martes, 28 de octubre de 2014

Prince // Art Official Age // 2014

Welcome home, class!

Hay algo que nadie puede negarle a Prince Rogers Nelson: su identidad. El tipo fuera de ser único (qué portadita, eh?), trabaja completamente a su ritmo. Edita los discos que se le antoja, con la cantidad de temas que le nace lanzar y los distribuye a su a modo. Al escuchar sus álbumes se percibe aquella libertad, esta emociona e incluso inspira. No soy admirador de toda su obra eso si, de hecho, no hay que ser ningún genio para reconocer que su período más regular se encuentra lejos, casi treinta años atrás cuando álbumes como 1999 (1982), Purple rain (1984) o Sign o' times (1987) dictaban cátedra. A partir de 1990 Prince se envolvió en líos contractuales y fue entonces cuando los excesos comenzaron a inundar su discografía, álbumes a cada rato, algunos dobles, otros triples, y poco tino a la hora de pulir material en lugar de lanzar todo lo que tenía a mano. De hecho, durante la última década solamente Lotusflow3r (2009) (el primer disco, claro) me ha resultado un compilado de temas capaz de sostenerse por si solo, el resto, muy irregular, pinceladas de un talento que a ratos parece querer volver pero luego se desvanece entre los excesos.

No se si algo en limpio habrá sacado Prince en todo este tiempo, el caso es que para esta nueva entrega se tomó una pausa inédita en su historial, cuatro años, eso además de haber regresado con Warner, el sello al que había demonizado durante los 90's. El resultado de todas estas carambolas llega a nosotros este 2014 en dos discos lanzados de manera simultanea (era que no!), y hoy me dedico a escribir del primero de ellos, el mejor, Art official age, o dicho de manera clara: un compilado de canciones que entrega una buena muestra de lo que Prince es capaz de entregarnos al día de hoy. Sin deslumbrar demasiado, al menos esta vez el guitarrista no ha tropezado consigo mismo, y aquello por si solo ya es razón suficiente para esbozar una satisfactoria sonrisa. 

El álbum abre a la ofensiva con la contagiosa "Art official cage", mucho ritmo, movimiento y guitarras durante poco más de dos minutos para posteriormente dar paso al Prince exploratorio, que comienza a juguetear con sonidos y voces a modo de demostración de que él no es "uno más". Al menos no alcanza a arruinar el tema, eso hay que dárselo. Luego, el medio tiempo "Clouds" es agradable y da paso sin problemas a la gran joya que nos regala este álbum : "Breakdown", sentida balada que va creciendo en intensidad como la espuma para acabar en medio de chillidos que recuerdan al Prince glorioso de "The beautiful ones". Momentazo extraordinario. 

A partir de acá el álbum se paseará por una serie de lugares comunes del guitarrista, la mayoría bastante bien desarrollados por cierto. "The gold standard" pone el funk, la íntimidad de un sonido cargado al R&B llega en temas como "U know" , "Breakfast can wait" , "What it feels like" o "Way back home" (cada cual tendrá su favorita ahí) mientras que  "This could be us" es otra buena balada, a estas alturas, marca de la casa. Para el final del disco quedaron los excesos (si no los hubiese no sería disco de Prince), momentos en donde el cantautor entra en escena con su "cuidado que acá vengo yo" y acaba cantándose a si mismo. Aparece acá el rollo conceptual (marcado por los diálogos de "Affirmation I, II & III"), los repetitivos siete minutos de "Time" o ese despropósito titulado "Funkroll", un bicho raro que pretende durante sus cuatro minutos golpear la mesa y re descubrir no se que. Frente a esto es imposible no realizar la reflexión: ¿Qué no darían otros artistas por sacar de la manga melodías como las que Prince encuentra? Es una lástima que el hombre desaproveche de esa forma ideas formidables. Pero bueno, así ha sido toda su carrera, no va a cambiar ahora...

Art official age es Prince en toda regla y en buena forma. No se acerca a sus mejores álbumes, ni creo que haga falta, pero cumple de sobra e incluso se da el gusto de encontrar en el un par de momentazos. De seguro gustará entre sus fans aunque dejará gusto amargo entre quienes aún siguen esperando una nueva obra maestra...

3.0 // Bueno, cumple.

domingo, 26 de octubre de 2014

Foxygen // ... And Star Power // 2014

Confuso desenfreno psicodélico.

En 2013 el dúo californiano Foxygen se anotó con un notable We are the 21st century ambassadors of peace & music y maravillaron, con justa razón, a muchos. Aquel fue un buen disco, aunque las influencias a momentos eran demasiado marcadas, cayendo aveces en el homenaje/plagio descarado (para muestra, escuchar "One blue mountain", una mezcla entre "Under my thumb" de Rolling Stones y "Suspicious minds" de Elvis Presley, o "San francisco" y el particular guiño al "Only a nothern song" de The Beatles). Ahora, con todo, las dosis de psicodelia, rock sesentero y las melodías (mitad prestadas, mitad propias) se encontraban presentes y bien utilizadas, por lo que, pese a que se les veía el plumero a distancia, el álbum resultaba de todas maneras disfrutable. 

No ha pasado demasiado desde aquello, apenas un año y los tenemos de regreso con ... And star power, un álbum en donde Jonathan Rado y Sam France han decidido desatar por completo las amarras e ir hasta donde la experimentación y la libertad los llevase. Se han encerrado a dar rienda suelta a lo que fluyese, sin miedos ni prejuicios y el resultado se encuentra plasmado en este álbum doble, 24 canciones y 80 minutos de música. 

Su álbum blanco - han dicho algunos. Más que nada por lo bicho raro que parece y lo poco compacto que a momentos suena. Sin embargo, aquel mítico disco de The Beatles nunca fue tan exploratorio como pareció, sino más bien un ejercicio que evidenciaba lo rota que estaba la banda y el que cada integrante componía desde su respectiva esquina sin mirar al resto. Eso no es lo que acá sucede, ya que en ...And star power vemos a unos Foxygen trabajando muy a gusto, solo que empapados en irreverencia. Que los tachen de excesivos les da lo mismo, que el álbum a ratos canse les es indiferente, lo mismo con que no exista un hilo conductor más allá de los teclados y la psicodelia sesentera (que acá es explotada de manera reverencial). Han hecho lo que les ha dado la gana y radica ahí su principal mérito como falencia.

En las primeras cinco reconocemos melodías amigables que retoman el asunto donde We are 21st century... lo había dejado. Pop amigable en "How can you really" y "Coulda been love", mientras que "Cosmic vibrations" o "You & I" bajan las revoluciones, la primera sobre exquisitos teclados, la segunda acompañada únicamente por una sutil guitarra. Sin embargo, a partir de ahí el álbum dispara hacia cualquier lado, comenzando un viaje sin retorno en plan jam session que causa curiosidad, además que encontrar uno que otro momento agradable pero en general no es más que intencionado desenfreno que no pretende agradar a nadie. Una pieza titulada "Stay power" que está dividida en cuatro partes (las cuales vuelven a recordar a los Stones), el desate completo de "Mattress warehouse", rock & roll en versión demo en "666", una agradable melodía en "Cannibal holocaust", son algunos de los tips que se me han quedado en la oído en medio de una seguidilla de piezas cada vez más confusas e inconexas. Digámoslo, pasando la 17 al asunto ya hay que tenerle demasiada paciencia para seguir ahí... 

Es probable que quienes sintieron que los 36 minutos de We are the 21st century... se hacían cortos ahora se estén mordiendo la lengua. Acá han tenido Foxygen en extenso en un álbum que suda libertad, sin embargo, no me parece que aquello baste para que el disco cumpla. Talento hay, hambre ni hablar, pero falta equilibrio. Queda de todas maneras la esperanza de que en un siguiente álbum el dúo lo encuentre y de paso se despegue un poco de toda esa onda retro, que tampoco tiene mucho de original que digamos... 

2.5 // Interesante e Insuficiente.

martes, 21 de octubre de 2014

20 Años De... Pink Floyd: The Division Bell (1994)

Para Alvaro, un viejo amigo. Azul y floydiano. 

En distintas ocasiones de mi vida he oído habla de "la mejoría de la muerte", un mito que ronda en torno a las personas que sufren alguna larga enfermedad, se dice que estas antes de morir presentan algún signo de mejoría, casi a modo de despedida, para posteriormente fallecer. Y bueno, The division bell fue la mejoría de la muerte de Pink floyd. El entonces trío inglés venía enfermo de varios años, su última gloria databa de 1979 (el mítico The Wall), a partir de ahí sólo se habían observado coletazos de parte de una banda que se transformó demasiado pronto en un dinosaurio del rock. La partida de Richard Wright, la edición del fallido The final cut (1983), posterior salida de Roger Waters (con demandas incluidas), luego un discreto A momentary laps of reason (1987) y por si fuese poco un David Gilmour que vivía por aquellos años una serie de crisis personales (adicciones, un divorcio, etc) que lo tenían más fuera que dentro de la música. Lo cierto es que todo hacía presagiar el fin, el cual inevitablemente llegó en 1994 pero no sin antes regalarnos una perlita: The division bell, un álbum que en su momento obtuvo un frío recibimiento por parte de la crítica y al que el mismísimo Roger Waters trató de "una basura sin sentido" (¡como si él hubiese sido capaz durante estos treinta años de crear algo mejor!) pero al que el paso del tiempo le ha hecho muy bien. 

Todo lo que dicen del disco es cierto: que es pomposo hasta decir basta, que mientras en los años 90's todos intentaban sonar modernos ellos aparecieron con un álbum que miraba hacia atrás o que no llega ni a los talones de grandes obras de la banda tales como Dark side of the moon o Animals, sin embargo, con todo, The division bell es un gran disco, el mejor de Pink Floyd desde The Wall y un trabajo que se cuela sin problemas entre las buenas entregas que nos regalaron estos eternos de la música. Tiene sus ripios, claro que si, pero el nivel en general va de regular hacia arriba.

Richard Wright regresa a la banda como miembro estable y participa en la creación de cuatro temas, Gilmour encarga a Polly Samson (su pareja y cómplice hasta el día de hoy) la mayor parte de las letras mientras que él junto al gran Bob Ezrin,  se encargaron de la producciíon, y el resto fue inspiración que fluyó. ¡Y como fluyó! The division bell es, por sobre todo, un álbum hermoso, un disco que equilibra piezas instrumentales, con baladas cargadas de nostalgia más uno que otro tema de rock más directo. Todo esto re cubierto por la voz y guitarra del siempre único David Gilmour, un hombre a quien este álbum lo encuentra en un claro momento de inspiración. 

El equilibrio del álbum se traduce en los distintos momentos que este vive. Los instrumentales "Cluster one" o "Poles apart" aportan dosis importante de melancolía, también hay baladas en todos los tonos, "Marooned" o "A great day for freedom" son preciosas, "Lost for words" posee un tono más optimista que acaba dando paso a ese cierre increíble y eterno a cargo de "High hopes" (una de las canciones más increíbles que ha compuesto Gilmour en su carrera). En una esquina más accesible y que conecta con el sonido de aquel clásico ochentero titulado "Learning to fly" aparecen las excelentes "What do you want from me" (¿Alo, Roger?), "Take it back" o "Coming back to life", y finalmente en una estación algo más experimental suenan "Keep talking" o "Wearing the inside out", que está compuesta e interpretada por Richard Wright

Como vemos, el álbum funciona en distintas direcciones pero en cada una de ellas el denominador común es la belleza. The division bell merece reconocimiento, es un disco tremendamente emocional y que puesto además en el lugar de despedida que ocupó dentro de la discografía de Pink Floyd adopta una carga sentimental mayor aún. Aquellas preciosas lineas finales que suenan en "High hopes", seguidas por ese inolvidable solo de Gilmour que quisiésemos nunca acabase, ponen los pelos de punta y funcionaron como una despedida perfecta para una banda que siempre vivirá entre nosotros....

"The grass was greener
The light was brighter
The taste was sweeter
The nights of wonder
With friends sorrounded

The dawn mist glowing
The water flowing
The endless river

Forever and ever..."

8 / 10
Excelente.

domingo, 19 de octubre de 2014

Sólstafir : Otta (2014)

"Viviendo un gran momento ..."

Una nueva joyita proveniente de Islandia, una que ha ido dando pasos adelante con cada uno de sus trabajos. 

Han pasado solo diez años desde que debutasen y muy atrás ha quedado la violencia de sus inicios , hoy los vemos más reposados trabajando sonidos cercanos al post rock. No son los primeros, por cierto, que han "escapado" de las garras del metal para abrazar ambientes más calmos pero si deben ser una de las agrupaciones que mejores resultados han obtenido. Para muchos el cambio comenzó a marcarse con Masterpiece of bitterness (2005) y acabó de madurar con Svartir sandar (2011) , el caso es que, sea como sea, han llegado a 2014 en muy buen pie, con las cosas muy claras y encontrando en Otta un trabajo que seguro acabará de abrirles las puertas a nuevas audiencias.

La partida habla por si sola, los casi nueve minutos de "Lagnaetti" son elegancia absoluta. Un piano que suena en medio de la tranquilidad, una voz que poco a poco abre caminos para acabar explotando en guitarras y velocidad. Una pieza maestra que desde ya da muestras del inspirado estado en que la banda se encuentra. Lo mismo con "Otta" (la canción), la cual tras seis minutos de paz acelera hacia el final encontrando momentos de mucha intensidad. Posteriormente suena una pasada algo más tradicional, el tridente "Rismal/Dagmal/Miodegi" funciona en tiempos diferentes pero en todos ellos el asunto es impecable, buena generación de atmósferas y un trabajo de guitarras excepcional hacia el final de cada canción. Estas tres mencionadas me parece que buscan preparar el terreno para los últimos veinte minutos de disco, donde la banda volverá a abrazar sonidos densos. 

Entrando en la recta final del álbum suena "Non", otra que alarga el minutaje para ir encontrando distintas estaciones emocionales y explosiones varias, esto a diferencia de la balada "Midaftann", que se mece sobre la calma de un piano todo el tiempo y ambientes cargados de nostalgia. Son probablemente los momentos más bellos de todo el álbum.

Si hubiese que encontrarle un pero al disco este sería que pudo acabar con "Midaftann", poníamos candado al asunto y teníamos disco del año. Sin embargo, tras esta suenan los once excesivos minutos de "Nattmal", los cuales no componen un mal tema pero si redundan demasiado sobre algo que ya estaba completamente revisado y logrado. Creo que el cierre le resta un poco a un disco que hasta entonces no tenía reparos.

En definitiva, música inspirada en los gélidos paisajes de Islandia, un disco de atmósferas invernales pero que no por esto carece de emoción e intensidad. No es un álbum sencillo ni inmediato, para poder disfrutarlo hay que estar muy despierto y con todos los sentidos dispuestos pero vale la pena el lanzarse a disfrutar del brillante momento que vive Solstafirla dupla Svartir sandar/Otta es una prueba de aquello.  

8,5 / 10
¡Excelente!

miércoles, 15 de octubre de 2014

30 Años De... Metallica: Ride The Lightning (1984)

Hoy me propongo hablar acerca del segundo álbum de Metallica: Ride the lightning, el cual este 2014 cumple 30 años de existencia. Antes de hablar del disco eso si, una pequeña introducción... 

Independiente de la opinión que muchos tengamos acerca del presente de Metallica, la perspectiva del tiempo nos permite observar, analizar y comentar su discografía desde una mirada histórica. Sus aciertos, tropiezos y legado. Mal que mal estamos hablando de una de las bandas que mayor influencia musical ha ejercido sobre los jóvenes durante las últimas tres décadas en el mundo del rock. La discografía de Metallica ha resultado ser tan camaleónica que cuesta encasillarlos en alguna categoría dentro del heavy

Es uno de los méritos que hay que darles, el haberse mostrado constantemente inquietos y que disco a disco siempre existiese en ellos la intención de cambiar rumbos musicales. Evolución o involución en determinados casos será eternamente asunto a debatir, sin embargo, lo importante es la intención de quebrar estereotipos y romper con lo establecido. Amados por muchos, odiados por otros, Metallica es de esas bandas que desata pasiones. Ahora, lo que nadie puede desconocer es su eterno y enorme aporte, como anteriormente mencionaba, en materia de influencias Metallica se encuentra en la historia al nivel de lo que fue Black Sabbath o Led Zeppelin. Existen miles de niños que alrededor del mundo se interesaron por una guitarra gracias a ellos y que soñaron cuando pequeños el interpretar "Fade to black"  sobre un escenario. Aquello, es invaluable. 

Ahora si, hablemos de Ride the lightning, disco que a diferencia del debut Kill ’em all (1983) destaca por su riqueza melódica y no tanto por la velocidad de su sonido, sentando de inmediato algunos precedentes en relación a la banda. En primer lugar sorprende el que tan pronto en su carrera, recién en un segundo trabajo, Metallica diese señales tan notorias de evolución musical. En segundo lugar encandila el nivel compositivo e interpretativo que el álbum muestra, optan esta vez por ocho canciones (un año atrás fueron diez), pero cuyas estructuras poseen mayor complejidad en relación al debut. Se aprecia una importante injerencia por parte del bajista Cliff Burton en las composiciones (esta vez participa en seis temas, en Kill 'em all solo lo había hecho en uno), Dave Mustaine (quien había sido despedido de Metallica en sus inicios y ya había formado su propio proyecto Megadeth) aparece en los créditos de dos canciones, también hay dos temas firmados por Kirk Hammett mientras que el duopolio James Hetfield/Lars Ulrich posee créditos en todas las canciones. 

En lo musical Ride the lightning mantiene el thrash metal de Kill’em all en canciones como "Fight fire with fire" (que abre el disco tras una intro acústica exquisita), "Trapped under ice" o "Creeping death", pero a partir de ahí deja espacio para la exploración en varias de sus canciones. Suenan más melódicos en "Escape", bajan los tiempos en la notable "For whom the bells tolls" y se lucen con dos obras maestras"Fade to black" y el instrumental "The call of Ktulu". La primera es una balada (si, una balada en un álbum de trash metal) que poco a poco va adoptando una intensidad hasta explotar en el final con un solo "de aquellos” (este tipo de canción sería re utilizado en el futuro por la banda con notables resultados) y la segunda trata de un cierre monumental, más de 9 minutos instrumentales que no muestran a un Metallica cargado a la técnica sino más bien a la emotividad del sonido. Cierran el álbum de manera colosal e histórica. 

Ride the lightning sorprende. Para ser un segundo álbum impresiona lo acertados que fueron al cruzar elementos aparentemente opuestos dado el contexto en que fue lanzado el disco, luego de Kill'em all lo más lógico era trabajar un álbum más violento, más thrash y más veloz que aquel, sin embargo, la banda decanta por un disco de mucho peso, que contiene velocidad y agresividad pero también una tremenda riqueza melódica. Por sobre todas las cosas me parece que este disco muestra claramente que Metallica no era solo “un buen grupo de metal” como tantos otros, sino más bien una agrupación que haría historia, que estaba dispuesta a jugarse el pellejo por ir más allá de lo esperado. Querían ser los nuevos Black Sabbath, eso está claro y lo mejor estaba por venir para ellos, dos años más tarde editarían Master of puppets pero aquello será motivo de otra reseña... 


9/10
Brillante.



Otras reseñas de METALLICA:

lunes, 13 de octubre de 2014

Alt-J: This is All Yours (2014)

Desafío no logrado. 

Tras un aclamado An awesome wave, ganador del Mercury Prize y motivo de un sin fin de comparaciones en donde lo más suavecito que se dijo de ellos fue que eran los nuevos Radiohead (¿alguien podría ser tan amable de explicarme el porque?), los ingleses de Alt-J la tenían complicada para su segundo disco. Es difícil debutar así de bien y vivir para contarlo. Pero acá están (con un integrante menos eso si) dispuestos a demostrarle al mundo que lo suyo no fue mera fortuna de principiantes. Y mirándolo así es probable que lo más simple para la banda habría sido entregar un clon del debut, otro álbum de exquisitas percusiones, suaves guitarras y que sacase provecho a buenos juegos vocales, sin embargo, para sorpresa de muchos, los Alt-J han intentado con This is all yours ir aún más allá con la experimentación entregando un disco más complejo, muy diverso en relación al debut, pero lamentablemente mucho menos logrado.

El problema con This is all yours es la irregularidad, porque acá hay material de primera que da para taparlos a elogios pero de igual forma existen momentos que no hay por donde agarrar. El disco abre, por ejemplo, de gran manera con "Intro", juegos vocales (a esta altura marca de la casa) que acaban explotando entre baterías y cuerdas, una buena partida que contrata por completo con "Arribal in Nara", una melancólica y bella melodía en piano que tras cinco tediosos minutos terminan yendo hacia ningún lugar. Todo mejora eso si con "Nara", la cual es más explosiva y musicalmente exquisita, también funcionan las guitarras en formato banda rock de "Every other freckle" seguida de "Left hand free", lo interesante de estas dos últimas es que muestran una faceta más cruda de Alt-J, algo que hasta acá no conocíamos. Ahora, cuando creíamos que lo de "Arribal in Nara" había sido solo una perdonable partida en falso suenan "Garden of England" y "Choise kingdom", y la nada se vuelve a apoderar del álbum. Momento fatal ya que llegamos al nudo del disco completamente fríos, mirando el techo. 

La segunda parte del álbum se internará en un pozo más lúgubre aún. Abre con "Hunger of the pine", un buen tema en plan creciente que además cuenta con un curioso pero acertado sampleo de un tema de Miley Cyrus, y si bien las explosiones corales de "The gospel of John Hurt" funcionan, el clima del álbum a estas alturas se vuelve demasiado espeso como para poder disfrutarlo. Tres baladas suenan acá, todas se entorpecen entre si. La primera y en plan folk es "Warm foothill", luego aparece una desnuda "Pusher" y finalmente las baterías electrónicas de "Bloodflood Pt.II". A estas alturas, llegar a los dos (intrascendentes) minutos finales de "Leaving Nara" es todo un desafío, digamos, el que detuvo el disco antes la verdad es que no se perdió de mucho. 

Cincuenta excesivos minutos de música de parte de una banda que se propuso para esta segunda entrega no repetir el plato del debut (noble tarea, hay que decirlo) pero que en la búsqueda de aquel objetivo acabó olvidándose de quien escucha, entregando un producto a ratos exasperante. This is all yours contiene cuatro o cinco momentos destacados, que fluyen con naturalidad y dan muestra de que talento hay, sin embargo el resto es un sonido demasiado sobrecargado y espeso. Quien forzosamente desea sonar interesante acaba aburriendo ¿O no? Acá la falta de fluidez se hace evidente. 

5 /10 
Irregular

sábado, 11 de octubre de 2014

The Drums // Encyclopedia // 2014

Incierto futuro. 

Basta darle play a "Magic mountain", tema que abre el tercer álbum de The drums y que además fue escogido como primer single, para captar de inmediato que el (ahora) dúo neoyorquino desea marcar distancia con lo que fue su adolescente debut en 2010. Han pasado cuatro años desde aquello y hoy vemos a la banda intentado encontrar cierta identidad, el no sonar como una banda indie más. Se percibe en la música de su nuevo álbum la idea de sonar más completos, superar la sencilla fórmula de sus inicios y entregar un producto un poco más sofisticado. La dinámica sigue ahí, también los contagiosos coros (No se confundan, Encyclopedia no deja de ser nunca un buen disco de pop) pero esta vez han metido más teclados, juegan con efectos vocales y los ambientes e incluso en uno que otro tema desestructuran el asunto e intentan experimentar. ¡Bien por la intención al menos! Ahora, no se si el resultado es tan innovador como ellos habrán pretendido pero si han logrado un álbum fresco, que en general es grato de oír y equilibra elementos de sus inicios con una que otra propuesta transgresora en relación a lo que venían siendo. 

"Magic mountain" sorprende en la partida, es un tema oscuro e hiperquinético. El que haya sido la carta de presentación del álbum demuestra claramente que el dúo quiso abofetear a la fanaticada de entrada. La canción cumple su objetivo aunque tampoco es una maravilla, rompe a los dos minutos para luego retomar los coros y dejar la sensación de ser un quiero pero no puedo. No está del todo mal pero el asunto se queda meramente en la apuesta. Algo similar ocurrirá más adelante con los teclados hipnóticos de "Let me" o la instrumental "Bell laboratories", ambas cumplen pero no acaban de reventar. 

Además de los mencionados experimentos, nos encontramos en Encyclopedia con un compendio pop bastante ameno que seguramente enganchará con los fans más tradicionales de la banda, algunas bajan las revoluciones, como es el caso de "I can't pretend" , "I hope time doesn't change him" o mi favorita del álbum, "Break my heart", mientras que otras como "Kiss me again", "Face of god" o la infantil "Deep in my heart" poseen una dinámica muy Smiths que se disfruta sin problemas. Algo positivo: el disco en general es regular y posee el mérito de lograr sostenerse más allá de sus primeros cuatro o cinco temas.

El cierre llega con el pop de "There is nothing left to lose" y la balada acústica/electrónica "Wild geese" tras la cual queda la sensación de haber disfrutado un disco que sin re descubrir el sonido de The Drums al menos incorpora uno que otro elemento atractivo que prepara el terreno para lo que podría ser el futuro del dúo. No sabemos lo que vendrá para ellos, lo cual siempre es interesante. 

3 /5
Bueno, cumple. 


jueves, 9 de octubre de 2014

Prince.

Un par de alcances frente a su regreso.

La salida del nuevo álbum de Prince coloca nuevamente sobre la mesa al artista y su legado (probablemente mayor de lo que muchos creen). ¿Sobre o sub valorado? Eso queda a juicio de cada cual. Y es que no hay medias tintas con él. Están quienes afirman (y con justa razón) que ha sido él mismo, de la mano de sus evidentes excesos, quien ha cavado su propia tumba. Estamos también quienes consideramos que pese a su torpe e inmenso ego, Prince sigue siendo un creador único en su especie. 

El tipo es un genio, dueño desde siempre de un talento desbocado, de una fertilidad creativa que no tiene precedentes en la historia y de una calidad interpretativa con sello propio. Dicho en simple: hay miles de estudiantes de guitarra que tocan mejor que Prince, sin embargo, nadie toca como él. Son muy pocos los que en el planeta son capaces de tomar una guitarra y transmitir lo que él transmite. Es algo que está por sobre si te gusta o no su música. 

Para muestra, un botón...


¿Sus pecados? ¡Muchos! Creerse más grande de lo que ya es, su escaso poder de síntesis (en sus discos siempre sobran canciones y minutos), la edición de álbumes dobles, triples, quíntuples incluso, el fanatismo religioso al que se convirtió durante esta última década, su pelea con internet, la cual ha provocado que hoy encontrar su música en YouTube o Torrent sea tarea prácticamente imposible. Todo esto (y más) es lo que probablemente ha colaborado en que su figura sea casi desconocida para las nuevas generaciones. Sin embargo, estamos acá, en esta ínfima y humilde esquina,  precisamente para reivindicar a todos quienes han hecho de nuestro planeta un lugar mejor donde poder vivir. Prince está entre aquellos. 

Para muestra, otro botón...

martes, 7 de octubre de 2014

Lenny Kravitz // Strut // 2014

Oferta digna.

Vamos a ser claros desde un comienzo: olvídense de Let love rules, Mama said o Are you gonna go my way. Olvídenlo, ese Lenny Kravitz está bajo tierra desde hace mucho y perdón eh?, pero no va a volver. Lo de hoy es un remedo de aquello, un hombre al que (como a cualquier mortal) se le acabó la pólvora hace rato y sobrevive con lo que le queda: el cuero y cierto prestigio.

Hecho el alcance, hablemos de Strut, el décimo álbum del norteamericano Lenny Kravitz. ¿Con qué nos encontramos esta vez? Con lo que, me parece, es lo mejor que Lenny puede darnos al día de hoy: un atractivo álbum de pop que mete guitarras de vez en cuando, también realiza uno que otro guiño a sus inicios e invita constantemente al baile. Como decía, algo de guitarras, un poco de funk, coros que enganchan y un puñado de canciones con las que no cuesta pasarse un buen rato. Strut es un álbum muy físico, tanto en su sonido como en líricas, y es que si no te mueve el "Sex! sex! sex!" con que abre el álbum, es que no corre sangre por tus venas. El asunto divierte desde un comienzo, lo cual se ve complementado de buena forma por el ritmo que proponen "The chamber" y "Dirty white boots". Ahora, con "New york city" y "The pleasure and the pain" el álbum subirá un peldaño y encontrará su mejor momento , ahí aparecerá un poco más el Lenny de las raíces y encajará un buen par de golpes, sobretodo con los seis minutos de la primera, que goza de un exquisito bajo que marca el tiempo en todo momento, un coro a varias voces impecable y una sensible letra dedicada a su ciudad natal ("She's my heart, I love New York City. She's lived and died so many times... ")

Lo escucharemos más desgarrado en la interpretación del rock de "Strut" (la canción) , en "She's a beast" toma la guitarra acústica y se carga a la balada country y bueno, a partir de ahí el tipo se queda sin gasolina por lo que el álbum se apaga tres o cuatro temas antes de su verdadero cierre. Ahora, con todo, me parece que durante su primera mitad el disco logra entregar un componente de frescura que a estas alturas basta y sobra. Lenny Kravitz sin maravillar al menos mejora la oferta, supera lo que venía realizando y regala algunos momentos de lucidez. 

3 / 5
Bueno, cumple. 


sábado, 4 de octubre de 2014

Oasis: (What's The Story) Morning Glory? (1995, Edición Deluxe)


Esta no es la reseña de aniversario de (What's the story) Morning glory?, esa llegará en 2015 cuando él álbum efectivamente cumpla 20 años. Sin embargo, me es imposible el no detenerme y realizar un par de comentarios frente a la esperada edición de lujo que acaba de aparecer. 

Lo primero, constatar lo grande que fueron estos tipos, basicamente Noel Gallagher, un hombre que en un período de 4 a 5 años fue capaz de componer material para al menos tres discos de primer nivel y que de haber sido editados de manera inteligente, cada uno habría sido un clásico de la música moderna. Digo "habría" por que no fue así. En la realidad nos quedamos con el fantástico debut Definitely Maybe (1994, el mejor disco de Oasis según mi parecer), un irregular pero individualmente potente (What's the story) Morning glory? (1995) y posteriormente una colección de "descartes" titulada The masterplan (1998), un álbum donde Noel Gallagher me parece que intentó corregir la brutalidad de haber desechado injusta y arbitrariamente una serie de temas increíbles. 

El mayor error de los Gallagher fue su maldita soberbia, pero bueno, es la historia del rock ¿no?. Nadie está preparado para encontrar fama, dinero y mujeres siendo tan joven, y la inmadurez propia del ser humano te lleva a creer (¡supongo!) que todo eso será eterno, que el talento nunca se agotará. ¡Craso error! Todo, absolutamente todo en esta vida nace para en algún día desaparecer. Noel Gallagher creyó que en el futuro le sería fácil seguir componiendo álbumes, que las canciones seguirían fluyendo de manera vertiginosa. Los hechos demostraron lo contrario. Be here now (1997) fue recién el tercer álbum de Oasis y al tipo le costó muchísimo encontrar aquellas canciones, de ahí en adelante ni hablar, nunca más la banda recuperó el ritmo de sus primeros años. Y de la voz de Liam mejor ni hablemos, ¿le habrá durado si es que tres años en condiciones? Pero bueno, todo eso es material para futuras reseñas, cuanto toque hablar del calamitoso descenso del Oasis post gloria tempranera.

El caso es que (What's the story) Morning glory? pudo ser un mejor disco, más allá de sus potentes y reconocibles singles. "Talk tonight" era más que "Cast no shadow""Headshrinker" más que "Hey now""Underneath the sky" más que "Some might say" , "Rockin' chair" muchísimo más que "She's electric", el instrumental "The Swamp song" mucho más que ese montón de ruidos que suenan en algún momento del álbum, y eso sin mencionar siquiera cuanto habría crecido el disco con "The masterplan", "Round are way" o "Acquiesce" en sus filas. ¡Todas las mencionadas fueron relegadas a un segundo plano siendo que eran mejores temas que las que entraron al álbum! Voy a escribir una locura (están advertidos), pero visto a distancia, con las caras b de What's the story... se arma un mejor álbum que el oficial. 

En fin, de todo eso y más podemos disfrutar en esta edición triple de aniversario, la cual contiene además del álbum original, versiones demo en acústico (interpretadas por Noel) de canciones como "Hello", "Some might say", "She's electric", "Hey now" o "Bonehead's bank holiday", todos los lados b mencionados y otro puñado de soberbias canciones en vivo, ahí suenan los clásicos "Wonderwall", "Roll with it" y tantas más. Sea como sea, esta edición es manjar de primera, imperdible para quienes crecimos en plenos años 90's disfrutando de la magia de Oasis y una buena introducción para los jóvenes que hoy solo han escuchado hablar del mito o se han topado con una u otra canción en las radios.


 Otras reseñas de OASIS:
1994 // Definitely Maybe

miércoles, 1 de octubre de 2014

Thom Yorke: Tomorrow's Modern Boxes (2014)

Una broma (cruel y de mal gusto).

Ya no hay sorpresas con Thom Yorke, un hombre que desde hace mucho parece haberse estancado (o acomodado) en el mundo de las maquinitas y la música de laptop por lo que disco a disco, ya sea en solitario, junto a amigos en Atoms for peace e incluso al frente de Radiohead, los resultados continúan apostando en la misma monótona dirección. Sin embargo, el problema no está en que el inglés se haya hartado de las guitarras sino más bien en que entre The eraser, su debut en solitario por allá por 2006, y este Tomorrow's modern boxes existe un mundo de distancia si de calidad hablamos. Y es que, digámoslo, muy Thom Yorke será pero su nuevo experimento no aporta absolutamente nada dentro de su discografía, es masturbación y nada más. Sonidos compuestos para él mismo, los cuales indagan sobre ambientes carentes de emoción e intensidad (en ese sentido esto me recordó por momentos a Biophilia, lo último de Bjork). Ahora, ¿algún problema con que Yorke componga solo para si mismo? ¡Ninguno! Pero de que el resultado es tremendamente aburrido, lo es.

Algo hay en ocho minutos de "A brain in a bottle" y "Guess again!", una agradable fluctuación vocal, un bonito piano o ruiditos simpáticos, pero de ahí en adelante el asunto es de plano vacío, un Thom Yorke que susurra todo el tiempo y empina falsetes de pena (ese es otro tema, su voz, que cada vez se le oye con menos fuerza), y arreglos de risa. Para muestra, los siete minutos de "There is no ice ( for my drink)", momento que da para cuestionarse si el cuento no es más que una joda de Yorke.

¿Debemos recibir a Tomorrow's modern boxes como una mera excentricidad o la constatación del decadente estado creativo en que se encuentra Thom Yorke? La respuesta la entregará probablemente el mismo Thom cuando en un tiempo más conozcamos lo nuevo de Radiohead. Con este anticipo eso si, llega a dar miedo el esperar ese álbum.

3 / 10
Pésimo.