Creo que muchos teníamos claro que al músico lo habíamos perdido cuatro años atrás. Sabíamos que Gustavo Cerati, el creador, había dejado de existir y nunca más volvería a entregarnos su arte. Sin embargo, estaba la esperanza de que la persona, el ser humano, el padre e hijo volviese de alguna manera, la que fuese, a vivir de manera consciente. Aunque fuese por un tiempo corto el cual le permitiese compartir un poco más junto a sus hijos y a quienes amaba. Lamentablemente no ha sido así, Gustavo Cerati se ha ido definitivamente luego de una larga agonía de cuatro años. Eso si, su genialidad se queda con nosotros, su espíritu inquieto y valiente, ese que tantas veces nos emocionó se transforma hoy en leyenda.
La mayoría ha recordado en estos días su obra más popular junto a Soda Stereo. "Persiana americana", "Trátame suavemente", "En la ciudad de la furia", "Signos" y tantos otros himnos que marcaron la adolescencia de miles. Yo en cambio quisiese hoy destacar mi periodo favorito de Gustavo Cerati, ese que se desarrolló entre los años 1990 y 1996. Años donde lo que el hombre tocó lo convirtió en oro. Junto a Soda Stereo trabajó ese enorme álbum titulado Dynamo (1992), Sueño Stereo (1995) y el inolvidable Unplugged Confort y música para volar (1996). También durante esos años inició su carrera en solitario con un disco fantástico: Amor amarillo, mi obra favorita de Gustavo Cerati. Un disco arriesgado, potente, sensible y que encontraba a Gustavo viviendo un momento único, personal y artístico. Amor amarillo fue sin duda el trabajo que le dio fuerzas a Cerati para que unos cuantos años más tarde dejase Soda Stereo y se embarcase en una irregular pero siempre honesta carrera en solitario.
De la promoción de Amor amarillo, por allá por 1993, se extrae esta presentación que en lo personal me encanta. Suenan acá "Cabeza de medusa", "Amor amarillo" (mi canción favorita de la vida de Gustavo), "Lisa", "Pulsar", "Av. Alcorta", esa excelente versión de "Bajan" (de Luis Alberto Spinetta),"Entre caníbales " (de Soda) y "A merced", además de una serie de entrevistas en donde el hombre habla acerca del momento que por entonces vivía. Para un fanático de Gustavo, estos cincuenta minutos son manjar.
Y sería, la vida sigue, se fue un grande y ya se irán otros. Su música y entrega se queda aquí, entre quienes aún tenemos el placer de vivir.
la verdad que después de Spinetta, otro de los grandes que se nos va... a mi también me gustan los discos solista y ese especialmente, aunque en verdad no sea el mejor... Soda mas allá de grandes canciones me sonaban pedantes, como él también, pero sería sordo si niego su talento compositivo y como un tremendo guitarrista rítmico... salu2...
ResponderEliminar