The eraser (2006), disco debut de Thom Yorke, fue un álbum que si bien daba rienda suelta al amorío del vocalista con la electrónica, aún por momentos sonaba a Radiohead. Posteriormente, en 2010 supimos que Yorke formaría Atoms for peace, un supergrupo plagado de nombres que prometían el cielo: Flea, Joey Waronker y Mauro Refosco. El primero no necesita presentación mientras que los dos últimos eran músicos que habían trabajado con artistas de la talla de David Byrne, R.E.M, Beck o Smashing Pumpkins. Sin embargo, los nombres no deben llevarnos a engaño, Amok no es el primer disco de Atoms for peace sino más bien el segundo proyecto en solitario de Thom Yorke y por ende la continuación lógica del mencionado The eraser. Esta vez eso si, salvo uno que otro guiño... olvídense de Radiohead.
La primera sensación que deja Amok tras unas cuantas pasadas es el ser un trabajo que requiere proceso de digestión. Acá son muy pocas las melodías inmediatas, todo gracias a una muy cuidada producción a cargo de Nigel Godrich (el mismo que viene produciendo los discos de Radiohead desde Ok Computer) la cual se encargó de que toda instrumentación tradicional (bajo, guitarras) pasase a segundo plano dando preponderancia a la electrónica y a un montón de maquinitas que dominan prácticamente todo el álbum. En ese sentido, salvo por la voz de Thom Yorke, el sonido de Amok pareciese prescindir en todo momento de seres humanos.
La segunda sensación es la de estar frente a un trabajo irregular, de constantes altos y bajos. Dentro de lo positivo habría que considerar la excelente apertura del disco a cargo de la mecánica y ágil "Before your very eyes", acá una guitarra adorna un tema marcado por dinámicas percusiones y un Yorke que entre falsetes diseña una bella melodía. Gran declaración de principios que de paso nos prepara para lo que sonará durante los siguientes cuarenta minutos de música. Le sigue el fantástico ambiente de "Default", de estructura mucho más inmediata y reconocible que el resto, por ende resulta un tema fácil de asociar con el sonido de The eraser. Más adelante "Dropped" gozará de ambientes calmos interrumpidos por secciones rítmicas que me hicieron recordar que este tipo de sonido Yorke lo comenzó a trabajar tímidamente junto a Radiohead en Hail to the thief (2003), algo similar ocurrirá más adelante con "Reverse running". Otro de los buenos momentos del disco se vivirán casi al final de este con "Judge, jury and executioner", acá se cruzan por única vez en el álbum (ojalá hubiesen sido más) elementos acústicos y sintetizadores, logrando un muy buen resultado.
Sin embargo, ciertos tropiezos se viven en el álbum con la monotonía de temas como "Ingenue" o "Unless", incluso el final del disco a cargo de "Amok" me dijo muy poco. Son momentos en donde las maquinitas pareciesen no tener un norte claro por lo que los minutos corren sin conseguir efecto alguno.
No puedo terminar esta reseña sin destacar el hambre que Thom Yorke sigue mostrando a estas alturas de su carrera, lo cual no me parece poca cosa considerando que muchísimo más fácil le habría resultado el acomodarse en su sillón y vivir del legado de Radiohead. Acá con Amok logra darle vida y sensibilidad durante varios pasajes a un sonido que en apariencia debiese ser frío y distante al estar compuesto prácticamente en su totalidad con computadoras. Yorke por momentos pareciese incluso no necesitar a su banda para seguir creando material digno de atención, lo cual asusta pero vaya que se respeta.
7 / 10
Muy bueno.
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