viernes, 30 de agosto de 2024

Jack White: No Name (2024)

"No surprises..."

Si algo quedó claro tras aquel experimento fallido que representó Bourding house reach (2018) es que Jack White se mueve mejor dentro de la caja, digamos, desarrollando su (ya) clásico "disco de guitarras". De ahí que se viese en la necesidad de rápidamente recular mediante Fear of the dawn (2022), complementado el mismo año por un acústico Entering heaven alive y ahora con este No name. No encontramos entonces demasiadas sorpresas en estos cuarenta y tres minutos de música, los cuales para bien y para mal traen de regreso la vibra habitual del autor. 

Quienes le siguen por tanto desde sus tiempos en los White stripes seguro gozarán cosas tan directas, ruidosas y dinámicas como 'That's how I'm feeling' (digna de sus mejores años) o 'Bless yourself', puestas ambas inteligentemente en el comienzo del álbum a modo de enganche, así como cualquier amante del rock más clásico disfrutará desde la primera escucha con los aires zeppelianos de 'It's rough on rats (If you're asking)'. Antes habremos abierto el viaje con la blusera 'Old scratch blues' y en adelante se sucederán guitarrazos tras guitarrazos, acompañados siempre por el histérico registro de un Jack White que vuelve a pisar zona segura con este disco, sin decepcionar pero tampoco impactando de manera alguna.  ¿Y es que alguien podría afirmar que cosas como 'What's the rumper' o 'Tonight (was a long time ago)' están mal? En absoluto. Ahora, ¿son canciones que posean algo particularmente recordable? ¿Algo que pretenda perdurar? Pues tampoco.

En este 2024, precisamente a veinticinco años del debut de The white stripes la reflexión cae de cajón: ¿cuánto de la promesa en torno al guitarrista se ha vuelto realidad? Por ahora pareciéramos seguir conformándonos con la enésima réplica de un sonido que él mismo se encargo de traer de regreso dos décadas atrás. 

¿Canciones? 'Bless yourself', 'That's how I'm feeling' y 'It's rough on rats (If you're asking)'. 

6,8 / 10
Cumple y algo más...

lunes, 26 de agosto de 2024

Deep Purple: =1 (2024)

"Continúan en estado de excepción..."

Una década atrás Deep purple publicaban un Now what?! (2013), disco que los traía de regreso tras ocho años de silencio y que desde su título exponía las inquietudes de una formación (ya sin el histórico Jon Lord) que cargaba con dos álbumes en el cuerpo pero se encontraba en búsqueda de la consolidación. Llegaría luego un inspirado Infinite (2017) seguido del sólido Whoosh! (2020) para efectivamente confirmar el que la agrupación, por más increíble que suene, se encontraba viviendo uno de los momentos más regulares y sólidos en su carrera. Y es que uno toma cualquiera de los cuatro últimos discos de los ingleses (incluido este =1) y te lo gozas sin problema alguno. Así como suena. En esta ocasión, sin embargo, con un añadido no menor pues la agrupación debía suplir la salida en 2022 de Steve Morse, quien fue reemplazado en guitarras por Simon McBride. Pero bueno, tal parece que esta máquina se encuentra tan bien engrasada que esto no ha causado mella en el sonido de Deep purple, quienes se las han vuelto a arreglar para entregarnos un álbum de alto nivel que les sigue mostrando en estado de excepción. 

Por sobre todo, un disco como =1 muestra a una banda pasándosela muy pero muy bien entre canciones llenas de sabor, momentos melódicos notables + uno que otro arranque instrumental propio de los músicos de altura que son. Ocurre por ejemplo en la partida a cargo de 'Show me', cuando nos regalan un diálogo exquisito entre la guitarra del mencionado McBride con el teclado de Don Airey (2:20 en adelante), desbordando una energía que se corrobora con la sucesión de hitazos que regalan a continuación. 'A bit on the side' es una absoluta maravilla acertando de lleno con esa batería de Ian Paice golpeteando sin cesar, cosas como 'Sharp shooter' y más adelante 'Lazy sod' apostarán por las guitarras, cosas como 'Portable door' o 'Now you're talkin' rememoran sin asco los gloriosos setentas de la banda, mientras que la veta más emocional llegará en la pasada por 'If I were you' + 'Pictures of you' (el solo melódico + coro final en esta, por favor, pelos de punta es poco) o 'I'll catch you'. Tema aparte es la producción a cargo de Bob Ezrin (quien precisamente les acompaña desde Now what?!), la cual logra sacarle partido al desgastado registro de Ian Gillan, quien incluso se atreve a dejarse las cuerdas yendo a los agudos (los cuales ya no puede lograr sin romperse, pero nos da igual) tanto en la dinámica 'Old-fangled thing' como en la ya mencionada 'Now you're talkin', así como lograr el que Deep purple coqueteen con el progresivo en ese fenomenal cierre a cargo de 'Bleeding obvious'

¿Qué sobran una o dos canciones? Puede ser. ¿Qué no descubren nada nuevo y simplemente se repiten en su zona de confort? Claro. ¿Es qué en serio alguien espera que una banda así de legendaria venga a descubrir la pólvora? Como sea, lo cierto es que estamos ante otro gran disco de Deep purple, quienes junto a pares tales como Saxon o Judas priest parecen negarse a esto del retiro y justificar la permanencia con álbumes de altísimo nivel. Benditos sean. 

¿Canciones? 'A bit on the side' , 'Pictures of you'  y 'Bleeding obvious'.

7,8 / 10
Excelente.


Otras reseñas de Deep Purple:

jueves, 22 de agosto de 2024

Electrodomésticos: Mirar La Luz (2024)

 "Reposado y reflexivo..."

Si bien la banda publicó un álbum de regreso en 2004, el regreso formal de los chilenos Electrodomésticos (digamos, un disco con efectivamente composiciones nuevas y una mirada hacia el futuro) se produjo en 2013 mediante el genial Se caiga el cielo, álbum del que solo se puede explicar su baja repercusión mediática por los tiempos que vivimos, tiempos en donde el rock ha sido relegado al cajón del olvido y el grabar un disco resulta ser un verdadero acto heroico. Y si de dicho disco se habla (injustamente) poco, de Ex la humanidad (2017) ni digamos, un trabajo del que salvo fanáticos de la música muy pocos se enteraron. Así de ingrato resulta ser el asunto hoy en día. Por lo mismo, referirse a este nuevo Mirar la luz es un gesto mínimo de gratitud hacia un Carlos Cabezas que ha decidido mantener en pie el proyecto junto a Edita Rojas en batería (desde 2004) arreglándoselas en cada trabajo para mostrarnos una propuesta, por lo bajo, interesante. El caso es que tras dos álbumes intensos y que centraron sus esfuerzos en la búsqueda de dinámicas marcadas por agresivas baterías electrónicas, en Mirar la luz percibimos una tendencia al reposo y a un sonido algo más convencional (amigable a ratos incluso), esto en medio de reflexiones existenciales que giran en torno a la idea del paso del tiempo.

Esta tranquilidad se evidencia de inmediato cuando una suave 'El viento escapó' abra el disco mediante un relato cargado de nostalgia que mira hacia la infancia ("Buscas la vida que se arrancó / Caen lágrimas, caen escarchas / Sientes que el tiempo se disolvió / Es la mirada congelada...") mientras que el single 'Oh!' te instalará en ese lugar post crisis que te obliga a renacer ("Secas las lágrimas de ayer / Es el rito que te empuja a ver / Grito que te busca bien / Es tu amor que te pide por favor / Que no sabe como hacer  "), todo esto enmarcado en un sonido calmo completamente alejado de la estridencia, línea que también se abordará en cosas como 'Pies descalzos' o 'Los niños buscando el pan', ambas siendo lo más lúgubre que propone el disco. 

Habrán momentos, por supuesto, en donde guitarras algo más punzantes dirán presente (ahí tienes 'Frío en la piel', 'Todos nadie' así como el cierre a cargo de 'Después de muerto') o donde encontremos mayor peso en el sonido (la maquinal e industrial 'Humano clandestino') aunque jamás yendo hacia los sonidos frenéticos que poblaron cualquiera de los dos discos anteriores. Mirar la luz se muestra entonces como un paso más reposado y cercano en la discografía de Electrodomésticos, uno que sitúa su fuerza en las reflexiones más que en la búsqueda de un sonido dinámico y moderno. En esta arista, sin embargo, continúan cumpliendo de sobra y situándose en la cumbre de los proyectos chilenos actuales. 

¿Canciones? 'El viento escapó', 'Oh!' y 'Frío en la piel'.

7/10
Muy bueno.

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2013: Caer el cielo

martes, 20 de agosto de 2024

Lenny Kravitz: Blue Electric Light (2024)

 "Cuando los millones matan el hambre..."

Siendo francos, resulta algo dramático el ejercicio de revisar el debut de Lenny Kravitz en 1989 y a un mero click de distancia contrastarlo con este Blue electric light. Los millones y las mansiones quitan el hambre y de aquello habla este, su álbum número doce, uno que lo muestra absolutamente domesticado, nadando en lugares comunes y que llega tras nada menos que seis años de silencio, lo cual demuestra que la tendencia hacia abajo que el vocalista viene mostrando no guarda relación con el tiempo de espera entre disco y disco si no más bien con cuanto se tiene para decir. En este caso, poco. 

En dicho sentido, lo último realmente interesante que Lenny Kravitz nos había entregado databa exactamente de diez años atrás. En Strut (2014) pudimos oírlo recuperando cierto nivel de ambición, sin embargo, con Raise vibration (2018) las ideas comenzaron a llegar a cuenta gotas (aunque hay que darle el temón que fue 'Low') y en este nuevo disco ni hablar, un trabajo derechamente aburrido y predecible. Y si, que algo hay en el bajo que marca los lentos tiempos de 'It's just another fine day (in this universe)' pero el tema a los tres minutos pareciese quedarse sin algo que decir por lo que no se entiende que sentido tiene estirarlo hasta los seis repitiendo el coro hasta el hartazgo. Algo parecido ocurrirá con el single 'TK421', adictiva con su riff y dinámica (nada nuevo en todo caso, el tema posee la misma vibra de 'Sex' del Strut, que a su vez no era otra cosa que una versión remozada de '1999' de, ejem...., Prince) pero nuevamente estirándose en su cierre dos minutos por sobre lo necesario.

La sensación por tanto de que Lenny se conforma con un riff o un coro es constante. De que repite ideas porque sencillamente no tiene más. Le vuelve a ocurrir en una floja 'Honey' o cuando intenta meterle fuerza a las guitarras en 'Paralyzed' sin conseguir efectivamente el objetivo por nuevamente perderse en la extrema simpleza de la canción. En esa línea, entre lo poco que funciona está 'Human', una que apela al pop con descaro y ahí anda bien gracias a su sonido veraniego. Y del resto ni hablar, lo cierto es que el disco pasando la mitad se vuelve tremendamente aburrido, siendo la balada 'Stuck in the middle' y el cierre a cargo de 'Blue electric light' (la canción) los únicos momentos que algo de frescura parecen transmitir. Nada eso si que vayamos a recordar en unos años más. 

Para colmo de males el disco son doce canciones en cincuenta y cinco minutos, es decir, eterno. Tiempo donde Lenny Kravitz no hace si no lograr que extrañemos cualquiera de sus primeros trabajos pues acá parece ir en un piloto automático llamativo (quizás) para él pero un monólogo bastante aburrido y falto de ideas para quien oye.

¿Canciones? 'Human' y 'Stuck in the middle'.

4/10
Malo.


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sábado, 17 de agosto de 2024

35 Años De... Lenny Kravitz: Let Love Rule (1989)

"Valiosa pieza arqueológica..."

Mirado a distancia, la masividad llegó para Lenny Kravitz durante los años noventa, principalmente tras la publicación de su segundo álbum Mama said (1991) y canciones como 'Always on the run' + 'It ain't over 'til it's over', temazos que abrieron camino para que terminase de romperla con Are you gonna go my way (1993) y el posterior Circus (1995). Por todo esto, se suele hablar poco de su debut en 1989 pese a que el disco contó con méritos suficientes como para encender alertas en torno a su talento. El caso es que por sobre todas las cosas y mirado a décadas de distancia, un disco como Let love rule resulta interesante de oír, casi como una especie de valiosa pieza arqueológica digna de ser observada y analizada. Un trabajo singular por donde se mire, un álbum que respira y transmite la juventud de su autor y que ciertamente funcionó completamente a contra corriente las tendencias que inundaban los rankings a fines de los ochenta. 

En su debut, el vocalista durante casi una hora se lanza con fuerza hacia los sonidos que en sus inicios como músico le apasionaban, es decir, un soul + R&B lleno de sentimiento y que por momentos resulta realmente desbordante. En este sentido, resulta imposible desligar el disco de la figura e influencia de Prince, quien por aquellos años se encontraba plenamente vigente y representaba una referencia dentro de la cultura pop. De esa irreverencia y desfachatez busca empaparse Lenny Kravitz en Let love rule, tanto en materia de arreglos como interpretaciones. Ocurre en esos momentos donde decide llevar al límite sus cuerdas vocales incluso corriendo el riesgo de sonar desafinado, como le ocurre en la acústica 'Sitting on top of the world' (la cual abre incluso con un gallo grotesco que el vocalista decidió dejar ahí, en una muestra de valentía y nulo pudor) o más adelante en las sentidas baladas 'My precious love' (hermosa esta eh?, una joya infravalorada dentro de su discografía) + 'I build this garden for us' (enorme esta también), puestas juntas en el nudo del disco entregándole protagonismo al tono desgarrador del trabajo. 

La osadía del joven guitarrista también se expresaría en la estructura que presenta el disco, situando rápidamente (es la segunda) una extensa 'Let love rule' extensa, una canción que llega casi a los seis minutos de duración (es decir, el anti-single) y que cuenta con un tono de himno innegable (de hecho a día de hoy Lenny sigue cerrando sus conciertos con ella). Precisamente a causa de lo arisco que a ratos se presenta el disco es que habrán otros momentos en donde este se acerque a las guitarras y pretenda ser algo más directo, como ocurre en la sucia 'Freedom train' (una donde el vocalista comienza a encontrar sus clásicos y agresivos fraseos), la sólida 'Fear' (cuya letra fue escrita por Lisa Bonet, pareja de Lenny en ese entonces) o la juguetona 'Mr. Cab driver' (sin lugar a dudas la más liviana en todo el disco), todos momentos que comienzan a anticipar en cierto modo por donde el artista comenzaría a tirar líneas en futuros trabajos. 

Ahora, considerando que el tono del álbum es profundo y cada tema desde lo suyo transmite bastante, trece canciones en casi una hora acaban volviéndose demasiado por lo que entrando en la recta final este inevitablemente se vuelve algo pesado, anotándose como el único "pero" que le podemos encontrar al trabajo. Ahí, baladas como 'Rosemary' o 'Empty hands' así como el rock insulso de 'Flower child' (indigno cierre para un disco que venía TAN bien) parecen intentar bajarle la densidad al álbum y por lo mismo suenan tan fuera de tono como innecesarias, sobretodo cuando entre ambas suena algo tan notable como 'Be', un relato existencialista en donde Lenny en apenas tres minutos se cuestiona prácticamente todo ("¿Soy un drogadicto? ¿Cuál es mi destino? / ¿O soy un lacayo sin un relato? / ¿Soy un niño lleno de odio? ¿Un doctor o un sacerdote? / ¿O un violador que necesita el perdón...?"). Dicho el simple: diez canciones en cuarenta minutos y estaríamos hablando de un disco absolutamente redondo de comienzo a fin. 

Para colmo de males, Let love rule no contó con algún tema ganchero que hiciese ruido en radios o medios de difusión de la época por lo que el álbum quedó (injustamente) relegado al cajón del olvido por gran parte del mundo y ciertamente opacado por todo lo que vendría a futuro para Lenny Kravitz. Sin embargo, nobleza obliga el recordarlo y posicionarlo donde corresponde, como el gran debut de un artista hambriento y talentoso dispuesto a tantear terreno fuera de la caja. Bendito sea por eso.

¿Canciones? 'Let love rule', 'My precious love' , 'I build this garden for us' y 'Be'.

7,9 /10
Excelente.


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domingo, 11 de agosto de 2024

Bon Jovi: Forever (2024)

 "Oportunidad desperdiciada..."

Existía morbo, no lo vamos a negar. Quienes le veníamos siguiendo desde hace años sabíamos del deterioro vocal de Jon Bon Jovi (más no físico, que el hombre a sus sesenta y dos años tiene un estado de forma que ya me lo quisiera yo a mis cuarenta y algo), el cual se incrementó con fuerza previo a 2020 y fue expuesto incluso por él mismo en un documental de cinco (extensísimos) capítulos estrenado en plataformas de streaming previo al lanzamiento de este álbum. Había que ver por tanto si el vocalista se recuperaría de la operación a la que se sometió en 2022 y estar al menos al 80% de sus capacidades (vara auto impuesta por él mismo) para poder grabar un álbum en estudio y salir de gira. Finalmente ha habido disco y desde ahí podríamos hablar de un triunfo por parte del buen John, sin embargo, considerando el contexto me parece imposible no detenerse a pensar en el disco como una tremenda oportunidad desperdiciada. Al menos desde lo musical.

Y es que si sabes cuánto te ha costado llegar hasta acá, si tienes explícito conocimiento respecto a que este podría ser tu último álbum: ¿qué sentido tiene el lanzar un conjunto de canciones que aportan poco y nada a tu catálogo? Doce canciones que tiran por lo obvio y jamás corren un maldito riesgo. Y si, sabemos que Bon Jovi jamás se ha caracterizado por ser una banda particularmente innovadora y se movieron siempre más bien siempre dentro de límites bastante tradicionales, digamos: glam cuando este vendía en los 80s, pop noventero cuando el MTV pedía hits y un soft rock descafeinado durante estas últimas dos décadas, sin embargo, la reflexión cae de cajón: si no era ahora... ¿cuándo? ¿había algo que perder en esta ocasión?.

En su documental el mismísimo Jon manifestaba la impotencia de tener decenas de canciones sin una voz que le permitiese sacarlas a la luz, ¿y estas eran? ¿En serio? ¿El rock simplón de cosas como ‘Legendary’ o ‘We made it look easy’, el auto plagio descarado de ‘Living poof’ (que replica con calco los patrones del clásico ‘It’s my life’)? Lo cierto es que si nadie nos cuenta el contexto que ha rodeado a este Forever, el disco no presenta nada que no esperásemos de Bon Jovi, un álbum que podría haber salido cinco o diez años antes y no notaríamos diferencia.

De todas formas tampoco es que esto sea un desastre. Algo hay en una canción como ‘Waves’, que sabe a gloria (sin serlo, pero en este contexto luce) gracias a su melodía y por ser la primera donde destaca la guitarra del tímido Phil X, así como en la estructura creciente de ‘Seeds’ que regala momentos de intensidad además de ser una donde notamos cuanto le cuesta a Jon subir pero nos da igual pues al fin lo percibimos correr algún tipo de riesgo (una lástima eso si el parón que realizan en el 2:50 para tomar aire cuando el tema pedía a gritos el seguir arriba). Estas dos son canciones que yo querría oír en un recital actual de Bon Jovi y junto a ambas destaca la sensibilidad de la balada 'My first guitar' pero siendo sincero, poco y nada más, ya que en adelante Forever vuelve a retomar los caminos predecibles que en general lo componen. ‘Kiss the bride’ es una balada de manual sosa a más no poder, ‘The people’s house’ es otra obviedad en donde Phil X con sus breves apariciones volverá a rescatarnos del aburrimiento mientras que ‘Walls of Jericho’ es esa típica canción a varias voces (pensada para ser coreada en vivo, claro está) que a Jon le encanta, “Na na na ! Na na ! Na na naaa!” incluido.  

Jon Bon Jovi es el héroe americano. Él es la encarnación de ese himno titulado ‘Living on a prayer’ por lo que se entiende su gente quiera verlo de pie, grabando en estudio y sobre el escenario a como de lugar. Desde la objetividad, sin embargo, este disco no presenta avance alguno respecto a cualquier cosa que la banda haya grabado en los últimos veinte años y da muestras de que el problema de Bon Jovi en ningún caso guarda relación con el problema vocal de Jon sino que es una crisis creativa muchísimo más profunda. 

Canciones: ‘Waves’, ‘Seeds’ y 'My first guitar' .

5/10
Nada muy especial.


Otras reseñas de Bon Jovi:

miércoles, 7 de agosto de 2024

Eels: Time! (2024)

 "La música como un puente ..."

Tenemos nuevo disco de Mark Oliver Everett, aunque al mundo no se entere, y una vez más con la muerte rondando su camino. Repasemos: encontró fallecido a su padre cuando tenía diecinueve, su hermana se suicidó a mediado de los 90s, su madre murió de cáncer unos años más tarde y un primo suyo viajaba en aquel avión que en 2001 fue secuestrado en dirección al Pentágono en pleno atentado a las Torres Gemelas. Luego, como si todo esto fuese poco y cual broma cruel, ahora resulta que a sus sesenta años lo han debido operar a corazón abierto para reemplazar su aorta. Así como suena. La muerte por tanto ha sido motor de inspiración en su vida y esta vez no ha sido excepción, de ahí que el concepto del tiempo sea protagonista en este reciente trabajo, uno que vuelve a colocar al mensaje al centro de la mesa dejando, para bien y para mal, lo musical en un segundo plano. Para bien porque los arreglos jamás estorban al concepto, para mal porque si no enganchas con las letras el disco inevitablemente te parecerá plano.

Las canciones de este Time! (que en la traducción de corrido puede leerse como un "Es tiempo de Eels!") vuelven por tanto a ser sencillas baladas o medios tiempos que tiran en lo musical por el camino esperado, siendo el rasgado y sucio registro de Everett el que una vez más lleve la batuta en el trámite. También y como suele ocurrir en sus trabajos, el tono es esperanzador, porque el vocalista ha encontrado siempre en la música una salida y un consuelo ante el dolor. De ahí que abra en 'Time' refiriéndose a lo que significa estar constantemente repasando sus momentos ("El click-clack cabalgando en las canciones / Nunca me preocupó tener que regresar / Cualquier lugar luce bien para mi / ¿Por qué no detenerse y mirar que hay ahí?...") y cierre el disco mediante una optimista 'Let's be lucky', desafiándonos a levantarnos a pesar de todo ("Escala esa cama y mira al frente / A veces debes construir tu propia suerte..."), esto entre unos beatlescos vientos. 

Entre las dos mencionadas se construirá un trabajo equilibrado que durante varios pasajes se acerca a un texto de auto ayuda, un disco de tono melancólico aunque jamás derrotista. Reflexionará por ejemplo en 'Lay with the lambs' respecto al ritmo de vida que llevamos ("Naces, vas a la escuela / Tienes un trabajo, ¿y luego qué? / Paga tus deudas Jack / Antes de morir, ¿has nacido acaso?") mientras que calará hondo en una oscura 'Haunted hero', de la mano de una singular estructura (la canción es solo una sucesión de versos, sin coro) y ese subidón del minuto final en que acelera invitándonos a atravesar la dificultad del momento ("Escúchame, sé de lo que hablo / Un día no es la vida, es solo un día / Te irás pero debes saber que no te irás ahora..."). De igual forma habrán momentos como 'Sweet smile' o 'And you run' en que el disco girará hacia un sonido bastante más dulce así como en la excelente 'We won't see her like again' se acercará a la psicodelia en medio de su característica calma, generando así un ir y venir ameno, directo y profundo a la vez. 

Eels es uno de esos proyectos de difícil acceso para un publico de habla hispana pues la música acá no es el centro si no más bien un puente para hacernos llegar un determinado mensaje. Tiempo para detenernos es lo que menos tenemos hoy por lo que la invitación que Mark Oliver Everett instala (una vez más) frente a nosotros parece casi una causa perdida. Aunque el problema es nuestro, claro. Mark la tiene clarísima.

¿Canciones? 'Time' . 'We won't see her like again' y 'Haunted hero'

sábado, 3 de agosto de 2024

Alcest: Les Chants De L' Aurore (2024)

 "Momentos conmovedores y luminosos..."

Era uno de los discos más esperados del año, tanto por la carrera que los franceses han sabido construir como por los cinco años transcurridos desde aquel notable Spiritual instinct (2019), disco en donde la dupla Neige + Winterhalter pareció encontrar el punto perfecto de cocción para aquel metal filtrado en shoegaze y esas atmósferas marcadamente emocionales. En aquella ocasión abordaron un sonido que tendía a la oscuridad y les conectaba en varios momentos con su arista más cercana al metal, esto a diferencia de lo que ocurre en este nuevo Les chants de l' aurore, un disco que evidentemente cuenta con el sello de Alcest pero que pretende ir hacia lugares bastante más luminosos, esperanzadores incluso (la portada algo ya anticipa). De esta forma y en el formato de siempre, es decir, cuarenta minutos de música repartidos en seis canciones (+ un interludio), el dúo se mueve por donde sabemos saben transitar, es decir, esa constante búsqueda de momentos conmovedores. Lo hacen, sin embargo, desde un sitio distinto respecto a su antecesor. 

Lo anterior se aprecia de inmediato en los primeros quince minutos de música, cuando la fanfarria de 'Komorebi' anticipe la entrada en pleno del sonido y se aborden atmósferas limpias, con un Neige yendo arriba en el relato sobre esas capas de guitarras marca de la casa a estas alturas, algo que volveremos a vivenciar en cosas realmente preciosas como 'L'envol' o 'Flamme jumelle', así como más adelante en la extensa (casi ocho minutos) 'L'enfant de la luna'. En todas la banda sabe jugar con los tiempos, acelerando y ralentizando con mucho tino, jugando con los ambientes de calma para luego dejar que el asunto crezca en intensidad, explotando en guitarrazos o incluso en algún gutural que por ahí se oye. 

Un "problema", sin embargo, con que cuenta el disco es que al dúo se le ve el plumero. Me explico: se oyen tan dominadores de su fórmula que pierden espontaneidad. Por lo mismo, dentro de toda la lista algo como 'Amésthyste' luce por paliza como lo más interesante a nivel estructural y en cuanto a sonido. Es aquella que más "ruido" propone, contrastando la calma con el momento más explosivo en todo el disco (entrando en los cinco minutos) y acercándoles al blackgaze que alguna vez les caracterizó. 

Otro detalle a mencionar es la producción, que no me parece logra sacarle partido a la belleza que el sonido, y algo que en cada disco de Alcest debo mencionar es que la labor de Winterhalter en batería me parece en momentos puntuales queda al debe. El "traca traca" que este ejecuta cuando la banda acelera (lo que hace en el 1:45 en 'Komorebi', por ejemplo) me parece en manos de otro baterista podría funcionar muchísimo mejor. Ahí lo dejo...

Con todo, estamos ante otro gran álbum de los franceses, un disco que por sus atmósferas luminosas conecta en cierto modo con aquel Shelter (2014) de diez años atrás, llevando su sonido efectivamente un peldaño arriba. Quizás queda algo en deuda considerando las expectativas que se tienen con la banda pero bueno, es la carga que deben sostener todos los grandes. 

¿Canciones? 'L'envol', 'Flamme jumelle' y 'Amésthyste' .

7,9 / 10
¡Muy bueno!

viernes, 2 de agosto de 2024

Marilyn Manson: As Sick As The Secrets Within

Amanecimos hoy con una tremenda sorpresa entre nosotros: el regreso de Marilyn Manson tras cuatro años de silencio. Vuelve con varios kilos menos, un videazo digno de sus mejores tiempos, repleto de simbolismos y una elegancia que ciertamente lleva un tiempo buscando pero hasta ahora no parecía encontrar. ¿Será que la desintoxicación efectivamente ha hecho lo suyo? ¿O que el haber tocado fondo con las denuncias en su contra le volcaron hacia el arte y su obra? El tiempo dirá. Por ahora nos quedamos con esta 'As sick as the secrets within' que ilusiona con una interpretación vocal impecable, sus lúgubres atmósferas y sonido que le acerca a la elegancia glam de un Mechanical animals (esa joya tan Bowie de 1998). Habrá que esperar al disco pero la ilusión de un regreso en plena forma ya se ha disparado...


Reseñas de Marilyn Manson: