martes, 26 de abril de 2022

40 Años De ... Iron Maiden: The Number Of The Beast (1982)

"Ambicioso e inspirado golpe histórico..."

Ha llegado el momento de hablar de todo un clásico para la música contemporánea, particularmente el mundo del metal. Y es que el mítico The number of the beast ha cumplido semanas atrás nada más ni nada menos que cuarenta años de vida (pues si, joderrrr....) por lo que corresponde dedicarle algunas líneas al álbum que llegó para re definir el sonido de Iron maiden y de paso comenzar a instalar la leyenda de Bruce Dickinson entre nosotros. Todos sabemos que la banda venía de dos sólidos álbumes como el homónimo de 1980 y Killers (1981), ambos con Paul Di'Anno en las voces, quien tras una serie de conflictos relacionados con el abuso de alcohol fue forzado a abandonar la banda. Emerge así la figura de Dickinson, quien desde aquella mítica audición demostró tener plenas cualidades para no solo abordar aquello que Iron Maiden había grabado con Paul Di'Anno sino para incluso llevar el sonido de la banda hacia otro nivel, que es lo que precisamente ocurrió con The number of the beast.  

La agrupación venía de dos álbumes soberbios pero hay consenso en que es con su tercer álbum donde los ingleses demuestran estar para palabras mayores, iniciando un camino glorioso que acabaría abarcando toda aquella década. Y méritos hay muchos pero el principal radica en como la dupla Steve Harris (cerebro de Iron maiden desde siempre) + Martin Birch (que ya había producido Killers y trabajaría junto a la banda por diez años más) supo en tan solo ocho canciones (el número perfecto, un gran disco de rock no necesita más) explotar todo el potencial que la banda poseía en ese entonces, desarrollando un disco ambicioso donde cada integrante parece tener su espacio y saber hacer uso de este. 

Y hablando de la lista de canciones, esta abre con 'Invaders', una canción ágil y efectiva (y la más corriente del trabajo me atrevería a decir), cuyo sonido bebe de la era Di'Anno pero funciona como una perfecta carta de presentación para que Bruce Dickinson muestre sus dotes, yendo muy arriba en sus veloces estrofas + coros. Sin embargo, serán los cuatro minutos de 'Children of the damned' donde el vocalista demostrará el estar en otra liga, siendo capaz de generar épica en su relato junto a una agrupación que suena inspirada, con mención especial para Clive Burr en batería, quien se despediría tras este álbum. La Cara A del disco se completará con las primeras apariciones en composición de Adrian Smith, primero con la notablemente melódica 'The prisoner' (que maravilla de coro), que da muestras de la ambición de la banda en materia de estructuras con ese quiebre instrumental (3:42) desde donde se desarrolla un exquisito duelo de guitarras que hoy identificamos como una marca registrada para Iron maiden, y luego con '22 Acacia avenue', otra que también sabe a canciones de años anteriores en sus momentos acelerados pero destaca en toda su segunda mitad gracias a sus idas y vueltas, las cuales acercan con fuerza a la banda a elementos progresivos.  

Ahora, por si todo lo anterior fuese poco, la Cara B del disco es una cosa de otro planeta y donde, cosa curiosa, decidieron concentrar los números fuertes del trabajo en términos comerciales. 'The number of the beast' no necesita presentación alguna, un verdadero clásico con mayúsculas desde esa intro histórica (a cargo del actor Barry Clayton) con el versículo bíblico, pasando por ese riff eterno y todo el posterior desate que acabará encontrando perfecto complemento en la cabalgata que propone 'Run to the hills' (nuevamente inolvidable Clive Burr), de la mano de una dura crítica al colonialismo inglés que llegó a América "violando mujeres, malgastando al hombre...". Finalmente, una veloz e injustamente olvidada 'Gangland' acabará dando paso a la extraordinaria 'Hallowed be thy name', siete minutos magistrales que nuevamente se explican por si solos, una de las mejores (si es que no la mejor) canciones en la carrera de Iron maiden y ciertamente la mejor interpretación en la vida de Bruce Dickinson

Se cierra así un trabajo magistral, y es que si hoy hablamos de Iron maiden de la manera en lo que lo hacemos, si tantas generaciones han sabido de ellos y les disculpamos cuanto descalabro se les ocurre publicar, en parte importante es gracias a The number of the beast y el camino que desde acá comenzó a trazarse, el cual de cierta forma culminó años más tarde con la publicación de Seventh son of a seventh son (1988). A cuarenta años de su publicación el álbum suena tan vigente como en aquel 1982 y emociona volverlo a oír. Benditos sean por eso.

¿Canciones? 'The prisoner', 'The number of the beast', 'Hallowed by thy name'.

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