martes, 23 de diciembre de 2025

Milo J: La Vida Era Más Corta (2025)

 "Identidad, carácter e intención..."

Camilo Joaquín Villarruel tiene apenas 19 años, sin embargo, posee una voz grave que nos lleva a imaginar a un tipo de mayor experiencia. Cuando vamos hacia su (aún) breve discografía confirmamos aquella sensación. Esto porque en poco tiempo el vocalista ha tocado aristas bastante disímiles entre sí, yendo hacia las cuerdas y temáticas melosas en su debut 111 (2023), para luego haber abrazado el trap ruidoso en el siguiente 166 (2024) y este año mediante La vida era más corta acercarse con fuerza a las raíces de la canción folclórica argentina. Ahora, pese a la diferencia marcada de estilos existen elementos comunes en cada uno de los trabajos del argentino, los cuales en este tercer disco se encuentran más acentuados que nunca: muestras de identidad, carácter e intención. En casi cincuenta minutos por tanto encontramos acá un trabajo tremendamente sensible y que apunta a temáticas relacionadas con infancias traumáticas marcadas principalmente por la pobreza, un disco reflexivo aunque al mismo tiempo esperanzador, un álbum que con sus canciones invita a enfrentar de cara a la tristeza, confiar y actuar para que las cosas vayan para mejor.  

Lo anterior se visualiza en cada una de las canciones que componen este viaje, abriendo con una chacarera como 'Bajo la piel' donde el argentino se refiere a las heridas del pasado ("Tengo unos tatuajes bajo de la piel / Que no cicatrizaron, otros se reencarnan / No me siento propio y al ver el ocaso quise ir más despacio..."), idea que se complementará a la perfección con la dolorosamente hermosa 'Niño', una reflexión profunda respecto al lastre que representa el abandono en una primera infancia, relato que impacta viniendo desde un chico tan joven.

"Niño, haz las paces con la vida.
La nostalgia de tu antes no te deja caminar. 
¿Quién mató tu sonrisita de ilusión y de bondad?
Sé que te querés dormir pa no volver a despertar..."

Habiendo declarado intenciones, en adelante el disco intentará matizar los ánimos introduciendo pasajes de dinámica activa mediante 'Gil', los aires andinos de 'Solifican12', otra chacarera como 'Lucía' (junto a Soledad en las voces) o 'Recordé', mientras que 'Ama de mi sol' (que introduce con un mini homenaje al 'Giros' de Fito Páez) o 'Mmmm' (junto a la vocalista Paula Prieto y unos arreglos preciosos hacia el cierre del tema) vuelven a internarse en terrenos más duros mediante unas líneas impecables que se refieren al arte de sobrevivir ("Anoche di con los muertos pues no logro dar con el sol / Volver a casa era el fin pero el fin no es opción..."). Acá, ya en el nudo del álbum, sin embargo, aparecen los primeros detalles con el álbum. Primero porque hay una redundancia tanto en formas como fondo (demasiadas canciones que hablan de lo mismo y reiteran géneros) y segundo porque no todas las canciones logran estar al mismo nivel.

'Llora, llora', por ejemplo, junto a Akrilla si bien tiene bonitos arreglos y nuevamente acierta con la letra en una notable invitación a abrazar el dolor ("Llora, porque tenés casi 30 y te pesan las riendas de seguir un día más..."), falla en la intención de "modernizar" innecesariamente el sonido del álbum metiendo voces filtradas que no encajan con la idea orgánica que el resto del disco transmite (lástima que la chilena no pueda cantar sin ese autotune exagerado), mientras que la pasada por 'Cuando el agua hirviendo' o 'La vida era más corta' se vuelve pesada no porque estas sean malas canciones si no por la redundancia, la insistencia en canciones que tocan la misma tecla una y otra vez.

De hecho, será en la recta final cuando el álbum repunte notablemente. En este segmento la producción ha tomado la decisión deliberada de entregar un "disco 2" compuesto por cuatro canciones que terminan siendo el momento más sensible en todo el trabajo. Sonará acá una preciosa 'Radamel', la notable 'El invisible' (junto al dúo folclórico Cuti y Roberto Carabajal) que es la única en todo el disco que canta desde la rabia ante la desigualdad y la injusticia ("Bienaventurados, benditos los ricos / Consiguen de todo con el apellido / Me sale la bronca si me tomo un vino / Me hierve la sangre conteniendo un grito..."), esto para dar paso a esa inmensa joya que es 'Luciérnagas' junto a Silvio Rodríguez en una dolorosa mirada en torno a la pérdida de un ser amado ("Dicen que el ser humano valora el tiempo cuando no hay / Pero juraría que disfruté cada segundito que hubo a la par de tu presencia..."). 

Finalmente, y como si todo lo anterior fuese poco, el disco cierra trayendo al presente a la legendaria Mercedes Sosa mediante 'Jangadero', para la que se utilizó una grabación inédita (que originalmente corresponde a una improvisación tras bambalinas de la cantante junto a Soledad) sobre la que Milo J respetuosamente ha incorporado su registro. 

En definitiva, al joven vocalista argentino se le ha ocurrido construir un álbum de folclor siendo un artista pop que venía de un álbum urbano como 166. Ya solo por eso la intentona es digna de aplausos. Ahora, una cosa son las intenciones y otra los resultados. Acá el riesgo de "hacer el loco" era importante, Milo J podía quedar perfectamente en off side al meterse en terrenos aparentemente ajenos. Sin embargo, más allá de cualquier prejuicio ha logrado armar un disco lleno de idas y vueltas interesantes, colaborando con artistas de ayer y hoy logrando impregnar al trabajo de profundidad. Ha navegado a contra corriente y aquello le dignifica. Uno de los discos del año sin lugar a dudas...

¿Canciones? 'Niño', 'MmmmM' y 'Luciérnagas'.

8,5 /10
¡Excelente!

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