"Sólido atrevimiento..."
Dentro de lo positivo de este Lux está el ser un trabajo que no dejará indiferente a nadie. El disco es una provocación y aquello por sí solo, viniendo desde quien viene (insisto, una artista pop que perfectamente podría estancarse en el mainstream), es digno de aplauso. También está la valentía con que la vocalista se expone, muchas veces llevando sus agudos registros al límite de la desafinación, ocurre por ejemplo en una de las piezas más satisfactorias del disco como 'Divinize', una que llega de gran forma a todos los lugares donde Rosalía ha querido ir en este álbum (ya sea desde lo sinfónico como la electrónica), así como en la multifacética 'Berghain' y su tono operístico complementado con las curiosas apariciones de Björk + Yves Tumor. Antes de estas el trabajo habrá comenzado instalándose desde el drama, entregándose a la fe en 'Sexo, violencia y llantas' ("Quien pudiera vivir entre los dos / Primero amaré al mundo y luego amaré a Dios..."), al amor en la fabulosa 'Reliquia' o yendo hacia una dinámica más oscura en 'Porcelana', esto siempre entre tambores varios, violines y algún arreglo extra que complementará, armando un experimento que durante la primera parte logra convencer.
Habrá momentos eso si en donde Rosalía exagerará el tono. La mujer lo ha querido poner todo y bueno, a ratos ha puesto demasiado. Ocurre en 'Mio Cristo piange diamanti' o en 'Mi mundo', donde desata por completo los aires operísticos pero se le ha ido la mano quitándole dinamismo a la lista. En una arista completamente opuesta, la simpleza de 'La perla' (en modo Shakira con su tono de despecho) desentona por completo con el concepto sonoro del conjunto y si bien desde lo comercial se entiende su inclusión al ser el único single claro del álbum, el tema parece una concesión indigna (e innecesaria) dentro de un trabajo que se caracteriza por su valentía. De hecho, hay otras canciones que coquetean con el pop, como la preciosa balada 'Sauvignon blanc', la oscura 'Dios es un stalker' (marcada por un bajo exquisito) o 'La rumba del perdón' (que la conecta con su amado flamenco) pero que si funcionan en el álbum debido a detalles de arreglos o estructuras que las vuelven especiales, interesantes o atractivas, algo que no ocurre en 'La perla'.
Finalmente, el disco complementará en su recta final con solidas pasadas que colocan la voz de Rosalía en un primer plano, como 'La yugular' o 'Memoria', esto para cerrar definitivamente con una preciosa y emotiva 'Magnolias', dejándonos así un disco que se atreve a tocar distintas aristas, rozando el exceso pero por lo general saliendo bien parado. Con tres o cuatro canciones menos estaríamos hablando de uno de los discos del año aunque aquello no le resta demasiado a una aventura que vuelve a situar a la española como un referente dentro de la escena actual.
¡Y lo último! Mención aparte merece esa maravilla de portada con Rosalía abrazada con cierto placer a sí misma mientras es encorsetada por su fe, representada acá como una especie de camisa de fuerza que la aprisiona. Una joya visual simple pero que desprende muchísimas lecturas.
¿Canciones? 'Reliquia', 'Porcelana' y 'Divinize'.
2022: Motomami

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