lunes, 18 de enero de 2021

Draconian: Under A Godless Veil (2020)

 "Menos metal, más melancolía..."

Un verdadero deleite vivimos en 2020 dentro del universo doom metal con el regreso de verdaderas leyendas del género tales como My dying bride, Paradise lost o Katatonia, sin embargo, un último regalo estaba previsto para fin de año, un deleite final para los y las amantes del gótico. Me refiero al séptimo álbum de los suecos de Draconian, quienes desde 2003 han venido construyendo una discografía que tropezó en 2011 con la partida de Lisa Johansson en voces, reemplazada por Heike Langhans, quien debutó en un bien recibido Sovran (2015) pero definitivamente ha consolidado sus armas en este Under a godless veil, un álbum que sostiene las ideas de su antecesor pero realiza un pequeño giro hacia ambientes más marcadamente tristes y melancólicos, dejando el metal sino en un segundo plano, a ratos, para bien y para mal, como un complemento para dichas atmósferas. 

Como todo álbum de metal gótico con tintes doom, no estamos frente a un disco sencillo de digerir pues se suceden acá una serie de canciones extensas (casi todas rondan los siete minutos), lentas y pesado andar. Aunque el factor común siempre será la emocionalidad del sonido, en ocasiones abriendo en calma con la dulce voz de Langhans como guía para luego dar paso al peso de las guitarras y la irrupción de los guturales de Anders Jacobsson (quien junto al guitarrista Johan Ericson han compuesto prácticamente todo el disco), como ocurre en 'Sorrow of Sophia' o 'Sleepwalkers' (de lo mejor del álbum, vaya joya, y la única además donde Heike Langhans ha participado en la composición), mientras que otras son doom duro y a la vena, con oleadas de pesados riffs que se irán sucediendo entre intromisiones de la dupla vocal Langhans/Jacobsson como suele ser costumbre, destacando en esta línea canciones como 'The sacrificial flame' , 'Lustrous heart' o 'Moon over sabaoth'.

Llegando a la mitad del álbum cabe destacar el manejo notable que Draconian muestran sobre la fórmula que trabajan, las ejecuciones impecables, el trabado de atmósferas logrado y una producción impecable que efectivamente le saca partido a todo lo mencionado. Sin embargo, en ocasiones parece ser que se apegan demasiado al libreto, dando una que otra vuelta de más (en 'The sacrificial flame', por ejemplo, el solo es maravilloso y explosivo ¡pero llega restando apenas treinta segundos de canción!) o edulcorando en demasía el resultado. En este sentido, impacta y se agradece el quiebre que provoca una canción como 'Burial fields', que es absoluta desolación y antecede a otro momentazo del trabajo: 'The sethian', donde el desate de potencia es total y por primera vez en el disco percibimos una aceleración importante en los coros, en el momento más extremo y agresivo de este. 

Lamentablemente Under a godless veil pecará en su recta final donde tienden a pecar gran parte de los álbumes de doom: en su extensión. ¿Para qué hacer llegar el disco a los 62 minutos si con dos canciones menos lo cerrabas perfecto? Para muestra 'Claw marks on the throne' o 'Night visitor' donde Heike vuelve a ser protagonista pero excede los niveles tolerables de azúcar, entregando melodías bonitas pero que ya redundan y honestamente no eran necesarias considerando que lo mismo ya se había desarrollado antes y por largos minutos. Me sobran ambas, no así 'Ascend into darkness' que como cierre suena fenomenal abordando en ocho minutos la contundencia que Draconian es capaz de alcanzar y, gracias al cielo, acelerando nuevamente los tiempos. 

No pueden haber grandes quejas respecto a este álbum. Suena bien y expone de gran forma el momento que los suecos viven. Quizás se les han ido los minutos entre atmósferas en exceso melancólicas (ahí pierde puntos respecto a lo que fue Sovran) yéndose al metal en muy pocos momentos pero en al menos medio álbum han dado con la tecla perfecta superando con creces lo realizado en 2020 por sus propios mentores. 

¿Canciones? 'Sleepwalkers', 'The sethian' y 'Ascend into darkness'

7,5 /10
¡Muy bueno!

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