miércoles, 10 de septiembre de 2025

King Gizzard & The Lizard Wizard : Phantom Island (2025)

"Viaje sensorial..."

El concepto de libertad es complicado de abordar en la actualidad. ¿Qué tan libres somos? ¿Tenemos realmente margen de acción y decisión cuando nos encontramos absolutamente sometidos a los vaivenes del mercado en prácticamente todos los sentidos imaginables? Pues bien, si hay una banda que en estos tiempos al menos ha decidido intentarlo, esa es King Gizzard & the lizard wizard. Prueba de esto es la cantidad desbordante de música que han publicado desde sus inicios (veintiún álbumes en diez años), esto siempre bajo la idea de que sus trabajos lleguen al público de una u otra manera, así como la reciente polémica decisión que han tomado y publicado: el retirar todo su catálogo de la plataforma Spotify debido a los 600 millones de dólares que el CEO de esta empresa decidió invertir en la creación de armamento militar mediante inteligencia artificial. En valentía no se quedan por tanto los de Stu Mackenzie, y bueno, su música continúa hablando también de aquello pues en Phantom island volvemos a oírles ansiosos por experimentar y llevar su sonido hacia nuevos lugares, esta vez hacia una arista sinfónicaabrazando una clara vibra setentera y una multiplicidad de arreglos que van desde vientos a cuerdas entregándole al álbum unos aires barrocos bastante singulares (la portada anticipa) en donde el foco principal esta puesto en el viaje sensorial propuesto y no tanto en el gancho individual. 

Siendo claros: si alguien busca guitarras o peso, para eso tiene discos recientes de la banda como Petrodragonic apocalypse... (2023) o Flight b741 (2024), pero esto va por un lado completamente diferente. Esto se aprecia con claridad desde la partida, 'Phantom island' (la canción) entra con un misterioso piano para lentamente ir dando paso a trompetas, flautas y una aparición absolutamente exquisita con la banda en pleno abordando una estructura cambiante con aires funkeros aunque de todas formas regalando un subidón rockero hacia su recta final. Si no es la canción del año, pega en el palo. Queda escrito. En adelante el disco planteará un camino siempre atrevido y cambiante, planteando las guitarras más alegres del disco en 'Deadstick' (que me ha recordado en algo al Paul McCartney de la era Wings), coqueteando con oriente en la genial 'Lonely cosmos', poniendo énfasis en el divertido relato de 'Eternal return' o trayendo a Bowie al presente en 'Aerodynamic'

Por supuesto que en su propuesta el disco siempre rondará el sobrecargo, ahí tienes como ejemplo a 'Spacesick' o toda la recta final, por lo que inevitablemente el trayecto se podría volver pesado para muchos (aún siendo un disco corto, de solo diez temas), pero bueno, es la historia de una banda que con todos sus pros y contras continúa luciendo inagotableEs cierto que salvo en su partida, este Phantom island no parece alcanzar cotas tan brillantes pero vamos, que han vuelto a regalar una propuesta colorida, atrevida y multifacética. 

¿Canciones? 'Phantom island', 'Lonely cosmos' y 'Eternal return'.

7,2 / 10
Muy bueno.


Otras reseñas de King Gizzard & The Lizard Wizard:

sábado, 6 de septiembre de 2025

Deftones: Private Music (2025)

"No se complican..."

Abriré con una provocación: ¿Es Deftones la banda más trascendente (en activo) de los últimos treinta años? Puede ser. Y es que realmente muy pero muy pocos (en el universo del rock) son capaces de reunir hoy las características de esta agrupación: un sonido fresco que aún genera expectativas ante sus lanzamientos y, ojo acá, con llegada en las nuevas generaciones. Por lo mismo, la tentación de enaltecer en exceso cada nuevo álbum de la banda es grande, cuesta mantener los pies sobre la tierra e intentar escribir con objetividad, más aún cuando los de Sacramento es esfuerzan por entregar precisamente lo que sus fans esperan oír en sus álbumes. Se intuirá hacia donde voy: el más reciente disco de Deftones funciona como un conjunto macizo y conciso que reúne varios de los elementos que acabaron por consolidar a la banda durante estos últimos quince años, dígase: peso y emocionalidad en perfecto equilibrio, aunque digámoslo también, con poco y nada de riesgo en cada una de estas canciones. ¿Es esto último un defecto? Para nada. Es natural que una banda luego de tres décadas de carrera y con una discografía prácticamente impoluta opte por fórmulas plenamente conocidas, que decidan volver a trabajar con Nick Raskulinecz (el hombre tras sus dos álbumes de mayor aceptación comercial en estos años, Diamond eyes y Koi no yokan) y junto a él desarrollar una excelente colección de lugares comunes, pero digamos las cosas por su nombre... 

Quisiera reiterar: excelentes lugares comunes, pues este Private music efectivamente no tiene punto bajo. El "problema" (las comillas más intencionadas que nunca) es que tampoco alguno realmente alto y parte de esto tiene que ver con la conformidad que el álbum muestra en materia de arreglos. Me explico, Ohms (2020) también fue un álbum en donde la banda se percibió muy cómoda, sin embargo, canciones como 'Genesis', 'The spell of mathematics' o 'This link is dead' incorporaban alguna vuelta de tuerca que las elevaban notablemente. Bueno, eso acá no ocurre. Sin ir muy lejos, toda la pasada que va desde 'My mind is a mountain' hasta 'cXz' no tiene desperdicio, está el peso, la agresividad ('Souvenir') y melodías atractivas ('Infinite source', vaya maravilla de coro), pero absolutamente ninguna se complica y todas terminan optando por la repetición de estructuras realmente simples. De hecho, el que las canciones ronden todas los tres minutos de duración algo te dice... 

Dentro de esa misma conformidad es que 'I think about you all the time' parece ser el nuevo intento de Deftones por construir una 'Sextape' (esa canción que tan buenos dividendos le dejó a la banda entre la generación Tik Tok), mientras que la pasada por 'Cut hands' + 'Metal dream' aparece como toda una curiosidad al acercarles al sonido rapeado y nu metal de sus inicios noventeros. Se agradece de todas formas el peso de 'Milk of the madonna' (que pinta de gran canción pero nuevamente peca en lo antes mencionado: a los tres minutos se queda sin nada que decir por lo que la banda no encuentra nada más que hacer salvo repetir el coro hasta la saciedad), así como 'Departing the body', que sin ser nada demasiado conmovedor logra cerrar el disco de manera adecuada gracias a sus exquisitas melodías etéreas y abrasivas. 

Lo dicho, Private music es un correcto álbum de Deftones, ni más ni menos. Se plantea nuevamente como un disco de continuidad, tal como ocurrió con Ohms, con la salvedad de que cinco años atrás la sensación fue de estar ante canciones que se explotaron de mejor manera, alcanzando cotas de mayor nivel. Esta vez pareciese se han propuesto conformar a la crítica + fans, y bueno, a juzgar por lo que se lee y escucha, lo han logrado...

¿Canciones? 'Infinite source', 'cXz' y 'Milk of the madonna'. 

6,5 / 10
Cumple y algo más...


miércoles, 3 de septiembre de 2025

Kadavar: I Just Want To Be A Sound (2025)

 "Apertura que funciona..."

Puede que el exceso de álbumes le haya jugado en contra durante la pasada década a Kadavar. Inevitablemente tanto disco similar (y seguido) generó en muchos cierta pérdida de interés, al punto de que grandísimos discos como The isolation tapes (2020) o el posterior Eldovar: A story of darkness & lights (2021) pasaran bastante inadvertidos por el mundo (también hago mi mea culpa, pues ni siquiera los reseñé acá). El caso es que todo esto, sumado a un inevitable agotamiento creativo, seguro acabó por desembocar en una inédito silencio por parte de los alemanes, quienes se han tomado cuatro años para este siguiente paso, sumando en el camino a Jascha Kreft como tecladista/guitarrista estable en la formación y trabajando con su compatriota Max Rieger en producción. El resultado de toda esta aventura se resume en estas diez curiosas canciones, las cuales les alejan bastante de su propuesta habitual optando esta vez por un sonido más luminoso y grandilocuente (la portada ya anticipa) , canciones que en general van en busca de un mayor gancho sacrificando las atmósferas pesadas, densas y psicodélicas que abundaron a lo largo de su discografía.

En efecto y dicho en simple: lo que acá han entregado se acerca más a algo como Kasabian que a Black Sabbath. Así como se lee. Piezas donde el centro siguen siendo las guitarras + teclados pero el fuerte se encuentra puesto en la repetición de coros, esto en la evidente búsqueda de algo más atractivo al oído en una primera escucha. Ahora, que se entienda bien, en ningún caso esto significa el que Kadavar acá suenen vacíos o desechables (¡que grandes canciones acá claro que hay!) pero si es cierto que han sacrificado densidad para abrazar caminos amigables con el oyente casual. 

Yendo a la lista propiamente tal, esta vez quisiera comenzar de atrás hacia adelante. El álbum cierra con los casi seis minutos de 'Until the end', una canción que pienso perfectamente podría haber abierto el disco debido a la dinámica inmersiva que posee, un tema tremendamente interesante que te va sumergiendo de a poco para a medio andar meter un pasaje McCartniano (del 2:56 al 3:30) para luego explotar entre guitarras. El tema es una joya de proporciones (de lo mejor que he oído este año) pero ciertamente poco representativa del conjunto. Por lo mismo, se entiende que cierre. 

Antes el disco habrá entregado dos secciones bastante marcadas, una luminosa y otra más exploratoria. Dentro de lo primero destacará la alegre 'I just want to be a sound' (con una partida que perfectamente podría ser la entrada a un disco de Ghost), así como unas golpeadas y rockeras 'Hysteria' + 'Regeneration'. Más adelante el álbum también se lanzará en picada a las guitarras en 'Scar on my guitar' o 'Truth' (esta muy marcada por un exquisito bajo), sin embargo, serán asuntos más cargados a las atmósferas de calma en 'Sunday mornings', la psicodélica 'Strange thoughts' o la elegante balada 'Star' (¡vaya delicadeza de canción!) las que acabarán marcando la recta final del disco. 

Puede a muchos les extrañe el giro hacia sonidos más amigables que Kadavar han buscado dar con este álbum, sin embargo, dejando los prejuicios de lado, lo que nadie puede negar acá es que grandes canciones hay. En lo personal entiendo la jugada como una salida a tomar aire fresco y un tanteo de terreno. De hecho, la banda por estos días ya ha anticipado un nuevo single y fecha para un álbum (noviembre de este año) y seguro sonará bastante más "tradicional". Es decir, la banda tenía dos trabajos preparados para 2025, este ha sido el aventurero y el otro seguro apostará a la segura. El tiempo dirá si I just want to be a sound quedará registrado como una mera anécdota friki o los alemanes deciden seguir indagando en esta dirección. Como sea, lo que nos han dejado es material digno de toda atención, aunque el mundo no se entere...

¿Canciones? 'I just want to be a sound', 'Star' y 'Until the end'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Kadavar

martes, 2 de septiembre de 2025

He Visto A... Supergrass (28/8/2015)

 "Cardio intenso..."

Pues lo dicho, que he querido dedicar una semana a Supergrass acá en mi querido blog a propósito de que a treinta años de su primer álbum los ingleses (¡al fin!) debutaron en Chile. Con cambio de recinto por cierto. Inicialmente se presentarían en el Teatro Caupolicán pero seguramente por una baja venta de tickets el recinto pasó a ser la Discotheque Blondie, noticia que en lo personal me vino de maravillas. El Teatro Caupolicán me encanta pero en la Blondie vi a Kula Shaker unos años atrás y lo gocé un mundo, es un lugar pequeño donde tienes a los músicos MUY cerca, lo cual vuelve a la experiencia tremendamente especial. Y bueno desde lo musical todos sabíamos a lo que íbamos: eran los treinta años de I should coco por lo que esperábamos el disco prácticamente completo y un show cargado a la dinámica. Y efectivamente así fue...

A las 20.30 aproximadamente entré a la disco y dado lo pequeño del recinto pude ubicarme muy cerca del escenario, segunda o tercera fila. A las 21.10 hrs la banda hizo presencia y que decir, ¡los tenía al lado! Pude ver desde un comienzo los gestos de sobria satisfacción de Gaz Coombes ante un público entregadísimo desde un comienzo y el derroche de energía de un Mick Quinn que se la pasa muy bien con el bajo en su metro cuadrado. 

Yendo a los temas, rápidamente y como era de esperar la banda desenfundó la energética tríada que abre el álbum de 1995: 'I'd like to know' + 'Caught by the fuzz´+ 'Mansize rooster'. Desde entonces la comunión entre la banda y el público fue total, la lista de temas alternó la intensidad metiendo pasadas acústicas mediante 'Late in the day' + 'Mary' + 'She's so loose' (las tres muy coreadas por todos los presentes) o más adelante una simpática 'We're not supposed to' (en donde los músicos alternaron instrumentos y el baterista Danny Goffey pasó adelante a tocar el bajo, algo que también hicieron más adelante en 'Time to go'), mientras que cosas como 'Lose it' o el energético tridente 'Strange ones' (de lo que más se gozó en toda la noche) + 'Sitting up straight' + 'Lenny' le metieron rock y guitarras al asunto. 

A medio show por supuesto que sonó 'Alright', el tema con el que gran parte del recinto sacó el teléfono para grabar (aunque fue prácticamente la única en una noche donde el público se dedicó a cantar y saltar dejando las grabaciones de lado, al menos donde yo estaba), mientras que para la recta final la banda soltó el "modo grandes éxitos", regalándonos una exquisita y bailable 'Moving' sumado a singles muy esperados como 'Richard III' , 'Sun hits the sky' o 'Grace'.

Lo que Supergrass nos entregó el pasado jueves fue una jornada de cardio intenso, noventa minutos de total entrega. La pasamos super bien, que duda cabe. ¿Se habría agradecido algún temita de regalo considerando que era la primera vez que venían? Seguro. 'Going out', por ejemplo, que también fue un single de In it for the money (1997), pero bueno, los tipos tienen sus años y aquello no se puede dejar de lado. Como sea, gran noche vivimos...

Lo que tocaron:

Partida intensa: 'I'd like to know' + 'Caught by the fuzz´+ 'Mansize rooster'. 
Primer quiebre acústico: 'Late in the day' + 'Mary' + 'She's so loose'
Subidón rock: 'Lose it' 
Segundo quiebre acústico: 'We're not supposed to' + 'Time'
Otro subidón rock: 'Alright' + 'Strange ones' + 'Sitting up straight' + 'Lenny'
Tercer quiebre acústico: 'Sofa (of my lethargy)' + 'Time to go' + 'St. Petersburg'
Recta final grandes éxitos: 'Richard III' + 'Moving' + 'Grace' + 'Sun hits the sky' + 'Pumping on your stereo'

Sonido: 8 (un poco bajo, sobre todo al comienzo. Kula Shaker sonó mejor ahí mismo) 
Interpretación: 9 (Obviamente los años hacen lo suyo. Se les nota muy concentrados en hacer bien el trabajo pero al mismo tiempo la banda lo da todo...)
Puesta en escena: 8 (Son tipos sobrios. Gaz fue quien más interactuó acercándose en varios momentos al público)
Complementos: 7 (Poco y nada. Solo un telón detrás. Tampoco hizo falta)
Lista de temas: 8 (Se sabía, I should coco completo + los singles de cada uno de sus discos)

8/10
Conciertazo.

viernes, 29 de agosto de 2025

20 Años De... Supergrass: Road To Rouen (2005)

"Más libres que nunca..."

Para 2005 buena parte de aquellas bandas que dominaron la escena a mediados de los noventas ya no existían, y las que aún quedaban daban sus últimos coletazos. En dicho segundo lote se encontraban Supergrass, quienes tras dos álbumes dinámicos y explosivos como fueron I should coco (1995) + In it for the money (1997) decidieron realizar un curioso giro hacia sonidos más sobrios mediante el homónimo de 1999 y un Life on other planets (2003) que dieron muestras de una banda que había decidido madurar su sonido quizás demasiado pronto. Por lo mismo, los de Gaz Coombes llegaban a mediados de dicha década sin mucho que perder, con plena certeza de que los tiempos habían cambiado y que (ya) no debían intentar convencer a nadie salvo a ellos mismos. Quizás todo esto haya sido lo que les animó a entregar un siguiente álbum tan desatado como este Road to Rouen, nueve canciones que en poco más de media hora les muestra más libres que nunca desarrollando un sonido cargado al acústico y que desprende una vibra absolutamente despreocupada.

En efecto, y como nunca, oímos acá a unos Supergrass que jamás van en busca del hit, y aquello vaya que les hace bien. Para muestra el como abren con 'Tales of endurance, Pt 4, 5 & 6': una intro de cuerdas + piano de dos minutos para que luego entre la banda en pleno desarrollando una atmósfera de total relajo que coquetea con la psicodelia y la constante exploración de atmósferas. Tremenda declaración de intenciones que encontrará complemento más adelante en el nudo del álbum cuando suene la extensa y preciosa 'Roxy', jugando esta vez con una sostenida alza de intensidad que desembocará en una larga sección instrumental tan delicada como notable. Las dos mencionadas son de lo mejor que contiene el disco, sin embargo, los teclados de 'Sad girl' o la delicadeza con que cierran en 'Fin' (vaya belleza de canción) no se quedan atrás en un disco que complementará en total calma con la balada 'St. Petersburg', una juguetona 'Coffee in the pot' y la pasada por 'Road to Rouen' + 'Kick in the teeth',  el único momento en todo el álbum donde las dinámicas se aceleran un poco y el sonido se vuelve algo más eléctrico. 

Mirado a distancia, probablemente sean los dos primeros álbumes de Supergrass aquellos con los que resulta más fácil enganchar, sin embargo, Road to Rouen aparece en su discografía como el álbum definitivo de la banda, aquel donde supieron alejarse del sonido más obvio mostrando una categoría y elegancia muy por sobre la media. El disco evidentemente nació destinado a morir en medio de la incomprensión, y por lo mismo merece que no le olvidemos... 

¿Canciones? 'Tales of endurance, Pt 4, 5 & 6', 'Roxy' y 'Fin'.

miércoles, 27 de agosto de 2025

30 Años De... Supergrass: I Should Coco (1995)

Contexto: Esta semana (de hecho, mañana) se presentan Supergrass en Chile. Y si, a treinta años de su explosivo debut, la banda POR PRIMERA VEZ toca terreno nacional. Más vale tarde que nunca, y por lo mismo quisiera dedicarles una pasada por un par de sus discos. Allá vamos...

"Juventud, divino tesoro..." 

Eclipsados ante el descaro y carisma de Oasis + Blur, la elegancia de Pulp y el glamour de Suede, lo de Supergrass mirado a distancia acabó relegado a un plano secundario, al punto de ser incluso recordados por muchos como una especie de "one hit wonder" debido a la repercusión de el single 'Alright'. Corresponde por tanto aportar un granito de justicia a propósito de los treinta años que cumple el debut de la banda: I should coco, un debut jovial, energético y repleto de canciones que tomaban como referencia al rock británico sesentero, digamos, diez años antes de que The strokes o Arctic monkeys protagonizaran el revival definitivo de aquel sonido.

Por sobre todo, el primer álbum de Supergrass fue un conjunto marcado por el dinamismo de sus canciones, con una lista cargada hacia las guitarras y una actitud casi quinceañera que derrochaba juventud en el sonido. De aquello van canciones realmente divertidas como 'I'd like to know' (¿qué más juguetón que ese "la la la la la la !! " que aparece en cada estrofa?), jugando con el concepto de la diferencia ("Quisiera saber adonde todos los extraños van...") en voz de un Gaz Coombes característico y especial desde ya, seguida de 'Caught by the fuzz' y 'Mansize rooster', todos temas bastante inquietos que declaran de inmediato intenciones pero que también se enmarcan dentro de un sonido que será constante a lo largo del álbum. En la misma línea funcionarán 'Lose it', 'Lenny' o 'Strange ones' (absolutamente adictiva esta con su estructura cambiante), siendo el single 'Alright' la única en toda la Cara A que cambia el tono al ser una canción que centra su poderío en el trabajo de piano + bajo (y no en las capas de guitarras) sumado a una interpretación absolutamente feliz, contagiosa hasta decir basta.

Y acá me quiero detener pues el fenómeno de 'Alright' es un caso curioso. La canción acabó por significar el mayor éxito comercial en la carrera de Supergrass (si es que no el único), sin embargo, el tema no posee la vibra del álbum ni tampoco suena como el resto. Y es que la producción de I should coco es bastante sucia (en lo personal no me agrada como lo dejaron) mientras que 'Alright' es limpia y pulcra, casi como un mundo aparte. De todas formas el single viene bien en la lista porque efectivamente regala un paréntesis hasta cierto punto necesario, esto dado que en su segunda parte el álbum insistirá en el trabajo de guitarras en canciones como 'Sitting up straight', solamente escapando de la norma en el excelente acústico 'She's so loose' o una divertida 'We're not supposed to', donde se ríen de todo filtrando sus voces sonando en modo helio. 

Hacia la recta final la banda acabará rellenando la duración (algo que le ocurrió prácticamente a todos en los noventas) con un medio tiempo bastante corriente y simplón como 'Time', una jugada algo más psicodélica en 'Sofa (of my lethargy)' y la balada 'Time to go', dejando una lista que claramente luce algo desbalanceada, con una primera mitad incontestable y una segunda que va de más a menos. Detalles eso si para un álbum en general sólido y cuyo fuerte reside en la actitud jovial que derrocha. Un tremendo debut de altura para una banda injustamente sub valorada. 

¿Canciones? 'I'd like to know', 'Alright' y 'Strange ones'.

7,8/10
¡Muy bueno!

sábado, 23 de agosto de 2025

Fallujah: Xenotaph (2025)

"(Demasiado) fríamente calculado..."

Una década ha transcurrido ya desde aquel notable The fresh prevails (2014), disco con el que Fallujah se consagraron como una potente realidad dentro de la escena death progresiva. En adelante, sin embargo, algo comenzó a fallar. La vara quedó bastante arriba por lo que no era fácil el tener claro como continuar, a lo cual se le sumó una constante rotatoria de miembros al interior de la banda. Y si bien el posterior Dreamless (2016) estuvo bien como un álbum de continuidad, el siguiente Undyng light (2019) si que representó un claro bajón de calidad, además de marcar el debut y despedida de Antonio Palermo como vocalista (quien había reemplazado a Alex Hofmann en 2017). Caía de cajón por tanto que en el siguiente Empyrean (2022) la banda intentaría recuperar terreno "yendo a la segura" y bueno, había que ver si en este Xenotaph lograban definitivamente re encausar el camino, ya con el guitarrista Scott Carstairs como único miembro fundador y Kyle Schaefer estable a cargo de las voces.

El resultado de todas estas idas y vueltas se resume en estas ocho canciones que en cuarenta minutos desatan un sonido marcadísimo por los aspectos técnicos, con un trabajo en velocidad excepcional tanto de batería como guitarras, además de un trabajo vocal tremendamente versátil que juega constantemente con el contraste voz gutural/voz limpia. En dicho sentido este Xenotaph no decepcionará a quienes buscan un metal agresivo, ágil y de precisión quirúrgica, sin embargo, inevitablemente se volverá monótono para un auditor que busque en la música algo más que un constante desplante técnico. 

Sin ir demasiado lejos, en la partida del álbum cuesta identificar cuando termina 'In stars we drown' y comienza 'Kaleidoscopic waves', dos que en realidad parecen ser una sola pieza de siete minutos entre parones constantes y aceleraciones. Esta tendencia a será regla a lo largo de todo el disco, momentos marcadamente técnicos que contrastan con bajadas bruscas que entregan algún respiro, además de algún momento marcadamente melódico. Destacará ahí en la lista lo que hacen en 'Labyrinth of stone' cargándose a un death más clásico y regalando por primera vez un coro reconocible, sin embargo, en los más de seis minutos de 'Step through the portal and breathe' evidencian donde falla la fórmula: suben, bajan, aceleran y se detienen constantemente pero todo suena tan mecánico, tan fríamente calculado, que jamás te emocionas, nunca conectas. No hay acá un trabajo con la intensidad ni explosiones que conmuevan, nada, todo es lucimiento técnico y estructuras en donde siempre está pasando lo mismo, ya sea en el minuto inicial o el final de la canción. 

De hecho, hay que avanzar bastante en el álbum y llegar a la recta final para encontrar los primeros momentos emocionalmente atractivos en este, los cuales llegan curiosamente en el tema más breve de todos, 'A parasit dream' (exquisito su cierre instrumental entre murallones de guitarras), así como en el cierre mismo con 'Xenotaph' (la canción) también encontramos un pasaje que funciona. Todo lo demás en el álbum está muy bien desde la ejecución, con un sonido efectivamente avasallador pero que lamentablemente se queda atrapado únicamente ahí. 

¿Canciones? 'A parasit dream' y 'Xenotaph'. 

6,9/10
(Muy) bueno.