A dos meses de su publicación me lanzo con uno de los álbumes más interesantes de este 2011 y que bastante ha dado que hablar. Para muchos uno de los mejores del año, una maravilla, para otros un experimento completamente olvidable. Me refiero al más reciente y décimo trabajo del quinteto sueco Opeth. Quienes lo critican apuntan al cambio de estilo, a que la influencia de Steven Wilson se hace sentir demasiado logrando que el álbum "no suene a Opeth", a que esto "ya no es metal" o que el disco tiene poco de original ya que solo mezcla una serie de sonidos progresivos de los años setentas. Quienes lo valoran, sin embargo, lo hacen por su riqueza instrumental y por la osadía que muestra una banda por romper sus propios límites.
Lo cierto es que la banda liderada por Mikael Akerfeldt nos ha entregado un álbum que efectivamente se aleja muchísimo del sonido clásico de la banda. Probablemente ciertos pasajes del anterior Watershed (2008) insinuaban un tanto el camino que acá con Heritage han explotado pero creo que nadie en su sano juicio habría apostado con seguridad por la ruptura total que la banda ha establecido con el death progresivo y sus variantes. ¿Es esto negativo? En lo personal me parece que si un disco funciona da realmente lo mismo el estilo que este aborde y acá el asunto anda bien desde lo musical en gran parte de los cincuenta y cinco minutos que lo componen, aunque ciertamente tampoco da para enloquecer con el giro. Simplemente ubicarse en un punto medio abrazando la aceptación y la expectativa a futuro.
La partida del álbum cargo del contundente tridente compuesto por " The devil's orchard' + 'I feel the dark' + 'Slither' te habla de inmediato de un disco cuidadosamente pensado, de arreglos que cambian todo el tiempo y que claramente pretenden llevar el sonido de Opeth a una nueva estación. También eso si de una producción que contiene demasiado el sonido, algo que de inmediato se anota como un "pero" en el álbum, que con otra mezcla quizás habría lucido mejor, algo más explosivo. En materia de arreglos, tanto en términos de guitarras como vocales, son limpios por lo que de entrada el álbum se aleja por completo del metal y la estridencia. Resulta evidente que a eso apuntaba la producción, pero creo a Mikael se le fue la mano.
Más adelante el álbum se moverá entre tiempos más lentos y exploratorios, con introducciones extensas y juegos estructurales en 'Nepenthe' o 'Häxprocess', momentos en donde el disco abandona por completo la efectividad y más bien se centra en la búsqueda de un sonido. Por lo mismo, el nudo del álbum representará seguro un cambio y fuera para muchos, pues el trabajo llegando a 'Famine' se da una cantidad de vueltas dispuestas a marear a cualquiera, con un serio trabajo de percusiones, pianos, flautas y momentos bastante desnudos en términos de arreglos, la falta de fuerza, sin embargo, provoca que llegando el auditor llegue muy agotado al cierre, lo cual nunca es bueno.
No sabemos si Heritage representará un paréntesis creativo en la carrera de Opeth o definitivamente el primer paso dentro de una nueva etapa de la banda, aunque tal parece que el asunto está más cerca de esta última opción. Sea como sea, la carrera de la banda necesitaba un cambio, aire fresco que entregase oxígeno a su discografía. Desde ahí se agradece la actitud y música que Mikael se ha esforzado en entregar, sin embargo, verdad sea dicha: en su propia búsqueda el álbum tiende a extraviarse, dejándonos un buen disco aunque por sobre todo curioso. Habrá que ver si a futuro logra afinar puntería.
¿Canciones? 'The devil's orchard' y 'I feel the dark'
6,8 / 10
Cumple y algo más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario