"Como el vino..."
He aquí otra gran banda que quedó durante estos veinte años relegada a un segundo plano en términos de popularidad pese a poseer talento de sobra o incluso haber recibido un Grammy en 2019. Es el costo seguramente que ha debido pagar el bueno de Matt Pike por haberse mantenido fiel a un sentir y a un sonido en particular (a diferencia de lo que hicieron sus pares Mastodon, con resultados comerciales bien conocidos), el cual en este Cometh the storm vuelve a decir presente sin transar formas ni fondo. Nos encontramos así ante casi una hora de música que va por donde efectivamente esperábamos, es decir, ese slugde metal dispuesto a machacar incesantemente tu cerebro mediante una producción que saca partido al peso del sonido y ejecuciones donde la banda pareciese realmente dejarse la vida en cada canción. Cometh the storm de High on fire es por tanto una declaración de amor al buen metal por parte de una banda que envejece como el vino, una que nos sentamos a disfrutar con respeto y reverencia, pues lo merecen.
Abren muy bien, con toda la energía dispuesta en 'Lambsbread', entregando durante tres minutos una canción dinámica y efectiva pero que luego (desde el 3:20 en adelante) se encargará de dar muestras del hambre creativa que continúa mostrando la banda, al girar una y otra vez sobre un riff mientras se incorporan una serie de elementos instrumentales en el camino. Algo similar ocurrirá más adelante en la poderosa 'Cometh the storm' (la canción), donde la batería de Coady Willis (debutante en estudio ya que se incorporó a la agrupación recién en 2021) adopta enorme protagonismo y el trabajo de guitarras + voces sabe generar un clima de tensión creciente impecable que tiende al caos en medida que el tema avance.
Destacará también la exploración instrumental de 'Karanylc yol' (una exquisita pausa que se marca el álbum con toques orientales en el sonido), la aceleración a fondo que impulsan en tanto en 'The beating' como en 'Lightining beard', donde la sombra del eterno Lemmy Kilmister se percibe más viva que nunca, así como al bajar en 'Tough guy' triunfarán gracias a la fuerza que imprimen. Por cierto, ¿por qué no terminaron el disco con el emotivo fade out de esta? ¡habría sonado perfecto!
Ahora, pese a todo lo mencionado, el disco tiene algunos "detalles" a mencionar (las comillas son intencionadas pues ya se quisieran otras bandas este nivel de detalles) y es que, ya sea por el orden de los temas, la extensión o estructura de algunas, hay momentos donde la banda da alguna vuelta de más. Es lo que ocurrirá en el stoner de 'Burning down', por ejemplo, mucho más lenta, pesada y extensa en su andar respecto al resto del álbum, lo cual no sería nada si no fuese porque el tema se alarga un par de minutos por sobre lo necesario buscando algo que jamás llega. Pasa lo mismo en el cierre a cargo de 'Darker fleece', solo que esta dura nada más ni nada menos que diez minutos, o en 'Trismegistus', la cual impacta gracias a la velocidad, el desenfreno que derrocha (es otra que muestra las dotes de Coady Willis en batería ) y la interpretación bestial de Matt Pike en voces (que se deja la garganta en cada línea) pero también, se extiende un par de giros más allá de lo necesario. Son todas excelentes ideas, que eso quede escrito, sin embargo, dejan ese perfume a que faltó algo de inspiración para cerrar dichas ideas de mejor manera. A veces menos es más.
Son detalles, sin embargo. En el global High on fire nos acaban de entregar en su noveno trabajo una serie de momentos brillantes propios de un Matt Pike que luce incansable en su labor de artesano del metal, lo cual tras veinticinco años de carrera no puede si no emocionar.
¿Canciones? 'Lambsbread', 'Cometh the storm' y 'Tough guy'.
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