CREO QUE LA VIDA NO ES MÁS QUE UN CRUCE DE MÚLTIPLES VARIABLES. SIN EMBARGO, FRENTE A DICHA ALEATORIEDAD, LOS SERES HUMANOS TENEMOS EL PODER CADA DÍA DE CREAR O DESTRUIR. DE ENTREGAR O RETENER.Y ESTE SITIO ESTÁ DEDICADO A TODOS QUIENES HAN OPTADO POR CREAR, SEA DONDE SEA...
"Ameno aunque siempre particularmente creativo..."
Para quien no lo maneje, Panda bear es el proyecto solista de Noah Lennox, uno de los creativos a cargo de Animal collective. Y si en su banda madre el estadounidense ha construido una carrera ligada a la experimentación, en este camino alternativo ni hablar, el desate a lo largo de estos veinte años ha sido aún mayor. Este Sinister grift llega, sin embargo, para ser la excepción a la regla pues como nunca le oímos bastante domesticado, digamos, apegado a una fórmula de canción algo más tradicional con coros reconocibles e instrumentaciones amigables, digamos, en la comparación consigo mismo.
Comenzando por los aires psicodélicos de 'Praise' nos encontraremos por tanto acá con un conjunto de diez canciones bastante amenas y fáciles de llevar, pasando por esos fraseos beatlescos que esboza 'Anywhere but here' (con participación de la hija de Noah, la portuguesa Nadja) o la luminosa '50 mg', esta seguidilla de canciones en general suenan directas y simples aunque en ningún caso desechables o vacías, que Lennox se las arregla siempre para regalar arreglos llamativos o particularmente creativos. El disco se sucede entonces entre cosas bastante veraniegas y livianas como 'Ends meet' o 'Ferry lady' más algún momento melancólico de alto vuelo como el que se vive en la exquisita y psicodélica 'Left in the cold', de lo mejor del disco esta, o la desnuda 'Elegy for Noah Lou'.
Panda bear ha entregado en su más reciente disco la varias de las canciones más cercanas que le hemos oído a Noah Lennox en largo tiempo. El resultado cuenta con sello propio y logra de todas formas sonar contundente, además de matizar la notable paleta de colores que el músico ha sabido entregar a lo largo de estas dos décadas de carrera.
Tras varias pasadas cargadas al deathcore combinando con momentos marcadamente melódicos, los cuales parecen haber tocado techo en un álbum como The valley (2019), los estadounidenses de Whitechapel tal parece han querido darse un gusto en pleno 2025 retornando hacia su sonido más agresivo y primitivo, conectando con sus raíces y la energía de aquel ya lejano This is exile (2008). De ahí que en estos cuarenta y tres minutos de música impactemos de lleno con la arista más violenta de la banda, diez canciones de pura brutalidad técnica dispuesta a dejar extasiado a quien creía que a estas alturas del partido los de Phil Bozeman eran incapaces de componer algo así de salvaje.
Yendo a la música, 'Prisoner 666' es algo que declara intenciones de inmediato, la banda suena desatada en constantes idas y vueltas con un Bozeman completamente a gusto chillando y yendo abajo con profundos guturales imposibles de no disfrutar, mientras que 'Hymns in dissonance' (la canción) es una locura de canción, jugando con la estructura en velocidad, acelerando y bajando los tiempos durante cuatro minutos infartantes. Mención aparte para el minuto final en donde la banda se disfraza (innecesariamente, digámoslo) de Lorna Shore con esos redobles y parones bruscos tan típicos de los de Will Ramos. Con todos sus peros, los diez minutos de álbum son una brutalidad con patas y ciertamente el resto del disco no abandonará la idea.
En ese camino, sin embargo, el disco inevitablemente no logrará sostener siempre el mismo nivel. 'Diabolic slumber', por ejemplo, suena como algo bastante olvidable mientras que el impacto violento que encarna 'Hate cult ritual' resulta muy disfrutable pero como en 'The abysmal gospel' insisten en la misma tecla, agotan. Por lo mismo cuando bajan un tanto la velocidad en 'Bedlam' o 'Mammoth god' aciertan y permiten que la experiencia resulte algo más gratificante.
Dentro de esa recta final algo como 'Nothing is coming for any of us' (la más extensa de todas llegando a los seis minutos) merece un párrafo aparte resultando algo que incluso escapa de los límites del resto del álbum y por lo mismo suena como lo más interesante en todo el trabajo, abriendo en el más puro desate rabioso (regalando también los minutos más caóticos del disco) para ir acercándose lentamente a unos minutos finales melódicos marcados por un solo exquisito (pasado el tercer minuto) que nos recuerda que esta banda también puede emocionarnos y vaya que ilusiona respecto al futuro de Whitechapel. Que este perfectamente puede ser el camino a seguir.
Quizás un disco más breve habría sido lo adecuado, digamos, dos o tres canciones menos, pero Whitechapel se han propuesto el no dejar títere con cabeza en este afiladísimo Hymns in dissonance y hasta cierto punto lo consiguen. El tiempo dirá si la jugada ha servido para tomar aire o la banda se estacionará un buen tiempo en este lugar más oscuro y salvaje. Por ahora, llevan varios discos al hilo de excelente factura, confirmándose como apuesta segura dentro de la escena metal actual.
¿Canciones? 'Hymns in dissonance', 'Hate cult ritual' y 'Nothing is coming for any of us'.
Eternal blue (2021) fue un debut interesante para la pareja canadiense Spiritbox, un álbum que conjugaba un sonido moderno que coqueteaba con el metal con gratas atmósferas melódicas, incluso algo etéreas, esto enmarcado en el peso de las guitarras de Mike Stringer y la voz de Courtney LaPlante, quien propone el clásico tándem voz dulce/voz gutural que tan de moda se ha puesto durante la última década en vocalistas mujeres. Había que ver por tanto hacia donde giraban en un segundo disco y principalmente si lograban satisfacer las expectativas creadas pues la sensación era que la banda tenía algo especial que sostener. Y bueno, tras cuatro años el resultado se resume en un disco que claramente apunta a todo aquello, a básicamente conservar lo conseguido en una jugada dispuesta a satisfacer a todos y que por lo mismo luce muy (pero muy) pensada, quizás demasiado.
Me explico, en Tsunami sea encontramos efectivamente varios de los elementos que le entregaron popularidad a la banda: el disco está bien producido, tiene fuerza, momentos melosos, hay guiños al metal, también a la electrónica, etc. Acá está todo se ha puesto en la olla, sin embargo, el perfume a sobre producción, a postura impostada y canciones artificiales está también siempre demasiado presente en el sonido. Dicho en simple: el plumero se ve a distancia, más allá de que algunas canciones resulten disfrutables.
En dicho sentido, abrir con un tema como 'Fata morgana' declara intenciones de inmediato realizando la mixtura entre ese sonido crudo y momentos lánguidos con perfume a Deftones, lo cual complementan mediante la agresiva 'Black rainbow', esta con mucho más artificio de producción y gritos por parte de Courtney. Equilibrarán luego en la pasada melódica que encarnan 'Perfect soul' (que me ha encantado) + 'Keep sweet' para nuevamente ir a la agresividad en 'Soft spine' (que me perdonarán pero en las estrofas me ha vuelto a recordar a los de Chino Moreno, particularmente a una canción como 'Elite'). Y así, el asunto continuará entre canciones suaves ('Tsunami sea') más otras que vuelven a oscilar entre lo etéreo y el metal ('A haven with two faces', una de las pocas donde la banda logra lucir espontánea), pasajes furiosos ('No loss, no love') y otros donde exploran con maquinitas ('Crystal roses'), llegando así a una recta final que no suena nada mal pero donde todo luce fríamente calculado al detalle, casi como un collage de ideas que apuntan a distintos frentes pensando en que más de alguno funcionará.
El segundo disco de Spiritbox no está mal pero las ansias de la banda por masificar su sonido parecen demasiado evidentes, lo cual inevitablemente merma un tanto el resultado. Algo más de espontaneidad no les vendría mal...
¿Canciones? 'Perfect soul' y 'A haven with two faces'.
Tomarse cuatro años para un segundo álbum no es algo habitual pero los neerlandeses de Cryptosis han decidido esperar un tanto y en lugar de tirar por lo obvio, armar un disco que no suene a "las sobras del debut" y más bien pretenda mirar hacia adelante. Bravo por eso. Y es que si bien existieron elementos atmosféricos más uno que otro coqueteo black en lo que fue el notable Bionic swarm (2021), el fuerte de aquel disco estuvo puesto en la técnica en velocidad, en un thrash directo pero que en breves duraciones era capaz de coquetear con el progresivo gracias a la complejidad instrumental. Todo eso en este Celestial death se mantiene, sin embargo, la fórmula (para bien y para mal) acá se ha intentado complementar con un giro hacia los teclados y atmósferas, dejándonos un segundo disco que conserva la esencia de Cryptosis pero que va en busca expandir el sonido del trío.
Ahí, si bien el resultado siempre ronda el notable, cuenta con momentos de dulce y agraz pues no todo logra estar a la misma altura, además de contar con un elemento imposible de dejar de lado: la producción, pues esta vez la banda ha apostado por un sonido bastante más sucio respecto al debut y aquello no ha terminado de cuajar. Dicho en simple: hay momentos en donde la mezcla presenta una masa de sonido que molesta.
Pero lo dicho, que nos encontramos acá ante nueve canciones (+ dos introducciones) que apuestan por un thrash veloz y afilado que sostiene sus estructuras sobre marcados teclados. Ocurre desde la partida en cosas como 'Faceless matter' o la excelente 'Static horror' (con una sólida línea melódica y tremendo trabajo de Marco Prij en batería), aunque en la segunda ya comenzamos a percibir esa tendencia a extender las canciones algo artificialmente con momentos atmosféricos (el minuto final), lo cual volverá a aparecer en la sección intermedia de 'The silent call' (una que ya habían publicado en un EP de 2023 pero en una versión más cruda). En el nudo del disco aparecerán cosas mucho más directas como 'Ascending', 'Reign of infinite' (otro de los puntos altos del disco, una verdadera exquisitez de canción) o 'Cryptosphere', así como 'In between realities' es una que destaca por el notable trabajo instrumental. 'Absent present' volverá a bajar los tiempos aunque no resulta demasiado recordable mientras que el cierre instrumental a cargo de 'Coda - Wander into the light' funciona solo como curiosidad porque en lo concreto no es un tema impactante y más bien redunda en una cortina de guitarras que se repite una y otra vez sin demasiada sorpresa.
Uno de los problemas de debutar tan bien como hizo Cryptosis es que de entrada la vara queda muy arriba. Celestial death en ningún caso es un mal disco, sin embargo, deja cierto gusto a poco pues la intención del trío por expandir su sonido no parece haber encontrado demasiados momentos altos. De hecho, cuando mejor suenan es cuando emulan el debut, cuando apuestan por el filo instrumental y el trabajo en velocidad. De todas formas la banda continúa en buen pie y anotándose como un referente dentro del thrash moderno.
¿Canciones? 'Static horror', 'Reign of infinite' y 'In between realities'.
Me ocurrió en 2023, esto de que se me juntaran varios conciertos en días seguidos. En esa ocasión fueron Beck, Pet shop boys y The cure, así como suena, un jueves/viernes/sábado de tremendos eventos. Y bueno, esta vez se me juntaron dos, Suede y Garbage, con la particularidad de ser ambos conciertos en el mismo recinto. Dos tardes seguidas me tocó ir entonces al querido Parque O'higgins con las expectativas a tope y el corazón apretado a disfrutar de dos bandas que si bien vivieron su período de mayor popularidad décadas atrás, jamás yo había podido ver en vivo. Este era un sueño hecho realidad para mi así que para ambos decidí ir a gozar y a darlo todo en cancha.
Yendo a lo de anoche, tras un correcto teloneo de la banda nacional Saiko (con una Denisse Malebrán cantando aún muy cómoda y con buen desplante sobre el escenario) a las 21.15 hrs apareció la reina de la noche: Shirley Manson, con un vestido colorido de tonalidad verde que parecía una especie de homenaje a la madre naturaleza. Y que decir, todo fue locura desde entonces. Muy comunicativa la vocalista durante todo el concierto se cansó de agradecer a Santiago de Chile, mencionando explícitamente a sus amigas chilenas, hablando de su visita en 2019/20 donde pudo conocer el llamado "Estallido social" que se vivió aquellos años, hablando de su fanatismo por Suede o regalando palabras también al movimiento LGTBIQ+, esto acompañada de un desplante importante, moviéndose constantemente de lado a lado en una entrega digna de destacar considerando que hace muy poco la mujer estuvo bastante complicada de salud. Además de Shirley, la banda como era de esperar estuvo sólida, yo estaba cerca de Duke Erikson y fue un placer verlo disfrutar dentro de su sobriedad y elegancia.
En cuanto a la lista de temas y mi análisis nerdito, si bien existió presencia del reciente No gods no masters (2021) esta me pareció de dulce y agraz. Me explico: 'The man who rule the world' fue un punto alto del show y aplaudo el gusto que se dieron tocando un bonus como 'No horses' casi al cerrar el concierto, sin embargo, la pasada por 'Wolves' + 'The creeps' la sentí algo fría. Me parece canciones como la industrial 'Godhead' o la misma 'No gods no masters' habrían sido mejores cartas para aquel disco. Respecto al resto, el fuerte estuvo puesto obviamente en el debut homónimo de 1995 y por supuesto en el glorioso Version 2.0 (1998) pero nuevamente, 'Fix me now' no me pareció un tema adecuado para ir tras la apertura con 'Queer', ahí se necesitaba un tema más fuerte ('Vow' podría haber sido), de hecho, fue con 'Empty' + 'Sex is not the enemy' cuando el show realmente agarró fuerza. Por cierto: simpático eso de anexar 'Personal Jesus' de Depeche mode en el cierre de 'Wicked ways', bonito detalle que el público agradeció con efervescencia.
Fuera de los momentos marcadamente eléctricos en caballos de batalla como 'Stupid girl', 'Only happy when it rains' o la genial 'Cherry lips (go baby go)', la cual dedicó explícitamente a la comunidad LGTBIQ+, verdaderos momentazos se vivieron en aquellos pasajes más atmosféricos de la noche, particularmente en 'Milk' + '#1 crush' y la exquisita 'You look so fine'. Un manjar.
En cuanto a los elementos técnicos extras, como se utilizó el mismo escenario de Suede en la noche anterior, nuevamente no hubieron pantallas laterales aunque si existieron juegos de luces bastante llamativos en cada canción, con colores diferentes que aportaban visualmente al espectáculo. El sonido estuvo bien, algo débil en el primer par de temas pero luego fueron ajustando. En definitiva, un show redondito que dio muestras de una banda sólida en cuanto a lo técnico, una Shirley Manson comunicativa, (muy) cercana y llena de energía.
Antes de cerrar eso si, una reflexión: que lástima los teléfonos. Estuve bastante adelante en la cancha y esa gente no va a gozar, ¡van a grabar! Se entiende evidentemente el que cada cual quiera su recuerdo (yo también grabé algunos para mi, de hecho), pero ¿todo el fuckin' concierto grabando? Si me apuran, lo peor de la noche para mi fue el público. Al menos en cancha. Dividido entre quienes íbamos a entregarnos, saltamos y cantamos, y quienes van exclusivamente a estar en el teléfono. En fin. Son los tiempos que vivimos...
Lo que tocaron...
Apertura solemne:Queer Sección guitarras:Fix me now + Empty + Sex is not the enemy + The man who rule the world + Wicked ways (+ Personal Jesus de Depeche mode) Descanso:The trick is to keep breathing Guitarras again:Blood for puppies + Wolves + The creeps Descanso 2:Cup of coffee Primera sección éxitos:Vow + Special + Stupid girl + Only happy when it rains Descanso 3:Milk + #1 Crush (vaya momentazo con ambas) Segunda sección éxitos:I think I'm paranoid + Cherry lips (Go baby go) + Push it + You look so fine (¡tremenda!) Cierre:No horses (un gustazo que se dieron claramente) + When I grow up (cierre en modo fiesta).
Sonido: 9(en general bastante bien, a excepción del comienzo que fue algo bajo) Interpretación:10(Shirley muy pero muy bien de voz, yendo a todas, y los caballeros unas máquinas) Puesta en escena: 9(simple pero cada uno con su estética. La banda muy sobria, Shirley una loquilla) Complementos: 7(nuevamente lamentable la ausencia de pantallas laterales y la que estaba tras la banda no se aprovechó demasiado. Los juegos de luces si aportaban)
Lista de temas:9 (diverso, con presencia del último disco de la banda PERO, dos o tres temas escogidos en ciertos momentos no funcionan tan bien).
Hay dos Suede, el noventero y el que regresó post 2013. Ambos retratados a la perfección en Brett Anderson, quien comenzó su carrera emulando al Bowie más andrógino para lentamente ir transformándose en el front man que hoy es, un personaje desbordante de energía y que se acerca más bien a un Iggy Pop, un tipo que transmite una vibra incluso cercana al punk en su desplante. Ellos seguro son los primeros en tener claro que parte importante de su público (cercanos a los cuarenta todos, por arriba y por abajo) va a disfrutar de esa primera fase de la banda, de ahí que en su repertorio aparezcan varios de aquellos clásicos que incluso a día de hoy se siguen bailando en la disco, dígase 'Trash', 'The drowners' o 'Beautiful ones', sin embargo, la plena dignidad de Suede se hace sentir en todos aquellos momentos que la banda le dedica a su presente, pues siete de las diecinueve canciones anoche interpretadas en Santiago de Chile pertenecieron a sus tres discos más recientes, de hecho, particularmente el fantástico Autofiction (2022) fue columna vertebral del show.
Llegué temprano ayer, 19.30 hrs para un concierto que comenzaba 21.30. La cancha semi vacía por lo que pude ubicarme bastante adelante, lo cual me permitiría durante la noche el disfrutar de cada gesto de un Brett Andersonentregadísimo a la causa de comienzo a fin y absoluto protagonista de la noche, un encantador de serpientes que no necesita de demasiado más que su desplante escénico para continuar armando la fiesta. Brett es el primero en disfrutar a tope lo que hace y aquello contagia, sin mencionar la cantidad de veces que el vocalista baja hacia el público para enredarse entre sus fans. A sus cincuenta y siete años aquello a donde su voz ya no logra llegar (que los años no pasan en vano) compensa con su entrega. No miento si afirmo que desde mi primera vez con Bruce Dickinson (por allá por 2001, vaya que pasan los años) que no veía a un vocalista entregarse físicamente a un show como lo de anoche.
En cuanto a repertorio, pues lo dicho, que al concierto había que ir con las tareas hechas pues Autofiction fue el álbum que mayor temas concentró en la noche (5) y el resto se compensó principalmente con los tres primeros álbumes de la banda, el homónimo de 1993, Coming up(1994) y Dog man star (1994). Hubo espacio para un tema inédito (¿será la primera vez que la habrán tocado? Lo ignoro) de un disco que Brett anticipó saldrá en septiembre próximo (y que por su sonido al parecer continuará con los aires desatados de Autofiction), un pequeño guiño a los recientes Night thoughts (2016) + The blue hour (2018). Como espinita, me quedé con las ganas de disfrutar de 'Can't get enough' (de 1999, que la estaban tocando durante 2024) y alguna cosita de mi querido Bloodsports, el disco de regreso de 2013. Detalles eso si que no empañan una noche vibrante y física, una verdadera sesión de cardio intenso para quienes estuvimos ahí adelante en cancha.
¿Algo negativo? Si, más que nada relacionado con la productora: la ausencia total de pantallas. Yo no lo lamenté pues estaba ubicado adelante pero para cualquiera en cancha que estuviese de la mitad hacia atrás o que mida menos de 1.70, seguro habrá visto poco y nada del show. Sobre todo en aquellos momentos (que no fueron pocos) donde el vocalista se fue al público. También el sonido me pareció muy bajo en el comienzo, no se si habrá sido por donde yo estaba ubicado o que le habrán subido en medida que avanzó el show, pero las primeras tres o cuatro sonaban bajito...
Lo que tocaron...
Partida:Turn off your brain and yell / Personality disorder / Trash / Animal nitrate / The drowning. Baladas:The last of us (Brett cantándola sentado apoyado en un retorno) / Life is golden (Brett la canta completa entre la gente) / The only way I can love you Rock again:Filmstar / Antidepressants (la nueva) / Saturday night / She still leads on me / Shadow self Baladas again:I don't know how to reach you (tremenda sorpresa, quizás mi momento favorito de la noche) / The wild ones (acústica) Recta final de clásicos: So young / Metal Mickey / Beautiful ones / New generation
Sonido: 8(lo dicho, claro pero algo bajo en el comienzo. Aunque después le subieron mucho, mañana siguiente y todavía estoy con un pitillo en los oídos) Interpretación:10(Brett a otro nivel, y la banda eléctrica e impecable) Puesta en escena:9(pocos recursos extras, muy en la línea de que la música y la entrega hable por si sola) Complementos:6(lo dicho, la ausencia de pantallas laterales. Existía una central, tras la banda, pero que proyectaba imágenes para cada canción)
Lista de temas:10 (diverso y entregándole importancia a lo más reciente de la banda).
"Que veinte años no es nada..." - recitaba el histórico tango. Pero para algunos ha sido una vida completa. Y es que cuanta diferencia se percibe entre aquellos Architects que debutaban mediante Nightmares (2006) y estos que ya va por su álbum número once. Parecen otra banda incluso. De esas búsquedas marcadas por el djent y el progresivo poco queda, eran tiempos donde los ingleses pintaban como una banda en la que creer, y porque no decirlo: una de aquellas que podrían a futuro sostener al género. De algo hay que vivir, sin embargo, y es de suponer que tras sus primeros tres discos alguien les habrá recomendado abrazar un metalcore de manual como propuesta, por lo que a partir de la pasada por The here and now (2012) + Daybreaker (2013) todo cambió. Todo también se volvió (cada vez) menos interesante. Primero mediante una sucesión de discos marcados por un metal de tintes dramáticos pero monótonos hasta decir basta (Lost forever // lost together + All our gods have abandoned us) seguidos de otros que se cargaron hacia elementos más melosos (Holy hell + For those that wish to exist + The classic symptoms of a broken spirit). Y bueno, en lo que respecta a este nuevo disco hay que darles el que han intentado diversificar un tanto la experiencia, sin embargo, todo sigue sintiéndose muy pero muy pre fabricado, con intenciones comerciales demasiado evidentes y que perjudican claramente el nivel del resultado.
De ahí que el disco cuente con las típicas idas y vueltas del género (el tándem estrofas agresivas + coros melódicos) que esta vez han complementado con una que otra cosita que se sale un poco de dicho manual pero esto siempre se manera muy tímida, casi como si estuviesen probando que podría funcionar comercialmente como para ir por ahí en un siguiente trabajo.
Abrirán, por ejemplo, con 'Elegy' + 'Whiplash', dos que apuntan a un sonido agresivo en donde Sam Carter juega con gritos y guturales (algo que dudo sea capaz de reproducir en vivo, digámoslo) para luego matizar con coros ultra melosos, algo que también desarrollarán en la olvidable 'Blackhole'. Esto a diferencia de 'Everything ends' que es pop limpio a secas y por lo mismo suena incluso refrescante al lado de esa impostación de los primeros temas. Por supuesto que el manual indica que luego deben cambiar el tono por lo que meten una ágil y acelerada 'Brain dead', y así, en adelante el álbum irá oscilando entre canciones que insisten sobre tonos adolescentes en 'Landmines' y momentos algo más contagiosos en 'Judgement day', aunque claro, nada que demasiado recordable ni tampoco capaz de sostener al disco a lo largo de los eternos cuarenta minutos que dura.
Le ha pasado a muchos. Cuando durante tanto tiempo dejas de componer en serio y te limitas únicamente a fórmulas, te pierdes, y en el caso de estos ingleses el camino se extravió hace demasiado. Y quienes apunten al fallecimiento de Tom Searle en 2016 como elemento clave en el declive de Architects estaría bueno dejaran de mentirse, que el guitarrista fue participe y protagonista también del giro de la banda. Eso escrito está.
¿Canciones?'Elegy', 'Everything ends' y 'Judgement day'.
Un Gobierno Que NO Escucha...
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*“... y no aprende” *
La nula capacidad de escucha del gobierno de *Sebastián Piñera *quedó
retratada a pocos días de haberse iniciado la crisis que vivim...