"Valiosa pieza arqueológica..."
El debut homónimo de la banda no se anda con medias tintas y entiende perfecto hacia donde desea ir desde un comienzo, cuando la siempre característica pronunciación de Alex Kapranos abra los fuegos con calma en 'Jacqueline' preparando terreno para una banda que entrará con fuerza al minuto de canción metiéndole electricidad al asunto. La producción a cargo del sueco Tore Johansson (que había trabajado con The cardigans en los noventa, entre otros) es simple y poco pulcra, entregándole a las canciones el elemento de suciedad preciso que necesitan, lo cual vuelve a funcionar en 'Tell her tonight' pero alcanza efectivamente cotas incontestables en ese hitazo con características de himno que es 'Take me out', que es rock and roll golpeado y energético dispuesto a tocar la gloria. Maravilla de canción.
El golpe se complementara perfecto en 'The dark of the matineé', con esa batería característica que redobla sin parar y unos riffs tremendamente adictivos, así como con el ritmo bailable que propone 'Auf achse', esta vez con el bajo siendo protagonista. Ciertamente a estas alturas del álbum uno percibe que la partida ya está ganada, que el shot de adrenalina que el disco pretende entregar se consigue por lo que solo queda seguir disfrutando. Ahí, la recta final acelerará a tope en el tridente 'Cheating on you', 'This fire' + 'Darts of pleasure', redundará un tanto en las prescindibles 'Michael' + 'Come on home' (único defecto del disco son estas dos) para cerrar bajando las revoluciones en una curiosa '40'.
Puede que en la simpleza de su propuesta Franz Ferdinand no hayan sabido crecer más allá del sonido de este álbum debut (aunque lo intentaron en 2009 con su tercer disco, pero aquello es otra historia), sin embargo, lo de sus dos primeros trabajos colocando a las guitarra al mando quedará con los años como valiosa pieza arqueológica del que quizás pase a ser el último momento de la historia en que el rock fue popular.
¿Canciones? 'Take me out', 'The dark of the matineé' y 'Auf achse'.