"Ambicioso e inspirado golpe histórico..."
La agrupación venía de dos álbumes soberbios pero hay consenso en que es con su tercer álbum donde los ingleses demuestran estar para palabras mayores, iniciando un camino glorioso que acabaría abarcando toda aquella década. Y méritos hay muchos pero el principal radica en como la dupla Steve Harris (cerebro de Iron maiden desde siempre) + Martin Birch (que ya había producido Killers y trabajaría junto a la banda por diez años más) supo en tan solo ocho canciones (el número perfecto, un gran disco de rock no necesita más) explotar todo el potencial que la banda poseía en ese entonces, desarrollando un disco ambicioso donde cada integrante parece tener su espacio y saber hacer uso de este.
Ahora, por si todo lo anterior fuese poco, la Cara B del disco es una cosa de otro planeta y donde, cosa curiosa, decidieron concentrar los números fuertes del trabajo en términos comerciales. 'The number of the beast' no necesita presentación alguna, un verdadero clásico con mayúsculas desde esa intro histórica (a cargo del actor Barry Clayton) con el versículo bíblico, pasando por ese riff eterno y todo el posterior desate que acabará encontrando perfecto complemento en la cabalgata que propone 'Run to the hills' (nuevamente inolvidable Clive Burr), de la mano de una dura crítica al colonialismo inglés que llegó a América "violando mujeres, malgastando al hombre...". Finalmente, una veloz e injustamente olvidada 'Gangland' acabará dando paso a la extraordinaria 'Hallowed be thy name', siete minutos magistrales que nuevamente se explican por si solos, una de las mejores (si es que no la mejor) canciones en la carrera de Iron maiden y ciertamente la mejor interpretación en la vida de Bruce Dickinson.
Se cierra así un trabajo magistral, y es que si hoy hablamos de Iron maiden de la manera en lo que lo hacemos, si tantas generaciones han sabido de ellos y les disculpamos cuanto descalabro se les ocurre publicar, en parte importante es gracias a The number of the beast y el camino que desde acá comenzó a trazarse, el cual de cierta forma culminó años más tarde con la publicación de Seventh son of a seventh son (1988). A cuarenta años de su publicación el álbum suena tan vigente como en aquel 1982 y emociona volverlo a oír. Benditos sean por eso.
¿Canciones? 'The prisoner', 'The number of the beast', 'Hallowed by thy name'.
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