jueves, 18 de abril de 2024

Residente: Las Letras Ya No Importan (2024)

"Una vorágine que viaja desde amor al dolor..."

Considerando las expectativas, el debut de Residente en 2017 estuvo bastante bien. Al menos atractivo desde lo musical gracias a todas esa diversidad de influencias que el puertorriqueño intentó desplegar. Sin embargo, verdad sea dicha: tampoco es que el álbum haya dejado demasiada huella. Y parece ser que en esa búsqueda se ha lanzado René Pérez Joglar en este, su nuevo y extenso álbum (son veintitrés canciones en más de hora y media de música), uno que desde su título decide ir al choque y rebelarse ante el presente vacío que el vocalista denuncia. ¿Qué las letras ya no importan? Pues entonces lanzo un disco en donde las letras lo son todo, en forma y fondo. Su herramienta será la de siempre, los versos y el hip hop pues el puertorriqueño rapea tupido y parejo a lo largo del trabajo sobre el sonido que se le plante por delante, ayudándose para esto de una multiplicidad de artistas, todos provenientes de mundos diferentes, armando por tanto una paleta de colores bastante amplia y multicolor. 

Yendo a la lista de canciones, esta contará con una singularidad: comenzará y cerrará abriendo el pecho, lo cual conceptualmente hace sentido pues tanto la partida a cargo de '313' como el cierre con 'René' parecen ser momentos en donde el personaje bravucón y ego maniaco se saca la careta para mostrarse realmente desnudo ante nosotros, yendo desde el amor al dolor, desde la reflexión existencial ("Ni la grandeza de una piedra gigante se detiene / Porque el mundo en el que vive se mueve al rededor de ella / Por eso hay que morir para que otros nazcan / Para que nada se detenga..." - introduce Penélope Cruz en '313') hasta el relato de su historia desde el fracaso ("Cuando caigo en depresión mis problemas se los cuento a la ventana del avión / El estrés me tiene enfermo / Hace diez años que no duermo..." - afirma en 'René'). ¿Y entre medio de estas dos? Pues la vorágine. Yendo al choque en 'El malestar en la cultura', volando altísimo rapeando sobre cuerdas en 'Yo no se pero sé' junto a los sevillanos de SFDK, realizando un fantástico duelo en velocidad con Busta Rhymes en 'Cerebro' o Big Daddy Kane en 'Estilo libre', metiendo política en la brillante y oriental 'Bajo los escombros', 'This is not America' (una que ya conocíamos de años anteriores) o la notable 'En talla', donde enlaza a la perfección la calle puertorriqueña con la cubana en compañía de Al2 El aldeano.  

A todos estos momentos densos se le sumarán cosas más livianas como el corrido 'Pólvora de ayer' o la divertida 'Quiero ser baladista', que cuenta con las líneas más básicas en todo el disco pero se salva gracias a la parodia de balada que el mismísimo Ricky Martin ayuda a construir ("Quiero querer, quererte, queriéndote..." - cantan ambos), así como experimentos realmente curiosos e interesantes como el desarrollado en 'Las letras ya no importan', limitando toda la canción a enumerar cifras desde el uno hasta el ocho, y verdad sea dicha: si el álbum se hubiese quedado ahí limitando el asunto a unas doce a quince canciones, probablemente estaríamos hablando de uno de los discos más geniales del año, sin embargo, en el afán de meterlo todo y disparar a mil lugares distintos Residente ha decidido ir aún más lejos y claro, se pasa varios pueblos metiéndonos jugarretas demasiado básicas como 'Jerga platanera' o 'Problema cabrón', reggaetón bastante cliché en 'Que fluya' o 'Sin lú', entre rimas que dan vergüenza ajena ("Mira esas nalgas de santuario / Aplaudiendo como foca en el acuario..."), las cuales entorpecen el trámite innecesariamente, logrando que lleguemos a la recta final del disco bastante agotados por lo que otro experimento como 'Artificial inteligente' resulte ser un tedio más que otra cosa. 

Pues lo dicho. Residente nos acaba de encajar un trabajo que lo reivindica por completo, consigo mismo y el público. Lamentablemente el vocalista continúa en ocasiones tropezando con su ego, cantándose a si mismo una y otra vez entre temas que se entorpecen entre si debido a lo redundante que suenan ('Ron en el piso' y 'Desde la servilleta', claros ejemplos) o estirando un disco con canciones de relleno que eran innecesarias. Ahora, con todos sus problemas, Las letras ya no importan encuentra en varios momentos al Residente más creativo y valiente que hemos oído en toda su carrera, uno al que yo al menos quisiera seguir escuchando. 

¿Canciones? 'Yo no sé pero sé', 'Bajo los escombros', 'En talla' y 'Estilo libre'.

8/10
Excelente.


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