"Boys just want to have fun..."
2019: Easter is cancelled
CREO QUE LA VIDA NO ES MÁS QUE UN CRUCE DE MÚLTIPLES VARIABLES. SIN EMBARGO, FRENTE A DICHA ALEATORIEDAD, LOS SERES HUMANOS TENEMOS EL PODER CADA DÍA DE CREAR O DESTRUIR. DE ENTREGAR O RETENER.Y ESTE SITIO ESTÁ DEDICADO A TODOS QUIENES HAN OPTADO POR CREAR, SEA DONDE SEA...
"Boys just want to have fun..."
"Poco inspirado..."
En dicho sentido, si algo no se le puede criticar a este conjunto de canciones es su franqueza, un álbum que desde un comienzo declara intenciones mediante un instrumental (el primero de los tres que sonarán) como 'Open your heart or dying trying', donde se nota la mano atmosférica de Daniel Lanois en producción, seguido de una sentida 'Pink elephant' (la canción), abriendo un disco que no teme moverse en terrenos lúgubres y se aleja por completo de la energía o el pop de álbumes anteriores. Y si bien la partida no está nada mal, un problema con que cuenta el disco es la falta de remate, sin ir muy lejos, las canciones que suenan a continuación lucen apagadas y repetitivas, ocurre en 'Year of the snake' y 'Circle of trust', las cuales dan vueltas y vueltas para acabar siendo mero tedio, así como 'Alien nation' (ni Regine Chassagne salva los muebles en esta ocasión) o 'Ride or die' parecen meras jugarretas de estudio. Será recién entrando a la recta final cuando 'I love her shadow' entregue algo de la vibra melódica y bailable típica de la banda (de hecho emula con cercanía el teclado de 'Everything now') pero aún así luce sin fuerza, sobre todo desde lo vocal (¡qué abajo se le oye a Win Buttler a lo largo del disco!) mientras que la acústica 'Stuck in my head' regala un cierre golpeado pero en ningún caso emotivo.
Puede que este sea un disco necesario para Arcade fire, la entrega de un trabajo visceral carente de inspiración que les permita hacer de puente para algo mejor, aquello el tiempo lo dirá. En lo práctico, no encontramos fuerza ni frescura en este conjunto de canciones muy difíciles de seguir y rescatar.
¿Canciones? 'Open your heart or dying trying' + 'Pink elephant'.
"El chiste de pronto ha perdido la gracia.."
Nos encontramos así con un plato diverso como de costumbre, diez canciones que concentran lo mejor de si en su comienzo, trayendo de regreso con 'Look to windward' esas atmósferas de calma que a medio camino explotarán para luego ir metiendo momentos electrónicos, rapeos y vueltas a la tranquilidad con un piano. Misma jugada que pretenden en 'Emergence', esta vez con la particularidad de ese cierre a lo Kenny G con un saxofón que sinceramente no se entiende que pinta acá más allá de la cursilería del recurso (que no se mal entienda: no tengo nada contra el saxofón, me encanta de hecho, pero usarlo solamente para aparentar una supuesta "apertura" si me parece un desperdicio). Dicho lo anterior, los temas no están mal pero verdad sea dicha: se les ve el plumero a distancia. Primero porque esta idea de canción ya está bastante quemada por la banda y segundo porque los momentos explosivos lucen impostados y predecibles a esta alturas. Otro ejemplo de lo mismo es 'Caramel', que en sus primeros minutos está bastante bien trazando líneas melódicas y rapeos sobre un beat reguetonero, además de una lírica que instala una sentida reflexión respecto a la fama ("Este escenario es una prisión / Una hermosa pesadilla..."), pero nuevamente lo mismo: ¿Qué pretenden con ese minuto final estridente, gritón y cargado al metal? ¿Demostrar que aún siguen coqueteando con el metal? ¿Para qué? Lo único que logran es generar una mixtura forzadísima y absolutamente innecesaria.
Por lo mismo, lo mejorcito del disco lo encontramos en los tres minutos de 'Past self'. Un tema sencillo, versos sobre electrónica, un coro y ya. Algo directo, que no se esfuerza innecesariamente en sonar rebuscado. Lo mismo con 'Even in arcadia' (la canción), que introduce una agradable melodía sobre un piano y posteriores teclados, además de un violín que (esta vez si) justifica su inclusión pues conecta con la atmósfera que el tema traía. Ahora, con esta el disco se termina pues la recta final, las cuatro finales son tedio absoluto. La demostración de lo inicialmente escrito: que estas son las sobras de discos anteriores. 'Provider' y 'Damocles' (azúcar a cucharadas) son diez minutos aburridísimos, en 'Gethsemane' se disfrazan de Coldplay con peso mientras que 'Infinite baths' vuelve a desarrollar la estructura de los temas que abrían el disco, ese comienzo en calma que luego desata explosiones. Más de lo mismo.
Even in arcadia paga el costo de llegar demasiado pronto y huele a paso atrás. No se trata de que sean o no una banda de metal, el punto es que el disco no funciona ni como álbum de pop. De vanguardia ni hablemos. Juega a ser algo osado pero no es más que un constante refrito de un montón de ideas muchísimo mejor trabajadas por otros (vayan a darle play al último disco de Zeal & Ardor, por ejemplo) e incluso por ellos mismos en discos anteriores. Una simplificación en extremo de recursos que lucen agotados, como un chiste que de pronto ha perdido la gracia...
¿Canciones? 'Past self', 'Even in arcadia' y 'Caramel'.
"Oscuro, feroz y dramático..."
"Crudeza y pureza a la vez..."
Por sobre todas las cosas, si algo me ha transmitido este I. Ancestral es la desfachatez que proporciona la juventud, el descaro de quien nada tiene que perder. Esto se aprecia con claridad bastante avanzado el disco, cuando suenan cosas como 'Wailing blood' o la dinámica 'Whispering hand' (el momento más luminoso y contagioso en todo el disco claramente), pasajes que me recuerdan ese post punketa de los primeros Cloud nothings (esos de 2012, era Attack on memory), son momentos en donde el trío derrocha energía pero también crudeza. El tema y lo interesante acá es que la banda embalsama ese sonido desenfadado y visceral con una serie de influencias bastante más oscuras y que les acercan al metal. Un ejemplo claro de lo que menciono es 'The north passage', cinco minutos en donde Kazea muestran credenciales abordando un sonido tétrico que incorpora guturales en sus coros pero donde jamás abandonan esa idea melódica de la canción, solo la empapan de oscuridad.
Por lo mismo, el álbum habrá abierto media hora antes con notable elegancia recitando un pasaje de Bodas de sangre de Federico García Lorca para bruscamente entregarse al peso del post rock en los doce minutos que construyen 'Pale city skin' + 'Trenches', esta última eso si mostrando los primeros gestos amigables al entregar un coro bastante reconocible e incluso contagioso. En el nudo del disco habrán pasado por una lúgubre 'A strange burial' y acabarán el álbum de manera emocional en la espectacular 'Seamlessly woven', siete minutos en donde abrazan una atmósfera marcadamente sentimental.
Solo se vive una vez. Los primeros discos de una banda llegan para mostrarnos algo que jamás volveremos a percibir de la misma forma. Por lo mismo, queda en nosotros el gozar de comienzo a fin un álbum como este, que es crudeza y pureza a la vez. Habrá que ver hacia donde disparan estos suecos, si logran sostener el nivel o incluso disparar hacia latitudes que les hagan crecer (o lo contrario), sin embargo, lo que nadie jamás borrará es la belleza de este I. Ancestral, un debutazo de altísimo nivel. Aunque el mundo no se entere...
¿Canciones? 'Trenches', 'Wailing blood' y 'Seamlessly woven'.
"Vanguardia imprescindible..."
Nos entregan así nueve canciones (que en realidad son siete + dos piezas breves de menos de un minuto) que se enmarcan dentro de lo más "accesible" que hayan compuesto en su carrera aunque no por esto perdiendo un ápice de identidad, es decir, volveremos a encontrar acá esa mixtura que entre una violenta oscuridad y el caos interpretativo, aunque esta vez complementada con momentos ligeramente melódicos y pasajes incluso emocionantes. Esto enmarcado además en una narrativa singular, pues la música de Imperial triumphant debe sonar podrida porque habla de una sociedad oscura, decadente y podrida por dentro, generando así un nexo coherente entre lo musical y el mensaje.
Ahora, si un "defecto" se le podía achacar al anterior Spirit of ecstasy (2022) es que por momentos este se volvía pesado. Demasiado inaccesible. Y eso acá en Goldstar ha sido corregido, lo cual se aprecia a la perfección en una canción fantástica como 'Lexington delirium' (una vez más, con participación en dos líneas vocales de su fiel amigo Tomas Haake, baterista de Meshuggah), que debe ser lo más parecido a un single que han publicado hasta ahora, un tema que baja un tanto las revoluciones para centrarse en las lúgubres atmósferas que construye y donde hasta casi como que se distingue un coro (cuenta con un videazo además). Antes y después de esta la banda habrá desenfundado eso si su arista más agresiva, yendo directo al death y machaque constante mediante 'Eye of mars', luego con una curiosa 'Gomorrah nouveaux', donde complementarán el sonido con tambores y ritmos africanos, algo que volverán a desarrollar casi finalizando el disco en la curiosa 'Pleasuredome' (esta vez con participación en batería de otro mítico como Dave Lombardo), así como también apuntando a la histeria en los cuarenta segundos de 'NewYorkCity' junto a Yoshiko Ohara en voces.
Ahora, pese a que todo lo anterior funciona, se distinguirán a lo largo del disco algunos momentos particularmente altos, como el sonido podridísimo que entrega 'Rot moderne', el derroche de intensidad en la espectacular 'Hotel Sphinx', que es donde mejor trabajan la disonancia a lo largo del álbum mientras emulan de manera genial la obra del compositor clásico alemán Händel ("III. Sarabande, HWV 437", para quien le interese saberlo), y ese cierre maravilloso a cargo de 'Industry of misery', siete minutos realmente brillantes que realizan en toda su recta final un guiño precioso y emocionante al 'I want you (she's so heavy)' de The beatles.
Cada vez que Imperial triumphant lanza un álbum la sensación es la de estar ante lo mejor que han hecho. Eso hasta que llega el siguiente. Goldstar no ha sido la excepción, un disco que trae de regreso la propuesta caótica del trío, con la salvedad de que esta vez han matizado ese aparente desorden tan característico con ciertos riffs o estructuras reconocibles. El resultado es un álbum fascinante de comienzo a fin aunque también muy diverso, un disco perfecto que consolida a la banda como la verdadera joya moderna que son. Benditos sean...
¿Canciones? 'Lexington delirium', 'Hotel Sphinx' y 'Industry of misery'.
"Poco inspirado y repetitivo..."
De esta forma, nos encontraremos acá una y otra vez con una fórmula bastante cliché dentro del género, dígase: tres minutos de estrofas aceleradas seguidas de coros melosos. Lo encontraremos en la partida a cargo de 'Atomic revelations' + 'Unbound' (bastante efectiva esta, que eso no se lo podemos negar al buen Rob), y más adelante en cosas definitivamente descaradamente melódicas (y repetitivas), como toda la pasada por 'Outsider', 'Not long for this world' y 'The scars won't define us' (muy artificial esta última, todo sea dicho). La segunda parte insistirá en las mismas teclas, incluso volviendo pesado un disco de tan solo diez canciones (+ dos interludios), ninguna de ellas particularmente compleja.
Unatoned no es un desastre de disco pero si uno poco inspirado, repetitivo y obvio. Considerando el que no venían mal desde Of kingdom and crown (2022), el álbum no puede si no representar otro bajón en la carrera de Machine head. Y ya van...
"Diversidad que escapa de lo obvio..."
En dicho sentido, lo más tradicional que oiremos en todo el disco será la partida a cargo de 'Something to pierce', la cual da muestras de la arista más veloz, directa y agresiva de Sadist. Esto pues rápidamente la banda se lanza hacia sonidos muchísimo más sabrosos, como ocurre en 'Deprived' con ese ya mencionado interesante trabajo de percusiones (donde pareciera suenan unos bongós, algo que más adelante volveremos a oír tanto en 'The best part is the brain' casi cerrando el álbum). En adelante continuarán matizando el metal más duro realizando pausas acústicas en 'No feast for flies' o derechamente jugando a placer con las estructuras en 'Kill devour dissect' (donde se acercan a esas cositas que realizan unos Cradle of filth, por ejemplo) o la excelente 'The sun god'. De igual forma en 'Nove strade' se pasan al sonido tribal mientras que cierran el disco de manera elegante con el instrumental 'Respirium', recurriendo en esta a esas atmósferas de suspenso tan clásicas del sonido de la banda.
En medida que el disco avance identificaremos como el proyecto del genial Tommy Talamanca se esfuerza por equilibrar el peso del sonido (acá hay death metal por montón, de eso que no quede duda) con pausas o giros que incorporan una serie de momentos instrumentalmente ricos, lo cual acaba por distinguirle respecto a otras bandas de death progresivo. Something to pierce se enmarca por tanto como una muestra del presente de una banda que se niega a bajar el nivel y sigue mostrándose en plena forma. Aunque el mundo no se entere...
¿Canciones? 'Deprived', 'The sun god' y 'The best part is the brain' .
"Estandarizados..."
Sin ir muy lejos, la partida a cargo de 'Hope terminator' es de lo poco en el disco donde notamos que la banda intenta no caer en la monotonía cortando los tiempos durante el trayecto, dando muestras de un sonido afilado que desarrolla una notable técnica en velocidad de precisión quirúrgica pero que va sorprendiéndote con sus giros. Esto a diferencia de absolutamente todo lo que suena a continuación, pues desde 'Condemnesia' en adelante, salvo el curioso instrumental acústico 'Deadzone desert', todo el resto acelerará a fondo entregando un sonido potentísimo, lleno de ira pero que sinceramente les acerca más a un Cannibal corpse (aún más técnico, claro) que a un Archspire (evidentes referentes actuales cuando hablamos de técnica y brutalidad dentro de la música extrema), lo cual no es malo per se pero si creo les estandariza. ¿Qué hay buenas canciones? ¡Por supuesto que si! La brutalidad de 'Behind armored doors', por ejemplo, es un verdadero palazo al cerebro, mientras que si hablamos de momentos emocionales, ese solo final que integran de manera notable en 'Eventless horizon' se anota como uno de los momentazos del disco. Sin embargo, la masa que la banda propone es tan similar canción tras canción que inevitablemente el disco en medida que avanza se termina perdiendo en si mismo.
Dicho lo anterior, la duración del trabajo también es criticable pues si vas a entregar un disco tan monocorde donde cada canción apunta hacia donde mismo, ¿Cuál es el sentido de llegar casi a los cincuenta minutos de música? Entiendo que es el primer álbum que lanzan en cinco años pero trabajos así de lineales deben durar media hora y ya, el shot de vorágine debe ser eso, corto y rápido. El tequila no se degusta lentamente.
Biographyte en ningún caso es un mal disco, por favor, que músicos de este calibre son incapaces de componer algo pésimo. Acá todos los ingredientes que caracterizan el brutal death metal están presentes, sin embargo, falta el más importante de todos: la frescura. En dicho sentido, las comparaciones son odiosas pero retomar el sonido podrido que exudaba aquel ya lejano Plutonium heaven (2011) no les vendría mal...
¿Canciones? 'Hope terminator', 'Behind armored doors' y 'Eventless horizon'.
"Menos death, más progresivo ..."
Y si bien desde un comienzo advertimos peso en algo como 'The void above', rápidamente identificamos el como la banda decide ir diversificando la estructura del tema incorporando pasajes limpios y calmos los cuales se irán intercalando con aceleraciones, el problema, sin embargo, es la ausencia de momentos realmente emocionales, lo cual se mantendrá como tendencia a lo largo de todo el disco. Por lo mismo, canciones como 'The great filter' o 'Causality's grip' acaban sonando planas y genéricas siendo recién 'The seed of singularity' el primer tema que con sus coros marcados pareciese atrapar un poco (solo un poco) más.
En dicho camino, es una canción como 'The equation of abundance' acaba por desnudar por completo el problema del disco: en ella tenemos tres minutos iniciales realmente aburridos que se interrumpen con un pasaje más cargado al death, que es precisamente cuando mejor se siente a la banda, lo mismo con 'Specific obsolence' o 'Dissecting the real', también temas que insisten en secciones limpias y sesudas que se cortan con pasajes guturales, nuevamente siendo estos los más disfrutables.
En definitiva, en esos pocos momentos donde The great filters muestra destellos de esos Fractal universe más desquiciados es cuando más atractivo suena, sin embargo, gran parte del trámite lamentablemente abraza más bien el rock progresivo sin jamás generar algo especialmente llamativo. No es un mal disco pero si un bajón respecto a como venían...
¿Canciones? 'The equation of abundance'.
"Manteniéndose activos..."
Para muestra está la primera mitad del álbum, abriendo con algo como 'The shadow elite' que si bien muestra los dientes con su agresividad, no deja de ser una canción de metal popero centrada en la repetición de su coro, algo que se corrobora además con las jugarretas teatrales de 'The shit ov god' + 'Lvciferaeon', singles evidentes del disco y que funcionan como ejes centrales del álbum (por algo también son las únicas tres que están interpretando en vivo en sus conciertos de 2025). Ahora, como la banda tiende a buscar el equilibrio, complementará estas pasadas con cosas más oscuras en 'Sowing salt', 'To drown the svn in wine' o Nomen barbarvm', las cuales les acercan a su etapa dosmilera y con ello cumplen su objetivo.
Ya en la recta final acabarán con las dos piezas más interesantes de todas, primero la bajada de revoluciones de 'O Venvs, come!' (buscando la épica en modo The satanist claramente) y una densa 'Avgvr (the dread vvlture)', correcto cierre para un trabajo breve que entrega pinceladas de acá y allá con el claro fin de complacer a todo el mundo.
La popularidad tiende a venir de la mano con la necesidad de mantenerse publicando discos con el único fin de sostener la máquina en marcha. Y bueno, Behemoth desde hace una década al menos pareciese encontrarse ahí, manteniéndose activos más que nada.
¿Canciones? 'Sowing salt' y 'O Venvs, come!'.
"El auto homenaje de turno..."
De que lo hacen bien, no cabe duda, y quienes den play acá buscando aceleración a fondo y el desarrollo de la técnica en velocidad la encontrarán en toda la primera parte del disco, destacando cosas como 'Cyber warfare' , 'No kings - no masters' o 'God of gore', las cuales no dan respiro al oyente, aunque mi favorita desde la primera vez que oí el disco ha sido 'Scumbad human race', donde desaceleran un tanto y construyen peso sobre algo más cercano a un medio tiempo. Esta última anticipa también lo que será la segunda parte del álbum, mucho más lenta respecto a la primera y cercana a un heavy metal tradicional y melódico en toda la pasada por 'A.N.G.S.T', 'Dealer of death', 'Evil never sleeps' o 'Chains of sorrow', siendo recién en el cierre a cargo de 'Greed' y 'Fast as a shark' (tributo a otros titanes alemanes como Accept) cuando vuelven a acelerar.
Birth of malice es un nuevo buen álbum de Destruction realizando el auto homenaje de turno. Luce algo desbalanceado considerando su primera mitad cargada a la velocidad y una segunda bastante más lenta, pero está siempre bien ejecutado y seguro dejará satisfechos a los fans. Ahora, verdad sea dicha, no hay algo acá que no podamos oír en cualquiera de los chorrocientos discos que han lanzado desde su regreso en 2000 a la fecha.
¿Canciones? 'No kings - no masters' y 'Scumbad human race'.
"Fuerza, desenfado y diversidad..."
Lo anterior a propósito del (ya) cuarto álbum de los finlandeses Havukruunu, una de esas bandas que conocen cinco monos pero deberían contar con mayor atención. En Tavastland (para quien no lo sepa, un pueblo originario de Finlandia) volvemos a oírles desenfundando su black sucio, afilado y rabioso (como debe ser), con fuertes dosis de paganismo pero incorporando esta vez un condimento heavymetalero que les honra y distingue. Con una producción que sigue oliendo a vieja escuela pero efectivamente suena mejor que en álbumes anteriores (se nota grabaron en un mejor estudio) la banda continúa acá dando muestras de su amor por el más podrido black metal sin olvidar sus ganas por correr los límites de lo posible saliendo a cabalgar sin problemas por otras zonas del heavy dejándonos un disco lleno de fuerza, desenfado pero ante todo diverso.
De esta forma, en canciones como 'Kuolematon laulunhenki' (que abre el disco con sus notables siete minutos) o la mismísima 'Tavastland' encontraremos esos clásicos corales que van en busca de atmósferas cargadas de épica, los cuales se enlazaran con riffs crudos o un solo a medio camino (elemento que se repetirá a lo largo del disco), todos elementos que aportan en conjunto diversidad y dan muestras de una banda que tiene demasiado claro hacia donde quiere llegar. Habrán otros momentos, sin embargo, como en 'Yönsynty' o 'Kuoleman oma' (lo que hacen en esta pasados los tres minutos, por favor... ¡que maravilla!) que se centrarán fuertemente en el peso de su sonido (una masa que pareciese te aplasta) mientras que en 'Havukruunu ja talvenvarjo' si bien abren a toda furia durante tres minutos, serán capaces luego de hacer la pausa, enlazar fuertemente con el folk y regalar una cabalgata final cargada al heavy metal digna de los más ochenteros Iron Maiden.
Entrando a la recta final del disco las sensaciones no cambiarán. 'Unissakävijä' es otra pieza increíble, que abre con dos minutos instrumentales espectaculares para pasar a una narración y acabar disparándose hacia cualquier lado explotando en múltiples direcciones (3:20 en adelante, puro rocanrol), mientras que el cierre llegará con la cabalgata de 'Kun veri sekoittuu lumeen' (emocionante de comienzo a fin) y los diez minutos de 'De miseriis fennorum', donde deciden cruzar la valla y acercarse con fuerza hacia algo más cercano al metal progresivo. Toda una aventura.
Lo dicho entonces, Tavastland de Havukruunu se enmarca desde ya como uno de los álbumes más fascinantes que nos habrá dejado 2025, un disco diverso que bebe de múltiples fuentes musicales dentro del mundo del metal (insisto, que hay mucho de Iron maiden acá, sobre todo en la segunda mitad) pero es capaz de sonar cargado de fuerza e identidad. Es su disco más ambicioso a la fecha, aunque el mundo no se entere...
¿Canciones? 'Havukruunu ja talvenvarjo', 'Kuoleman oma' y 'Unissakävijä'.
"Siempre interesante, aunque algo deslucido..."
Cabe mencionar eso si que para esta ocasión Ex Deo no han querido extenderse en un disco y unicamente han entregado un EP, cuatro canciones, cada una de ellas dedicada a los personajes mencionados. Desde ahí, el trabajo luce algo deslucido respecto a cualquiera de las tres anteriores entregas y solamente una pieza como 'Galba' (la que abre) logra situarse a la altura que el proyecto nos traía acostumbrados, de hecho es la única que se extiende en cuanto a tiempo sobrepasando los seis minutos entre cambios estructurales, sin embargo, las tres restantes canciones lucen algo débiles y monótonas, todas rondando los cuatro minutos y sonando bastante planas en cuanto a arreglos, y si bien es cierto que 'Otho' se adentra un tanto en la dinámica de los hechos (enfatizando en la traición que este sintió por parte de Galba, quien decidió no nombrarlo su sucesor, tras lo cual decidió junto a los suyos asesinarlo), tanto 'Vitellius' como 'Vespasian' se leen bastante generales en sus relatos.
Obviamente Year of the four emperors está lejos de ser un desastre. Los trabajos de Ex Deo serán siempre interesantes dado el hilo histórico conductor que el proyecto abarca, sin embargo, esta vez el resultado ha quedado algo pobre en la comparación con todo lo anterior. Desde ahí, se entiende que solo hayan publicado un EP e incluso se agradece pues un álbum completo solo habría expuesto una falta de inspiración lamentable.
¿Canciones? Solo 'Galba'.
"Continúan en estado de gracia..."
Respecto a esto último, uno de los principales méritos que la banda viene sosteniendo es la capacidad para dotar de dinámica y diversidad a cada una de sus canciones, extensas todas (seis a siete minutos la gran mayoría) pero aún así fáciles y amenas de oír. Para muestra lo que acá realizan en toda la primera parte del disco entre temas que cuentan con pasajes veloces y acelerados pero que jamás olvidan su vocación melódica y, digámoslo, comercial. Esto ya sea volviendo al coro constantemente en 'To live delociously', incorporando pasajes estructuralmente atractivos en 'Demagoguery' (con una excelente pausa que marca el solo en el 3:40), apuntando a la velocidad en 'The trinity of shadows' o incorporando las vocales de Zoe Marie Federoff tanto en 'Nom omnis moriar' como en 'White hellebore', que vaya como aportan al resultado.
Por esto, cuando pasando el nudo la banda se da el lujo de meter una ambiciosa y cambiante 'You are my nautilus' (que casi llega a los ocho minutos) la aceptamos gustosos pues la experiencia ya ha valido totalmente la pena, la banda nos ha entregado otro disco sobresaliente al que solo le resta cerrar adecuadamente, cosa que hacen con 'Malignant perfection' (la más genérica en todo el disco), una cambiante 'Ex sanguine draculae' y otra sólida 'When misery was a stranger'.
Todos los condimentos acá están. Encontramos en el álbum un metal agresivo, momentos oscuros y góticos, otros acelerados y afilados, Dani Filth vocalmente vuelve a estar sólido pero entrega de todas formas espacio para otros aportes mediante duelos con voces femeninas, hay estructuras cambiantes, pasajes melódicamente potentes y, como si todo esto fuese poco, el álbum tampoco se alarga innecesariamente, contando tan solo nueve canciones (aunque extensas todas, insisto), lo cual aporta a la sensación de estar frente a un trabajo bien pensado y unos Cradle of filth que tienen clarísimo el que hacer. The screaming of the valkyries vuelve a mostrar a una banda en claro estado de gracia, regulares en lo suyo pero jamás limitándose a lo obvio. Otro discazo a su lista.
¿Canciones? 'To live delociously', 'Nom omnis moriar' y 'You are my nautilus' .
"Intensa y salvaje emocionalidad..."
Será, sin embargo, pasando esos diez minutos iniciales cuando el disco muestre definitivamente sus cartas entre canciones que conjugan a la perfección calma y dolor. En ese camino 'The garden route' es una especie de balada compuesta por desesperados alaridos, 'Heaven' les acerca por primera vez al sonido limpio de Infinite granite (aunque en los coros y recta final el tema prenderá fuego encontrando de paso uno de los momentos más emocionalmente logrados del álbum), mientras que en 'Amethyst' nos entregarán el momento más ambicioso del álbum, ocho minutos que abren mediante un profundo relato para de pronto desembocar en una descarga nuevamente marcada por el salvajismo e intensidad incesante. Joya de canción. Luego, conscientes de la necesidad de darnos un respiro es que Deafheaven inteligentemente nos instalan otro interludio a medio álbum, aunque ojo al dato: lejos de presentar un mero instrumental de relleno, 'Incidental II' es un tétrico relato terrorífico que justifica absolutamente sus más de cuatro minutos de duración.
Abriendo la Cara B del disco reiteran la fórmula del comienzo del álbum, es decir, nuevamente dos temas muy directos y cargados al black como 'Revelator' (te-ma-zo, al que solo se le puede achacar ese minuto y medio final que me parece está un tanto de más) y 'Body behaviour', seguidos de un nuevo interludio (esta vez con breve participación de Paul Banks de Interpol) y una recta final construida por otra ambiciosa 'Winona', donde vuelven a tomarse su tiempo (los dos primeros minutos marcados por esos murallones son hermosos) para luego entregarse al desate incesante, y ese cierre impecable a cargo de 'The marvelous orange tree'.
A simple vista Lonely people with power supone una especie de cilindro de oxígeno para todos aquellos que habían perdido la fe en Deafheaven, sin embargo, el disco es muchísimo, pero muchísimo más que eso. La sensación es que la banda ha encontrado su punto y que lo hacen además sin recurrir al auto plagio, tomando elementos del camino recorrido para construir algo nuevo, porque aquí hay más violencia que en Sunbather (2013), más emocionalidad que en New bermuda (2015), más cohesión que en Ordinary corrupt human love (2018) y más convicción que en Infinite granite (2021). De todo un poco entonces, y más...
¿Canciones? 'Magnolia' y 'Amethyst'.
"En lo suyo, sólidos..."
Curiosamente lo más débil del disco está en la partida. 'Abandon us' regala el clásico tándem "estrofa agresiva / coro melódico" con un doble pedal que marca presencia todo el tiempo y riffs que se enlazan con fraseos sólidos cortesía de un contundente Jesse Leach, el problema es que en el camino suenan demasiado obvios, fuera de contar con un cierre lamentable (un fade out flojísimo). En adelante, sin embargo, le sucederán temas similares pero muchísimo mejores, medios tiempos pensados como claros singles comerciales (ahí tienes los coros limpios de 'Aftermath' o 'Forever aligned') siendo la velocidad y agresividad de 'Discordant nation' o 'The fall of us' los únicos momentos del disco donde Killswitch engage matizan yendo hacia un metal algo más oscuro. Excepciones a la regla eso si, pues gran parte del álbum va hacia sonidos más azucarados donde la banda transmite la sensación de estarse pasando un buen rato entre sólidas canciones como 'I believe' o 'Collusion'. Hacia el cierre de todas formas jugarán un tanto mediante 'Broken glass', quizás la única en todo el disco que escapa de lo obvio con sus secciones golpeadas y tiempos más lentos, para cerrar con la cabalgata melódica y efectiva de 'Requiem'.
Pues lo dicho, que los estadounidenses proponen en este This consequence un viaje que en lo suyo está muy sólido, dándose el gusto incluso de mejorar un tanto la propuesta respecto al antecesor. Tras veinticinco años de carrera no es poco...
¿Canciones? 'The fall of us y
"Fuerza, desenfado y diversidad..." Lo he escrito acá y lo reitero: el metal es la única forma de música moderna (y aún popular) ...