jueves, 27 de noviembre de 2025

55 Años de... George Harrison: All Things Must Pass (1970)

 "La música como puente de sanación y liberación..."

Bendito el artista que posee la capacidad de transformar un momento y sentir en obra. En el caso de George Harrison la historia es conocida, para 1970 el "beatle tímido" venía de una década extraordinaria junto a la banda más importante de la historia de la música contemporánea, diez años increíbles que lo cambiaron todo aunque por lo mismo representaron una vorágine difícil de llevar para un hombre cuyo talento inevitablemente se vio opacado al lado figuras colosales como fueron Paul McCartney y John Lennon. Y si bien a partir de 1966 la dupla le permitió a Harrison el incorporar una que otra canción en el repertorio beatlesco, la sensación de que el guitarrista poseía un inmenso potencial se encontraba en el aire. Sin embargo, quien debía creerse el cuento primero era el mismísimo Harrison y de aquello va el fascinante viaje que propone All things must pass (el título anticipa...), una extensa colección de canciones que le permitieron al guitarrista encontrar suficiente confianza en sí mismo como para cerrar definitivamente su capítulo junto a The beatles.

Yendo a la música, All things must pass es (evidentemente) un disco de guitarras pero también uno que goza de una sensibilidad tremendamente particular, la cual desborda en todo momento. Está compuesto por canciones que Harrison fue acumulando desde 1966, las cuales a comienzos de 1970 decidió mostrar a Phil Spector en la idea de que este le ayudase con la producción del que vendría a ser su tercer álbum en solitario. Los dos anteriores eso si fueron meras experimentaciones, por lo que este sería el primero con que buscaría acercarse con fuerza al mainstream, de hecho, el disco contiene el que acabaría por ser su mayor éxito en términos comerciales, el single 'My sweet lord', una bonita plegaria en tono góspel que daría muestras de la arista más creyente del vocalista (una que estuvo muy presente a lo largo de su carrera) y que destaca en cuanto a arreglos debido a esa serena calma que entregan sus cuerdas acústicas sumado a ese característico e inmortal slide eléctrico. Es una canción de pop sencillamente brillante y que, todo sea dicho, en cierto modo acabó injustamente opacando a nivel popular la belleza y contundencia del resto del disco. 

Sin ir muy lejos, previo a la mencionada el álbum habrá abierto con la delicada 'I'd have you anytime', una preciosa declaración de amor y entrega que funciona debido a la desnudez que transmite, sensación que volverá a aparecer en distintos pasajes del álbum. Ocurre en el extraordinario lamento de 'Isn't it a pity', donde Harrison reflexiona sentidamente respecto al daño que somos capaces de causar los seres humanos (como cosa curiosa aparecerá dos veces en el disco, primero en una extensa versión de siete minutos que se carga a los vientos, luego en formato más breve y sobrio en cuanto a arreglos), en las cuerdas de 'Run of the mill', desde la absoluta calma en 'If not for you' (escrita por su amigo Bob Dylan) o abriendo la segunda parte del álbum mediante la hermosa 'Beware of darkness', dueña de una melodía que impresiona por su intensidad. Una de esas canciones que logra demasiado con aparentemente pocos recursos. 


Dicho todo lo anterior, donde reside el principal mérito del trabajo está en la diversidad que presenta pues así como existen momentos delicados que transmiten desde la melancolía, habrán otros en donde las atmósferas serán absolutamente festivas y optimistas, acercándose al rock de guitarras en la juguetona 'Wah-wah', en 'Awaiting on you all' o 'Art of dying', nuevamente entregándose al amor en 'What is life' o en la bonita 'Apple scruffs'. Por cierto, muchas de estas estarán cargadas a la sobre producción (sello característico de Phil Spector), sin embargo, esto no alcanza a molestar y más bien entrega una identidad marcada a las canciones. Ejemplo claro de esto es la preciosa 'Let it down', una donde los arreglos potencian efectivamente el resultado y entregan contundencia, lo mismo con la notable 'All things must pass', que si bien se sabe fue compuesta años atrás e incluso pudo ser un tema de The beatles, encontró acá su lugar perfecto bajo la idea de que "todas las cosas deben pasar". Finalmente y como cosa curiosa cabe mencionar que el disco en su versión original incluía un LP extra titulado Apple jam, el cual contenía una serie de improvisaciones instrumentales que Harrison simplemente se dio el gusto de meter acá. Todo un arranque de libertad y confianza.

All things must pass fue en aquel 1970 la prueba palpable de que no habría más The beatles, que George Harrison se encontraba ya en otro camino y había encontrado en la música un puente para su sanación y liberación, digamos, el coraje para volar con alas propias. A más de cincuenta años de distancia tocaba el realizarle un homenaje a esta maravilla rebosante en melodías gloriosas, un trabajo que no solo acabaría por ser el mejor álbum del guitarrista si no que incluso sería el mejor disco en solitario compuesto por un ex beatle. Y si, que las comparaciones son odiosas pero verdad sea dicha: nunca Lennon ni McCartney lograron entregar un trabajo de este nivel. Queda escrito. 

¿Canciones? 'I'd have you anytime', 'My sweet lord', 'Beware of darkness' y 'Let it down'.

10/10
Disco perfecto.

Otras reseñas de George Harrison:
1970: Let it be (The beatles)

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