domingo, 14 de noviembre de 2021

Camila Moreno: Rey (2021)

"Inquieta y coherente ..." 

Seis años han transcurrido desde la publicación del fantástico Mala madre. Durante este tiempo Camila Moreno se entregó un tiempo para si, para vivir su maternidad y re encontrarse , pero en Chile (y el mundo) se sucedieron también hechos relevantes, en lo político y cultural, y de toda aquella mixtura va su cuarto trabajo, una nueva aventura musical por parte de una de las artistas chilenas más brillantes de la última década, si es que no la más. 

Llega así un trabajo compuesto por doce canciones + ocho interludios, un disco que vuelve a marcar un giro en su carrera, que en lugar de replicar las ideas expresadas en Mala madre intenta llevarlas aún más allá mediante un álbum de concepto distópico, futurista, que musicalmente prácticamente abandona las guitarras para centrarse en la generación de ambientes mediante el uso sintetizadores + baterías electrónicas + samplers, mientras que en lo temático utiliza la revolución feminista como punto de partida para explorar el amor y el deseo, el erotismo y la sexualidad, como ideas a desarrollar. Y bueno, el resultado es fantástico. No podía ser de otra forma. Complejo y arisco seguramente en una primera instancia, con canciones que no resultan amigables ni sencillas de llevar, que en lo musical y lírico van al choque pero que en el desafío acaban triunfando a causa de su absoluta coherencia.

Esta idea del choque se expresa a la perfección en una canción como 'Quememos el reino'. Ahí Camila habla fuerte y claro, enrostrando una historia de violencia ("Baja el arma - Le dije pidiendo. No seas cobarde, por favor...") para luego enfocar el renacer desde la ira ("Cuando descendí a los infiernos encontré a mucha gente que quería salir...") y las ganas de romper con todo lo erróneamente establecido, injusticias sociales incluidas ("Quemaremos a los demonios, asesinos cobardes, dueños de la nación..."), lanzando entre medio varias de las líneas más jodidamente geniales que la artista ha parido en toda su carrera ("Siempre supe que no hay tierra de Dios. Esta tierra es de las dos, de indígenas y de marginales. Esta tierra es de mi hijo, el paganismo y erotismo salvaje..."). Que decir, enorme. 


Más adelante el álbum apostará por la contundencia electrónica en la sensacional 'Rey' para luego buscar el equilibrio en 'Es real', otra joya monumental que nos ha regalado este álbum, donde sabe encontrar a  Bjork (en modo Homogenic en esa explosión del 00:48) y luego a Radiohead metiendo esos pincelazos acústicos de vez en cuando. 'Déjame' es LA balada del disco, con acertada colaboración de la colombiana Lido Pimienta y la mexicana Ximena Sariñana, pero lejos de entregárnosla sobre un piano o una guitarra, nuevamente nos la embalsama de ruidos, explosiones y maquinitas, en otra jugada acertada, esto a diferencia de 'Hice a mi amor llorar' (inspirada en el "I made my baby cry" de Joni Mitchell expresado en 'River' de 1971), que es lo primero del disco que suena tradicional y que incluso rememora a otras canciones viejas de Camila, tal como ocurrirá más adelante en 'Detonación'.

La segunda parte del disco estará completamente marcada por la arista más Radiohead de la artista, jugando mucho con guitarras melódicas que suenan sobre bases electrónicas (algo que los británicos desarrollaron a la perfección en A mood shaped moon de 2016) y este es un primer gran detalle que se le podría cargar al álbum, que en prácticamente toda su recta final deja esa sensación de entregarnos algo que roza el homenaje a sus ídolos, lo cual se percibe muy patente en 'Hombre', de temática potente ("Nunca entendí como pudiste ser tan bueno, un ladrón, impostor, un asesino y también un farsante...") pero que musicalmente es idéntica a diez temas diferentes de Radiohead. Tiene algo de muchas y eso te la mata un poco. De todas formas, la oscuridad de 'Villano' sumada a la contundencia de 'Cerca' funcionan, mientras que en el cierre el álbum volverá a volar (muy) alto en 'Comer llorando', donde desata explosiones entre gloriosos sintetizadores, para finalmente cerrar sobre un melancólico piano en 'La luz asesina'.

Rey es un viaje fantástico, la propuesta honesta, compleja, profunda y descarnada por parte de una artista que en muy poco tiempo ha avanzado demasiado. Su cuarto disco tendrá ripios (los interludios aportan poco y nada) y en un par de ocasiones se le verá con descaro el plumero en materia de influencias (lo dicho respecto a Radiohead), pero con todo, lo que nos entrega continúa siendo un regalo, un paso adelante más que impacta en el mejor de los sentidos. 

¿Canciones? 'Quememos el reino', 'Es real', 'Villano', 'Déjame'.

8,5 /10
¡Excelente!


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