viernes, 31 de mayo de 2024

Dua Lipa: Radical Optimism (2024)

 "Asentamiento y crecimiento..."

Cuatro años atrás Dua Lipa pegaba el pelotazo con su segundo álbum, un Future nostalgia que ya desde su título anticipaba una mezcolanza de guiños al pasado (algunos bastante literales, rozando el plagio descarado). El éxito fue total, sin embargo, pues el disco derrochó singles de nivel y una vibra pop/bailable prácticamente irresistible. Por lo mismo, había que ver hacia donde disparaba la inglesa ante el desafío del siempre complicado tercer álbum. ¿Un más de lo mismo pero peor? ¿Giro en 180 grados? ¿Un limbo entre ambos extremos? Finalmente Radical optimism vive entre nosotros y la sensación es principalmente de consolidación pues el disco claramente representa un asentamiento y crecimiento por parte de la vocalista, quien efectivamente acá canta bastante más (y mejor) en medio de canciones tan contagiosas como las entregadas cuatro años atrás pero que musicalmente lucen bastante más completas. 

Se nota por tanto el trabajo junto al tridente Kevin Parker (Tame impala) + Danny L. Harle + Andrew Wyatt, quienes se han repartido la producción y también han realizado labores de composición junto a Dua Lipa. Todos juntos se han encargado de armar una lista que desde un comienzo suena a pop de banda contundente, con un bajo predominante marcando el ritmo siempre y estructuras simples, livianas pero en ningún caso desechables, con un pro además no menor: esta vez no hay plagio descarado, es decir, las canciones suenan propias y con identidad. Para muestra, toda la lista desde 'End of an era' hasta la genial 'Falling forever', esta última con seguridad la mejor canción en todo el disco con un trabajo de batería contagioso, intenso y dinámico, fuera de una excelente interpretación vocal de una Dua Lipa que acá se oye maravillosa en los coros, tanto en momentos limpios como raspando las cuerdas. 

Entre todas estas sonarán singles incontestables como la agresiva 'Houdini', 'Training season' o una ambivalente 'These walls', que en sus arreglos será dulce pero en sus líneas abordará la amargura de la ruptura como temática. Tras esta sonará una "segunda línea" armada por 'Whatcha doing' (donde se acerca en su interpretación a Miley Cyrus), una 'French exit' que irá a los arreglos de cuerdas e 'Illusion', que retomará el pop de baile para finalmente cerrar el disco con cositas un tanto menores, como la balada 'Anything for love', un experimento españolado como 'María' y otra balada algo más obvia como 'Happy for you', dejándonos un disco en donde ocho de sus once canciones son realmente fantásticas y dan muestras de un pop de alto vuelo, fuera de arreglos sencillos pero siempre contundentes.

A diferencia de varias de sus pares, Dua Lipa no parece querer reinventar la rueda ni mostrarse como una compositora excelsa o verborreica. Nos ha entregado un tercer disco sólido de comienzo a fin, breve (menos de cuarenta minutos), compuesto por canciones de pop directo y bien armado. El conjunto funciona, sobre todo desde lo individual, y encuentra varios momentos de altísimo nivel. Considerando de donde venía, no es poco. 

¿Canciones? 'Houdini', 'These walls' y 'Falling forever'.

7,8 /10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Dua Lipa:

martes, 28 de mayo de 2024

St. Vincent: All Born Screaming (2024)

 "Creativa, diversa y profunda..."

A estas alturas del partido Annie Clark es la primera en tener claro el que nunca será mainstream. La mujer ya lo intentó, escapando del sonido de sus áridos y exploratorios primeros tres álbumes mediante un trabajo más melódico y amigable como fue el homónimo de 2015, luego con el pop sofisticado de Masseduction (2017) e incluso presentándose junto a Dua Lipa en los Grammys 2019. Sin embargo, no pasará. Su obsesión por el arte, la vanguardia y la profundidad de las propuestas, así como su conocida admiración por artistas como David Byrne (con quien incluso grabó un disco en 2012), han podido más. Sus discos siempre serán demasiado "pesados" para un auditor cualquiera, con capas que el espectador casual seguramente no estará dispuesto a revelar. Quitado por tanto el peso de querer encajar tal parece que St. Vincent a sus cuarenta y un años de edad puede moverse con la exquisita libertad de quien tiene nada que perder, quien nada debe cuidar, algo que este All born screaming transmite con bastante claridad. 

Lo escribí acá en su momento. La idea de que un disco como Daddy's home (2021) no era otra cosa que una salida a tomar aire, un respiro en medio de un complejo momento personal pero que el verdadero sucesor creativo para Masseduction llegaría más adelante. Y así efectivamente ha sido. Las diez canciones que componen este All born screaming traen de regreso la propuesta y el riesgo que suele venir de la mano con cada álbum de St. Vincent, en esta ocasión apuntando a una arista más oscura que la habitual mediante un conjunto espeso pero diverso donde cada canción suena rica en texturas y atmósferas. 

No nos la deja fácil (obviamente) y decide abrir el álbum mediante una sinuosa 'Hell is near', que encaja unos coros exquisitos en medio del vaivén de la melodía, para luego dar pase a una inquietante y desconcertante 'Reckless', en una partida digna de la autora y que evidentemente declara intenciones. De hecho, las dinámicas más "accesibles" aparecerán recién en la pasada por el singlazo 'Broken man' seguido de la explosiva 'Flea' y una sexy 'Big time nothing', donde incluso habrá espacio para algunos riffs cargados al funk, cerrando una Cara A singular y llena de vida entre piezas que no repiten ideas. No decaerá el asunto comenzando la segunda mitad aunque si yendo a una arista más dramática en 'Violent times' + 'The power's out', jugando a placer con las vocalizaciones y percusiones tanto en 'Sweetest fruit' como 'So many planets' para acabar el viaje en los casi siete minutos de 'All born screaming', un cierre que quizás no se encuentra a la altura del resto del disco y se anota como un único punto débil a causa de su sonido algo obvio. 

La sensación con Annie Clark sigue siendo la de estar frente a una artista con mayúsculas, una de las mejores en la actualidad. Creativa, diversa y vanguardista, tras un álbum de corte más sobrio y apagado como fue Daddy's home, la tenemos de vuelta en plenitud con un trabajo fantástico en términos de composición, ambición, texturas y profundidad. Su mejor disco a la fecha y uno de los buenos que habremos oído en este 2024. 

¿Canciones? 'Hell is near', 'Broken man' , 'Flea' y 'Big time nothing'.

8,2 / 10
Excelente.


Otras reseñas de St. Vincent:

miércoles, 22 de mayo de 2024

Pet Shop Boys: Nonetheless (2024)

"Se dan (merecido) un permiso..."

Si algo quedó claro finalizada la trilogía con Stuart Price en producción, es que los Pet shop boys intentaron "modernizar" su sonido, digamos, salir de la solemnidad/seriedad/profundidad de álbumes como Fundamental (2006) o Elysium (2012) e ir en la búsqueda de un sonido pop/electrónico más agresivo que el propuesto en Yes (2009). La pasada en lo personal me sigue pareciendo fascinante, con esa invitación al baile y el desate en Electric (2013), un Super (2016) algo menor y un Hotspot (2020) que ha crecido bastante dentro de mi paladar personal con el correr de los años. La pregunta, sin embargo, caía de cajón: ¿y ahora qué? En dicho sentido, Nonetheless parece ser un álbum donde el dúo ha perdido el miedo a sonar "añejos", en un buen sentido claro, sonando menos desafiantes respecto a cualquiera de sus tres álbumes anteriores y respondiendo a sus inquietudes más clásicas. 

No significa lo anterior el que estemos ante un álbum de carácter nostálgico pero si uno donde los Pet shop boys parecen sacar del sombrero trucos en donde van a la segura (en compañía esta vez de James Ford en producción), referenciando incluso por momentos sus viejos estandartes ochenteros. Ejemplo claro de lo anterior es algo como 'Dancing star', una invitación al baile que posee un evidente aroma al clásico 'Domino dancing'. A esta se sumarán otras canciones de corte dinámico, como la excelente 'Loneliness', la post pandémica 'Why am I dancing' o 'Bullet for Narcissus', quizás la única del conjunto que con su electrónica algo más afilada conecta con la trilogía trabajada con Stuart Price. El resto será complementar con baladas marcas de la casa, a veces en un tono bonito y dulce, como en la delicada 'Feel' (¡detengámonos un momento por favor para valorar el que a estas alturas del partido aún estos tipos puedan encontrar tamañas melodías!) o 'Love is the law', y a veces recurriendo a trucos propios de su etapa noventera (o también de inicio de los dos miles), me refiero a toda la pasada por 'New London boy' (cuanta elegancia por favor...), 'A new bohemian' (metiendo piano + vientos en esta) , 'The schlager hit parade' y 'The secret of happiness'.

Tras una seguidilla de álbumes en donde los Pet shop boys se esforzaron por ir a la vanguardia y sorprendernos, un disco como Nonetheless parece ser un (merecido) permiso que se han dado para conectar con su esencia más íntima y emocional, una donde las melodías delicadas y cuidadas son protagonistas, agregando así otro gran disco a su lista. Y ya van...

¿Canciones? 'Loneliness', 'Feel' y 'Dancing star'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!

viernes, 17 de mayo de 2024

Pearl Jam : Dark Matter (2024)

"Vuelta a su zona segura..." 

Uno de los principales problemas que Pearl jam ha venido cargando desde hace casi veinte años es el que han perdido frescura encerrándose en el mismo disco una y otra vez. Me explico. Uno podrá gustar más o menos de la pasada por Binaural (2000), Riot act (2003) y el homónimo de 2006, sin embargo, lo que nadie puede negar es que estos tres álbumes representaron propuestas cargadas de identidad, tanto en términos de sonido como estructuras. Tras esto, lamentablemente, la banda pareció quedarse pegada en un tipo de canción por lo que álbumes como Backspacer (2009) y su sucesor Lightning bolt (2013) no hicieron si no repetir fórmulas, destacando en base a una que otra canción particularmente atractiva ('Just breathe', 'Sirens' o 'My father's son') pero sonando en el global cada vez más evidentes y simples. 

La banda parece haber entendido esto, de ahí que en el fallido Gigaton (2020) intentasen hacer el giro en canciones como 'Dance of the clairvoyants' o la misma 'Who ever said', el problema es que la jugada no les encontró suficientemente inspirados por lo que dicho álbum acabó sumergido entre varias de las canciones más aburridas en su carrera (¿alguien se acuerda de 'Seven o'clock' o 'Never destination'?). Este nuevo Dark matter vuelve por tanto a funcionar como una "respuesta a", es decir, ¿qué debía venir tras un experimento fallido? Pues una vuelta a aquello que sienten si pueden manejar, una zona segura, que es a lo que han apuntado una vez más. Con una salvedad eso si: entre Gigaton y este Dark matter existió Earthling (2022), el álbum publicado por Eddie Vedder en compañía de Andrew Watt. Y ahí, hay un nexo, ciertas inquietudes que el vocalista en ese entonces pudo desarrollar y que ahora en compañía de su banda madre (y el mismo productor) ha podido llevar un tanto más allá, encontrando así el mejor conjunto de canciones que Pearl jam han publicado en largo, largo tiempo. Al menos quince años.

¿De dónde saco esto del nexo entre el mencionado Earthling y este Dark matter? Pues basta ir al primero, darle play a canciones como 'Good and evil' o 'Rose of Jericho' para verificar que es el mismo tipo de sonido que la banda acá desarrolla en cosas como 'Scared of fear' o 'React, respond' (con el bajo de Jeff Ament como gran protagonista), así como también en 'Dark matter' (la canción) o 'Running' (otra en donde el bajo vuelve a lucir), es decir, temas breves pero dinámicos, que van al grano y funcionan. "Dos cucharadas y a la papa" - como decimos en mi tierra. 

De igual forma, la influencia del rock estadounidense (Tom Petty, entre varios) en Eddie Vedder vuelve a aparecer acá en una serie de medios tiempos marca de la casa pero que como segunda línea defienden muy bien al disco. Ahí suma una bonita canción como 'Wreckage' mientras que 'Won't tell' entrega el que debe ser el mejor coro del álbum (una lástima que el momento vocal de Vedder no le permita llegar tan lejos como la melodía pedía). En 'Upper hand' la banda regala una interesante intro atmosférica para luego realizar un pequeño auto plagio al viejo clásico 'Nothing as it seems' en las estrofas y solos, aunque acá si hay que darles el que exprimen el tema todo lo que puede dar (y hacen bien, que es una de las grandes del disco), enlazando perfecto con la fuerza de 'Waiting for Stevie' (bien Mike McCready sacando partido con su guitarra) y ese crudo pero notable mensaje: "Puedes ser amado por todos y no sentir amor".

Llegando a la recta final de Dark matter podemos afirmar con claridad que el viaje ha sido contundente y regular, con momentos que cumplen y otros de alto nivel. Casi disculpamos un tema tan débil como 'Something special', nos la saltamos, agradecemos el buen ánimo de 'Got to give' y ese cierre lleno de madurez a cargo de 'Setting sun', dejándonos así un trabajo con el que Pearl jam efectivamente no reinventan nada (tampoco lo pretenden), un disco que vuelve a ir por las guitarras que la banda viene buscando desde al menos 2006, con la diferencia de que esta vez han podido encontrar una lista capaz de sostenerse en el tiempo. Los años dirán cuanto...

¿Canciones? 'Won't tell', 'Upper hand' y 'Waiting for Stevie'.

7,2 / 10
Muy bueno.

martes, 14 de mayo de 2024

20 Años De... Keane : Hopes And Fears (2004)

 "Grandes sensibles canciones..."

Los noventa fueron años rudos, la década abrió con la explosión del grunge y cerró con la irrupción del nu metal. Entre medio existió mucha diversidad dentro del rock/pop, fue una década en la que realmente sonó prácticamente de todo, sin embargo, las melodías cuidadas, dulces y delicadas (esas que sobraron en los años ochenta) quedaron algo relegadas a un segundo plano. Quienes supieron leer esto a la perfección fueron Coldplay, entendiendo que entre Radiohead y Travis existía un espacio que llenar por lo que en álbumes como Parachutes (1999) o A rush of blood to the head (2002) se lanzaron de lleno hacia la canción pop melosa/simple/lagrimona abriendo un camino al que otros como Keane más adelante también supieron ir, llevando incluso el sonido un paso más allá en este Hopes and fears, su glorioso debut de 2004. En este, los ingleses liderados por la notable voz de Tom Chaplin van con descaro hacia la balada más sensible colocando al piano + teclados como absoluto protagonista del sonido entre canciones delicadas sin rastro alguno de guitarras ni estridencia.

De esta manera, durante cincuenta minutos unos nóveles Keane nos entregaron acá doce excelentes canciones en donde el fuerte está puesto en la belleza de las armonías, oscilando entre momentos de alta intensidad y otros en donde impacta la tranquilidad del relato. Sin ir muy lejos, abren de manera impactante con un clásico atemporal como 'Somewhere only we know', un verdadero himno en donde Tom Chaplin muestra chapa de extraordinario vocalista transmitiendo a la perfección la impotencia de quien ve venir el quiebre de una relación ("Si tienes un minuto, ¿por qué no vamos? / Hablar en algún lugar que solo nosotros conozcamos / Este podría ser el final de todo..."), en un tema que suena realmente demasiado maduro viniendo de una banda de veinteañeros pero bueno, Keane fueron desde siempre "viejos chicos" y este hitazo es muestra de aquello. 

En adelante la banda buscará que el álbum no se estanque en baladas aunque el eje común siempre será el dolor pues Hope and fears es un disco triste sin medias tintas. Buscarán de todas formas sacudirte de vez en cuando con cosas como 'Bend & break', 'Everybody's changing' (una que es azúcar a cucharadas, dulce a más no poder) o 'This is the last time', todas con una banda que sostendrá las canciones en el tándem bajo + piano, aunque la especialidad de la casa aparecerá cuando vayan derechamente a la tristeza en 'We might as well be a strangers', nuevamente abordando el quiebre como temática ("No conozco tu rostro / Es solo un lugar que sigo buscando...") o en el cierre del disco a cargo de la increíble 'Bedshaped', otro arranque de intensidad notable por parte de Tom Chaplin (y de la banda completa) en la que debe ser una de las mejores canciones en la carrera de Keane

Con todo lo mencionado la verdad es que ya hablaríamos de un disco muy por sobre la media y una batería de hitazos incontestables, sin embargo algo más habría en la segunda línea de canciones. Destaca ahí la delicadeza de baladas como 'Your eyes open' o 'She has no time', principalmente el trabajo melódico en los coros, 'Sunshine' será una donde intentarán trabajar una atmósfera algo más volátil, 'On a day like today' es otra que destacará gracias a su trabajo con la intensidad (sobre todo en esos fantásticos dos minutos finales con los que perfectamente podrían también haber cerrado el disco) mientras que 'Untitled 1' será el único momento del álbum en donde la banda se abrirá a explorar nuevas sonoridades con esas baterías electrónicas + teclados. 

En definitiva, veinte años atrás Keane debutaban en grande. Siempre ha sucedido que (estúpidamente) el mundo del rock ha despreciado todos aquellos sonidos fundados sobre la delicadeza melódica, y estos ingleses pagaron ese costo. El exceso de melodrama, en años donde Coldplay ya eran cuestionados y donde el rock de guitarras parecía estar de regreso, seguro llevaron a muchos a menospreciar el nivel de la banda, de ahí seguramente que dos años más tarde Keane intentasen en Under the iron sea (2006) darle mayor peso a su sonido. Sin embargo, nada resta al nivelazo de Hopes and fears, un disco repleto de grandes sensibles canciones y uno de los álbumes debut más importantes de los últimos veinticinco años. 

¿Canciones? 'Somewhere only we know', 'Bend & break', 'We might as well be a strangers' y 'Bedshaped'.

8,8 / 10
¡Excelente!

sábado, 11 de mayo de 2024

Future Islands: People Who Aren't There Anymore (2024)

"Estancados..." 

Lentamente fueron los Future islands encontrando su camino, uno marcado por el synth pop y esas sinuosas melodías dirigidas por un Samuel T. Herring que teniendo una voz que juega bastante al límite de lo incorrecto siempre se las ha arreglado para sonar tremendamente emocional y característico (para muestra, aquella inolvidable presentación en Letterman haciendo su mayor éxito, 'Seasons (waiting on you)'. Su momento más alto debe estar entre lo trabajado en Singles (2014) + The far field (2017) y desde entonces la banda pareciese haberse decidido a sostener lo logrado en lugar de ir por más. 

Este más reciente People who aren't there anymore llega tras cuatro años de silencio, sin embargo, no lo parece pues es un álbum que funciona prácticamente en la misma línea que el anterior As long as you are (2020). Oímos acá a la banda nuevamente trabajando sobre teclados y atmósferas armadas por sintetizadores, en ocasiones apuntando al pop ('The tower'), buscando coros contagiosos ('Say goodbye'), entregando protagonismo al bajo ('Give me the ghost back') o a veces bajando las revoluciones para sonar notablemente más reflexivos ('Deep in the night'). El resultado es agradable, doce canciones en cuarenta y tres minutos que se dejan oír sin problemas pero con poco impacto, sin algo particular que te invite a volver al álbum, ni siquiera el carisma de Herring, quien solamente en la recta final de 'Corner of my eye' sale de su zona de confort y logra despertarnos de la inercia con sus explosiones vocales.

¿Es qué no quieren o no pueden? ¿Es qué en realidad nunca fueron para tanto? ¿No son más que un one hit wonder? Las dudas inevitablemente quedan sobre la mesa con un disco que se hizo esperar pero no muestra señales ni de efectividad ni crecimiento. El tiempo dirá...

¿Canciones? 'The tower', 'Say goodbye'.

6/10
Bueno, cumple...

miércoles, 8 de mayo de 2024

Cloud Nothings: Final Summer (2024)

"Siempre efectivos..." 

Mirado a distancia, los mejores álbumes de Cloud nothings han sido Attack on memory (2012) y Life without sounds (2017). Los más relevantes y creativos también. En el primero los de Dylan Baldi supieron situarse como nadie en estas dos décadas entre el espíritu rebelde de los clásicos Nirvana y un punk de garage con tintes melódicos mientras que el segundo intentaron hacer el giro hacia un sonido más centrado en las atmósferas. El resto de su discografía, sin embargo, se ha movido dentro de márgenes esperables, digamos, guitarras, dinámicas aceleradas y ruido, mucho ruido, universo donde este Final summer (para el que se han tomado inéditos tres años) también se situa. Estamos así frente a otro disco en donde Cloud nothings desenfunda su efectiva maraña, recurriendo a trucos habituales aunque no por esto cayendo en algún tipo de monotonía. Ayuda en este sentido que el álbum sea breve (tan solo veintinueve minutos de duración) y se mueva entre canciones tremendamente directas que rondan los tres minutos de duración, donde percibimos a una banda que lejos de lanzarse hacia tesituras más densas insisten en mostrarse vivos y joviales, llenos de energía y ganas de impactar.  

Abrirán en esta ocasión mediante una fanfarria de teclados. ¿Un giro en su sonido? ¡Claro que no! Pues rapidamente acelerarán para armar una 'Final summer' (la canción) llena de dinámica contagiosa. A la vuelta de la esquina, sin embargo, la crudeza de cosas más espesas como 'Daggers of light' o 'I'd get along' les mostrarán como los dignísimos sucesores de Weezer que son, así como más adelante 'On the chain' será oir a los Death cab for cutie en versión desatada (como si Ben Gibbard alguna vez se hubiese decidido a chasconearse en serio). En otra arista 'Mouse policy' sacará a la luz la veta más punk de la banda mientras que toda la pasada por 'Silence' + 'Running through the campus' + 'The golden halo' aportará el momento más meloso del trabajo.  

La esencia de Cloud nothings sigue apareciendo a lo largo de este Final summer, evitando quizás cualquier atisbo de momento incómodo y centrándose más bien en sonar efectivos pero, como sea, arreglándoselas para mantenernos interesados en la banda, quienes a día de hoy siguen sin sacar un mal disco. Lo cual no es poca cosa. 

¿Canciones? 'Daggers of light', 'I'd get along' y 'On the chain'.

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Cloud Nothings:

jueves, 2 de mayo de 2024

The Black Keys: Ohio Players (2024)

"Con una ayuda de mis amigos..."

Disco a disco se percibe en The black keys cierta necesidad por revitalizar su carrera, algo que vienen buscando desde hace bastante. En dicho sentido, Ohio players no llega para ser excepción, un trabajo donde se evidencian las ganas de mostrarse vitales, dinámicos y activos, esto en colaboración con serie de compañeros de ayer y hoy, los cuales van desde Beck Hansen, Noel Gallagher hasta el rapero Lil Noid. El resultado está bastante bien, se deja oír y regala más de algún gran momento, sin embargo, tropieza consigo mismo precisamente en la desesperación por tratar de abarcarlo todo. 

Desde lo anterior, una reflexión inicial: Si Beck ha compuesto medio álbum, ¿no habría sido mejor publicar un disco unicamente junto a él, agregarle dos a tres canciones propias y así armar algo más coherente? Digo yo, ¿no? Esto a propósito de que Ohio players abre y cierra con Beck a cargo, con un problema no menor además: en ocasiones no vemos colaboración. Ocurre, por ejemplo, en canciones como 'This is nowhere', 'Beautiful people (stay high)', 'Paper crown' (en la que rapea Juicy J, aunque sin sumar demasiado, digámoslo) o la exquisita 'Fever', todas tremendas canciones pero que son Beck de manual (en distintas facetas claro, que sabemos lo camaleónico que es Hansen), digamos, momentos donde son los Black keys quienes pareciesen ir al terreno del rubio vocalista y no al revés, como debería ser en un disco firmado por ellos.  No todo será Beck, sin embargo, y efectivamente habrán momentos en donde percibiremos la mano de Dan Auerbach + Patrick Carney, ocurre en 'Don't let me go' o en canciones donde las guitarras adoptan particular protagonismo, me refiero a 'Live till I die' o el manjar con que cierran el álbum: 'Every time you leave'

Como sea, el dúo ha optado por complementar Ohio players con otras tantas colaboraciones y no acotarlo a lo de Beck, seguramente en la búsqueda de alcanzar mayor diversidad. Ahí, con Noel Gallagher el asunto también será irregular, de dulce y agraz. Tanto la dulzona 'On the game' como la juguetona 'Only love matters' están bien pero carecen del filo necesario como para general real impacto, algo que si consiguen con 'You'll pay', que funciona bastante gracias a los riesgos que corre con su sonido. También acertarán será en 'Candy and her friends', enlazando la dinámica con el verseo de Lil Noid, seguida de 'I forgot to be your lover', la preciosa y delicada pieza grabada originalmente por William Bell en 1969 y que acá los Black Keys logran llevar a su terreno (aunque se nos hace algo corta). Finalmente, otro punto alto encontrarán en compañía de Greg Cartwright en cosas como 'Please me (Till I'm satisfied)', de lo mejor del disco con esas sucias guitarras, o en el western que propone 'Read em and weep' 

En definitiva, con Ohio players  percibimos a unos The black keys decididos a soltar su veta más íntima, optando por un camino que privilegia la dinámica y también su faceta más melódica. También nos han entregado un disco que es manjar para melómanos dadas las múltiples influencias que ostenta, ahora, ahí hay que darles el que 3/4 del trabajo funciona de gran forma y lo único que se les puede criticar es el que en algunos colaboraciones no sentimos al dúo (varios temas de Beck básicamente) y dos a tres canciones derechamente se las podrían haber ahorrado. Con todo, otro disco disfrutable a la lista y de lo mejor que han publicado desde aquel mítico El camino (2011)

¿Canciones? 'This is nowhere', 'Beautiful people (stay high)' y 'Please me (Till I'm satisfied)'.

7,2 / 10
Muy bueno.