"Corazón y carne..."
El homónimo de Divididos llega tras quince años de silencio (si es que no contamos el Haciendo cosas raras de 2018 que fue una regrabación del debut) y de hecho, es apenas el segundo con Catriel Ciavarella en batería (quien acompaña a Ricardo Mollo + Diego Arnedo desde 2004). La banda por tanto se ha tomado su tiempo a lo largo de estos últimos veinticinco años, a diferencia de sus 90s donde publicaron disco casi año por medio. Y aquel silencio prolongado por más de una década seguramente ha derivado en un álbum de universo propio, un trabajo que no responde a intereses externos ni a una intención desesperada por conectar con nuevos públicos. Dicho en simple: han grabado un disco que les define de comienzo a fin. Todo lo dicho se expone a la perfección en una canción como 'Bafles en el mar' (para quien no lo sepa, un bafle es un parlante), una que se cuece a fuego lento y habla de aquella necesidad por volver a conectar con nosotros mismos ("Por esas cosas que nos hace el tiempo / Por laberintos de rosales voy / Cae la flor sobre su propia espina / No hay sueño que no lleve cicatriz..."), la importancia de "volver al centro, volver al silencio". Más adelante una canción como 'El faro' insistirá sobre las mismas ideas, enlazando también el concepto del vasto del mar con el auto conocimiento.
Desde lo musical la lista se debatirá entre medios tiempos muy bien logrados como la extensa 'Mundo ganado' (la única que les conecta un tilín con esa onda blusera tan presente en sus primeros álbumes) o la bonita balada acústica 'Vos ya sabrás', así como en otros momentos acelerará un tanto mostrando la versión más rock de los argentinos. Esta arista lucirá impecable en la partida mediante 'Aliados en un viaje' (que manjar ese primer minuto por favor, ¡cuánta maestría a la hora construir una atmósfera!), también mostrando su pasión por Led Zeppelin en toda la pasada por 'Revienta el Mi mayor' (el riff principal en esta recuerda muchísimo a 'The song remains the same') + 'Insomnio' + 'Cabalgata deportiva', así como en 'Monte de olvidos' o 'Doña red' intentarán mostrar algo más de peso en el sonido.
Divididos están enchapados a la antigua y como tales nos entregan un disco de doce canciones en casi una hora exacta de música (¿algo más noventero que eso?), sin embargo, el conjunto se muestra tan afiatado que no podemos si no agradecer la extensión. Nos han entregado un álbum que es corazón y carne, un trabajo que apunta a lo primitivo del sonido y se percibe casi como una máquina en el tiempo, un paréntesis necesario en medio de la vorágine que vivimos día a día.
¿Canciones? 'Aliados en un viaje', 'Bafles en el mar' y 'Mundo ganado'.

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