domingo, 31 de julio de 2016

Despised Icon // Beast // 2016

Despiadado desenfreno.

Tras siete años de silencio, uno de los pilares del llamado deathcore está de regreso. Y vuelven sosteniendo la bandera con una sólida descarga de lo que mejor saben hacer: ese sonido tan característico que equilibra de manera impecable la bestialidad técnica de un death que apunta directo a la vena con un histérico grind ejecutado con precisión quirúrjica. En ese sentido, Despised icon sigue cumpliendo en ambos frentes musicales, y lo que es mejor aún, realiza la mixtura con una comodidad que aún tras cinco discos editados, continúa impresionando.  

Nos encontramos entonces con una serie de temas que cargan con la brutalidad de un death muy puro, como es el caso de 'Inner demons', la despiadada 'Drapeau noir' o 'One last martini', mientras que otros incorporan elementos más propios del grindcore, ahí 'The aftermath', 'Bad vibes', 'Grind forever' o 'Time bomb' funcionan como ejemplos notables de lo que menciono. Entre todas estas, un par de instrumentales cortos que no superan los dos minutos de duración y que pretenden entregar una pausa frente a tanto desenfreno, para acabar con dos canciones que cierran el álbum en el mismo tono donde este comenzó. Claro está que estos canadienses no han querido complicarse, por lo que antes de comenzar a agotar la fórmula han decidido cerrar, dejándonos así con un disco que en diez canciones y poco más de media hora da muestras precisas del grado de agresividad que aún son capaces de lograr. Además de la precisión técnica y la potencia que la banda logra, cabe destacar los notables duelos vocales que acá se desarrollan, los cuales van desde potentes guturales hasta agudos chillidos, todo desarrollado eso si con mucha inteligencia y tino. 

Despised icon han querido volver muy en lo alto y con Beast vaya que lo han logrado, apuntando directo al mentón de quien ose darle play a este soberbio conjunto de canciones. Desde ya, uno de los buenos discos que nos dejará este 2016.

4.0 // Excelente!

martes, 26 de julio de 2016

Cane Hill // Smile // 2016

Grato y salvaje tributo.

Para Joaquín, gracias por el dato.

He acá un disco que más de algún treinteañero nostálgico disfrutará. Y es que si estás entre quienes fueron marcados de alguna manera durante tu adolescencia por el fenómeno nu metal de fines de siglo pasado, Cane hill ha llegado para satisfacer tus más húmedos recuerdos. 

Un poquito de Slipknot ('MGGDA'), el Manson del Golden age of grotesque ('(The new) Jesus'), Coal Chamber a ratos ('True love' , 'Fountain of youth') y Korn por montón ('St. Verónica', 'Cream pie', 'You're so wonderful'), todas aquellas referencias, entre varias más que coquetean hasta con el industrial ('Screwtape', para mi la mejor de todas), nos las encontramos en un álbum que no muestra absolutamente nada novedoso, que hasta en la estética rinde tributo a los años noventa, pero encuentra mérito importante en la descarga de energía que derrocha de comienzo a fin, además de sonar jodidamente bien. 

Diez canciones entonces en un disco debut que va directo al grano en todo momento, que funciona en base a su rabioso sonido y que vocalmente se encuentra interpretado de manera impecable por un Elijah Witt que se mueve bien arriba y abajo. Con Smile, Cane Hill reconocen de manera descarada cada una de sus influencias pero dejan al mismo tiempo instaladas gratas sensaciones. El tiempo dirá si lograrán ir más allá del homenaje que roza el plagio, pero por ahora se anotan un agradable y salvaje punto.  

3.0 // Bueno, cumple.

sábado, 23 de julio de 2016

Thrice // To Be Everywhere Is To Be Nowhere // 2016

Hacen pie con un sólido regreso. 

Si no los conoces, que es lo más probable ya que no hablamos de una banda particularmente popular, deberías ir por ellos. Y es que en este mundo donde todo es plagio o refritos, una banda como Thrice se agradece. Los californianos han sabido sostener una discografía cargada hacia un rock duro, de mucha energía y frescura (eso que algunos gustan llamar hardcore melódico o post hardore), con vaivenes en materia de estilos pero siempre respondiendo dentro de lo suyo. Ahora, pese al buen nivel, habían dado señales de agotamiento en 2011 tras la edición de Major/Minor, un disco correcto pero que los mostraba cómodos en su metro cuadrado, lo cual inevitablemente resultaba incómodo para una banda tan ambiciosa como Thrice. Se tomaron su tiempo entonces, cinco años de hecho para crear To be everywhere is to be nowhere, el trabajo que abre la segunda década de existencia de la banda y por tanto, se entiende casi como un todo/nada para ellos. El resultado apuesta sobre seguro, concentrándose básicamente en las canciones más que en el concepto global, dejando de lado la experimentación, yendo al grano en el tema a tema pero cumpliendo sin lugar a dudas, encumbrando al álbum desde ya entre lo más atractivo y destacado que oiremos en este 2016.  

La primera mitad del álbum es un bloque de concreto que no entrega respiro y resulta absolutamente demoledor, ahí el desgarro de 'Hurricane' enlazará con la potencia de 'Blood on the sand' y la exquisita oscuridad de 'The window', una de las mejores canciones del disco. Todo acá suena muy visceral, cada canción es una liberación de energía importante y aquello encuentra su mejor momento en la pasada por 'Wake up', una que se va directo a la carpeta de las grandes canciones que nos dejará este año. La primera pausa llegará con la luminosa 'The long defeat' seguida del minuto instrumental que es 'Seneca', la cual dará paso a una segunda mitad de álbum un poco más diversa que la primera. 

Acá, acercándonos a la recta final, el disco bailará sobre diferentes atmósferas, los tres minutos de 'Black honey' son duros y de peso, mientras que 'Stay with me' es la balada rock del álbum, la primera ocasión donde la banda abre el corazón al auditor (¿se acuerdan del 'Use somebody' de Kings of Leon? Bueno, háganse esa idea). 'Death from above' + 'Wistleblower' apostarán por un sonido más golpeado y denso mientras que el cierre llegará en absoluta calma con 'Salt and shadow', una que si me la presenta Bon Iver, no me quejo. Gran cierre por cierto, pese a que se contrapone por completo a todo lo que antes sonó en el álbum.  

Si alguien viene siguiendo desde hace un tiempo la discografía de Thrice, es probable que no encuentre en este disco nada particularmente novedoso, más allá de tres o cuatro canciones que destacan notablemente sobre el resto, esto dado lo mencionado: la banda ha querido hacer pie haciendo bien lo que mejor saben hacer. El punto es que lo han hecho muy bien, entregándonos un disco sólido y que me parece funciona como una excelente carta de presentación para quien que recién viene conociendo a la banda. 

4.0 // Excelente !

miércoles, 20 de julio de 2016

20 Años De... Soundgarden // Down On The Upside // 1996


Acá escribo acerca de mi historia, de mi relación con la música y particularmente con el rock ya que Down on the upside fue uno de los álbumes que abrió puertas en mi vida, un disco que a mis tiernos quince años me acercó a sonidos que antes jamás había escuchado ni mucho menos disfrutado...

Pero bueno, habiendo realizado el personal alcance, hablemos de Soundgarden, lo realmente importante acá. Venían de la vorágine de Superunknown, álbum que los catapultó dos años atrás a una categoría quizás inesperada por ellos mismos. En 1994 la industria necesitaba bandas oscuras que popularizar por lo que canciones como 'Black hole sun' o 'Spoonman' entraron sin problema alguno en el inconsciente colectivo, transformando de golpe a Soundgarden en todo un ícono de la década. Sin embargo, la banda no acababa de encajar en ninguna parte, técnicamente eran más que cualquiera de sus pares generacionales pero carecieron siempre del carisma de sus pares, por lo que 1996 los atrapaba en tierra de nadie llegando a la grabación de su quinto disco con un peso no menor en las espaldas, los tipos debían responder a la popularidad alcanzada consolidando al mismo tiempo su carrera a nivel creativo, esto además en un contexto de cambio; Nirvana, Alice in chains y Guns 'n roses ya no existían, Stone temple pilots y Faith no more daban sus aletazos finales mientras que bandas como Pearl Jam o Smashing Pumpkins intentaban evolucionar con armas propias. 

Entremedio de la promoción de Superunknown mucho tiempo para componer no había por lo que caía de cajón el que un siguiente álbum sostendría la linea del mencionado pero con lo que nadie probablemente contaba era con que la banda sería capaz de llevar dicho sonido un peldaño más arriba mediante un álbum que conjuga absolutamente todos los elementos que Soundgarden ostentaba hasta ese entonces e incluso se da el gusto de experimentar un tanto, aspecto que por cierto acabó provocando un quiebre al interior de la banda. Down on the upside es de hecho un álbum que en el tiempo quedó empañado por el próximo fin de la agrupación (a un año de su lanzamiento llegaría el fin de esta historia), además de una serie de injustas críticas que dieron palos al sonido supuestamente menos agresivo que esta vez la banda habría abrazado. El tiempo demostraría que las inquietudes musicales de Chris Cornell iban mucho más allá de lo que Soundgarden venía realizando hasta ese entonces y aquello es lo que así como los mató, seguramente también enriqueció de manera tan potente este trabajo, que para quien escribe es absolutamente perfecto. 

En Down on the upside nos encontramos con el Soundgarden agresivo de antaño, la continuación lógica de Superunknown se encuentra en el rock directo y afilado de canciones como 'Pretty noose' , 'Ty cobb', 'Never named', 'Never the machine forever' o No attention' pero también en la melodía de 'Dusty' (bendito Matt Cameron en batería), el fantástico single 'Burden in my hand' (Cornell interpretando mejor que nunca acá) o la sensible balada rock 'Zero chance'. Ahora, donde el álbum logra volar a niveles jamás antes alcanzados, y donde se marca una diferencia notable frente a cualquier cosa antes hecha por la banda, es cuando los aires de Black Sabbath empapan el sonido de Soundgarden y estos logran un peso único en temas como 'Rhinosaur', 'Tighter & tighter', 'Blow up the outside world' o las psicodélicas 'Overfloater' y 'Applebite', todas estas son pasadas extraordinarias que seguro estuvieron por sobre lo que cualquier fan de la banda esperaba en ese entonces y que insisto, marcan un paso sobre lo realizado dos años atrás en Superunknown. Donde la banda en 1994 se quedaba sin armas y acababa cayendo en la monotonía acá encontró un camino impecable, fresco y genuino. 

En 1996 la oscuridad ya dejaba de ser moda por lo que era de prever que el mundo sería injusto con un disco como Down on the upside, a este hecho ni siquiera la misma banda pudo hacer frente por lo que en 1997 acabaron anunciando su disolución, sin embargo, dijeron adios con el mejor trabajo de su carrera, el más completo y creativo de todos. 

5.0 // Obra maestra 

viernes, 15 de julio de 2016

Volbeat: Seal the Deal & Let's Boogie (2016)

Fenómeno de marketing. 

Una de las razones por las que amo internet y me siento un absoluto privilegiado de poder vivir esta era, es por la posibilidad de hacer esto: obviar a los medios oficiales y sostener mi propia opinión. Creo que aquello es impagable, el poder, aunque sea de una manera tan mínima e insignificante como esta, darle la espalda a la industria y a todo aquello que me quieren hacer creer. 

Todo esto a propósito del más reciente de Volbeat, banda danesa acerca de la cual he tenido que leer desde que "han inventado un estilo" hasta que son "la revelación de la década" o el "relevo generacional para liderar los grandes festivales".  Eso además de tener que tolerar constantes comparaciones con Metallica (?) a raíz del happy soft rock que desarrollan. Esto último me lo he tomado personal ya que estoy entre aquellos que hasta el día de hoy disfrutan con la etapa noventera de Metallica (Disco negro / Load + Reload / Garage Inc.) tanto como con su ochentera, y perdónenme pero esto de Volbeat no tiene absolutamente nada que ver con todo aquel cambio estético y musical que los de Hetfield + Ulrich desarrollaron. 

Lo de Volbeat encaja dentro de aquellas bandas que seguramente en su seno interno escuchan metal solo que "de algo hay que vivir". Prueba de lo que menciono se encuentra en sus primeros álbumes, discos donde equilibraban elementos de metal (bastante clichés claro, pero elementos al fin y al cabo) con un sonido en general accesible y de fácil oída, aspecto que trabajo tras trabajo han decidido acentuar hasta llegar a esto: su álbum más pop lanzado a la fecha. Ahora, en lo personal no tengo problemas con que una banda haga pop (basta ver mi blog para verificarlo), tampoco con que disfracen sus intenciones dándoselas de rockeros, pero donde si topo es cuando la música es mala y descaradamente falsa, ahí Volbeat me la han dejado muy fácil con un disco monótono y de evidentes intenciones, aunque claro, no pertenezco yo a su target por lo que seguramente sin cuidado debe tenerlos el no haber ganado un admirador conmigo.

Lo mejor de Seal the deal & let's boogie está en sus primeros diez segundos, ahí un contagioso riff muy Motorhead aparece y te dices "eyy, esto no pinta mal", sin embargo, basta que entre la voz de Michael Poulsen a escena para que la magia desaparezca, con la llegada de los coros ni hablar, se les ve el plumero en todo momento. Esto mismo ocurre en varios temas donde el riff inicial no va mal pero la estructura puente/coro es realmente fatal y forzadísima, dos ejemplos: 'Marie Laveau' y 'Gates of Babylon'. Hay otras, sin embargo, que son un desastre de comienzo a fin, canciones que realizan esa partida pop clásica de bandas tipo Blink 182 con guitarrita + verso, de esas hay varias: 'The bliss' , 'Black rose' o la vomitiva 'Mary Jean Kelly', o sea, los momentos más bajos de Green Day o The Offspring son Mozart al lado de esto...

No sería nada incluir tres o cuatro ganchos comerciales en medio de un álbum diverso, pero el problema es que las trece que acá nos entregan son todas idénticas, cada una de ellas podría ser un single por lo que el asunto al llegar a la séptima agota sin remedio, en esa linea a mi me han agradado dos temas: 'Seal the deal' y 'The devil's bleeding crown', con el resto no he podido. ¿Qué es un disco bien compuesto? No lo se, depende de lo que entendamos por aquello y quiero insistir: no soy un purista, pero de la música de laboratorio yo paso y acá estamos frente a eso, una banda que pretende ganar en el mercado norteamericano, para ello ingresó a sus filas a Rob Caggiano (ex guitarra de Anthrax) y poco a poco se ha transformado más en un fenómeno de marketing que una banda de verdad. 

Pero bueno, tal como dijo Messi : "Se acabó, no es para mi".

3/10
Muy malo.

miércoles, 13 de julio de 2016

The Kills // Ash & Ice // 2016

Las ganas y un poco más. 

La carrera de la dupla Alison Mosshart + Jamie Hince venía en ascenso y definitivamente tocó techo en 2011 con la edición del notable Blood presures, álbum que explotó la fórmula rock garage hasta un punto desde donde ya no se podía avanzar más sin comenzar a repetir el plato descaradamente. Tan así fue el asunto que para esta nueva entrega los Kills se han tomado cinco años de plazo, y si bien es cierto que parte de este tiempo fue consumido por el accidente sufrido por Hince, quien debió someterse a una serie de cirugías en su mano y, en palabras propias, aprender a tocar nuevamente la guitarra casi con un dedo menos, también peso en la pausa la necesaria reinvención musical que la banda debía desarrollar esta vez. 

Los primeros segundos de la excelente 'Doing it to death' hablan de la mencionada búsqueda por "sonar distinto". Una batería electrónica, un tiempo más pausado y una estructura adictiva sobre la cual la voz de Alison suena mejor que nunca, dulce y sensual a rabiar. Le seguirá 'Heart of a dog', una donde la vocalista se arrastra expresando un notable "Soy fiel, soy leal...tengo el corazón de un perro...", nuevamente sobre una melodía muy pausada pero que convence. Llegando a 'Hard habit to break' el asunto ganará en dinámica, una voz sobre maquinitas aceleradas que abrirán paso a guitarras que acompañan de gran forma. A estas alturas el asunto entra en gracia totalmente, sin embargo, a partir del medio tiempo 'Bitter fruit' las sensaciones irán en bajada...

Los recursos de estudio se manifiestan en plenitud con 'Days of why and how' + 'Let it drop', momentos en donde Jamie Hince (productor además del álbum) marca con fuerza la diferencia musical que quiso ejercer en relación a los anteriores álbumes de The Kills, acá las percusiones electrónicas abundan y los ambientes son más mecánicos, artificiales quizás. En la primera el asunto fluye de manera notable, en la segunda no tanto. Y si algunos arquearon la ceja con esta pasada, seguro que el blues 'Hum for your buzz' los habrá llevado a dejar el álbum, y es que si, la pasada es difícil y no dejará de serlo durante el resto del disco, ni siquiera cuando aprieten el acelerador en 'Black tar' o cierren de manera magistral con 'Whirling eye', ya que a estas alturas solo llegarán los más pacientes. 

Una cosa es ser promesa de bajo perfil, otra es que esperen algo de ti al salir a la cancha. Y The kills han sentido la presión. Se tomaron su tiempo, fueron valientes, intentaron salir de su zona de confort y aportar nuevos elementos a su sonido, el problema es que la sopa les ha quedado muy espesa y ahí serán pocos los que de verdad la disfruten. El tiempo dirá si estamos frente a un paso de transición o más bien el comienzo del fin, pero por ahora, Ash & ice nos deja tres o cuatro buenas canciones más una serie de correctas intenciones. 

3.0 // Bueno, cumple.

Otras reseñas de The kills:

domingo, 10 de julio de 2016

20 Años De... Joaquín Sabina: Yo, Mi, Me, Contigo (1996)

"Su más alto momento..."

Y acá voy, regalándome un gusto con una copa de vino a mi lado.

Que me perdonen los fanáticos del español, pero en toda la primera década discográfica de Joaquín Sabina no logro encontrar más de cinco canciones de mi agrado, y si gustan las cito: 'Calle melancolía' , 'Whiskey sin soda', 'Princesa', 'Medias negras' y 'Corre, dijo la tortuga'. Puede que sea la precaria producción lo que me espanta (eso si que no me lo pueden negar, sus primeros discos suenan en exceso amateur) o la excesiva simpleza en materia de arreglos, pero el caso es que no es sino hasta 1992 cuando me encuentro con el primer disco realmente disfrutable de Sabina, hablo de Fisica y química. Temas como 'Y nos dieron las diez', 'Conductores suicidas', 'La del pirata cojo' o 'Amor se llama el juego' quedarían marcados a fuego en el comienzo de una etapa absolutamente genial del cantautor español. De hecho, Física y química se vería complementado con dos álbumes más fabulosos aún, los mejores de la carrera de Sabina, me refiero a Esta boca es mía (1994) y Yo, mi, me, contigo (1996), y en este último me quiero concentrar hoy.

Y si el de 1994 supuso un avance importante en lo musical, dos años más tarde Sabina llegaba para consagrar definitivamente el equilibrio encontrado. Esta vez su pluma, poesía y buen humor se conjuga con una dosis importante de diversidad de estilos. En ese sentido Yo, mi, me, contigo es una montaña rusa que va y viene pero siempre funciona de maravillas, Sabina emociona y conmueve con su constante oda a la imperfección, con su siempre particular visión del amor o el desengaño, lo logra en versión rock con 'El rocanrol de los idiotas', con la preciosa 'Contigo' o la absolutamente visceral 'Y sin embargo' (una de las mejores de su carrera, no?), pero también convence a la hora de realizar su particular homenaje a la vida en 'Jugar por jugar' ("La vida no es un block cuadriculado si no una golondrina al viento...") , al hablar de amores pasajeros en 'Aves de paso' o realizar un notable homenaje a Joan Manuel Serrat en 'Mi primo, el Nano'

Sabina colabora con Charly García en 'Es mentira' y se empapa de su desfachatez ("Es mentira que sepan a vinagre los besos sin amor..."), se lanza a la política en 'Postal de La Habana' para durante la recta final del álbum entregar una serie de jugarretas freaks, primero en versión ranchera con 'Viridiana', luego rock en 'Las seis de la mañana' y él sabrá que en la loquísima 'No sopor...no sopor'. El disco acabará definitivamente con la íntima y personal 'Tan joven y tan viejo', el último rastro en su discografía con voz limpia (desde acá lo oiremos con su característica garganta cada vez más rasposa) y el cierre definitivo de una etapa. 

Yo, mi, me, contigo es un disco tremendo en donde el poeta equilibra (¡al fin!) sus punzantes líricas con arreglos y una producción sofisticada, un álbum tan incorrecto como perfecto y que da muestras del instante que Joaquín Sabina vivía, un momento único, irreverente e irrepetible. La resaca vendría más tarde, pero en 1996 el español seguía plasmando su particular forma de sentir como quien sabe no tiene ya nada que perder. Muchos le debemos demasiado, y bueno, esta reseña de aniversario ha tratado de ir por ahí...

¿Canciones? 'El rocanrol de los idiotas', 'Contigo', 'Es mentira', 'Y sin embargo'.

9/10
Brillante.

miércoles, 6 de julio de 2016

Richard Ashcroft // These People // 2016

Sigue sin acertar.

Hasta 2006 podríamos decir que la carrera de Richard Ashcroft se mantenía en buen pie, con Keys to the world el inglés volvía a encajar un álbum que lo volvía a consagrar como un gran fundador de gloriosas melodías y todo hacía presagiar que aún quedaba camino por recorrer para él. Sin embargo, nadie tiene nada asegurado en esta vida y cuando la musa inspiradora nos abandona las rachas negativas vienen de la mano. Fue así como tras un fallido regreso en 2008 junto a su banda madre, The Verve, al buen Richard le ha costado hacer pie, en 2010 lo volvió a intentar con un proyecto un tanto más experimental donde no logró captar demasiada atención por lo que en este 2016 tal parece que no le ha quedado más alternativa que entregarse hacia lo que mejor sabe hacer: canciones melosas. Y ahí tenemos a These people, un álbum plagado de sus características canciones guitarra en mano aunque, hay que decirlo, sin el filo que alguna vez mostró. 

En ese sentido el disco debería caer bien entre quienes siguen a Ashcroft pero dudo enganche a algún auditor curioso. Encontramos acá un correcto mix que se pasea desde la dinámica contagiosa de canciones como 'Out of my body' o 'Hold on' hasta baladas muy arregladas, con vientos, cuerdas y todo aquello, como 'This is how it feels', 'They don't own me' o 'These people' (la canción), en lo personal no he enganchado con ninguna de ellas y solamente el sabor (?) de un tema como 'Everybody needs somebody to hurt' me ha resultado llamativo, aunque insisto, nada que roce lo recordable. 

En el estrofa/puente/coro Richard Ashcrotf sigue sin acertarle y contando este, va una década dando palos de ciego...

2.0 // Malo 

sábado, 2 de julio de 2016

Garbage: Strange Little Birds (2016)

Pocos argumentos.

El caso de Garbage es de aquellos que sobran en el mundo de la música: un gran debut, un segundo disco donde supieron crecer para luego bruscamente (quizás de manera injusta, pues Beautiful garbage de 2001 fue un disco que mereció mayor reconocimiento) pasar al olvido colectivo. Perdieron nivel para el cuarto álbum por lo que decidieron parar la máquina casi una década, aunque el regreso en 2012 (como tantos otros) no tuvo impacto alguno por lo que en este 2016 digamos que, más allá de uno que otro nostálgico, no demasiados esperaban un gran sexto álbum de la banda. Acá están de todas maneras, golpeando el muro nuevamente con Strange little birds, que de cierta manera intenta recuperar la mística oscura de sus inicios y bueno, en aquello más que nada se queda. 

Nos encontramos así frente a un disco bastante sencillo, que suena bien (¡era que no! sabido es que los miembros de la banda son afamados productores) y regala tantos momentos agradables como otros olvidables. Abre, por ejemplo, con el fraseo pesimista de 'Sometimes' el cual da paso rápidamente a las efectivas 'Empty' + 'Blackout', dos singles declarados y que en lo suyo funcionan bastante bien, no son un 'Only happy when it rains' pero si enganchan en los coros y sonido. Tras la dinámica el manual dice que debe venir una bajada de revoluciones por lo que sonarán seguidas las íntimas 'If I lost you' + 'Night drive loneliness' (una especie de revival de la excelente 'Queer') Todo es un refrito claro está, pero uno en general agradable. El problema es que a ratos el asunto se vuelve descarado, 'Magnetized' o 'We never tell', por ejemplo, emulan con descaro los ambientes de Version 2.0 (aquel gran álbum de 1998), por lo que el asunto pierde algo de seriedad, y el resto del álbum no escapará de aquellos sonidos que la banda popularizó veinte años atrás. 

En definitiva, Strange little birds es Garbage sosteniendo la tendencia, un disco con uno que otro momento atractivo pero que en general se muestra con pocos argumentos. Ahora, mirando el vaso medio lleno, al menos dos o tres canciones para sus conciertos acá han dejado. 

5/10
Nada muy especial...