jueves, 11 de junio de 2020

20 Años De... Iron Maiden : Brave New World (2000)

"Reencuentro histórico..."

Hay momentos especiales en la vida, y escribir respecto a este álbum vaya que en lo personal lo es... ¡Vamos allá!

Diferencias creativas terminaron por distanciar a Bruce Dickinson de Iron maiden en 1993, lo cual durante aquella década derivó en la construcción de caminos paralelos por parte de ambos lados. En aquella ruta claramente el vocalista acabó mejor parado al haber sido capaz de desarrollar una carrera que fue de menos a más y que incluyó desde álbumes exploratorios algo incomprendidos (Skunkworks, 1996) hasta otros de corte más clásico y que generaron excelentes resultados (Accident of birth, 1997 o The chemical wedding, 1998). Mientras tanto Iron maiden, con un cuestionado y poco aceptado Blaze Bayley en voces, publicó The X factor (1995) y Virtual XI (1998), dos álbumes con tintes progresivos que mirados a la luz del tiempo han dejado la sensación de que con Bruce al frente habrían funcionado mejor en todo sentido. De esta forma el fin de siglo planteaba la siguiente disonancia: Bruce Dickinson se encontraba en un excelente momento creativo pero no contaba con arrastre suficiente como para llenar grandes estadios, por su parte Iron maiden contaba con un nombre y prestigio pero en materia artística había perdido varios cuerpos durante los últimos años (más aún si consideramos el confuso contexto que vivía el heavy metal en aquellos años, un género de capa caída claramente). Ambas partes se necesitaban, lo cual acabó provocando un acercamiento entre Steve Harris y Bruce, más posterior acuerdo donde el vocalista exigía mayor participación en materia de composición musical además de regresar a la banda junto a Adrian Smith, su compañero en guitarras durante los últimos años y quien también había abandonado a Iron maiden años atrás (en 1990 para ser más exactos).  

De esta forma, la re incorporación de Bruce Dickinson + Adrian Smith se hizo efectiva en 1999 mediante una gira de "grandes éxitos" en donde la banda  (ahora convertida en un sexteto, con tres guitarristas) durante tres meses recorrió EEUU y Europa calentando motores con su nueva formación. 


Tras esto, rapidamente Steve Harris (amo y señor en Iron maiden, se sabe) decidió partir al estudio a grabar el que sería el duodécimo álbum de la banda: Brave new world, diez canciones que en sesenta y seis minutos resumen de manera fantástica todo el intenso proceso anteriormente mencionado. Para esta labor contrató a Kevin Shirley en producción, todo un acierto ya que este no solo fue capaz de exponer todo el potencial sonoro de esta nueva formación (solo por mencionar un punto: ¡que maravilla como suena la batería en este disco!) sino que además generó un producto que luce tremendamente maduro pese al poco tiempo en que se trabajó. Un dato: el álbum se grabó con todos los integrantes tocando juntos en el estudio, de ahí la consistencia del sonido. Todo mérito de un Shirley que no por nada acompañó a la banda en cada uno de sus posteriores trabajos.

En este sentido, todas las canciones que componen Brave new world suenan impecables y trabajadas al detalle, sin ripios ni aspectos que reprochar. Los recursos instrumentales están aprovechados al máximo y la voz de Bruce Dickinson, quizás ya no tan agresiva como una década atrás, transmite calidez y soltura en cada interpretación. En materia creativa, dado que el vocalista se venía apenas re incorporando, el álbum esta compuesto por canciones que provenían de la era Blaze, y que traían la épica de dicho período, como también otras en donde Bruce Dickinson participó en la composición. De esta forma, Brave new world equilibra piezas muy directas que apuntan a la médula heavy metal como 'The wicker man', 'The mercenary' o 'The fallen angel' con otras que extienden un poco más las estructuras para entregar mayor protagonismo a los juegos de guitarras, como 'Ghost of the navigator', 'Brave new world' u 'Out of the silent planet'.



Otra sección del disco estará cargada a la emocionalidad, ahí 'Blood blothers' y 'Dream of mirrors' (ambas vienen de la era Virtual XI y responden al patrón de canciones como la mítica 'The clansman') aportaran una sensibilidad necesaria en el trabajo, mientras que en una arista más progresiva (y que la banda intentaría desarrollar con mayor énfasis años más tarde en trabajos como A matter of life and death) sonarán las enormes 'Nomad' o 'The thin line between love and hate', dos canciones colosales que se extienden casi por diez minutos cada una.

A Brave new world se le podrá criticar el que no aportó demasiados elementos sorpresivos o novedosos al sonido tradicional de la banda (años después Iron maiden intentaría re inventar su rueda en el mencionado A matter of life and death o en el reciente The book of souls), sin embargo, cabe mencionar que sea como sea, nunca los ingleses volvieron a sonar en este nivel de equilibrio y contundencia. Finalmente el álbum quedará grabado en la historia con letras doradas como el fantástico reencuentro de Bruce Dickinson con unos Iron maiden dispuestos a seguir abriendo caminos.

8,5 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Iron Maiden:
2015: The book of souls
2010: The final frontier

1 comentario:

  1. suenan poderosos mas en el primer video... y no tan heavys cosa que prefiero

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