"Puñetazo al mentón..."
Son once las canciones que entregan acá, todas muy directas rondando los tres minutos de duración, las cuales pretenden funcionar como un verdadero puñetazo al mentón del auditor. Y hasta cierto punto lo logran de la mano de una notable producción cortesía de Matt Hyde, quien ha sabido explotar el peso del sonido de Biohazard y entregarle aspereza al registro vocal de Evan Seinfeld, cuyos duelos con Billy Graziadei en estrofas y coros lucen de maravilla. Lo anterior se expresa con claridad en canciones como 'Forsaken', 'Eyes on six' o 'Word to the wise', todas agresivas y efectivas en su sonido, con un énfasis puesto en la efectividad por sobre estructuras algo más rebuscadas.
En lo anterior el disco claramente funciona, sin embargo, cuando profundizamos un poco más y vamos a las líricas ahí me parece el trabajo comienza a quedar algo en deuda. Me explico. Basta ir al grito anti bélico que es 'Fuck the system' para notar cierta tendencia a tocar las temáticas de manera algo genérica, como si no quisieran ensuciarse con nadie. Líneas del estilo "Inocentes convertidos en nuestros esclavos / Bellas ciudades en nuestras tumbas" o "Una batalla sin fin donde nadie gana / Un sacrificio termina mientras otro comienza" podrían aplicarse realmente a cualquiera, lo cual en tiempos donde la violencia se impone de manera tan marcada en distintos lugares del mundo acaba dejando a Biohazard en un lugar que ronda la caricatura. Y es que cuando hablan de que se joda el sistema, uno inevitablemente se pregunta... ¿de qué sistema hablan? Porque nunca son claros. ¿Cuál es la guerra que están criticando? ¿Hablan de los Estados Unidos? ¿De Rusia? ¿De Israel? ¿De todos? ¿De nadie...? Esto viniendo de una banda que coloca su fuerte en el aspecto contestatario del mensaje me parece no es un punto menor a analizar.
En fin. Pero lo dicho, desde lo musical el álbum se acerca bastante a lo que los mismos Biohazard entregaron en el pasado en un álbum como New world disorder (1999), quizás con un componente "hiphopero" menos marcado y esta vez entregándole mayor preponderancia a las guitarras, siendo contados los momentos donde la banda se detienen un tanto. Lo anterior ocurre en la sólida 'Death on me' (de lo más interesante del álbum) así como en 'S.I.T.F.O.A', con esa invitación a enfrentar la adversidad con entereza.
Divided we fall está bien como regreso para una banda histórica. Mirando el vaso medio lleno nos podemos quedar con la excelente producción e interpretaciones, con un énfasis puesto en el peso del sonido. Ahora, siendo completamente francos y descarnados: todo acá luce extremadamente simple, casi como si no se hubiesen querido complicar. Desde la duración monótona de las canciones, esa portada ultra sencilla y las letras genéricas. ¿No han querido o no han podido? Ellos sabrán. Pero bueno, para escuchar cosas más arriesgadas siempre estarán las viejas glorias, esos discos que treinta años atrás supieron mover el piso...
¿Canciones? 'Fuck the system', 'Eyes on six' y 'Death on me'.

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