sábado, 2 de julio de 2022

Babasónicos: Trinchera (2022)

 "La música al servicio del mensaje..."

El debate en torno a Babasónicos hay que zanjarlo de una buena vez: de algo hay que vivir ... y punto. Muy vanguardia habrá sido la trilogía Dopádromo (1996) + Babasónica (1997) + Miami (1999) pero, le disguste a quien le disguste, el boom masivo llegó con Jessico (2001) + Infame (2003) + Anoche (2005). Son estos tres álbumes los que aún les dan de comer, los que interpretan en sus giras (más allá de la promoción de turno) y por ende, la línea que la banda intentó expandir con cada uno de sus posteriores trabajos (al punto de casi renegar de su primera década).  El problema, sin embargo, es que ni cerca de dicho nivel han rondado durante los últimos veinte años, entregando una seguidilla de álbumes facilones, melosos y extremadamente inofensivos, con una que otra línea interesante pero en general todos bastante olvidables. En 2018, sin embargo, algo cambió, o al menos se insinuó. Discutible fue un álbum que logró que la banda volviese a sonar interesante tras más de dos décadas ('La pregunta', 'Bestia pequeña') y supo encontrar pequeñas excelentes canciones ('Ingrediente', 'Cretino'), y en ese camino, este Trinchera no solo confirma el nivel sino que logra elevarlo un peldaño por encima. 

De esta forma, las atmósfera que acá Babasónicos ha desarrollado es muchísimo más lúgubre que la habitual, con mensajes en general empapados de pesimismo y un Adrián Dárgelos narrando siempre abajo, con una banda entregando arreglos por lo general desnudos con guitarras limpias carentes de toda estridencia, invitaciones a la pista de baile y una que otra incursión electrónica. Ahí, hay cosas que funcionan, como la sensualidad y cadencia que aparece en la partida a cargo de 'Mimos son mimos' ("El perdón tiene un sabor que no supe conocer porque nunca lo tuve en la boca...") seguida de 'Paradoja' ("Por eso pretendo elegir, mis propios caminos, mis enemigos..." ), que en realidad parecen ser una sola, para luego meter luego un golazo con 'Bye bye', y su adictivo coro ("Hazme el amor hasta el amanecer y después bye bye. No me sigas..."). También en el nudo del disco sonará una pasada que te invita a seguirles, con una curiosa 'Anubis', donde Dárgelos sube el registro por única vez en todo el disco (1:20), lo cual (aunque sea solo por treinta segundos) se agradece, seguida de 'La izquierda de la noche' y ese sutil tributo a Bowie en los teclados conectándose con nuevas líneas sugerentes y bien logradas ("La noche es un portal imaginario donde habitan los permisos que de día ni en pedo se dan..."). 

Los méritos de un álbum como Trinchera se hacen carne en su segunda línea, cuando suenan canciones "menores" como 'Vacío', muy sutil en los arreglos pero que funciona de mil maravillas, lo mismo con 'Mentira nórdica', oscura como ella sola ("Que vacío es abrazar a alguien que solo se ama a si mismo / Que infame es fracasar sin intentarlo todo / Peor es esperar a ser reconocido..."), armando así un conjunto que en materia de textos vuela realmente alto y donde lo musical sabe acompañar con mucho cuidado, entregando pleno protagonismo al mensaje. 

Quizás donde el disco falla y pierde algo de fuerza, es en la recta final. Ahí la seguidilla 'Madera ideológica', 'Viento y marea', 'Capital afectivo' y 'Lujo' pierde demasiada fuerza respecto los 3/4 iniciales del disco y lucen algo típicas. No le restan demasiado a un álbum que desde lo conceptual funciona y consigue sumergirte en su mundo con méritos propios. Y si, que todo parece indicar el que Babasónicos, ya con poco que temer y demostrar, aún tienen algo que decir, lo cual siempre será una buena noticia...

¿Canciones? 'Bye bye', 'La izquierda de la noche' y 'Mimos son mimos'.

7,5 /10
Muy bueno.


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