sábado, 22 de noviembre de 2025

Biohazard: Divided We Fall (2025)

 "Puñetazo al mentón..."

La primera mitad de los años noventa dio para mucho en los Estados Unidos. La crisis del capitalismo acabó expresándose en distintos rincones y la música funcionó ciertamente como un perfecto catalizador para las frustraciones de una juventud que no encontraba respuestas en el régimen político del momento. En dicho contexto, Biohazard fueros pioneros en eso de fusionar con atrevimiento el hip hop (que jugaba en ese entonces un rol contestatario) con variantes de un rock más duro como el hardcore o el punk (los geniales Body count fueron otros que jugaron en esta liga, ni hablar más adelante de Rage against the machine). Avanzando la década, sin embargo, el status quo triunfó y el conservadurismo acabó por imponerse, de ahí que todo este tipo de bandas quedaran fuera de juego perdiendo relevancia. Los discos quedan grabados en la historia eso si y en el caso de Biozahard álbumes como Urban discipline (1992) o State of the world adress (1994) se mantienen como el manifiesto legado de un momento histórico y particular para la música contemporánea. Dicho todo lo anterior, en este 2025 los estadounidenses vuelven con formación titularísima. El regreso de Evan Seinfeld en el bajo implica el que la banda cuenta en sus filas con sus cuatro miembros fundadores, lo cual se ha traducido efectivamente en un sonido que consigue ser fiel a su esencia (sin "imitar" sus inicios), con un grado de frescura que se deja disfrutar, una producción magnífica, aunque todo sea dicho, con un mensaje algo tibio en cuanto a lo político.

Son once las canciones que entregan acá, todas muy directas rondando los tres minutos de duración, las cuales pretenden funcionar como un verdadero puñetazo al mentón del auditor. Y hasta cierto punto lo logran de la mano de una notable producción cortesía de Matt Hyde, quien ha sabido explotar el peso del sonido de Biohazard y entregarle aspereza al registro vocal de Evan Seinfeld, cuyos duelos con Billy Graziadei en estrofas y coros lucen de maravilla. Lo anterior se expresa con claridad en canciones como 'Forsaken', 'Eyes on six' o 'Word to the wise', todas agresivas y efectivas en su sonido, con un énfasis puesto en la efectividad por sobre estructuras algo más rebuscadas. 

En lo anterior el disco claramente funciona, sin embargo, cuando profundizamos un poco más y vamos a las líricas ahí me parece el trabajo comienza a quedar algo en deuda. Me explico. Basta ir al grito anti bélico que es 'Fuck the system' para notar cierta tendencia a tocar las temáticas de manera algo genérica, como si no quisieran ensuciarse con nadie. Líneas del estilo "Inocentes convertidos en nuestros esclavos / Bellas ciudades en nuestras tumbas" o "Una batalla sin fin donde nadie gana / Un sacrificio termina mientras otro comienza" podrían aplicarse realmente a cualquiera, lo cual en tiempos donde la violencia se impone de manera tan marcada en distintos lugares del mundo acaba dejando a Biohazard en un lugar que ronda la caricatura. Y es que cuando hablan de que se joda el sistema, uno inevitablemente se pregunta... ¿de qué sistema hablan? Porque nunca son claros. ¿Cuál es la guerra que están criticando? ¿Hablan de los Estados Unidos? ¿De Rusia? ¿De Israel? ¿De todos? ¿De nadie...? Esto viniendo de una banda que coloca su fuerte en el aspecto contestatario del mensaje me parece no es un punto menor a analizar.

En fin. Pero lo dicho, desde lo musical el álbum se acerca bastante a lo que los mismos Biohazard entregaron en el pasado en un álbum como New world disorder (1999), quizás con un componente "hiphopero" menos marcado y esta vez entregándole mayor preponderancia a las guitarras, siendo contados los momentos donde la banda se detienen un tanto. Lo anterior ocurre en la sólida 'Death on me' (de lo más interesante del álbum) así como en 'S.I.T.F.O.A', con esa invitación a enfrentar la adversidad con entereza.  

Divided we fall está bien como regreso para una banda histórica. Mirando el vaso medio lleno nos podemos quedar con la excelente producción e interpretaciones, con un énfasis puesto en el peso del sonido. Ahora, siendo completamente francos y descarnados: todo acá luce extremadamente simple, casi como si no se hubiesen querido complicar. Desde la duración monótona de las canciones, esa portada ultra sencilla y las letras genéricas. ¿No han querido o no han podido? Ellos sabrán. Pero bueno, para escuchar cosas más arriesgadas siempre estarán las viejas glorias, esos discos que treinta años atrás supieron mover el piso...

¿Canciones? 'Fuck the system', 'Eyes on six' y 'Death on me'.

6,9 /10
(Muy) Bueno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario