonando en vivo y realizando muy pocos retoques de post producción, y si bien algo de esto acabó por conseguirse a lo largo de la grabación, el resultado final sin ser en absoluto un mal disco acaba dejando cierto sabor a poco, ya sea por la falta de coherencia que existe entre las canciones como la simpleza en la que acabó cayendo. 

Yendo a la música, el disco abre con un golpe directo al mentón en la fantástica pasada por 'Lost' + 'Labyrinth', dos piezas marcadas por la distorsión de las guitarras y ambientes crecientes que van ganando fuerza en medida que avanzan, con un Robert Smith al límite del desgarro entre interpretaciones impecables que transmiten a la perfección la desesperación que pretenden. Algo similar visitarán más adelanta tanto en el grito liberador que es 'Us and them', con seguridad la más estridente en todo el álbum, en el rock 'Never', la exquisita incursión de teclados que propone 'Anniversary' y los diez minutos de 'The promise', una que si bien visita lugares comunes de The cure de todas formas luce gracias al completo desate instrumental que la banda propone, uno que está siempre al límite del caos. 

Por tanto, si lo que la banda buscaba era llevar al límite la potencia y oscuridad de su sonido, vaya que lo logran con todas las mencionadas. El problema es que entre estas intercalan canciones (y no pocas) que se desmarcan por completo de la experiencia. Cosas como 'Before three', 'The end of the world', 'alt.end', '(I don't know what's going) On' o 'Taking off' (siendo esta un auto plagio descarado del clásico 'Just like heaven'), no guardan relación alguna con el disco oscuro y desgarrador que se insinúa a ratos y más bien se acercan a la arista más azucarada y dulce de la banda. Ninguna de estas es una mala canción, que eso quede escrito (aunque tampoco son un 'Friday I'm in love' o un 'In between days', todo sea dicho), sin embargo, dividen al disco en dos almas que no parecen tener conexión entre si e incluso suenan a disculpas, concesiones comerciales indignas de una banda de tamaña estatura.

Nos quedamos por tanto con un trabajo de señales confusas y dispares, un álbum que va y viene constantemente en términos de atmósferas. Doce buenas canciones, una que otra dispuesta a sobrevivir al paso del tiempo, pero un global que mirado a distancia no consiguió los objetivos que pretendía: no fue un álbum "definitivo" para The cure ni les ayudó a abrir nuevos caminos.  

¿Canciones? 'Lost', 'Labyrinth', 'Anniversary' y 'The promise'

7 / 10
Muy bueno.


Otras reseñas de The Cure:

sábado, 13 de julio de 2024

Ulcerate: Cutting The Throat Of God (2024)

"La vara demasiado alta..."

Mirado a distancia, podríamos afirmar categóricamente que una década atrás mediante un álbum como Vermis (2013) fue que Ulcerate acabó de pulir su fórmula volviéndose de pronto una máquina sonora verdaderamente aplastante. Hoy el death progresivo que trabajan funciona como una apuesta segura que enroca contundencia con virtuosismo y atmósferas tan angustiantes como a momentos asfixiantes, una labor nada sencilla y que explica el que la banda venga tomándose cuatro años entre lanzamientos desde hace un rato. Ahora, el que los neozelandeses hayan encontrado su lugar seguro presenta, sin embargo, también algunas dificultades, las cuales me parece se evidencian por primera vez en su carrera en este Cutting the throat of god, un disco impecable desde todo punto de vista donde todo se encuentra exactamente en el lugar indicado pero que al mismo tiempo carece de sorpresa, dejando la sensación de que la cima la han alcanzado en el pasado Stare into death and be still (2020) y en este no han hecho si no replicar la fórmula. 

¿Es esto último un gran problema? ¡En absoluto! O sea, por favor, ya se quisiera cualquier banda un álbum como este, poderoso desde un comienzo, cuando 'To flow through ashen hearts' abra en calma para al minuto lanzarte encima una tonelada de buen metal, impactando tu ser contra la fuerza de un sonido incontestable, ejecutado con la precisión acostumbrada (lo de Jamie Saint Merat en batería nuevamente es fenomenal) y unos cambios de velocidad ante los que no queda si no rendirse. Pasa la primera y quedamos sinceramente extasiados, esto es Ulcerate en toda su esencia desenfundado su poder y la tentación de escribir "disco del año" es enorme. Pero existe un problema: que se vienen seis más en la misma línea (todas muy extensas además, siete a ocho minutos cada una). Los mismos tiempos, los mismos parones para tomar aire y las mismas aceleraciones, por lo que inevitablemente la monotonía se apropia del lugar y la sensación de que "ya lo hemos oído todo" se hace presente demasiado pronto en el disco. 

¿Y es que alguien podría alegar algo ante cosas tan colosales como 'The dawn is hollow' o 'Transfiguration in and out of worlds'? Son todo estructuras intrincadas, complejas, rebuscadas y muy pensadas, con un Paul Kelland enorme en las voces relatando guturales y donde la descarga de intensidad es constante pues la banda solo suelta el acelerador para tomar impulso. Sin embargo, los temas son tan extensos y mono sonoros que otras, verdaderas joyas como 'Further opening the wounds' (o toda la recta final) se te vuelven eternas, dejándose sonar como un río que corre y corre y corre. ¿Agradable? Claro que si. ¿Monótono? También. 

¿Te imaginas comiendo el mismo plato sabroso y gourmet todos los días durante un mes? Algo así es Cutting the throat of god. Los primeros cinco días seguro lo encuentras exquisito y te sientes maravillado con lo que tu paladar recibe, pero al quince seguro ya extrañas el arroz y al veinte matarías por unas ordinarias papas fritas...

En definitiva. Si este es el primer disco que oyes de Ulcerate, seguro te parecerá grandioso e impactante (¡que lo es!), ahora, para quienes les venimos siguiendo desde hace un buen tiempo, la experiencia resulta satisfactoria aunque redundante. Acá hay técnica, oscuridad, violencia en el sonido, ejecuciones de primera y atmósferas inmersivas dispuestas a no dar tregua. El problema es que todo eso ya lo teníamos en discos anteriores por lo que la vara estaba muy arriba y aquello inevitablemente merma un tanto la experiencia. 

¿Canciones? 'To flow through ashen hearts', 'The dawn is hollow' y 'Transfiguration in and out of worlds'.

8,2 / 10
Excelente.


Otras reseñas de Ulcerate:

miércoles, 10 de julio de 2024

Bring Me The Horizon: Post Human (Nex Gen, 2024)

 "Pop sobrecargado de artificios..."

Con Bring me the horizon me había quedado allá por 2019 cuando publicaron Amo, un conjunto vacío que colocaba el efectismo por sobre las canciones estableciendo un claro desequilibrio entre las formas y el fondo. Desde entonces no supe más de ellos. Ahora me entero que, como era de prever, un año más tarde los tuvimos recuperando algo de peso (?) mediante Post human: Survival horror (2020), aunque claro, ya transformados en una banda completamente diferente a la que alguna vez sorprendió coqueteando con el death en aquel lejano Count your blessings (2006) y mucho más cercana a la electrónica, particularmente al hyperpop, mundo que vuelven a visitar en este nuevo Post human: Nex gen, un álbum de clara continuidad respecto a su antecesor aunque desde lo musical luce como un conjunto de contrastes, de luces y sombras confusas pero que ciertamente forman parte de la esencia de la banda a estas alturas.

Me explico. Para nadie es secreto que Bring me the horizon se han transformado en una especie de Coldplay del metal mainstream, es decir, una banda que tiempo atrás fue capaz de captar un importante target adolescente y viven de aquello. Saben que hagan lo que hagan habrán millones dispuestos a acompañarles de manera incondicional por la simple y sencilla razón de que han formado parte de sus vidas. Así funciona el fenómeno fan, no lo vamos a descubrir hoy. Por ello, cuando en 2020 la banda regresó a su veta más chillona/comercial entre canciones como 'Parasite eve' o 'Teardrops' muchos seguro se emocionaron al sentir que la banda re encaminaba su carrera hacia un álbum como Sempiternal (2013), pero hoy cuando abren con algo tan insulso, meloso y obvio como 'Youtopia' (lo siento eh? pero yo me rebelo a la ridiculez de titular canciones entrelazando mayúsculas con minúsculas), los mismos también se emocionan porque sienten el regreso de anda a saber que. Lo cierto es que los fans se van a emocionar siempre que sus ídolos vuelvan, y no hay más. 

No deja de ser cierto, sin embargo, que Bring me the horizon se encuentran para bien y para mal en un punto donde pareciese que todo vale, porque efectivamente en esta etapa Post human han vuelto a las melodías con fuerza pero incorporando una mescolanza elementos tomados de distintos lugares. ¿El resultado? Un pop sobrecargado de artificios (¿mencioné la relación con Coldplay, no?) que a veces funciona, como en el caso de 'Kool-Aid' (donde Oliver Sykes se mueve en diferentes registros aportando diversidad), pero en ocasiones no hace si no esconder estructuras simplonas que les acerca al pop punk comercial post 2000 de bandas tipo My chemical romance (ahí tienes 'Top 10 statues that cried blood', 'Darkside', 'Lost' o 'Strangers'). En ese camino, resulta curioso el homenaje evidente (que roza el plagio) que realizan a Deftones en 'Limousine' (junto a la noruega Aurora en voces) o el que en 'n/a' abran en un sencillo acústico para luego buscar la explosión mientras que en otros momentos se lanzarán de plano al sobrecargo armando canciones realmente insoportables, como 'Bullet w/th my name on' o 'R.i.p', donde cargan la balanza hacia el sonido hiperactivo. 

En definitiva, estamos ante otro álbum de Bring me the horizon cuya principal foco está puesto en el confeti de la producción. De hecho, si quitamos todo el maquillaje electrónico que adorna cada una de estas canciones, ¿qué nos queda? Pues un pop de estructuras (en su mayoría, que no todas) bastante tradicionales y coros contagiosos. La banda busca el impacto por tanto de manera artificial, desde los títulos ('[ost] p.u.s.s.-e', o sea...) hasta la estridencia del sonido, lo cual por si solo no es un punto negativo pero si en ocasiones terminan opacando canciones que sin todo el ruido habrían funcionado mejor ('Dig it', claro ejemplo). 

¿Canciones? 'Kool-Aid' y 'Lost'.

6,8 / 10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Bring me the horizon:
2019: Amo

domingo, 7 de julio de 2024

Knocked Loose: You Won't Go Before You're Supposed To (2024)

 "Por sobre los prejuicios..."

Pasa con todos los géneros, que al adquirir popularidad las bandas acaban prostituyéndose hasta el hartazgo, agotando las fórmulas y transformándose en meras caricaturas carentes de identidad, lo cual inevitablemente termina alejando más que acercando a cualquier auditor casual. Ocurrió con el glam en los 80s, el grunge en los 90s, nu metal en los dos miles y con el metalcore en los 10s. En dicho contexto, las barreras con una banda como Knocked loose existen ya que hablamos de una agrupación reciente, por lo que los prejuicios juegan acá... y bastante. ¿Otra banda más de chicos rabiosos/depresivos? ¿Otra banda tarrienta y chillona? Pues bastante de eso hubo en el debut Laugh tracks (2016) y en su respectiva continuación A different shade of blue (2019), aunque en ambos se podían reconocer pequeños momentos donde la banda intentaba matizar la fórmula mostrando diversidad de influencias y no siempre tirando por lo obvio. Por lo mismo, había que ver el camino que tomaban ante el siempre interesante desafío del tercer disco ¿Estiramos con calco el hilo de los dos primeros? ¿Incorporamos uno que otro elemento para tantear terreno? ¿Hacemos un giro brusco y escapamos del target? Finalmente You won't go before you're supposed to vive entre nosotros y pareciese inclinarse por la segunda opción, es decir, la del disco de continuidad pero que escapa del "más de lo mismo", un conjunto que sostiene una identidad pero muestra crecimiento. 

Antes que todo eso si, imposible no referirse a la lamentable producción a cargo de Drew Fulk (a.k.a WZRD BLD): espantosa. Ruidosa a más no poder con una ecualización que vuelve inaudible el disco a un alto volumen, lo cual seguro se volverá un muro infranqueable para muchos. Esto porque además el disco desenfunda el conjunto más histérico que hayan publicado a día de hoy, uno que les continúa alejando de sus pares y les acerca aún con más fuerza al sonido de una banda como Converge (con quienes la comparación es algo obvia), entonces, sonido histérico y producción tarrienta, que decir,  mala combinación por donde se mire.

Hecho el descargo, vamos a las canciones y al conjunto propiamente tal. Ahí, vuelven a reducir la duración del trabajo (como hicieron en el debut de 2016), llevándolo a los veintisiete minutos de extensión a diferencia del antecesor donde se habían acercado a los cuarenta. Las canciones son por tanto breves todas (de dos a tres minutos) y van bastante al grano con una banda desatada desde el primer minuto, cuando 'Thirst' muestre a un Bryan Garris salvaje interactuando en velocidad con los guturales del guitarrista Isaac Hale. Tanto 'Piece by piece' como 'Suffocate' (en una colaboración que fluye perfecto con Poppy) irán en una línea similar (interesante el momento reggaetonero que se marcan en la segunda) y será recién en 'Don't reach for me' cuando la banda baje un tanto las revoluciones y juegue un tanto más con la estructura introduciendo una serie de breakdowns y realizando varias pausas en el tema para "desnudar" el sonido. Acá también es donde el disco convence, cuando Knocked loose parecen tener demasiado claro lo que están haciendo y no unicamente metiendo mano al efectismo de los primeros temas, algo que se corrobora en la fantástica 'Take me home', la cual desarrollan sobre la misma sección de guitarra utilizada antes en la breve 'Moss covers all' aunque también jugando con el trabajo de percusiones. Pareciese que experimentan con su sonido pero lo realizan con una madurez enorme. 

Ya en la recta final el disco retomará una arista más obvia, retomando la línea más hardcore, salvaje e histérica tanto en 'Slaughterhouse 2', esta vez realizando desafíos vocales junto a Chris Cerulli de Motionless in white (con quienes Bryan Garris había colaborado en una "primera parte" de este tema, publicado en un álbum de 2022), 'The calm that keeps you awake' con una partida de guitarras bastante nu metaleras pero que rápidamente rompen en una estructura más tradicional donde Isaac Hale vuelve a apoyar con guturales, 'Blinding faith', otra que bien juega con los parones estructurales y el cierre con aires solemnes que entrega 'Sit & mourn' (la más extensa de todas además).

En You won't go before you're supposed to si bien la banda conserva su esencia frenética, se las arreglan acá para ir un tanto más allá tanto en términos de estructuras como de intereses creativos. Se muestran suficientemente diversos como para mantenernos interesados y abiertos a lo que pueda venir a futuro. No solo estamos ante el mejor disco de Knocked loose a la fecha si no también como uno de los buenos que nos habrá dejado 2024, lo cual considerando la tarrienta producción no es poco decir.

¿Canciones? 'Don't reach for me', 'Take me home' y 'Blinding faith'.

8,2 / 10
¡Excelente!

jueves, 4 de julio de 2024

Kvadrat: The Horrible Dissonance Of Oblivion (2024)

 "La desolación y el olvido como motor creativo..."

Uno de los principales motivos por los que existe este blog es mi fascinación por hacer llegar música (e ideas) a otras personas. Por lo mismo, este álbum debut de Kvadrat me supone un desafío exquisito pues hablamos de un proyecto particularmente desconocido para el mundo (como muestra las escasas reproducciones que cuenta en plataformas de streaming) pero de una tremenda riqueza, tanto en lo interpretativo como argumental. Pero bueno, sin ir más lejos me doy a a la tarea de descuartizarlo en un texto...

He acá otro proyecto pensado y ejecutado por un solo tipo pero que se hace pasar por banda. Me refiero al griego Ivan Agakechagias, quien se encuentra a cargo de absolutamente todo en su álbum debut bajo el pseudónimo Kvadrat, arreglándoselas para entregarnos uno de los álbumes más fascinantes que seguro oiremos durante 2024 (quienes tengamos el privilegio, claro). El caso es que mediante siete canciones el multi instrumentista nos presenta un trabajo que hace carne sentimientos tan oscuros como la desolación y el desencanto provocado por la soledad y el olvido (de ahí el título de la obra y también la portada, con este hombre atrapado en un cubo de oscuridad y angustia), y lo hace mediante el sonido que le permite ir ahí y transmitir, es decir, un metal que a ratos es death y a ratos black, que suena tan furioso como desgarrado entre atmósferas marcadas por la desesperanza y, digámoslo, la tristeza. Algo que se comprende mucho mejor yendo a las letras, lo cual no es cosa fácil pues el álbum está cantado en la lengua nativa de su compositor (es decir, griego), aunque incorporando leves pasajes en inglés en una que otra canción (supongo en el afán de "acercar" un tanto los textos a un oyente casual).

Yendo a lo estrictamente musical, un primer elemento a aplaudir es la producción del disco. Desde ahí el músico ha acertado pues el trabajo siendo extremo en su sonido, no molesta ni cae en ese exceso de ruido y/o estridencia que suele empañar al metal actual. Esto lo apreciamos de inmediato cuando irrumpa una canción como 'Laberinto subterráneo' (mencionaré los títulos en español para facilitar en este caso comprensión). En esta los instrumentos entran en pleno generando alta intensidad inmediata, un doble pedal demoledor + guitarras punzantes pero donde todo está ecualizado a un punto preciso, transmitiendo a la perfección la fuerza con que carga el sonido. 

En materia de temáticas el disco funcionará básicamente en dos trazos paralelos, aunque en ambos el eje común será la experiencia de vivir el dolor en la total y absoluta soledad. En ocasiones el blanco será la sociedad, como en la mencionada 'Laberinto subterráneo' ('Υπόγειος λαβύρινθος') donde se insinuará el que somos parte de un engranaje macabro ("Un mosaico existencial / Horrible masa amorfa / Un mosaico humano / Pueblos que mantenemos vivos / Cubos de carne podrida / Ladrillo a ladrillo para construir nuestra prisión") o más adelante en 'Ojos de cristal' ('Γυάλινα μάτια') con esas pausas y desates constantes que irán más al hueso expresando lo que significa encontrarse solo en medio de la masa ("Una multitud con enfermedades terminales / Pandemia social / Todos juntos y completamente solos a la vez..."), mientras que otras piezas serán mucho más "personales" abordando directamente el sufrimiento del ser humano, ya sea ante una enfermedad física o mental. 

En dicha línea se mueve '-4°C' ("Te sentirás muerto del escalofrío constante / Entre ríos de sangre podrida / En un mundo frío e inhóspito"), siendo esta la primera que en su recta final incorporará una estrofa en inglés donde se percibe la desesperación del relato ("No tengo descanso / Córtame la puta cabeza / Quiero sufrir en silencio..."), también 'Inexistencia séptica' ('Σηπτική ανυπαρξία'), donde Kvadrat se interna en terrenos tremendamente oscuros abordando la locura que puede provocar la agonía en el dolor ("Solo queda un poco de tiempo / Tus horribles gritos ya te han arrullado / Mírate directamente a los ojos / Mantén tu columna y piernas para que puedas sostener tus restos / Temblando de dolor / Agonía horrible / Congelando tu risa / Apaleado hasta la extinción..."), mientras que la gran joya en esta línea será aquella que titula el álbum, 'La horrible disonancia del olvido' ('Η φρικτή δυσαρμονία της λήθης'), la cual en más de ocho minutos expresa en música y palabras la angustia que puede significar el vivir una enfermedad como el Alzheimer (o cualquiera que involucre la pérdida de la mente) en líneas realmente devastadoras ("¿Quién eres en el espejo? ¿Qué ha sido de mi? ¿Cómo terminamos así? / Habitaciones y ciudades vacías / No hay señales de vida / Ahora una muerte cerebral / Lucho contra el tiempo a ciegas / Horas, días, años / Tardes sin fin..."), todo esto enmarcado en un metal que reproduce a la perfección todo el pesar que la temática requiere. 

Finalmente, el álbum cerrará en el tono que requería en los nueve minutos de 'Decadencia total' ('Ολική αποσύνθεση'), también la más singular del disco con una intro que sobre pasa los tres minutos, abriendo de manera cristalina para lentamente ir aumentando la tensión hasta romper en plan denuncia con todo el pesimismo y desencanto posible ("Llena el aire de podredumbre y contamina la atmósfera / Altera toda la realidad / Ella teje la red para sus larvas / Para ocultar la vergüenza en sus capullos..."), cerrando así un álbum fabuloso en el amplio sentido de la palabra. 

The horrible dissonance of oblivion funciona desde todos sus ángulos posibles. Un disco que si lo oyes obviando las temáticas que trata es capaz de transmitirte tanto ira como angustia, ahora si sabes lo que el tipo está cantando el asunto se eleva a otro nivel. Estructuralmente el disco es creativo, en materia de atmósferas suena tan podrido como puede y las ejecuciones instrumentales (+vocales) son impecables. Metal de alto corte y si consideramos que es el debut en largo del griego Ivan Agakechagias, que decir, extraordinario.

¿Canciones? Cualquiera, son todas enormes y el álbum funciona como un todo.

9/10
Brillante.