lunes, 29 de noviembre de 2021

Dream Theater: A View From The Top Of The World (2021)

"Un saludo a la bandera..."

¿Qué se puede esperar de una leyenda viva como Dream theater a estas alturas de su extensa carrera? A juzgar por sus recientes entregas el veredicto sería solo uno: administrar el legado. Y es que durante esta década cuando la banda intentó ir por más, básicamente en The astonishing (2016), el resultado estuvo lejos de impactar positivamente, por lo que en general les hemos oído cumpliendo con álbumes correctos como el homónimo de 2013, Distance over time (2019) y ahora con este A view from the top of the world. En este sentido el álbum número quince en la carrera de los estadounidenses combina acertadas dosis de metal progresivo con momentos en donde el piloto automático se vuelve evidente, generando así un global que no alcanza a decepcionar pero tampoco impresiona. 

Entre lo positivo aparece la partida del álbum, ahí lo que generan en 'The alien' es notable: dos minutos instrumentales con una banda que suena ágil acelerando y bajando revoluciones a placer para luego dar paso a una estructura marca de la casa con un James LaBrie que, filtrado y todo, saca partido a su registro. Es una gran canción, la cual dará paso a una sólida 'Answering the call', por lo que los primeros quince minutos cumplen de sobra. Más adelante se agradecerá la presencia de algo como 'Transcending time', una canción de vibra muy ochentera y alegre (una especie de Survivor + Toto en versión progresiva) que aporta diversidad al conjunto. 

No todo será destacado, sin embargo. Entrando en el nudo del disco aparecerán los lugares comunes de Dream theater y en canciones como 'Invisible monster', 'Sleeping giant' en incluso en los más de veinte minutos de 'A view from the top of the world' (la canción) se les percibe cumpliendo demasiado automatizados en la fórmula, cerrando así un álbum de momentos pero que en el global no parece justificarse. No es un mal disco, la producción es buena y las ejecuciones impecables están, pero en medida que avanza deja esa sensación de que acá realmente no había algo nuevo que mostrar, lo cual viene siendo tendencia desde hace bastante. ¿Qué esperar entonces de Dream theater tras tantos años de carrera? Pues esto, un saludo a la bandera.

¿Canciones? 'The alien', 'Trascending time'

6/10
Bueno, cumple...

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Mastodon: Hushed And Grim (2021)

"Intenso, extenso, ambicioso, doloroso y creativo..." 

Tras un camino en el metal que tocó techo con Crack the skye (2009) y un posterior giro hacia el hard rock, quedaba por ver que pasos seguían Mastodon, sobre todo tras el decepcionante Emperor of sand (2017), un trabajo continuista que evidenció el desgaste de aquella fórmula comenzó a gestarse con The hunter (2011) a comienzos de década. Era necesario el cambio de dirección y así lo entendió la banda, quienes han acabado por patear el tablero mediante un álbum intenso, extenso y ambicioso. Y es que hay que ser valiente para en plena era streaming lanzar un álbum doble, algo completamente a contra corriente de lo que hoy vivimos y que invita al oyente a realizar un ejercicio poco común por estos días: sentarse a oír música. La osadía, sin embargo, no se queda sólo en las formas sino que también apunta al fondo con un conjunto de canciones inquietas y diversas, aunque todas con un hilo conductor: la pérdida y el dolor. Recordemos que el álbum está inspirado en la muerte en 2018 de Nick John (manager de la banda), de ahí sus tonalidades oscuras, las cuales tanto en los momentos agresivos como de calma se perciben siempre tremendamente presentes.

Como todo buen disco de rock duro, el álbum abre con dos golpes directos, primero en una vibra muy Gojira (los de 'Another world') con 'Pain with an anchor', donde la batería de Brann Dailor hace lo suyo redoblando todo el tiempo entre guitarras punzantes, con la banda acelerando para incorporar los tradicionales cambio de voces entrando a los coros, y luego con la bestial 'The crux', que junto a 'Pushing the tides' o 'Savage lands' (que sonarán bastante más adelante) entregarán la arista más metal del álbum. Sin embargo, rápidamente Hushed and grim se adentrará sobre sonidos más profundos, con momentos cargados al progresivo y a la psicodelia pero siempre con un eje transversal constante: la emoción. Y es que en cada una de las quince canciones que componen el disco, Mastodon saben encontrar un equilibrio entre estructuras bien pensadas con un sonido honesto y cercano. En este sentido la banda nunca se pierde en alargues innecesarios ni arreglos forzados, todo un mérito considerando lo extenso que es el álbum (son noventa minutos de música). 


Cada canción es por tanto un mundo, con momentos en donde el peso del sonido suena muy emocional como ocurre en 'Sickle and peace' o 'More than I could chew', llegando en esa línea a cotas muy altas en 'Had it all' (con un solo cortesía del gran Kim Thayill de Soundgarden), donde la banda pareciese partirse en dolor, o en los extraordinarios ocho minutos de 'Globbers and dregs' (¿La mejor del álbum? La mejor del álbum), que llegando al cierre del disco da muestras del estado de desate creativo al que se permitieron llegar en esta ocasión, algo que también aparece en los arranques progresivos de 'Peace and tranquility', en la experimentación de 'Dagger' o en el épico cierre que logran con '...Gigantium'.

Ciertamente habrán pasajes que se volverán algo pesados de llevar, como ocurre en la pasada por 'The beast' + 'Skeleton of splendor', balada que se tarda demasiado en encender pero la disculpamos dado que compensan con talento inmediatamente en la melódica 'Teardrinker', quizás la única que efectivamente conecta con lo que la banda venía entregando durante la pasada década. 

En definitiva, Hushed and grim es un álbum que tiene de todo, un trabajo ambicioso y contundente, que sabe cuando apostar por la agresividad y cuando bajar las revoluciones, se desata a momentos y se contiene en otros. No intentan volver a sus inicios pero tampoco continuar con el camino que venían trazando. Se han situado acá en un nuevo lugar y aquello no puede sino emocionar. Admitámoslo, muchos creímos que Mastodon ya no sería capaz de sorprendernos y que habían domesticado en exceso su sonido. Pues bien, acá están... y vaya regreso. Serio candidato a disco del año.

¿Canciones? 'The crux', 'Had it all', 'Globbers and dregs'.

lunes, 22 de noviembre de 2021

Dudan Duran: Future Past (2021)

 "Armando la fiesta..."

Mirado a distancia, los años noventa fueron complejos para Duran Duran, una agrupación que asentó sus credenciales en los ochenta y que de pronto se vio forzada a revitalizar su sonido en plena era grunge. En ese camino, el álbum homónimo de 1993 y notables singles como 'Ordinary world' + 'Come undone' les permitieron sobrevivir al momento, sin embargo, de ahí en adelante fue todo cuesta arriba para ellos. A un fallido álbum de refritos titulado Thank you (2005) le siguió el fracaso de Medazzaland (1997), cambios de formación, además de un insípido Pop trash (2000)

Todo hablaba de unos Duran Duran en confusión y sin un camino claro a seguir, lo cual se confirmó en los siguientes años. John Taylor regresaba a la banda (se había marchado en 1998), publicarían un sólido y rico en melodías Astronaut (2004) pero tras este llegaría el desastroso Red carpet massacre (2007), grabado junto a Timbaland y Justin Timberlake, donde acabaron haciendo el ridículo al querer sonar forzadamente modernos. 

En palabras simples, no es exagerado afirmar que durante veinte años Duran duran sobrevivió deambulando en la irregularidad con chispazos de genialidad pero sin poder encajar un par de discos seguidos de nivel. Todo cambió, sin embargo, en 2010. Sea por la reciente tendencia a mirar hacia atrás en la música o la mano de Mark Ronson en producción, el caso es que All you need is now (2010) resultó ser el álbum que la banda necesitaba, el abrelatas que les mostró el camino, algo que se confirmó cinco años más tarde en Paper gods (2015). En ese contexto es que Future past llega a nosotros, con unos Duran duran revitalizados y con suficiente confianza como para volver a intentar la jugada de 2007 (la de Red carpet massacre), es decir, conectar su sonido con el presente pero intentando no perder identidad ni sonar forzados. Y lo logran.

En este sentido, Future past es un álbum marcado por un sonido que roza la sobre producción (que los títulos se presenten todos en mayúsculas estéticamente es coherente con esto), un disco donde han colaborado muchos (algo que sabemos ocurre bastante en el pop moderno), con Erol Alkan como factor común a lo largo del trabajo aunque también hay un par de apariciones de Giorgio Moroder, así como Graham Coxon (guitarrista de Blur) aparece apoyando en labores de composición. El disco está co escrito y producido entonces por Duran duran + una serie de amigos(as), todos quienes han confabulado en un mismo objetivo: armar la fiesta. 

El disco abre con 'Invisible', marcada por su ritmo golpeado y coro marca de la casa. Hay fuerza, el bajo está presente, los teclados también y, verdad sea dicha, todo suena hermoso, en su lugar. Algo similar a lo que ocurre en 'All of you', donde nos empapan de sabor en los coros, mientras que un punto alto se anotarán en 'Give it all up', junto a Tove Lo y donde saben alejarse de sus lugares comunes para adentrarse en atmósferas actuales y salir bien parados. Luego, 'Anniversary' + 'Future past' serán dos dispuestas a retumbar en tus oídos con su sonido exagerado y un Simon Le Bon que en concordancia se propone llegar muy arriba en los registros. 


En el nudo del disco aparecerá el momento Moroder de este, lanzándose a la pista de baile primero con 'Beautiful lies', muy Pet shop boys en esa partida entre sintetizadores, y luego con 'Tonight united', para luego bajar las revoluciones mediante la sólida 'Wing', con Le Bon interpretando sobre sutiles sintetizadores que construyen la atmósfera, seguida de dos que entregan protagonismo a la presencia femenina en voces, me refiero a 'Nothing less', donde confluyen guitarras y teclados, y 'Hammerhead', con Ivorian Doll verseando a medio tema. Finalmente, la banda volverá a retomar la diversión con 'More joy!' (junto a las japonesas Chai) para cerrar en absoluta elegancia con 'Falling', nuevamente en tonos reflexivos.  

Future past triunfa en muchos aspectos. En primer lugar muestra un claro hilo conector en las atmósferas que pretende generar, marcadas por un sonido envolvente (ruidoso incluso), pero que no se queda solo ahí en las formas sino que también van por el fondo. Ahí, las canciones están, los puentes y coros funcionan, los arreglos suenan coherentes y dan muestras de una banda que se ha dejado ayudar por una serie de artistas del ayer y del hoy, mirando de esta forma efectivamente hacia adelante sin alejarse de lo que son. En definitiva, un nuevo gran álbum de Duran Duran, y ya van tres al hilo...

¿Canciones? 'Invisible', 'Give it all up', 'Anniversary'.

8/10
Excelente.


martes, 16 de noviembre de 2021

Cradle Of Filth: Existence Is Futile (2021)

"En estado de gracia..."

Tras tantos años de existencia tiene mérito el conservar vigencia como ha hecho Cradle of filth, quienes con su nueva formación (que corre desde 2014) han vivenciado una especie de segundo aire que les ha permitido recuperar nivel y regularidad. Dicho en simple, desde Hammer of the witches (2015) que la banda se muestra en plena forma, confirmando sensaciones primero mediante el notable Cryptoriana -  The seductives of decay (2017) y ahora con Existence is futile, volviendo a cumplir de sobra de la mano de un estilo que manejan a la perfección y al que saben sacar enorme provecho. 

Con los de Dani Filth es difícil encontrar medias tintas, los quieres mucho o simplemente te molestan, y es que su estilo suena tan característico que resulta casi imposible el no tomar posiciones al respecto. Acá han vuelto a desenfundar su black metal sinfónico de connotaciones góticas, emocional y dramático, y no se si será la novedad pero mi sensación es que este álbum es aún más teatral que sus antecesores. Como prueba, la adictiva 'Necromantic fantasies', claro single promocional del disco y que cuenta con una narrativa exquisita, orquestaciones que cumplen y melodías bien logradas, algo similar a lo que ocurre con 'Crawling with chaos', aunque esta acelerará muchísimo más y jugará con su estructura (el giro que encuentran en el 2:14 antes de ese notable "Apophis! Reach dark office!" es manjar). Antes de estas sonará la espectacular 'Existential terror', que como suele ocurrir en cada álbum de Cradle of filth, abre los fuegos desenfundando idas y vueltas, cambios de tiempo y registros vocales a placer por parte de un Dani Filth que continúa siendo un personaje digno de adoración. 

Ya solo con las tres mencionadas el álbum nos tendrá en sus manos, entre estas sonarán dos instrumentales (a los cuales se sumará uno más en la recta final) y complementarán el viaje metiendo caña en 'Black smoke curling from the lips of war' o 'How many tears to nurture a rose' , para luego bajar las revoluciones en 'Discourse between a man and his soul' o 'The dying of the embers' . Y si, que el disco se extiende más de lo necesario en toda su recta final, alargando el asunto más allá de lo necesario (setenta minutos es demasiado) encontrando el único defecto que se le puede achacar a un álbum en general sólido, clarísimo en sus intenciones, cargado de identidad y grandes composiciones. Dani Filth continúa en estado de gracia, con este son tres álbumes al hilo absolutamente incontestables. Un crack.

¿Canciones? 'Existencial is terror', 'Necromantic fantasies', 'Crawling with chaos'.

8/10
Excelente.


Otras reseñas de Cradle of filth:
2015: Hammer of the witches 

domingo, 14 de noviembre de 2021

Camila Moreno: Rey (2021)

"Inquieta y coherente ..." 

Seis años han transcurrido desde la publicación del fantástico Mala madre. Durante este tiempo Camila Moreno se entregó un tiempo para si, para vivir su maternidad y re encontrarse , pero en Chile (y el mundo) se sucedieron también hechos relevantes, en lo político y cultural, y de toda aquella mixtura va su cuarto trabajo, una nueva aventura musical por parte de una de las artistas chilenas más brillantes de la última década, si es que no la más. 

Llega así un trabajo compuesto por doce canciones + ocho interludios, un disco que vuelve a marcar un giro en su carrera, que en lugar de replicar las ideas expresadas en Mala madre intenta llevarlas aún más allá mediante un álbum de concepto distópico, futurista, que musicalmente prácticamente abandona las guitarras para centrarse en la generación de ambientes mediante el uso sintetizadores + baterías electrónicas + samplers, mientras que en lo temático utiliza la revolución feminista como punto de partida para explorar el amor y el deseo, el erotismo y la sexualidad, como ideas a desarrollar. Y bueno, el resultado es fantástico. No podía ser de otra forma. Complejo y arisco seguramente en una primera instancia, con canciones que no resultan amigables ni sencillas de llevar, que en lo musical y lírico van al choque pero que en el desafío acaban triunfando a causa de su absoluta coherencia.

Esta idea del choque se expresa a la perfección en una canción como 'Quememos el reino'. Ahí Camila habla fuerte y claro, enrostrando una historia de violencia ("Baja el arma - Le dije pidiendo. No seas cobarde, por favor...") para luego enfocar el renacer desde la ira ("Cuando descendí a los infiernos encontré a mucha gente que quería salir...") y las ganas de romper con todo lo erróneamente establecido, injusticias sociales incluidas ("Quemaremos a los demonios, asesinos cobardes, dueños de la nación..."), lanzando entre medio varias de las líneas más jodidamente geniales que la artista ha parido en toda su carrera ("Siempre supe que no hay tierra de Dios. Esta tierra es de las dos, de indígenas y de marginales. Esta tierra es de mi hijo, el paganismo y erotismo salvaje..."). Que decir, enorme. 


Más adelante el álbum apostará por la contundencia electrónica en la sensacional 'Rey' para luego buscar el equilibrio en 'Es real', otra joya monumental que nos ha regalado este álbum, donde sabe encontrar a  Bjork (en modo Homogenic en esa explosión del 00:48) y luego a Radiohead metiendo esos pincelazos acústicos de vez en cuando. 'Déjame' es LA balada del disco, con acertada colaboración de la colombiana Lido Pimienta y la mexicana Ximena Sariñana, pero lejos de entregárnosla sobre un piano o una guitarra, nuevamente nos la embalsama de ruidos, explosiones y maquinitas, en otra jugada acertada, esto a diferencia de 'Hice a mi amor llorar' (inspirada en el "I made my baby cry" de Joni Mitchell expresado en 'River' de 1971), que es lo primero del disco que suena tradicional y que incluso rememora a otras canciones viejas de Camila, tal como ocurrirá más adelante en 'Detonación'.

La segunda parte del disco estará completamente marcada por la arista más Radiohead de la artista, jugando mucho con guitarras melódicas que suenan sobre bases electrónicas (algo que los británicos desarrollaron a la perfección en A mood shaped moon de 2016) y este es un primer gran detalle que se le podría cargar al álbum, que en prácticamente toda su recta final deja esa sensación de entregarnos algo que roza el homenaje a sus ídolos, lo cual se percibe muy patente en 'Hombre', de temática potente ("Nunca entendí como pudiste ser tan bueno, un ladrón, impostor, un asesino y también un farsante...") pero que musicalmente es idéntica a diez temas diferentes de Radiohead. Tiene algo de muchas y eso te la mata un poco. De todas formas, la oscuridad de 'Villano' sumada a la contundencia de 'Cerca' funcionan, mientras que en el cierre el álbum volverá a volar (muy) alto en 'Comer llorando', donde desata explosiones entre gloriosos sintetizadores, para finalmente cerrar sobre un melancólico piano en 'La luz asesina'.

Rey es un viaje fantástico, la propuesta honesta, compleja, profunda y descarnada por parte de una artista que en muy poco tiempo ha avanzado demasiado. Su cuarto disco tendrá ripios (los interludios aportan poco y nada) y en un par de ocasiones se le verá con descaro el plumero en materia de influencias (lo dicho respecto a Radiohead), pero con todo, lo que nos entrega continúa siendo un regalo, un paso adelante más que impacta en el mejor de los sentidos. 

¿Canciones? 'Quememos el reino', 'Es real', 'Villano', 'Déjame'.

8,5 /10
¡Excelente!


Otras reseñas de Camila Moreno:

jueves, 11 de noviembre de 2021

U.D.O: Game Over (2021)

"De manual..."

Tras un álbum tan singular como fue We are one (2020), donde el buen Udo Dirkschneider colaboró con la orquesta del ejército alemán en un disco de metal sinfónico, caía de cajón el que su banda apostaría en una siguiente entrega por un heavy más directo y tradicional, digamos, que diese continuidad a lo realizado en Steelfactory (2018). Así efectivamente ha sido por lo que Game over trae de regreso el sonido que el pequeño gigante alemán tan bien sabe desarrollar, incluso acercándose más que nunca a lo que alguna vez trabajó en Accept, junto a una banda que además suena renovada gracias a la incorporación de Sven en batería (hijo de Udo) y algunos jóvenes integrantes en guitarras + bajo que se sumaron al proyecto en 2018. 

No hay sorpresas pero tampoco quejas respecto a Game over, un conjunto de medios tiempos directos, con muchos momentos de manual que apuntan a la épica ('Metal never dies'), cabalgatas de buen ritmo ('Fear detector', 'Holy invaders', 'Unbroken') más uno que otro momento donde el álbum acelera ('Prophecy', 'Like a beast'). Por supuesto que Udo a sus 69 años de edad insistirá en declarar intenciones dejando absolutamente todo en cada canción, apelando la emotividad en la balada acústica 'Don't wanna say goodbye' o mostrando sus influencias en 'Kids and guns', que tributa de manera evidente a ACDC en sus riffs, fraseos y coros, y 'I see read', muy Judas priest

Hay momentos del disco en donde la voz de Udo se quiebra y mostrará que el paso del tiempo no perdona (y no pasa nada), otros también en donde la entrega redunda bastante ('Marching tank', 'Thunder road') pero se entiende el que álbum tras álbum (todos muy seguidos además, la productividad en esta década ha sido tremenda) el alemán quiera dejarlo y entregarlo todo. Game over debe ser su trabajo más sencillo en largo tiempo, un disco que está bien pero no logra alcanzar las cotas de cualquiera de sus antecesores. 

¿Canciones? 'Fear detector', 'Holy invaders', 'Metal never dies'.

6/10
Bueno, cumple...

 

Otras reseñas de U.D.O:

domingo, 7 de noviembre de 2021

Ex Deo: The Thirteen Years Of Nero (2021)

 "Lección de historia, marcada por la fuerza y épica..."

Ante las crisis creativas y desgaste lógico que implica el paso del tiempo, bien le ha venido a Maurizio Iacono el pausar cada ciertos años a Kataklysm para abocarse en su proyecto paralelo Ex Deo, donde desde 2009 viene desarrollando un metal sinfónico inspirado en la cultura e historia del imperio romano, y digámoslo, siempre cumpliendo sobre el notable. 

De esta forma, llega a 2021 con The thirteen years of Nero, el cual cuenta con todos los elementos que han caracterizado al proyecto y seguro gustará entre quienes lo han venido siguiendo durante la pasada década, e incluso aquellos que se acercan por primera vez. 

Lo bonito de un álbum como este es que desprende cariño, por la música y la historia. Como su título expresa, el trabajo se centra en los trece años de Nerón a cargo del imperio romano (a partir del 54 D.C), comenzando por la caída de Claudio (su tío, asesinado el mismo 54) hasta llegar a la revuelta organizada por Galba (en el 68) que detonó el término de su mandato. El álbum, por tanto, es una verdadera clase de historia relatada en diez piezas cuyo tono solemne se complementa a la perfección por la fuerza del metal y arreglos sinfónicos que permiten crear el ambiente épico deseado. 

Lo mencionado se expresa a la perfección en una canción como 'The fall of Claudius', dedicada con enorme respeto a la figura del emperador Claudio. Sin ir muy lejos, el tema abre con la recreación de un discurso en donde se hace notar su lucha contra el tartamudeo en la dicción, así como durante la canción se realizarán referencias a las constantes burlas y traiciones que debió enfrentar ("Toda mi vida fui justo y honorable / Diferente pero bueno..."). Desde acá se sucederán piezas de mucha fuerza como 'Imperator' o la notable 'The head of the snake', donde Nerón se refiere a su madre, a quien por cierto asesinó en el 59 ("¿Por qué no pudiste amarme? / Amaste a todo, excepto a mi..."). Encontraremos también en el disco referencias a las invasiones de Roma a Britania, tanto en 'Boudicca (Queen of the Iceni)', dedicada a la reina guerrera de una de las tribus que mayor resistencia opuso contra las invasiones romanas, como en 'Britannia 9th at comuldonum'. También el incendio de Roma tendrá un momento en 'The fiddle & the fire', con un relato que insinúa a Nerón como culpable del trágico evento ("Existe solo un posible culpable de las atrocidades en Roma: los cristianos / La secta de las mentiras y el engaño / Y por ello, estos deben pagar con fuego y muerte").  

Si hubiese que buscarle un par de defectos al álbum, uno sería el que este recurre a fórmulas que Ex Deo también ha utilizado en álbumes anteriores (es decir, pese a la enorme contundencia hay poco de sorpresa acá) y otro el que en su recta final el disco redunda algo en lo musical, por lo que la pasada por cosas como 'Son of the deified' se vuelve algo pesada, aunque por otro lado, dado que el relato nunca pierde coherencia ni épica (la recta final de 'What artist dies in me...' es espectacular), se entiende el que lo hayan querido dejar todo. 

The thirteen years of Nero se enmarca junto a Calugvla (2013) como uno de los trabajos mejores logrados del proyecto Ex Deo. El imperio romano fue una constante lucha de poderes marcada a fuego por la traición, y aquello se transmite (una vez más) a la perfección en este álbum, que más que un disco es un repaso histórico de resultados notables. Otro de los grandes álbumes que nos habrá dejado 2021. 

¿Canciones? 'The fall of Claudius', 'The head of the snake' y 'What artist dies in me...'

8,9/10
Brillante.


Otras reseñas de Maurizio Iacono:

jueves, 4 de noviembre de 2021

Hate: Rugia (2021)

"Sin medias tintas..."

A falta de Behemoth buenos son los Hate. Y es que aquello que los de Nergal soltaron tras la pasada por álbumes como Demigod (2004) o Evangelion (2009), Adam Buszko (este es su proyecto, se sabe) ha decidido sostenerlo durante estos años, centrándose sin medias tintas en un death afilado y directo que en Rugia, su doceava entrega, vuelve a lucir mediante una producción impecable y un sonido que vuelve a dar muestras de cuan engrasada continúa la máquina. 

No hay sorpresas por tanto en Rugia, otro álbum en donde la blasfemia luce intacta, el blast beat constante hace suyo el sonido y complementa con riffs endemoniados que tienen muy claro hacia donde deben ir. 

Sin interludios ni introducciones innecesarias, Hate van al grano desde un comienzo con lo que mejor saben hacer, alcanzando altas cotas en toda la primera mitad del álbum, donde 'Rugia' (la canción) o 'Exiles of pantheon' suenan jodidamente hermosas. Luego, en la segunda se limitarán a sostener el nivel en un disco corto (son nueve canciones en poco más de treinta minutos) pero preciso, también necesario. Como anécdota cabe mencionar que Daniel Rutkowski debuta en batería tras la partida por asuntos de salud de Pawol Jaroszewics y bueno, el joven de tan solo 23 años de edad se luce ('Saturnus', un claro ejemplo de contundencia) en un álbum que solo toma aire para volver al machaque con más fuerza aún, como ocurre en la sólida 'Resurgence'.

Viene bien de vez en cuando el ir por un disco que sabes por donde irá ... y no falla, que es lo que álbum tras álbum vienen realizando estos polacos desde hace bastante. Pese al cambio de formaciones, tiene mérito el mantenerse ahí, a pie de cañón tras treinta años de carrera, más aún mediante álbumes tan sólidos como este. Larga vida al metal.

¿Canciones? 'Rugia', 'Exiles of pantheon' , 'Resurgence'.

7,5 /10
¡Muy bueno!

martes, 2 de noviembre de 2021

Low : Hey What (2021)

 "Siempre hacia adelante, cambiando formas sin perder el fondo..."

El (ahora) dúo estadounidense más infravalorado de la música contemporánea está de regreso y,  as usual, cumplen de sobra entregando un nuevo bicho raro que se suma a su incombustible discografía. Con Low yo me quedé acá en el blog en 2013, cuando escribí respecto a The invisible way, en ese entonces eran una banda más domesticada que se dedicaba a regalar con enorme talento momentos de paz y tranquilidad. Desde entonces, sin embargo, la banda ha dado un notable giro hacia el impacto mediante atmósferas mucho más oscuras y difíciles de descifrar, regalando durante estos años una trilogía en la que vale la pena sumergirse. En ese contexto, en este nuevo Hey what vuelven a centrarse en sonidos sucios marcados por sintetizadores particularmente asfixiantes, generando así perfecta continuidad respecto a lo que significó su antecesor Double negative (2018)

La portada del álbum algo ya anticipa: esto es denso murallón de colores grises, aparentemente sin matices aunque en el detalle aparecen las grietas y/o imperfecciones. Lo impactante es que, pese a que efectivamente el disco aborda momentos de difícil acceso, este se las ingenia para atraparte como auditor. Esto debido a que el dúo pese a centrarse en sonidos ásperos en forma saben sostener su fondo, donde las voces confluyen y encuentran hermosas melodías, como ocurre en 'All night' (el subidón que encuentran en el 2:40 es maravilloso), aunque estas siempre se encuentran enmarcadas en ambientes densos, siniestros y sucios. Son los Low de una década atrás, marcados a fuego con su identidad pero que han sabido emigrar hacia nuevas provocaciones. Esto se evidencia en todo el viaje, diez piezas que funcionan como un continuo y donde el pase de una a otra es casi imperceptible, abriendo de manera magistral con 'White horse', un tema golpeado donde las voces abren en primer plano para lentamente ceder protagonismo ante el sonido, ruidoso, incluso desagradable. El equilibrio, sin embargo, llegará a la vuelta de la esquina con 'I can wait', mucho más amigable y donde el Radiohead de Kid A/Amnesiac se percibe todo el rato presente (aunque en el fondo, el dúo siempre remite a Pink Floyd). 

Más adelante, en 'Dissappearing' o 'Don't walk away' retomarán una senda centrada en la melancolía mientras que en toda la pasada por 'Hey' + 'Days like these' + 'There's a comma after still' sonarán tremendamente inaccesibles, a diferencia de 'More', que de golpe nos traerá de regreso mediante sus arreglos ruidosos y explosivos, el cual antecederá un cierre a cargo de 'The price you pay (it must be wearing off)', donde nuevamente (tal como al comienzo del álbum) abrirán en calma con las voces en primer plano para acabar cediendo espacio a la música en una notable e intensa en la recta final.

Hay muchos méritos frente a esta etapa más reciente de Low. Primero el haber mostrado la capacidad de superar la etiqueta y dar un giro a su sonido. Dicho en simple: Hey what es un álbum tan logrado como lo fue C'mon (2011) en su momento, pero que se encuentra situado en un lugar completamente distinto, y aquello es notable. "Moverse hacia adelante es lo que nos mantiene vivos..." - afirmaba Alan Sparhawk en una reciente entrevista. Y claro, que para guitarras + melancolía está en pasado, hoy el dúo experimenta a placer transmitiendo desolación, desesperación pero también belleza. Te aíslan, atrapan, asfixian y emocionan como pocos en uno de los (más) grandes discos que oiremos este año.

¿Canciones? 'White horse', 'All night' y  'The price you pay (it must be wearing off)'

9/10
Brillante.