martes, 7 de octubre de 2025

Rivers Of Nihil: Rivers Of Nihil (2025)

"Formulero..."

Tras dos discos marcados por un apabullante death técnico los estadounidenses Rivers of nihil decidieron desafiar al género mediante la pasada por los complejos y profundos Where owls know my name (2018) + The work (2021), y bueno, dividieron aguas. Hubo quienes sintieron que la banda se perdió en el progresivo y estuvimos quienes alucinamos con la jugada. Dado lo anterior, no era fácil la movida que debían realizar para este quinto álbum, más aún si consideramos la partida de su vocalista principal Jake Dieffenbach, lo cual obligó a re estructurar el buque y ver como seguían. Considerando todo esto no resulta extraño el que publiquen un álbum que pretende en cierto modo definirlos (de ahí el título homónimo) recapitulando todo lo que han sido hasta ahora, el problema es que les ha quedado algo "formulero" perdiendo con ello ese elemento de frescura que caracterizó la carrera de la banda durante su primera década. 

A lo largo de estos cincuenta minutos de música encontramos por tanto acá ejecuciones técnicas impecables (eso no lo pierden claro está) y una producción que sabe sacarle partido a aquello, sin embargo, en términos de estructuras el asunto apunta constantemente hacia donde mismo: death agresivo con momentos marcadamente melódicos (en coros principalmente). No hay sorpresa por tanto en canciones como 'The sub-orbital blues', 'Criminals',  'Evidence' o 'American death', alguna gustará más, alguna menos pero en ellas se desarrolla un lugar bastante común del metal actual, siendo los momentos de calma con pasajes atmosféricos de la balada 'Water & time', 'House of light' (donde realiza aparición su ya clásico saxofón) o 'The logical end' donde Rivers of nihil parecen intentar romper el esquema habitual, el problema es que todo esto lo han hecho antes (mucho) mejor por lo que el disco acaba luciendo como un mero pastiche pobre de trabajos pasados. 

Viniendo desde algo como The work evidentemente este álbum homónimo queda muy mal parado. De una colección conceptual con canciones atrevidas, complejas e interesantes de seis a siete minutos pasamos a un conjunto directo y obvio con pocos matices realmente atractivos. Casi un disco lanzado por cumplir. ¿Un paso hacia atrás entonces? Eso el tiempo lo dirá, por ahora este álbum homónimo se entiende como un necesario respiro en medio de una discografía que venía en claro ascenso.

¿Canciones? 'The sub-orbital blues' y 'House of light' .

6/10
Bueno, cumple...


Otras reseñas de Rivers of nihil:

domingo, 5 de octubre de 2025

20 Años De... Judas Priest: Angel Of Retribution (2005)

"Regreso de dulce y agraz..." 

La historia es conocida: durante los años noventa tanto Rob Halford como Judas priest desarrollan caminos por separado. El vocalista coqueteó primero con el groove metal mediante el proyecto Fight (reclutando a Scott Travis en batería), luego experimentó con la electrónica en Two (acompañándose de John 5) para finalmente reencontrarse con un heavy metal de corte más tradicional con Halford (la banda).  En dicho sentido, si algo no se le puede criticar al buen Rob es que durante aquellos años se mantuvo en constante búsqueda, sin embargo, los resultados fueron irregulares. Digamos que le costó hacer pie. Ahora, curiosamente cuando mejor le estaba yendo (con Halford publicó dos álbumes y había logrado re encantar al fin a nuevas generaciones) llegó la noticia en 2004 de un posible reencuentro junto a Judas priest, quienes habían extraviado completamente el norte con Tim Owens como vocalista, publicando dos álbumes de baja repercusión como Jugulator (1997) y Demolition (2001). Quedaba en el aire por tanto la incógnita respecto a quien ganaba con esta vuelta, ¿podrían juntos dar un paso hacia adelante o esto se transformaría en un mero guiño a la nostalgia? 

Finalmente junto a Roy Z en producción finalmente Judas priest se lanzan en la búsqueda de un álbum que justificase el regreso y ahí el resultado acaba siendo de dulce y agraz. Esto porque si bien las canciones que componen este Angel of retribution en general son sólidas y funcionan, como conjunto desprenden cierta sensación de complacencia. De hecho, tan así es el asunto que lo mejor de este disco se encuentra en su segunda parte, en su recta final, pues antes la banda se esforzó más que nada en afirmar el terreno entregando una serie de lugares comunes de su sonido, dígase, temas relativamente agresivos como 'Judas is rising' o 'Demonizer', sostenidos ambos en el redoble constante del siempre sólido Scott Travis, así como rocanroles "motoqueros" estilo 'Deal with the devil', 'Worth fighting' for' o 'Wheels of fire', medios tiempos melódicos (en la primera acelerando un poco más) que se dejan oír pero que ciertamente suenan bastante inofensivos. Paradójicamente dentro de toda esta primera parte la canción en donde más riesgos corrieron fue la que peor resolvieron: 'Revolution', un tema que muestra varias interesantes ideas en el camino (esa partida con el bajo de Ian Hill, por ejemplo) pero jamás encuentra la fuerza que requería, quedándose en un resultado insípido. Por cierto, extraño el que tras quince años de separación hayan decidido que una canción como 'Revolution' fuese el primer single del disco. Curioso y confuso. 

Dicho todo lo anterior, si hay un momento en que el álbum se muestra inspirado y encuentra notables momentos es en su recta final. La balada 'Angel', por ejemplo, cuenta con una partida acústica que recuerda un tanto la mítica 'Beyond the realms of death' para luego ir ganando fuerza y emocionalidad, 'Hellrider' se impone al mostrar una cara más agresiva de la banda mientras que 'Eulogy' + 'Lochness' aportan quince minutos rebosantes en épica en un tipo de canción espesa y empapada en melancolía, atmósferas que por cierto la banda intentaría unos años más tarde profundizar en el polémico Nostradamus (2008)

Mirado a distancia, Angel of retribution es un disco que cumple. También es un trabajo al que inevitablemente todos quienes amamos a la banda le tendremos siempre un cariño especial, sin embargo, objetivamente representa también un conjunto irregular que intenta abarcar muchas aristas sin lograr encuadrarlas como corresponde. 

¿Canciones? 'Angel', 'Hellrider' y 'Eulogy' + 'Lochness'.

jueves, 2 de octubre de 2025

35 Años De... Judas Priest: Painkiller (1990)

Antes que todo, un anticipo: quiero que este octubre de 2025 sea un mes dedicado al metal acá en el blog. De comienzo a fin. Y me parece no puede haber mejor disco para comenzar que este, un verdadero histórico del género...

Abramos haciendo algo de historia. Los años ochenta fueron una década de masificación y consolidación para Judas priest, quienes tras el éxito de British steel (1980) supieron encajar una pasada gloriosa mediante Screaming for vengeance (1982) + Defenders of the faith (1984). No es nada fácil reinventarse en el éxito, sin embargo, por lo que tras estos los ingleses dieron pasos erráticos, primero coqueteando con sonidos descaradamente comerciales en Turbo (1986) para luego intentar recuperar fuerzas con el potente Ram it down (1988), disco que decantó hacia sonidos más duros, encaminado hacia afiladas guitarras y un Rob Halford pletórico en cuanto a interpretaciones vocales exigentes, ahí quedan 'Ram it down' (la canción), 'Heavy metal' o la fantástica 'Blood red skies' como pruebas de lo dicho. 

Ram it down estuvo (muy) bien pero existía aún un pequeño gran detalle: salvo contados momentos, la banda seguía sonando a heavy metal ochentero y para una siguiente jugada necesitaban correr el cerco, a lo cual se sumó la renuncia al proyecto de Tom Allen (quien produjo todos sus discos previos entre 1980 y 1988) y el baterista Dave Holland, quienes comunicaron para 1989 que por diversas razones no seguirían trabajando con la banda. Digamos que todo se confabuló para la existencia de un álbum tan brutal como Painkiller, esta vez con Chris Tsangarides en producción (quien había trabajado como ingeniero para ellos en Sad wings of destiny) y el debut en batería de un joven Scott Travis. Finalmente con todo dispuesto, quien diría que la banda acabaría por parir no solo su trabajo más duro a la fecha si no que toda una obra maestra del metal, un conjunto sin ripio alguno que supo conjugar fiereza con emocionalidad como pocas veces se ha visto.  

Painkiller es todo aciertos, comenzando por la duración: solo nueve canciones + una breve intro. ¿Para qué más? Conscientes seguramente del nivel de material que tenían en sus manos no quisieron arruinarlo con relleno insustancial (como si ocurrió en Ram it down) y más bien entregarnos un puñetazo directo al cerebro. Y para muestra, la absolutamente increíble apertura con 'Painkiller' (la canción), seis minutos que muestran a toda la banda completamente desquiciada en su metro cuadrado, construyendo una estructura que avanza a la velocidad que la batería de Scott Travis propone, con un Halford extraordinario y las guitarras de Glenn Tipton + K.K Downing regalando una serie de duelos sencillamente impresionantes. Que decir, mejor comienzo imposible. 


Habiendo declarado intenciones, en adelante el álbum se debatirá entre canciones que son un desborde de energía pero centran su poderío en el trabajo melódico, como 'Hell patrol', 'All guns blazing' o la increíble 'Night crawler' (¡bendito seas Rob!) y otras en donde el asunto volverá a desatarse privilegiando la velocidad ante todo pero aportando un elemento de oscuridad y violencia en el sonido, algo inaudito en Judas priest hasta 1990, ahí tienes 'Leather rebel' o 'Metal meltdown' como ejemplos (Scott Travis está gigante en ambas) . Ya en la recta final del álbum tanto 'Between the hammer & the anvil' como 'One shot of glory' aparecen como dos temas algo más genéricos y que se limitan a cerrar el álbum de manera contundente, aunque entre estas aparecerá la singular y emocional 'A touch of evil', un tema sensacional que oscila entre los toques vampirescos y una atmósfera sexy que la banda sabe reproducir de manera genial recurriendo a los teclados. 

No deja de ser curioso que habiendo llegado tan alto tras casi veinte años de carrera (lo cual vuelve aún más meritorio un disco como Painkiller) la banda haya abruptamente se haya disuelto. Cuenta la leyenda que Rob Halford comenzó a desarrollar nuevas inquietudes musicales (desarrolladas posteriormente en el proyecto Fight a partir de 1993), asunto poco aceptado por el resto de la banda, lo que terminó provocando el inevitable quiebre. Sin embargo, en la historia había quedado ya tallada en piedra está increíble jugada, motivo de eterna admiración dentro del mundo del metal. 

¿Canciones? 'Painkiller', 'Hell patrol', 'Night crawler' y 'A touch of evil'.