"Todo fríamente calculado..."
Para Joaquín, que me muestra estas bandas...
Eternal blue (2021) fue un debut interesante para la pareja canadiense Spiritbox, un álbum que conjugaba un sonido moderno que coqueteaba con el metal con gratas atmósferas melódicas, incluso algo etéreas, esto enmarcado en el peso de las guitarras de Mike Stringer y la voz de Courtney LaPlante, quien propone el clásico tándem voz dulce/voz gutural que tan de moda se ha puesto durante la última década en vocalistas mujeres. Había que ver por tanto hacia donde giraban en un segundo disco y principalmente si lograban satisfacer las expectativas creadas pues la sensación era que la banda tenía algo especial que sostener. Y bueno, tras cuatro años el resultado se resume en un disco que claramente apunta a todo aquello, a básicamente conservar lo conseguido en una jugada dispuesta a satisfacer a todos y que por lo mismo luce muy (pero muy) pensada, quizás demasiado.
Me explico, en Tsunami sea encontramos efectivamente varios de los elementos que le entregaron popularidad a la banda: el disco está bien producido, tiene fuerza, momentos melosos, hay guiños al metal, también a la electrónica, etc. Acá está todo se ha puesto en la olla, sin embargo, el perfume a sobre producción, a postura impostada y canciones artificiales está también siempre demasiado presente en el sonido. Dicho en simple: el plumero se ve a distancia, más allá de que algunas canciones resulten disfrutables.
En dicho sentido, abrir con un tema como 'Fata morgana' declara intenciones de inmediato realizando la mixtura entre ese sonido crudo y momentos lánguidos con perfume a Deftones, lo cual complementan mediante la agresiva 'Black rainbow', esta con mucho más artificio de producción y gritos por parte de Courtney. Equilibrarán luego en la pasada melódica que encarnan 'Perfect soul' (que me ha encantado) + 'Keep sweet' para nuevamente ir a la agresividad en 'Soft spine' (que me perdonarán pero en las estrofas me ha vuelto a recordar a los de Chino Moreno, particularmente a una canción como 'Elite'). Y así, el asunto continuará entre canciones suaves ('Tsunami sea') más otras que vuelven a oscilar entre lo etéreo y el metal ('A haven with two faces', una de las pocas donde la banda logra lucir espontánea), pasajes furiosos ('No loss, no love') y otros donde exploran con maquinitas ('Crystal roses'), llegando así a una recta final que no suena nada mal pero donde todo luce fríamente calculado al detalle, casi como un collage de ideas que apuntan a distintos frentes pensando en que más de alguno funcionará.
El segundo disco de Spiritbox no está mal pero las ansias de la banda por masificar su sonido parecen demasiado evidentes, lo cual inevitablemente merma un tanto el resultado. Algo más de espontaneidad no les vendría mal...
¿Canciones? 'Perfect soul' y 'A haven with two faces'.
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